Partida Rol por web

Venatrix

ACTO I: EL PAPIRO OLVIDADO

Cargando editor
30/04/2012, 01:56
Iniciador

El día ha sido agotador. Agradeces la tranquilidad del hogar tras atravesar las tortuosas y bulliciosas calles de Roma, con estos escandalosos tenderos vociferando a diestro y siniestro, intentando atraer a las mujeres con el brillo de sus mercancías para arrancarles unos sestercios del pliegue de la toga a sus viejos maridos, mientras los mendigos se arrastran por las sucias calles llenas de una mezcla de nauseabundo olor a sudor, orines y mierda de caballo.

Es cierto, no estás de muy buen humor. Hýlax lo nota y no se atreve ni a chistarte cuando te recuestas en el sillón del atrio y alzas la vista al compluvio, mirando el cielo a través de él. Con un gesto le indicas que se vaya, mientras repasas las tareas que tendrás que acometer mañana y te relajas a la luz de los lampadarios que rodean el atrio. Primero, volver al monte Celio para negociar con el dueño de la escuela de gladiadores; el cónsul Silio quiere honrar al nuevo césar con unos juegos espectaculares, y llevas ya varios días haciendo malabares con el escaso presupuesto del que dispones y tus escasas ideas. "Quiero algo que nunca se haya visto antes en Roma." Muy fácil decirlo; a ver qué haces tú ahora. Has pensado en acudir a tu amigo Helvio y pedirle consejo, a cambio de encargarle una buena oda para ser recitada ante el emperador antes del inicio de los juegos; aunque no se le da tan bien lamer culos como azotarlos, y tú bien lo sabes.

Después tienes que ir al erario para retirar unos documentos oficiales. Hace poco se decretaron medidas muy nocivas para los intereses de los judíos residentes en la ciudad, pero ahora que hace falta dinero hay que revisarlas. Todo se mueve al son de los denarios, y nadie va a mover un solo dedo sin que se le unte como es debido.

Roma está podrida, sí. Pero nunca cae. Un asesinato tras otro, primero Cómodo, luego Pertinax, y ahora tu jefe intenta legitimar a un emperador que ha comprado su trono. Intentas evadirte observando las estrellas, pero te vienen pensamientos pesarosos. Hace tiempo que la vida política te tiene más absorbido de lo que habías deseado. Echas de menos tus lecturas, tus recitales, tus paseos por los jardines en compañía de gente enriquecedora. El estado es una peligrosa serpiente que te inocula su veneno, te deja seco y después te engulle con sus oscuras fauces, arrojándote a un pozo del que es muy difícil salir.

Pero ahí estás tú. Pensabas que podías cambiar las cosas, que tu prodigiosa oratoria haría un bien supremo por tu patria. Ahora te das cuenta de que estás luchando contra un titán. Tus sueños de gloria compiten con tu imperiosa necesidad de soledad y de estudio. Inmerso en tus pensamientos, apenas te das cuenta de que los criados te han traído una frugal comida: higos regados con vino, para que repongas fuerzas tras una dura jornada y te vayas con algo de ánimo a tu lecho, donde esta noche no aceptarás la compañía de ninguna esclava.

Cargando editor
30/04/2012, 01:57
Criada

-Amo -la voz de Sira, tu criada, te trae de vuelta al mundo real-. Ha venido tu amigo Helvio.

Vaya, Helvio. Qué oportuno. Así no tendrás que ir a verle mañana. Con un gesto de cabeza, le indicas a Sira que le deje pasar.

Cargando editor
30/04/2012, 01:57
Lucio Helvio Cinna

Al poco se presenta Helvio, vestido con esa toga color pardo que siempre lleva, y con una expresión que conoces muy bien: va a pedirte algo.

-¡Amigo mío! -grita efusivamente, de pie frente a ti, con su peculiar acento hispano; el cual no se ha esforzado en eliminar, pues vuelve locas a las mujeres-. ¿Cómo estás? Se te ve cansado. ¿Ese cónsul tuyo te hace trabajar mucho?

