Partida Rol por web

Viaje al corazón de la Hydra

Acto 4.0

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19/11/2013, 13:41
Director

Acto 4.0: Miedo y asco en Las Vegas.

Angela, Alpharius, Siegfried & Leon

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Kaiman Jane, satisfecha con el trabajo de Angela, había cumplido con su parte del trato accediendo a llevarles hasta la bulliciosa capital de colonias de La Perla. Sin embargo, una vez en el puerto, sus caminos terminarían por separarse. Mucho más interesada en su vendetta particular, la amazona tenía otros planes para Drake y aunque no hacía falta ser demasiado perceptivo para adivinar por donde irían los tiros si que requería de algunas llamadas y en especial de una visita a un contacto cuya identidad no se había molestado en revelar.

En vistas de la oportunidad, el resto de la comitiva de la joven Venecttiana no perdió un segundo en cogerla al vuelo y poner tierra de por medio con aquella impredecible y jodidamente enorme mujer, capaz de abrir a un hombre en canal de un tajo en un minuto como de saborear un delicioso té con pastas al siguiente.  

Así, conforme los primeros planes comenzaban a tomar forma, la perspectiva de sumar robo y asalto a la larga lista de cargos, completamente infundados por supuesto, que la policía cruzada ya se había tomado la molestia de hacer públicos para disfrute y deleite de los cazarrecompensas más sanguinarios a este lado de la Hydra, se hacía progresivamente más real para cada uno de los presentes y en especial para Angela, cuya mayor fechoría hasta la fecha había sido el robo (con premeditación y alevosía) de los diarios de su amienemiga Marcella.

Habían pasado los últimos dos días ultimando los preparativos para su estelar entrada en el Lucky Roger. Habían revisado los planos, recorrido los alrededores del distrito cuyas tiendas y locales de lujo ofrecían un desolador contraste con los suburbios de la periferia, e incluso habían tenido tiempo de realizar algunas compras.

Angela se atusó el pelo frente al espejo del tocador del modesto hostal que, por seguridad, habían escogido. Quizá su situación no era tan céntrica como le habría gustado pero si tenían que pasar desapercibidos ciertamente Alpharius había acertado con la elección del alojamiento.

Mientras se prendía un bonito pasador del que se había encaprichado en una coqueta tiendecita vintage (estar apunto de cometer un delito no era razón alguna para no mantener unos mínimos), repasaba mentalmente sus opciones.

Alpharius, Siegfried y Leon hacía ya un buen rato que estaban listos y al menos ya les había hecho esperar los 15 minutos de rigor mientras decidía que hacer con la declaración de guerra particular que la insufrible humedad de aquel planeta alejado de la mano de los dioses, le había declarado a su espectacular melena. Suspiró, esto no le habría pasado con Minerva...

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19/11/2013, 13:49
Director

Acto 4.0: Miedo y asco en Las Vegas.

Alan, Meyer & Pierre.

Lucky Roger, La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Negro… negro y sonidos lejanos, finales de palabras, no llegaban a sus cerebros dormidos… se estaban moviendo, podían oír los golpes sordos de sus botas al ser arrastrados por los escalones. Cloc, cloc, cloc. Y luego, otra vez silencio.

La oscuridad les envolvía cómo una madre cariñosa. Oían los demás niños jugar fuera, pero estaban demasiado cansados para siquiera abrir los ojos. O para pensar. Uno de ellos intentó levantar un brazo, pero resultó imposible. Y volvieron a caer en el silencio otra vez.

Oyeron luego un rugido lejano, cómo si estuvieran rodeados de una multitud. Y un hombre hablaba. Hablaba por un micrófono que amplificaba su voz mil veces y conseguía llegar hasta su mente adormilada.

- En este lado, recién llegado de los sectores más bárbaros de nuestra galaxia, famoso por devorar el corazón crudo de sus enemigos y por su apetito insaciable de vírgenes. Con un peso total de ciento doce kilos y una altura de dos metros y ocho centimetros... ¡El salvaje de acero! ¡¡El titán midgardiano!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaplastador!!!

Alan sintió cómo una sácudida electrica recorría su cuerpo con violencia sacándolo de su sopor y se puso en pie de un salto, todavía desorientado. La multitud rugió fervorosa mientras él intentaba que su campo visual dejara de de dar vueltas.

- Junto a él, se crió en las duras calles de la capital solenita peleando con otros niños sin hogar por los restos de comida de los nobles solares. Aprendió el arte del savaté de maestros vagabundos y estibadores borrachos hasta convertirse en una maquina de matar imparable. Con un peso total de sesenta y dos kilos y una altura de un metro y sesenta y ocho centimetros… ¡El niño furioso de Versalles! ¡¡El huracán de puños solenita!! ¡¡¡Rabiaaaaaa Salvajeeeeee !!!

Esta vez Pierre sintió el terrible aguijón electrico que le obligó a ponerse de pie en un tiempo record. Estaba mareado y desorientado pero aun así pudo oír rugir a la multitud. Era consciente de que había más gente allí con él, pero no sabría decir dónde era allí, más allá de que era un lugar demasiado brillante y demasiado ruidoso. Eso si, olía a lejía. Cómo si alguien hubiera tenído que quitar recientemente una mancha de sangre, por ejemplo.

- Y por último, el peor villano que ha parído el Reich. Dicen que perdió un ojo en una pelea con cien insectoides rabiosos por haber quemado sus larvas. El mayor asesino de mujeres y niños cuyo único pecado fue ser “inferiores” que ha conocido la galaxia. Con un peso de setenta kilos y un metro setenta y tres de altura.... ¡El mayor seguidor del Fürer! ¡¡El azote ario!! ¡¡¡El Agenteeeeeeee Odioooooo!!!

Meyer sintió el aguijón electrico que le obligó a ponerse de pie al tiempo que los abucheos inundaban la esatancia. Era una sala grande, seguro. Una especie de estádio. El suelo era la típica lona de gimnasio, eso también podía decirlo. Veía un montón de caras borrosas a través de la neblina que la droga había dejado en su ojo. No tenía ni idea del tiempo que había pasado…

- Los tres aspirantes juntos unirán fuerzas para tratar de derrotar a nuestro campeón… ya le conoceís, creció en un mundo de rocas y lava hirviendo y se abrió paso a dentelladas a través de la camada de sus hermanos. Con un peso de doscientos veinticinco kilos y una altura de dos metros veinticinco, sin contar la cola… ¡La furia reptilana del sistema Khandor! ¡¡El terror escamoso de Kiwia!! ¡¡¡Machaaaaaaaaacasauriooooooo!!!

El asombroso rugido del público fue lo que hacía falta para que los últimos vestigios de sopor abandonaran el trío. Estaban en lo que parecía una especie de amplio ring, sólo que cubierto por una especie de jaula de unos tres o cuatro metros de alto. El ring estaba a su vez dentro de un enorme estádio repleto hasta los topes de gente que no dejaba de berrear en dirección al escenario. Pierre incluso vio un tipo repartiendo cubos de hiperpollo frito. Es curioso en lo que se fija uno en situaciones cómo esta. Ahora que lo pensaba, estaba muerto de hambre.

Algo estaba mal con sus ropas. Se miraron entre ellos desconcertados. Les habían cambiado sus prendas por algo que parecía algun tipo de tejido ceñido y de colores brillantes. Mientras que Meyer parecía una grotesca mezcla entre un oficial del Reich al que le gustaba el sadomasoquismo y un portero de cyberhockey psicopata. Alan llevaba un extraño traje anaranjado con una melena de león y un extraño casco dorado y Pierre… bueno, Pierre llevaba un cantoso traje rojo decorado con relámpagos amarillos cuyo diseñador pensó que para que sus usuarios murieran de pura verguenza, era necesario complementar con una capa corta que se suponía que debía otorgarle un aura de misterio que entusiasmaría al público.

