Partida Rol por web

Kailyn consiguió abrir el pliego de papel con mucha destreza, pero sentía la mirada de Odessa clavada en su espalda y temía ser descubierta. Tan solo pudo dar una furtiva mirada al interior.

"...al Ocaso".

La nota no iba firmada y no se atrevió a leer más por miedo a ser descubierta, aunque cuando se dio la vuelta y entregó la nota no parecía que Lady Odessa se hubiera dado cuenta de lo que había hecho.

Sonríe al escuchar la respuesta. No era la correcta, pero se acercaba bastante, así que la decepción no alcanzó a ser el sentimiento predominante en su corazón al oírla. Vuelve a cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás, disfrutando de los dulces sonidos de las gotas del paño con que la lavaban al caer de vuelta a la tinaja, de vuelta al mismo montón de agua del que creían haber escapado. Una tras una, de vuelta al comienzo. Sin embargo, ¿No era un progreso aquel hermoso sonido que hacían al caer?

Aquellos pensamientos tan tranquilizantes se vieron interrumpidos por algún desconsiderado extraño que se paraba frente a su puerta. Abrió levemente los ojos para mirar por si entraba, pero al ver con alivio que solo pasaba un papel por debajo de la puerta, volvió su cabeza hacia donde estaba inicialmente y volvió a cerrar los ojos, sumida en sus pensamientos.

Ábrelo tú, por favor, dime que dice. - le pidió, tanto como signo de buena fe en estos primeros momentos cruciales, como para saber si la chiquilla sabía leer y escribir. 

Intentando aparentar normalidad abrió la nota desdoblándola con cuidado. No pudo evitar pensar en el riesgo innecesario que había corrido unos instantes antes.
La nota estaba escrita con buena caligrafía y no era muy extensa. Ya sabía como terminaba y ahora podía leerla entera:

"En el bosque de los Dioses al Ocaso"

Como ya había visto antes estaba sin firmar.

Con paso presto me acerqué a la puerta, y aunque habría dilucidado quien era el mensajero con solo abrir la puerta, esto habría traído mas problemas que respuestas responder, por lo que rápidamente llevé la nota hasta la curiosa joven.

Su petición siguiente me pilló desprevenida, no era común que alguien pidiese a la servidumbre que leyese aquello que solo eran para sus ojos, mas no tardé en atender a su mandato – En el bosque de los Dioses, al Ocaso – leí lo que la nota rezaba e iré contrariada a la noble - ¿Quién podría querer verle ahí? – Lady Odessa llevaba una semana cautiva, por lo que no entendía que alguien albergase esperanza de hacerla salir, ya que ni el hambre, ni la soledad ni el encierro lo habían conseguido - ¿Le habrían visto asomada a la ventana y por qué tanto secretismo?  - todo aquello no tenía sentido, mas no era secreto que la reina no apreciaba la presencia de la joven en su castillo, por lo que no me extrañaría que fuese una trampa en contra de la joven, fruncí el ceño levemente para luego volver a dejar el semblante tranquilo y esperé mientras seguía limpiándole a que ella rompiese el silencio.

Irás conmigo. - dictaminó, con voz suave pero firme. 

En realidad, no le importaba si la llamaban al lugar más recóndito de los terrenos del castillo. Si querían matarla podrían haberlo hecho en la sala del trono y, por supuesto, nadie sabría que le había pasado. Todos silenciosos testigos de las crueldades de nobles caprichosos, dispuestos a hablar solo cuando recibían el correcto incentivo. Además, en realidad, no sentía gran temor frente a las fatales posibilidades en su futuro. Quizás esa era una de las pocas cosas que tenía a su favor, lo superficial y trivial que parecía todo. O, quizás eso mismo era lo que la hacía ser más arriesgada de lo normal, al borde de la imprudencia.

Suficiente baño, ya estoy limpia. - dijo mientras se levantaba y esperaba que la sirvienta la cubriera - ¿Crees que podrías conseguirme algo de comer? Puedo vestirme sola.

Sin titubear la joven noble me pide que la acompañe, no sé bien con qué propósito pero incluso yo me siento mejor al saber que no irá sola, así que asiento con la cabeza sin tener nada que agregar a su dictamen. Cuando se levanta rápidamente cojo una mullida y blanca bata y la cubro con ella para después ayudare a salir.

