Partida Rol por web

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Escena de juego

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20/06/2019, 01:04
Director

  ndábase don Álvar de Pumar angustiado. Noble siempre él desde que era niño, que sus buenas gentes siempre lo arropaban, los de la aldea, que se decía que éstas no hacían sino venerarle como a Santo. Y quizás esto es exagerado, pero no así el que fuera un hombre de posición y a la vez preocupado por los suyos campesinos. Quien tostaba el pan en el horno de su castillo hablaba lo mismo de él que cualesquier buen clérigo adinerado, y siempre cosa buena.

Y así andábase en el año de 1352, que en Tabledo, tierras en la orilla sur de Lamedo, y cerca de la localidad de Lombraña, se alzaba el suyo castillo y tal aldea. Y la desidia se apoderó en aquellos días invernales, entre aquellas montañas que parecían elevarse con el antojo de quien las creó. Y es que don Álvar, pese a su bondad, que tenía a la suya familia enferma, y toda ella: su mujer, doña Mariela, cuyo estómago ardía desde hacía días y sufría terribles vómitos; su hija, la gentil Curiña, de apenas once años, que no hacía sino ver alucinaciones, y hasta los criados del castillo se asustaban al verla; y por último el primogénito familiar, Gonzalo, que padecía como las otras dos, aunque éste de extrañas fiebres y salivaciones excelsas y tenía ronca la voz. Hombre devoto, dudó por entonces don Álvar si algo había hecho mal a Dios, algún pecado que él no se hubiera dado cuenta. Pero no supo saber el qué, y tornó finalmente a pensar que algún mal de ojo alguien le hubiera formulado, que en aquellas tierras se llevaba mucho eso por las envidias.

Sin enfrentamiento alguno por el que dar a estos sucesos explicación, y habiendo recibido a varios médicos sin éxito alguno, decidió a la desesperada ayudar a su familia otorgando su alma, por un lado, al rezo casi constante; y por otro, a entregar su confianza a fray Pericallo de La Vega, un clérigo jerónimo que se había dado a la vida errante por las ingentes cordilleras en las que se encontraban, y así desde ya hacía tres años. El fraile vivía de la caridad de pastores, leñadores y las bondades de las gentes de las aldeas cercanas, pues a veces bajaba hasta ellas a echar sermones y, de paso, subía hasta su errante hogar nuevas provisiones. Se decía que vivía en la cueva del Oso, un lugar a cierta altura, y que en los meses de estación fría y nevada, como lo era en este año, sólo Dios sabía cómo sobrevivía. El caso es que don Álvar predicó su deseo de ir a verle y pedirle que intercediera en sus famliares para así retornarle la salud. Pero éste vivía, como ya decimos, perdido de la mano de Dios.

Una mañana, después de que el caballero Fernán de Pitanzos se preparaba para ir en su búsqueda, fue reunido en un salón del castillo por el noble con tres personas más. Don Fernán llevaba un tiempo viviendo en el castillo del noble cántabro, pues las vicisitudes de la vida le llevaron estando herido hasta allí. Luego, una vez reparado en salud, se quedó un tiempo a ayudar a don Álvar en unos asuntos, hasta el día de hoy. Entre los reunidos estaba Emetrio, natural de Ribadena, que si bien era un tipo joven y cualesquiera diría que inexperto, sabíase de los buenos caminos de los montes, pues con su bordón iba y venía por las tierras del ahora suyo señor. Y servía en el castillo, y a don Álvar le pareció bien que le acompañase al calatravo. A su vez, allí presente se hallaba una joven de buen porte, y que todos la conocían en el castillo. Era Nieus, natural del reino de Aragón y que ahora vivía en la aldea de Tabledo. Era muchas veces llamada al castillo por sus habilidades curativas, y sobre todo, por sus bebedizos y otras yerbas que, si bien en otros lugares estaban mal vistos, no era así en este lugar. Ella incluso intentó ayudar a los familiares del noble, pero a tanto no llegaba su experiencia. Tal vez algún día. Finalmente, el último acompañante de la reunión no era sino Manciego, el único cazador con permiso de don Álvar para cruzar impunemente y sin pagar pecho las suyas tierras, así como cazar bestias y alimañas con las que alimentarse o surtir a las cocinas de la fortaleza. Éste poseía un buen y acertado tino, precisión que era estimada en muchas leguas a la redonda.

Y por ende, que don Álvar os pidió la empresa de buscar a Fray Pericallo, yendo primero a la cueva del Oso, y, de no estar allí, yendo a donde fuere preciso, pues la vida de los suyos pendía de un hilo. No más que oísteis tal petición, que vuestros labios dijeron que sí; y si bien vuestros estómagos no estaban a la par, que tal vez no querían frías aventuras bajo la nieve, el favor del noble en el futuro podría ser una buena baza (aparte de la cuantía de valor y riquezas que uno o una pudiera obtener). El caso es que salísteis bien de mañana de Tabledo, antes del amanecer, y que el día era ventiscoso y nevado. Con vosotros iba un quinto sujeto, Osván, judío natural de Toledo, y hombre que tiempo ha se había convertido a la verdadera religión y que también servía a don Álvar.

