Partida Rol por web

En contra de lo acostumbrado, esta vez el viento no sopla desde el Norte, sino que viene del Sur, desde las montañas que podéis ver recortándose a lo lejos. A pesar de ser pleno verano, la brisa es ligeramente fría, arrancando un escalofrío a los mas frioleros y risas a los que se mofan de ellos.

A medida que os vais acercando vuestros ojos captan la presencia de un pueblo a las faldas de la montaña, rodeado de vigorosos cultivos de cebada y centeno. Se nota que es una población próspera y en crecimiento, cuyo sino está ligado inevitablemente a la Orden. Por el camino os veis entorpecidos por una manada de ovejas que se niegan a apartarse de la rudimentaria carretera, retrasando la marcha hasta que el pastor consigue echarlas y murmura unas rápidas escusas antes de desaparecer.

La verdad es que sois bastantes, una abundante compañía formada por Magos de todas las Casas y grogs de todo tipo que levantan una ligera polvareda al desplazarse, que se pega a las túnicas y los vestidos como queriendo dar uniformidad a la asombrosa variedad de colores, a cada cual mas variopinto.

Y no es de extrañar. Para algunos es su primer Tribunal, otros en cambio ya son veteranos pero en todos se palpa la tensión, pues nunca antes se había celebrado esta reunión en un sitio de tamaña importancia. Todos saben que el politiqueo será intenso, así como los Certamenes y las incesantes charlas académicas, por no contar los suculentos banquetes y la posibilidad de ojear una de las bibliotecas mejor surtidas de todo el Continente.

Por fin podéis verla. Incrustada en la roca como si de una gema se tratase, se alza la entrada bordeada por elegantes columnas que sostienen una fachada al mas puro estilo de un templo griego, donde puede verse grabado el símbolo de la Orden. Las puertas, labradas en bronce, muestran una simple frase Ad mortem incurrite.

Lentamente en la ontananza se ve a una muchacha de rostro salvaje y figura indomable montada a lomos de un Huargo que tira de una pequeña carreta y a pie anda un hombre encorvado y enjuto, cubierto con una capa negra. Es mas bien tirando a feo en contraste con la muchacha que es excepcionalmente bella.

- ¿Tu crees que habra algun mago guapo?

Pregunta la muchacha a su acompañante, este se sonrie mostrando una careta digna del dia de los locos.

- Puede hija, puede ¿Tu crees que habra algun banquete especial?

- Puede hijo, puede.

La comitiva miraba rara a la montura de la moza, extrañamente el lobo y el grog se relamieron de gusto al ver pasar a unas ovejas, cada cual cocinandolas mentalmente de una manera distinta.

Ante ellos la Domus Magna comenzaba a alzarse imponente imponiendo el respeto que se merece.

Señor, cree que nos darán de comer un poco de carne cuando lleguemos?

Miro a mi acompañante grog, que me ha sacado de mis pensamientos. Lo dudo mucho, Duncan. Ves los cultivos de cereales y hortalizas? Pues lo más probable es que lo que comas hoy proceda de allí, y no la carne de estos animalejos. La mula que lleva mi otro acompañante, junto con mis enseres, suelta una especie de relinche como queriendo darme la razón. Duncan suelta un bufido y yo sigo con mis pensamientos. La verdad es que no me apetece nada estar aquí, pero bueno, alguien de la alianza debe estar presente y esa responsabilidad ha caido en mi. Miro a mi alrededor, parece que hay magos que compiten por ver quién lleva el mayor séquito. La verdad, con dos acompañantes y una mula salgo perdiendo...

Pise donde pise el suelo está plagado de mierda de oveja. Viendo la Domus Magna desde mi posición me supongo que para cuando llegue, llevaré conmigo una gran cantidad de excrementos de oveja. Igual les sirve como foco para algún hechizo, musito mientras sonrío.

Poco después de regresar de mis viajes, había recibido una noticia a través de los miembros de mi alianza. Se había convocado un tribunal y alguien tenía que hacer acto de presencia en él. A causa de mi afán de viajar han tenido que dar la cara por mí alguna que otra vez, así que sin rechistar acepté el honor, tampoco es que fuera una reprimenda.

