Partida Rol por web

Venatrix

ACTO III: EL HOGAR DE LAS FLAVIAS

Cargando editor
09/06/2012, 18:12
Iniciador

La noche ha sido larga. Apenas has podido dormir pensando en todo lo que te preocupa, pero al menos Morfeo no te ha enviado más pesadillas. Antes de que el gallo cante y tu criado venga a despertarte, ya estás en pie. Pones a todos en movimiento antes de lo normal; este día es muy importante tenerlo todo previsto y calculado. Vistes tu toga, tu capa y tus sandalias y tomas un frugal desayuno antes de ponerte en marcha en compañía de Hýlax. Hoy por fin podrás avanzar en el asunto de los juegos, y con la ayuda de Hýlax sabrás cuál de las escuelas de gladiadores te ofrece mayor garantía de éxito a un menor precio.

Así pues, dedicas toda la mañana a recorrer las escuelas, planteando ideas, pidiendo presupuestos, esperando que alguien te ayude a dar más forma al proyecto que tienes en mente. La intensa mañana no te permite abstraerte ni un momento. Solo al final de la jornada tu mente te traslada por anticipado a la cena de hoy. La expectativa de poder satisfacer al fin una voraz curiosidad te proporciona cierto alivio, pero también tienes miedo ante lo que te puedas encontrar. No es que temas una trampa; cuando alguien quiere cometer un asesinato, el último lugar en el que lo haría sería en su propia casa. Pero por primera vez lo desconocido despierta en ti más temor que curiosidad. Una breve amante olvidada, quién sabe por qué causa -si es que no se encuentra en ella el opio o el vino, como sospechas-, podría conocer algunos secretos tuyos, peligrosos en manos de una facción contraria a la tuya.

Dominado ya por el tema recurrente de estos últimos días, e inquieto por la incertidumbre, piensas en recurrir a los ministros de los dioses. Y como no puede ser de otra manera, es Minerva la que puede prestarte su ayuda en un misterio como este, la que te puede despejar la mente e inspirar para tratar este asunto de la manera más acertada posible. No puedes resistirte a buscar el apoyo y el consejo de Espurino, tu más allegado en cuestiones espirituales. Necesitas saber si la cena de hoy va a ser esclarecedora, y qué precauciones y medidas debes tomar para sacar el máximo provecho y el mínimo perjuicio.

El sol está en todo lo alto; los relojes marcan el mediodía cuando terminas tus quehaceres. La gente pronto empezará a retirarse para dormir la siesta, pero tú tienes cosas que hacer antes de que Roma se paralice arrojándose a los brazos de este Morfeo matutino.

Notas de juego

Necesito saber si Casio piensa consultar a Espurino como arúspice (en cuyo caso tendría que comprar un animal para sacrificarlo) o solo va a hablar con él.

Con respecto a las predicciones de los arúspices, los hombres de letras no solían tener una opinión muy buena sobre ellos. Séneca, por ejemplo, decía que "dos arúspices no podían mirarse sin reírse". Te dejo a ti decidir la opinión de Casio con respecto a los pronósticos de los arúspices.

Cargando editor
11/06/2012, 22:27
Quinto Casio Dánico

Aunque con el cuerpo y la mente resentidos por la inquietud que se ha colado entre mis sábanas esta noche, encaro el día con energía. Quedan muchas cosas que haces, cosas que no puedo descuidar, antes del gran banquete donde descubriré parte del misterio que me rodea. Pensar en ello hace que un escalofrío trepe por mi espalda, acompañado de dudas e inseguridades. Mientras, la curiosidad se manifiesta como un revoltijo de insectos revolviéndome el estómago. Las manos me arden junto a un suave cosquilleo.

Tras el desayuno, me hago acompañar por Hýlax y pongo rumbo a recorrer las diferentes escuelas, pidiéndole que anote todo lo que considero relevante. Y, por supuesto, anotándolo también en mi ordenada cabeza. Cualquier pequeño gesto que despierte mi interés puede convertir a una de esas escuelas en la afortunada. Pero hay que saber buscar con ojo, algo que a mí me falla a veces. Cuento, por suerte, con el criterio de Hýlax que, aunque no sea el más experto es bienintencionado a su manera, y orientador. Un muchacho que realmente ha merecido la pena, a pesar de los disgustos iniciales. Sólo cuando el sol comienza a alzarse, arrojando su insufrible calor con más fuerza, y he visto suficientes gladiadores como para saciarme por un mes de ese tipo de diversión, pongo rumbo al foro boario.