  

- Conoceís las reglas de la jaula, querído publico. Todos los objetos personales de los luchadores que fueran de metal estan en el techo de la jaula, debidamente magnetizados. Tendrán que colaborar entre ellos si los quieren recuperar claro. Todo esto si nuestro amigo Machacasaurio no tiene nada que decir al respecto, claro.

El último comentario levantó carcajadas y fue entonces cuando los tres se giraron a la vez y vieron a su contrincante. Era un lagarto Kiwiano jodidamente enorme. Y lo que más molestó a Pierre fue que, maldita sea, su traje SI estaba bien hecho. La vida no era nada justa. Machacasaurio gruñó en su dirección. Definitivamente, no es que no tuvieran postre… ellos eran el postre.

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19/11/2013, 14:03
Director

Acto 4.0: Miedo y asco en Las Vegas.

Drake & Derpy.

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

La cabeza le daba vueltas. Veía a Derpy revolotear felizmente sobre la lámpara de halógenos y piedras preciosas blancas y azules que flotaba ingrávita tras un techo de cristal ahumado. Tenía los ojos aún más bizcos si

eso era posible y canturreaba mientras saltaba de un extremo al otro de los minimalistas brazos de... ¡Por la furcia más furcia de ponilandia!,  ¿eso era cristal de Venectti?, ¡Debía de valer una auténtica fortuna!.

"Al pasar la barca, me dijo el barquero

las niñas bonitas, no pagan dinero

yo no soy bonita, ni lo quiero ser

salta de la barca o vendrá Kaiman Jane."

¿Kaiman Jane? ,¡¿donde?!. Drake se levantó de un salto de la enorme cama cubierta por impecables sábanas de seda, parapetandose tras una lujosa mesita auxiliar pulida y lacada en azul oscuro casi negro. ¿Donde diablos estaba?. Pareces semicirculares tenuemente iluminadas por leds, armarios disimulados tras espejos ahumados, holopantalla de plasma en 3D y enormes cristaleras que daban a un balcón con vistas a una gran avenida poblada de neones, tiendas de lujo, casinos y salas para adultos (lo que venían a ser prostíbulos para la gente pija).

Volvió a alzar la vista hasta la mesita que le servía de escudo: Lucky Roger Luxury Hotel *****, servicio de habitaciones 24h, o al menos era lo que decía el pequeño holograma de la minimalista targeta de visita.

No recordaba mucho desde la suculenta cena que había ayudado a preparar a su nueva y flamante yaya. Tan solo un golpe sordo y sueño, un sueño horrible e irresistible al mismo tiempo, palabras lejanas sobre un tal Carlisle y esa mala puta de Kaimán Jane ... quería decir algo pero ya no recordaba qué, entonces alguien volvió a obligarla a beber mientras una voz amorosa la acunaba. El líquido amargo se derramó por su garganta una vez más pero para entonces ya no tenía ganas de despertar. Volvían las voces, esta vez hablaban de dinero, oh si, siempre había dinero de por medio...

Maldita sea, ¡una ya no se podía fiar ni de los ancianos!, y menos aún de los que chochean, esos eran los peores. Si ya se lo decía su madre: < no salgas nunca sin zapatos, lavate bien los dientes y  no te fies de los viejos que regalan caramelos a los niños > Vaya, niños...

"Al volver la barca, me volvió a decir

las niñas bonitas, no pagan aquí

yo no soy bonita, ni lo quiero ser

fui mala con Cerdi y lo pa-ga-ré..."

... Drake se levantó del suelo sin ayuda, vaya una novedad, desde que tenía memoria nunca había habido nadie dispuesto a tenderle la mano cuando se caía. La cabeza le dolía, tenía la garganta seca y sentía como si un puño de hierro le aprisionara la boca del estomago. No todo era culpa de las drogas de la abuelita, Drake lo sabía, aunque no quería admitirlo.

Derpy planeó hasta su hombro para estrechar su mejilla contra la de la chica. Había dejado de cantar, aunque el estribillo había conseguido hacer mella en el trastornado cerebro de Drake. Se dirigió hacia la puerta, el minimalismo no era su estilo y tampoco le gustaba la idea de no saber que mierda estaba haciendo en aquella habitación. Había llegado el momento de largarse, incluso tal vez de averiguar qué había sido de Alan, el solenita amanerado o el tuertopelota, si se sentía con animos claro.

"Oh... oh..." Derpy se mordió el hocico asustado y Drake intentó una vez más pulsar el botón de la abertura automática. "oh... oh..." volvió a repetir el pony apunto de entrar en pánico.

Estaban encerrados…

Notas de juego

master: Sorry, no se porqué se me borro lo que le decía su madre a Drake ¬¬u, ya está arreglado

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19/11/2013, 14:15
Director

Preludio.

Frank Muller.

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

No podía creer la suerte que había tenido, la puta estaba muerta sí, pero resultó que a nadie le había importado. Cuando el perro de Malamadre tenía un trabajito para tí la gente solía apartarse de tu camino por iniciativa propia, daba igual lo que hicieras. Los Condenados lo sabían, saqueaban, violaban y arrasaban impunemente ahí por donde fueran, quemando todo a su paso y sembrando de sal los campos para que la esperanza no volviera a crecer jamás. Ciertamente, ser uno de los Condenados era todo ventajas, podías coger lo que quisieras y nadie te chistaba, y la fama… bueno, la fama era ya cosa de otro cantar. Los Condenados eran famosos por supuesto, pero lo eran en su conjunto, no individualmente, a excepción de Malamadre claro, su nombre si que era conocido y temido por toda la galaxia. Se contaban historias, como aquella que decía que era hijo de una bruja y un perro salvaje, un demonio venido más allá del espacio profundo, el heraldo de la destrucción. Las mujeres caían rendidas a sus pies y ni siquiera los ejercitos de la Unión de Coronas eran capaces de hacerle frente. Malamadre, Malamadre, Malamadre, siempre Malamadre, y mientras tanto ¿Quien dedicaba su tiempo a inventar historias sobre Frank Muller si no era el propio Frank Muller?

Ahí estaba él, escondido como una rata bajo un pesado abrigo en la apestosa puerta trasera del Distrito del Juego de La Perla, esperando a otra rata para que le dijera lo que ¿adivina quien?, sí, otra rata había oído de la boca de sí, otra sucia rata, donde podría hacerse con los planos que le conducirían a la segunda pieza del rompecabezas del jodido Malamadre. ¿Y todo para qué?, ¿quien iba a recordar al pobre desgraciado que le entregó la Santa María, la tercera de las Damas de la Trinidad, a Malamadre?. Al menos podrían molestarse en reconocerle el mérito, si no fuera por él aún seguirían de escaramuzas con el Capitán Cortez en busca de ese tal Profesor Flint.

Al final resultó que la puta era más puta por el piquito de oro que tenía que por cualquier otra parte de su anatomía y las habladurías entre sus compañeras de gremio terminaron por guiarle hasta una tal Helena. No la había visto pero le habían contado que sabía donde se encontraba la Santa María:  el Lucky Roger, el flamante casino de un hijo de puta con suerte llamado Carlisle Benedict.

- ¿Joder tío, vienes solo?, ¿dónde está la caballería?, los Condenados y todo eso… - A Frank le dieron ganas de darle un puñetazo al jodido contacto. Esta vez no vendrían, no sabía quien era esa tal Helena pero cuando Malamadre se enteró decidió cambiar de táctica, y la táctica era Frank, bueno, en realidad Frank y ese tal Alandrian, el chico nuevo del viejo Smith. La última incorporación a las filas de los Condenados, un midgardiano jodidamente enorme y borracho. Se suponía que debía ponerse en contacto con él y según el localizador que el viejo le había adjudicado ya estaba en el casino. En resumen, ¡Encima tenía que cargar con el novato!, Desde luego ya no había respeto por nada, ni antigüedad, ni jerarquías…Un sindicato, eso era lo que necesitaban los malditos piratas. No había nada más que ver lo bien que les iba a los gremios, incluso las “Jenny’s” tenían derecho a un mes de vacaciones según sus estatutos.  

