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Viejos Enemigos: en busca de las Brumas

Personajes

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25/03/2013, 22:29
Septimus

HISTORIA

Septimus Ex Tremenre nacío con el nombre de Pierre de Ficquelmont, septimo y segundo hijo de un beligerante Barón asentado en lo que hoy se conoce como el poblado de Thumereville, en la región de la Lorena.

Lejos de llevar una vida cómoda, el joven Pierre era desgraciado hasta el extremo pues ya de niño mostró el desagrado de su padre. Un joven introvertido y raro, curioso con el mundo, fantaseoso en extremo e inutil beligerante. Ello le supuso convertirse en la victima perfecta para su hermano mayor, un niño cruel con un aptitud innata para infligir dolor a los más débiles, una aptitud de sobra alabada e incentivada por el padre.

Viendo que el carácter docil del niño suponia un traspies para sus planes, ya que de morir Francesc, el hijo mayor, la responsabilidad del feudo caeria sobre Pierre (pues el barón no tenía más hijos varones que heredar). Decidió forjar el carácter del muchacho como se forja una espada : a golpes.

A las palizas del hermano se sumaron las del padre, seguidas de infructuosas salidas de cacería para acostumbrar al muchacho al sabor de la sangre, o al menos al sabor de la sangre ajena. Nada más lejos de los deseos del padre, Pierre se encerró más en si mismo, albergando un malsano odio por el barón, su hermano y por extensión a todos en su feudo.

Conforme el muchacho iba creciendo, crecia su odio, y los extraños sucesos que entorno a él se sucedían. A su paso los animales se apartaban y la vegetación se angostaba. La guerra llegó seguida de una epoca de malas cosechas y en esta ocasión el barón fue hecho preso y tuvo que pagar un fuerte rescate. Malos tiempos para los campesinos quienes veian que sus excasos recursos  iban a parar a manos del barón para pagar el rescate.

Por suerte para el barón su mujer quedo encinta antes de partir a la guerra, y al dar a luz dió a luz un varón fuerte y sano.Pierre en un arrebato de ilusión e ingenuidad pensó que su situación mejoraría con el advenimiento de su nuevo hermano. Nada más lejos de la realidad, los campesinos, temerosos de acusar abiertamente al baron apuntaron al muchacho endemoniado, ese del que tanto se hablaba a escondidas y abiertamente ahora. Pierre cargó con todas las culpas, hasta el extremo de ser responsable de la mala cosecha e incluso de la mala fortuna del baron. El parroco del pueblo se presentó voluntario para exorcizar el mal que habitaba en el castillode su señor : Pierre.

Recluido en su habitación recibía la visita del parroco y sus acolitos a duras penas dormía, el castigo fisico era sumado a los rezos por el alma del niño.En un arrebato de ira Pierre ordenó al parroco que se lanzase por la ventana, y para su sorpresa lo hizó muriendo en el acto.

La leyenda en torno al muchacho creció tras este incidente, se informo al obispo de la región, quién con toda seguridad oficiaría un auto para salvar el alma del niño a costa de su cuerpo : la hogera. Entonces apareció él, un sabio versado en lo sobrenatural, un alquimista decían algunos. A su sabiduria se sumaba una cantidad ingente de dinero, suficiente para saciar la deuda del barón. Asi fue como Pierre conoció a su maestro, vendido por su padre como si fuese un vulgar animal o un siervo.

En compañía de Magnus y sus guardias viajo lejos, muy lejos y mucho tiempo, hasta una pequeña aldea oculta entre los Pirineos franceses. Durante el viaje Magnus le explicó que de ahora en adelante él sería su aprendiz y no esperaba otra cosa sino obediencia, a cambio ganaría conocimientos y poder más alla de lo imaginable, pues él al igual que Magnus poseía el “don”, la capacidad para gobernar y crear la propia existencia hasta el punto de crear milagros.

Ni que decir tiene que la primera palabra que se le pasó por la cabeza era “brujo”,según la creencia popular y la iglesia eran personas que hacian tratos con el demonio para obtener poder a cambio de sus almas, claro que en su pueblo lo temían e incluso odiaban, y la iglesia le habia maltratado tal como hacia su padre y hermano, por lo que la creencia de estos carecia de importancia o credebilidad a ojos del niño.

El incredulo niño obedeció todo cuanto se le ordenó, incluso las tareas más degradantes, con el objeto de forjar su voluntad tal como intentará su padre a golpes, a cambio recibía las lecciones de su maestro y cuando ahondo lo suficiente en los misterios de la magia, comenzó a ayudar en el laboratorio.