De todos los acompañantes del séquito que había proporcionado la alianza para el viaje, al único que conocía mejor era a Ghassân, que había decidido volver conmigo tras mis viajes. A simple vista destacaba un poco, su color de piel era más tirando a marrón, más moreno que el resto que no trabajaban de sol a sol. Pero en cuanto abría la boca se podía notar su origen musulman. No podía deshacerse de su acento, y me costó bastante enseñarle más que las cuatro frases que conocía en la lengua de occidente.

-¿Es allí destino? -preguntó con su peculiar forma de hablar señalando la construcción-. 

-Indudablemente, Ghassân, no podría ser otra cosa -respondí conciso mirando en la dirección que había señalado-.

Ambos caminábamos juntos y el contraste de nuestras vestimentas se hacía notar. Yo llevaba mi vestimenta de cuero y plumas, mientras mi acompañante portaba las finas túnicas características de su tierra natal, y el turbante, nunca iba sin su turbante a ningún lado. Detrás nuestra había una pareja que cargaba con las posesiones.

El polvo del camino se aderia a las ropas del mago como mosca la mosca al caballo que tiraba del carro en el cual iba montado junto con los enseres del viaje, el frio viento del norte le hacía resgarduarse más si cabe entre los pliegues de su túnica, malhumorado observaba a los custodes que a su diestra y siniestra montaban,un grupo de seis hombres especialmente designados por él y sus pares, suficientes para disuadir a cualquier bandido de caminos y salvaguardar su tapadera de comerciante.

La carreta se paró de improviso, a sus oidos llegaban los balidos de ovejas -¿y ahora qué?- preguntó con tono de pocos amigos -mi señor, respondió el cochero, un pastor y sus ovejas están en medio del camino- se excusó con tono contrito.

Un suspiro salió de sus labios, alzando la cabeza observó la singular comitiva, allí parada esperando que un humilde mundano y sus animales terminasen de pasar, que imagen más singular, ellos capaces de controlar las fuerzas de la creación aguardando un rebaño de ovejas.

Una hombre con un turbante acompañado de otro con una capa de plumas, un necio que sonríe pisando sobre un montón de mierda de oveja, sin embargo lo que más llama su atención es la muchacha montada sobre un huargo -estúpida y engreída chiquilla, sigue llamando la atención de esa manera y veremos cuanto tardan en colgar tu cabeza en una pica- pensó para si mismo.

Los caballos pifian nerviosos, no solo por la presencia de los magos, sino por la de un depredador tan voraz como puede solo puede serlo un lobo gigante, a duras penas conseguían controlar los animales.

Malhumorado se bajó del carromato, -poned más distancia entre el huargo y vuestras monturas- ordenó mientras se acercaba al caballo que tiraba del carro con la mano en alto y susurrando una palabras conciliadoras.

Tu sortilegio tiene el efecto esperado y los caballos se tranquilizan visiblemente, aunque si tardáis mucho mas en llegar todavía podrían volverse a inquietar. Otros magos, tomando tu ejemplo, se apresuran a aplicar el hechizo sobre sus propios animales e incluso alguno te guiña el ojo agradeciendo la idea.

El carromato de Remiel era tirado por dos grandes y voluminosos bueyes en un ritmo lento y pesado, por no decir exasperante. Sin embargo el mago aprovechó ese tiempo para pensar en la oportunidad que se le había dado.

La asistencia a un tribunal nunca era poca cosa, era un lugar en el que se podía aprender muchas cosas más allá de solo rituales y hechizos. La mezcla de Casas siempre le había resultado grata por todas las posibilidades que ofrecía, pese a que el no tuviese otros colegas magos en su alianza.

Sin embargo todo lo bueno siempre tiene algo malo, como no podía ser de otra manera. Con tanto mago junto, habría certámenes en demasía con toda la lata y la pérdida de tiempo que conllevaba. Estos duelos le recordaban a dos adolescentes jugando a ver quién orinaba más lejos. Un desperdicio de fuerzas y tiempo sin más sentido que el de mejorar el propio ego. Por no mencionar toda la pompa y fastuosidad que se mostrarían. Recursos tirados a la basura.

