Partida Rol por web

Se vio tentada a alzar una ceja al escuchar la conveniente idea del Arryn, pero en vez de eso solo sonrió educadamente, manteniendo una distancia prudente del caballero que parecía buscar su cercanía cada vez menos disimulada. Los Arryn eran un muy buen contacto, sin embargo. No querría ofender a uno que parecía tan dispuesto a relacionarse con ella, aunque tampoco era que le hiciera un favor. Si bien los Arryn eran una familia de importancia en Poniente, que no solo tenía ahora un puesto importantísimo sino que la historia hablaba a favor de ellos cuando se trataba de méritos, los Caron también eran una familia antigua y para nada desconocida. 

Quizás una visita, si la familia real pudiese prescindir de mis servicios por un tiempo, sería agradable. Me gustaría ver ese lugar del que hablan con tanto romanticismo - responde con voz dulce y cantarina - Además, estoy segura de que usted sería un excelente narrador para las aventuras de su familiar, especialmente rodeado de los escenarios en cuestión.

Escuchó a Marton hablar de su padre y de todo lo relacionado a él, aunque esta historia era obviamente mucho más subjetiva que la que había contado Robert Frey. De todas maneras, no era de extrañar que el hombre frente suyo hubiese heredado los rasgos y la actitud de casanova, aunque no tuviese el don de la palabra. Probablemente, le bastaba una demostración de su habilidad con la espada para que las damas se derritieran por él, así que no era siquiera necesario. 

Kailyn - saludó a la chica, con un movimiento de cabeza y una sonrisa.

Disculpe que lo interrumpa, Ser Marton, pero antes que seguir escuchando una historia que cualquier persona podría contarme, me gustaría escuchar lo que solo puede decir usted. Cuando piensa en su padre, ¿Qué es lo primero que viene a su mente? - pregunta, curiosa - No importa que tan pequeño o insignificante sea. 

-¡Me alegra oír eso! Supongo que el Rey Robert podrá prescindir de su voz durante un tiempo, sobre todo si se lo pide mi tío y sabe que es para honrar la memoria de mi padre. Aunque le entiendo, si yo fuera él tampoco me gustaría tenerla lejos Lady Odessa.

El chico sonrió y la miró a los ojos. También saludó con un gesto a la sirvienta recién llegada, aunque no parecía que su presencia fuera a cambiar su actitud lo más mínimo.

-¿Lo primero que me viene a la mente? Que era un hombre de honor, un hombre valiente y un gran caballero, también un gran padre. Y dudo mucho que pueda encontrar alguien que le diga otra cosa, mi padre era querido y respetado por todos y dio su vida por protegernos del Rey Loco.

Había pasado ya un buen rato desde que ambos jóvenes habían comenzado a hablar de sus negocios. El jardín parecía tranquilo y nadie les había molestado. Cierto alboroto interrumpió el silencio y la intimidad de la que disfrutaban. Myrcella apareció por uno de los senderos corriendo y riendo mientras un par de damas de compañía iban detrás. Paró su carrera al ver a las dos muchachas y las saludó desde lejos.

-¡Hola Lady Odessa! ¿Ya no está enferma? ¿Vendrá pronto a darnos clase? ¡Hola Kailyn!

Nuevas damas aparecieron y detrás de ellas surgió la reina Cersei, que para su sorpresa no iba sola si no acompañada de un joven que no parecía tener el mejor día de su vida: Robert Frey. La reina no se paró, continuó por el camino y tan solo se giró un momento para dedicar una de sus sonrisas a Odessa mientras continuaba algún tipo de conversación con Robert Frey.
De todas las compañías que podía tener, aquella era la más extraña que se les ocurría y probablemente la menos casual.

Odessa sonríe ante el cumplido, sin esquivar la mirada de Marton Arryn. Le sorprende que mantenga aquella postura cercana incluso en presencia de Kailyn, pero asume que la presencia de esta última y la distancia prudencial que ella misma se preocupaba de mantener fuera suficiente para conservar una apariencia respetable. 

Oh, milord, no me refería a eso. En realidad, hablaba de algún recuerdo específico, algún momento que haya quedado marcado en su memoria. Algo que sea solo suyo. - le responde, con dulzura. 

Entonces, risas infantiles, una de voz reconocible, irrumpen en la escena. Inmediatamente, Lady Odessa se levantó para ejecutar una reverencia pronunciada ante la princesa, con una sonrisa sincera. La niña era un haz de luz en la oscuridad que significaba este castillo, más raro aún cuando provenía de una mujer tan perversa como Cersei Lannister. 