Cargando editor
30/04/2012, 18:54
Quinto Casio Dánico

Cansado, con aire pesaroso y los ojos hundidos por el agotamiento, me levanto para recibir la inesperada e interesada visita de Helvio. Casi, por un brevísimo instante, había logrado hacerme esbozar una sonrisa de alivio, pero su actitud ya me lo dice todo, y no tengo ánimos para aguantarlo. Mi cabeza es un hervidero de preocupaciones y tareas, y el humor que calzo espanta hasta mis criados. Cosa que, en el fondo, me reconforta. Me alegra que sepan respetar mi espacio.

Le tiendo la mano con cortesía y vuelvo a tomar asiento, notando como las piernas se resientes ligeramente. Le invito con un gesto a que me acompañe.

-Sólo lo necesario como para enviarme a la tumba tras los juegos. Todo lo contrario que tú –respondo con tono agrio. Resoplo, tratando de recuperar la compostura y comportarme como un digno anfitrión-. Disculpa, ¿quieres algo de comer o beber?

Cortesía y buenas formas. Muchas veces la vida se resume en eso, en la dulce hipocresía que todos beben, bebemos cada mañana para soportar el día. Un veneno apetitoso que con la edad quema la chispa de vida que te alimenta y te sumerge en la podredumbre de esta sociedad, haciendo que te importe una mierda la cantidad porquería que la gente guarda debajo del lecho. Una verdad tan cierta como la fe en nuestros dioses, como los cadáveres que aparecen, como el cansancio de mi cuerpo. Como que apenas me reconozco. Agatocles estaría decepcionado, incluso yo lo estoy conmigo mismo pero apenas me quedan fuerzas para reconocerlo. Y menos, para hacer algo. Me quedan años, espero. Pero qué años...

Me esfuerzo en mostrar una sonrisa amable, más relajada que antes. A fin de cuentas, yo también voy a necesitar de su ayuda.

Notas de juego

Notas: Hace tiempo que no hago narración en primera persona. Perdón si me cuesta coger el ritmo o si ves que en algún momento he cambiado a tercera o a pasado sin querer. Avisa y corrijo. 

No tengo muy claro si había algún tipo de saludo específico. Igualmente, Casio no está muy amisto hoy.

Cargando editor
30/04/2012, 20:45
Lucio Helvio Cinna

-Vaya, lamento molestarte, veo que hoy ha sido un día duro -exclama Helvio, con una cara en la que se ve escrito: "precaución: no está de humor"; tal vez por eso, declina tu invitación, y además renuncia a sentarse-. Gracias, ya he comido algo antes de venir. Verás... -ahí viene; Helvio nunca se anda con demasiados rodeos, a pesar de ser un poeta-. Tengo problemas. Ando muy escaso de dinero -el dinero, siempre el dinero-. Y Marcia no me sale gratis. Sí, ya sé que debería dejar a esa meretriz, no es para tipos como yo, cobra demasiado... pero noto que hay algo entre nosotros, algo especial.

Claro, algo especial. Esas meretrices son maestras de la seducción, saben henchir el ego de un hombre y hacerles creer que los aman y que son muy importantes para ellas... y lo son, pero por sus denarios. Este estúpido de Helvio no aprenderá nunca.

-He estado intentando reunir dinero -prosigue Helvio-, pero la cosa ha empeorado. Debo dinero a unos tipos del Aventino, y están bastante enfadados conmigo. La verdad es que no tengo suerte con los dados. Ahora tengo una deuda, y me desollarán vivo si no les pago pronto, aunque sea parte de ella. Necesito algún trabajo... o que le digas a tu hermano que me ayude en este asunto.

¿Tu hermano? Oh, no. Eso sí que no.

-Por favor, Casio, haré lo que sea. Hazlo por los viejos tiempos. Sé que ya tienes bastantes problemas, pero tal vez quieras apiadarte de mí. Esos tipos son muy peligrosos.

Helvio aguarda tu respuesta con la cabeza gacha, como un perrillo que está deseando que le acaricies, moviendo su colita.

Notas de juego

Había algunos saludos en ámbitos determinados, como por ejemplo en la legión, ante personas de alto rango, etc., pero entre amigos no había formalismos.