Aun así el curtido mago confiaba en que el conocimiento obtenido valdría la pena, y mucho. Tenía ganas de llegar y la ansiedad comenzaba a acumularse en sus cansados musculos. Sentimiento que la parada por culpa de las ovejas no hacía sino agravar. En cuanto estas se retiraron le dijo al grog que le servia de cochero

-Venga Humberto no perdamos más tiempo, continua la marcha- con tono seco y autoritario.

Observo detenidamente la caravana, mientras los Magos lanzan sus hechizos para controlar sus bestias.

Detengo la montura, esperando a que el pastor haga su trabajo y le susurro a mi buen Alferio, compañero de correrías, guardias y aventuras:

"Míralos, demasiados refinados y pomposos para pasar desapercibidos. Lanzando hechizos como si no hubiera mañana por cualquier nimiedad sin apenas atisbar que el Mundo no es como sus cómodas Alianzas. "

Le señalo los campos y la población:

"Fíjate que campos, que exhuberancia y buen hacer. Seguro que en el pueblo tiene que haber por lo menos una buena taberna para degustar los caldos y manjares de la región."

A continuación me fijo en la Domus Magna y le digo:

"No te parece demasiado clasicista para ser la sede de los Flambeau? Yo me esperaba una forticación inexpugnable, ominosa y armada como una fortaleza en Tierra Santa"

Alferio asiente, silencioso y guardando sus pensamientos para sí como de costumbre.

Espero a que la comitiva avance, dando un largo trago al odre del agua para quitarme tanto polvo de la garganta, pasándoselo a continuación a mi camarada, y busco al pastor antes de que desaparezca y con la mejor de mis sonrisas, le ofrezco el odre:

"Saludos. Espero que ningún animal se le haya extraviado con semejante espéctaculo. Me podrías informar sobre como se llama el pueblo y donde puedo catar el vino de la zona? Me gustaría visitarlo y admirar los productos de esta tierra."

El campesino en ese momento se giro hacia el mago que le preguntaba y mirándole con una mirada adusta y limpia, a través de la mugre de las pestañas, le contesto con toda la delicadeza que pudo.

Si hombre si, ¿ves el cardo ese que va detrás de la moza del lobo? Sigue todo recto y llegaras a la calle principal. Allí encontraras la panadería que regenta Marie Lein, La llaman la Aldabas, por si preguntas por ella. Siguiendo por la calle veras un puesto de mercado de frutas, veras a su marido Jean Pierre el quesero-al ver el signo extrañado del mago se apresura a contestar-No, no vende queso, pero calza una barcaza. Si tiras pa bajo, pa bajo, pa bajo llegaras a la plaza y escondidita entre las sombras, agazapada bajo el ayuntamiento encontraras la posada del Lamadelon-le echa una mirada al mago-Vino, mujeres y una comida caliente y recién salida del horno, por un buen precio.

Dicho esto se despide al tiempo que arenga a las ovejas-Que disfrute en Pèrouges, ¡STUUUUUMAAA!

Con un ligero chirrido inicial, las pesadas puertas empiezan a abrirse. Podéis ver como hay una comitiva de cinco magos Flambeau (3 hombres y 2 mujeres) que sin duda ha venido a recibiros. Algunos de ellos se muestran ansiosos y otros impasibles, pero ninguno muestra una expresión tan intimidante como el que ocupa el centro. Sus ojos saltan de un mago a otro, examinándoos como si pensara en la mejor manera de cocinaros para obtener el mejor sabor. Era sin duda Tortious, el primus Flambeau, y hacia honor a su leyenda.

-Sed bienvenidos a Val-Negra-exclama con voz potente-Ahora si me acompañáis, nuestros grogs os enseñaran los aposentos que se os han dispuesto. Si precisáis de algo en especial, no dudéis en pedírselo-acto seguido se da la vuelta y se marcha, provocando chasquidos de lengua y miradas de desaprobación entre los visitantes. Era costumbre que el anfitrión diese una bienvenida mas cálida o por lo menos que no los tratase como si no importaran nada.