- Cierra el pico y dame lo que tengas para mí. -Repuso de mala gana. El hombre le entregó un papel, los planos garabateados del casino y un acceso a la caja fuerte.

De no ser por las distracciones estaría chupado, ¡y qué distracciones!, ¡mujeres, dinero, y decían que hasta ese tal Carlisle había montado un ring de peleas clandestinas!, al menos iba a divertirse un poco antes de hacerle el trabajo sucio al puñetero Malamadre…

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19/11/2013, 14:18
Director

Preludio.

Dustin Eberhard

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Alpharius Tanhausser… una leyenda viva. Dustin había admirado su alta y régia figura desde que, de niño, su padre le contara historias de cómo había guiado el Lamento Aullador, el buque de guerra más temible de la flota aria, como un ariete a través de las naves del Loto en la batalla por la estación de frontera GunderKraft. De cómo el propio Alpharius había aparecido liderando la vanguardia de las tropas de asalto en la toma de la estación infestada de bichos.

Aquel día se perdieron muchas vidas arias, pero cuando la batalla parecía perdida, Alpharius alcanzó el corazón de la estación y abrió todas las compuertas, mandando los bichos a volar por el espacio cómo una nube de mosquitos estival. Además de rescatar a un grupo de treinta civiles y salvar la estación de frontera del avance de la plaga insectoide, Alpharius consiguió en esa batalla el ascenso que le permitió sustituir al nefasto Coronel Notchtard en el consejo militar del sector oeste, evitando así su plan de garantizar implantes automáticamente para todos los hijos de los oficiales en el momento en que cumplieran la mayoría de edad.

Ese día, Alpharius evitó que las futuras generaciones de su noble patria cargaran con más desigualdad y horror por parte del Reich. Y por eso luchaban los Casacas Negras, por el retorno de la democracia y la justicia a su sistema.

Sí, se podría decir que Alpharius era su héroe. Era todo lo que los jóvenes Casacas Negras querían ser de mayores, o al menos… lo fue.

Su misterioso accidente y aún más misterioso rescate siempre había estado envuelto en polémica y rumores, pero lo cierto es que, desde que retornó de entre los muertos y se lincenció del ejército no habían vuelto a saber nada de él. No había contactado con la organización, había hecho caso omiso a todas las señales e intentos de hacerle llegar noticias y no parecía querer relacionarse con nadie de su antigua vida. Durante años perdieron su pista. Hasta ayer por la noche, cuando su inconfundible máscara metálica apareció en todos los canales de noticias de la Unión bajo el letrero de “Se busca” y una nada despreciable suma de dinero. Sin duda era él, Alpharius Tanhausser, su héroe. Tenía que saber que había pasado, tenía que averiguar que ocurrió realmente. A pesar de todos los rumores se resistía a creer que alguien como Alpharius hubiera traicionado los ideales de su noble causa.

Y sus superiores pensaban igual, así que allí estaba él, jurándose a si mismo que no descansaría hasta que sacara la 

verdad de ese feo asunto. Lo escucharía por boca del propio Alpharius o moriría en el intento. La luna escarlata era un agujero infecto refugio de la escória más vil de la galáxia, pero también era su base de operaciones para mermar los recursos del Reich. Según el alto mando, Alpharius estaba en algún lugar de la luna, así que era su oportunidad para conseguir respuestas, antes de que desapareciera de nuevo como un fantasma.

En los momentos desesperados, uno siempre puede confiar en los más ruines. Escória de tan baja ralea como Piraña, demasiado cobarde como para siquiera intentar mentirle, después de la “motivación” adecuada, claro. El muy canalla había visto a Alpharius, es más, ¡Lo había estado espiando! Segun aquel despojo con cara de pescado estaba trabajando para una niña rica de Venectti como guardaespaldas. Todo

 tenía que formar parte de un plan, seguro, una elaborada estratagema para conseguir apoyos, acabar con algún corrupto o… bueno, no tenía que imaginarlo, podía preguntárselo él mismo en persona, aquel montón de basura atlante le dijo que se dirigían al casino de Carlisle, el Lucky Roger. Pretendían asaltarlo. Era una locura, pero empezaba a sonar más como el Alpharius de las leyendas. Si se daba prisa podría alcanzarle…

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19/11/2013, 14:25
Director

Preludio

Aaron Kernell

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

No, no… no tenía que escuchar a las voces. Esa voz… cómo el rascar de un clavo contra el cristal. Esa risa como arañar una pizarra que no podía acallar. Sonaba en el interior de su mente, arrancandole poco a poco la cordura.

- Humanos…- se burlaba, despectivo,- no hay más que darles lo que desean para quebrarlos. El resto es sólo mirar como ellos solos se destruyen- sentenció con una profunda risotada.

La culpa sólo era suya. Él había aceptado el trato. ¿O no lo había hecho? No se acordaba. Hacía tanto tiempo, tantas vidas atrás... había querido ser alguien diferente. Lo había querido con tanta fuerza que hasta le dolía, y alguien, o algo, había escuchado sus plegarias. Podría ser quien quisiera, dejar a todo y a todos atrás, y a cambio sólo le pedirian un favor. Un único favor.

Parecía un buen trato.

Demasiada joventud, demasiada ingenuidad… había huído de su casa, de su mundo, escapando de todos los que le querían hacer daño, pero no había conseguido huír de su vergüenza. Había cambiado de cara mil veces. Hombres, mujeres, niños, niñas, abuelos… ¡Incluso alienigenas! Se convirtió en una adicción, cambiar de vida, saltar de una a otra cómo en esos viejos videojuegos de plataformas. El subidón de salirse con la suya, de dejar todo atrás, de siempre escapar…

Pero ahora se daba cuenta, con horror, de que cada vez era más difícil recordar quien era. Era de URSUS casi seguro. Nació en una pequeña ciudad industrial… espera, ¿O era una granja-comuna? No, no… todo se volvía borroso… Había sido un chico delgado… ¿Un chico? ¡No podía ser que se hubiera olvidado de eso también!

¿Quien era? ¿¡Quien diablos era!? Había querido convertirse en Mil Nombres y se había convertido en el Sin Nombre, y ahora no tenía rostro, no tenía identidad. Y entonces volvió la voz. Llevaba años en silencio, pero volvió esa horrible voz rasgando su mente desde dentro. La voz sabía quien era, sabía de dónde venía, y podía recuperar esto… a cambio, tendría que hacer algo por él… tendría que ir al Lucky Roger, uno de los casinos más famosos del distrito del juego de La Perla y recuperar algo para él. Un anillo, le dijo. La Santa María.

Tenía que encontrar ese anillo, tenía que recordar quien era, y lo haría. Sintió el crujir de sus huesos y el dolor punzante que había aprendido a relacionar con el subidón de una identidad nueva. Pronto tubo otro rostro, otra complexión, otra vida. Iría a ese casino y se apoderaría de ese anillo. Y nada iba a detenerle.

 

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19/11/2013, 14:30
Director

Preludio.

Jack Black.

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Una vez más llegaba tarde. Cuando llegó a la luna escarlata parecía que se iba a comer el mundo, pero en realidad Ángela y su troupe ya se habían ido. Habían dejado atrás un par de locales incendiados y la estación llena de rumores sobre el Capitán Cortez y una tal Drake, que al parecer era una zorra.

