Partida Rol por web

Brandon

Los primeros rayos de sol de la mañana se filtran por las ventanas de tu cuarto e iluminan tu rostro, haciendo que poco a poco empieces a despertarte. Con un bostezo, te incorporas en la cama y recibes la helada brisa del norte en la cara, que termina de despertarte completamente. Comienza un nuevo día que, probablemente, consistirá en lo mismo que el resto de tus días en la pequeña fortaleza de tu familia: entrenamiento en el patio con el maestro de armas y el resto de reclutas, estudio vespertino con el viejo maestre y unas pocas horas libres que aún debes decidir en qué invertirás.

O, al menos, eso era lo que creías. Antes de que puedas levantarte de la cama, alguien llama la atención con unos suaves golpecitos al otro lado de la puerta.

El aire gélido del norte termina por darme unos refrescantes ¡Buenos días!

 Me incorporo en la cama estirando mis brazos, y sobre todo, mi espalda, mientras lucho con la dulce tentación de volver a dormir, no costaría nada volverse y dejar pasar el día, pero sería inútil, ya estaba despierto, y una vez que me despertaba me resultaba imposible volver a dormir.

Lentamente mi cerebro comenzó a tomar consciencia de sí mismo y, como un enérgico trabajador, comenzó a analizar lo que sería su diario trajín.

Desayuno, Patio de armas: entrenamiento marcial, Maestre: lecciones. Podría ver si Barristan puede ir a cazar más tarde…

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al tiempo que me sentía contento por el día que había empezado, me esperaban muchas cosas, y sin duda en algún momento maldeciría mi cansancio, pero extrañamente me resultaban agradables mis tareas diarias.

Cada día mejoraba un poco más con el Maestro de Armas. Y cada día aprendía alguna nueva lección con el Maestre, aquello podía resultar a veces aburrido, pero, como había leído en una ocasión “Las palabras pueden ser tan filosas como una espada, y su manejo requiere de más entrenamiento” No me había parecido más que una frase bien elaborada, pero a medida que avanzaba en mis lecciones comprendía más y más cuánta razón había tenido el autor… este… ¿Aegon? …¿Willas?... No importa, siempre podría preguntarle al Maestre luego.

Había decidido dejar la incógnita para otro momento al tiempo que despejaba la mente y me disponía a levantarme, sin embargo un sonido quedo y rítmico me detuvo, manteniéndome sujeto a mi lecho.

-Un momento-Exclamé luego de aclararme la garganta,  rápidamente tomé la primera prenda que fuese capaz de cubrirme de la cintura para abajo.

Una vez colocada la prenda, y habiendo adecentado mi imagen a quien tocase la puerta, me dispuse a recibir a mi visitante matutino, aquello era algo inusual, sin embargo, me gustaba cambiar el rutinario y aburrido despertar.

-Adelante-Exclamé con tono claro y amable al tiempo que maquinaba sobre el rostro que fuese a aparecer tras la solida puerta…

Cuando la puerta se abre con un chirrido que indica que las bisagras necesitan ser engrasadas, el viejo mayordomo de tu padre aparece e inclina su cabeza en señal de respeto antes de hablarte.

-Mi señor. - dice con voz ronca, su tono habitual. - Su señor padre desea hablar con usted a solas más tarde, después del desayuno, en sus habitaciones. Me ha pedido que se lo comunique.

Las puertas se abrieron con un sonoro chirrido, más tarde comunicaría a alguien que se encargase de engrasarlas, aunque sinceramente no me molestase demasiado.

El chirrido solo se encargó de preceder la imagen del Mayordomo, quien se inclinó en señal de respeto, para luego comunicarme que mi padre tenía asuntos que discutir conmigo, y que debería pasar por sus aposentos luego del desayuno.

¿Qué podría necesitar? Aquel llamado me parecía bastante curioso, y me sentí tentado de “Omitir” la parte de desayunar primero.