El resto de magos, como previendo las acciones de Tortious, se apresuro a dar una bienvenida mas convencional a medida que los magos traspasaban el umbral. Percibís claramente el poder del Aegis, como una vibración intensa antes de atravesarlo, signo de que es particularmente poderoso. Ante vuestra vista se extiende un túnel que penetra hondo en la montaña, iluminado a intervalos por llamas que flotan a los lados. La primera parte es bastante estrecha , pero bruscamente se ensancha dejando un pasadizo de tamaño respetable.

Poco a poco el murmullo se fue apagando como el eco de los pasos de Tortious, el amor propio era común entre los magos, si bien en algunos más que en otros.

-Supongo que cuando eres un archimago y por extensión primus de una casa puedes permitirte tratar como escoria al resto de magos de la alianza- pensó para si mismo -lástima que no sean conscientes que sus aptitudes obviando su talento para hechizos de creo ignem son cuanto menos descepcionantes-.

-Gracias por la invitación, es un honor para mi el asistir a este cónclave, la casa Tremere como siempre ayuda a sus hermanos y camaradas Flambeau- respondió con una sonrisa al dignatario Flambeau.

Echas las presentaciones se volvió a sus grogs para ordenarles que tuviesen todo dispuesto para sus aposentos.

-Permitidme un pequeño obsequio muestra de nuestra buena voluntad y amistad- dijo con tono solemne antes de dar un par de palmadas a las cuales un grog acudió presto con un pequeño cofre de madera, ornamentado con runas místicas.

Septimus tomó el cofre entre sus manos, ofreciendolo al dignatario Flambeau con una ensayada reverencia, al abrirlo se puede ver un hermoso abanico a todas luces algo común y cotidiano.

-El fuego necesita de aire para vivir y crecer- enunció con cierta teatro -¡que vuestro fuego nunca se consuma y siempre se dirija hacia la dirección que deseéis!- dijo con una sonrisa -permitidme si os place una pequeña demostración- dijo tomando el abanico entre sus manos con sumo cuidado.

-Un suave giro de muñeca para una agradable brisa, uno vigoroso para ... bueno os lo dejo a vuestra imaginación- acto seguido extendió el abanico y con mucho cuidado y muy lentamente giro la muñeca, al momento una brisa de viento se produjo meciendo sus cabellos como si fuese al galope sobre una montura.

Con gran ceremonia volvió a enrollar el abanico ofreciendolo de nuevo al mago Flambeau. Con una sonrisa y buenas palabras se despidió, para seguir su equipaje camino de su habitación.

Papagena baja de su Huargo y realiza una inclinacion teatral a modo de saludo, la cual sigue Aigor, la pluma de su boina cae por delante y al elevarse queda frente a su cara.

- Salve, voy donde el deber me llama.

Finaliza con una sonrisa pronto unos grogs vienen a enseñarle sus aposentos, Papagena se acerca y acaricia el rostro del primero diciendole con una voz dulce como la jalea real.

- Hola, perdonad que nada mas llegar ya os este dando labrasa pero ¿podriais llevar a mi huargo cerca de las caballerizas? No hace falta que lo ateis ni nada y ¿Podriais ayudar a Aigor con nuestras cosas? Son muchas... -cuando el grog asiente Papagena le da un beso en la mejilla y radiante le dice- gracias chicos.

En seguida se gira hacia Aigor y Jax, al primero le encomienda volver junto a ella una vez termine de dejar todo en los aposentos y al segundo le da un abrazo y le dice cerca de la oreja que no se salga del Aegis de la domus magna.

Ambos parecen entender, cuando los grogs de los Flambeau se acercan a por las cosas de Papagena Aigor toma el mando y comienza a tirar del fardo mas pesado con intenciones de cargarlo el, pero a mitad de levantamiento cambia de opinion cogiendo uno algo menos pesado pero justo antes de levantarlo vuelve a cambiar de opinion y se queda mirando la carreta, finalmente agarra una mochilita pequeña, no mas grande que una mochila de cazador, donde llevaban las viandas del viaje y que ahora estaba con un contenido mas bien exiguo, feliz les hace una seña a los otros grogs para que cojan el resto del equipaje y se encamina hacia donde le dicen.