Los métodos de Espurino para con el destino de los mortales que vagan en la tierra son, como poco, curiosos. Y a mí la curiosidad es lo que me pierde en todo momento. Soy consciente de la decadencia e incultura que supone recurrir a este tipo de personas, fuera de toda lógica y conocimiento bien hallado. No obstante, era un rito que mi madre solía realizar ante eventos importantes y, como consecuencia, un legado más que dejó en mis costumbres. Además, sus predicciones siempre han sido relativamente acertadas, lo que alimenta la buena imagen que he creado de él y apacigua mi alma y mis inquietudes. De modo que, tras recorrer el lugar abarrotado de gente y con olor a deshechos animales, escojo un conejo de aspecto saludable y, antes de que se haga más tarde y el sol me agote del todo, pongo rumbo a ver a Espurino. Siempre, por supuesto, con el tema estrella merodeando en la cabeza, igual que una leona acechando.

Cargando editor
12/06/2012, 16:40
Iniciador

Rumbo a la colina capitolina, donde se asienta el templo de Júpiter Óptimo Máximo, consagrado también a Juno y Minerva, y acompañado de Hýlax, que te sigue conejo en mano, te proteges como puedes del ardiente sol, pensando que deberías hacerte con una de esas literas de manos para transportarte de un lugar a otro. Sin embargo, te gusta ver cómo se mueve la gente a tu alrededor, y una de esas literas con sus cortinajes te lo impediría.

Asciendes con ánimo la colina, después de haber despachado satisfactoriamente algunos de los asuntos que tenías pendientes, esperando que Espurino se encuentre en el templo. Ahora, al ser un magistrado, cualquier cosa que emprendas, sobre todo en lo referente a las prácticas religiosas, adquiere un carácter oficial; se mira con lupa cada movimiento que haces, especialmente por parte de tus colegas del senado, muchos de los cuales tienen bastante influencia sobre sacerdotes y pontífices, que son otra de las patas del poder en Roma, puesto que toda decisión de un magistrado debe recibir la bendición de los dioses, que es como decir que requieren de la bendición de los sacerdotes. En el templo te espera el flamen dialis, encargado del culto a Júpiter, que seguramente querrá demostrarte lo insignificante que eres, por mucho que seas un magistrado, cuando aplace tu sacrificio para la fecha que a él le parezca más oportuna y te diga que con ese conejo escuchimizado no basta para contentar a Minerva. Pero, por suerte, no requieres de su intervención, ya que la consulta que te dispones a hacer es a título privado, y solo te hace falta el concurso de un arúspice.

Cuando llegas al templo, solicitas la asistencia de Espurino a uno de los iniciados, que corre a buscarle. Antes había que animarles a que se saltaran la cadena de mando mediante incentivos en forma de regalos, pero ahora que eres cuestor, el incentivo es evitarse los problemas no cayéndote en desgracia. No todo iban a ser desventajas.

Cargando editor
12/06/2012, 16:41
Espurino

Al poco se presenta Espurino, que baja por las escalinatas del templo mirando con ojos golosos el conejo que Hýlax sostiene por las orejas.

"¡Salve, Casio!", te saluda animoso. "¿Qué te trae de nuevo al templo? ¿Buscas el apoyo de Minerva?"

La alegría de Espurino es sincera, aunque haya puesto sus ojos en el animal que comeréis ambos tras el sacrificio. Esa parte del ritual explica por qué la mayoría de los pontífices están tan gordos. Espurino, en cambio, se mantiene delgado y algo demacrado incluso, lo cual indica que es poco solicitado en el oficio de arúspice. De hecho, puede que sin tu apoyo hubiera sido apartado de su cargo. Te das cuenta de que demasiada gente depende de tu posición política para asegurarse su propio bienestar; si tú cayeras, sería como quitar la piedra maestra de un edificio: muchos más se vendrían abajo. Así, se produce un equilibrio entre tus rivales y sus aliados, y los tuyos propios, aunque bien sabes que, como siempre, la conveniencia es la que crea estas alianzas, y que seguramente muy poca gente de la que depende de ti seguiría siéndote fiel tras tu caida.

