Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Mölle

Cargando editor
25/01/2021, 00:37
Storyteller

Tras afianzar todos los preparativos y comprar todo lo que os hace falta como víveres, cuerdas y utensilios además de todo tipo de armas, por fin os adentráis en el carruaje en el que vais a pasar mucho tiempo juntos.

Frisk os saluda desde el enorme portón del castillo con una enorme sonrisa al veros partir por primera vez, asegurando que se encargará de que todo esté impecable a vuestra vuelta. Además os desea suerte y buen viaje.

Un carruaje os espera en la puerta del castillo con ordenes explícitas de llevaros cuánto antes a la estación de tren. Por lo visto Linnea se ha encargado de tramitar algunos asuntos y entre ellos han sido los billetes Además ha dejado una nota escrita a mano en el asiento interior para que esté a la vista de todos y que no se os olvide leerla. Es muy temprano cuándo os bajáis del carruaje en la estación. La oscuridad aún pesada sobre la ciudad os hace sentiros inseguros ante los ojos de los que deberían tener un hogar y estar plácidamente dormidos. La nieve de los últimos días aún refleja la luz de las lámparas de gas que alumbran vagamente las calles haciendo que no sea una oscuridad absoluta la que os rodea. Cuándo el tren llega lo hace cubierto de nieve, y es que el trayecto parece cruzar algunos tramos densos de montaña donde los riscos escarpados suelen lanzar algunas buenas cantidades del polvo blanco a los inmutables trenes que provocan a su paso con las terribles vibraciones. No os sorprende en absoluto que el vagón al embarcar no tenga calefacción alguna en sus compartimentos. El único refugio del frío es el vagón comedor donde absolutamente todos los demás pasajeros se agolpan por entrar. Un conde de nombre Christian Granath se ha hecho con el monopolio de los puñetazos en su zona y no duda en repartirlos gratuitamente a todo aquel que se le acerca.

Tras un par de horas el ambiente parece haberse relajado y alguien coge un acordeón y espontáneamente comienza a tocar y a bailar entre los tablones hasta que finalmente el conductor de línea termina por hartarse y hacerlo callar. Anunciando que a partir de ahora, toda música será tocada solamente en los vagones traseros junto al ganado y los cerdos donde probablemente no les importe aguantar semejante ristra de canciones malsonantes. No obstante para acallar sus ánimo, da una moneda de plata para que el hombre del acordeón no moleste más. Alguien os pasa un periodico de hace unos días con una noticia que os llama la atención.
Por la tarde llegáis a la ciudad de Helsingborg en el sureste de Suecia. Se está haciendo de noche y hay una atmósfera tranquila y somnolienta en el vagón comedor.


Tras desembarcar en la estación de trenes de Helsingborg os dais cuenta de que vuestra conexión a Höganäs llega más de una hora tarde. Pasáis el rato deambulando por las calles desiertas de esta ciudad. Una corriente de ire helada se abre paso por los recodos de algunas calles haciendo que el frío se os meta en el cuerpo. Es casi verano pero aún así, en esta parte del mundo el frío es permanente. Cuándo por fin os ponéis en marcha de nuevo en el tren vais más que tarde según el itinerario previsto. Una vieja locomotora de vapor tira de los vagones a lo largo de la costa, por las cuestas de la montaña y a través de los valles sombríos del sur de Suecia. Finalmente llegáis a Höganäs. Desde aquí el trayecto va en un carruaje que Alvar se ha encargado de alquilar con todas las comodidades posibles primando por encima de todo algo que ofrezca calor. Las conversaciones no dejan de sorprender gracias a la enrome capacidad de pensamiento crítico de Ebba y sus razonamientos sobre el mundo militar que ha conocido de oídas gracias a su padre. Reidar por su parte intenta que Geri no pase demasiado frío, mientras Castelferro aprovecha toda ocasión para intentar sacar de quicio a Alvar y de paso conocer donde están los límites de su paciencia. No obstante, el trayecto se os hace entretenido.

Finalmente llegáis a la estación de Mölle, cansados, hambrientos, y sobre todo tarde. El frío es notorio en este lugar mientras la nieve parece no dejar de caer. El conductor del carruaje os hace bajar en un poste pintado de negro marcado con una X. El fin de trayecto es aquí, y tras daros vuestras cosas, se marcha. Olga no aparece por ningún lado.

Notas de juego

Desde los últimos dos años, la remota aldea pesquera de Mölle en el noroeste de Skâne ha estado manchada por el conflicto por culpa del hotel que ha abierto en el área. Al parecer varios turistas, sobre too alemanes y daneses han comenzado una nueva moda de bño en las playas de carácter mixto, algo a lo que los locales se oponen rotundamente. Nuestro reportero Elias Ragner ha visitado el mal llamado corazón del pecado en el norte de Europa, en una comunidad en la punta de un área rocosa conocidas  como La villa en el sur de Suecia A quí en Mölle, Katarina Jonsson regenta el famoso Seaside Hotel frecuentado por turistas de lejanas procedencias.
" Aquí en La Villa, la élite cultural y mental de Europa se reúne para tomar unos baños y unos paseos muy relajantes y para disfrutar de las vistas espectaculares. Mi negocio se creó para llevar a Mölle a un nuevo siglo".

Muchos representantes locales tiene una visión menos positiva del hotel, en especial de la decisión de Katarina de dejar que hombres y mujeres frecuentes las mismas playas,!!! al mismo tiempo !!!
El capellán Algot Kransvik describe la situación como  " muy desafortunada y poco aconsejable, ya que es un proyecto que causa estrés en la vida de los aldeanos, forzando descarademente el pecado como estilo de vida.
La mujer del pescador Anna Svensson además añade " es terrible ver a hombres en suspensorios y a mujeres en corsetes. Es un triste ejemplo de su moralidad "
En cualquier caso, vuestro querido reportero Elias está disfrutando un frío baño en las gélidas aguas del mar del norte, y las vistas de La Villa son espectaculares.

 

 

La herencia oculta de La Villa

 

Estudios llevados a fondo en la región han sacado a flote una historia poco conocida sobre el origen de la propia montaña, donde los granjeros y los pescadores de La Villa creen que es la creación de un estado imbuido de energías sobrenaturales.
Supuestamente estas fuerzas causaron que la tierra se alzara desde un origen de llanura plana como una roca volcánica se alza en el mar. Se dice que en esta montaña se crearon pasajes y cuevas imbuídas con energías sobrenaturales de la misma forma, y que se mantienen intactas hasta que algún animal o humano sea usado como intermediario de la manifestación de estas energías en nuestro mundo.
También se dice que una familia con el Don de La Visión se ha encargado de mantener y salvaguardar  La Villa durante siglos, previniendo así que las energías sobrenaturales tomen forma física y cometan cualquier tipo de urgencias destructivas. Mis estudios personales han fallado en localizar a esa familia en cuestión, en la que el mito de el llamado Hill Man esta basado, o en localizar cualquier forma de Vaesen.