Papagena por su lado se coloca bien el sombrero y descalza como iba se adentra en la marabunta de magos hacia el comedor en busca de noticias frescas, hechizos nuevos y... puede que algo mas con lo que calentar el lecho aquella noche.

Sonrío para mis adentros por el frío recibimiento, quizás podrían usar sus conocimientos de Ignem para calentar un poco su sangre... Cuando el Tremere responde me apoyo en una pared, de brazos cruzados, escuchando atentamente y una sonrisita aparece en mi rostro. Vaya por Dios, Flambeau y Tremere, toda una lucha de egos. Esto promete diversión a raudales.

No puedo evitar fijarme en la chica con su Huargo, diciendo a los grogs que no hace falta que lo aten. Mi sonrisita se transforma en una carcajada. Aquí cada cual está peor...

Muy bien Duncan, dejad la mula en las caballerizas, o donde sea que la tengais que dejar, y despues, subid el bául a mis aposentos. Necesito la ropa que hay en él. La mierda de oveja no tiene cabida en una Domus Magna. Ah, y por favor, no la dejeis al lado del Huargo.

Dicho esto me marcho con el grog que me tenga que llevar a mis aposentos. Apenas doy dos pasos cuando el hombrecillo jorobado me aborda. De verdad, piensa que temo que el Huargo se coma mi ropa? Temo por mi mula... Pienso seriamente en hacerle un nudo en la lengua, pero bueno, termina de hablar pronto y se aleja a la velocidad a la que llegó.

Sigo mi camino al lado del grog observando el trasiego de magos aquí y allá.

Por favor, me gustaría asearme, ha sido un largo camino y no he gozado de demasiadas comodidades. Supongo, que en un lugar como este, no tendré que preocuparme de la comodidad. Continuo hablando sin esperar su respuesta. Es enorme, sin duda, ¿cuantos hombres habitan el pueblo?

La joroba dificultaba su caminar iba cojeando hacia la izquierda debido cuando oyo como el mago afeminado temia  que le pasara algo a su ropa cerca de Jax asi que decidio acercarse a aclararselo.

- Salve mago -le dice componiendo una sonrisa y mirandole desde abajo fijamente con su vista ovoforme- no tiene que preocuparse de Jax ¿sabe? Es muy limpio y aseado, si quiere un dia le puedo llevar a conocerlo, seguro que mi señora no tiene inconveniente, si seria interesante, ademas, no muerde o no suele, le gusta la carne de ciervo, pero los cuernos le repiten. He oido que en esta reunion habra un buen banquete ¿Que bien no? La verdad, espero con ganas que llegue la hora de la cena -dice frotandose las manos y renqueando- a mi me encantaban los pasteles de manzana que hacia mi madre, es experta en el arte de los pasteles sabe hacer de todo tipo, manzana, pera, bayas del bosque, estos ultimos si te los tomas con leche de cabra estan deliciosos. -le da una suave palmada en el hombro al mago- Parece usted buen hombre -dice y acto seguido se cambia de lado poniendose a la siniestra del mago, magicamente puedes apreciar que su joroba ha cambiado de sitio- ¿Sabe? Es complicado encontrar cabras gordas en esta parte de Francia las mejores son las merinas del Reino de Castilla, la gente dice que solo sirven para lana, pero realmente tienen una leche deliciosa, aunque dan poca, pues como le decia mi madre hace un pastel delicioso, deberia venir un dia a nuestro pueblo, ademas hace un asado de cerdo de chuparse los dedos. Bueno amigo yo le dejo aqui -dice sin darse cuenta del hastío al que estaba llevando al mago- venga, nos vemos durante el tribunal, es usted un hombre majo, puede que quiera conocer a mi señora Papagena, le hablare de usted ¡Hasta pronto!

Sin darle tiempo a contestar se encara hacia los grogs que llevaban las cosas de Papagena y les hace una seña para que le sigan por un pasillo dirigiendose hacia los aposentos, puedes ver que su joroba ha vuelto al sitio.