Pero la chica que buscaba, la que sabía dónde estaba la excavación del profesor Flint y sus tesoros, no estaba. Se había ido. Tubo que buscar y rebuscar por todas partes hasta

 encontrar un tipo dispuesto a hablar por unas monedas. El tal Piraña, un atlante con pocos escrúpulos, le confirmó que les había oído hablar de asaltar el Lucky Roger, un gigantesco casino del distrito del juego de La Perla. ¿Asaltar un casino? No le cuadraba mucho con la imagen mental que se había hecho de la señorita Della Nocte, pero hasta el momento era lo mejor que tenía. Tal vez allí encontrara las respuestas que estaba buscando...

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19/11/2013, 14:37
Director

Preludio.

Terrence Nightingale

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Se acordaba del Profesor Flint, un verdadero entusiasta de su trabajo, la clase de gente que conseguía dar vida a las palabras y las piedras muertas con la que te quedarías embobado escuchándole horas y horas sin siquiera darte cuenta de que se te había pasado la hora del té. Le recordaba como una persona considerada y amable, y lo que aún era más importante, un tipo que no tenía reparos en aceptar aprendices y becarios nuevos solo con que mostrasen un mínimo de interés. Esta parte era clave en el plan de Terrence.

A través de Tesla, el misterioso blogger que por alguna razón siempre estaba al día de los cotilleos más jugosos de la galaxia en general, y de la juventud universitaria en particular, se había enterado de que el viejo Profesor había montado una pequeña expedición a las excavaciones de La Perla. Según decían, una expedición con muy poco presupuesto (los de la universidad de Dogma eran todos una panda de rácanos) y aún menos personal. No era por menosprediar las habilidades de su joven becaria, pero SEGURO que el Profesor sabría apreciar su inestimable talento para la arqueología. Era su oportunidad para volver a jugar en primera división. Una vez consiguiera un puesto de adjunto en Dogma, volver a su “Anima Mater” sería pan comido, ¡es más!, entraría por la puerta grande y esta vez más de uno tendría que morderse su pérfida lengua viperina, igual así había suerte y hasta se envenenaba en el proceso…

Sin embargo algún que otro contratiempo parecía amenazar el buen puerto de la expedición y lo que era más importante aún, ¡su billete de vuelta al estrellato!. Según Tesla, el Profesor había sido retenido por ese asaltacunas del Capitán Cortez y sus acompañantes estaban en búsqueda y captura por la policía cruzada. Minucias, nada que no pudiera resolver con su irresistible labia y savoir fair. Encontraría a la becaria, esa tal Angela Della Nocte, si seguía interesada en las ruinas de los Eones lo más probable era que se dejara caer en la pequeña fiesta de Carlisle Benedict. Ese coleccionista pretencioso no podía evitar pavonearse y exhibir su colección de reliquias entre las cuales se encontraba la maravillosa “Santa María”, la tercera de Las Damas de la Trinidad. Maldito cabrón con suerte… En fin, tendría que encontrar la manera de colarse en la fiestecita privada que organizaba en su flamante casino en el distrito del juego de La Perla: El Lucky Roger.

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19/11/2013, 14:41
Director

Preludio.

Esteban Castillo

Terminal P195, La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Tenía que volver a viajar en transporte. Desde el… incidente, había evitado siempre que podía viajar por la Zona Negativa. Claro que, con su nuevo estilo de vida, a menudo era inevitable. Todo el mundo decía que las voces eran una simple consecuencia del modo en que la Zona negativa alteraba la función mental, pero lo que todo el mundo sabía y nadie decía era que las voces susurraban la verdad.

Cerró con fuerza los ojos mientras las voces de su mujer y su hija le reprochaban su egoismo y su falta de ética. Le decían que se mentía a si mismo, que podía ser mucho más de lo que ya era, que el camino que estaba recorriendo terminaba en un acantilado. Le pedían que se uniera a ellas, que podía viajar a nuevos mundos y vivir nuevas emociones que nunca imaginaría.

Pero él era testarudo, demasiado testarudo para ceder. Y antes de que lograran convencerlo de que abriera los ojos, el olor metalico y salado de la sangre se desvaneció y las luces del transporte volvieron a abrirse. Suspiró aliviado, cómo casi todos los demás pasajeros. Faltaba uno, pero esas cosas ocurrian a menudo, era el precio por el viaje interestelar. Nadie dijo nada mientras una azafata recogia cuidadosamente su equipaje de mano y se lo llevaba.

Aterrizó en La Perla y el Piraña ya le esperaba. Su cuerpo atlante no era muy grande, pero aun así destacaba entre la multitud con facilidad, justo al revés que él mismo. La Perla se había convertido en poco tiempo en una boyante ciudad portuaria que era el centro de la colonia. Con una excesiva zona comercial y de ocio dónde una pudiente y pujante nobleza criolla disfrutaba con impunidad de su indulgéncia lejos de las recriminaciones de la iglesia de Dogma. Contrastaba con los marginados barrios de los colonos pobres, dónde uno podía matar y morir por un puñado de créditos sin que a nadie le importara lo más mínimo. Era el típico sitio dónde se reune la escória oportunista de la galáxia. El Señor Piraña, cómo a él mismo le gustaba presentarse, era uno de estos oportunistas.

Claro que trabajaba para La Familia. Así es cómo se llaman a si mismos. Lo descubrió después de que el atlante se acercara a él. Mataron a su pareja y secuestraron a sus crías. Ahora tiene que trabajar para ellos o moriran. Muchos de los agentes de La Familia con los que se había topado habían hablado de tratos similares (después de cierta, digamos, persuasión). Había seguido el rastro de desgraciados con la esperanza de localizar la cúpula de la organización, pero hasta ahora sólo había dejado un rastro de cadáveres levemente inconveniente para sus enemigos.

Pero todo esto estaba a punto de cambiar. El Piraña se había enterado de porque no parecían mostrar interés en sus actividades. Todos los esfuerzos de La Familia estaban puestos en algo llamado Las Tres Damas de la Trinidad. Le sonaban de sus tiempos de ver documentales y leer revistas de curiosidades y una breve búsqueda lo confirmó. Según los estudios de un tal Profesor Flint, estas tres piezas arqueologicas eran el mapa a un legendario tesoro perdido.

Al parecer una de estas piezas, la Santa maría, iba a ser expuesta en el casino de Carlisle, un tipo sin escrúpulos que controlaba el sector del juego de La Perla, el Lucky Roger. La pieza estaría expuesta, así que era el mejor momento para hacerse con ella. Seguro que la gente de La Familia estaría allí de un modo u otro.

No tenía ni idea de porque querían ese tesoro, pero cuando fueran a buscarlo… él estaría esperándolos.

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19/11/2013, 15:12
Frank Muller
Sólo para el director

Una leve sonrisa se dibuja en mi rostro cuando me percato de cual va a ser el objetivo, y donde se halla situado.
Nada menos que en el interior del casino que mas comentarios y rumores había suscitado desde su inaguracion.
Aun en medio del callejón, en penumbra, examino con detenimiento el plano que se me ha facilitado para hacerme una idea clara de donde se halla el objetivo.
Y hecho esto, doblo el documento, el cual desaparece en el interior de mi chaqueta, y aprieto el paso en dirección a mi objetivo.

Los callejones quedan atrás cuando al fin llego a la avenida principal de la estación. Y conforme avanzo hacia mi objetivo, ralentizo el paso pues me deleito con la vista que tengo delante.
Pero no es cuestión de perder el tiempo.
Doy una ultima calada a mi puro y lo arrojo apagándolo con el tacón de mi bota.
Apuro nuevamente el paso en dirección a la entrada principal del Lucky mientras miro de reojo mi zurda mecania en donde se halla el localizador que me muestra la situación del novato que se me ha asignado como compañero.
Y puesto que no parece estar a la vista, si no en el interior de la impresionante estructura, sonrío levemente.
Pues en función del grado de alcohol que lleve encima, el asunto podría llegar a complicarse.
Y para mi una complicación, es sinónimo de diversión.
Y mientras este agradable pensamiento cruza mi mente, mi diestra se apoya con suavidad en la empuñadura de mi acero al tiempo que avanzo buscando al tal Alandrian

Notas de juego

Duda muy muy tonta ¿Qué equipo llevo encima?. ¿Lo llegamos a hablar?. No lo veo por ningún sitio.