Por lo demás, no te preocupes, escribes muy bien.

Cargando editor
01/05/2012, 12:58
Quinto Casio Dánico

Yo también agacho la cabeza, sosteniéndola con una mano en la frente. ¿Será posible que a sus treinta y pico siga perdiendo el juicio de esa manera? Hay gente que no aprende ni aunque le tiren un saco de piedras por encima. Me levanto resollando y le miro con lástima. Las palabras, por hermosas que sean, a veces son inútiles para cambiar el rumbo de alguien cuyas raíces están fuertemente asentadas. Pero la amistad…

-Debería permitir que te desollaran, entonces. No aprendes, hijo. No aprendes… -repito con desilusión, colocando las manos sobre sus hombros-. No cuidas tus ganancias, y pretendes llevar una vida que no te alcanza. No puedes vivir de la caridad de los que te rodean.

Hago una pausa, cruzado de brazos y medito la situación. No quiero tener el cadáver del muchacho sobre mi conciencia, pero tampoco que me estafe.

-¿Cuánto debes y a quién? -digo finalmente.

Cargando editor
01/05/2012, 13:36
Lucio Helvio Cinna

Como si fuese un niño soportando una regañina, Helvio evita tu mirada y mantiene la suya clavada en el suelo. Cuando le preguntas cuánto debe, tarda en contestarte, avergonzado por tu reprimenda; la mala conciencia nos enmudece cuando es patente a los ojos de los demás.

-Mil... mil sestercios -acierta a decir al fin.

¡Mil sestercios! Un soldado tardaría como mínimo cuatro años en reunir esa suma.

-He sabido que los tipos con los que jugué son hombres de Casca -añade.

Casca es uno de los criminales más poderosos del Aventino. Se rumorea que trabajaba para el emperador Cómodo, eliminando a todo aquel que alzaba la voz contra él, y que ahora sobrevive vendiendo su "protección" a los comerciantes de la zona, con la connivencia de tu hermano, que encuentra útil su alianza con él.

-No... no te pido que me des dinero -dice Helvio, aún sin mirarte-, solo que me proporciones una manera de ganarlo.

Notas de juego

Salvando las distancias, imagina que 1 denario = 6 euros.

Cargando editor
01/05/2012, 14:18
Quinto Casio Dánico

Abro los ojos desmesuradamente. ¿A qué juega este muchacho? Me dejo caer con abatimiento y resoplo, una vez más.

-Mil sestercios... Por los Dioses, ¿dónde tienes la cabeza, Helvio? -mascullo, más para mí que para el invitado-. Está bien, no recibirás dinero gratuito, pero me echarás una mano para saldar la deuda. Estoy teniendo problemas para avivar los juegos del nuevo césar y necesito alguien con talento. Y moderación a la hora de hablar -añado rápidamente, mirándole con elocuencia.

Notas de juego

No voy a dejar el asunto de la deuda así. Hablaré con mi hermano a ver si se entera de cuánto le debe al susodicho. Y luego ya veremos.

Cargando editor
01/05/2012, 15:15
Lucio Helvio Cinna

A Helvio se le abren los ojos con tanta alegría como si los propios dioses del Olimpo le hubieran invitado a un banquete.

-¡Gracias, gracias! -grita, emocionado-. ¡Oh, Jano, bendice también a este hombre, que siempre me abre una ventana a la esperanza! -exclama, como si ya hubiera empezado a trabajar en la oda al emperador-. Te lo juro, ese Juliano creerá que es un dios adorado por las Musas. Oh... ¿podrías prestarme un poco de pergamino y tinta?

Estaba claro que, con las actuales condiciones económicas de Helvio, incluso el pergamino quedaba lejos de su pobre presupuesto.

Notas de juego

Perdona, antes me olvidé decirte que 1 denario = 2 sestercios. Normalmente se habla de sestercios.

Cargando editor
01/05/2012, 21:23
Quinto Casio Dánico

Como un niño recibiendo un dulce en vez de la regañina merecida. Pero, ¿qué otra cosa puedo hacer? Negar que la situación me es favorable es una mentira descarada, aunque el asunto no quedará así.