Sin embargo he identificado unas extrañas y fuertes tendencias hacia lo sublime y lo abstracto, y una extraña aptitud de ver lo no invisible y crear lo nunca destruído. Está muy claro para mi, que esta parte del sur debe ser monitorizada estrictamente. ¿Quizás deberíamos establecer un cuartel de la Sociedad aqui?

Lo firma: Hermano Johan Trana. Miembro y primer Ekvilator de La Sociedad.

Cargando editor
25/01/2021, 15:50
Alvar Egil Björklund

El largo viaje en tren a Helsingborg me sirve para dar un exhaustivo repaso a todos los datos de los que disponemos; llegar a nuestro destino nos va a llevar tanto tiempo que no deseo añadir más del estrictamente necesario cuando finalmente nos encontremos en Mölle. La jornada transcurre sin demasiados contratiempos, más allá del desagradable frío que cala hasta la ropa de abrigo, un aristócrata con ínfulas que ha decidido apropiarse del único vagón con una temperatura aceptable, y un desalmado acordeonista que insiste en destrozarnos los tímpanos, probablemente animado por unos padres demasiado indulgentes o unos amigos bromistas que le inculcaron la falsa idea de que podía ser cualquier cosa que se propusiese en la vida. Casi aplaudo cuando el conductor del tren lo hace callar.

El tren de trasbordo llega una hora tarde, lo que echa por tierra mis planes de ganar tiempo. Esto me pone de mal humor al principio, pero finalmente me resigno cuando queda claro que no hay nada más que hacer aparte de esperar y dar vueltas por una ciudad inhóspita que es poco probable que vuelva a visitar en mi vida.

Durante el último trayecto en carruaje, el tramo más cómodo del viaje, me esfuerzo por estar relativamente sociable y por tratar de ignorar mis prejuicios hacia el logorreico señor Castelferro, optando mejor por formarme una impresión basada en la experiencia y el contacto real. Lo cierto es que su afilada osadía me divierte, y entro al trapo varias veces en un entretenido juego de respuestas sarcásticas, algunas más afortunadas que otras, pero ninguna con verdadera mala sangre. De vez en cuando me preocupo por que el señor Rotløs y su perro se encuentren bien, dándole conversación en los momentos más tranquilos. A Ebba me limito a escucharla con embeleso, disimulando mi paternal admiración lo mejor que puedo.

La nevada estación de Mölle es exactamente igual de inhóspita como imaginaba. Nadie viene a recibirnos, pero tampoco lo esperaba. Con un suspiro que hace volar una nube de vaho hacia el cielo nocturno, me doy la vuelta hacia mis compañeros.

Bienvenidos a Mölle —digo en un tono que quiere ser cómico pero se queda corto. Miro al cielo, oscuro como boca de lobo y cargado de densas nubes que arrojan nieve sin cesar—. Ya es muy tarde, demasiado como para empezar a movernos por el pueblo. Sugiero que probemos a ver si la posada local tiene habitaciones. No creo que hospedarnos directamente en el hotel sea buena idea antes de investigar más. —Aferro las asas de mis maletas y las levanto con energía, dispuesto a ponerme en camino—. ¿Alguien tiene alguna otra idea?

Cargando editor
26/01/2021, 16:09
Leopoldo Ludovico Castelferro

Castelferro tenía frío, mucho frío. Necesitaba mejor ropa de abrigo, pero era lo suficientemente orgulloso para reconocer que no tenía dinero suficiente para comprarla. Por eso, cuando aquel aristócrata abusón monopolizó el único lugar caliente del incómodo tren, le deseó una pronta y dolorosa muerte a él y a toda su parentela. Pero como dudaba de que aquella maldición llegase realmente a cumplirse, prefirió robar de camino un par de botellas de licor y sobornar con una de ellas a un acordeonista para que alegrara un poco el trayecto. Sin embargo, de nuevo sus planes se vieron frustrados, esta vez por la autoridad ferroviaria que prohibió el libre ejercicio de la creatividad musical.

Desde luego, este pueblo no conoce la alegría, voto a Satanás. Vamos a tocarle entonces un poco las narices al coronel, porque como le escuche contar otra batallita más me tiro del tren en marcha. Lo cierto es que Leo no podía simplemente dejar que el tiempo transcurriese. Si al menos entrara en calor dormiría hasta llegar a su trayecto; pero si me duermo con este frío me despertaré en el infierno.

Durante la hora de espera del trasbordo el ocultista fue dando buena cuenta de la botella de licor, demasiado dulce para su gusto y demasiado floja de alcohol. Poco a poco fue soltando su lengua y se atrevió incluso a lisonjear un poco a Ebba, de manera galante y aprovechando cada momento en que su furibundo padre se marchaba para echarle la bronca a los responsables del retraso.

El trayecto en carruaje resultó ser el más cálido, no sólo por el estrecho contacto humano sino por el buen talante que todo el mundo demostró en las conversaciones. Incluso aquel payo resaborío del coronel se sacó un rato el palo del culo y le siguió el juego a Leo, que decidió no sobrepasarse en sus puyas más de lo estrictamente necesario para el lúdico disfrute del grupo. Lo cierto es que le encantaba ver a Ebba sonreír; era como contemplar las llamas de un hogar confortable y acogedor. ¡Qué gran suerte tendría aquel afortunado que lograra desposarla!

Al bajar del vehículo, Leo estaba de muy buen humor a pesar del cansancio.

Apoyo la moción, mi coronel —intervino cordialmente—. Lo mejor que podemos hacer esta noche es darle un merecido descanso a nuestros helados huesos después de llenar la tripa con algo bien caliente —el traicionero alcohol comenzaba a enfriarle el cuerpo más aún que antes.

Cargando editor
29/01/2021, 03:40
Reidar Rotløs

Las nuevas ropas molestaban y escocían, o al menos esa era la impresión que tenía el anciano vagabundo, que no dejaba de rascarse por encima de la tela como si esta le produjera alguna extraña comezón. El frío por otro lado le molestaba apenas, había pasado ya muchos inviernos en climas menos clementes. Geri sin embargo no había vivido tanto como él, por tanto Sin Raíces se entregó a la noble tarea de mantenet a su amigo caliente, subiéndolo sobre sus rodillas y cubriéndolo con su propio cuerpo.

Estuvo atento a la nota que había en la prensa, frunciendo el ceño al pensar en aquello de tener playas mixtas. ¿Pudiera el problema al que se dirigían estar relacionado con aquella nota impresa? ¿Espíritus molestos ante la falta de respeto de los extranjeros en sus tierras? También prestó especial atención a la información escrita por uno de los antiguos miembros de la Sociedad. Aceptó la botella de licor de Castelferro un par de veces, y contestó a algunas palabras de cortesía por parte del coronel, fijando también su mirada de vez en cuando en Ebba. Un par de veces Geri abandonó el regazo de Reidar para buscar calor entre las faldas de la hermosa pelirroja, y el viejo se limitaba a soltar una risa profunda en esa voz ronca de poco uso.

