Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Misterio primero. Escena 1

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26/10/2020, 16:32
Algot Frisk

El buen mayordomo de la recién adquirida mansión llevaba varios días reparando objetos rotos. Entre ellos el techo de la cocina que parecía haber vivido tiempos mejores y que ahora dejaba entrever partes de otra habitación, y albergaba un par de nidos de pequeños murciélagos. La encimera, de madera de roble estaba en bastante mal estado, y por el olor, podríais adivinar que ha estado intentando repararla con esmero tras un laborioso y detallado lijado para después aplicarle varios tipos de barnices y resinas que han proporcionado a la encimera, un aspecto rejuvenecedor y atractivo para cualquiera que posea las habilidades técnicas culinarias como para poder apreciar los pequeños detalles.
Aún queda mucho trabajo por hacer, y es que el castillo de Gyllencreutz lleva en un estado de dejadez demasiado tiempo. Los jardines necesitaban de una atención especial si se quiere volver a tener uno de los más majestuosos lugares de la naturaleza en la zona. El cobertizo del río debe ser reparado por completo, los torreones desbloqueados y posiblemente limpiados. Uno nunca sabe lo que ha vivido en un sitio así durante dos siglos sin ningún tipo de atención. La lista de tareas es larga, y cada vez se añaden más trabajos. Sabiendo que el nivel de detalle del buen mayordomo es excepcional, puede llevar varios meses, o incluso años el completar al menos la mitad de la lista. Sería bueno contratar más personal con el tiempo.
Mientras los nuevos habitantes del castillo deambulan por sus habitaciones, o tienen encuentros en las zonas mejor tratadas por el tiempo de los jardines, Algot hace una reclamación general para llamar la atención de todo el mundo para llevar a cabo lo que puede ser la primera reunión oficial de la Sociedad.

Tras esperar unos más que largos veinte minutos para que todo el mundo llegue a la sala de reuniones del piso bajo, junto al salón, Algot prepara varios sillones que ha limpiado con esmero. El olor a cuero viejo ha sido sustituido por algún tipo de almizcle con olor a violetas y crea un ambiente relajado junto al mullido tipo de sillón. Ha preparado además, una serie de bebidas e infusiones para ir sirviendolas durante el transcurso de la reunión.

Según vais llegando, hace una pequeña reverencia a todos y cada uno, mientras saluda cordialmente mencionando vuestros nombres. Algo os recuerda a pasar una lista mental al igual que se hacía en la escuela.

—Señorita Agnetha, bienvenida. La emisaria del señor nos protegerá en este lugar.—
—Caballero Alvar y su encantadora hija Ebba, bienvenidos ambos, por favor pónganse comodos. Ahora mismo les serviré una bebida y unas pastas recién horneadas.—

—Lady Lovisa, espero que las instalaciones sean de su agrado en esta mañana tan soleada.—
—Monsieur Ludovico, estoy seguro de que sus artes extrañas serán de gran ayuda.—
—Detective Wergeland, sin duda su olfato será insustituible a la hora de encontrar la verdad.—
—Mi estimado camarada de profesión Edwin Niles, estoy seguro de que su experiencia será de gran ayuda.—
—Y por último, aunque no por ello menos importante, el Señor Rotløs. Será un placer tenerlo con nosotros aquí.—

Uno por uno os vais sentando en la sala, mientras Algot se dedica a servir infusiones y pastas de chocolate. La variedad de tes es amplia y puede complacer a todos los presentes. Las pastas están buenas, en su punto y no demasiado secas. Los trocitos de chocolate le dan un toque interesante y ayudan a que no sean empalagosas. Sin duda los paladares más dulces lo agradecen.

Tras una breve pausa, recoge una carta sellada y lacrada en rojo de la mesa principal que estaba soportada en una bandeja de lo que seguramente sea plata, un poco deslucida eso sí. Quizás otra más de las tareas que sumar a la lista. Se dirije a todos y cada uno de vosotros con voz profunda y clara.

—Mis muy estimados residentes del castillo de Gyllencreutz, y por supuesto miembros todos y cada uno de la oculta y ya olvidada Sociedad. Acaban ustedes de recibir una carta con remitente de Oscar Uddgren, el sacerdote de la aldea de pescadores de Fjällbacka.

Dado lo inusual de la recepción de correo privado, he entendido y considerado necesario reunirles a todos aquí puesto que esta petición puede ser de su competencia. Siguiendo las tradiciones ancestrales que La Sociedad estimaba necesario, doy por abierta, la primera reunión oficial de La Sociedad del castillo de Gyllencreutz de este siglo XIX—

 

 

 

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26/10/2020, 23:28
Alvar Egil Björklund

El señor Frisk, siempre tan atento. Desde que hicimos girar la llave que nos abrió la puerta del castillo Gyllencreutz, hace ya tres semanas, se ha tomado la reforma de la colosal fortaleza como un asunto de responsabilidad personal, dedicando todas las horas del día a hacer que el lugar sea un poco más acogedor y habitable. Y no solo eso, sino que también atiende a las necesidades de cada uno de nosotros por una mera y simple cuestión de deber familiar, o al menos eso es lo que afirma: si hemos de creer su palabra, Algot Frisk pertenece a una larga estirpe de fieles siervos de los miembros de la Sociedad, cuando esta estaba viva. Y ahora que la hemos resucitado, el mayordomo parece resuelto a ser el aglutinante que mantenga unidos sus pedazos, por desiguales que estos puedan ser. A pesar de esto, Frisk es un hombre misterioso que aún guarda muchas incógnitas. Comprendo que, dado lo reciente de nuestra agrupación, prefiera mantener una saludable reserva, pero confío en que poco a poco vaya compartiendo con nosotros todo lo que sabe, especialmente lo tocante a la Sociedad y todo aquello a lo que debe hacer frente.

Gracias, señor Frisk. Tan amable como siempre —respondo a su saludo al tiempo que retiro una de las sillas para que mi hija Ebba tome asiento, tras lo cual yo hago lo propio. Uno tras otro, el resto de los miembros de nuestra peculiar asociación van llegando a la sala.

El señor Frisk nos ha convocado a todos al gran salón que habrá de hacer las veces de sala de reuniones. Según parece, la noticia de que la Sociedad reabre sus puertas tras tantos años en la oscuridad se ha extendido por todo el país, pues hoy hemos recibido nuestra primera carta. Y nada menos que proveniente de Fjällbacka, un pequeño pueblo pesquero que se encuentra en la costa oeste de Suecia, a sus buenos quinientos kilómetros de Upsala por la carretera que pasa por Örebro. Lo primero que pienso es que debe de tratarse de un error: apenas hemos empezado a asentarnos, así que resulta difícil de creer que el rumor del resurgir de la Sociedad haya llegado hasta tan lejos. Pero, por otro lado, ¿quién enviaría una carta con destino al castillo Gyllencreutz, una reliquia abandonada y decrépita, si no fuese precisamente porque desea requerir la ayuda de la Sociedad?