Buenos días, princesa Myrcella. - dice al tiempo que se vuelve a erguir - Tan pronto como usted esté disponible y dispuesta, princesa. - contestó con cariño.

Entonces la reina, meretriz del reino, aparece en el lugar hablando con Robert Frey. Su sonrisa se borra, manteniendo la mirada fija en la mujer, y apenas hace una reverencia casi imperceptible, más por obligación que por real cortesía o respeto. 

Marton también se puso en pie y saludó a la princesa y a la reina, aunque esta solo le dedicó una mirada curiosa, como sorprendida de verlo allí en compañía de Lady Odessa. Myrcella se despidió para seguir sus juegos y paseos.

-¡Me alegro Lady Odessa! ¡Se lo diré a mi madre para que lo arregle todo! ¡Hasta luego!

Se marchó igual que había llegado corriendo y riendo entre las flores del jardín.

Marton tendió su mano a Lady Odessa cuando volvieron a quedarse solos.

-Permitáme que la ayude a sentarse Lady Odessa.

Caballerosamente esperó a que la dama cogiera su mano y se sentara nuevamente para hacer lo propio y seguir con la conversación.

-Algo más personal... entiendo. Se quedó pensando. A decir verdad mi padre no era un hombre despreocupado por su familia, así que tengo infinidad de recuerdos. Por ejemplo la primera vez que me llevó a Nido de Águilas. Es una fortaleza inexpugnable, pero llegar hasta ella es una pesadilla, mi padre tuvo que llevarme la mitad de camino sobre sus hombros, era muy pequeño. Se disculpó. Una vez allí hizo que abrieran las puertas de la luna para que lo viera, yo le había estado insistiendo todo el camino, cosas de niños, ya sabes. Un consejo. Si algún día vas y quieres que las abran procura que mi primo Robert no esté cerca, se pone demasiado nervioso.

Marton le contó unas cuantas anécdotas personales de su padre, lo que le dejó claro a Lady Odessa que padre e hijo tenían buena relación. Así estuvieron otro buen rato.

-Bueno, no quiero aburrirla y ya casi es la hora de la comida, no me permitiría que se la perdiera. Desde luego con lo pálida y delgada que estaba necesitaba comer un poco más, aun así seguía siendo una muchacha muy hermosa. ¿Ha dicho que esta noche tocará durante la cena? No me lo perderé por nada del mundo. Quizás quiera concederme un baile, aunque le advierto que no soy un gran bailarín, por ti haré una excepción.

Lady Odessa se despidió de la joven Myrcella con una pronunciada reverencia, fingiendo no notar la mirada desconcertada de la Reina, quién siempre creía ir un paso adelante del resto. De los tres hermanos Lannister, ella debía ser la menos dotada intelectualmente, y aún así jugaba a ser la superior tanto dentro como fuera de su familia. 

Aceptó la mano que el hombre le ofrecía y tomó asiento junto a él, dónde se encontraba anteriormente, de manera que pudiesen seguir con sus asuntos. Esta vez, la información compartida hizo que brotara una sonrisa de sus labios, mientras notas dulces se añadían por detalles a esa melodía que poco a poco se formaba en su cabeza, como si el mismo nombre del guerrero ocultara una canción que era su deber descubrir. Escuchó con inusitado interés cada una de sus anécdotas, riéndose cuando fuera pertinente y enterneciéndose ante la disculpa de Ser Marton. Si la debilidad física fuese razón de pedir perdón, entonces ella tendría que haber rogado por el suyo al tan solo habérselo encontrado. 

Lamentablemente, la conversación llegó a su fin, y Ser Marton le recordó que el momento de la comida se acercaba. Siempre inapetente, Odessa ya se había hecho con una rutina para forzarse a comer, de tal manera que la muerte no la alcanzara antes de ver cumplida su venganza. 

Estaré encantada de que dedique su tiempo a escuchar mis composiciones, Ser Marton - agradece con una sonrisa, y en cuanto la petición llega, sonríe un poco más, halagada - ¿Una excepción por mí, mi señor? Será un honor.

-¡Oh! ¡Le aseguro que el placer será plenamente mío! Marton se levantó y tendió su mano a Lady Odessa para ayudar a levantarla como un caballero. Bueno... para mi será un honor poder bailar con la dama más hermosa de la corte, espero que sepa perdonar mi torpeza en el baile y en las palabras. Alzó la mano que tenía agarrada y depositó un suave beso sobre ella. Solamente soy bueno con la espada me temo, pero la pongo a su servicio, no lo dude.