Ya una vez en el lugar, asintió a la propuesta de buscar un lugar en el cual quedarse, quizás allí podrías encontrar personas que pudieran hablarle un poco más sobre el local al que se dirigirían al día siguiente.

Cargando editor
29/01/2021, 10:12
Ebba Björklund

El viaje a Mölle es tranquilo y, a pesar del claro nerviosismo de padre, a quien exaspera sobremanera que las cosas sucedan más tarde que cuando tienen que ocurrir, en realidad lo disfruto bastante. Tras la catártica conversación de la noche anterior me siento extrañamente tranquila y más unida a él que nunca. La mitad del viaje se me pasa como en un sueño. Veloz y confortable.

Durante todo el trayecto del primer carruaje sonrío a quienes me interpelan y contesto con gestos educados, pero no hablo demasiado, pues me encuentro medio adormilada, ensimismada a través de la ventana, contemplando el terreno que rápidamente vamos dejando atrás, pensando en la historia de "El Descanso del Jarl" que voy a escribir en cuando tenga un momento. 

Aún medio adormilada pero ya más atenta a cuanto sucede a mi alrededor, observo con detenimiento el comportamiento de las curiosas criaturas que pueblan el tren, condes "civilizados" adueñándose del único vagón interesante, haciendo caso omiso de caballeros y damas encogidos por igual por el frío, repartiendo puñetazos a diestro y siniestro cual niños en el patio de una escuela; hábiles manos ajenciándose botellas de licor que después aún más hábiles susurros utilizan para manipular a pobres acordeonistas que solo tratan de amenizar un poco la velada, arrancándome una disimulada sonrisa sesgada; iracundos conductores que acallan como pueden esa ristra de canciones malsonantes, dando origen a un amago de aprobación por parte de serios coroneles... Nada nuevo. El ciclo de la vida en sociedad. 

Pero es en la estación de enlace donde comienzo a despejarme un poco más y las brumas del sueño por fin comienzan a disiparse sobre mis pensamientos, a fuerza de correr detrás de un cachorro. Mientras el coronel va de aquí para allá, tratando de averiguar por qué tarda tanto el nuevo tren, Reidar lo observa divertido y Castelferro disimula poco o nada su sonrisa cada vez que me lanza indirectas, a las cuales respondo con comedidas sonrisas milimétricamente recatadas, Geri no hace más que colarse entre mis pies y traerme pequeñas ramitas que encuentra en el andén, arrastradas hasta allí por el viento. Me dedico a tirárselas y correr tras ellas junto a él, tratando de alcanzarlas antes, pero el cachorro de Sin Raíces siempre me gana en ese empeño. 

Finalmente llega nuestro más que retrasado tren y, tras él, el último carruaje que padre se encarga de alquilar, cómodo y caliente. Es en él, en uno de esos momentos en los que Geri se ha tumbado sobre mi rodillas buscando el calor de la amplia falda y dormita apaciblemente, bajo la atenta mirada de su mejor amigo, cuando decido que ya estamos lo bastante lejos como para que Frisk no nos pueda espiar... o eso creo.

«Padre», comienzo entonces, formando sobre mi hombro una "V" con tres dedos*, y después llevándomelos al corazón, así es como nombré a mi padre Alvar hace tiempo, en mi nuevo y personal idioma**. «Hay algo que quiero que sepas», continúo despacio, sabiendo que Reidar también me está entendiendo, «Ayer, cuando hice... eso.... Frisk no estaba en la sala. No había manera de que supiera lo ocurrido, mucho menos que lo... relacionara con lo que pasó fuera. Primero: nos espió, de alguna manera nos espió. Y segundo, ¿cuán grandes son sus reservados conocimientos que ha sido capaz de relacionar el verme a mí escribiendo algo con lo que le sucedió a Sin Raíces?». Mis manos acarician inconscientemente a Geri con gesto protector mientras digo esto, sintiendo una punzada de culpabilidad en el pecho. 

«Además, Leopoldo» añado, señalando con la cabeza a Castelferro y levantándome la manga del brazo para tocar la zona de este donde el mayordomo lleva el extraño tatuaje, para que  nuestro compañero sepa de qué le estoy hablando a padre, «vio en su brazo un tatuaje de la tripulación de un barco hundido en 1676» termino, de memoria; «íbamos a investigar algo más, pero con la historia de las armas del guerrero espectral no nos dio tiempo».

«Las Armas del Guerrero...» no puedo evitar que mi cabeza divague mientras lo pronuncio. «Tengo que decidir definitivamente un título».

Finalmente llegamos a Mölle y bajamos del coche, que sigue su camino, dejándonos cual diminutos puntos oscuros sobre esa vasta capa de nieve blanca cuya caída no cesa. Me arrebujo en mi abrigo, contemplando el ambarino reflejo de las lámparas que el sereno ya ha encendido sobre los pocos adoquines que, en las esquinas, aún no han sido cubiertos por la dama blanca, y automáticamente cojo al cachorro del suelo y lo sujeto entre los brazos, casi sin darme cuenta, para que no tenga que intentar caminar entre la tupida nieve que cubre el suelo con sus aún pequeñas patitas congeladas.

Escucho lo que dicen los demás y asiento con la cabeza, pero añado algo a la propuesta. «Cenar.. posada u otro lugar concurrido...» mis gestos son lentos y entrecortados, pues los hago con una sola mano, mientras con la otra sujeto a Geri «Frío, gente busca refugio... escuchar... gente habla, hotel y "villa"». Espero que padre me entienda. 

Notas de juego

*Överste, coronel, en 1910. Haciendo una búsqueda rápida (porque ya estoy tardando más de lo que debería en escribir el post XD), es lo más antiguo que he podido encontrar de insignia de rango en Suecia XD, una V de tres barras (entre otros símbolos) en los hombros. Hoy en día son tres estrellas y una corona, pero 1910 se acerca más que 2021 XDDDD.