Tras horas de viaje bajo la ventisca, el frío se os metía en el cuerpo, y la subida a la sierra de la Peña Sagra, al noreste de Tabledo, se hacía interminable. Y sólo era el principio del viaje. El tiempo estimado era un día, sin llegar a soportar noche al raso, y ello os reconfortaba. Tras almorzar entre un claro donde unos árboles se alzaban entre el gran manto blanco, el viaje se reanudó, y los cinco veíais la nieve caer y caer, una y otra vez, a medida que cruzábais las sierras ascendentes.

Notas de juego

Comenzamos. Lo dicho, dos post semanales por cada jugador. Por mi parte haré lo mismo, actualizar la partida dos veces por semana. El que quiera/pueda postear más cantidad es libre de hacerlo, pero no obligatorio. En cuanto venga a colación el tema tiradas o reglamento explicaré cómo se hacen las mecánicas, combates, etc.

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20/06/2019, 01:27
Osván

Hay que ver, que estemos haciéndole favor a don Álvar, y las ventiscas vengan así contra nos... -refunfuñaba el joven Osván, el cual caminaba sin montura, sino a pleno caminar-.

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20/06/2019, 14:17
Fernán de Pitanzos

Don Álbar es un buen hombre al cual debo mi vida, joven Osván — miro hacia el suelo cubierto de nieve, hago una larga pausa mientras quedo sumido en algunos recuerdos no muy lejanos, mi semblante serio como es habitual, se endurece aun mas — Estoy en deuda con él  — levanto la vista y endurezco el tono de mi voz, tanto como el de mi rostro —  no es ningún favor, por mi honor que no descansaré hasta hallar a ese fraile que tanta esperanza trae consigo. Este donde esté prometo encontrarlo y llevarlo al castillo de Don Álbar — Miro a Osván con dureza, cierto desprecio y bastante desconfianza — Dios todo poderoso vela por nosotros, ten fe hijo, la ventisca tiene un propósito como todo lo que nos rodea. — Hago otra larga pausa antes de decir, — Osván umm, he oído que has encontrado la verdadera fe, que por fin abrazas al único y verdadero Dios, ¿seguro que te sientes reconfortado, verdad? —. 

Me acomodo en la silla, y me dejo abrazar por la cálida sensación de las pieles con las que me cubro completamente.

 

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20/06/2019, 16:06
Nieus

Se hallaba la moza en edad casadera, Nieus la curandera, en la aldea de Tabledo. Sus artes disponía la criatura para purgar los males del cuerpo, ya fuera por medio de infusiones, brebajes, ungüentos y bálsamos de distinta naturaleza y condición. Extracto de hierbas, minerales pulidos, sangre de nobles criaturas y vísceras de alimañas, sustancias todas hervidas y preparadas con ternura, la misma que ponía en los enfermos que buscaban curas a sus dolores, aquellos que extendían el sufrimiento por la región, y que en su interior evocaban compasión.

Era don Alvar de Pumar un hombre querido. Nadie le deseaba mal alguno, y por eso la joven aragonesa estuvo noches de desvelo machacando raíces de hinojo, con las que solventar las salivaciones del hijo del ilustre señor, concentrando principios de manzanilla y poleo para la dulce e insigne doña Mariela, y recolectando alas de mariposa para despertar a la gentil Curiña de sus ensoñaciones e ilusiones diurnas. Aquella familia estaba maldita, incomprensible en su bondad. Y es que la envidia era muy mala, hacía que los ojos de las viejas bizqueasen y los bellos señores se vieran perjudicados con aquel deterioro físico y mental.

Fue por ello que fray Pericallo debía ser llamado, aquel hombre quizás pudiera llevar una posible solución de tanta llantina a un buen final, el que todos deseaban para el bondadoso Álvar de Pumar. Nieus no dudó en pronunciar un sí claro y rotundo ante la petición, su fracaso en dar adecuado remedio al señor le había causado desvelo, no disfrutaba del mal ajeno y si en ese viaje estaban las posibilidades de dar sanación, pondría sus pies en el camino y presta la inteligencia para aprender las habilidades de las que ahora era evidente que carecía.

El día de partida para buscar al fraile en la cueva del Oso despertaba gélido y borrascoso, como si el mismo diablo deseara que aquel grupo de desamparados no tuvieran éxito en la empresa. Pero más podía la voluntad que las inclemencias del tiempo, poniéndose en marcha aquel variopinto grupo, cada uno con los motivos guardados en su corazón, por la Sierra de la Peña Sagra.

Era Osván un joven renegón que llevaba mal su caminata por aquellos agrestes caminos. Nieus compadecida comprendió que no estaba acostumbrado al camin odel pastoreo, algo a lo que ella estaba acostumbrada desde niña, y sin estimar si el varón pudiera verse herido en su hombría le hizo una propuesta.