Soltó la mano de Lady Odessa y le hizo una reverencia antes de despedirse prometiendo verla durante la cena.

Una vez que la dama se quedó sola Kailyn vio por fin la oportunidad de acercarse y contarle a su nueva señora lo que había visto.

-Lady Odessa, acompañé a Alyssa como me ordenó para ayudarla con lo del joven Robert, pero Lady Lysa no se lo permitió pues tenía otros asuntos urgentes para ella, así que decidí buscarlo yo misma. Cuando estaba llegando a sus habitaciones vi como una de las damas de la reina se alejaba. El joven Robert me dijo que tenía prisa, que viniera con usted pues se había quedado sola aquí y eso no era adecuado para una dama, que él se cambiaría de ropa y mandaría lavar la otra, así que vine en su busca. Espero no haberla decepcionado Lady Odessa. Bajó la cabeza, había hecho todo lo posible por cumplir con lo que le había ordenado pero todo se había torcido. ¿Que querría la reina Cersei de Robert Frey? Es la primera vez que los veo juntos, hasta hoy hubiera jurado que ni siquiera sabía que existía...

Lady Odessa tomo la mano del caballero y se levantó con su ayuda, sonriendo ante el cumplido por su belleza y haciendo una medida pero muy cortés reverencia al mismo tiempo que el besaba su mano. - Lo agradezco, Ser Marton, y es mucho más de lo que podría pedir jamás - contesta con una sonrisa, para despedirse con un leve movimiento de cabeza cuando el se retira. 

A continuación, escuchó con increíble calma a la sirvienta, sin mostrar molestia alguna en ningún momento. - Serías incapaz de decepcionarme con tales nimiedades, Kailyn. Agradezco tu servicio - responde con una mueca de gratitud en su rostro, una de las primeras expresiones que había aprendido a fingir. Había tenido que mostrarla al agradecer la hospitalidad de Walder Frey antes de dejar su territorio. - Quizás no lo sabía. ¿No le habrás mencionado nada tú de nuestro encuentro, no? - preguntó clavando sus ojos en ella, esperando que la acusación brutal e inesperada lograra sacarle la verdad por nerviosismo.

-Yo no... Se excusó la sirvienta. Yo siempre estuve con usted, Lady Odessa, se lo juro. Y ahora fui directamente de la Torre de la Mano en busca del joven Robert Frey y cuando llegaba a sus aposentos vi salir a una de las damas de la reina Cersei, se lo prometo.

Si el objetivo de aquella mirada y aquellas palabras era poner nerviosa a Kailyn, Lady Odessa podía darse por satisfecha pues lo había conseguido. Tema bien distinto era distinguir la sinceridad de sus palabras. Todo indicaba que no le estaba mintiendo, aunque había cosas que a Lady Odessa no le terminaban de encajar del todo. Quizás simplemente sospechaba el por qué Cersei había puesto a una de las sirvientas más queridas por su hija a su servicio. Quizás sospechaba de todos ya y no confiaba en nadie desde que Walder Frey la había ultrajado y casi toda su familia había muerto.

En Desembarco del Rey no parecía que se pudiera confiar en nadie y aún teniendo alguien de confianza a su servicio, ¿quién le aseguraba que este no podía caer bajo el influjo de las amenazas o el poder de algunas de las fuerzas que actuaban en torno al trono? ¿Acaso se estaba volviendo paranoica? ¿Debía sospechar de todo u todos, o confiar en alguien y ser nuevamente traicionada? ¿Quedaba alguien sincero en el mundo? ¿Kailyn de que lado estaba? ¿Había alguna forma de ponerla a prueba?

Lady Odessa observó con atención a su víctima, aunque los resultados de su maniobra no resultaron del todo claros. Sospechaba de Kailyn por muchas razones distintas, pero quizás la soledad ya se había vuelto demasiado monótona y peligrosa para la joven Caron. Así que, sin verle sentido a enfrentarla directamente por algo que podía ser simple paranoia, solo le sonríe suavemente, intentando aliviar su nerviosismo. Si efectivamente era una espía, la encontraría en otro momento, cometería algún error. 