¿Que os gustaría comer Mi Lady? – Le pregunto sin prisa mientras abro la ventana del cuarto de baño para dejar el vapor se vaya y dejar entrar en aire limpio nuevamente. Cuando la joven me diga que quiere comer, saldré presta a la cocina para traer su comida tan rápido como me es posible.

Kailyn atendió el pedido de Lady Odessa y se dirigió presta a la cocina donde no tuvo problemas para conseguir lo que necesitaba y llevárselo enseguida. Encontró a Lady Odessa ya vestida, aunque estaba pálida y algo mustia ya parecía otra vez la de siempre, seguramente con un poco de comida se encontraría mucho mejor. Todavía faltaban algunas horas para el ocaso así que Kailyn llevó de vuelta la bandeja vacía a la cocina prometiendo llegar a con el tiempo necesario antes de salir hacia el bosque de los dioses mientras atendía otras obligaciones que tenía pendientes y Lady Odessa descansaba.

Baje las escaleras hasta la cocina y preparé yo misma la comida de la joven, no sabía que cosas podría haber preparado la reina, pero prefería no arriesgar la integridad de la joven aún, ya que parecía que ella misma tenía ganas de hacerlo.

Le llevé la comida y salí con presteza, tenía una decisión muy importante que tomar, ahora mismo tenía que elegir con cuidado mi próximo movimiento sino quería echarme encima dos enemigas en vez de solo una, pero sabía que tenía que hacer, lo supe desde que cogí aquella nota, así que con paso ligero me adentré en los pasadizos para estar segura de que nadie veía donde me dirigía y al salir , miré con atención para no ser descubierta, me tuve que ocultar durante varios minutos tras el tapiz que tapaba la salida del pasadizo ya que varios guardias pasaban por ahí, pero cuando las charlas y el ruido de las armaduras al andar se alejaron, salí y llamé a la puerta de los aposentos de la reina Cercei.

Aunque la sirvienta pudo evitar a las patullas con gran soltura era imposible llegar hasta la reina sin pasar por delante del par de guardias reales que siempre estaban apostados ante su puerta. Todos los miembros de la familia real gozaban de ese tipo de protección pues la seguridad era un asunto crucial.
Ninguno se extrañó al ver a la joven, estaban acostumbrados a verla con la reina y cuando pidió permiso para entrar en el cuarto uno de ellos le hizo un gesto para que esperase allí mientras golpeaba la puerta y se metía en la habitación. Unos segundos después volvía a salir.

-Puedes entrar.

Le flanquearon el paso y Kailyn se introdujo en la estancia. La reina estaba sentada en su tocador de espaldas a la puerta, aunque podía verla por el reflejo de su espejo. Ni siquiera disimuló una gran expresión de satisfacción en su rostro cuando la vio entrar. La presencia de Kailyn allí solo podía deberse a una razón: la muchacha había decidido que era lo que más le convenía y venía a informarla tal y como le había pedido.

-¿Y bien? Me han dicho que querías hablar conmigo. Dijo finalmente sin volverse.

Tras la comida la joven Caron intentó descansar y conciliar el sueño, pero los úlimos acontecimientos de su vida no paraban de darle vueltas en su inquieta cabeza: la discusión con Cersei, que le asignaran a Kailyn como sirvienta, aquella extraña nota...
Era una jóven reflexiva que siempre quería encontrar la razón en todo lo que sucedía, pero en aquellos momentos estaba hecha un lío. ¿Sería prudente acudir al bosque de los dioses aunque fuera acompañada de Kailyn? ¿O quizás lo prudente era no ir, o ir sola? ¿Quien podía haber escrito esa nota? ¿Que quería de ella? ¿Cersei había decidido quitársela del medio? ¿O no tenía nada que ver con la reina?
Así no era capaz de descansar, ni tampoco de ponerse a componer nada. Quizás tocar algo de música la tranquilizara.

Mientras intentaba descansar se escucharon unos pasos acercándose. ¿Alguien más a dejar notas bajo la puerta? Unos pies se detuvieron frente a la entrada, pero esta vez hubo unos golpes sobre la madera.