Si bien los aldeanos lo trataron con respeto desde su llegada a la Alianza, no ocurrió lo mismo con el resto de magos y sus aprendices, ganarse el  respeto de aquellos más sabios y competidores en potencia fue una tarea muy ardua.Más tarde entendió que el poco afecto que le mostraban era una extensión de su maestro hacia él, al parecer su maestro no era del agrado de los demás debido a su desmedido orgullo, pero nadie tenía valor de retar al viejo mago a un certamen.

Magnus no solo le enseñó magia, también le habló de la orden de hermes, asi como de su casa, según él en sus filas se encontraban muchos de los mejores magos de la orden, líderes innatos que han escrito mucha de la historia de la orden, “Bonisagius creó la orden junto con Trianoma pero nosotros somos el motor que hace que siga adelante” solia decir en confidencia.

Al cabo de los años el niño se hizo adulto, un mago capaz y orgulloso, poco quedaba de aquel niño temeroso del mundo. Dotado con el conocimiento y el poder que acarrea formó junto con otros jovenes y ambiciosos magos una alianza propia “Arbor Decoctor” llamado asi por un Roble partido en dos por un rayo.

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25/03/2013, 22:34
Septimus
Sólo para el director

Notas de juego

¿No me digas que soy el primero en escribir la historia?.

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25/03/2013, 23:57
Director

Si, eres el primero XDDD....no, Papagena ya la tiene hecha pero no colgada y alguno mas. De todos modos ya dije que empezabamos el 11, pero procuro rondar por aquí para resolver dudas.

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26/03/2013, 00:09
Septimus
Sólo para el director

Que te parece?, te ha gustado?, te cuadra con la ficha?

Notas de juego

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26/03/2013, 02:02
Michel duGeneve

Michel duGeneve nacio hace ahora veintisiete años en la ciudad de Basilea. De origen humilde, padres campesinos, era el menor y único varón de cinco hermanos. Su familia trabajaba arduamente para su señor, cumpliendo sus obligaciones en las tierras de labranza. Y así, entre utensilios varios y una pequeña casa que apenas podía albergar a la familia de lo minúscula que era, Michel llegó a la edad de cuatro años. Esa fue la edad en que su vida sufrió un vuelco, y en esa edad, fue donde de alguna manera se forjó su destino.

La tensión entre dos grandes señores, las intrigas y la determinación por lograr el poder en la ciudad se trasladó a todos sus habitantes. Nadie entendía realmente lo que pasaba. Se hacía lo que se ordenaba. Las calles y los campos se llenaron de la sangre de los partidarios de uno y de otro. Y fue en el momento más sangriento de los enfrentamientos cuando Michel acabó escondido entre la paja del establo. Nunca podrá olvidar ese momento, su madre y sus hermanas apiñadas contra una pared mientras su padre, con una horca como arma intentaba defenderlas de cuatro hombres bien armados. Su resistencia fue futil, apenas aguanto la primera embestida. Una lanza lo ensartó, atravesando su cuerpo, dos espasmos y la muerte. Al menos en eso tuvo toda la suerte. Su madre y sus hermanas sufrieron peor suerte. Violadas, golpeadas, sodomizadas por los asesinos de su propio padre. Tampoco en este caso tuvieron los hombres piedad, ellas no podían hacer más que llorar y gritar mientras el pequeño Michel, controlando los temblores y el llanto, veía como después de todo lo que les habían hecho, los hombres cortaban su cuello de una en una, dejando para el último lugar a su madre. La obligaban a mirar agarrándola por el cabello, se reían mientras lo hacían, se permitían escupir en su rostro, cubierto de sangre y lágrimas. Michel aun recuerda como su madre, por última vez, antes de que le rajasen el cuello, lanzaba una mirada de esperanza al montón de paja.

Tardó un día en salir de su escondite. Pasó otro al lado de los cuerpos. Después, sin saber muy bien que hacer se marchó. Comía lo que podía, lo que encontraba en otras granjas donde sus propietarios habían corrido la misma suerte. Se comenzó a hacer preguntas. ¿Qué pasa en la cabeza de un hombre? ¿Por qué causar dolor y sufrimiento de esa manera? ¿Por qué si somos barro sangramos y las vísceras salen de nuestro cuerpo? ¿Por qué nos duele si nos caemos? Estas y otras dudas ni lo abandonaban ni aplacaban los deseos de venganza.

Los días pasaron y con ellos la crueldad. Pronto todo acabó. Alguien había vencido, alguien tenía ahora más poder a costa de la sangre de gente inocente. Y fue entonces cuando las granjas se poblaron con gente nueva, con gente que arregló los destrozos y que, como los anteriores inquilinos, pagaba regularmente lo establecido a su señor. Esa fue una mala época. Michel, que aun no había cumplido los cinco años se vio obligado a mendigar. Fue entonces cuando descubrió que el invierno es duro. Que cuando la gente tiene poco, para el mendigante no hay nada. Medio muerto de hambre, un hombre lo recogió de la calle una fría noche de Noviembre. Dos meses despues, era uno de los mejores ladrones de la Marketplatz. Cada semana llegaban mercaderes de todas las plazas cercanas, y con ellos, sus saquetes de monedas. A cambio de una buena cantidad el hombre los cuidaba, los alimentaba y les dejaba en paz. Día tras día, la idea de la venganza lo carcomía. Pasó dos años así, robando y mendigando, mendigando y robando. Pero también pensando: pensando en cómo cambiar a la gente, por qué el zafio era zafio, por qué un hermano era valiente y otro cobarde, por qué uno dadiboso y otro mezquino.