Bien, ¿y por qué no salimos de dudas? Estoy convencido de que todos estamos igual de impacientes por saber lo que el señor Uddgren de Fjällbacka tiene que decir. —Tiendo entonces la mano hacia Frisk—. Yo mismo haré los honores, si nadie tiene inconveniente.

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27/10/2020, 12:50
Øystein Wergeland

El señor Frisk era diligente, sin dudas. Servicial, como corresponde a todo mayordomo. Era también evidente que sabía más de lo que aparentaba, como suele ser frecuente en el rubro. Características, todas ellas, que compartía con su propio señor Niles. Aún así, el detective no podía quitarse de encima cierta inquietud por las formas en las que el hombre se había hecho con las riendas de la restauración del castillo de Gyllencreutz desde su reapertura.

Conforme el mayordomo, como un maestro de ceremonias, iba presentando a cada uno de los participantes en la reunión, la mirada de Wergeland se fue asentando en los distintos rostros. De una u otra manera había entablado conocimiento con todos los presentes durante las pasadas semanas. El Coronel y su hija la escritora, la cazadora, el charlatán y la inquisidora. Si al principio creía que su propia compañía era peculiar, aquel sentimiento no era más que un pálido recuerdo al comprobar la identidad y carácter de los miembros re-fundadores de la antigua Sociedad.

Se había dejado caer en un sillón, y con disimulo había alcanzado una de las tazas de té que el mayordomo local había preparado, tomando sorbos muy pequeños, cuidándose de que Niles sospechara nada. El tedio había dado paso a la curiosidad cuando se hizo mención de la misteriosa misiva. Con las piernas cruzadas, comenzó a tamborilear con los dedos sobre una mesita de luz cercana mientras asentía a las palabras del Coronel.

—De acuerdo, Coronel —accedió con cierta inconformidad— Pero tened cuidado al manipular el sobre y el papel. Me gustaría estudiar la caligrafía del sacerdote y analizar huellas en la correspondencia una vez finalice la lectura.

Luego se volvió hacia el mayordomo. El de superior clase, etiqueta y estatura. Su mayordomo.

—¿Niles, puedes prestarme la lupa unos instantes?

Y es que el celo del caballero en la limpieza del instrumento rayaba en la exasperación, pero gracias al minucioso cuidado del británico nadie podía vanagloriarse de conservar un lente tan nítido como el del detective Wergeland. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Buscar pistas: Investigación(Lógica) + 1 (bono lupa) = 2 éxitos

Estudiar caligrafía: Aprendizaje(Lógica) + 1 (bono lupa) = 1 éxito.

Las dejo por aquí para ir adelantando. No estoy seguro si la segunda tirada es correcta, pero supuse que Aprendizaje quedaba mejor que Investigación. De todos modos, esto era más que nada para irme familiarizando con el sistema, en caso que el jefe lo juzgue conveniente.

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27/10/2020, 16:12
Leopoldo Ludovico Castelferro

Desde que había llegado al castillo de Gyllencreutz era la primera vez que Leopoldo se encontraba con todos sus residentes al mismo tiempo y en un mismo lugar. Había tenido la oportunidad de cruzarse con todos ellos antes e incluso de intercambiar saludos corteses y breves palabras, a excepción de Reidar y Lady Lovisa. Con ellos dos había conversado más detenidamente.

No le sorprendió en absoluto que el vagabundo hubiera tenido un contacto con los Vaesen. Aquella mirada contaba una historia trágica y al mismo tiempo oscura: la de alguien que había padecido bajo el yugo de un poder siniestro; como él mismo. Sin embargo la joven dama sí resultó ser toda una sorpresa.

Inicialmente la había tomado por una frívola aristócrata que dedicaba su infinito tiempo libre a burlarse de las normas sociales, amparada por la armadura que le proporcionaba su estatus social y económico. Le había contactado en un puñado de ocasiones para que interviniera en misterios que, a todas luces, no eran tales sino fantasías de ricachonas asustadizas. Por eso no se la tomó en serio al principio. Pero encontrársela allí redefinió el concepto que tenía de ella.

Contemplaba a todos los presentes desde uno de los ventanales que daban al río. Había detenido su mirada más tiempo de lo prudente en la dulce y hermosa Ebba Björklund, hasta que su envarado padre el coronel le había descubierto, forzándole a hacer una reverencia para evitar malentendidos. En estos momentos, sin embargo, se concentraba en el detective Wergeland que parecía obsesionado con la misiva que el coronel estaba a punto de leer.

¿No se está pasando usted de suspicaz, detective? —intervino hablando con un forzado acento que pretendía ser francés—. ¿Qué espera ver con esa lupa? ¿La letra pequeña del contrato?

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27/10/2020, 17:09
Edwin James Niles

El lóbrego castillo Gyllencreutz no suponía inconveniente para Edwin James Niles, acostumbrado como estaba el mayordomo a transitar el reino de las sombras desde largos años atrás. Resultaba doblemente irónico, primero porque alrededor de la mesa que reunía a todos los presentes el mayordomo británico era el único que, con la notable excepción de Frisk, permanecía en pie, firme como un roble y al lado de su señor. Y en segundo lugar porque, donde todos habían experimentado de un modo u otro la Visión, Niles era rigurosamente ciego, sus ojos otrora glaucos, ahora muertos y velados como los de un pez fuera del agua.

Inmaculado y petrificado en una pose erguida e imponente, el esbelto mayordomo reaccionó como un felino cuando su señor solicitó la lente para estudiar cierta carta que había llegado al castillo.

-Aquí tiene, amo. Recién pulida para vuestro deleite-, dijo muy serio tendiendo el icónico instrumento de trabajo de su señor.

Niles tenía buen oído y pudo entender que había un sacerdote involucrado como remitente, pero más allá de eso, aguardó pacientemente a que el Coronel leyese el contenido de la misiva. Estaba seguro de que su amo estaría deseando leerla con avidez.

Del resto de los presentes había tenido un trato cordial con el Coronel, gallardo militar y hombre de principios, y su amable hija, la pequeña Penélo... Ebba. Ebba.

También había conocido a Lady Lovisa fugazmente, mujer que le había parecido una noble en cuyo interior competían el encanto y el descaro a partes iguales. Niles guardaba celosamente un secreto que sorprendería a la dama sobremanera, pero que, de momento, no había llegado a compartir...