-Por supuesto -digo, con una expresión afable. Hago llamar a Sira y pido que complazca las peticiones, o más bien necesidades, de Helvio-. Sé que cumplirás tu cometido. Aun así, lo supervisaré minuciosamente. Es un trabajo importante. Mi reputación, la tuya y tu vida dependen de ello, amigo.

Quizás ha sonado un tanto a amenaza, pero tampoco me preocupa. A fin de cuentas tiene las manos manchadas, o eso me ha dicho. De nuevo, señalo la comida.

-Por favor, insisto. A pesar de mi pésimo humor no quiero ser mal anfitrión. Tus visitas siempre son bien recibidas.

Cargando editor
01/05/2012, 23:50
Lucio Helvio Cinna

Helvio va mitigando su euforia gradualmente, intentando adoptar la seriedad que le estás demandando.

-No te defraudaré -afirma, queriendo reforzar su expresión con palabras. Sabes que no lo hará; vive de ello.

Cuando le insistes en que se quede a comer, se dirige al sillón que hay al otro lado de la mesa.

-Está bien, me quedo -dice, mientras coge un higo, lo lanza al aire, lo vuelve a coger y toma asiento con muy buen ánimo.

Ya casi se lo ha terminado, cuando Sira entra de nuevo en el atrio con un atramentarium y un rollo de papiro* y se los entrega a Helvio, que los coge con su mano limpia.

-Gracias -dice, pero cuando va a guardárselos, se queda mirando el rollo de papiro, y luego te lo extiende-. Tiene una hoja adherida, y está escrita.

Notas de juego

El atramentarium es un pequeño recipiente para la tinta:

El papiro es más barato que el pergamino, que era una moda que empezaba a implantarse poco a poco. Sira mira por el dinero de su amo.

Cargando editor
02/05/2012, 00:55
Iniciador

Alargas la mano y separas la hoja cuidadosamente de la otra. Ambas, tanto la escrita como la que está en blanco, son bastante viejas y están algo carcomidas, pero la escrita aún se puede leer. La observas con curiosidad*:

Qué extraño... es tu letra, pero no recuerdas haber escrito eso. Es de hace catorce años, un tiempo en el que te dio por el lastimero Tibulo. Pero por mucho que lo piensas, no recuerdas haber hecho nada de lo que se dice en el texto. Es cierto que por entonces frecuentabas la biblioteca del Templo de la Paz, pero, ¿y la loca noche de pasión con esa misteriosa mujer de la que hablas? En un primer momento piensas en Julia, ya que Propercio es su autor favorito, pero enseguida desechas la posibilidad de que fuera ella, ya que hace catorce años aún no la conocías; y además, ¡no olvidarías algo así!. A Sosias sí que le conocías, es un librero del barrio del Argileto al que le encargabas copias de códices y volúmenes por aquel tiempo, pero en absoluto recuerdas haberle encargado una edición especial de las elegías de Propercio.

¿De dónde rayos habrá sacado Sira estos rollos de papiro?

Notas de juego

* Los romanos contabilizaban los años a partir de la fundación de su ciudad (ab urbe condita, abreviado a.u.c.), igual que nosotros los contabilizamos desde el nacimiento de Cristo. El año 933 a.u.c. coincide con el 179 después de Cristo; es decir, catorce años atrás, ya que en el momento de la aventura corre el año 193.

Cargando editor
02/05/2012, 00:59
Lucio Helvio Cinna

-¿Qué pasa, Casio? ¿Va todo bien?

Tal es tu turbación que incluso habías olvidado la presencia de Helvio, que está comiéndose otro higo. Tu cara debe delatar el desconcierto que te ha causado la lectura del viejo papiro.