Master: el novato es Alandrian y no está contigo, sorry, tendrás que buscarle ;-)

Sobre el equipo tienes lo que llevas encima, tu ropa, tu arma, y algo de dinero suelto, si quieres una petaca o lo que se te ocurra. Lo que no tienes son ingresos regulares asique a menos que las robes no tienes cosas caras en plan una nave o cosas así.

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19/11/2013, 16:55
Dustin Eberhard
Sólo para el director

La Perla. Día 20 del mes Julio, 20:00h

Me muevo por las calles de este asqueroso lugar al que puedo casi llamar hogar, las cosas van de mal a peor, o eso dicen las noticias, pero aqui en lo mas profundo de la Luna Escarlata eso solo significa dinero. Esquivo a un par de prostitutas hasta que veo a la persona que busco, no es la mas guapa del lugar pero si alguien entra por el espaciopuerto, ya sea legal o ilegal, pasa bajo los ojos de este individuo o al menos el tal "Piraña" seguro que lo sabe.

Me acerco desde la espalda, sin darle tiempo a reaccionar... y apoyando algo en su espalda. - No tengo tiempo, Piraña... necesito informacion sobre este hombre, ahora mismo. - Le enseño la foto de Alpharius y cual es mi sorpresa cuando el atlante se pone a balbucear que lo ha visto, sonrio y aprieto mas el objeto de la espalda... se cuando alguien no me lo dice todo y ahi va... este maldito individuo ha espiado a Alpharius y parece ser que viaja con una niña rica. Eso de por si es una ayuda, pero encima van a asaltar el casino de Carlisle. Mi semblante no se ha inmutado en todo este tiempo pero eso no implica que me de cuenta de las repercusiones, una cosa es ser buscado, que en este ciudad es algo comun aunque no por esa suma. La mitad de los mercenarios van a estar con el gatillo facil ante un individuo de esas caracteristicas, pero lo del casino... eso es otro cantar, si consiguen salir de aqui con vida sera un milagro... uno que tal vez pueda ayudar a que ocurra. Necesito hablar con Tanhausser es de vital importancia pero no puedo ser demasiado directo o sospechara, ya ha evitado a nuestra organizacion demasiado tiempo y aunque... se quien es... y no haya nada mas importante que poder acercarme a alguien como él tengo que ser racional. Necesito respuestas, no que desaparezca de nuevo. Lanzo el trozo de metal, que habia apoyado en la espalda de Piraña, a la basura mientras me pongo en movimiento en direccion al casino.

La calle esta bastante transitada, las luces de neon se pueden ver por todas partes... prostituas, alcohol, drogas, todos los vicios y mas que cualquier hombre, mujer de cualquier raza pueda desear estan aqui, en esta zona y con un lugar privilegiado, el casino de Carlisle. Lo observo desde detras de mis gafas al otro lado de la calle, no es un lugar que acostumbre a visitar aunque haya estado dentro... necesito familiarizarme con el entorno, asi pues discretamente doy una vuelta a la zona, inspeccionando posibles rutas de entrada y salida, asi como a los guardias. Mientras doy mi paseo, reflexiono sobre porque asaltar un casino... en el caso de haberse quedado varado en este lugar igual necesita dinero pero, porque no recurrir a nosotros para salir del planeta, ¿por qué no quiere relacionarse con nosotros? Despejo mi cabeza... esas preguntas no me ayudan cuando llegue el momento espero que él las responda, ahora... ahora necesito entrar en ese casino con algo parecido a un plan.

Mi mente estudia cualquier posibilidad... si creo que lo tengo, el plan constara de tres fases; la primera, es reunir informacion tanto de la zona exterior como de la interior, asi de como todas las posibles rutas de escape ya sea por el aire como por el subterraneo aparte de las obvias a nivel de calle. La segunda dependera de la primera... y de como vea las opciones de que "su" plan pueda salir bien, si yo fuera ellos usaria un señuelo en la parte publica mientras alguien se infiltra en la parte de seguridad, si viaja con una niña rica o la dejan aparte o ella hara de señuelo, depende de las necesidades de Tanhausser. Necesito acercarme a él pero de manera que sea él quien me necesite y no al reves sino no servira de nada... si eso implica jugar a varias bandas, no es un problema. La tercera, es el escape... eso no es muy dificil de solucionar en primera instancia, teniendo en cuenta donde estamos... si hay dinero cualquiera se apunta pero quiero salir entero de esta, asi que tendra que ser bueno, aparte ira a coste del equipo de Tanhausser.

Uso mi movil para acceder a la red y ver que es lo que pasa, informacion sobre rutas que pasen por encima o por debajo del casino. Me conecto con uno de mis alias de tercera generacion*, se que si suelto una bomba, como donde esta uno de los hombres mas buscados de por aqui, y es mentira, el alias quedara practicamente destruido pero no puedo dejar que le pase nada a Alpharius, seguro que él lo tiene casi todo controlado pero este es mi campo de juego... solo por si acaso, intentare avanzarme a su juego. Y si es necesario sacrificare el alias... pero por ahora busquemos informacion y a alguien lo suficientemnte desesperado como para aceptar una recogida en esta zona.

Notas de juego

* Implica alias que he usado anteriormente para soltar informacion en la red, ni demasiado comprometedora ni demasiado veraz... solo lo suficiente para que la gente sepa que ese individuo sabe algo de lo que se mueve en la ciudad.

 

 

 

 

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19/11/2013, 16:41
Jack "Black" Shepard
Sólo para el director

Jack sacó la tarjeta del contacto y la guardó entre los pliegues de cuero de un bolsillo, acariciando el trasero. Miró a un lateral, a las luces de neón del edificio contiguo, y se quitó las gafas de protección que llevaba pegadas a los ojos. Giró los cristales y se miró el pelo. Echo una puta mierda. Estaba perfecto entonces, no hacía falta tocarlo. Cada mechón mirando para un sitio distinto como las lenguas de fuego de una explosión.

Sonrisa.

Abrió el asiento y metió las gafas dentro. A su vez sacó de un tirón seco la espada que llevaba, atascada y horizontal, entre dos láminas imantadas, cada una sobre una pieza de chapa. Terminó de cerrar la moto y guardando el filo en su funda de la cadera echó a andar hacia el ascensor de aquel tremendo garaje. Pisos, pisos, y un conjunto de máquinas elevadoras y corredoras para la clasificación. Miró hacia abajo y no pudo sino ver un insondable vacío rodeado por cubículos llenos de más cacharros.

- Seguridad laboral- bromeó en tono cínico, hastiado y sin barandilla, negando con la cabeza-. Seguridad laboral para tu puta madre, ¿no?- enseñó el dedo corazón al abismo y siguió con sus andares de camorrista.

Se palpó. Llevaba la cartera, el tabaco, el mechero eléctrico, el móvil y las llaves. Bien. Subió los cierres de la ropa hasta el cuello y presionó el control del ascensor con la yema de un guante negro. Mientras el cubil le bajaba, Jack aprovechó para mirar su reflejo en el espejo.

Un hombre ario, de ojos azules y cabellera rubia, encrespada. Afeitado, lampiño. Alto, atlético, vestido con una gabardina de cuero ceñida, de cuello alto, abrochada a la altura del torso y abierta por las faldas, dejando un abanico. Unos pantalones, también de cuero, se sujetaban por su prieta talla y un cinturón cuya hebilla rezaba "Hijo de Puta Peligroso". Sólo una correas negras, ceñidas al muslo derecho, cubrían una funda que guardaba la espada, accesible con un tirón del brazo si echabas el pie atrás. Finalmente, botas militares con un par de centímetros de plataforma.