De Reidar El Viejo Sauce y su agresiva fragancia corporal mejor ni hablar. Para ser honestos, aquel hombre no le había hecho nada malo a Niles, pero el mayordomo, simplemente, no lo toleraba. Menos aún sabiendo que era un amigo cercano de su señor. Ambos se guardaban las distancias y cuando se cruzaban por los pasillos la ceguera no era un obstáculo para que el vagabundo supiese a ciencia cierta que Niles albergaba sincero desprecio por él. Muy bien camuflado por ese cáustico sarcasmo tan propio de los hijos de Albión, pero auténtico al fin y al cabo.

No había tenido tiempo de tratar demasiado a la monja. Y casi que lo agradecía. Tenía un aura diabólica a su alrededor. Los ciegos pueden ver cosas que otros no. Y Niles sentía que era una presencia, en cierto sentido, peligrosa. Un presentimiento sin mayor fundamento, claro. Porque, ¿acaso desarrollan los ciegos una mejor intuición respecto de las personas?

Y luego estaba el, según su amo, charlatán de nombre improbable. Leopoldo Ludovico Castelferro. Oh, My! What a character... Escuchó que el tipo cuestionaba el celo deductivo de su amo y sonrió para sus adentros recordando un viejo proverbio chino.

-No debe despertarse al Dragón mientras duerme... Muhuhu...

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27/10/2020, 19:54
Ebba Björklund

La joven Björklund entró en la sala con paso decidido, en silencio, sin apenas producir el más mínimo ruido con las suaves botas de cuero blando sin tacón que solía llevar en esas situaciones para más comodidad. Siempre del brazo de su padre, sonrió cariñosamente y se tocó la barbilla con las yemas de los dedos de ambas manos: "gracias", dijo su gesto al tiempo que aceptaba y se sentaba en la silla que este retiró para ella. 

Observó con calma a los demás integrantes de la reunión. Conocía a casi todos. Estaban el detective y su fiel mayordomo-guardaespaldas-hombreparatodo, a los que ya conocía de antes, eficaces y eficientes en su trabajo, tanto como profesionales. La joven los saludó con una sonrisa amable y un asentimiento de cabeza.

También estaba Sin Raíces, su fiel amigo, a quien el señor Nyles no quitaba el ojo de encima... (tendría que hablar con el señor Nyles seriamente algún día... cuando descubriera cómo hacerlo sin necesidad de un intérprete). Saludó a Reidar también con una amplia sonrisa confiada, clavando los ojos un instante en el profundo hielo azul que, para ella, era irónicamente cálido.

Después estaba Lovisa. Ebba nunca la llamaba Lady, sabía que a su amiga tampoco le importaba demasiado. Se permitió dedicarle una sonrisa cómplice antes de desviar sus ojos hacia la siguiente integrante de aquel pintoresco grupo: Agnetha Löfgren, la monja a la que había conocido una vez, en el convento en el que estuvo un tiempo de retiro voluntario, hacía lo que ahora le parecía un milenio. No la había visto mucho más después de aquello, pero la monja cuidó de ella el tiempo que estuvo allí y la pequeña de los Björklund siempre se lo agradecería. Le dedicó una cálida sonrisa. 

Conocía, efectivamente, a casi todos. De hecho, a todos menos a uno: aquel joven caballero junto al ventanal a quien su padre miraba con severidad. Cuando desvió los ojos en su dirección, siguiendo los del coronel, se encontró con una reverencia algo forzada y una (última) mirada de reojo, a la que respondió con una educada sonrisa y una leve reverencia a su vez. 

Entonces, cuando todos estuvieron sentados y Ebba había sacado su eterno cuaderno y un lápiz para dejarlo frente a ella sobre la mesa, el señor Frisk, le ofreció una de las diferentes infusiones que había preparado. La muchacha las observó con calma, aspiró el aroma de alguna de ellas, y finalmente escogió una, "Lady Gray", una extraña variedad de Earl Gray, té negro con aceite de bergamota, naranja amarga y aciano, más suave que el segundo y más apto para tomar en la tarde, que se tomaba, obviamente, con una rodaja de limón. Le dedicó una sonrisa de agradecimiento y aprovechó mientras se lo servía para observar al mayordomo concienzudamente. Se fijó en sus gestos (¿eran serenos, nerviosos, nerviosos pero aparentemente serenos?), en sus manos y las marcas que estas tuvieran (¿siempre se había dedicado a labores de mayordomo o tenía otras marcas?), en las líneas de expresión de su rostros (¿había más en el entrecejo o en las comisuras de sus labios y sus ojos?) y en la ropa que llevaba, la aparente calidad de la misma y su uso.*

Y de pronto llegó el asunto de la carta. Preguntándose por el origen de la misma, la joven Björklund entornó los ojos y juntó los dedos frente a su rostro, apoyándose pensativa en la mesa con los codos. Dirigió una mirada de soslayo a su padre y percibió que él también estaba dándole vueltas a algo al respecto. Alvar, como esperaba, se ofreció a leer la misiva y, cuando la cogió, la petición del detective la hizo sonreír. Ella había pensado en hacer lo mismo. Cogió su cuaderno, escribió: "No se preocupe, sabe manejar esas cosas perfectamente. Está acostumbrado a que yo se lo pida" y se lo enseñó al señor Wergeland. 

Después esperó pacientemente a que su padre leyera la susodicha carta y, mientras tanto, observó con minuciosidad la caligrafía escrita en la misma, tomando notas en su cuaderno mientras escuchaba.**

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

*Para eso tiro la primera ;). Un éxito^^.

Puedo apoyar con un +1 la tirada de Investigación del detective. 

**Segunda tirada, en este caso la hago porque estoy haciendo cosas diferentes, aunque con la misma idea. Si no te parece correcto, master, pues le doy al detective otro +1. ^^ Dos éxitos ;).

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28/10/2020, 02:55
Lady Lovisa Swedenborg

Lady Lovisa entró con paso firme discutiendo consigo misma, reprendiéndose entre susurros; más que palabras inteligibles se la oía como un gato montés bufando por lo bajo. En su mano llevaba un parasol azul pintado a mano con motivos orientales que mostraba una rajadura en la tela considerable, lo dejó en un paragüero con desdén. Con sus pisotadas rítmicas no se hubiera dicho que era una señorita y al parecer lo notó, pues al tiempo que estas resonaban por el piso ahora limpio y pulido del recibidor y los altos techos rematados con preciosas molduras lo tomaban en sus ángulos para devolverlos a sus oídos, fue aminorando la marcha hasta que esta tomó una forma más pausada y ella misma llegó hasta la sala con un aire más digno y compuesto.