Cargando editor
02/05/2012, 15:07
Quinto Casio Dánico

Leo y releo. La letra es inconfundible, es mía. Un tanto irregular, aunque con la emoción que parecía sufrir en el momento en que lo escribí tiene sentido. Aun así, yo, con lo meticuloso y absorto que suelo vivir en los libros, ¿cómo habría de olvidar haber encargado un libro? Y en mi juventud ya pasada, ¿cómo iba a dejar llenarse de polvo el recuerdo de una mujer tan apasionada? Ninguna de las dos cosas tiene sentido y, aun así, ahí está la prueba. Seguro que de haber tenido ojos el papiro me estaría devolviendo una mirada burlona. ¿Ya empiezo a perder memoria? Eso no es nada bueno para mi trabajo... Quizá debiera llevar apuntadas las tareas del día. Hýlax no tendría problemas en repasármelas de vez en cuando.

Y entonces la voz de Helvio me devuelve los pies a la tierra. Y gracias.

-Sí, sí. A veces te sorprende reencontrar cosas que escribiste hace tiem... ¡Sira! Sira, atiéndeme un momento. ¿De dónde has sacado estos papiros? ¿Dónde estaban guardados? Tienen ya mucho tiempo... -digo, suavizando el tono para que desaparezca el nerviosismo y la conmoción que me ha causado.

Y, mientras espero la respuesta, sigo rebuscando en lo más profundo de mi memoria, con el ceño fruncido y los labios apretados con reserva. Quizá Sosias tenga mejor memoria que yo, hecho que me preocuparía enormemente. O a lo mejor lo tiene todo apuntado. El papiro lleva fecha, de modo que reduciría el rango de búsqueda.

Notas de juego

¿El papiro está entero o parece roto/cortado en algún lado de modo que rompa la narración?

Que simpática Sira, por lo del dinero.

Cargando editor
02/05/2012, 15:33
Criada

Sira acude enseguida.

-Perdóname, amo; como no tenías hojas en tu escritorio, rebusqué entre tus viejas capsas* por si había algún rollo que aún se pudiera aprovechar, y encontré ese. Lo siento, debí haberte preguntado.

La criada pronuncia estas palabras agachando la cabeza y con las manos entrelazadas a la altura de su regazo. Helvio la mira divertido masticando su higo, no sabes muy bien si por su tacañería o porque espera que la reprendas.

Notas de juego

Una capsa es un recipiente para guardar rollos de papiro:

El papiro está entero, cortado a tijera por donde se acaba el texto. Es decir, que no hay texto adicional.

Cargando editor
02/05/2012, 18:15
Quinto Casio Dánico

Asiento, y ya está.

-De acuerdo. Déjalo en mi escritorio.

Le tiendo el papiro sin brusquedad y me vuelvo a Helvio con una sonrisa mientras cojo un higo. Aunque no tengo hambre, comer no le hace daño a nadie.

-¿Todavía sigues aquí? Pensaba que te urgía mucho eso de salvar el pescuezo -le recuerdo con cinismo, en tono desenfadado pero advirtiendo-. Aprovecha ese papiro. Mañana quiero ver algo inspirador.

No le puedo pasar ni una, o creerá que de verdad puede venir como un pordiosero a pedir caridad siempre que no tenga la cabeza sobre los hombros. Además, tengo otras cosas en las que pensar. Una mujer...

Cargando editor
02/05/2012, 21:03
Lucio Helvio Cinna

-Ah... -exclama Helvio; lo has pillado desprevenido-. Claro; mañana regresaré por la noche para que me des tu opinión.

Cargando editor
02/05/2012, 21:19
Iniciador

Helvio abandona el atrio dejándote a solas y meditabundo. El papiro te ha dado mucho en qué pensar, pero también tienes otras cosas de las que ocuparte, y la verdad es que estás cansado después de un día agotador. Cuando vuelves a mirar a través del compluvio, ves que la noche ya ha tiznado el cielo completamente de negro.

Te deleitas con el sabor del higo y el vino durante unos instantes, mientras observas las pocas estrellas que se pueden ver a través de la abertura del techo, que forman parte de la constelación de Cefeo, según el catálogo de constelaciones que leiste hace poco en el Almagesto, escrito por Ptolomeo. Cuánto echas de menos tener un rato de ocio para poder dedicarlo a la lectura.