Un día esas preguntas  comenzaron a tener sus respuestas. Estaba robando en el mercado, era un día muy bueno, de principios de primavera. Había muchísima gente y toda demasiado ocupada para preocuparse de él. Una más, se dijo mientras agarraba la bolsa de aquel hombre alto que vestía una hajada túnica que parecía haber visto mejores días. La bolsa se deslizó por su mano, y fue justo en ese momento cuando sintió la presión en su muñeca. Hay lo supo, era su final. Alzó la vista para enfrentarse al hombre que lo había pillado. Se vio reflejado a si mismo en esos vidriosos ojos grises. Tuvo miedo, mucho miedo. Sólo pudo hacer una cosa: Pensar en su venganza, y con ella, en las preguntas que lo atormentaban, y fue entonces, cuando el hombre se lo dijo: Yo tengo las mismas preguntas, quizás, si no escapas, las podamos responder juntos. Michel titubeó, y entonces, el hombre dibujó una sonrisa mientras le decía: No tendrás que volver a robar, sólo ayudarme, trabajar para mi, y quizás así tengas la venganza que tanto ansías.

No se lo pensó, algo le decía que era eso lo que debía hacer. Fue este su maestro: Ulf Kronen, un hombre  que le enseñó a estudiar, a concentrarse, a entender...

Pasaron los años, Michel aprendió todo lo que pudo sobre la mente y el cuerpo. Aprendio a controlar, a cambiar, a destruir... Aprendió que había muchos magos, repartidos en sus respectivas Casas, que la gran mayoría lo despreciaría por pertenecer a una que muchos consideraban traidora y sobre todo aprendio que la sabiduría no se puede comprar a los seres del infierno, que el hacerlo te marca, y que esa marca te puede matar.

Destacando en la magia espontanea, y un gran control sobre los hechizos, Michel mismo fue consciente de su gran potencial. La idea de la venganza se fue de su cabeza. Lo que había pasado no devolvería la vida a su familia, pero ahora, con ese poder concentrado en él, quizás algún día pudiese salvar a otra familia.

Sabiendo que el sino de diabolista de su maestro lo seguiría, Michel, una vez terminado su aprendizaje decidió marcharse lejos. Fue en Ginebra, donde residió algún tiempo donde adoptó el apellido duGeneve. Diversos problemas se dan cuando experimentas con la gente del lugar y por eso tuvo que ponerse de nuevo en camino.

Llegó a Francia, buscando una Alianza temprana, con magos jóvenes como él, magos de mente abierta, con ganas de experimentar y destacar. Cuando los encontró lo supo al momento, ese era su lugar. La fidelidad, el compromiso y el apoyo estaba allí, en aquel lugar. "Semper Fidelis" lema que resume el alma de esta Alianza, a la que felizmente pertenece hasta el día de hoy.

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03/04/2013, 01:14
Oskari Toivonen
Sólo para el director

Mi nacimiento se produjo en la ciudad de Turku, hace bastantes años. Apenas tengo recuerdo de aquel tiempo, pero no olvidaré el enorme horno que siempre estaba cociendo el barro. En las frías mañanas finlandesas me gustaba pegarme a él y notar el calor que se filtraba por la piedra. Leves son los rostros de mis progenitores, pero no olvidaría las caras de mis hermanos cuando tuve que abandonar mi tierra natal.

Siendo apenas un mozo, correteaba por las calles siempre que la nieve nos lo permitiera, por no hablar de que se nos helaban los pies y las manos. Esa era la señal para regresar y acurrucarme junto al horno, cuando las manos y los pies dolían como si estuviera pisando sobre cristales rotos. Aquella tarde, mientras el sol se mantenía en lo alto, visitó la ciudad una mujer con aspecto dejado, desgreñada y que todos pensábamos que estaba loca por las extrañas palabras que salían de su boca. Tras varios intentos, dijo algo que todo reconocíamos, algo parecido a nuestra lengua pero con algunos cambios.

Estaba buscando a alguien, yo no había escuchado aquel nombre en la vida, pero otro de los niños si. Como era la novedad, todos la acompañamos hasta su destino, mientras hacíamos preguntas que no todas recibían respuesta. Cosa de niños.