-Buenos días, señor Frisk -dio una mirada en redondo con una semisonrisa en los labios, sus ojos con ese simple vistazo examinaron todo sin dejar en evidencia tal suceso al hacer uso de su excelente vista periférica -Son de mi agrado -afirmó con un tono entre susurrante y seguro de sí mismo mientras inclinaba la cabeza suavemente en reconocimiento, complacida de que se pusiera atención a su opinión -Se está luciendo usted con su dedicación y esmero -deslizó el cumplido inspirando suavemente el aroma a violetas que provenía de los sillones. Llevaba la misma vestimenta que hacía tres semanas cuando se habían encontrado en el jardín por primera vez y se había sucedido el incidente con los policías, a excepción de su sombrero de copa cuyo lazo color verde menta de seda ondeaba cada vez que movía la cabeza, se quitó el sombrero dejando ver un elaborado recogido y se lo puso en el hueco del brazo mientras se terminaba de acercar, pero siempre vigilante no tomó asiento, sino que se mantuvo de pie cerca de una de las ventanas.

Compartió una sonrisa mesurada con Ebba que se fue desdibujando al llegar al coronel y al resto de los presentes hasta quedar en una suerte de mueca a medio camino entre gesto amable e intensa... melancolía. -Muy buenos días a todos -saludó en redondo y se ubicó detrás de donde está sentada Ebba, de pie como una guardiana incólumne, una columnata griega en medio de la sala.

El mayordomo de la casa explicó el motivo por el que estaban allí reunidos y sus ojos fueron directo hacia el sobre, llenos de anticipación. Sin embargo, al escuchar la petición del coronel supo que traería cola y decidió que mejor era sentarse para disfrutar del espectáculo. Se situó en donde pudiera contemplar a los dos; no, no a los dos: a todos y pidió que le prepararan un Daarjeling mientras dejaba el sombrero a un lado.

Ver las dinámicas de poder entre seres humanos siempre le fascinaba, y más entre dos pavos reales como estos. Una sonrisa de lado se le escapó ante el comentario del señor Castelferro pero la disimuló soplando el té suavemente antes de darle el primer sorbo suave y sutil, entornando los ojos oscuros de largas pestañas. Con tono de madre conciliadora y un punto de muy disimulada sorna apostilló -Por favor caballeros, podemos turnarnos para leer las misivas como buenos compañeros que somos, ¿No es verdad?

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28/10/2020, 10:14
Agnetha Löfgren

No hacía mucho que había llegado a aquel castillo... Sin embargo, en este poco tiempo, había logrado entrever que aquel mayordomo que lo custodiaba era más de lo que decía ser. Dentro de su aparente servicialidad y su inquebrantable actitud, había algo en él que hacía fruncir mi ceño y que en más de una ocasión despertaba en mi interior algún tipo de alarma...

Quizás por eso, cuando pasó lista y me nombró, clavé mi mirada en la de él.

—No le quepa la menor duda de que así será, señor Frisk.

Fue una mirada afilada, dejando entrever que tarde o temprano descubriría los secretos que guardaba con tanto recelo.

Finalmente, cuando pasó con la bandejita ofreciendo té, lo rechacé con un despótico gesto de mano. La galletita, por el contrario, era demasiada tentación... así que acabé accediendo a coger un par de ellas, eso sí... mostrándome como que le hacía un favor de probar aquellas galletas que, con toda seguridad, habría horneado aquella misma mañana. Una me la comí en aquel mismo momento, la otra la enrollé en papel y la guardé en un bolsillo de mi hábito.

Del resto de los hospedantes del castillo tenía opiniones diversas:

Algunos eran simples ateos cuyas almas estaban sentenciadas ya a vagar en penitencia por los fuegos del infierno, otros tenían remedio y aún estaban en la posibilidad de ser salvados, y... luego... estaba Ebba.

Claramente, Ebba era como un inocente corderito rodeada de lobos: tan delicada, tan pura... y en un ambiente tan hostil como aquél. Lo supe desde el primer día que la vi. Era diferente a los demás... pero no era yo la única que lo había percibido; por ejemplo, estaba aquel extraño ocultista que miraba a Ebba con aparente mirada dulce que claramente, a ojos del Señor, ocultaba una lascividad malsana; también el apóstata de su padre, capaz de llevarla por el camino erróneo y condenar su alma...

Mi mirada estuvo puesta en ella durante toda la reunión... No era una mirada como la que le había dedicado al mayordomo, ni de lejos, pero el simple hecho de no pestañear y ni siquiera sonreír cuando nuestras miradas se cruzaron, otorgaba inconscientemente un halo de misterio y dramatismo que haría poner los pelos como escarpias incluso al más valiente. Ni siquiera el más que talentoso, o al menos eso pregonaba él, detective podría imaginar o deducir lo que estaba pensando mientras la miraba.

En cuanto a la carta... al escuchar el nombre y profesión del remitente traté de hacer memoria...

Oscar Uddgren. Con suerte, tal vez me sonara.

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28/10/2020, 13:38
Reidar Rotløs

El viejo se había tomado su tiempo para saludar con efusividad a sus mejores amigos para estos hubo abrazos y una gran emoción, a sus conocidos cercanos les obsequio una sonrisa radiante y palabras cariñosas, para el resto, tan solo un justo saludo con la mano y poco más.

A la esposa del Cristo, sin embargo, le mostro los dientes en un gesto muy parecido al que debió tener la sonrisa del gato de Chesire el cual acompaño con un movimiento de los dedos en el aire a medidas saludo, a medias conjuro.

Mientras la mayoría de los presentes intercambiaba palabras y conocimientos Reidar no paraba de moverse por el lugar observándolo todo con avidez. Se había escamoteado una buena cantidad de aquellas pastas con chocolate sin la más mínima vergüenza pues solo aquellos que han pasado una temporada real de hambre saben lo mucho que importa para dicho asunto la postura correcta al sentarse o que cubierto es el que se debe usar cuando las tripas crujen.

Geri le seguía de cerca, acechando a la espera de su parte del botín, con una oreja parada y la otra caída, la cabeza ladeada y con esa expresión tan suya de inocencia y necesidad que tan bien sabia usar, ¡el muy pillo!

Finalmente, el viejo detuvo su deambular frente al gran ventanal de la estancia incapaz de seguir evitando los acusadores ojos de Geri a sentado ahora a su lado.

Esta bien, esta bien hijo de Loptr, deja de acusarme injustamente, aquí tienes tu parte, ¡y no la devores sin masticar!