Remiel hace una cuidada y respetuosa inclinación hacia el Primus. No todos los días puede ver uno a un Mago tan poderoso. Al resto de la cohorte les dirige unas leves reverencias y se deja guiar hacia sus aposentos. El intercambio de formalidades no merecía mas tiempo y prolongarlo mas allá de eso era estúpido.

-Humberto, ocúpate del carromato-dice escuetamente a su grog y continua sin pararse a comprobar el trabajo de este. Con los años el muchacho poco mas de un cuarto de siglo había aprendido que el Mago era hombre de pocas palabras y sabía bien como interpretarlas. 

"mmm una Aegis poderosa sin duda" pensaba el Criamon mientras caminaba con paso sobrio "Esto sí es algo en lo que invertir el tiempo. En cuanto nos den algo de tiempo habrá que calibrarla y medirla apropiadamente" 

Me quedé de brazos cruzados ante las enormes puertas que se iban abriendo para dejar salir al pequeño comité de bienvenida. Sigo manteniendo mi posición de manera estoica, con la mirada serena a la espera de que den algún discurso de bienvenida o algo parecido. Finalmente asiento con la cabeza a modo de saludo. Como no le interesaban nuestras palabras, quedando suficientemente demostrado cuando nos da la espalda, me ahorro el saludo.

-Ghassân, confío en que sepas hacer lo propio con el equipaje que hemos traído. Ya luego se encargarán de buscarte alguna habitación. Explora todo cuanto quieras cuando termines, y espero que no metas las narices donde no te llaman -con un tono afable dejo que mi ayudante se retire a hacer sus labores. A pesar de todo el aprecio que le tengo, no deja de ser eso, un ayudante para mí-.

Aún cuando los grogs están empeñados en cumplir la orden de su señor, consigo hacerme con mi equipaje personal. No es que fuera demasiado difícil cuando le sacas una cabeza a la mayoría de la gente, se sienten intimidados por el tamaño. Pero a pesar de todo este lujo del que se suele disfrutar, seguía prefiriendo hacerme cargo de las cosas importantes que traía. Del resto del equipaje, se encargaría Ghassân, y sabía muy bien como me tomaba si las cosas se hacían como no se debía.

Tras un leve vistazo en lo ocurrido en la puerta y las conversaciones posteriores, es imposible dejar volar las cavilaciones. Una mujer con un huargo, resultaba llamativo e interesante cuanto menos. Otro que buscaba el lavarse... no logro comprender del todo esa necesidad de esconder el olor natural de cada uno, si casi es más personal que la impronta. El resto seguía sumergido en los lujos de nuestra posición, así como criados y demás cosas refinadas. 

Un último pensamiento cruza mi mente antes de dirigirme al interior de la Aegis, ¿y si soy yo el que destaca entre ellos y no al revés?. Negando con la cabeza y dejando entrever una media sonrisa, aparto esa idea de mi cabeza.

-Con permiso -digo a los que estaban en la puerta y finalmente entro-.

Sois muy amable al hacernos este obsequio, os aseguro que contáis con la gratitud de la Casa Flambeau. Espero que vuestra estancia aquí os sea de lo mas provechosa-llama a uno de los grogs y le indica donde debe llevar el regalo-Si no me equivoco, sois de la Casa Tremere-señala el símbolo de tu túnica*-Quizás os pueda interesar saber que un representante vuestro ha acudido al Tribunal con intención de forjar una Alianza nueva exclusivamente de miembros de vuestra Casa. De seguro intentara convenceros para que votéis en su favor y se le concedan tierras.

El grog que os acompaña, un hombre ya de cierta edad pero aun vigoroso os responde-En la habitación ya hemos dejado una bañera con agua caliente, Señor. Si lo desea puedo llamar a una muchacha para que lo bañe, así podrá usted relajarse. También hemos dispuesto algunas viandas ligeras por si os sentís incapaz de aguantar hasta la comida, Señor.

Pèrouges cuenta con casi tantos hombres como una ciudad pequeña, Señor-te das cuenta de que intenta evitar dar la cifra, probablemente porque no sepa contar hasta esa cantidad.