Cargando editor
02/05/2012, 22:02
Quinto Casio Dánico

Me pierdo en el sabor del vino endulzado y la belleza del cielo, imaginando cuánta sabiduría puede residir allí arriba y qué ignorantes somos aquí abajo. Una vida corta llena de preocupaciones, desaprovechada de forma insulsa. Necesito consejo y calma, unos días de paz para divagar en misterios que se presentan de forma inesperada. Un papiro. Una cosa tan insignificante que de repente ocupa un lugar relevante en mis pensamientos, convirtiéndose casi en mi única preocupación. ¿Qué diría Agatocles si me viera? Que desperdicio el tiempo en minucias, seguro.

Con pesar, cierro los ojos y noto como el cansancio reaparece por duplicado. Me hago mayor de una manera que en mi juventud jamás habría imaginado. No me falta nada, material al menos. No algo que me urja realmente. Vivo de forma cómoda y bien atendido, y aun así me doy cuenta de que hay cosas que el dinero no puede rellenar. Por ejemplo, la vana esperanza de creer que una meretriz puede sentir algo más. Esas esperanzas absurdas que de jóvenes nos hacen latir el corazón con desenfreno, ¿dónde quedan ahora? ¿En el resguardo de una familia? ¿En los años de sabiduría y conocimiento adquiridos con esmero? ¿En el frescor del viento que trae la mar desde el océano?

De pronto abro los ojos, justo en el momento en el que el sueño pende de un hilo. Al menos debería descansar en un lugar más cómodo para estar fresco mañana. Lo último que necesito es enfermar y tener que posponer tareas. Tengo trabajo, y divagar no ayuda a cumplirlo.

Notas de juego

Como has dejado el post anterior abierto he pensado que era para cerrar la escena. 

Cargando editor
03/05/2012, 01:13
Iniciador

El confortable recibimiento de tu lecho te resulta mejor que el de diez amantes juntas. Es hora de caer en brazos de Morfeo y dejar que te susurre a través de tus sueños lo que las Parcas tejerán para ti mañana. Apenas tardas unos momentos en adentrarte en los reinos oníricos después de cerrar los ojos.

Abres los ojos en un salón infinito, con las paredes horadadas en interminables anaqueles. Entusiasmado, y pensando que te encuentras en una biblioteca, te aproximas a uno de ellos deseando revisar las etiquetas de los volúmenes, en busca de alguno que te llame la atención; sin embargo, los anaqueles están vacíos y oscuros, como si no tuvieran fondo. Entornas los ojos intentando encontrar algo en ellos, y entonces te das cuenta de que están llenos de bustos de mujeres, con sus complicados peinados y sus marmóreos ojos blancos, cada una en una postura distinta. Avanzas por la amplia sala, al principio caminando, después corriendo, sin dejar de mirar los anaqueles en los que cada vez aparecen más y más bustos de mujeres. Estás decidido a encontrar un busto en concreto, pero en realidad no sabes qué aspecto tiene el que estás buscando. Te detienes, cansado de correr, y entonces todos los bustos giran la cabeza hacia ti al mismo tiempo, como si se hubieran vuelto de carne pero sin perder su marmóreo color. Todas las mujeres comienzan a mover los labios susurrándote algo, pero eres incapaz de entenderlas, ya que no lo hacen al unísono. Poco a poco van alzando la voz, y llega un punto en que por fin entiendes lo que dicen: "Arrogante rey Cefeo, sufre el castigo de Neptuno; arrogante rey Cefeo, sufre el castigo de Neptuno." No dejan de repetir lo mismo una y otra vez de manera desordenada y cada vez más y más alto, hasta que terminan gritándolo. Sus gritos te causan una terrible ansiedad; cierras los ojos con fuerza y te llevas las manos a los oídos, pero no sirve de nada, porque en realidad las voces suenan en tu mente. Cuando vuelves a abrir los ojos, estás rodeado de tinieblas, con la única compañía de miles y miles de bustos femeninos que no paran de gritar lo mismo, con sus ojos derramando lágrimas de sangre y aproximándose cada vez más hacia ti.

Notas de juego

Dejé el post abierto por si Casio iba a hacer algo antes de acostarse, pero tenía que habértelo preguntado directamente; perdona por la confusión.