-Gracias por comunicármelo-Le dije con tono amable- ¿No te habrá comunicado para que me requiere? ¿Verdad?-Pregunté curioso.

Luego de escuchar su respuesta, de la que no esperaba demasiado, le pregunté al mayordomo si ya estaba listo el desayuno, si iba a desayunar antes de ver a mi padre prefería hacerlo rápidamente.

Escuché atentamente por si el Mayordomo tuviese algo más para decir, antes de despedirlo con cortesía.

Finalmente rebusqué entre mis ropas algo simple, pero de buen aspecto, me gustaba presentarme arreglado frente a mi padre.

Mi mente divagaba sobre lo que mi padre tendía para decirme, y algo en mi interior me decía que tal vez Barristan y yo no cazaríamos hoy…

 Bastos calzones de lino, unos cómodos zapatos de piel de oveja, unas delicadas calzas plateadas de lana de buena calidad, y un jubón de lana bermellón, con detalles en color oro y azul.

Plata, oro, azul y Bermellón, los colores de mi Casa, me enorgullecía usar aquellos colores, y particularmente, la capa de piel de lobo que llevaba a mis espaldas, una de las dos capaz gemelas del accidente en el bosque, que me recordaba mi deber con Barristan, mi deber con mi familia, mi deber con mi pueblo.

Me dirigí al salón rápidamente, esperando que el desayuno estuviese listo…

Al llegar al salón del castillo, la mesa está lista para el desayuno y tu hermano y tu madre ya están disfrutando de la comida. Tomas asiento tú también, y encargas a las sirvientas todo lo que te apetece para desayunar mientras observas el asiento vacío de tu padre. Últimamente pasa bastante tiempo en su cuarto, y apenas se deja ver por el castillo...

Las sirvientas te sirven el desayuno que has pedido, todos y cada uno de tus platos favoritos.

-Madre-exclame con tono cariñoso pero no por eso menos formal al tiempo que le dedicaba las más bellas de mis sonrisas matutinas.

-Barristan- lo salude con una mueca de diversión e mi rostro, me encantaba la espontaneidad de mi hermano, me gustaba pasar tiempo con él, y disfrutaba de su compañía.

Las sirvientas comienzan a traerme mis platos preferidos, pan tostado y crujiente, salpicado con semillas y cereales, con queso crema de cabra recién batido, y mermelada de frutos rojos. Podría parecer medio infantil, pero disfrutaba de una buena leche de cabra, blanca, sólo endulzada con unos toques de miel y una pisca de nuez moscada.

!Esto es vida!-Pensé al tiempo que untaba una de las tostada.

La ausencia de mi padre no paso desapercibida. Padre ¿Qué te sucede?

Bajé mis dudas con un  buen trago de la dulce leche tibia. Acto seguido le pregunte a mi madre y a mi hermano cuales eran sus itinerarios  para el día de hoy, y si alguno sabía de algún motivo por el cual padre no nos acompañase hoy.

Los escuché con atención y rostro calmo al tiempo que daba un mordisco a mi tostada.

!Que delicia!

Mientras estás pensativo observas la voracidad con la que come Barristan. El joven, tal vez por la vitalidad o por suerte, come en cantidad y de lo más extraño: leche endulzada con miel y a la vez una pizca de sal, panceta frita con pimienta picante o mermelada de frutos rojos con pan de jengibre. De siempre fue un niño despierto con ganas de experimentar, y en la comida no iba a ser menos.

- El plan del día, hermano, empezará por darte una tunda en el patio de armas -comenzó sonriente y con algo de pan y mermelada entre los dientes-. Luego, después de comer y como hoy estoy animado, te daré ventaja en la cacería; con suerte conseguirás una escuálida liebre. Y por último, como remate, tendré que ayudarte a distinguir los blasones e historia básica de las Casas familiares. ¿A que es un gran plan?