Pero Espurino te apoyó cuando aún no eras nadie. Conocía bien a tu madre, y te ofreció consuelo espiritual en los momentos más duros. Puede que fuera interesado, y que pensara que así se aseguraría su futuro; pero es comprensible, pues un hombre de su edad ya solo puede aspirar a mantener su cargo para no tener que buscarse la vida pasando penurias. Y la racha de malas predicciones que pasó cuando se encontraba bien posicionado dentro del culto casi acaban devolviéndole a Etruria, donde no tendría más remedio que vivir de la caridad de los fieles. Pero tú, con tu apoyo, impediste su marcha, y con ello seguramente te ganaste, no tanto como un enemigo, sino la antipatía del flamen dialis, al que le molesta sobremanera que alguien cuestione su criterio. Pero, al fin y al cabo, con el apoyo del cónsul Silio, nada tienes que temer del flamen; ni siquiera él se atrevería a enfrentarse a un protegido del emperador. Así que tu apoyo a Espurino no comporta un riesgo excesivo. Al menos, de momento.

Cargando editor
12/06/2012, 21:01
Quinto Casio Dánico

Con notable buen ánimo, llego hasta el templo y espero paciente a que atiendan mi petición. Ser magistrado da ciertas ventajas, a la par que inconvenientes. Aun así, tampoco me habría escamado demasiado tener que esperar, siempre y cuando la espera no fuese impuesta por el  flamen dialis. Pero, como no es el caso y es Espurino quien va a recibirme, expreso mi gratitud con una amplia sonrisa. Es un hombre agradable, quizá interesado como muchos otros, pero es algo a lo que uno se acostumbra con el tiempo. La vida son favores que vienen y van, tratando de formar una pirámide de escalafones que se sostenga y sea resistente frente a otros. Unos arriba, otros más abajo, pero todos tratando de mantener una seguridad a la que recurrir en caso de necesidad.

“Hola, Espurino” respondo, haciendo uso del mismo tono animado. “En efecto. Busco tu ayuda y sabiduría en temas difusos, querido amigo".

Espero a estar en un lugar más reservado para transmitirle mis dudas y preocupaciones, tratando de usar el don de la palabra como mejor sé para ocultar la información innecesaria.

"He de acudir más tarde a un banquete. Recibí la invitación de forma casual, de parte de una antigua conocida con la que hacía tiempo que no hablaba. Es un ambiente desconocido, y me causa cierta inquietud. Temo que no sea lo más apropiado, Espurino" expreso, conservando la calma en mis palabras.

Cargando editor
14/06/2012, 18:42
Espurino

"¿Esta tarde?" repite Espurino, y hace un gesto de desaprobación. "Debiste haberme consultado antes, Casio. Una consulta como esta habría requerido un sacrificio a Júpiter. Un cabrito blanco al amanecer. Pero ya no tenemos tiempo. Ve a tu casa y prepara cuatro braseros en el peristilo. Tú y tus criados tenéis que vestiros de blanco. Sería mejor si compraras un novillo blanco castrado, pero si no lo encuentras, nos apañaremos con el conejo. Iré a mi casa a prepararme para la ceremonia e iré a la tuya en cuanto pueda."

Espurino se dispone a partir apresuradamente, pero antes de irse se da la vuelta hacia ti.

"Y piensa en cualquier señal que hayas podido presenciar en estos últimos días. Toda la información que puedas darme es importante."

El etrusco se toma muy en serio su trabajo. Quién sabe a qué se debio su mala racha. No es ningún secreto que los adivinos como él a veces tratan de influir en quienes les consultan mediante sus predicciones, y puede que haya sido esa la razón de su caída. Sin embargo, contigo parece que se esfuerza al máximo para poder ayudarte. O al menos eso quieres creer... porque un novillo es más grande y está más sabroso que un simple conejo.