-¿Lady Odessa? ¿Está disponible?

La voz te parece familiar. Alguien del castillo al que ahora mismo no logras poner cara.

Las preguntas continuaban agolpándose en su mente, interrumpiendo cualquier vano intento de cerrar los ojos para descansar. Había demasiadas cosas que aclarar, muchas interrogantes y pocas respuestas disponibles de manera inmediata, cuando las pocas de aquellas que habían la ponían aún más ansiosa. Las melodías que surgían en su mente al escuchar el movimiento de las cortinas con la débil brisa se apagaban rápidamente, notas desafinadas por la prisa y las constantes palabras caóticas que aparecían sin orden ni sentido en su trastornada cabeza. Debía llegar pronto a esa reunión o su mente acabaría con lo poco cuerdo que quedaba en ella. 

Rescatándola de un colapso nervioso seguro, una voz que no supo reconocer del todo llamó a la puerta. Se sentó en la silla del escritorio, y anotando cosas que solo tendrían significado para ella, alzó la voz para permitir la entrada a la voz incógnita.

Adelante, por favor.

Esperé que la gente que deambulaba por los pasillos despareciera para salir de mi precario pero efectivo escondrijo, me acerqué a la puerta y los guardias, que ya me conocían bastante bien, me dejaron pasar después de que uno de ellos entrara en la habitación – ¿Estaré haciendo lo correcto?  Más la duda desapareció de inmediato, claro que estaba haciendo lo correcto, si quería escalar un poco para dejar de ser una vulgar sirvienta, debía elegir bien a mis aliados, y sobretodo jugar mis cartas lo mejor posible.

Entré en la estancia con paso tranquilo y al hacerlo, pude ver a la reina de espaldas a mí, aunque el espejo me mostraba su sonrisa triunfante, aquella mujer esperaba que yo apareciera en cualquier momento, y ¿Quién era yo para no cumplir los caprichos de la reina de los siete reinos?

Avancé un par de pasos más, los suficientes como para alejarme de la puerta y no tantos como para quedar a una distancia prudencial de la reina – Mi Señora – saludé con una reverencia – Vengo a traeros la información que me habéis pedido – mi voz tranquila, y mi rostro sereno eran muestra de cómo me encontraba por dentro.

La joven Lady Odessa ha comido en su habitación, mas a recibido una nota inquietante que la citaba al Ocaso en el bosque de los Dioses – me tomé unos segundos para seguir mi exposición sin exaltarme – Lady Odessa no ha decido aún si ir o no, ya que desconoce quien es el remitente de la nota, pero me ha dicho que de ir, quiere que le acompañe – terminé mi discurso y me quedé a la espera de la respuesta de la reina.

La puerta se abrió y Lady Odessa pudo reconocer a uno de los sirvientes del castillo, un hombre de mediana edad que llevaba muchos años en la Fortaleza Roja.

-Mis discupas Lady Odessa, no quería molestaros. Dijo haciendo una leve inclinación. Me envían con una petición para vos mi Lady. Uno de los guéspedes del Rey ha escuchado de vuestra fama para componer y ruega si seríais tan amable de componer una oda sobre su padre Denys Arryn. Dice que está dispuesto a pagarle por su tiempo.

El sirviente terminó de hablar tras haber cumplido con su cometido y esperó la respuesta de la joven.

No es molestia alguna - contestó con una sonrisa a las disculpas del joven - Si el rey no ve inconveniente y lo considera apropiado y óptimo, entonces eso haré. Si encuentra un momento pertinente, hágale saber de la labor que estaré haciendo y no dude en interrumpirme si Su Majestad ve algún problema en ello, no quisiera molestarle innecesariamente. Informe al interesado que estoy dispuesta a aceptar su oferta y que puede encontrarme mañana en los jardines si quiere que la oda sea una obra digna. Para hacer tal necesito inspiración y recuerdos que solo alguien cercano me puede decir.  Puede retirarse.

Cersei siguió sonriendo satisfecha, había hecho bien en mandar a Kailyn y esta no parecía que la fuera a decepcionar y eso le gustaba.