Por supuesto, el pedido cayo en saco roto pues en menos de lo que canta un gallo, la totalidad de la pasta había desaparecido del suelo como por arte de magia.

Reidar suspiró mirando con bondad a su inseparable amigo y luego volteo sus ojos azul hielo hacia el exterior mirando por el amplio ventanal, mientras recodaba.

Había un halo de misterio en la forma en la que casi todos los que ahora allí estaban habían cruzado sus caminos en esta misma tierra hacia tan solo unas semanas atrás. ¿Cuánto tendrían que ver en aquello los Vaesen?, y, ¿Cuánto sabría el sr Frisk de ello?, porque, y Reidar no tenía la más mínima duda, el mayordomo callaba más de lo que decía.

Aquel asunto, interrogantes y poco mas por el momento, quizás pronto pudiera ser dilucidado, pero no ahora, puesto que, ¡vaya casualidad!, una carta había llegado requiriendo los servicios de LA SOCIEDAD.

Secretos, pensó por ultima vez el viejo girándose de nuevo hacia el cuarto y sus ocupantes, demasiados secretos

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28/10/2020, 16:28
Reidar Rotløs
Sólo para el director

Dire, tengo una habilidad que me permite "crear pnjs" que Reidar conoce.

La pregunta es si puedo usar dicha habilidad para crear un pnj que importe en el lugar al cual debemos ir ahora. Y también si puedo haberla usado para tener una relación con la última dueña del castillo en el cual ahora estamos. 

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28/10/2020, 18:07
Director

Respecto a crear un pnj en el lugar de destino, en principio no debería haber problema.  Dime un nombre que ya le busco yo alguna foto, salvo que tengas tu algo pensado. Además, cuéntame un poco alguna vivencia que hayáis pasado, a parte de hambre y frío claro.

Respecto a la ultima dueña del castillo, mucho me temo que la señorita Linnea Elfeklint, se encuentra en el Asilum de Upsala, un lugar para enfermos mentales, y no has podido tener más relación con ella que el resto de tus compañeros. salvo que vayas explicitamente a hablar con ella antes de partir de viaje. Como máster, esta sería una opción bastante recomendable pues toda la información con la que os vayáis, será de utilidad. Ahora queda en tus manos actuar de la forma que creas conveniente.

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28/10/2020, 18:15
Reidar Rotløs
Sólo para el director

Notas de juego

Justamente a eso me refiero. He pensado a Reidar como el pj "que conoce gente" y "sabe cosas" (tu dirás luego si ambos son útiles o no para la aventura). Por otro lado, mi personaje como habrás notado es EXTREMADAMENTE ÉMPATICO, se relaciona con todo el mundo y tiene cierto magnetismo del tipo "ese pobre viejo me cae bien y no se bien porque". 

Por lo tanto, no sería raro que ni bien recibida la oportunidad de poder vivir en este lugar Reidar hubiese querido ir a visitar a su anterior dueña.

Pnj creado en la ciudad: un cuidado en el asilo. Cuando este muchacho fue joven, vivió en la calle, Reidar le llevo comida muchas veces. Nombre sugerido para el pnj: Acke.

Pnj creado en el sitio al cual deben ir en misión: un panadero para el cual trabajo Reidar durante un tiempo. Cobrando solo con alimentos y amistad. Le ayudo en cuanto pudo antes de nuevamente sentir la "necesidad" de lanzarse a los caminos. Nombre sugerido del pnj: Bjarni

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28/10/2020, 18:30
Algot Frisk

Frisk entrega la bandeja de plata con la carta al caballero Alvar bajo la atenta mirada de todos y el escrutinio intenso de algunos. Tras esto se dirige a preparar una nueva remesa de pastas y de infusiones, en especial un nuevo Daarjeling para Lady Lovisa.
Cuando el señor Rotløs decide hacer acopio de las pastas, y viendo que a los demás parece darles por el momento igual, se acerca a él y le ofrece de nuevo más.

—No se preocupe señor Rotløs. Mientras usted viva en este techo, no deberá preocuparse por comer al menos 3 veces al día. Aunque por mi experiencia, le recomendaría que no diera chocolate a su buen y cánido amigo, ya que tengo entendido que puede sentarles excesivamente mal a sus intestinos. No quisiera que nada le ocurriera a su peludo amigo.—

Tras esto, Frisk cruza sus manos tras la espalda a la espera de nuevas ordenes, o bien, que el caballero Alvar comience a leer en voz alta la tan enigmática carta. Todo esto mientras mantiene una posición erguida perfecta y una leve sonrisa en su cara. A vuestro parecer, el señor Frisk está realmente contento de haber presenciado la primera reunión de La Sociedad en tanto tiempo, además de haber conseguido cumplir más de una de sus tareas al mismo tiempo. Todo esto le llena de orgullo.

 

Notas de juego

A quien le pueda interesar:

Mi nombre es Oscar Uddgren, sacerdote de la aldea de pescadores de Fjälbackka. Es con too el pesar de mi corazón que escribo estas lineas. Estoy en el abismo con mi predicamente actual, y por eso me dirijo a ustedes. Conocí a varios miembros de su exaltada organización en mis primeros años de estudio en Upsala hace unos cuantos años, y ahora pongo mi plena esperanza en su experiencia y conocimientos además de sus particulares talentos.
Mi mejor amigo, y mentor, el Vicario Carl Eric Hedqvist, ha muerto. Su cuerpo fue encontrado hace una semana, empapado por las aguas del mar en la playa del archipiélago de Fjälbackka. El oficial al mando ha concluido que la causa de la muerte ha sido un disparo auto infligido  en la cabeza y por lo tanto causa suicidio.

Me niego a aceptar esta conclusión.

Estoy seguro de que algo sobrenatural ha ocurrido. Y se quién es responsable. Lo que me faltan son pruebas y medios para demostrar mi teoría.
Vi por última vez a Carl Eric vivo una semana antes de que fuera encontrado muerto. Se dirigía de nuevo a la isla Wrecker en el archipiélago, para propagar la palabra del Señor a los depravados pescadores y marinos que frecuentan la posada de la isla.
La Isla Wrecker es un refugio para el tráfico marítimo y el lugar donde se asienta la mayor fábrica de sal del archipiélago. Algunas veces la línea de barcos y botes es tan densa que casi puedes andar desde la Isla hasta Fjälbackka caminando entre navíos. La isla de Wrecker apesta a pecado y a Arenque, un lugar dejado de la mano de dios en la Tierra.
 