Cuando cumplió su cometido, dijo que nos haría un regalo a todos, como muestra de agradecimiento. Yo pensé que nos daría algún dulce o algo para comer, pero fue cogiendo las manos de los niños, una cada vez, y les decía algo al oído. Aún intentándolo, no pude escuchar que le decía a los otros.

Ansioso me hice hueco a empujones entre el resto, quería saber qué es lo que hacía y quería saber que es lo que me diría a mí al mirar mi mano. Sonreí cuando me la cogió y me quedé mirándola con ojos abiertos, sin querer perderme ningún detalle. Ella cerró los ojos y se quedó un momento así. Los abrió algo confusa, como sino estuviera segura de lo que había visto y volvió a cerrarlos. Se pudo escuchar los comentarios de desacuerdo del resto que esperaba su turno. Esta vez los abrió convencida, segura de que no se había equivocado y me preguntó, delante del resto, que donde vivía.

Algo receloso, acabé cediendo a llevarla a mi casa, mantuvo una conversación con mis padres, de la cual fui privado, aunque algún que otro grito si se pudo escuchar. Poco después de que la mujer se despidiera de mí con un gesto triste, entré al interior. Me pusieron al corriente de cuanto había pasado. La mujer quería llevarme con ella, al parecer había descubierto algo en mí, pero la constante negativa de mi padre que necesitaba que me quedara para continuar el oficio, fueron suficiente para despacharla y que siguiera su camino.

Tentado por la curiosidad infantil, decidí ir tras ella y que me lo dijera, a fin de cuenta, era de mí y tenía derecho a saberlo. Tras aquella conversación de algo a lo que no paraba de llamar “el don” me ofreció a que fuera con ella, que lo descubriría por mí mismo. Accedí, sin pensármelo dos veces y así fue como me embarqué en un viaje, lejos de Turku, para acabar llegando al viejo continente.

Me convertí en el aprendiz de Allende, aquella mujer me enseñó todo lo que a magia se refiere durante muchos años. No fui el mejor, pero aprendía a buen ritmo. No pude creerme cuando llegó el día en que me dijo que había completado sus enseñanzas y que ya estaba listo para seguir en solitario, buscar mi propio camino y andarlo.

No sabía muy bien por donde empezar, así que decidí que lo mejor sería intentar hacer más fuerte el lazo que me unía a mi bestia interior, que había sido definida como un gorila. Revisando los planos y organizando el viaje, mi destino estaba en el corazón de África, en las junglas donde habitaban aquellas bestias.

A veces pienso que fue más largo el viaje hasta llegar allí que todos los años que había estado con Allende, pero la primera vez que ví todo aquello, supe que mereció la pena.

Los primeros contactos con la fauna no sirvieron más que para aprender que debía de andarme con cuidado en aquellas tierras. Todo parecía estar en mi contra y quería acabar conmigo. Realmente yo era el extraño, yo estaba fuera de lugar allí y me costó adaptarme a un clima tan cálido y húmedo tras haber vivido en un lugar demasiado frío.

Bajo la forma de mi bestia interior la cosa cambiaban, no demasiado, pero lo suficiente. Me pasé mucho tiempo intentando poder convivir con los animales, al menos pude conseguir que no huyeran al primer contacto, con la ayuda de la magia, claro, y poder estar entre ellos siendo un humano.

Varios años en la  jungla fueron suficientes para comprender que ya estaba listo para poder cumplir con lo que Allende me había dicho: “Encuentra un camino, pero no uno cualquiera, tu camino, y recórrelo hasta el final”.

Notas de juego

Quizás me haya salido un poco larga

De momento la pongo sólo para el director por si tengo algo que corregir (y, de momento, no me apetece que sea pública la historia de mi pj xD)

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04/04/2013, 17:54
Director

Oskari, a mi me parece que esta perfecta, no hay historia demasiado larga si esta bien hecha y consigue despertar interés y desde luego la tuya lo consigue ^w^.

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07/04/2013, 23:07
Papagena

Hace mucho tiempo en las lindes de los bosques del Freijörd la Orden tenia una de sus alianzas mas septentrionales en la que vivian un matrimonio de sodalis Quaesitor que estaban en buenas relaciones con la Buena Gente que vivia en los bosques debido a la ascendencia de la mujer.

Pronto, tuvieron una hija que fue bendecida con genetica de sus ascendientes feericos.

Asi la vida transcurria tranquila con sus mas y sus menos, sin embargo un dia, cuando la niña tenia 7 años el bosque de cerca donde vivian fue atacado por un grupo de Flambeaus que tenian como objetivo atacar la alianza, pero que usaron como tapadera el ataque a los feericos.

El unico recuerdo que le quedo de su familia fueron un anillo que usaba su padre para poder “cantar” los hechizos en vez de recitarlos y un Huargo que le regalaron sus tias las driades.