- Si en algún momento os encontráis muy desfallecido para continuar, don Osván, le cedo el sitio en mi acémila, y yo caminaré por vos..., los caminos de montaña son escapados y pueden dañar las plantas de los pies... - comenta ella arrebujándose en una de sus mantas para paliar el frío, y es que en cuestión de arrojo, la muchacha había sido criada en un lugar parecido a ese, con un frío lacerante que invitaba a no salir del calor del hogar.

Fernán de Pitanzos habló con la propiedad de un noble caballero. Nieus acostumbraba a callar cuando alguien que por alcurnia o gloria adquiría un rango más elevado que su propia posición, a la par que también se silenciaba cuando era un varón el que abría la boca para dar su opinión. Y es que aquella norma de educación había sido adquirida en casa bajo la educación inflexible de sus padres. Las mujeres solo hablan cuando los hombres se lo permiten, o si ya de por sí hay silencio. Y fue cuando éste se hizo cuando la curandera quiso ahondar en los comentarios de tan ilustre acompañante.

- Mi señor don Fernán..., vuestras palabras os dignifican..., más en mi pobre condición, yo no abandonaré esta búsqueda, y si vos consentís, mi compañía será la vuestra por los caminos que rediman el infortunio de don Álvar y su familia.... Si Dios lo quiere encontraremos al fraile y llevará la alegría de vuelta a Tabledo... - dijo la moza con un tono de voz suave y mostrando su más profunda cualidad, era tierna de corazón

Notas de juego

Un gran post de inicio, máster, lo he disfrutado muchísimo....^^

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20/06/2019, 18:58
Emetrio de Ribadena

El joven Emetrio montaba en su acémila bajo el frio que en aquella montaña, mientras escuchaba el parlamentar de sus compañeros mientras añoraba el calor de la casa señorial donde normalmente servía.
Ante los comentarios de la bella curandera no pudo mas que intervenir
- Válgame dios mi señora, de ser necesario antes de exponerla a las inclemencias del caminar yo mismo compartiré mi acémila con nuestros acompañantes, el andar por estos lares no me es ajeno y a patear estoy acostumbrado – dictamino con cortesía para después reflexionar sobre la situación en la que se encontraba- Cierto es que nos estamos ganado el cielo y la gracia de don Álvar, pero bien lo merece el y su familia el esfuerzo siendo como son señores humildes y de buenas intenciones, este siervo no puede tener queja alguna de la vida llevada bajo su mano.

Despues alzo su mirada al cielo esperando en una suplica para si por que aquel requerimiento fuera rapido y sin dificultades mas que las del camino

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20/06/2019, 19:20
Manciego

Si don Álvar reclamaba mis servicios yo acudía presto pues era mucho lo que le debía al buen Señor. Gracias a su santa bondad podíamos comer caliente, tanto mi esposa como yo, además de permitirme cazar sin ser yo el cazado, que por aquellas y otras tierras hasta los animales pertenecían al noble del lugar y nadie movíase ni un ápice si él no lo permitía. Pero don Álvar era un buen hombre, de esos que además de rezar predicaban con el ejemplo y nadie por aquellas tierras podría decir nada malo de él.

Sin embargo la envidia y el deseo del mal ajeno estaba demasiado arraigado en los corazones de los hombres, qué otra cosa podría ser sino el mal que aquejaba a la pobre familia del buen noble. Y ahí encontrábame yo, junto a la moza Nieus que en alguna ocasión había ayudado a la mi mujer con sus hierbas y pociones; y al lado del joven Emetrio que servía fielmente a don Álvar, dispuestos a partir en busca de fray Pericallo, un hombre santo bien distinto a mi propio padre y que nuestro señor pretendía que obrara algún tipo de milagro con la su familia. Pero no iríamos solos ya que el viaje lo haríamos en compañía de ese caballero que llevaba un tiempo en el hogar de don Álvar y del judío que había entrado al servicio del noble.

Muchos me parecían para tal mandado pero la recompensa merecería la pena a pesar del mal tiempo que estábamos teniendo. Por suerte la cueva del Oso no estaba lejos y si el Altísimo, ese mismo al que yo poco le rezaba, miraba con buenos ojos a los que caminábamos bajo la ventisca, encontraríamos al fraile antes de caer la noche.

Yo iba a la mía, en silencio, intentando guiar lo mejor que sabía a los otros cuatro para que no se perdieran en medio de la nevada. Fruncí el ceño ante las quejas del judío que bien a las claras se veía que no estaba acostumbrado a terrenos y climas como aquel. Por fortuna el resto parecían ser más comedidos y aguantaban valientemente, en especial la moza, las heladas rachas de viento y el lento y pesado caminar.

El tiempo está empeorando, no deberíamos aminorar el paso si no queremos pasar la noche a la intemperie —dije con tono lacónico y preocupado mirando al cielo—. Dudo mucho que aguantásemos este frío. Hay que llegar a la cueva cuanto antes.

Seguí andando, esperando que la decisión de quién iba o no en la mula fuera rápida y no perdieran el tiempo en esas tonterías.