Los propietarios de este nido de herejes y ladrones son El Barón Arenque Zacharias Amundsson y su madre Abela, a quien los locales llaman "la Madrina" y que abiertamente rechazan y desafían las enseñanzas de nuestro señor. Cada vez que mi buen el amigo el Vicario Carl Eric los ha visitado, ha sido expulsado de la Isla Wrecker entre insultos e injurias.
Estoy convencido de que tanto el Barón Arenque y "la Madrina" junto con su prole: escasos de mente pero peligrosos hermanos mayores Paul, Pete y Pace, están llevando a cabo rituales oscuros y son los culpables de la muerte de Carl Eric. Debo ir a la Isla Wrecker para encontrar pruebas que les culpen y enfrentarme a estos matones servidores de Satán cara a cara. Requiero su asistencia en estos tiempos tan difíciles. Si sirven a su Dios y desean ayudar a su HUMILDE siervo en este tiempo de gran necesidad, encuéntrense conmigo en Fjälbackka con presteza según su conveniencia.

Muy humildemente les saludo.
Oscar Uddgren.

 

La carta escrita a mano, sin apenas ribetes ni florituras revela un trazo firme y realizado con destreza. No mucha gente se atrevería a escribir a plumilla pues tienden a manchar en exceso las anotaciones, sin embargo, la carta está impoluta. Algunas de sus letras, las mayúsculas sobre todo denotan una cierta inclinación hacia la izquierda, revelando que el escritor es diestro y que ha pasado largas horas practicando una excelente e inteligible caligrafía. A menudo se han contado historias sobre como los monjes benedictinos acostumbraban a copiar a mano todas y cada una de las páginas de las biblias antes de que Guttemberg inventara la imprenta a mediados del siglo XIV. Curiosamente algunos encargos requieren de ciertas habilidades de escritura, y todavía existen algunos claustros que continúan copiando a mano, y dibujando sin mácula de error las mismas letras que sus antepasados.

 

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28/10/2020, 23:06
Alvar Egil Björklund

El señor Frisk ya me está alargando la carta cuando el detective Wergeland me pide que la trate con cuidado para que él pueda analizarla después. El señor Castelferro no tarda en darle réplica, cuestionando las precauciones de Øystein y tildando su preocupación de excesiva. Los miro a ambos de reojo mientras los demás observan en silencio el que sin duda solo será el primer conato de desacuerdo de esta reunión. Sonriendo de medio lado, introduzco la mano en uno de los bolsillos de mi chaqueta, extrayendo un par de brillantes guantes de cuero negro.

Faltaría más, detective —contesto a Wergeland después de unos segundos, con una casi imperceptible nota de humor en la voz, enfundándome los guantes antes de tomar el sobre por una de sus esquinas—. Usted es el único investigador profesional entre nosotros, a fin de cuentas. Algo que creo que los demás haríamos bien en recordar. Frisk —llamo al mayordomo—. Abrecartas, por favor.

Una vez abierto el sobre, extraigo su contenido con el mismo cuidado. Parece que solo está la carta; no hay ningún otro documento adjunto. Después de ponerme en pie y mostrarle brevemente el papel al detective Wergeland, lo despliego y procedo a su lectura, enunciando con dicción clara y una voz bien proyectada, que no necesito elevar para que resulte audible para todos.

El autor de la carta, el sacerdote Oscar Uddgren de Fjällbacka, ya conocía a nuestros predecesores en la Sociedad. La misiva nos relata la muerte de su amigo y mentor, el vicario Carl Eric Hedqvist, a causa de un disparo en la cabeza supuestamente realizado por él mismo. No obstante, Uddgren está convencido de que el vicario no se suicidó, sino que en su muerte hubo algo extraño, o en sus propias palabras, «sobrenatural». Hedqvist tenía la costumbre de ir a predicar la palabra de Dios a la cercana isla Wrecker, que Uddgren describe como poco menos que un lugar inmundo habitado por criminales. Por qué un hombre de fe decidiría arriesgarse a viajar a un lugar así para sermonear a esas gentes salvajes, es algo que se me escapa.

Sea como fuere, si hemos de creer el contenido de la carta, la isla Wrecker está controlada por la familia del «Barón Arenque» (no puedo evitar reír entre dientes al leer tan pintoresco sobrenombre) Zacharias Amundsson, una caterva de apóstatas y herejes que llevan a cabo ritos malignos. Por supuesto, Oscar Uddgren cree que los Amundsson son los asesinos de su amigo Hedqvist, y está dispuesto a demostrarlo.

Al terminar de leer la carta, me quedo unos segundos en silencio, pensativo, luchando con las sensaciones encontradas que me invaden: por un lado siento curiosidad por saber si efectivamente hay algún elemento paranormal en este decididamente extraño asunto; pero por otro, la falta de especificidad de Uddgren a la hora de detallar los motivos por los que cree culpables a Lord Pescado, su madre y sus hermanos de pocas luces, más allá de esos supuestos ritos satánicos, me resulta algo decepcionante. Enarcando una ceja como única reacción, me dirijo hacia el lugar donde está sentado el detective Wergeland, sosteniendo la carta con ambas manos como si fuera a entregársela, pero me detengo en el último momento.

Damas y caballeros, ya han oído las tribulaciones del padre Uddgren. ¿Qué opinan del caso expuesto? Hablen con toda libertad. Veamos si sus ideas consiguen que me decida entre el interés y la incredulidad —sonrío con sarcasmo. Dicho esto, le tiendo tanto la carta como el sobre a Øystein—. Toda suya, joven.

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30/10/2020, 19:44
Øystein Wergeland

El detective relajó la postura en el sillón al ser interpelado por el señor charlatán.

—Ser suspicaz es precisamente mi trabajo, Monsieur Castelferro —replicó estirando excesivamente las sílabas del título con una leve sonrisa— Aunque en vuestro caso, puedo comprender los reparos que mi actitud le ocasiona.

Consideró añadir algo más pero finalmente se contuvo; si debían trabajar juntos, el camino más saludable era el del encuentro y no el de la discordia. Lo cual incluía respetar los métodos de cada miembro de la Sociedad. En la diversidad estaba la fuerza, su viejo amigo Reidar era prueba de ello. De todas maneras, el Coronel procedía a aclararse la voz para la lectura de la correspondencia, con lo cual no hubo tiempo para más.

Alvar Björklund era dueño de una voz clara y firme. Por la manera de hablar que tenía, evitando alzar la voz en todo momento, estaba claro que se trataba de un hombre que no tenía dificultades en hacerse escuchar.