Salió a la calle y aspiró. Miró el rótulo enfrente suya. Lucky Roger. Bien.

- Veamos si el pez tenía razón, ¿no te parece, Roger?- preguntó, ácido, simulando disparar al nombre con los dedos de la mano en forma de pistola. Hablaba de Piraña, claro. De Piraña y con "Roger".

Pasó la puerta, dejó lo que tuviese que dejar a la entrada sin preocuparse y se encaminó a la mesa de Blackjack más cercana de la salida, que también era la entrada, valga la obviedad. Dejaría algo de tiempo para ganar dinero. O perderlo, aunque había que ser optimistas. Se le daban bien los juegos "de azar". Como todo, vaya. No podía hacer otra cosa mientras esperaba a que sus chicos irrumpiesen allí presentándose solitos y en bandeja. Si no acudían a la cita ya se plantearía cómo salir del paso. Más allá, claro, de llevarse el premio gordo, preferiblemente de forma lícita. Si Della Nocte y su séquito de proscritos no aparecían, esperaba no haber llegado, otra maldita vez, tarde.

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19/11/2013, 17:42
Debrah Anne Drake
Sólo para el director

El levantarse de golpe no había sido bueno, la cama tembló y se puso a girar... o así lo sentí. Estaba en un bla caro de cojones. Nadie pagaría por una cita conmigo en un hotel tan caro... a no ser que ese alguien me fuera a pedir matrimonio o fuera una parte muy importante en su vida.

Cerré los ojos poniéndome una mano en la frente mientras me recostaba de nuevo en la cama.

-Qué manía con ser objeto de deseo, coño...

Todo era confuso y encima tenía el pelotazo de una de esas resacas asquerosas. Supuse en mi brillante análisis de la situación y de mis recuerdos que me habían vendido, yo misma lo había hecho con Alandrian en su día aunque a él al menos no le tocaba lidiar con vete a saber cuántas lesbianas zarrapastrosas disfradas de señoritas indignadas por quedarse sin hombre.

-Calla, Derpy, no me dejas pensar- pero era absurdo, la voz de Derpy sonaba en mi cabeza como un falso recordatorio de que la abuelita molona la había traicionado... aun así la abuelita seguía molando mil.
-Y ahora qué vamos a hacer ¿eh?-no me gustaba pensar en la gente que tenía una malsana obsesión conmigo, era una pérdida de tiempo en general y nadie me calaba lo suficiente como para dedicarle más de dos o tres minutos a la semana. Dejé que Derpy frotara mejilla con mejilla mientras la mierda de cancioncilla resonaba en mi cabeza.

No era culpa de la letra, es que la melodía era pegadiza.

-Ya hemos perdido mucho el tiempo aquí.-Decidí intentando abrir la puerta y luego pensar en comer algo que no fueran golpes... y luego buscar a las supernenas con pene.

Click.

Nada.

Click, click.

-...maravilloso-inspiré hondo y golpeé la puerta con la mano abierta- ¡DE PUTA MADRE!
Di la espalda a la puerta y cogí esa especie de escultura superjipster que me constaba que sería más cara que muchas lunas y la tiré contra la puerta en un ataque de rabia.... y quizá quien sabe, quizá se rompería.

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19/11/2013, 17:41
Alandrian

Ante la mención y la descarga salí disparado y me puse en pie. Estaba en un ring, otra vez, pero en un ring. El tío decía que devoraba corazones crudos y que tenía un apetito insaciable de vírgenes. Eso era erróneo, las vírgenes no tienen experiencia y suele ser algo aburrido, las prefería experimentadas.

En ese momento unió hilos. Era la segunda vez que caía K.O y aparecía en un lugar de lucha. Y la segunda vez que era tras estar con Drake- ¡SERÁ ZORRA! ¡ELLA ME VENDIÓ! -gritó- aunque claro, la verdad es que no me importaría -dije con una sonrisa divertida. 

Sonreí divertido porque ahora entendía los gestos temerosos de la loca y eso me hacía mucha gracia, pues ella me temía en parte.

-Bueno, chicos, estamos jodidos -dije cuando terminaron de presentarnos y vi a esa pedazo de mole de lagarto- ¿Queréis sobrevivir o preferís morir? Si queréis lo primero intentémos coger las armas ya, yo me encargo del lagarto -me crují el cuello y me encaré con el lagarto.

No pude evitarlo, me sentí como en los viejos tiempos, y viendo el disfraz leonino que llevaba supe que tenía que hacer. 

Comencé a rugir como si fuera un león y a gruñir al lagarto, tras lo que no dudé y me lancé a por el lagarto de cabeza. Solo podía esperar que ellos obtuvieran las armas.

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19/11/2013, 22:58
Alpharius Tanhausser

Master: Edmound recordaba cada palabra de la última transcripción del Mago, al parecer las Damas representaban la puerta hacia lo que siempre habían querido, el fin de la pretenciosidad y la supremacía transhumana. Un artefacto por medio del cual todos volverían a ser iguales ante los ojos de Dios. Necesitaban la Santa María, sin embargo en ausencia del Profesor, Angela sin saberlo había asumido un papel mucho más importante que un mero símbolo de escarnio público, pues era la única que con certeza sabían que podría leer el mapa compuesto por las tres piezas hermanas. 

Tres piezas y la Santa María era la primera. O al menos eso tenía entendido hasta que los contactos de Annonymous en la luna roja le confirmaron que no era el único infiltrado en la comisaría de Puerto Príncipe. En un principio había sospechado de la detective Solis aunque ahora que lo pensaba bien... ¿No había estado Pierre intercambiando una conversación privada por medio de papel de water y carboncillo con una muchacha?, estaba casi seguro que al final de su corta historia ella le había entregado algo que rápidamente se había cuidado de ocultar en uno de sus bolsillos. ¿Y si no fuera Solis?, ¿Y si fuera la reclusa?. Sí él había fallado con "la luna azul" era perfectamente plausible que enviaran a otro para seguir a la chica. El viejo Edmound sonrió bajo la mascara metálica. No sabía quien era "la chica de Amanda", pero una cosa era segura, era de las buenas, tanto que había conseguido engatusar al solenita con una reliquia falsa que hiciera las veces de localizador y transmisor. Recordó el lema de su organización: Por que ninguno de nosotros es tan cruel como todos nosotros... Era cierto, y ahora con él no solo tenían a la chica y la posibilidad de conseguir a La Santa María, también tenían un ojo tras las espaldas de Pierre y Meyer. Una jugada redonda, sí señor. 

Además, esto resolvía por sí solo el dilema de la detective Solis, o quizá sería mejor que empezara a llamarla Tijeras. Lo que no tenía tan claro era qué mierda estaba haciendo esa tía en mitad de todo este lío...

- Tiradas (3)

Notas de juego

Obviamente, la primera tirada está mal XD

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19/11/2013, 23:23
Aaron Kernell

Todo parecía frío cuando se sumergía en ese estado. Era como pensar acerca del misterio de la muerte. Un vacío profundo del que no podía escapar, que no podía evitar de ninguna forma.
A la vez, un asfixiante calor que no le dejaba pensar con claridad.

Cierra los ojos cuando comienza a escuchar esa voz.
Pero vuelve a abrirlos cuando quiere ver que no es una mala jugada de algún gracioso. Nadie está fingiendo estar en su cabeza.
Alguien le habla, pretende hacerle cumplir un cometido. ¿A cambio de qué? De sus recuerdos, de su identidad. Le parecía un precio justo.

Se levanta de forma pesada del pequeño rincón en el que estaba.
En mitad de la multitud, pero a la vez invisible. Un suburbio lleno de gente indiferente a la desgracia ajena frente a sus ojos. El mismo problema que encontraría siempre. Y poco a poco, se acerca al casino.