**No recuerdo si ya te nombré de alguna forma, lo he buscado y no lo he encontrado. XD

Cargando editor
29/01/2021, 17:29
Storyteller

 

 

 

Finalmente y con un plan al menos temporal pero sólido en mente, el de buscar cobijo contra el frío y la noche comenzáis vuestro camino hacia Mölle. No queda excesivamente lejos de donde os habéis bajado del carruaje, pero aún así hay que andar un pequeño trecho, que os lleva fácilmente 30 minutos con cierto esfuerzo para no caer allí donde la nieve aún está congelada.
Los pequeños edificios de Mölle se van haciendo cada vez más grandes pese a su escasa altura. La mayoría lo conforman chozas de dos o tres plantas, algún que otro edificado sobre ladrillo y unas calles empedradas cubiertas por nieve que hacen ciertamente difícil el avance.
Al girar una esquina podéis ver una vieja lámpara de aceite ardiendo en el suelo. A un par de metros de distancia yace en el suelo el cuerpo de una mujer. La luz que emite hace muy lúgubre y oscura la escena, mientras el viento mece levemente las llamas. Las sombras crecen y se desvanecen por momentos allí donde la luz se atreve a iluminar débilmente las parees de algún edificio. Está empapada en sangre y un enorme charco carmesí se está formando a su alrededor. Con mucha cautela, y sin dejar que Ebba vea a primera instancia lo terrible y desgraciado del asunto, el Coronel y Castelferro se acercan a examinar la escena. El cuerpo ha sido desgarrado y abierto en canal desde los genitales hasta el pecho. Lo que sea que haya hecho esto, se ha estado alimentando de sus entrañas. En un ribete dorado con filigranas en la solapa del remendado abrigo que el cadaver porta, podéis ver las 4 letras que hacen que se os hiele la sangre. OLGA

Notas de juego

Haced todos una tirada de Miedo dificultad 1. Si no sacáis ningún éxito, recordad que siempr epodíes usar vuestra ventaja ( una vez por escena y persona para volver a tirar.) En caso negativo quien falle adquiere un estado mental.

Debido al frío y a la oscuridad cualquier intento de realizar Investigación, requiere 2 éxtios.

Cargando editor
29/01/2021, 18:39
Alvar Egil Björklund

Una vez todos estamos de acuerdo, nos ponemos en camino con la intención de alejarnos de este lugar tan expuesto a los elementos y adentrarnos por fin en el pueblo. El viento muerde. Envidiando el estoicismo con el que Reidar soporta el frío, encabezo la marcha hacia Mölle, acarreando las dos maletas que contienen mi equipaje y el de Ebba; aunque jamás lo admitiría, preferiría con mucho tener las manos libres para poder embutirlas en los bolsillos de mi abrigo, con la esperanza de encontrar un poco más de calor. El suelo adoquinado y cubierto de nieve y escarcha nos obliga a avanzar despacio, aguantando el aire cargado de nieve que revuelve nuestras ropas. ¿No se supone que esto es la costa sur de Suecia? El aire debería ser más templado. ¿Por qué hace tanto frío?

Lo que me ha contado mi hija durante el viaje acerca de nuestro mayordomo, el señor Frisk, me ha dejado con una sensación de intranquilidad. Algot me contó lo que Ebba había hecho y las consecuencias que, a su erróneo juicio, esto había tenido, como si lo hubiese visto todo de primera mano; y no obstante, no estuvo presente en el momento en que ella contactó con el más allá. Eso, o Ebba no lo vio. No sé cuál de las dos posibilidades me inquieta más. O estuvo espiando a escondidas las actividades de los miembros de la Sociedad que se quedaron en el castillo, o… o no lo sé. El asunto del tatuaje tampoco ayuda a tranquilizarme. ¿Por qué llevaría alguien el tatuaje de la tripulación de un barco naufragado hace dos siglos? Casi me río al darme cuenta de que la primera conclusión que me viene a la mente es posiblemente la más absurda: el señor Frisk podría ser un vaesen. El espíritu de un marino ahogado en el siglo XVII. Lo más preocupante es que esta idea no me resulte improbable en absoluto. Pero, en el caso de que efectivamente Frisk sea una especie de fantasma, ¿qué relación tiene con el castillo Gyllencreutz? ¿Por qué está con nosotros, ayudándonos… o fingiendo hacerlo?

La visión de algo extraño frente a nosotros, tirado en la calle entre las primeras casas de Mölle, me saca de mis pensamientos. Aún estamos algo lejos para verlo con claridad, pero la luz de una lámpara de aceite que ha caído de su soporte y arde en el suelo arranca vetas de un carmesí profundo a la oscuridad reinante. He visto ese color exacto demasiadas veces como para no saber perfectamente de qué se trata.

Sangre.

Rápidamente, dejo las maletas en el suelo, haciendo un gesto hacia mi hija para que se quede atrás. A toda la velocidad a la que me permite el resbaladizo y complicado terreno, me adelanto hacia la figura que yace en el suelo, con los ojos volando de un lado a otro, esperando captar cualquier indicio de movimiento, de amenaza. Los copos de nieve caen indiferentes sobre la dantesca escena que se revela ante mis ojos a medida que me aproximo: una mujer está abierta en canal, tirada de cualquier manera y destripada, como un muñeco al que un niño caprichoso hubiese decidido vaciar de su relleno en un arranque de furia. La sangre está por todas partes, acumulándose bajo el cuerpo y salpicando las fachadas de los edificios más cercanos. Lo que sea que haya hecho esto no era una persona. O al menos espero que no lo fuese.

Castelferro, venga aquí, por favor. Necesito su ayuda.

Sin perder un instante, me arrodillo junto al destrozado cadáver, introduciendo una mano en mi bolsillo y extrayendo una caja de hojalata que contiene yesca. No tardo en encender un pequeño fuego, alumbrando a la desdichada mujer. La luz de la llama me devuelve reflejos dorados desde el grabado de la solapa de su abrigo.

Olga.

Parece que llegamos tarde… —murmuro, sintiendo cómo el peligro dispara los latidos de mi corazón y acentúa mis sentidos. Desenfundando mi pistola, le tiendo la yesca prendida al señor Castelferro para que pueda examinar el cuerpo—. ¿Qué le dice su experiencia? ¿Tiene alguna idea de qué podría haber hecho algo así?

Mientras tanto, mis ojos escrutan en la oscuridad, atentos a cualquier indicio de que no estamos solos. Hago un gesto con el brazo a Ebba y al señor Rotløs para que se acerquen. Odio que tengan que presenciar la espantosa escena, pero es preferible eso a que estén alejados y no pueda protegerlos en caso de que algo decida echarse sobre ellos.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Chicos, para la tirada de Miedo, tenéis que tirar vuestra Lógica o Empatía (la que sea más alta), +1 dado por cada personaje que os acompañe. Es decir, que todos tiramos Lógica/Empatía +3 dados.

Yo saco 1 éxito y paso la tirada :).

Tiro también Vigilancia (Lógica), en oculto, para tratar de ver si hay algo peligroso acechando en las inmediaciones.