El joven soltó una gran carcajada, jovial y gracioso como siempre. Le gustaba fastidiarte, hacer con palabras lo que bien lejos le quedaba. Barristan era un joven capaz, y en general era bueno en ciertas aptitudes. Estaba destacando en el combate, era un gran jinete pero, a su pesar, se hacía un lío con ciertos hechos históricos y blasones.

Tu madre, sabedora de las chanzas de su pequeño, rió. Era una mujer norteña pero muy risueña, una prima lejana de Eddard Stark, pero por lo que sabes muy pocas veces han coincidido. Es tu padre quien se reúne con más asiduidad con el Señor de Invernalia, y en contadas ocasiones tu hermano y tú han estado allí. Aunque no está excesivamente lejos, las tareas de un señor y su familia los centran en sus tierras.

- Querido hijo, cuando seas capaz de distinguir el escudo de los Poole y los Harclay me darás una alegría. Tanta como que de una vez entiendas que Andalia no fue llamada así porque andaban mucho.

Tu hermano lanza un bufido y calla resignado cuando vuestra madre comienza a reír otra vez.

- "No es gustosa la rancia miel que das de comer", ¿me equivoco?

Más carcajadas cristalinas y los morros de tu hermano están a punto de ser pisables. 

Jajaja. El humor de Barristan estaba ya despierto, por lo que no paraba de confiarme todas las fantasías que lograría en el día de hoy.

-Yo creo que empezará por...-Hice un gesto de garfio con el dedo, al tiempo que simulaba hurgar mis dientes con un sonido burlón. Sácate la comida de los dientes, hermanito,jajaja- Pensé frente a su afirmación del patio de armas. 

Guardé silencio mientras continuaba hablando. Quería molestarlo, pero claro que tendría un mayor impacto para él con hechos que con palabras.

Tomaba un sorbo de leche cuando mi madre hizo el chiste sobre las habilidades de historia de mi hermanito.

Jajajaja. Tuve que bajar la taza con rapidez para no ahogarme con su contenido, afortunadamente nadie lo notó.

-Tienes toda la razón, Madre-Exclamé ante su retorica. Amaba a mi madre, tenía esa esencia de la Hierbabuena, que la hacia fresca y dulce a la vez.

Volví a reír, solo para fastidiar a mi hermanito.

-Madre-Pregunté un poco mas serio- ¿Sabes si sucede algo a Padre?

 Bebí un sorbo de la leche, al tiempo que me preparaba otra tostada.

Sigue siendo una delicia...

Tu madre suspira ante la pregunta, y aunque no le ha abandonado la sonrisa sí baja un poco en su intensidad. Se lleva un pedazo de naranja sanguina a la boca, que pocas veces se deja ver en vuestra mesa, y os responde.

- No es nada grave, Brandon -Intenta confortaros con una suave sonrisa-. Lleva poco más de una semana sufriendo dolores en la espalda desde que tuvo aquel percance con el caballo. Maestre Hannon está pendiente de su recuperación, pero de momento requiere que apenas se levante de la cama. Ya sabéis lo orgulloso que es vuestro padre, no quiere que vean que se encuentra mal.

Efectivamente, hace algo más de una semana tu padre tuvo una caída con el caballo cuando éste se encabritó. Por fortuna no sufrió daños graves, pero al parecer tampoco se libró de alguna secuela.

- De todas formas ya verás que se encuentra bien, es tan cascarrabias como siempre -Ríe con suavidad-. Por cierto, no te olvides que quiere hablar contigo antes de que prosigas con las tareas del día. 

Tu hermano frunce el ceño, significado de que algo le preocupa. En eso se parece a tu padre, pues ambos son un libro abierto cuando se les observa. Si están de buen humor o enfadados es algo que no pueden evitar ocultar.