Un sacerdote en una aldea de pescadores. ¿Podría concebirse algo más bíblico? Por deferencia hacia la monja —un carácter que francamente le ponía los pelos de punta— se guardó las reflexiones que aquel asunto le sucitaba, pero ante la consulta del Coronel intervino.

—«Para propagar la palabra del Señor a los depravados pescadores y marinos que frecuentan la posada de la isla» —recitó una vez recibió la misiva— Seguramente esto incluye al noventa por ciento de la población del lugar —¿Qué más podía hacer un pescador o un marino con su tiempo libre en una vieja y desolada roca sobre el nivel del mar? Chasqueó la lengua antes de continuar— Tal vez exista un elemento sobrenatural en el caso, pero en principio no parece que el sacerdote y el vicario se hayan ganado el cariño de los locales. Lo cual puede dificultar las cosas.

Pensaba en voz alta conforme examinaba con la lupa la caligrafía de la carta. Con un gesto apremiante le pidió a Ebba que se aproximara. Había resultado evidente de la nota escrita por la mujer que no había sido el único con el impulso de iniciar aquel exámen, una idea que le reconfortaba. Cuatro ojos ven mejor que dos, y si al menos un par corresponden a una escritora, aún mejor.

—La caligrafía pulcra y depurada coincide con la de un sacerdote. ¿No le parece? —preguntó a la joven antes de incorporarse para entregar la misiva a Lady Lovisa.

Notas de juego

Edit: pequeña errata, no releer.

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31/10/2020, 00:12
Lady Lovisa Swedenborg

Tanto el comportamiento de la monja y el descaro de guardarse comida -que le hizo enarcar una ceja preguntándose si en el claustro la alimentarían bien- como el -nunca lo reconocería- tierno intercambio entre el señor Rotløs y su perro captaron la atención de la mujer por unos instantes, pero luego se ocupó del asunto que tocaba.

Lady Lovisa escuchó la voz del coronel llenar la sala con ese tono seguro y al mismo tiempo melifluo, y continuó bebiendo de su té serenamente con un rostro inexpresivo que enmascaraba sus sentimientos tras un velo de concentración, pero por dentro… por dentro hervía. Sus pensamientos iban desde: "¿Pero y este sacerdote qué se cree, que somos sus lacayos?" Hasta… "¡Vaya prejuicios para con aquellos que debería guiar con la paz de Jesucristo, más bien parecería que los va a crucificar!".

El último comentario del padre de Ebba le hizo salir de su ensimismamiento y acusó una sonrisa de lado, que acompañó con una inclinación de cabeza, asintiendo, al oír al señor Wergeland. Alzó ambas cejas al ver que aquel le pedía a Ebba que examinara también la carta, el gesto le agradó sobremanera, pero trató de no demostrarlo mordiendo sonoramente una galleta y poniendo ese gesto adusto y altanero que le habían enseñado desde niña.

Para su completa sorpresa, el investigador le extendió el papel a ella. Cuando había hablado con anterioridad sobre leer las misivas no se había referido a ella específicamente en aquel momento pues, por su condición de… sabueso, si se quería, no veía el punto con dos cerebros dedicados uno investigar y el otro a imaginar qué investigar qué aporte podía hacer, pero de pronto recordó todo lo que había escuchado sobre el detective anteriormente, aquel caso en especial, y se envaró en el asiento.

Sacó un pañuelo del bolsillo de su chaleco, tomó la carta mirándolo directo a los ojos y se la llevó luego cerca de las fosas nasales para tratar de detectar, a veces los detalles más mundanos son los que traicionan nuestras costumbres.

Examinó el papel y la caligrafía, leyó la carta -Creo que deberíamos cotejar que no hubiera un elemento sobrenatural en el caso, y eso debe hacerse allí mismo -sopesó -Pero, en caso de que efectivamente decidamos ayudarlo, también creo que deberíamos pasar por el obispado a ver qué opinan sus superiores de él y del difunto vicario -expresó su parecer, luego bufó indignada -Por lo pronto creo que su forma de expresarse indica que no es para nada un humilde siervo, más cuando lo escribe tan grande.

Pasó la carta a la monja, y se dirigió al mayordomo -Señor Frisk, ¿Existe algún tipo de registro de localidades visitadas por la Sociedad anteriormente que se haya salvado? -inquirió, tenía la intención de buscar Fjälbackka allí o algún pueblo de los alrededores.

- Tiradas (1)

Notas de juego

JAJAJ, qué horrible tirada! XD

Edité un error.

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31/10/2020, 05:44
Leopoldo Ludovico Castelferro

El ocultista sonrió y se inclinó con deferencia ante el comentario del detective Wergeland. Le hacía realmente gracia lo serios que se ponían los payos de alta alcurnia cuando se enfrentaban a un problema. Todo ese envaramiento, altanería y palabras comedidas contrastaban enormemente con los gritos, imprecaciones y blasfemias que solían venir después. Nunca dejaba de sorprenderse ante la capacidad que tenía una sociedad para transformar a sus miembros mediante la educación y la disciplina. Él lo había sufrido literalmente en sus propias carnes en aquel reformatorio infernal de Helsinki.

En el mundo de los payos era inconcebible que alguien le dijera a un sacerdote que se metiera en sus asuntos y les dejara vivir a su aire. No, ellos tenían que llevar a Dios y a la Razón a todos los rincones del mundo. Luego se extrañaban cuando un árabe, un africano o un hindú les rebanaba el cuello y los cocinaba para la cena. Eran incapaces de entender a aquellos que no pensaban, sentían o vivían como ellos. La Cruz y el Capitalismo eran sus armas para convencer a los salvajes de que el hombre blanco había llegado para quedarse.

Dio unos pasos hacia la mesa, colocándose cerca de Lady Lovisa y se aclaró la garganta antes de hablar con su característico acento falso.

Bravo, milady. Coincido con usted en todo. Si me permiten apoyar su criterio con mi humilde y mundana opinión, deberíamos dar preferencia a la comprobación de la teoría del elemento sobrenatural para asegurarnos de que no estamos ante un sórdido y vulgar caso de incesto—miró a la hermana Löfgren—. En cuyo caso serían las autoridades suecas las más indicadas para apoyar al reverendo Uddgren en su cruzada contra los herejes endogámicos.

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31/10/2020, 10:07
Agnetha Löfgren

Cuando Lady Lovisa me acercó la carta, la sostuve entre mis manos y dediqué algunos minutos a leerla cuidadosamente.

Aquella misiva no hubiera llamado en absoluto mi atención de no ser por esa parte en la que mencionaba rituales oscuros y herejía. En ese momento, alcé mi mano y me santigüe. Luego miré al resto totalmente convencida de que debíamos ir cuanto antes...

