Partida Rol por web

Venatrix

ACTO II: LAS ELEGÍAS DE PROPERCIO

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06/05/2012, 17:29
Iniciador

Otro día agotador.

Primero te acercaste al templo de Saturno para solicitar los textos legales que te encargó Silio, y tuviste que enfrentarte a un viejo edil con ganas de bronca, que trató de impedirte por todos los medios el acceso a los papeles, arguyendo que era su deber velar por ellos; cuando mencionaste al cónsul Silio se calmó un poco, y con veladas amenazas accedió finalmente a entregarte los papeles. Después visitaste otra escuela de gladiadores en busca de ideas para el espectáculo que debes organizar, pero no ofrecen más que los manidos combates a muerte y luchas entre fieras; Silio te lo dijo claramente: "algo diferente". Algo que nunca antes se haya hecho. Y los dueños de las escuelas no son tipos que se distingan por su imaginación precisamente. Te preguntas si tu amigo Helvio, tan dado como es a las fiestas y al desenfreno, podría ayudarte en esta cuestión.

Faltando poco para la cena*, le encomiendas los papeles a Hýlax para que se los entregue a Silio. Ahora caminas a solas por las calles desiertas; todo el mundo duerme la siesta, los ricos preparan sus estómagos para albergar la opípara cena, sus clientes afilan su lengua y ensayan las zalamerías que le permitirán seguir disfrutando de sus sobras, y los pobres y la gente corriente engaña a sus estómagos y soporta el hambre gracias al sueño.

La jornada laboral se interrumpe, y tú te debates entre un merecido descanso en tu domus o en brazos de Acté, ahora que has cumplido con tus deberes, o una visita a Sosias, pues te conoces y tu voraz curiosidad no dejará de martillearte la cabeza hasta que sea satisfecha.

Notas de juego

Para los romanos, la cena es la comida más importante del día, pero al contrario que nosotros, la toman alrededor de las 3 o las 4 del mediodía.

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07/05/2012, 14:45
Quinto Casio Dánico

Otro día bochornoso y abrumador. Pero productivo en parte, cosa que tampoco es desdeñable. Cumplir con mis obligaciones me hace tener la conciencia tranquila, pero no en paz. Sólo una relativa calma que me anima a seguir adelante cuando llega la aprobación del cónsul al hacerlo bien. Sino, ni eso.

El cuerpo me pide descanso, regresar a casa y disfrutar de los pequeños placeres que puedo obtener cuando otros todavía se arrastran por una mísera migaja de pan. La satisfacción que tengo al pensarlo es sibilina e impropia de mí, pero tras los sobresaltos que estoy teniendo poco me importa. Quizá podría hacer el esfuerzo de ir ha ver a Sosias, pero incluso eso me parece demasiado pesado ahora. Deseo la calidez y las zalamería de una mujer, por muy falsas que sean a veces es todo lo que un hombre necesita escuchar para sentirse a gusto. Incluso llego a tomar la calle, pero un escalofrío me estremece al creer escuchar por un segundo las voces de aquellos bustos. Acté podrá esperar. Mi conciencia no.

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08/05/2012, 01:36
Iniciador

Te pones en camino, consciente de que subir cuestas bajo este sol de justicia va a exigirte un sobreesfuerzo, cuando deberías estar descansando en el lecho; pues Sosias tiene su librería en el barrio del Argileto, en el monte Palatino, uno de los más altos de Roma. Atraviesas la puerta de la muralla que da entrada al distrito en cuestión, y empiezas a sudar solo con ver la empinada e interminable cuesta que tendrás que salvar para llegar a tu destino. Cuando ya vas casi con la lengua fuera, miras hacia atrás y aún ves a lo lejos la puerta, y toda la cuesta que has subido, que desde tu altura parece un simple salto, aunque bien sabes que en los montes engañan las distancias.

Al fin llegas arriba, y corres a adentrarte en el barrio del Argileto para disfrutar de la sombra que ofrecen las estrechas calles. Comienzas a ver librerías, con sus carteles clavados en las puertas anunciando los últimos títulos de moda y sus precios; en muchas de ellas ves una obra llamada "Metamorfosis", de un tal Apuleyo. Has oído hablar bastante de ella; se ha puesto tan de moda como en su día lo fue el Satiricón de Petronio. Algún día tendrás que leerla. El propio Sosias la anuncia también en su puerta, que por cierto está cerrada. Pero sabes que, si no está él ahí, sí que estarán sus esclavos copistas.