Cargando editor
29/01/2021, 22:26
Ebba Björklund

A medida que caminamos me voy encogiendo cada vez más, arrebujándome en la bufanda y la capa y metiendo los dedos enguantados en el cálido pelaje de Geri, a quien no suelto en el suelo ni por asomo. La verdad es que agradezco no tener que llevar mi maleta, pero puedo ver los nudillos de padre exageradamente blancos en contraste con los dedos que se le están poniendo rojos, probablemente ateridos  por el frío. No le he dicho que puedo llevar mi maleta, no habría servido de nada. Negando con la cabeza mientras mis labios esbozan media sonrisa sesgada, contemplo la nueva ciudad a la que hemos ido a parar. Camino mirando alrededor, observando con detenimiento los edificios, las farolas, los oscuros callejones, las ventanas con las cortinas echadas por cuyos resquicios emanan cálidas luces y las escasas pisadas que aún se perciben sobre la nieve.

Casi choco con la espalda de mi padre cuando se detiene, pues no voy prestando atención a mis pasos, pero en ese momento, su rápido gesto para hacernos parar a Sin Raíces y a mí y la expresión de preocupación —y reconocimiento— que veo en su rostro me devuelven a la realidad de la calle que enfrentamos en ese momento, donde logro atisbar un reflejo escarlata que mi mente enlaza rápidamente con la expresión en los ojos del coronel... Tragando saliva, asiento con la cabeza y pongo a Geri en brazos de Reidar de nuevo, previendo y mentalizándome para lo que voy a ver a continuación. 

Efectivamente, poco después mi padre, que se ha adelantado con Leopoldo, nos llama a ambos para que nos acerquemos y puedo contemplar lo que ambos han visto previamente. Mi mirada se queda clavada en el cuerpo de la mujer que yace en el suelo, abierta en canal, tiñendo la virginal nieve del cálido fluido vital que mana de aquel cuerpo brutalmente profanado, enfriándose a una velocidad vertiginosa. Mis ojos no se despegan de ella, de su expresión, durante unos instantes, quizás demasiado largos, pero aunque me hierve la sangre por dentro y mi corazón late ahora inmensamente acelerado, en mi rostro no se refleja emoción alguna. 

Y entonces veo el nombre bordado en su solapa. Olga. 

Trago saliva con dificultad por segunda vez. Casi como una autómata, mis manos se mueven hacia mi maleta y, mientras inconscientemente percibo cómo padre mira alrededor, siempre vigilante, saco la cámara que nunca olvido, la monto con movimientos expertos y enfoco el cuerpo de la pobre mujer. No quiero hacer esto, en absoluto, y por un momento me tiemblan las manos, pero logro serenarme inspirando hondo y dejando escapar el aire como el coronel Björklund me ha enseñado tantas veces antes, pacientemente, y saco la fotografía. Sé que en ese momento me encuentro por dentro tan alterada que probablemente no sea capaz de fijarme en todo aunque lo intente y esa foto me ayudará a revisar los detalles más adelante, cuando me encuentre más serena... y después la quemaré, por supuesto. No quiero conservarla, sería una completa falta de respeto a su descanso eterno. 

Y aún así, sigo sintiéndome completamente desazonada y llena de lástima por esa pobre mujer. Así que espero a que Castelferro termine de examinar lo que necesite, sin ser capaz de despegar la vista del pálido rostro muerto de quien necesita nuestra ayuda, una ayuda que no conseguimos traer a tiempo... Cuando me aseguro de que ha acabado, me arrodillo con cuidado al lado del cuerpo y cierro con delicadeza los ojos de Olga. Mis ojos también se cierran durante unos instantes, manteniendo la mano sobre su rostro, mientras en mi cabeza se forman las palabras de una muda oración. 

Finalmente, sin poder evitar el impulso, saco de mi maleta la capa que traigo de repuesto y cubro con ella el cuerpo de la desdichada Olga, procurando que no sea vista por más ojos indiscretos, si no es menester.

- Tiradas (2)

Notas de juego

8 dados, 1 éxito... uffff... XD

Tiro investigación con la cámara (porque entiendo que los libros no los puedo usar para esto, ¿verdad ;P) para examinar el cuerpo de Olga, buscando cualquier cosa que me llame la atención. ¿Con la luz que ha hecho Alvar sirve para no necesitar dos éxitos? :P La tiro en oculto igualmente. ;)

Cargando editor
29/01/2021, 23:32
Ebba Björklund

...cierro con delicadeza los ojos de Olga y mantengo mi mano sobre su rostro unos segundos más de lo necesario, mientras en mi cabeza se forman velozmente las palabras de una muda oración que no puedo evitar pensar: 

«Que Urd te provea de zapatos fuertes para emprender tu viaje a través de los dominios de Hel hasta su fuente bajo las ramas de Yggdrasil y que Odín juzgue tus razones afines a los soleados prados sembrados de flores... Y que Fylgja y Hamingja guíen tu suerte y tu destino hasta que nos veamos de nuevo».

Después me levanto y camino hacia donde yace mi maleta, tirada en la nueve, en busca de mi capa de repuesto...

Notas de juego

Breve inciso introspectivo. ^^

Solo para tus ojos, dire ;)

(Bueno, y los de los etéreos "vaesen" que nos observan desde la sala VIP XD).

Cargando editor
30/01/2021, 16:49
Reidar Rotløs

Aún debían avanzar por un rato más en aquel clima poco favorable, aunque el gesto de Ebba de llevar a Geri no pasó desapercibido a los ojos de Sin Raíces. Aquella niña era una bendición en la vida de ambos, y era algo que el viejo vagabundo no olvidaría jamás. De vez en cuando el hombre extendía una mano hacia Castelferro para tomar de la botella espirituosa que aún había sobrevivido el viaje, más para cuando ya comenzaban a llegar al pueblo no quedaba más. Reidar sólo pensaba en un posible portal que le pudiera servir de abrigo, aunque entendía que para sus compañeros de viaje aquella no era una opción válida para pasar la noche.

Pero no hubo mucho tiempo para pensar en el descanso, pues el mismo pueblo parecía haber recibido a los investigadores directamente con el caso por el cual habían venido. El vagabundo sostenía a Geri en sus brazos, pero su mirada se encontraba sobre el cadáver de la mujer, los ojos azules muy abiertos. Tantos años viendo aquellos horrores no era suficiente para hacerlo inmune por completo a aquello. No podía apartar la mirada, mientras a sus ojos pasaban tantas otras muertes, tantos otros cadáveres, tantos otros cuerpos... Tanta sangre en sus manos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues fallo la tirada de Miedo (se me sigue olvidado desglosar xD), no uso de momento la ventaja, así que venga ese estado mental.

Cargando editor
30/01/2021, 16:52
Leopoldo Ludovico Castelferro

Lo que le hacía falta a Castelferro era una caminata de media hora cargando con sus bártulos y con los poros abiertos y exudando alcohol. Cualquier atisbo de buen humor del que había disfrutado hasta el momento se desvaneció cuando comenzó a poner un pie delante del otro por aquel camino helado. Rediós, qué puto frío hace aquí. Con lo bien que se estaba en el Mediterráneo... Maldita sea mi estampa cien mil pares de veces...