El afan de ver mundo de la niña era incansable, por lo que decidio hacer un trato con un maestro Mercere, libertad a cambio de fidelidad a la casa Mercere, encima una maga completa, una oferta dificil de rechazar.

Los Mercere la recibieron con los brazos abiertos y ella se encariño con mucha gente de la casa, desarrollando una gran labor como mensajera y gran sentido de la lealtad hacia la Casa.


Incansable entregare un mensaje de fidelidad a la Casa Mercere, al Mundo y a La Orden

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12/04/2013, 19:47
Felismarte
Sólo para el director

La noche era tranquila y silenciosa, mientras desde las almenas el mundo descansaba en la oscuridad después de otro largo día.

La luna brillaba gibosa, iluminando con su fría luz los alrededores del castillo, mientras las estrellas rivalizaban con su tenue brillo.

"Todos los Magos cuentan que su infancia fue dura y triste, haciéndose las víctimas y rivalizando sobre historias de quién lo pasó peor."

"No puedo decir que mi vida haya sido un camino de rosas, pero si mi Maestro no me hubiera comprado a mis padres, hubiera acabado como un campesino al que miran raro o muerto en Tierra Santa a las órdenes de algún noble en busca de la Gloria y del perdón de sus pecados"

"Mi Maestro enseguida se dio cuenta de que confiaba más en mis manos que en el Don, así que ordenó que el jefe de la guardia de la Alianza me formara en el uso de las armas y de mis puños."

"La Mente es un templo cuyos cimientos se sustentan en el cuerpo. Haz fuertes esos cimientos y tu Mente no trabajará sola", solía decirme mientras impartía su conocimiento.

"Me crié junto a los mundanos del castillo y sus hijos, bajo el clima benigno del sur de Francia, no muy lejos de mi Motpelier natal, aprendiendo los usos y costumbres del pueblo, sin dejar en ningún momento de desarrollar mi Don"

"Cuando en el transcurso de un viaje a Coeris para ser presentado a mi Casa, unos bandidos nos asaltaron por sorpresa, y ahí me di cuenta que es mejor el rápido filo de una espada y unos cuantos "mundanos" leales a tu lado, que cualquier terrible conjuro de Ignem."

Hecho un vistazo rápido por encima de las almenas y diviso por el rabillo del ojo una sombra deslizándose por los árboles cercanos.

Hago un gesto a mi interlocutor y continúo con mi historia.

"Allí comprobé que mi dedicación a los mundanos era bien vista por los Primus de mi Orden, así que alentaron a mi Maestro a seguir con mi aprendizaje. Cuando le informé de que las intrigas y los juegos políticos tan afines a mi Casa me eran ajenos, pero que comprendía perfectamente la debilidad de un Magi enfrascado en sus estudios y acostumbrado a su tranquilo modo de vida, consintió en formarme como "Custos" de otros Tremere"

"Los siguientes años tras completar mi formación los pasé de una Alianza a otra, acompañando a otros Magos en sus viajes y demostrando que mi conocimiento y uso de los llamados "mundanos" eran más que útiles.

"Es más, me mostraba gustoso en compartir mis conocimientos con aquellos a los que protegía, para que no estuviesen tan desvalidos cuando no estuviese acompañándoles"

El susurro de la cuerda al enlazarse con la almena acompaña el rápido movimiento de mi mano a la empuñadura de la espada.

"Pero parecéis más un Compañero como yo, que un Mago" susurra Alferio, el que sería mi buen camarada.

Sonriendo, pongo un dedo en mis labios y caminado silenciosamente hacia donde una cabeza empezaba a asomar por el lienzo de la muralla, desenvaino la espada y acecho al asesino que asaltaba el castillo, ajeno a mi presencia.

Un tajo rápido a los pies para hacerle caer y una fuerte mano en la boca ahogando su grito de dolor, pone fin a la lucha.

"Otra de las enseñanzas de mi Maestro fue el que nadie sepa a ciencia cierta ni lo que eres ni lo que piensas" le digo a Alferio con un gruñido, mientras sujeto al asaltante.

"Y ahora, me vas a contar quién te ha ordenado dar un paseo por las almenas de este castillo a unas horas tan intespestivas" le digo sonriendo y mirando fijamente a los ojos de mi prisionero, mientras me preparo a sondear su mente.

 

 

 

 

Notas de juego

Salve, oh Master:

He aquí por fin, una breve descripción de la vida y motivaciones de Felismarte de Montpelier.

Espero que sea suficiente para que comprendas la idea que tengo sobre él.

Si necesitas alguna aclaración o que me explaye en algún otro asunto, házmelo saber.

PD: he tardado tanto, porque el maldito navegador me borró unas cuantas veces la historia antes de terminar, y eso fustra a cualquiera.