- Madre, pero si dices que no es nada grave y luego que no quiere que lo veamos mal... -Hace un alto, no por dejar la frase en el aire a esperas de que tu madre responda, Barristan no es de los que se contiene. Tal vez crees notar un ápice de arrepentimiento, pues aunque sea impetuoso es muy respetuoso cuando debe.

- ¿Puedo ver a padre también? -Tu madre asiente, pero será más tarde, después de hablar contigo, que será pronto pues el desayuno ya está en las últimas migajas de pan.

Poco después, sin mucho más que añadir, cada cuál toma su camino para empezar un nuevo día.

Las palabras de mi madre desvanecieron progresivamente la sonrisa de mi rostro.

Padre, espero que estés bien...

Escuchar la preocupación de Barristan no hizo mas que incrementar la mía propia. Había comido bien hasta ahora, pero algo en el estomago me quitó el hambre que pudiese restarme.

Cuando mi madre y hermano hubiesen terminado, me excusé rápidamente a los aposentos de mi padre. 

Padre... Espero que todo esté bien...

Con paso decidido vas hacia la alcoba de tus padres, siendo saludado por guardias y sirvientes por igual. Sabes que todos son bien tratados en el castillo, y aunque no puedes cambiarlo, y no es de tu incumbencia, es un destino mejor que en otros territorios. Incluso hasta aquí se escuchan rumores de sirvientes desaparecidos en Fuerte Terror, o incluso en el Sur, cerca de Desembarco del Rey.

- Buenos días, Brandon -saluda con una leve inclinación el Maestre que acaba de salir de la habitación, con una caja de madera en la mano-. Vuestro padre os espera.

Con cierta solemnidad, fruto del tono con el que Hannon te ha recibido, entras al fin al la estancia. Como es de esperar se trata de la más soleada y amplia del castillo, con una gran chimenea para calentarla en aquellos días fríos donde los rayos de Sol son insuficientes.

- Pasa, hijo. No te quedes en el umbral, cierra la puerta que se escapa el calor -Te recibe tu padre tumbado en la cama, vestido, pero con poca intención de levantarse.

Las ventanas están cerradas y la habitación se ilumina gracias a la chimenea encendida y los candelabros colocados estratégicamente. Hace un poco de calor, aunque las mañanas en las tierras de tu Casa siempre han sido un poco frías, mejorando a medida que el Sol se despereza.

- Siéntate, pero alcánzame un vaso de agua -Señala un vaso y jarra de agua-. Los mejunjes de Maestre Hannon tienen peor sabor que si me diera una boñiga de cabra.

Mientras bebe percibes que, efectivamente, se ve más aliviado, pero el agua no puede borrar los signos de cansancio. Sus ojeras son pronunciadas y su piel está algo pálida, un toque enfermizo que pocas veces habías visto en él. Cuando te pasa el vaso su mano comienza a temblar, haciendo que te la de con brusquedad y al poco sujetarse la mano con la otra, con firmeza y rabia en sus labios.

- Como sabes, cada cierto tiempo me dirijo a Invernalia para tratar diversos asuntos ante Lord Stark. Cada año son más osados estos bandidos, y ya comienzan a ser un problema como los Clanes de la Montaña de la Luna en el Valle de Arryn. Pero no somos la única Casa con problemas: Lord Flaghan con esos salteadores demasiado organizados. No sería de extrañar que se tratara de ese infame de Galbraigh Hollister (ex Caballero desterrado de la Casa Flaghan). También llegan rumores de algunos barcos atacados por piratas, ya sean con destino a Puerto Blanco o al Atalaya de la Viuda. Y los Salvajes...

Un bufido resume lo que todos saben, y es que los Salvajes están cada vez más presentes en el Norte.

- Es hora de que seas la voz de la Casa Moonlight, Brandon. Irás a Invernalia, hablarás por el bien de nuestra Casa y espero que tu buen carácter consiga algunos hombres de más para atacar con fuerza en las colinas. No podemos permitir que campen a sus anchas. No quiero abandonar este mundo dejando que mis hijos una tarea a medias, es hora de asolar sus campamentos y destruirlos.