Sosias es un ávido vendedor de libros, y su catálogo es bastante amplio. Frecuenta la mayoría de los círculos literarios, en busca del próximo libro que le pueda reportar grandes beneficios, tratando de ser el primero en copiarlo*. No has perdido del todo el contacto con él, aunque ya no es tu librero predilecto. Seguramente guardará alguna copia de un libro de poemas de Helvio que le recomendaste copiar, y que apenas le aportó dinero.

Decidido a desentrañar el misterio que las Parcas te presentaron ante las narices anoche, llamas enérgicamente.

Notas de juego

En ese tiempo, los autores de los libros no ven ni un duro, ya que no existen los derechos de autor y los libreros pueden copiar libremente sus obras con su legión de copistas, para luego venderlas. Los autores más bien buscaban un mecenas o medrar en la corte imperial, tratando de llamar la atención de los poderosos, que enriquecerse directamente mediante sus obras.

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08/05/2012, 02:00
Leandro

Al cabo de unos instantes, la puerta se abre dejando ver al otro lado a uno de los esclavos copistas de Sosias. A este le cuesta reconocerte al principio, pero finalmente lo hace y abre la puerta de par en par.

"¡Casio Dánico!", exclama, "¡bienvenido! El amo está durmiendo la siesta. ¿Quieres que lo despierte?"

Él te ha reconocido, pero tú a él no, por más que le observas buscando algún rasgo distintivo que te dé una pista sobre su identidad. Entonces te viene a la memoria un muchachito de apenas diez años que Sosias solía mandar a tu casa con tus pedidos: se trata de Leandro, su chico de los recados. Hacía un montón de tiempo que no lo veías. Hay que ver cómo ha crecido; se ha convertido en un hombre. Como se suele decir, el tiempo corre para todos, ¡y de qué manera!

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08/05/2012, 20:01
Quinto Casio Dánico

Escudriño su rostro tratando de que no se note demasiado mi estupor. Conozco a mucha gente, demasiadas caras a lo largo de todos estos años. Sé que soy algo conocido, pero aun así me sorprende. Y, cuando al fin lo reconozco, todavía me sorprendo más.

-Disculpa, Leandro. No te había reconocido. Apenas pasabas los diez años la última vez que te vi. -Medito brevemente si despertar a Sosias. No lo habría hecho de no ser por la pesada caminata que he tenido que recorrer hasta aquí-. Hazme el favor y despiértale. Necesito de su memoria.

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09/05/2012, 11:02
Iniciador

Leandro asiente y vuelve adentro, dejando abierta la puerta para que puedas entrar tú. La librería está algo cambiada desde la última vez que la viste. Sosias la ha ampliado, ha puesto más estanterías y todos los volúmenes están a la vista. También ha separado la zona de los escribas mediante un biombo. Te quedas un rato en medio de todos estos volúmenes, aspirando el olor del papiro, y luego aprovechas para echar un vistazo a las etiquetas, buscando algún título que te llame la atención.

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09/05/2012, 11:13
Sosias

En eso estás cuando aparece el viejo Sosias corriendo el biombo.

"¡Cuanto tiempo!", exclama, con su fuerte acento griego. "Siéntate, por favor. ¿Puedo ofrecerte algo para beber?"

Sosias siempre ha sido de modales muy refinados. Espera que te sientes en un sillón de mimbre antes de hacerlo él en otro.

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09/05/2012, 23:14
Quinto Casio Dánico

Cuando me quedo solo me adentro en el templo de sabiduría que allí se apila de forma ordenada en estanterías. No puedo evitar fijarme en ejemplares que me son bien conocidos, y luego en otros que despiertan mi curiosidad. Los repaso, primero con la vista y después tomándome la libertad de pasar los dedos por la cubierta y los títulos resaltados. Libros... ¿Qué sería de nosotros sin ellos? Respiro profundamente para impregnarme de su penetrante olor sin evitar una sincera sonrisa. "De ahí viene mi pasión" repito en mi mente. Mientras que mis hermanos siempre prefirieron las armas, Minerva me otorgó el hermoso don de la inquietud y curiosidad por saber más, algo que jamás podré valorar tanto como realmente se merece.