PPD: tanto la ficha, como la historia sólo la puedes leer tú. No he léido la de los demás, ni visto su ficha para no formarme prejuicios ni tener ventaja antes de conocerlos. Ya me irán contando lo que ellos quieran que sepa o que avergüe por mi mismo.

Atentamente: NyarlathoFer, aka Felismarte de Montpelier, custos ex Tremere.

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17/04/2013, 23:19
Armand de Bouvines

Historia

Armand de Bouvines estuvo bebiendo como un poseso el día 27 de julio, del anno domini 1214. Ello, aunque extraño, no era algo para sorprenderse. Al fin y al cabo el momento en que un joven aprendiz lograba superar el Reto del Aprendiz era un momento gozoso, y que el joven llevara tres días de fiesta, bebiendo de un vino peleón, de color rojo como las cerezas, no dejaba de ser una anécdota en una vida que, esperaba, estuviera dedicada al estudio y al aprendizaje de la magia.
Lo peculiar no era, por tanto, el hecho de ver al joven mago con una sonrisa bobalicona, apurando su nuevo cuenco de vino. Lo curioso era la fecha. Al fin y al cabo, si Armand no hubiera tenido el don, en esa fecha, habría muerto, tal como murieron esa mañana sus otros dos hermanos varones, luchando en la batalla de Bouvines, cuando los reyes de Francia, de Inglaterra, de la Bretaña y el emperador trataban de determinar quien tenía, o no, derechos sobre la corona y sobre la multitud de pequeños reinos que, mucho, mucho tiempo después, recibirían el nombre y la identidad de Francia. Pero para eso, en efecto, aun faltaban muchos siglos.
En todo caso no sería bueno acusar a Armand de insensibilidad. Era cierto que desde que hacía seis años su maestro había convencido a sus padres (decir que había comprado al joven Armand, aunque cierto en lo esencial, habría sido un exceso), no había vuelto a ver a sus hermanos, ni pensado en ellos. Pero de alguna manera todo eso seguía en su mente, y cuando semanas después, supo de la batalla, sintió una mezcla de pena, y rabia, que se transformó en amargura cuando supo que, tras ello, sólo le quedarían hermanas.
Tras esa amargura, y tras un año más, el joven Armad sigue siendo un mago joven pero empieza a estar más seguro de sus poderes. Es, como lo fue su maestro, André El Brillante, un  mago de la Casa Guernicus, un quaesitor. De origen campesino, pero dotado además del don de una mente brillante, tiene perfectamente claro el destino del que le ha salvado la magia, y poco a poco ha ido adquiriendo cierto desprecio, que disimula como buenamente puede, pero no siempre, a nobles y a religiosos, a los que acusa de tener en la oscuridad a los plebeyos. Curiosamente desde que es mago, Armad no se ha preocupado en absoluto de los plebeyos, pero se excusa a sí mismo diciendo que sus preocupaciones son muchas. La verdad es que su preocupación por los magos, su empatía por ellos, es directamente proporcional a la incomodidad que siente por los mundanos, sean de la clase que sean.
Prudente, reflexivo, algo soberbio con todo aquel que no practique la magia, y con una afinidad general por los magos, Armad no es especialmente simpático, ni fuerte, ni ágil, ni tiene una buena constitución. Sin embargo sabe hablar y relacionarse (con otros magos), es perceptivo, y es astuto.

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18/04/2013, 10:20
Remiel

Remiel

 

Nacido en 1174 bajo el nombre de Hugo Leggieri en las afueras de la ciudad de Genova, su infancia fue la que podía esperarse del séptimo hijo de un campesino común y corriente. Trabajar de sol a sol, pasar hambre y penurias eran su día a día. Sin embargo, la adversidad forja el carácter y Hugo pronto se ganó una posición en su familia gracias a su aguda mente, su fuerte personalidad y un don innato para percibir las buenas intenciones de la gente. Poco tiempo tuvo para la inocencia pues su padre y su hermano mayor fueron llamados a levas por el noble local a una guerra de la que no volvieron.

Era habitual que acompañase a su madre a negociar los precios de la cosecha en los mercados, por lo que aprendió a manejarse bien con las demás personas. Hugo siempre tuvo la convicción de que para prosperar solo hace falta la voluntad de hacerlo y él era probablemente la persona más tozuda de los alrededores. Gracias sus esfuerzos, su familia se libró de numerosos problemas, pues ya de bien joven no dejaba que los adultos lo trataran como a un niño más.