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21/06/2019, 11:41
Osván

Así es, don Fernán -añadió Osvan, mirándole-. Dios me ha reconfortado tiempo ha, lleno de misericordia estoy. Y de nieve -se miró sus botas, bueno, su calzado bajo apretado en unos pantalones anchos bajo un gran sayo. El judío iba en vanguardia, junto con el cazador Manciego. Luego miró a Neus. Tranquila, señora -le dijo, aunque sabía que ésta no lo era, sino que más bien la mostraba respeto-; que ya andé desde Toledo hasta estas montañas y las tierras de don Álvar no más que a pie, y poco tiempo mis posaderas han cruzado con los lomos de una bestia. Este tranquila, pero gracias -el joven converso, una vez que le "daban cuerda", ofrecía buena verborrea.

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21/06/2019, 11:42
Director

Mientras tanto, Emetrio miraba al cielo, aguardando que Dios no os tuviese otra hazaña por cumplir (que el llegar a la cueva sin apenas ver a un palmo hacia delante), exponía su buen hacer para con la curandera; y es que sabía los entresijos de los castillos y palacios, que largo tiempo hubo de cuidar de ello y otras maneras siendo siervo y criado de un noble. El cazador Manciego animaba a aumentar el ritmo. Él mismo sabía que en solitario uno cazaba y se movía mejor, pero no tanto así en grupo.

Entonces el clima comenzó a empeorar de repente. Si los copos ya caían de vez en cuando en el ascenso, era ahora así que llovían desde las nubes otros tantos más, y con violencia; fanegas blanquecinas acompañadas de un viento helado que se os colaba entre las rendijas y agujeros de la ropa y se adherían a vuestra alma a través de la piel. Aquel mal que afectaba a la familia de don Álvar no quería que encontráseis a fray Pericallo, o al menos eso parecía. En cuestión de minutos las nubes del cielo abanicaban con furor vuestros pasos, oscurecían el paisaje, y comenzaba a extender una oscuridad artificial antes de la llegada de la noche. Llegó un momento en que apenas pudísteis ver más allá de cinco varas a la redonda. Eso sí: lo del judío... su vista, era digna de un hacerle a medida un cantar:

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21/06/2019, 11:43
Osván

Pues me parece a mi, mis señores -decía mientras la nieve se le metía en la boca-, que allí hay algo... -Entonces el caballero Fernán, Nieus y Emetrio tuvieron que bajar de las bestias, pues su peso hundía demasiado a los pobres animales en la nieve, y los impedía caminar. Sólo quedaba tirar de ellos-. Y no es una cueva, que aún queda mucho para llegar a las faldas rocosas de esta sierra... Esperen... es...

Entonces se adelantó unos pasos, corriendo sobre la nieve para así escudriñar bien lo que había percibido. A poco casi dejáis de verle-. ¡Es un refugio! -añadió-. Es... ¡una ermita! -el judío señaló perpendicularmente al camino, en un punto cuyo dedo no apuntaba a nada, y parecía sólo una sombra a lo que éste se refería. El viento os azotaba más y más fuerte. Cada vez más.

Notas de juego

El que quiera puede hacer, con su siguiente intervencion, una tirada de CUL x3. Para hacerla desplegad el lanzador, utilizad el dado D100, y añadid en la dificultad vuestro valor en CULTURA. Hay que sacar menos que la dificultad (La tirada no es de una competencia, sino de una característica, es decir, un atributo). Las tiradas, como en muchos otros juegos, pueden pedirse de una "habilidad" o un "atributo". Aquí igual. Y al añadir el multiplicador x3, la dificultad será el valor de cultura multiplicado por 3.

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21/06/2019, 11:54
Fernán de Pitanzos

A cada nuevo paso mis botas se hunden mas allá de los tobillos, nunca me gustó la nieve, demasiado húmeda y fría para alguien criado en tierras cálidas y secas. El caminar es lento y pesado pues empapada llevo la ropa, calado hasta los huesos, maldigo para mis adentros a tan gélido aire que penetra mi carne, entumece mis músculos y acaricia con afiladas y cortantes garras mi alma desnuda. Siento a mis espaldas el aliento de la noble bestia que arrastro, percibo su costoso caminar. 

Caminamos en silencio desde hace ya algún tiempo pues el cansancio y el desanimo empieza a mellar nuestro espíritu. Cierro mi puño con fuerza en torno al crucifijo de ébano que llevo colgado al cuello y en silencio pido humildemente orientación y consejo a Dios.  

Realmente la situación ha empeorado, empiezo a preocuparme, las nubes cerraronse sin mesura alguna, oscureciendolo todo en rededor, la visibilidad es nula. Comienzo a divagar para mis adentros. Habré de confiar en ese cazador pues parece que sabe lo que hace, del judío no puedo fiarme, algo en mi interior me dice que por mucho que ahora abrace la verdadera fe sigue siendo un judío y eso es razón mas que suficiente para albergar desconfianza, ¿que hace un judío de Toledo por estas tierras, tan al norte?, debo encontrar un momento para interrogarle pues yo conozco a toda la escoria de esa judería pues también es mi ciudad. La curandera parece ser de noble corazón, dulce y lista, valerosa y con determinación pero no estoy seguro de que este lugar para una mujer y menos para una de atributos tan dulces y tiernos, tendré que cuidar de ella y asegurarme de que no la suceda nada. Ese tal Emetrio parece un buen chico, espero que sepa valerse por si solo pues no tengo mas que dos ojos y dos manos, ademas puede ser de ayuda si el clima no mejora pronto.