Con discreción, también echo un vistazo al otro lado del biombo, donde se encuentran los escribas. No es un trabajo todo lo bien apreciado que debiera ser, en mi opinión, pero sin duda conlleva una laboriosidad que no todos logran. Me alegro internamente de tener a Hýlax, persona servicial y dedicada que pone en orden todos esos papiros que a veces desearía echar a una hoguera.

Escucho los pasos de Sosias y me vuelvo para recibirle con una cálida y fatigada sonrisa, aunque ya he recuperado parte del aliento. Acepto el asiento de buen grado.

"Sí, lo agradecería mucho. Agua, por favor." pido con educación. "Lamento haberte despertado a estas horas, amigo. De haberlo sabido habría esperado a otro momento. No es un tema tan urgente el que me ha traído aquí."

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10/05/2012, 00:44
Sosias

"Leandro, tráenos una jarra de agua azucarada", ordena Sosias, y entonces toma él también asiento. Después, contestándote, añade: "No importa, en realidad solo estaba acostado, no dormía."

Sosias ha envejecido, pero muestra el mismo vigor que antaño; debe rondar los sesenta, pero aparte de las arrugas, no se observa en él cojera, chepa ni ningún otro signo de vejez. Recuerdas el día que lo conociste; estabais en casa de Lucio Galo, un aristócrata que, queriendo emular a Mecenas, pagaba a una corte de poetastros y organizaba banquetes para que recitaran sus obras. Sosias sabía juzgar con sabiduría toda aquella amalgama de versos de tan diversa índole, y tenía un olfato especial para aquellos que habrían de disfrutar de las mieles de la fama. Hijo de un liberto griego, había heredado la librería de su padre y gracias a su habilidad el negocio familiar había prosperado: empezó con dos escribas y ahora tiene toda una legión. Te preguntas si alguien que ha atendido a tantos compradores a lo largo de su vida será capaz de recordar un pedido concreto.

Leandro aparece de inmediato con la jarra y dos vasos, los cuales deja en una mesita y se retira.

"Tú dirás, viejo amigo", dice Sosias, llevándose el vaso a la boca. Como Helvio, y como buen hombre de negocios, no es persona que se ande con rodeos, y seguramente no te haya preguntado por tu vida porque ya sabrá de tu cargo de cuestor; y además, conociéndole, lo más seguro es que se le esté haciendo la boca agua pensando en el caro pedido que le vas a hacer ahora que tienes sueldo de magistrado.

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10/05/2012, 15:54
Quinto Casio Dánico

Asiento, pero antes de hablar me refresco con el agua endulzada que ha traído Leandro. Después de todo ambos sabemos por lo que estamos aquí. Vacío el vaso, eternamente agradecido por el frescor que me deja, y me acomodo en el asiento. Me duele levemente la espalda por la caminata. Ojalá guarde la forma física tan bien como lo hace Sosias a su edad.

"Verás, hace poco encontré una extraña nota entre unos pergaminos viejos. Databa de hace catorce años, creo recordar, y decía que te iba a encargar la primera edición del libro de Elegías de Propercio" Antes de seguir, examino con detenimiento su expresión. Dudo que se acuerde, pero quizá haya suerte. "El caso es que yo no lo recuerdo en absoluto."

Espero de forma paciente tratando de apartar las continuas imágenes del sueño que me asaltan. ¿Le hablaría, por casualidad, de la extraña mujer? Quizá... Aunque es un tema más delicado.

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11/05/2012, 02:01
Sosias

"Claro que me acuerdo", afirma Sosias, con una expresión de extrañeza en su rostro. "De hecho, ha sido el libro más caro que me has encargado nunca, con ilustraciones y bordes dorados. Toda una joya. ¿De verdad no te acuerdas?"

Sabes que Sosias no te engaña, pues comienzas a recordar, aunque muy vagamente, haber hablado con él en otra ocasión, hace mucho tiempo, sobre lo mismo.