Cargando editor
14/06/2012, 18:43
Hýlax

Mientras se aleja, Hýlax le dedica un gesto de desprecio. Salta a la vista que no se fía mucho de él, y tiene esa típica expresión suya de "lo sabía". Vuelve a guardar el conejo en su bolsa, a la espera de tus órdenes.

Cargando editor
14/06/2012, 18:48
Quinto Casio Dánico

Escucho con atención y memorizo las instrucciones tal y como él las ha descrito. Respecto a lo último... Está claro que los sueños son algo a tener en cuenta, pero me avergüenzan tanto por alguna razón que dudo sobre si transmitírselos más tarde o no. Todavía tengo un rato para pensarlo, igualmente.

"Ya has oído. Vamos" digo, con cierto tono de reproche.

Aunque no me guste su actitud al respecto, sé que muchos opinan como él. Quizá sea cierto o quizá no. Esa noche lo comprobaré.

Notas de juego

No he querido explayarme demasiado por ir algo más rápido para el banquete (que me tiene muerta de intriga).

He leído el apartado de las ofrendas y mañana miraré el link que me has dejado, que tengo examen.

Cargando editor
15/06/2012, 15:29
Iniciador

Al cabo de una hora, te encuentras en tu casa con todo dispuesto según las indicaciones de Espurino: has reunido a todos tus criados, vestidos de blanco inmaculado al igual que tú; estos han colocado cuatro braseros a la entrada del peristilo, listos para ser encendidos; y tu criado Hýlax ha logrado encontrar un novillo blanco castrado, no completamente blanco, pero que esperas que sirva para el sacrificio; además, has hecho atar a sus cuernos unas cintas de colores, como se suele hacer.

Poco después se presenta Espurino con dos jóvenes, todos ellos vestidos también de blanco y con unas ramas de olivo en la mano, lo cual los identifica como fieles del culto a Minerva. Uno lleva un martillo, con el que golpeará al novillo para matarlo, y otro un cuchillo con el que extraerá su sangre.

Espurino y sus ayudantes se lavan las manos en una crátera que sostiene Sira; mientras lo hace, lo observa todo con detenimiento sin decir nada, y seguidamente hace una señal a los dos jóvenes para que ocupen su posición. Después da indicaciones a tus criados para que formen un círculo en torno a vosotros y enciendan los braseros al mismo tiempo. Cuando ya lo han hecho, te asiente para que ordenes a Hýlax que traiga el novillo, dejando un espacio para que pueda entrar.

Has presenciado este ritual multitud de veces, lo bastante como para saber que cualquier cosa que ocurra durante el mismo y que no le guste a Espurino lo invalidará. Así que rezas por que tus criados se sepan comportar, por que el viento no apague ninguno de los braseros y por que el novillo avance de buen grado hacia el centro del círculo.

Por suerte, todo se desarrolla con normalidad. Hýlax se retira cuando el novillo llega a su destino. En ese momento chisporrotea el brasero situado al noroeste. Espurino lo observa con cara de concentración. Luego levanta las manos al cielo, sus ayudantes se acercan al novillo y él comienza a hablar en etrusco. De todas las palabras, solo reconoces "Júpiter". Después te pide la tablilla de cera con tu petición*, se dirige a un altar improvisado en el que ha colocado previamente una pequeña estatua de Júpiter, acompañada de las estatuillas de los dioses lares y penates de tu casa, y exclama:

"Júpiter, padre celestial, te entrego la petición de Casio Dánico" y al decir esto deposita la tablilla en el altar; "y te brindamos este joven novillo para que cumplas su voluntad."

Dicho esto, le da la señal a sus ayudantes, que han estado arrojando sal y harina por encima de los cuernos del animal. El primero, siguiendo la fórmula ritual, te pregunta: "¿lo hago?". Y tras tu asentimiento, le da un seco y certero martillazo al novillo en la cabeza; el novillo dobla las patas y cae, momento en el cual el otro lo degolla. La sangre, que sale a borbotones del cuello del animal, la recoge el ayudante en varias cráteras hasta que deja de manar. Acto seguido, raja al novillo por la panza, le extrae el hígado con sus manos ensangrentadas y lo coloca en un plato para que lo examine Espurino. Este abre los ojos como platos; debe haber visto algo extraño, pero no dice nada. Sigue examinándolo durante un rato, y luego entrega el plato al joven, que mientras tanto ha extraido el resto de las vísceras del animal para que el otro las arroje al fuego.