Cuando tenía 12 años, en una de las ferias de primavera, su vida dio un cambio de rumbo. Mientras paseaba entre los tenderetes, vio un extraño carromato que le llamo poderosamente la atención. El carromato pertenecía a una vieja gitana ciega y cuando Hugo se acercó, la anciana el hizo unos gestos para que se acercara. Le tomó la mano y comenzó a leer sus líneas. La gitana le dijo que un velo cubría sus ojos, y que con él no podría hacer aquello para lo que estaba destinado. Le hizo un gesto en la cara como quitándole alguna clase de tela. Pero no ocurrió nada. Hugo se alejó decepcionado del carromato, pues en el fondo esperaba que algo pasara. Y su vida continuo igual hasta el  siguiente domingo  en el cual fue a misa. Al salir, su madre quiso pasar por el cementerio para dejar unas ofrendas y entonces el mundo se rompió ante sus ojos. Allí estaban su padre y su hermano.

Hugo estaba como loco, contento de alegría y llorando de la emoción, y sin embargo su madre parecía tan…normal como si fuese lo más normal del mundo. El niño grito de alegría pero su madre lo mando a callar de inmediato puesto que el cementerio era un lugar para presentar los respetos a los difuntos. El muchacho no comprendía a su madre e intentó explicarle porque estaba contento. Pero su madre se limitó a abrazarlo mientras lloraba desconsoladamente. Algo ocurría y el joven no sabía que era. La ira y la frustración se apoderaron de él ante el comportamiento de su madre. Él no estaba loco y sabía lo que estaba viendo. Enfadado le grito a su madre y cuando esta le cruzó la cara por faltarle el respeto, lágrimas más amargas corrieron por sus ojos. Lagrimas ardiente, tanto que al tocar la hierba prendieron en fuego. Asustados madre e hijo echaron a correr y cuando ya estaban lejos del fuego, ambos se miraron y sin decirlo con palabras se prometieron no hablar de lo ocurrido. Su actuación, por el contrario, no había pasado desapercibida y cuando salieron del camposanto, una joven vestida con harapos y la cara llena de extraños tatuajes se les acercó. Se dio a conocer como Nerelias, y aunque Hugo todavía no lo sabía, sería la persona más importante en su vida. Sería su maestra.

La mujer los acompaño a la casa y les explico por medio de galimatías y acertijos que Hugo no era un niño normal y corriente, que tenía en su interior un extraño regalo que le convertiría en un hombre poderoso, pero que necesitaba aprender a controlarlo. Pensando en el bienestar de su familia, Hugo aceptó entrar en el tutelaje de la extraña mujer.

Nerelias resultó ser una maestra decidida, competente pero muy, muy exigente. Empezó por lo más básico, leer y escribir. Luego le enseño a aprender del mundo y las personas mediante la observación y la interacción. Luego vino la magia y el control del “regalo” que se le había otorgado. En los ratos de ocio, el muchacho aprendió a usar otros dones que poseía de manera natural pero nunca de los que solo tenía indicios. Lo que él creía que era solo intuición para saber si alguien era bueno o malo, resulto ser una especie de sexto sentido y gracias a la gitana además podía ver espíritus, los cuales le apasionaban y durante su formación dedicó mucho tiempo a estudiar y observar.

Lo último que Nerelias enseñó a Carius, su nombre de mago, antes de que este fuese nombrado Mago de Criamon de pleno derecho a los 15 años fue el Enigma. Aquello que toda su Casa buscaba y a lo que dedicaban su magia. Algo tan extraño y profundo que no se podía explicar con palabras.

Durante años Carius fue un mago Criamon atípico, es decir, un mago típico. El Enigma le resultaba algo demasiado complicado y extraño, por lo que se unió a una joven alianza de primavera situada cerca de un pequeño poblado para mejorar con su magia. El estudio del fuego fue su pilar central pero también estudió un poco del mundo de las sensaciones. Su interés por los espíritus no decreció nunca, y aprovecho la unión con otros magos para aprender un poco del sendero de la mente, que tan ligado estaba a ello.

Tras 10 años, Carius y la joven alianza habían crecido y ganado en poder y prestigio, superado. Sin embargo, de la misma manera que ocurre con los adolescentes, el poderío se tornó en arrogancia. Algunos de los magos de la alianza comenzaron a tener tratar con demonios de baja estofa pensando que los tenían bajo control y que podrían obtener todo lo que quisieran de ellos, pues eran un grupo de magos jóvenes y engreídos. Carius no llego a enterarse hasta que fue demasiado tarde y poco pudo hacer para salvar a sus compañeros magos.

Un día, de regreso a su alianza su sexto sentido le advirtió de que el mal rondaba por el pueblo. Carius estudió cautelosamente la situación y lo que descubrió le aterrorizó. Por todo el pueblo había rastros del Mal. Determinado  a salvar a sus compañeros y al pueblo decidió entrar en la alianza y expulsar al demonio, pero se encontró que todos sus compañeros estaban bajo la influencia del Maligno. Con gran pesar tuvo que matar a sus compañeros que poseídos y tras un duro combate expulsó al demonio.