"Es muy extraño", comenta Sosias en actitud pensativa, inclinado hacia delante y apoyando el mentón en un dedo; "recuerdo haber tenido esta misma sensación que estoy teniendo ahora en otra ocasión en la que te hablé de ese libro. Déjame pensar un momento." El viejo librero te observa durante un rato, y su profunda mirada te hace sentir incómodo, hasta que finalmente enarca sus pobladas cejas. "¡Ah, sí! El libro no lo encargaste para ti, sino para una mujer. Días después de haberlo enviado a la dirección que me dijiste, te pregunté si había sido del agrado de aquella dama, pero tú pusiste cara de no saber de lo que estaba hablando. Supuse que... bueno... que, por la razón que fuera, no querías volver a hablar de aquella mujer, y como ya me habías pagado, no saqué más el tema."

Está claro lo que piensa Sosias: que tuviste una aventura amorosa con la mujer para la que encargaste el libro, pero algo salió mal y os peleasteis. Aunque esto solo son suposiciones suyas.

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11/05/2012, 14:51
Quinto Casio Dánico

Acostumbro a hablar en público, así que trato de disimular el nerviosismo. Cada frase que dice mi mente se aclara un poquito más, pero el vello se me eriza y la mano me tiembla de tal modo que me obligo a cerrar el puño. A él también le cuesta recordarlo, sin embargo está mucho mas lúcido que yo. ¿De verdad estoy perdiendo el juicio tan pronto? No puede ser...

Comienzo a hacer un repaso mental de diferentes fragmentos de mi vida, como si quisiera asegurarme de que no me olvido de nada ni de nadie. Sus nombres, sus rostros, sus familiares y puestos de trabajo. Las veces que fueron amables conmigo y las que no, cuando empuñaba espada, los viajes en barco. Pero no son suficientes. Me doy cuenta de que me estoy volviendo paranoico. ¿Cómo voy a darme cuenta de que me falta un recuerdo si no lo tengo? Por favor, Casio, deja de pensar memeces, pienso para mí mientras Sosias me mira fijamente. Me inquieta, y empiezo a no saber qué responder. ¿Me hago el tonto para que crea que estoy perdiendo memoria? Necesito consejo...

"Hum..." musito, pensativo. "Sí, no acabó bien. Pero fue tan breve que apenas lo recuerdo. Ocurrió hace muchos años..."

Y me quedo en silencio, a falta de algo mejor que decir. Sosias es listo, seguro que se huele algo.

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12/05/2012, 03:54
Sosias

Sosias te observa, tratando de adivinar tus intenciones. Como no está muy seguro de lo que quieres, se limita a seguir hablando.

"Sí, hace muchos años", afirma, "y aún así yo ya peinaba canas. Tú, en cambio, eras un joven prometedor; devorabas los libros con tal avidez que no daba abasto con mis dos únicos escribas para satisfacer tus demandas. Aún deben tener pesadillas con los volúmenes de la Historia Natural de Plinio que me encargaste", comenta en tono jocoso. "Han cambiado muchas cosas desde entonces, ¿verdad? Ahora yo tengo veinte escribas y un negocio muy próspero, y tú has llegado a cuestor. Cuánta razón tenía Heráclito al decir que todo fluye. Pero, ¡vaya viejo chocho que estoy hecho! Divagando nos aparto de lo que realmente importa, de lo que te ha traido de vuelta a mi tienda, ese libro. ¿Has venido a encargarme otra copia? Si la quieres exactamente igual que aquella, puedo enviar a Leandro a casa de esa dama a pedirle prestado el libro; no le mencionaremos tu nombre, si no lo deseas."

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12/05/2012, 20:08
Quinto Casio Dánico

Me río con sus comentarios y le doy la razón. No le falta, desde luego, y es una lástima que el valioso y preciado tiempo que poseo deba invertirlo en otras cosas en vez de leer. Es una verdadera lástima, una espina clavada en el fondo de mi corazón. Aun así, lo ignoro, pues tengo demasiadas responsabilidades como para volver a ello.

"No te preocupes, Sosias. Nunca está demás recordar viejos tiempos." digo, dedicándole una sincera sonrisa.

Es buena gente, y al escuchar su oferta una chispa brilla en mis ojos. Tal vez de miedo, de tristeza o de ansia. La posibilidad de reencontrarla (si es que alguna vez la había conocido de verdad). Me muevo en el asiento algo inquieto, tratando de no contestar precipitadamente un rotundo sí.