Tus criados retiran el animal a la orden de Espurino, cuya carne deberán vender en el mercado mañana. Finalmente, los dos jóvenes apagan el fuego de los braseros con la sangre que han recogido, concluyendo así el ritual. Mientras los criados lo recogen todo, acompañas a Espurino al atrio.

Notas de juego

* Siempre que se hacía un sacrificio, los implicados tenían que escribir sus peticiones al dios en una tablilla de cera que se depositaba a los pies del altar.

Cargando editor
15/06/2012, 15:32
Espurino

"Es la primera vez que veo esto en todos mis años como arúspice", te dice, emocionado. "¡La primera y la última zona del hígado estaban negras! Verás, el hígado del novillo se divide en dos secciones de dieciséis zonas, que representan las partes del cielo y de la tierra. Al quedar marcadas la primera y la última, Júpiter nos manda una advertencia, y es que en ese banquete al que vas a asistir va a ocurrir algo que va a unir el cielo con la tierra. Algo o alguien relacionado con los dioses va a estar presente allí. Lo que no sé es si representará un peligro para ti, aunque el color negro no me inspira mucha confianza. Dime, ¿has pensado en alguna señal especial que hayas podido presenciar estos días, como te dije? Es muy importante."

Cargando editor
15/06/2012, 18:53
Quinto Casio Dánico

Conforme los minutos pasan, ya en mi hogar, noto cómo la boca del estómago se me hace más pequeña y los nervios se crispan. Todo debe estar en orden, pues cualquier nimiedad puede invalidar el complejo ritual y la espera no habría servido para nada. De haberlo sabido antes, con toda seguridad, habría preferido seguir las indicaciones necesarias para que todo saliese en orden, escogiendo el día y la hora precisa. Pero dadas las circunstancias no es posible y tanto yo como Espurino debemos conformarnos con lo que se nos ofrece. Por suerte Hýlax ha conseguido un animal casi como el que necesitamos.

Recibo a Espurino y sus ayudantes con la seriedad que se merecen, examinando con detenimiento los gestos del arúspice, tratando de discernir sus pensamientos. Rezuma una profesionalidad que casi asusta. Se toma muy en serio su trabajo, cosa que es de agradecer en los tiempos que corren. Sigo sus instrucciones al pie de la letra, con la calma que requieren y controlando la situación con ojos de águila, atento y temeroso por cualquier imprevisto. No obstante, la ceremonia se sucede sin especial sobresaltos, aunque no puedo evitar desviar la mirada cuando una ingente cantidad de sangre sale a borbotones del cuello del novillo, y arrugar la nariz al abrir en canal al animal. El olor de las entrañas es francamente desagradable, pero aguanto con estoicismo hasta que pasamos al atrio una vez concluido todo. La enérgica voz de Espurino me saca de mi ensimismamiento.

¿El cielo en la tierra? Reservaba la pregunta, pero él me la aclara enseguida y la respuesta me desconcierta todavía más. Mi mente maquina, trabaja y desempolva los vagos recuerdos de mi cabeza una y otra vez, tratando de darles explicación. ¿Es cosa de deidades, entonces, todo lo que no recuerdo? La respuesta, que parece afirmativa, me sobrecoge. Trago saliva y las pupilas se me empequeñecen. Decido tomar asiento al notar cierta flojera en las rodillas.

“Sueños” musito. Carraspeo para aclarar la voz antes de continuar. “Llevo unos días durmiendo poco y mal, y alguna ocasión he tenido sueños un tanto desconcertantes”.

Con calma y paciencia le describo el sueño con todos los detalles que mi mente logra recabar. Le hablo de la incertidumbre, de los bustos de mujer y la sensación de ansiedad, y también de la frase que repetían hasta gritar. Lo único que guardo para mí es la misteriosa mujer que no recuerdo, aunque sé que en breves me preguntará por ella. Al menos ya sé su nombre.

Cargando editor
15/06/2012, 20:29
Espurino

Espurino te escucha con su habitual cara de concentración, mirando al suelo, y cuando terminas de contarle el sueño, levanta la cabeza.