Después de treinta minutos había superado el cansancio y se movía como un autómata, con las manos y los pies insensibles amenazando con dejar caer las maletas o tropezar y caer de bruces en la nieve. 

Al girar la esquina vio un punto de luz e iba a dar las gracias en voz alta por haber llegado a su destino cuando se percató de que algo no andaba bien: la lámpara que emitía el resplandor estaba en el suelo y, a poca distancia, yacía un cuerpo en un charco de sangre que humeaba indicando que todavía estaba recién derramada.

Su asesino debe de andar cerca —murmuró cerca del coronel—. Este ensañamiento y esas tripas medio devoradas no apuntan a nada humano; pero le juro por mis muer... antepasados que nunca había visto nada semejante. ¿Es Olga, la Olga que veníamos buscando?

La peste que emanaba de la sangre provocó algunas arcadas en Leo, pero supo controlarlas antes de que nadie se percatara de ellas. Lentamente, con increíble sigilo, fue sacando una larga cuchilla del interior de su bastón. No estaba seguro de que sirviera de nada contra lo que había hecho aquello, pero le servía para infundarle valor. En un susurro casi inaudible comenzó a recitar una letanía, típica de su pueblo, a modo de protección contra el Mal, al mismo tiempo que escrutaba las sombras en busca de cualquier presencia humana o sobrenatural.

- Tiradas (2)
Cargando editor
02/02/2021, 15:43
Storyteller

Que terrible escena la que presencian vuestros ojos. Sin duda alguna eso dejará huella en vuestro recuerdo. Varias luces se acercan a toda velocidad dejando ver al gentío que va tras ellas. 4 hombres y 2 mujeres cubiertos hasta arriba de nieve y abrigos frondosos se quedan horrorizados ante tal imagen. —Oh no, oh no, que desastre, pobrecilla— El hombre que se acerca al cadaver de Olga se lleva una mano al pecho. Viste los ropajes típicos de un capellán y rezuma ese aura de persona letrada y ducha en inteligencia. Alguien respetable a simple y primera vista. Sus cejas pobladaas hacen de contrapunto a su incipiente calva cuyas entradas llegan hasta buena parte de la nuca. —Debemos llevarnos su cuerpo y dar un entierro digno. Díganme, ¿saben qué ha pasado? ¿Quién ha podido hacer esto? — El hombre os mira con cara de incertidumbre. —No solemos recibir visitas en esta época cuándo aún la nieve y el temporal azota. Mi nombre es Algot Kransvik, soy el sacerdote local. ¿Quienes son ustedes?.

Kransvik mira fíjamente la cámara con la que Ebba ha hecho la foto al cadaver. El aparato es difícil de ocultar a simple vista y su fuelle es carácterístico de la época. La tecnología avanza a pasos agigantados. —Espero señorita que eso que ha hecho no sea para algún tipo de disfrute macabro que los muchachos de ahora hayan puesto de moda.—

El sollozo de las mujeres por su amiga Olga, el malestar general y el mal clima hace que la escena se aún más triste. Quizás sea un buen momento para ir  buscar una habitación al hotel, o empezar a llamar puerta por puerta en la zona para buscar testigos y que el rastro no se enfríe.

Notas de juego

La decisión es vuestra: ¿Dónde váis?, ¿qué hacéis?. ¿Quizás seguir al sacerdote? ¿Ir al hotel? ¿Preguntar puerta por puerta?

Ebba, respecto a la foto: Tendrías que entrar en una cámara de revelado para poder saber si has obtenido algún resultado. Las de 1900+- no tenían todavía la capacidad para sacar el autorevelado de las famosas Polaroid, ya que hasta 1947 no sacarían ese modelo de fotografía instantánea,

No se ve nada por los alrededores, aunque tampoco sería buena idea bajar la guardia. Aun así las sombras parecen que revelar algo que nunca termina de estar ahí.

Reidar, no pasa nada al no desglosar que a mi si que me aparece. Ganas el estado mental: Asustado.

Mientras sufras de una condición deberás tirar 1 Dado menos para todas las tiradas que estén relacionadas con dicho atributo ya sea, físico o mental. Cuantas más condiciones se tengan, menos dados se tirarán, pero siempre se podrá tirar al menos 1 Dado.

 

 

Cargando editor
02/02/2021, 21:36
Alvar Egil Björklund

Sintiendo mi corazón latiéndome en el cuello con fuerza, escudriño las amenazadoras tinieblas al tiempo que mi hija utiliza una de esas nuevas y extrañas máquinas capaces de crear imágenes que son copias exactas, aunque desprovistas de color, de la realidad. Cámaras fotográficas, las llaman. Me parecen increíbles los avances de la ciencia y hasta dónde puede llegar la tenacidad humana. ¿Quién sabe qué nuevas maravillas y horrores nos deparará el futuro?

Mientras Ebba captura el macabro momento con su cámara, advierto que ya no estamos solos. Toda la siniestra quietud y el silencio que nos rodeaban dan paso al movimiento cuando la gente empieza a salir de sus casas, como si solo ahora se hubiesen dado cuenta de lo que ocurre. Los hombres y mujeres que aparecen a nuestros alrededor prorrumpen en toda clase de lamentaciones. Los miro ligeramente conmocionado; ¿no se dan cuenta de que no es sensato abandonar la seguridad de sus casas precisamente ahora? ¡Lo que sea que ha hecho trizas a esta mujer puede andar cerca! Estoy a punto de dirigirme a ellos para decirles justamente eso cuando un hombre ataviado como un sacerdote aparece entre la pequeña congregación. Horrorizado, el hombre propone llevarse el cuerpo y darle sepultura, lo que en estos momentos se me antoja algo precipitado. Se presenta como el padre Algot Kransvik, y claramente no tiene ni idea de lo que acaba de ocurrir. Arrugo el entrecejo al oír las palabras que el capellán dedica a Ebba, a pesar de lo cual estrecho su mano para presentarme:

Soy Alvar Egil Björklund, coronel del Ejército del Reino de Suecia, para servirle. Esta es mi hija Ebba, y puedo asegurarle que no encuentra ninguna morbosa fascinación en este horror. —Espero que eso le enseñe a no hablar tan a la ligera. A la pregunta del sacerdote de quiénes somos y qué estamos haciendo aquí, decido que no tiene ningún sentido ocultar la verdad—: Mis compañeros y yo somos socios de la señora Linnea Elfeklint, residente en Upsala y a la que une una antigua amistad con la señora Olga. Olga envió una carta a la señora Elfeklint pidiéndole ayuda con un problema que al parecer había surgido en el hotel de este municipio, el Mölle Seaside Hotel. Nosotros somos esa ayuda. —En esto, bajo la cabeza para mirar a la desdichada mujer que yace ultrajada y despedazada en el rojo lecho de su propia sangre—. Padre Kransvik, ¿puede usted confirmar que esta mujer es Olga?