"Sí, me gustaría conservar otro ejemplar de esa obra. Y... No me importa que le menciones mi nombre, tranquilo" 

¿Me importa? me pregunto. No lo sé.

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15/05/2012, 00:23
Sosias

"Así lo haré", dice Sosias, tras dar un sorbo al agua. "¿Quién es, por cierto, la dama? He olvidado su nombre, aunque me acuerdo de que fue Leandro quien le llevó el libro."

Sosias no ha notado hasta qué punto ignoras este asunto. Sabe que a veces eres algo despistado, sobre todo en épocas en las que te encuentras enfrascado en la lectura o el estudio de tus volúmenes, pero obviamente no imagina que la cuestión del libro es todo un misterio para ti. Tampoco crees que sospeche nada ni esté intentando sonsacarte hasta qué punto recuerdas de aquella historia del libro. Sin embargo, con la pregunta -inocente- que acaba de hacerte, tal vez la posibilidad de seguir manteniendo en secreto tu desconocimiento sobre esa mujer se vaya al traste; a no ser que, como el buen orador que eres, seas capaz de usar tu habilidad oportunamente.

Notas de juego

Perdona por la ausencia, he tenido unos días algo ajetreados, quería postear pero estaba cansado y no me sentía inspirado.

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16/05/2012, 13:14
Quinto Casio Dánico

Arrugo la nariz y hago un mohín, un gesto fingido para ocultar el desconcierto que me causa en sí la pregunta, esa misma que llevo repitiendo en mi cabeza desde hace rato: ¿quién es ella? Pero no puedo dejar traslucir mis pensamientos ni mi desconcierto.

"Prefiero no hablar de ella, Sosias" digo, quizá en un tono más brusco del que me gustaría. Intento parecer resentido, como si de verdad hubiese tenido un duro desengaño amoroso del que no quiero volver a saber nada. Debería bastarle con eso. "Sólo quiero recuperar el ejemplar, o tener una copia de él. Me gustaba."

Le miró unos segundos, trato de sonreír con añoranza y, de forma no precipitada, alargo la mano para coger el vaso y vaciarlo refrescando así mi cuerpo y mi mente, rezando para que no haya percibido nada. Es un hombre listo y sabio, la edad siempre te da mucha experiencia.

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16/05/2012, 16:05
Sosias

Sosias se queda mirando a Casio durante unos instantes, con expresión interrogante, y entonces reacciona.

"No, Casio, no me malinterpretes", dice, "solo quiero saber dónde vive para ir a solicitarle el libro."

Con la mente ocupada en guardar las apariencias, no habías caído en que el librero se refería a la dirección de la misteriosa dama, la cual necesita saber para poder cumplir tu encargo.

"Mandaré a Leandro a por él", añade.

Leandro... hace un momento, Sosias dijo que fue él quien se ocupó de llevarle el libro a la mujer. ¿Recordará aún el esclavo la dirección a la que lo llevó?

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16/05/2012, 19:11
Quinto Casio Dánico

Abro los ojos con sorpresa. Necio... me digo a mí mismo.

"Oh, claro. Perdona. Es que no me dejó para nada buen sabor de boca y... ¿Dónde vivía?" Me quedo meditando, índice sobre el mentón y los ojos fijos en ninguna parte. Dar excusas de más puede sonar a, eso, excusas. No obstante, si lo siguiente que me pregunta es su nombre, ¿qué le digo? Parecería idiota. Pero, después de todo, es un caso extraño. "No me acuerdo dónde vivía exactamente. ¿Crees que Leandro podría?"

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16/05/2012, 21:15
Sosias

"Preguntémosle", dice Sosias. "¡Leandro, ven aquí!"

El criado aparece por detrás del biombo y se acerca a vuestra mesa.

"Necesitamos de tu memoria, muchacho. ¿Te acuerdas de aquel libro especial que nos encargó Casio? Tú apenas tendrías unos diez o doce años, y te mandé que lo llevaras a una casa. ¿Te acuerdas?"

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16/05/2012, 21:29
Leandro

Leandro se pone a pensar, mirando hacia el suelo, sondeando en sus recuerdos de impúber.

"¿Te refieres a aquel libro con los bordes de oro y con dibujos?", pregunta.