"Bueno", dice, "no soy uno de esos intérpretes de sueños egipcios, pero no me hace falta para saber que hay una mujer en tu vida que te tiene preocupado. Como adivino puedo tratar de interpretar el mensaje que los dioses te están intentando transmitir a través de ese sueño. Es curioso que los bustos femeninos te llamen rey Cefeo, porque era un rey de carácter débil, sometido a su esposa Casiopea; era ella la que con su arrogancia despertaba la ira de Neptuno, y no el rey. Yo creo que tu sueño es un mensaje de advertencia; vas a verte rodeado de mujeres que van a intentar controlarte de alguna manera. Esto, unido a las señales en el hígado del novillo, podría significar que esas mujeres son sacerdotisas, o tienen relación con algún culto, y quién sabe si alguno infernal, por el color del hígado. Así que debes tener mucho cuidado en ese banquete, Casio. Desconfía, y enmascara en todo momento tus intenciones y pensamientos."

Una vez que los dos fieles que le acompañaban han recogido sus cosas, Espurino los llama y se dispone a irse, no sin antes preguntarte si tienes alguna consulta más. No te sorprende que no haya querido interrogarte más acerca de esas mujeres, ya que, a pesar de ser adivino, Espurino es un hombre muy prudente que se ciñe siempre a lo que los demás quieren contarle. Es una de las cosas que te más te gustan de él.

Notas de juego

Faltan un par de horas para el banquete.

Cargando editor
17/06/2012, 18:27
Quinto Casio Dánico

Sin más dilación, despido a Espurino dándole las gracias en repetidas ocasiones a pesar de que las nuevas no son especialmente alentadoras. Cuando su silueta deja de divisarse, llega el inevitable pánico a todas las frases que ha dicho y que, de repente, han convertido mi vida en un juego muy peligroso. De tener razón, claro. A pesar del primer impacto, sobrecogedor, decido tomarme unos minutos para recapacitar con una infusión* en la mano. Tomo asiento entre que Sira me la trae. Y entonces me sumerjo en divagaciones.

Mi mente se posa en primer lugar, sin duda alguna, en Julia Minor. Me basta con rememorar las breves acciones que la han llevado a coincidir conmigo últimamente para tacharla de amenazante de inmediato. ¿Tendrá que ver con algún tipo de culto? No me agrada recordar la época que pasé a su vera, pero me obligo a hacerlo en busca de indicios sin dar con ellos. Quizá el mismo enamoramiento me cegase, lo cual no queda descartado. Después, irremediablemente, pienso en la dulce Acté. Familiar, acogedora, encantadora... Meretriz... Apoyo el mentón sobre la palma, la vista fija al frente, pensando. Resulta tan agradable y cariñosa que jamás he pensado que tuviese dobles intenciones. Nos conocemos desde hace demasiados años, se me hace difícil sospechar. ¿Pero y si...? No. Niego la cabeza y deshecho esa idea casi de inmediato. Demasiado escabroso incluso para una meretriz, sin contar con que tampoco dependo tanto de ella, y lo sabe.

Por último, y no menos importante aunque por el contrario sí más peligrosa; Flavia Juliana. Mi mente entra en ese vacío angustioso que me sobrecoge cada vez que intento ponerle rostro, voz o cualquier otra cosa. Me causa pavor ese gran desconcierto, las nieblas que se ciernen sobre esa misteriosa mujer. ¿Quién es y quién fue para mí? ¿Por qué ha regresado ahora a mi vida? ¿Qué pretende...?

El tiempo se dilata sumido entre las dudas que fluctúan a mi alrededor. Podría permanecer eones sentado contemplando la nada sin llegar a saciar mi curiosidad más que con quimeras. La voz de Sira, por suerte, me advierte de lo tarde que se ha hecho de repente. Debo cambiarme y acudir, con la férrea decisión de averiguar qué ocurre, quién es. Eso sí, con una máscara sobre mis pensamientos.

Notas de juego

*Imagino que ya habrá infusiones o alguna cosa del estilo. Si no es así, corrígeme.