—«Y ofrecieron sacrificios a demonios, no a Dios, demonios nuevos que vinieron recientemente, a los que vuestros padres no temieron» —recité, con voz solemne. Luego hice una pausa dramática antes de continuar—. Rituales oscuros y herejía, no hay duda de que se tratan de siervos del mal. ¡¿Y si el asesinato del vicario no es más que parte de esos rituales satánicos para invocar al demonio?!

Me levanté de mi asiento de un brinco, y miré a todos los presentes con mirada seria. El tono de mi voz se endureció...

«Y derramaron la sangre inocente que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, y la tierra fue contaminada con sangre» exclamé—. ¡Debemos frenar esa insensatez antes de que sea demasiado tarde!

Estaba colérica, hasta el punto de que mis puños se habían cerrado tan fuerte que mis uñas habían hendido la carne, haciéndome sangrar ligeramente.

Y es que no tenía ninguna duda de que no se trataba sólo de un posible caso de endogamia, que... si estaba en lo cierto, era probable que también hubiese; sino de algo más. Algo más poderoso que la endogamia y aquellos pecados menores: se trataba de un acto de herejía, así como un atentado hacia los siervos del Señor, hacia la humanidad y hacia Dios...

Rituales satánicos en búsqueda de otorgar poder al demonio.

Notas de juego

Ya me habéis metido rituales satánicos por medio y, claro... así normal que se me desboque mi querida Agnetha... xD

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31/10/2020, 20:27
Ebba Björklund

Ebba escuchaba con atención el contenido de la carta.

"Se dirigía de nuevo a la isla Wrecker en el archipiélago, para propagar la palabra del Señor a los depravados pescadores y marinos que frecuentan la posada de la isla."

Al escuchar esa parte, una expresión de desagrado estuvo a punto de aflorar a su rostro, sin embargo, fue capaz de mantener una educada compostura y dicha expresión no afloró a su cara, que mantuvo un tono neutro mientras terminaba el resto de la escucha.

Se acercó al detective diligentemente cuando éste la llamó, asintiendo con vehemencia. Luego escribió en su libreta: "no es fácil escribir con plumilla y no hay una sola mancha. Está acostumbrado a escribir con pulcritud" y se lo enseñó al mismo. 

Sin embargo, en su rostro se dibujaba una expresión de disgusto cuando alzó la mirada y observó a su padre mientras los demás hablaban y debatían sobre averiguar en primer lugar si realmente había algo sobrenatural en el caso. Se mantuvo unos segundos con los ojos fijos en él. "Ojos encuentran ojos" había leído una vez, hacía mucho tiempo. Desde entonces, siempre trataba de probar si aquello era cierto. Lo fuera o no, su padre alzó la mirada y la cruzó con la suya. Entonces aprovechó para hacer un gesto rápido con una mano, pasando el índice y el pulgar por la garganta, a modo de pellizco, y luego moviendo el índice de lado a lado, con el rostro serio: "No me gusta". 

Alvar sabía que su hija le había cogido el gusto a la investigación de lo sobrenatural, aunque ella no lo dijese, la conocía lo suficiente como para haberse percatado de ello. Pero también sabía que no le gustaba mezclarse en dos temas muy concretos, porque decía que siempre traían discrepancias y no auguraban nada bueno: la política y la religión. No le gustaba en absoluto. 

Notas de juego

Dire, ¿la tirada que hice para observar a Frisk funcionó? ¿He averiguado algo interesante? XD

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31/10/2020, 20:52
Edwin James Niles

Niles permaneció silente e inalterable durante la lectura de la carta, sumido en sus propios pensamientos. Por un cómico instante estuvo tentado de reñir a su señor por no pasarle la carta para su concienzudo examen personal.

Ya se sabe. Un ciego examinando una carta. Humor británico en estado puro.

El mayordomo albergaba la total certeza de que en breve estaría preparando los bártulos de su amo para iniciar la expedición a aquella aldea pesquera del impronunciable archipiélago de Fjälbackka. Curioso nombre, con notable parecido fonético a la expresión "Fall Back" en su amada lengua de Shakespeare, expresión, por cierto, que impele a batirse en retirada, lo cual valía a Niles para mantener una prudente reserva sobre la naturaleza de aquel misterioso encargo que llegaba a la Sociedad en forma de misiva.

Salió de su ensimismamiento para advertir que la hermana Agneta alzaba la voz, una voz que en un coro habría aflojado a buen seguro el esfínter a todo el claustro angelical, San Pedro incluido. Clamaba Sor Agneta contra Satán como el instigador de aquel misterio en el que parecía no faltar ingrediente para el esperpento: Una aldea en la costa de Suecia. Un cura vengativo. Un suicida. Quizás entre uno y tres asistentes del anterior. Una familia pagana con dudoso gusto para el apodo. Un fuerte olor a pescado y, para rematar, una monja desquiciada. ¿Qué podía salir mal en aquella ecuación?

A juzgar por el tono de voz de Sor Agneta, sus venas comenzaron a hincharse y el latir de su corazón empezaba a desbocarse como el de un caballo al galope. Su timbre se asemejaba al de una mujer joven, lo que en cierto sentido era reseñable, pues rara vez se encontraba a un miembro del clero con convicciones tan firmes en sus años más tiernos, en mitad de la flor de la vida. Los clérigos, a juicio de Niles, reforzaban a menudo su fervor con sus propias frustraciones. Aquella monja, en cambio, aun con la presunción de no rebasar la treintena, hablaba con el celo de un inquisidor y con la convicción de un caballero templario en las Cruzadas.

Niles carraspeó. Solía hacerlo antes de abrirse paso en una conversación.

-Si los señores tienen a bien, sugeriría inspeccionar en primer lugar el cadáver del vicario. Tarea sin duda algo turbia, mas necesaria. Primero, para confirmar que hay un cadáver. Segundo, por confirmar la hipótesis del padre Uddgren. Quizás descubramos que el tristemente fallecido señor Hedqvist era zurdo y se disparó con la diestra. Lo cual sería... May I add... ciertamente llamativo para un suicida, ¿no creen?

>> Según las leyes de su Majestad el Rey de Inglaterra, el suicidio asistido creo que sigue considerándose en este lado del mundo como... Asesinato.

El mayordomo volvió a sumirse en un reflexivo silencio que sólo contribuyó a enfatizar el poder de la última palabra que pronunció. Hablaba poco, pero cuando lo hacía parecía estar recitando poesía con una soberbia y calculada cadencia.

Así de dramática podía llegar a ser la voz de Edwin James Niles. 

Mayordomo de día. 

También de noche.