Mi mente daba vueltas a lo que había oído, luego de haber proporcionado agua a mi padre

Las palabras de mi padre me llenaban de un gran valor, y un gran deber, pero también de un gran temor.

¿Tan mal te encuentras padre, que me envías en tu lugar?

En otras circunstancias, en las que su padre se encontrase de pie, y de buena salud, Brandon hubiese comenzado a trepar de las paredes ante la emoción de tales palabras.

Invernalia era la cede de la Casa Stark, y había algo en ella que no podía olvidar desde que hubo ido allí cuando niño.

-Será un honor ir en tu lugar, Padre-Dijo con tono respetuoso, mientras que una pequeña preocupación se entreveía en sus ojos- No te defraudaré. Estarás orgulloso de mí-Exclamó forzando una sonrisa.

-¿Hay algo especifico que quieres que haga? O ¿algún día en el que deba partir?-Preguntó cuando la incertidumbre se apoderó de él.

Ver a su padre, esa figura fuerte y valiente, capaz de derrotar un gigante,tan solo con su espada, y vencer a una arpía, tan solo con su ingenio, le colmaba de tristeza.

Luego de escuchar lo que su padre tuviese para decir, no pudo ocultar sus sentimientos y exclamar.

-Padre... Esto es solo para que haga cosas por mi mismo. ¿Verdad? Tu estarás bien pronto ¿Verdad?

Su corazón se detuvo mientras esperaba que su padre hablase.

Logras sacarle una leve sonrisa al tiempo que palmea el colchón indicando que te sientes a su lado. Tu preocupación es palpable, así como tus ganas de demostrar que estás capacitado como heredero de la Casa. Tu padre no a escatimado a la hora de que aprendas a ser un buen guerrero, pero también ha alentado bastante tu capacidad como líder.

- No voy a engañarte, ya eres mayor para entender que tener en tu poder la verdad es de mucha utilidad, aunque la verdad no sea lo que esperas. La verdad, Brandon, nos ayuda a tener un conocimiento real, y con ello actuamos con ventaja si sabemos aprovecharla. Pero divago, que es más fácil que decirte que no lo sé -Sonríe con un tinte amargo- Desde la caída estoy sufriendo calambres repentinos, algún mareo y en tres ocasiones he perdido el sentido. Necesito reposo, pero más aún dar un golpe de gracia a esos forajidos. Si no hacemos un escarmiento con ellos llegaran más, como carroñeros a por una presa débil.

Te vuelve a señalar el vaso y se toma su tiempo para beber, entregándotelo con rapidez.

- Es necesario refuerzos, pero a la vez no mostrar que andamos necesitados. Durante años he allanado el terreno mientras los saqueos fueron controlables, pero es momento de ser más directos. Lord Stark es un hombre justo pero no significa que lo tendrás fácil, así que observa y aprovecha el momento adecuado. Alcánzame esos dos porta rollos.

Te señala los únicos que hay sobre el escritorio a medio camino entre la chimenea y la ventana, casi frente a la cama. Ambos llevan el sello Moonlight, ambos de cuero pero uno teñido de negro.

- Si no recibimos ayuda por parte de Lord Stark hay dos alternativas -Mira a los porta rollos-. El marrón contiene un contrato para adquirir el servicio de hasta veinte jinetes libres cualificados en caso de no poder recibir ayuda extraordinaria. Si su servicio nos compensa podrán formar parte de nuestras tropas de forma permanente. El otro es para un acuerdo comercial adecuado con aquella Casa que quiera prestarnos ayuda, pero sólo si no encuentras hombres adecuados. De entre estas dos alternativas el trato comercial debe ser lo último porque es más rentable pagar por jinetes libres.