Cargando editor
19/06/2012, 03:14
Iniciador

Preparado ya para el banquete, con tu servilleta y vestido ya con la toga cenatoria, llamas al esclavo que te acompañará durante la cena. Parece mentira, pero estás aún más nervioso que el día de tu investidura como cuestor. Con las advertencias de Espurino muy presentes, ordenas a tu esclavo que te guíe a la mansión de Flavia Juliana. No ha habido, como suponías, citación previa en los baños públicos; al tratarse de una mujer la que organiza la cena, resultaría indecoroso. No articulas palabra durante el camino, inmerso en tus propias elucubraciones sobre todo lo que rodea a esa mujer tan misteriosa para ti. Ha llegado el momento de desterrar esa terrible incertidumbre que te está consumiendo.

Tu esclavo se detiene frente a una magnífica puerta tallada con varios motivos geométricos, y llama con unos fuertes golpes, anunciando tu llegada al portero. Cuando este abre la puerta, deja a la vista una de las mansiones más lujosas en las que has entrado: a modo de villa rústica, está rodeada de un extenso jardín, colorido tanto por las flores como por las curiosas aves exóticas que cantan por toda su extensión, reuniéndose en sus fuentes. Un camino embaldosado y flanqueado por varias estatuas de mármol conduce directamente a la casa. El portero se hace a un lado para que podáis pasar, y cuando lo hacéis, un enorme parro negro sujeto a una cadena junto a la puerta os gruñe, recostado en el suelo; el portero le reprende para que se calle y cierra la puerta detrás de vosotros. Sigues a tu esclavo, mientras te maravillas del lujo que te rodea, hasta la puerta de entrada, en la que un esclavo de la casa os da paso al vestíbulo. Allí admiras unos coloridos murales que muestran varias escenas de la Eneida, en la mayoría de las cuales se encuentra Eneas en compañía de Dido; sonríes para tus adentros, pensando que le gustaría mucho a Acté. Al fondo, en un armario abierto y rodeado de lampadarios, se exhiben las estatuas que representan a los dioses Lares, presididos por la diosa Juno, protectora de Dido y su ciudad, Cartago. ¿Acaso deberías sentirte como Eneas al ser recibido por la reina? ¿Fue Flavia para ti la Dido que en otro tiempo te dio refugio y te brindó su amor?

Mientras contemplas el arte que deja claro el gusto de la anfitriona por la figura de la reina cartaginesa, acuden unos esclavos que te ungen con un aceite de fragancia suave y te colocan una corona hecha de rosas y laureles, para guiarte a continuación frente a otra gran puerta que se abre a un espacio en el que domina el mármol rojo y la seda que une los capiteles de las columnas. Al fondo se oye murmullo, pero las numerosas columnas te impiden ver lo que seguramente será el triclinio. Enseguida llegan a ti unos esclavos para descalzarte y ofrecerte unos magníficos cuencos de plata llenos de agua para que te laves las manos; mientras lo haces, tu esclavo se adelanta y habla con otro, que te da la bienvenida y te guía hasta el lugar de la cena, anunciándote como "el cuestor Casio Dánico"; después te señala el lugar que habrás de ocupar, que es el reservado para los invitados de honor: el diván central.

Los invitados, cuyas cabezas están adornadas con coronas como la tuya, aprovechan para mirarte mientras te sientas y tu esclavo ocupa su posición de pie, detrás de ti. Observas a tus compañeros de diván.

El que está a tu izquierda tiene un aspecto algo siniestro, y parece extranjero.

El de tu derecha tiene pinta de griego, por las ropas que lleva.

En el diván inferior hay dos hombres y una mujer entre medias. La mujer viste de manera muy lujosa, y el hombre que ves a su derecha debe ser su marido. El otro, por el lugar que ocupa en el diván y su apariencia, tiene que ser un liberto.

En el diván superior solo hay dos mujeres. Ambas se parecen, pero una es mucho más joven. La otra te observa en todo momento con especial interés. ¿Será ella Flavia Juliana? Es más joven que tú, aunque calculas que no mucho. El lugar reservado para el anfitrión está vacío. Podría tratarse del marido de esa mujer que tanto te mira.