Miro a mi alrededor, contemplando con preocupación a las personas que lloran a su conciudadana. Me inclino ligeramente hacia el sacerdote, a fin de que solo él me oiga cuando digo:

Haría bien en decirles a sus feligreses que se refugien en sus hogares, padre. El cuerpo aún está caliente, y eso significa que el asesino podría andar cerca.

Alguien tiene que haber visto u oído algo: una mujer acaba de ser abierta en canal en mitad de la calle.

Notas de juego

De momento, yo sacaría la información que pudiera in situ, preguntando al sacerdote e incluso a los lugareños antes de que se vayan (que lo haga algún otro más caradura, que el coronel ya ha recomendado que vuelvan a sus casas XD).

Cargando editor
03/02/2021, 17:39
Ebba Björklund

Cojo aire varias veces para serenarme y entonces comienzo a desmontar la cámara de nuevo, poco a poco, sin permitir que la imagen de Olga grabada a fuego en mi mente me haga llorar. O, al menos, sin dejar que escapen más de un par de lágrimas silenciosas. Contesto a Leopoldo con un mudo asentimiento. Mucha coincidencia tendría que ser para que fuera otra Olga. Precisamente aquí, precisamente ahora. 

Tras plegar el fuelle, mientras guardo con cuidado la cámara oscura para que no se vele la imagen, veo cómo empieza a aparecer gente a nuestro alrededor. Lo que me extraña es que no hayan aparecido antes. ¿Es que acaso Olga no ha gritado? ¿Lo que sea que la ha atacado no ha hecho ruido alguno? ¿Tan por sorpresa la ha pillado...? ¿...o es que la gente está tan asustada que no han querido salir hasta ahora, cuando han visto más gente aquí?

Un hombre se nos acerca, dice ser el padre Kransvik y automáticamente hace un comentario sobre mi cámara... y los jóvenes. Prejuicios, cómo no. Mi puño se cierra imperceptiblemente, quizás, más fuerte de la cuenta, pero no respondo a su comentario, solo le dedico una mirada de apenas unos segundos de duración, una mirada que, si estas mataran, lo habría fulminado al momento. Por suerte, padre sale enseguida en mi defensa, y menos mal, porque yo no tengo cómo responderle sin tener que sacar mi cuaderno y mi lápiz. Sonrío a Alvar en agradecimiento y observo unos momentos la multitud. 

Busco a alguien*. Alguien que parezca lo suficientemente preocupado como para que pueda haber visto, oído o saber algo, pero no tanto como para no ser capaz de hablar o responder a nuestras preguntas. Cuando lo encuentro, me acerco a Leopoldo, pues me parece la persona idónea para "convencer" a alguien de que merece la pena contestar a nuestras preguntas, y me cojo a su brazo, buscando su mirada con la mía y señalándole a esa persona con un disimulado gesto de la cabeza, mientras comienzo a caminar tirando de él en esa dirección. 

Dejo la conversación con el, a mi ver, prepotente sacerdote en manos de padre, él sabrá manejarlo.

No me cae bien. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Para esto es la tirada. Me dirigiré con Leopoldo, si es que acepta seguirme, hacia esa persona. Y dejaré que hable él XD.

Cargando editor
04/02/2021, 03:19
Leopoldo Ludovico Castelferro

A Leo se le corta la respiración cuando Ebba le agarra del brazo. El frío que le hacía castañetear los dientes se esfuma, la náusea provocada por el horrendo crimen se asienta y siente como si el calor del sol al amanecer templara su cuerpo. ¡Oh dioses inmortales! ¿Es posible tanta belleza, tanta dulzura y tanta inteligencia contenidas en un solo cuerpo de mujer? Quien pudiera estar a la altura de ser digno de esta Minerva de Septentrión y poder teñir los cabellos de plata junto a ella el resto de mis días.

A pesar de su turbación, Castelferro entiende de inmediato los propósitos de la joven y sabe mantener el tipo sin que se trasluzca en su rostro aquello que revoluciona su mente. Sin embargo, mientras caminan hacia la persona que Ebba le había indicado con un gesto, recuerda un romance que un marinero español tarareaba a bordo del Virgen del Rosario, donde estuvo embarcado un tiempo y no puede evitar cantar muy bajito y con un acento horroroso:

A la vera de tu querer,
en la sombra tengo el mío
entre sombra y sol un poder
hay, que el cielo se ha estremecío.

Amores que no pueden ser
amores que se han sentío,
que nadie podrá saber
lo que en silencio han sufrío

¡Qué espanto! —exclama simulando de nuevo el acentó francés cuando se acercan a la persona en cuestión—. Llegar en una noche tan fría y oscura a nuestro ansiado destino y encontrarnos con tan horrendo crimen... ¿Esta es la Mölle que tanto nos habían ensalzado para que viniéramos a visitarla? Díganos buena persona si deberíamos darnos media vuelta ahora mismo y regresar sobre nuestros pasos, antes de que terminemos como esa desdichada mujer. Porque quiero pensar que esto es una accidente provocado por algún oso famélico y no obra de un ser humano... o de un trasgo...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Con manipulación quiero soltarle la lengua a esa persona que Ebba ha visto que tiene más ganas de hablar que el resto...

Cargando editor
05/02/2021, 16:13
Storyteller

Padre Kransvik, ¿puede usted confirmar que esta mujer es Olga?

—Eso me temo hijo mío.— El padre Kransvik toma un momento para interiorizar lo que está pasando y rompe a llorar aunque mantiene su cara sin emitir muchos más gestos. 

Díganos buena persona si deberíamos darnos media vuelta ahora mismo y regresar sobre nuestros pasos, antes de que terminemos como esa desdichada mujer. Porque quiero pensar que esto es una accidente provocado por algún oso famélico y no obra de un ser humano... o de un trasgo...

—Caballero no soy yo quien para decirle si debe o no visitar nuestra pequeña ciudad. En los últimos días han pasado cosas terribles, pero no siempre ha sido así.— Alguien de la muchedumbre que se está formando trae una manta gruesa y tapa el cadaver de Olga para que la sensación de horror vaya disminuyendo lentamente. Saber que hay un cadaver, pero no verlo, ayuda a la psique humana para afrontar ciertas calamidades.
—Como hombre de dios y de fe no creo en los trasgos ni en criaturas fantásticas, aunque entiendo que muchos quieran ver realidades más allá de su imaginación y encontrar criaturas donde no las hay. A menudo las sombras nos juegan malas pasadas.—

El padre Kransvik se santigua y finalmente se pone de pie. —Que alguien llame al alguacil de Högänas y que un grupo de hombres se quede aquí salvaguardando el cadáver hasta que él llegue. Tienen ustedes razón, estaba conmocionado. Que sea la autoridad la que decida qué se debe hacer. Mientras deberían ir al hotel a resguardarse del frío, lo peor está por llegar de la tormenta y no quisiera que enfermaran.  Si son ustedes los amigos de Olga que dicen ser, siento su pérdida.—

Es sacerdote anima al resto de gente a irse a su casa, mientras el pone rumbo probablemente hacia la suya. Se da la vuelta y dice.— No duden en venir al a casa de Dios si necesitan consuelo o un oído amigo para expiar sus pecados. Estaré siempre a su disposición.—

Notas de juego

Mis disculpas que os he dejado un poco de lado esta semana, pero quería ver si Reidar se animaba a postear también.