La enumeración de sus síntomas, no hizo otra cosa que incrementar mi preocupación. Sin embargo, el foco de la conversación estaba en otro lado, y aunque me disgustaba una poco el dejar a mi padre en estas condiciones, era mi deber, y lo cumpliría con toda mi voluntad, poniendo lo mejor de mi.

-Comprendo, Padre-Exclamé con amabilidad, al tiempo que le tendía otro vaso de agua, sabía que el agua ayudaba a depurar el cuerpo, y sobre todo a hidratarse, algo muy importante en alguien enfermo, o herido.

-Partiré de inmediato. No dejaré que pase el tiempo. Y volveré lo antes posible con refuerzos, de uno u otro tipo-Dije sopesando el pergamino que según la explicación de padre, serviría de contrato para varios jinetes libres.

-Si hay algo mas que pueda hacer por ti padre, pídelo, y veré de hacerlo personalmente-Le prometí con cariño y respeto.

Escucharía las palabras de mi padre con total solemnidad. Jamás lo abandonaría en ningún momento, y menos en uno así, por lo que cumpliría lo que pidiese. Luego me dirigiría a los establos para organizar una escolta adecuada. Me iba a Invernalia.

-Asegúrate que pongan unas cucharadas de miel, pero no demasiado, en el agua de mi padre. Y limas. También limas-Recordaba lo que el Maestre solía darme cuando cogía algún resfriado. Mi padre no tenía un resfriado, pero ¿Quien sabe? Tal vez eso podría ayudarlo de algún modo.
O eso era lo que anhelaba con fuerzas...

Recupárate Padre...

La despedida fue sencilla, sin dramas pero tal vez con una pizca de solemnidad. Había mucho en juego, lo sabías, todos lo sabían. Durante demasiados años el problema con los bandidos había pasado de ataques esporádicos a una mala hierba con intención de arraigar, pero vuestra determinación es fuerte y crees que hay dinero suficiente para contratar a un buen número de jinetes libres y arrancar de raíz las malas hierbas. Quién sabe, incluso se podrían alistar aguerridos soldados y diestros caballeros a vuestra Casa, pero aún quedaba mucho por delante.

- Todo lo posible para el bienestar de vuestro padre, joven Moonlight. El reposo, medicinas y buena comida hará que mejore, es cuestión de tiempo.

Con una leve sonrisa se despide para entrar en la habitación y seguir con el cuidado de tu padre. A lo lejos, al fondo del pasillo junto a las escaleras, ves a tu hermana aparentemente mirando a la nada, por la ventana hacia el patio de armas.

- ¿Cómo se encuentra? -Sus ojos temen descubrir en tu rostro la gravedad del asunto, pero finalmente se encara-. ¿Se pondrá bien? Madre está atendiendo a los vasallos y me pidió que la acompañara, pero prefiero ayudarte en lo que necesites. Va a ser un viaje difícil, ¿verdad? Muy difícil... -termina para sí mismo.

Solícitamente se dispone a ayudarte en lo que necesites para partir, desde elegir qué puedes necesitar a llevar cualquier recado a la caballerizas o los que pronto formarán parte de tu escolta. 

Bueno, ya de regreso... 

Te comento que voy a unirte con Jolan, que ya es hora y poco más se puede hacer en vuestros apartados. Sin embargo, como necesito saber qué te llevas con exactitud, harás paralelamente un último post para detallar el equipo. Otra cosa a tener en cuenta, que puedes introducirlo en tu último post en el castillo, es que tendrás una escolta de 10 soldados: cinco veteranos y cinco básicos. 

Del dinero déjame pensarlo, no vas a irte de vacío y en principio para lo básico tendrás.

Primeramente agradecer la oportunidad a los directores de permitirme participar en esta maravillosa aventura.

Segundo, saludar a todos mis compañeros será un placer narrar con ustedes.

Tercero, y para no seguir molestando, pedir un breve resumen del estado actual del pj para ir poniéndome “a tono” y así comenzar a narrar.