Sea.

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20/11/2013, 01:31
Esteban Castillo

No había buenos recuerdos de estos viajes. Ninguno.

Sofi me había hablado de ellos, varias veces. La compañía pagaba un extra, por peligrosidad y tensión psicológica según del desglose de la nómina, cuando el trayecto requería el salto por la Zona Negativa.

“Era tan real, ¡joder!”, me dijo cuando volvió de ese primer viaje, dos primeros en realidad, ida y vuelta. Estábamos solos, tumbados en la cama, su espalda contra mi pecho y mis brazos alrededor de su cuerpo tembloroso y tan inusualmente, sorprendentemente frágil. “Papá… te lo han contado mil veces, pero no esperaba… Y esta tarde, esta tarde ha sido…”.

Pobre de ti si tienes heridas mal curadas. Cuando la nave entra en ese lugar y el olor a cobre te inunda, más te vale apretar los ojos y olvidar. Sofi conducía bastante por encima del límite de velocidad en el accidente en que murió su padre. Por eso la conocí, en realidad. No podía soportar seguir en casa.

No había sido la primera vez, y por desgracia no sería la última. Pero ninguna fue como aquella; mi Sofi era una chica fuerte. La necesité muchas más veces de las que ella me necesitó a mí, si soy sincero.

La primera vez para mí, mi primer paso por la Zona Negativa, fue mucho después, hace solo un par de años. No hacía ni tres meses que me las habían quitado, y las heridas todavía estaban frescas. Pero tenía un trabajo que hacer. Entonces lo consideraba un trabajo, una obligación. La vida da vueltas que no te esperas.

Me pasé la primera mitad del viaje hecho un manojo de nervios, y cuando los altavoces se encendieron, y la voz femenina digitalizada explicó de nuevo el procedimiento, estaba tan excitado que no hubiera sido capaz de mantenerme en pie. Esperaba oír sus voces de nuevo, aunque no fueran más que reflejos de mis propios pensamientos.

Y, como suele decirse, ten cuidado con lo que deseas. Sofi lloraba, y la voz de mi hija, tal real como si estuviera susurrándome al oído, me acusaba. Podía haber estudiado de nuevo para los exámenes de promoción; llevaba años postergándolo. El aumento de sueldo hubiera sido suficiente para pagar las facturas, y Sofi hubiera podido rechazar los viajes. Pero Sofi era fuerte, podía con ello, y yo solo era un desgraciado sin más ambición que tener una vida tranquila, dormir junto a mi esposa y ver crecer a mi Estefanía.

Sofi había elegido el nombre. Decía que sonaba a los nuestros, Esteban y Sofía, Estefanía.

Cada vez era diferente, pero al mismo tiempo igual. Siempre dispuesto a recordarme que no lo había superado totalmente. Esta vez habían hablado ambas, reprochándome mi egoísmo, lo que había hecho en su nombre para no manchar el mío, ofreciéndome algo mejor si me dejaba llevar.

Por suerte, soy terco como una mula. Para mí era asertividad, pero eso me había hecho discutir durante años con mis padres, con mis amigos, acabó con mi primera relación formal, y provocó numerosas peleas con Sofi. Me queda el consuelo de que casi siempre tenía yo la razón.

La experiencia, en cualquier caso, me quitó las ganas de seguir flirteando con mi compañera de asiento. En realidad no era guapa, ni particularmente interesante, pero estaba cerca. Y me tocó los cojones que se tomara tan bien el salto.

Cuando por fin aterrizamos en la terminal, el clima de La Perla me dio la bienvenida con una bofetada. Estaba acostumbrado al calor, pero la humedad del aire parecía suficiente para darte un baño. Me quité la americana, solté el botón superior del a camisa y aflojé el nudo de la corbata. No iba a evitar que echara por los poros los dos vasos de ginebra que había bebido, pero me permitía respirar.

Desde luego, parecía un ambiente más adaptado para mi anfitrión que para mí. Vi al Piraña entre la muchedumbre en la otra punta del terminar mientras bajaba por las escaleras. Hubiera sido difícil no verlo. Los atlantes no abundaban fuera del agua, ni siquiera en un lugar como aquel.

Cuando me reconoció, yo ya estaba lo bastante cerca como para contarle los dientes, cada uno de ellos probablemente tan afilado como mis queridas mariposas.

—Dichosos los ojos, Piraña —le saludé, apartándome un mechó de cabello húmedo de la frente—. ¿Me vas a dar un tour turístico o descargamos mi equipaje antes?

Gracias a mi apuesto amigo, estaba sobre la mejor pista desde que empecé con esto. Me había cargado a algunos pececillos, cabrones que habían participado directamente en el secuestro y atentado, pero nada más que músculo. La información del atlante me iba a permitir cruzarme en el camino de los peces gordos.

Uno de los casinos que habían surgido como setas en la floreciente metrópolis, alimentados por contrabandistas, buscadores de fortunas, piratas y sobre todo, turistas con demasiado dinero y no mucho sentido común, iba a exponer uno de los objetos más cotizados de la galaxia. La Santa María, una de las Tres Damas de la Trinidad, hallazgos arqueológicos que, conectados, supuestamente darían acceso a un tesoro increíble. Todo el mundo que importaba, gobiernos, nobleza, criminales, sociedades… todo el mundo parecía ir tras ellas como un adolescente tras una chiquilla que la ha prometido sexo. Así que debían ser algo gordo, gargantuesco.

No tenía claro qué hacer con ello. En cuanto había recibido el chivatazo me había embarcado hacia La Perla. Ni siquiera había tenido ocasión de documentarme como era necesario todavía.

Podía tratar de robarla. No tenía las habilidades necesarias, carecía de suficiente tiempo como para prepararme, y estaba seguro de que no sería el único. Problablemente ni siquiera era la verdadera reliquia. Pero si lo era y conseguía, cambiaría las reglas del juego. La Familia tendría que buscarme. Ellos y media galaxia, pero eso casi lo hacía más atractivo.

Fuera como fuere, debía saber antes de decidir. Los tenía a mi alcance por primera vez, y era el momento de jugar bien mis cartas. Ganar era parte fundamental de la diversión.

—Y por cierto —añadí, dándole una palmada en el hombro escamoso—. Ve poniéndome al día.

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20/11/2013, 10:47
Pierre Labit

La descarga me hizo levantarme como un resorte. Musité una queja por lo bajo.

- Joder, al menos déjame dormir un rato, que ya es la oct...

Tardé unos segundos en darme cuenta de que no estaba donde creía. Por suerte, a tiempo. Escuché las quejas de Alan. Pero no me importaron, aquello era demasiado divertido. Los tres, con aquellos trajes. Y ese bicho verde y enorme... vale, no es que me apeteciese ser el postre de nadie. Y tenía un hambre de cojones. Pero esto era divertido. Bastante divertido. Había algo en mi mente que me gritaba que el haber sido cambiado de ropa conllevaba un problema importante. Pero aquello era un problema del Pierre del futuro. El Pierre actual estaba imbuido por el espíritu del espectáculo.

Levanté los brazos hacia la gente y grité.

- ¡Wuhuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!

Me agarré a la caja e hice un movimiento bastante soez con las caderas. Si querían espectáculo, lo iban a tener. No era la primera vez que estaba en una caja. Y sabía que aquello iba a acabar en sangre. Pero no solía ser la mía. De paso aproveché la subida para mirar al techo... allí estaban las armas.

- Me pido la espada.

Y salté de nuevo al ring, medio agachado, para dejar que mi capa hiciese su efecto. Maldita sea. Allí no había viento que agitase mi capa. Así uno no podía estar divino.