 

Cargando editor
05/02/2021, 20:51
Alvar Egil Björklund

Es Olga.

La revelación parece llegarle igual de súbitamente incluso a quien la confirma, el mismo padre Algot Kransvik, que no parece terminar de ser consciente de lo que ha sucedido hasta este preciso momento. Una vez asimilada la tragedia, el hombre empieza a derramar lágrimas por la asesinada; decido apartar la vista momentáneamente y concederle unos instantes de intimidad y de silencio. Sin embargo, algo de lo que dice me llama la atención: «En los últimos días han pasado cosas terribles».

¿Qué clase de cosas terribles, si me permite la indiscreción? —inquiero, procurando no resultar demasiado apremiante—. Como le he dicho, hemos venido a ayudar. En su carta, Olga decía que algo estaba ocurriendo, pero por desgracia no fue mucho más esclarecedora al respecto. Ahora es tarde para preguntarle… —Bajo la cabeza para ver el cuerpo, ahora cubierto por una manta, de la mujer a la que veníamos a buscar. Mis ojos reflejan una distante expresión de conmiseración por la víctima, pero no puedo evitar preguntarme, ¿qué haría para terminar de esta manera? ¿Y sus socios ocultistas? ¿Seguirán con vida?—. Lo que sí decía su misiva era que la señora Olga se encontraba hospedada en el hotel junto a unos amigos suyos. ¿Hay alguna manera de que podamos hablar con ellos?

Finalmente, Kransvik parece recobrar la sensatez y decide que lo mejor será avisar al alguacil de Högänas, dejando a un grupo de hombres al cuidado de los restos mortales. Eso nos deja algo más de margen para ocuparnos de hacer las preguntas pertinentes hasta la llegada del alguacil.

Muchas gracias, padre Kransvik. Cuente con que le hagamos alguna visita en los próximos días. —Me vuelvo hacia mis compañeros—. Creo que lo mejor será que vayamos directamente al hotel, ¿no les parece? Esta noche nos arriesgamos a algo peor que una pulmonía si nos quedamos en la calle demasiado tiempo.

Cargando editor
08/02/2021, 09:07
Reidar Rotløs

El vagabundo se había mantenido distante, como un curioso más dentro de aquella escena, paralizado por sus propios recuerdos. Aún cuando su aspecto había mejorado gracias a las nuevas ropas, había vivido ya por tanto tiempo como un ente invisible entre las gentes que no se le hacía difícil dejar de parecer importante. Sólo Geri entre sus brazos logró sacarlo de la repentina abstracción en la que se encontraba. Los curiosos y aparentemente dolientes habitantes de aquel poblado ya comenzaban a retirarse habiendo saciado aquel hambre por el morbo del crimen, escondiéndolo en máscaras de tristeza y preocupación. No dudaba que el horror en sus ojos fuera cierto, pero ¿hacía falta presenciarlo para saberlo? Sí, porque de este modo podrían decir con detalle y lágrimas "lo vi, yo estaba allí".

Despierta, Rotløs. Se estaba despistando de nuevo, debía recordar que ya no eran sólo Geri y él contra el mundo, ahora estaba acompañado. La idea general parecía ser dejar aquel lugar y buscar refugio, pero Sin Raíces no terminaba de estar seguro. Cuando la gente comenzó a dispersarse, se acercó al Coronel y le tomó levemente del codo de su abrigo para hablarle en susurros. -Si os parece bien, quiero quedarme cerca. Puedo descansar bajo alguno de estos portales y así no perder de vista el cuerpo de la mujer, hasta que vengan a por él.- Chasqueó levemente la lengua antes de continuar. -Seguramente no pase nada más, lo que fuera que el culpable quisiera ya lo ha hecho y no habrá razón para volver, pero prefiero descartarlo.- Y quizás el culpable regresara a la escena del crimen, o el viejo vagabundo podría examinar mejor el lugar sin tanta presencia ajena.

Cargando editor
09/02/2021, 16:58
Director

Notas de juego

Si el viernes no hay más mensajes, actualizo.

Cargando editor
11/02/2021, 01:01
Leopoldo Ludovico Castelferro

A Castelferro comenzaban a hinchársele las narices. El cura era capaz de pasar de la tranquilidad más absoluta ante un cuerpo destripado (Oh no, pobrecilla, remedó su frase de entrada en escena), al llanto por una desconocida para, inmediatamente, poner la oreja en las conversaciones de otros, criticar y dar muestras de su inquebrantable fe. ¡Menudo pájaro! Más falso que la promesa de un payo.

Para colmo, el coronel se mostraba, como siempre, dispuesto a llevar la voz cantante en todo, aunque no tuviera ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo (que no era mucho, la verdad, hasta su hija había tenido más iniciativa al cubrir el cadáver con una manta), ni diciendo: ¿Pues no va y le dice a todo el mundo que somos amigos de la bruja muerta?, ¡magnífico!

Ea, pues se acabó la magia. Castelferro se soltó del brazo de Ebba con cuidado y asintió al plan de Reidar. Él, por su parte, iba a continuar analizando al sacerdote y a sus parroquianos; porque aquella puesta en escena le parecía digna de un estafador de segunda (y sabía de lo que estaba hablando), un horrendo asesinato sin gritos, sin alarma, con el coro griego acudiendo al lugar de la tragedia cuando la sangre aún estaba caliente, el cura y su interpretación de opereta...

Observaba los rostros, los gestos, las miradas, la composición de aquel cuadro tenebrista que le recordó a una vulgar versión de La lección de anatomía de Rembrandt, del que había visto una copia en un viejo café de Estocolmo. Procedía como acostumbraba a hacer antes de montar su propio número de fantasmagoria, para calibrar hasta donde podía tirar del cuento y embaucar a los primos, detectar a los listos y guardarse las espaldas.

Reidar si te quedas por aquí, quinca* a ver dónde se llevan al fiambre, que le quiero hacer luego una visitilla —susurró a su compañero cuando pasó cerca de él. Los muertos podían ser mucho más locuaces que los vivos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*En Andalucía significa ver, mirar, fijarse, pillar desprevenido a alguien... Es una palabra de origen caló.

Pues Castelferro observa a todos los presentes y quiere que Reidar le diga dónde llevan a la muerta para intentar colarse luego y hacer un poco de ouija con ella.