Herido de gravedad y casi al borde de la muerte tuvo una visión, un destello de comprensión. Por un instante entendió el Enigma, supo que el “Regalo” venía de Dios y le permitía defenderse contra el Enemigo. Vio cuál era su destino, donde estaba su lucha y a donde debían ir sus esfuerzos.

Cuando despertó de la inconsciencia, quemo todo el edificio que contenía a la alianza hasta que no quedó rastro de ella. Por suerte, el pueblo no había sufrido por la influencia demoniaca pues, enajenado como estaba en ese momento, lo hubiese quemado hasta los cimientos sin pensarlo. Tras la debacle, vinieron los quaesitores e iniciaron la investigación de lo ocurrido y, pese a que no encontraron pruebas que relacionaran al joven mago con los demonios, esta macula permanecería mucho tiempo en su expediente.

A partir de ese momento, comenzó a viajar por toda Europa aprendiendo como combatir a los demonios y como devolverlos al Infierno. Se esforzó por recomponer aquella lucida visión que le indicaba como cuando y donde debía luchar, pero poco quedó de ella. Lleno su cuerpo de tatuajes de protección y buscó en lo más profundo de su Don el Enigma que su maestra le había enseñado y que él, en su estupidez había ignorado. Y sobre todo se juró combatir a los demonios allá donde estuvieran y tomasen la forma que tomasen.

Tras 17 años, Remiel ha visto y aprendido mucho. Se ha convertido en un hombre de un aspecto y mirada perturbadores, con una inteligencia y voluntad absolutamente dedicadas a enviar a los demonios de vuelta al Inframundo y una fuerza de personalidad acorde a sus ardientes pasiones.

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20/04/2013, 20:44
Excelsius

Constantinopla, la nueva Roma, era el centro de la civilización. Era la herramienta de Dios. Su civilización debía marcar el comienzo de una era de paz y estabilidad, en preparación para el regreso de Jesucristo. En 1204 extranjeros latinos la invadieron y la saquearon hasta los cimientos. Para el archimago Mathieus de Jerbiton la caída de la ciudad supuso el final del mundo en el que vivía.

Mathieus tuvo una vez una Alianza, sodales, familia, sirvientes. Tenía planes, ambiciones y sueños. Cuando los cruzados marcharon sobre la Ciudad pudo cruzar las líneas de los sitiadores usando sus habilidades mágicas, pero fue incapaz de impedir el saqueo de la ciudad. Tras el saqueo pudo reunir a algunos de los habitantes de su alianza y llevar algunos recursos de la Alianza hasta un barco en el puerto. Su familia estaba muerta y su Alianza destruida, así que ordenó a sus sirvientes que navegaran hasta Harco (aproximadamente Mónaco) y desde allí viajaron hasta París por tierra.

A partir de ese momento Mathieus jugó el papel de un noble exiliado, los primeros años no teniendo ni una fracción del poder e influencia hermético que llegó a amasar en Constantinopla, pero poco a poco una Alianza, Conventio Eboris, fue creciendo a su alrededor, gracias a la atracción que la propia presencia de alguien como él causaba en la zona. Él se hubiera contentado con ejercer de mecenas de artistas y estudiosos en la vibrante comunidad que se congregaba en la corte, pero sería su primus el que se encargaría de que el archimago volviera a introducirse en los círculos del poder e influencia de la Casa y la Orden.

Excelsius, el mundano Ignace Masson, un muchacho de 14 años hijo de masones implicados en la construcción de las nuevas grandes obras góticas de la ciudad de París, fue el afortunado nuevo aprendiz de Mathieus, así como posiblemente la razón por la que el viejo mago volviera a tener fe en la humanidad. Apenas poco más que un niño todavía y ya demostraba una creatividad y una habilidad en la escultura más que impropias de su edad, simplemente geniales. Mathieus no perdió el tiempo en negociar con sus padres el que quedara a su cargo (cosa nada difícil, dado que lo tomaba como escudero, lo que prometía una vida mejor para su hijo) y comenzar con su educación hermética.

El chico tenía una genialidad innata en su ser, una curiosidad mayúscula y, una vez que aprendió latín, una voracidad con los libros pocas veces vista. Tenía sus defectos, como su exceso de impulsividad y su creatividad loca también en temas mágicos, lo que suponía un peligro para él y el resto, y era en aquel entonces sólo un adolescente sometido a los avatares propios de la edad, pero pese a todo avanzaba a pasos agigantados. Hasta tal punto fue así que Mathieus decidió que su capacidad como mago Jerbiton quedaba de sobras demostrada al duodécimo año de aprendizaje y no al decimoquinto, como es tradicional. Así, con 26 años pero habiendo comenzado su aprendizaje con 14, Ignace Masson juraría el Código en el Tribunal de 1216 celebrado en Val Negra.