Cargando editor
19/06/2012, 03:19
Lúculo Micón

Una vez que ocupas tu lugar, tumbado justo en el centro del diván, tu vecino de la derecha, el que se viste a la griega, decide romper el hielo.

"Es un placer tenerte con nosotros, Casio", te dice sosteniendo una copa y echándote su aliento que ya apesta a vino.

Cargando editor
19/06/2012, 03:19
Fulvio Sejano

"Cuidado", te advierte otro, con expresión socarrona. "Lúculo intenta hacerse amigo tuyo para aburrirte con sus poemas."

Cargando editor
19/06/2012, 03:20
Flavia Minor

Su mujer se ríe.

"No seas cruel, Fulvio", le reprende en broma.

Cargando editor
19/06/2012, 03:21
Lúculo Micón

"Déjalo, Flavia", exclama el primero. "No me afecta viniendo de un burócrata; Fulvio domina los números, pero en lo que se refiere a las letras, debió llevarse muchos palos de su mentor cuando era niño."

Fulvio responde con una mueca de indiferencia.

"Perdónanos, Casio", vuelve a dirigirse a ti. "Nuestra anfitriona aún no ha llegado, pero ya no debe tardar."

Cargando editor
19/06/2012, 03:23
Flavia Maior

Así que la mujer que tanto te observaba no es Flavia Juliana. No para de cuchichear con la adolescente que tiene al lado, lanzándote furtivas miradas de vez en cuando. Viste de manera menos vistosa que la mujer a la que han llamado Flavia (cuyo nombre la identifica como familia de Flavia Juliana), pero en realidad no le hace falta; es bastante llamativa por sí sola, y no necesita de adornos para atraer las miradas. La muchacha que le acompaña también es muy guapa, pero apenas es una niña y no llama tanto la atención. Ambas, al ocupar el diván de la anfitriona, deben ser personas muy cercanas a ella; podrían ser sus hermanas, hijas o cuñadas, y a diferencia de la otra, puede que estén solteras.

Cargando editor
21/06/2012, 19:46
Quinto Casio Dánico

Con más recelo que la acostumbrada excitación con la que suelo acudir a los banquetes, ansiando alguna brillante conversación o nuevos entretenimientos, me encamino hacia la mansión de Flavia Juliana. Las manos en la espalda y vista al frente, rememorando mis años de militar. Es extraño que conforme avanzo hacia lo que creo que será la verdad, menos ganas me dan de seguir caminando. Es como saber que se acerca el final y la curiosidad dejará de bullir. Lo deseas y a la vez no, queriendo estirar la intriga un poco más. Pero al llegar frente a la imponente entrada, sé que ya no hay marcha atrás.

De pronto me veo envuelto en una extensa gama de coloridas flores y aves, todo un deleite sensorial he de admitir. Repaso ciertos detalles con curiosidad, pero ninguno me roba tanto la atención como el mosaico de la Eneida. ¿Otra coincidencia? La incertidumbre se acentúa de nuevo. Las coincidencias no me gustan, parecen una serie de pistas perfectamente colocadas para tenderte una trampa. Dejo que me coloquen la corona de flores y me guíen hasta mi asiento, aprovechando mi posición elevada para dar un rápido vistazo a mis acompañantes. Roma es una ciudad muy grande de modo que no reconozco a ninguno de ellos. No obstante, ellos sí parecen conocerme a mí.

Me acomodo en el triclinio, sonriendo ante la jocosa bienvenida. Mientras hablan unos con otros no puedo evitar fijarme en la hermosa joven que me observa. ¿Flavia Juliana, al fin? Pero un fortuito comentario despeja mis dudas. Juliana será la anfitriona, de modo que sigo sin conocer a la hermosa joven. O quizá no la recuerde.

"Gracias por la advertencia, Fulvio, pero no me desagrada del todo la poesía. Quizá para más tarde" digo mirando a mi futuro amigo griego, animado. Trato de hacerme al ambiente familiar que ellos comparten, aunque el extranjero sigue siendo un misterio inquietante, todo lo contrario que las dos muchachas. "Oh, no pasa nada. Puede hacerse de rogar un poco."

Y todo lo que quiera, pienso, reposando la diestra sobre el muñón que sobresale. Estamos en su hogar, después de todo.