De repente la voz del judío  me saca de mis pensamientos, !un refugio, una ermita! consigo escuchar, — Yo no veo nada, ¿dónde? — Sigo con la mirada la dirección que señala el dedo de Osván, escudriño en la oscuridad hasta que al fin tras una capa de copos de nieve consigo divisar un bulto.  — Vamos —. Me dirijo hacia allí.

- Tiradas (1)
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21/06/2019, 13:55
Emetrio de Ribadena

Habían se echado encima las inclemencias del tiempo y el joven Emetrio interiormente suplicaba clemencia a dios y a todos los santos que conocía encontrar al desparecido fraile mas bien pronto que tarde.
Ya metidos hasta arriba en las penurias de aquella montaña, el grupo avisto con alegría una hermita en la cumbre nevada- Tiene que ser una señal de nuestro señor, por fin mis ruegos han sido escuchados y hemos encontrado un sitio donde guarecer nuestros fríos huesos, apurémonos a entrar y presentar respetos a nuestro señor mediante una plegaria de agradecimiento-comento el joven con cara de felicidad mientras ya tiraba de su montura hacia la hermita, su mente curiosa se preguntaba a que santo estaría ofrecido aquel maravilloso sitio en medio del infierno helado

- Tiradas (1)

Notas de juego

Que cagada de tirada

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22/06/2019, 18:24
Director

Por la tirada de Cultura:

Sin duda alguna que era aquella. Don Álvar te había contado no ha mucho que quería restaurar una ermita que estaba en lo alto de un claro en plena montaña. La ermita estaba dedicada a San Xuan de Obijo, y que entre sus planes no muy lejanos era volver a darla vida. Estabas seguro que habíais llegado a tal templo.

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22/06/2019, 22:30
Nieus

El ofrecimiento que le hizo al judío converso fue anulado por las palabras del siervo Emetrio, el cual de manera amable ponía a disposición de los presentes su propia montura antes de que ella pudiera disponerse a caminar. A Nieus la amabilidad del muchacho le pareció encantadora y no pudo evitar dedicar una sonrisa al joven que la nombraba con un estamento que no le correspondía por nacimiento, provocando cierto rubor en sus mejillas. 

- Tienes buen corazón, Emetrio y te agradezco la disposición que mostráis, pero como bien dice el dicho, la cabra tira para el monte, y caminar por los peñascos no se me da mal del todo, mi padre decía que era por las buenas caderas que tenemos las hembras de mi familia...y por el condumio que engullimos por las noches... - comentó ella con su jerga pueblerina, una manera un tanto vulgar de decir que estaba en buena forma física.

Manciego por su parte hacía de perfecto guía, comentando que el tiempo comenzaría a ser más desapacible por momentos. El objetivo era llegar a la cueva, y la moza azuzó a su acémila, la cual se esforzaba en caminar por aquellos duros lugares, mientras Osván negaba la ayuda brindada, dando un inicio de conversación que sería seguido de buen grado con otras condiciones climáticas más favorables.

El cielo se oscurecía, la nieve caía y el frío atenuaba los músculos. La joven curandera se arrebujaba en su manta planteando si sacar la otra que portaba, cuando las palabras del judío rompieron el silencio para indicar que en la lejanía había algo que era de sumo interés para poder sobrevivir, un posible refugio, una ermita perdida en la nada, y es que ya había que tener fe para llegar hasta allí.

Osván y el señor de Pitanzos caminaban prestos hacia el punto distinguible en el manto blanco, siendo Nieus la que seguía a los varones mientras tiraba de su montura, la cual complicaba avance, y es que el frío también calaba sus huesos.

- Vamos Francesca..., camina guapa, que como dice Emetrio, Dios nos ha guiado por la buena senda, quizás el mal de ojo del  Señor Álvar comience a desaparecer por nuestro empeño y nobles propósitos... - dijo ella esperanzada caminando por la nieve mientras su cuerpo, cubierto por parte de la misma, le dificultaba el paso. Pero la curandera era una mujer tozuda y luchadora, no se dejaría vencer por aquellas malas condiciones.

- ¿Creen mis señores que la ermita estará ocupada por alguien o quizás abandonada y sin nadie que cuide de ella?.... - esperaba que fuera la primera opción, sobre todo porque con ese frío, si había monjes, tendrían un buen caldo preparado y era de cristianos compartir, y en el peor de los casos si algún alma la habitaba, podría vender algún ungüento o bebedizo para que todos los presentes llenaran sus panzas, y es que la muchacha se preocupaba por cada uno de ellos como si de una madre se tratara, y es que para Nieus, su vida era cuidar a los demás.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Emetrio mi tirada es mejor que la tuya...jajajajaja..., por 2....XD

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23/06/2019, 17:06
Manciego

Tal y como me temía, a medida que la oscuridad del cielo avanzaba así lo hacía el mal tiempo, el cual pillonos aún sin haber encontrado la maldita cueva. El viento era helado y cortante y como siguiera nevando de aquella forma tendríamos serias dificultades para llegar en el tiempo previsto, pues el avance cada vez se hacía más lento. Para colmo, aquellos tres no dejaban de parlotear impidiéndome concentrarme como debiera.