-¿Una nota? ¿Citándola en el Ocaso en el bosque de los Dioses? Preguntó extrañada. ¿Quien querría ver a esa pusilánime en un lugar tan apartado? Quizás sea su lugar habitual para retozar, a mi no me engaña con esa cara de niña buena. Cersei volvió a su tono habitual. Has hecho bien en venir, sabía que podía confiar en ti. Ven, acércate.

Ante el tono imperativo de la reina Kailyn se acercó al tocador a lo que consideró una distancia prudente para no molestar a Cersei y esperó allí. Cersei rebuscó en una pequeña bolsa de cuero y sacó un venado de plata que arrastró por todo el tocador hasta la esquina más cercana a Kailyn. Aquello era gran cantidad de dinero, al menos para la sirvienta.

-Los Lannister siempre pagan sus deudas. Averigua quien la citó y que quiere, si decide no llevarte síguela y que no te vea. Eso es todo.

Cersei continuó peinándose como si Kailyn hubiera desaparecido, aunque quizás para ella ya lo había hecho.

La sonrisa de Cercei confirmaba lo que ya sabía, había hecho lo correcto en venir, aunque ahora tenía que pensar bien cual sería mi siguiente paso. Me acerqué con paso calmo cuando la reina me lo indicó y al ver mi recompensa en la esquina del tocador sonreí con prudencia, las muestras excesivas de emoción no eran buena, al menos no para mi.

Cogí la moneda, la primera de muchas si hacía bien mi trabajo y con una reverencia agradecí a mi señora – Muchas gracias Alteza, sois muy generosa – dije mientras me alejaba a la par que me guardaba la moneda en mi ya , raída bolsa de tela donde guardaba mi dinero.

En cuanto tenga noticias seréis la primera en saberlo Mi señora – respondí a su mandato aunque sabía que posiblemente ya ni me esucharía.

Salí del aposento de la reina con una idea en la mente, debía cubrirme las espaldas todo lo posible, así que guardando bien mi recompensa, me puse en marcha a terminar mis quehaceres antes de ir nuevamente con Lady Odessa.

Desde que había dejado los aposentos de la reina, el tiempo había pasado mas deprisa de lo que podía haber imaginado, el ocaso estaba cerca y con ello, una encrusijada en la que me veía en vuelta.

Con rapidez me moví por el castillo hasta llegar a los aposentos de Lady Odessa Caron, pensando con cada paso, como contarle a la joven noble mi tare, llamé  a la puerta y cuando me invitó a pasar y cerrando la puerta tras de mi, me acerqué a ella tanto como la compostura me permitía – mi señora, hay algo que debéis saber  - dije con un susurro a la joven que debía ser prevenida. 

Casi tan pronto el joven mensajero se hubo marchado y ella retomado su inactividad poco productiva, alguien llamó a la puerta. Quizás el mensajero olvidó algo o tiene nuevas noticias, pensó. Pero al escuchar la voz femenina que venía del otro lado de la puerta, reconoció el timbre de la sirvienta que le habían designado recientemente. 

Adelante, Kailyn. - dijo mientras la esperaba frente a la puerta. 

Pero antes de saludo o cumplimiento de protocolo alguno, la sirvienta se acercó a una distancia cerca de traspasar lo razonable y le comunicó no sin cierto tono de preocupación que debía informarle de algo. 

¿Y qué es aquello que tanto debo saber? - respondió serena.

Antes de hablar medité bien lo que estaba haciendo, podía meterme en un problema que incluso podía poner en peligro mi vida, pero…¿Cómo callar? Hiciese lo que hiciese no saldría bien parada de esto, así que respiré profundamente – My Lady, al salir de aquí la Reina me ha llamado a sus aposentos, se ha enterado de vuestra reunión y quiere que os convenza para ir con vos  y así enterarme de que va todo esto y poder contárselo después, y si vos  rehusáis mi compañía debo seguiros – le confieso a la joven en un susurro para que nadie pudiese oírme,  mirándole a los ojos y luego desviando la mirada al suelo, poco mas podía hacer, la suerte estaba echada y solo los dioses sabían cuál sería mi destino a partir de ahora.