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20/11/2013, 12:21
Terrence Nightingale

En realidad, Terrence casi se atraganta al leer la noticia en el blog de Tesla. Admitámoslo: que un Profesor –o una institución respetable cualquiera- se pasee por la Luna Escarlata no era algo que hubiese esperado. Dejó los, por otro lado considerablemente asquerosos, fideos enlatados que estaban sirviéndole de cena, merienda y desayuno y, a toda velocidad, se dio una ducha. Sólo al salir, mientras se lavaba los dientes y se secaba a toda prisa, se dio cuenta de que aún tenía visita. Cepillo en boca, toalla liada alrededor de su cuerpo flacucho, Terrence intentó despertar a… bueno, a como se llamase. Estaba en el colchón que, tirado en el suelo y rodeado de botellas vacías, le servía de cama. Terrence no suspiró con tristeza y alcoholismo potencial, como solía pasarle cada vez que dedicaba más de un segundo a observar su piso sin estar borracho. Ah, no señor, esta vez iba a escaparse.

Levantate, insistió, utilizando esta vez su pie. Debido a los dientes a medio cepillar, sonó más bien como “Lefahnfaghe”, y hemos de suponer que fue las cada vez más insistentes patadas y no su dulce voz lo que despertó al no-tan-bello durmiente. Este sonrió a Terrence con unos dientes partidos y unas mejillas cuya superficie se disputaban las manchas de viruela con el acné. Para exasperación de Terrence, le sonrió con adoración y dulzura.

Madre de la Santísima Coca-cola”, pensó, “pero en qué estaba pensando, qué me había metido o quién me estaba amenazando de muerte”. No se acordaba, por supuesto. Ahora reconocía al chico, un muchacho de unos 20 años que estaba de becario entre los saqueadores de su último trabajo. Cepillarselo no era una jugada inteligente, pero mucho menos llevarlo a su piso. Aún así, no tenía tiempo para preocuparse: ah, no, esto se iba a terminar, pronto abandonaría la Luna Escarlata. Le empujó poco a poco a la puerta, sin dejarle siquiera vestirse del todo y charlataneando que perdona, querido, pero tengo cosas que hacer.   

Cerró la puerta, extendió la mano, alcanzó una botella de licor y le dio un trago. Siempre había una a mano. Que se debiese al tamaño del piso o a que Terrence estuviese en proceso de morir de coma etílico puede ser algo que requiera discusión. Ni corto ni perezoso empezó a cepillarse los dientes de nuevo (no quería oler a alcohol baratucho), recogerse el pelo y vestirse decentemente. Ahí estaba, al fondo del armario, el único traje que le quedaba de Oxbridge. Había que admitir que estaba ligeramente polvoriento, pero cuando se lo volvió a poner se sintió como si los días de gloria estuviesen al alcance de la mano. Aceptablemente perfecto.

La idea era colarse en una fiesta en el casino y encontrar a la becaria, probablemente una chica bonita y sin cerebro. Por qué un Profesor decidiría pasar tiempo con una mujer, teniendo en cuenta el panorama que había en las universidades, era algo que se le escapaba. Pero volviendo al tema, debiera ser fácil para alguien con sus multiples talentos colarse. He aquí el plan que Terrence tenía en mente: llegar allí y sopesar la situación dando una vuelta y escuchando lo que se hablaba a las puertas. Le interesaban principalmente las entradas principales y de servicio. Dependiendo de la cantidad de seguridad en cada una, utilizaría un rápido glamour para engañarles. Por supuesto, sería sólo visual, pero eso era todo lo que hacía falta. O bien se haría pasar por un hombre de pinta rica que demandaría entrar por la puerta principal (la imagen que tenía en mente requería mediana edad, estar al borde de la obesidad, bigote, traje y un puro en la boca); o se disfrazaría como un limpiador, se colaría en los servicios y emergería de los retretes despojado de ilusiones. Una vez en la fiesta, confiaba en saber pasar desapercibido.

Dedicó una ultima mirada a su reflejo. Su pelo estaba de color cobalto, aunque podía cambiar de camino al casino, y surcado por una cantidad cada vez más amplia de canas. De sus ojos colgaban las ojeras y el traje, que en tiempos le había servido tan bien, colgaba un tanto amplio de sus hombros. Tosió un poco. Sí, había adelgazado. Tenía el atractivo fatal de esas prostitutas tísicas que tanto gustaban en los bajos fondos de Versalles. Suspiró, negó levemente apretando los labios y, finalmente, se obligó a sonreír. Seguro que podía hacerlo pasar por una opción deliberada. Sí.

Abrió la puerta y salió a la calle. A la aventura.

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20/11/2013, 21:26
Angela Gabriella Della Nocte

[Flash Back: mañana del día 20 del mes Julio. Hostal "La Perla"]

 El vestido rosa chicle claramente sacado de los saldos de unos grandes almacenes seguía ahí, como una cruel broma que me recordaba que Minerva ya no estaba. La tela era mala y el corte de furcia, pero de acuerdo a la androide "era lo que estaba de moda". Una instrucción sencilla para que me comprase un vestido para el casino y ni siquiera eso podía hacer correctamente. 

Extendí la mano por costumbre, pero evidentemente no supo reconocer la señal sutil. Minerva habría tenido un zumo recién exprimido preparado, esta cosa ni siquiera fue capaz de alcanzarme un refresco. Concentrarme en nada con su presencia era completamente imposible. 

No podía evitar sentirme como una fracasada, incluso antes de empezar y por más que me esforzase en ocultarlo. El vestido que había podido conseguir en el último momento era vulgar. si, me había esforzado en contrar algo decente, pero nada de lo que llevaba era exclusivo o especial. Había planeado que el dinero cayese a mis pies y ni siquiera tenía los zapatos apropiados. 

Supuse que debería sentirme "aliviada" de haber sido borrada, pero eso sólo me hacía sentir peor. Era como si no existiera, como si no fuese nadie. Ni siquiera en la red podía considerarme gran cosa. Y entonces la androide decidió hablar, aparentemente ni siquiera sabía cuándo debía dejarme en paz y no hacer nada. 

- ¿Cuales son mis instrucciones? - la voz era la de Minerva, pero sonaba impertinente. 

- Ninguna, no hagas nada - respondí

- Soy útil - replicó. La miré profundamente molesta, dejando claro que aquella afirmación no merecía respuesta. Pero ella insistió - Mi programación me habilita como sirviente personal, sastre y chofer.

Cuanto más hablaba más la odiaba y estaba segura de que aquella IA también me odiaba a mi. No podía ser de otro modo. 

- Ni siquiera has sido capaz de escoger una buena tela. - respondí en un intento de que me dejara en paz. 

- Las guías del consumidor la ponían como la más valorada y con el estampado más popular. 

La miré como si acabase de matar un gatito. No entendía absolutamente nada, era vulgar e impertinente, sin nada de lo que me había hecho querer a Minerva. Pero aparentemente aún podía hacerme sentir peor. 

- Si está tensa puedo ofrecerle gratificación sexual. 

Sentí ganas de gritar de pura rabia. La aparté de un empujón. Había accedido a ponerle una memoria porque era impráctico cargar con el cuerpo de Minerva, pero aguantar aquella otra IA era insufrible. 

- No me toques Sookie - el nombre se lo había puesto porque era ordinario, como ella. Respiré hondo en un esfuerzo por controlarme - Dudo que seas capaz de hacer nada bien. Me sorprendería que tuvieras alguna utilidad. Así que procura al menos no estorbar. 

De nuevo, unas instrucciones sencillas. Pero sabía que, de algún modo, tampoco sería capaz de llevarlas a cabo. Terminé de ponerme el vestido rojo y arreglarme. Sola, sin ayuda. Después salí a reunirme con el resto. 

El plan estaba trazado. Sólo esperaba ser capaz de llevar a cabo mi parte, aunque me sintiera como un auténtico cero a la izquierda...  

- Tiradas (1)

Notas de juego

Si es programación tiro uno más, aunque igualmente es una tirada patética. Esta claro que no tengo suerte.