Caminábamos con dificultad, la nieve agolpándose a toda velocidad a nuestro alrededor y mucho me estaba temiendo que acabaríamos pasando la noche a la intemperie, con el riesgo de acabar muertos por el frío. Pero fue precisamente el judío, con una vista extraordinaria que ya quisiera yo para mí, el que con su grito dionos una leve esperanza a todos. Algo había visto en la distancia, algo que yo era incapaz de percibir. ¿Una ermita había dicho? Aquello sí resultaba sorprendente para mí pues, creyéndome buen conocedor de aquellos caminos, no recordaba ninguna ermita en ese lugar perdido de la mano de dios.

Con prudencia mis señores —intenté decir pero ya todos corrían en dirección a la ermita.

No iba a negar que desconfiaba, el porqué no lo tenía bien claro, pero que de la nada, o así lo creía yo, hubiera aparecido aquella ermita salvadora cuando más lo necesitaban, más me parecía obra del diablo que del dios al que tantos rezos agradecidos levantaban los que me acompañaban. Refunfuñando, pues seguía sin entender cómo me resultaba tan desconocida aquella edificación, seguílos ya que no quería que ninguno de ellos tuviera un percance desagradable y luego tuviera que yo rendir cuentas ante nuestro señor Álvar.

Podía estar sorprendido, precavido e incluso temeroso, pero reconocía que poder albergarnos del infernal tiempo iba a ser mejor que quedarnos a pasar la noche bajo la implacable tormenta.

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23/06/2019, 21:47
Director

Avanzásteis pues hacia el bulto oscuro, la ermita en medio de la montaña y la nieve. Alguno de vosotros se extrañó de la estancia de aquel santo templo; si bien hacía Dios el poder albergaros en tal lugar, que algunos bien extrañábais tan imprevisible y casual encuentro. Sea como fuere, que las acémilas y el caballo del caballero calatravo, al igual que vosotros, agradarían de estar bajo techo y al resguardo de la nieve y el viento. Tras unos segundos de avance, llegásteis ante la ermita. Ésta estaba construida en piedra, de tejado a dos aguas, en su parte delantera una fachada semiderruida y en su parte trasera, mirando a occidente, el campanario (el cual también dejaba mucho que desear). Tras ese encuentro, todos vosotros entendísteis que aquel templo estaba perdido en el monte, sí, pero también abandonado desde hacía años. La noche finalmente, cayó sobre vuestras cabezas, pero la tregua de la ventisca no se produjo.

Nada más entrar, observásteis el templo era bastante grande, y que antaño debió tener mejor vida y uso que el de ahora (es decir, ninguno). Las paredes tenían agujeros, los techos estaban parcialemnte caído, y en su interior, aquí y allá, algunos copos de nieve se adentraban. El frío y la corriente era invitada constante dentro de la ermita. Lo primero que advertísteis fue que enfrente del zaguán del templo estaba la sala de culto; aquel lugar de rezo cristiano poseía aún un altar, varias columnas, una pila bautismal y algunos bancos arruinados (hechos prácticamente astillas y mohosos). Eso sí, en el techo abovedado había inquietantes rostros antropomórficos toscamente esgrafiados, perdidos en su mayoría por el paso del tiempo. Había restos de una hoguera en el centro de la sala, aunque claramente no eran recientes (sino, seguramente, todo lo contrario). No había imágenes de vírgenes o santos, ni tampoco hornacionas en ese lugar.

El interior era lóbrego y oscuro, y una antorcha o candil no vendría nada mal. Osván silbaba de sorpresa al ver un lugar tan amplio por dentro pero lleno de ruina y desolación.

 

 

Notas de juego

 

Nota: os he descrito la sala que podéis ver en el mapa (la flecha es la entrada de la ermita). El resto de las salas están por explorar, por eso están en blanco y pone ("sala"/"sala amplia"). Con vuestra próxima intervención decidme qué hacéis lo más detalladamente posible (con el equipo, los animales, si acampáis, si indagáis, etc.) (lo más concreto que podáis).

Por cierto, el lugar está oscuro, por lo que si no encendéis algún tipo de fuego para iluminaros tendréis malus en tiradas de compentencias que dependan de la FUE, HAB, AGI y la PER de un 25%. Sí: las tiradas pueden tener malus o bonus, y éste es uno de ellos.

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24/06/2019, 01:49
Fernán de Pitanzos

Poso mi mano sobre el hombro de Osván — Yo iré delante — digo con voz firme y gesto cansado. Miro al resto del grupo y compruebo que todos están bien. Entro en la ermita con cautela pues a muy corta edad aprendí que mas vale prevenir que curar. Recorro con la mirada el techo, el suelo, las paredes...esta bastante oscuro así que avanzo despacio, hay algunos escombros tirados por el suelo, sin duda restos de paredes y techo derrumbado, es un lugar bastante grande y aunque no goza de muy buena salud sera mas que suficiente para pasar la noche, pues aunque sigue haciendo frío, nada que ver con estar a la intemperie, las viejas paredes nos protegen del aire frío y cortante, hay señales de una hoguera, hay bancos de madera hechos prácticamente astillas que podremos utilizar para encender un fuego y así entrar en calor y secar nuestras ropas antes de partir al amanecer, si Dios quiere, por supuesto, y si ésta maldita ventisca amaina de una vez. Tras observar cuidadosamente esta sala principal y mas o menos comprobar que no acecha aparentemente ningún peligro, hago una señal al resto del grupo para comunicarles que pueden acercarse, y suelto las riendas del caballo dejándole vagar libremente por la oscura estancia. Me quito los guantes húmedos y froto mis manos para hacerlas entrar en calor — Deberíamos hacer un fuego — digo señalando los restos de hoguera, — Usaremos esos bancos, nos vendrá bien entrar en calor y arrojar algo de luz sobre la penumbra — compruebo tocándola con una mano, que mi espada esta en su sitio, al acariciar la empuñadura me siento reconfortado, así pues continuo hablando — Esta debe ser la ermita que quiere restaurar Don Álbar, me habló de ella hace un tiempo, una ermita dedicada a San Xuan de Obijo si no recuerdo mal —  Doy unos pocos pasos hasta mi caballo y palpo con ambas manos en el interior de un saco que cuelga a modo de alforjas, cojo un odre de piel y bebo un largo y agradable trago, siento como mi barba se moja con vino derramado sobre ella al mismo tiempo que baja por mi garganta viajando hacia mi estomago llenándome de calidez.

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24/06/2019, 22:02
Emetrio de Ribadena

Santiguose el joven Emetrio al entrar en aquella Ermita por costumbre a entrar en sitios similares más que por otra cosa, ya que en ruinas hallábase y ninguna imagen al que agradecer improvisado refugio allí se encontraba, aquello no bajo los ánimos de Emetrio ya que pese a la destrucción del lugar de  refugio bien valía.

Mientras su mirada recorría el lugar el primero en tomar la palabra fue Don Fernán:

Deberíamos hacer un fuego — digo señalando los restos de hoguera, — Usaremos esos bancos, nos vendrá bien entrar en calor y arrojar algo de luz sobre la penumbra — compruebo tocándola con una mano, que mi espada esta en su sitio, al acariciar la empuñadura me siento reconfortado, así pues continuo hablando — Esta debe ser la ermita que quiere restaurar Don Álbar, me habló de ella hace un tiempo, una ermita dedicada a San Xuan de Obijo si no recuerdo mal —  Doy unos pocos pasos hasta mi caballo y palpo con ambas manos en el interior de un saco que cuelga a modo de alforjas, cojo un odre de piel y bebo un largo y agradable trago, siento como mi barba se moja con vino derramado sobre ella al mismo tiempo que baja por mi garganta viajando hacia mi estomago llenándome de calidez.

 

Permítame ayudarle mi señor en tan sabia empresa, lumbre necesitaremos porque pese a estar a cubierto aun el frio de fuera se cala en nuestros huesos-dijo Emetrio frotándose las manos- pero antes debiéramos ver cual estancia nos es más llevadera para pasar la noche, si me permiten mis señores me iré adelantando a indagar lo que hay en la estancia más cercana,cuando estemos acomodados  le Rezare una plegaria a ese gran santo que menciona

Tras decir esto Emetrio descargo su saco de la acémila, la cual dejo atada a un banco para después  sacar de su saco un candil  con intención  de encenderlo y darse luz en aquellas lúgubres sombras

Notas de juego

yo enciendo el candil y si a todo el mundo le parece bien voy a ver que hay en la sala pequeña a la derecha de la entrada

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25/06/2019, 16:28
Nieus

El denso caminar por la nieve se hacía pesado pero el ánimo de la curandera crecía conforme más se acercaban a aquel edificio de piedra, el cual comprendió estaba abandonado, su fachada principal no había soportado las inclemencias del tiempo, y el gélido silencio indicaba claramente que ni sopas ni calderos estarían humeantes a la espera de aquellos viajeros.

La ermita en ruinas encogía el corazón, agujeros en las paredes que permitían el libre acceso al inclemente viento, el mismo que les azotaba desde hacía horas sin dar tregua al descanso. La oscuridad reinaba como las alimañas tendían a hacerlo en las entrañas de los bosques y el miedo se apoderaba de Nieus, puesto que aquel sitio sagrado tenía la decadencia de haber sido invadido por una horda de diablos.

- Virgen Santísima.... - susurró, alegrándose de estar bien acompañada por aquellos hombres, comprendiendo que quien debía ordenar allí era Don Fernán de Pitanzos, por su género y posición, siendo el primero en avanzar por el lugar, seguido por el resto de sus acompañantes. La curandera sacó una de las antorchas adelantándose al deseo de Pitanzos, el candil lo tenía reservado por si debía hacer curaciones y ¿para qué engañarse?... si les salía una rata gigante siempre era más práctico darle directamente con el fuego. Odiaba a esas sucias y peludas criaturas, y aquel sitio tenía pinta de albergar cientos, si sobrevivían al frío, por supuesto -... mi señor de Pitanzos..., podríamos usar mi antorcha para crear fuego, pero como bien dice el buen Emetrio ver las diferentes estancias nos ayudará a seleccionar la más adecuada para el descanso. En esta zona principal hay corrientes de frío, y quizás en una sala más pequeña el calor de nuestros cuerpos y el del fuego se guarde mejor, así como los techados soportarán más las vigas que los contienen.... - indica ella con lógica, la mujer usaba mucho lo que veía, algo necesario para ser curandera, y era cierto que los techos no solían desprenderse igual en salas pequeñas, así como se guardaba más el calor.

Nieus acarició a su acémila, dejaría al animal en la gran sala donde se encontraban, estimando que la criatura no huiría con aquella ventisca cayendo, no era lo que tendía a suceder con los équidos, descargando de su espalda sus pertenencias para que pudiera descansar.

- Os podría acompañar y ayudar a seleccionar la estancia adecuada para nuestro descanso, Emetrio... - dijo ella con prontitud, y es que preparar el sitio de reposo de los varones era una labor de mujer, y ella era muy práctica y vivaz para esos menesteres -...¿vamos a la derecha entonces?.... - la mujer llevaba en la mano derecha la antorcha y el cuchillo como siempre lo portaba en el cinto, siguiendo al siervo por aquel edificio decadente -...Buen propósito tiene Don Álvar con esta ermita, es una pena que no se celebre un decente culto cristiano entre sus paredes.... Es cosa de Dios haber encontrado este sitio en el camino, quizás debiéramos todos cantar una plegaria hacia San Xuan de Obijo... - dijo ella mirando a todas partes para asegurarse de que no había ratas en aquel sitio, y con una bonita sonrisa en los labios, un gesto dulce que practicaba cuando sus comentarios partían del corazón, y es que aquel sitio era una bendición en medio de la adversidad de la Sierra de la Peña Sagra

Notas de juego

Resumo acciones:

- Acémila en la estancia principal donde están los bancos.

- Mis cosas en el suelo.

- Antorcha en la mano y voy detrás de Emetrio para ver la sala pequeña de la derecha, mirando bien a todas partes.

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25/06/2019, 17:19
Fernán de Pitanzos

Vuelvo a beber, esta vez largo trago, aun mas que el primero que dí, mermándose así con brusquedad la cantidad de vino en mi odre, que ya quedose por debajo de su mitad. Aunque ni rico ni agradable en su sabor ni en su tacto si que reconforta pues haciéndome entrar en calor me proporciona agradable confort. Lo vuelvo a meter en el saco y descargo todas mis pertenencias depositándolas cuidadosamente en el suelo, junto a la pared en una de las esquinas de la sala. Escucho como los demás deciden explorar la ermita antes de iluminar apropiadamente la gran sala principal, y sin ni siquiera dándome tiempo de haber rezado al señor una plegaria de agradecimiento por tan inesperado y tan oportuno refugio y otra de protección por quien sabe que peligros se pueden encontrar en días tan aciagos como este, veo como dos de mis compañeros desaparecen de mi vista, antorcha y candil en mano. — Maldita sea, parece que están decididos a hacerme trabajar mas de lo que esperaba, ¿nadie les ha dicho nunca, que cometer insensateces acorta la vida? — murmuro para mi mismo con mas que evidente enfado. Acaricio con delicadeza la grupa de mi caballo, suspiro profundamente y salgo tras ellos a paso vivo — Esperad, señorita, tengan cuidao...,no saben que puede haber entre las sombras de este lugar. 

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25/06/2019, 21:21
Emetrio de Ribadena

Esperad, señorita, tengan cuidao...,no saben que puede haber entre las sombras de este lugar. 
 

Emetrio escucho el buen aviso del caballero cuando se dirigía en buena compañía a escudriñar el cuarto cercano-

No se preocupe  Don Fernán, de todos es bien sabido que en casa de Dios ningún buen cristiano corre peligro y pese a la mala vista en la que se encuentra esta ermita nuestro señor jamás permitiría que malas bestias y peligros yacieran en terreno sagrado-determino Emetrio para después dirigirse a la curandera- Dios nos guía y nos protege mi señora no debe temer nada,  Asimismo para más tranquilidad  llevare mi Bordón ,  si cualquier peligro nos atañe yo mismo lo moleré a palos con tal de proteger sus virtudes y buenos haceres- tras esto y mientras se sentía un gran caballero  Emetrio agarro su Bordón corriendo y volvió al lado de Nieus para proseguir la inspección