No te preocupes, Kailyn, solo era una pregunta - aseguró, en tono suave y despreocupado - ¿Te parece si volvemos al castillo? Tengo trabajo que hacer, y ya tengo algunas ideas rondándome la cabeza. 

La sirvienta asintió, aún con la mirada baja. Pocos se atrevían a aguantar la mirada penetrante de Odessa Caron, la reina Cersei y el joven Marton Arryn eran dos de esas excepciones.

-Si Lady Odessa, volvamos al interior de la fortaleza si así lo desea. Kailyn le ofreció su brazo para que Lady Odessa pudiera levantarse y apoyarse en ella al andar si así lo requería. ¿Quiere que le prepare un baño? Si me dice el vestido que piensa llevar esta noche se lo prepararé para que luzca radiante mi señora.

Pasearon por el jardín hacia la salida más cercana y al llegar al ramal principal pudieron ver al grupo que formaban las acompañantes de la Princesa Myrcella. La niña al verlas las saludó desde lejos con la mano. Unos metros apartados del grupo hablaban la Reina Cersei y Robert Frey a solas, aunque este último tan solo parecía escuchar y asentir. Están colocados de tal manera como si quisieran ser vistos, incluso parece que la reina sonríe al ver a las muchachas.

Lady Odessa regresó a su habitación en la compañía de la servicial Kailyn. Salieron fugazmente a comer y regresaron de nuevo, quedan horas para la cena pero tenían muchas cosas que preparar: debían asearse, preparar los vestidos, peinarse, acicalarse, ensayar las canciones y poesías que interpretarían. Parecía que el tiempo no iba a ser suficiente para todo pero poco a poco fueron acometiendo cada una de las tareas. Cuando faltaba aún cerca de una hora para el momento de la cena alguien golpeó la puerta. Kailyn dejó a Lady Odessa, que ya estaba casi lista para la importante ocasión, y acudió a recibir la llamada. -Lady Odessa... hay un joven que pregunta por usted. Dice que es su hermano... La voz de Kailyn parecía algo extraña, como nerviosa, pero la frase hizo que la joven dama se volviera repentinamente hacia la puerta para comprobar que efectivamente se trataba de su hermano Bryce que esperaba sonriente en la puerta. Ambas muchachas no parecían dispuestas a apartar sus ojos de él, aunque el muchacho solo miraba a su hermana pequeña mientras abría los brazos y la sonreía.

No quiso dedicar demasiado tiempo a romperse la cabeza pensando en si Cersei quería que los viera para angustiarla o si quería que los viera para ocultarse haciéndola creer que se escondía a plena vista, angustiándola de igual manera. No, no iba a ser el día de estrés injustificado. O justificado, siendo que la reina era quién era. ¡No, nada de romperse la cabeza! Así que paso la tarde componiendo, recordando las historias y observaciones de Marton, y el infinito conocimiento de Robert. Uso de inspiración los ruidos del jardín, las pequeñas notas dulces del agua, y los tonos graves de pisadas acercarse. La manera en que una melodía principal se formaba con la voz de Marton unas notas más arriba para complementar una flauta con la tonada certera de un laúd. De cualquier manera, quedaba mucho trabajo aún. Pero era un buen, muy buen, comienzo. 

Cuando el momento llegó, inició el ritual de preparación, mientras endulzaba la habitación con una canción que tarareaba con ternura. En realidad, pretendía afinar la voz, asegurarse de precalentar, pero no le molestaba cantar frente a Kailyn. No sabía si era de confianza, pero al menos podía concederle eso. Había pensado que les quedaba un tiempo aún para salir, pero entonces alguien tocó la puerta, haciéndola creer que ya iban atrasadas. No había problema, pues solo faltaban algunos detalles en su peinado y el vestido ya lo llevaba puesto y perfectamente arreglado. 

¿Mi hermano? - preguntó, confundida. ¿Que hacía allí? ¿De verdad había venido a visitarla? 

Incapaz de aguantarse un segundo más ante la expectativa, se volteó, solo para ver a Bryce, con una enorme sonrisa, de brazos abiertos en la puerta. Inmediatamente, se levantó del tocador y fue corriendo a abrazarlo. Con él le era imposible contener su antigua forma de ser, como si el estar cerca de su hermano le enviara enseguida en una regresión a tiempos más felices. 

¡Bryce! - exclamó mientras saltaba a sus brazos con una enorme sonrisa. Resentía su rechazo tanto como el primer día, pero aquel hombre no dejaba de ser su única familia y, al mismo tiempo, su único vínculo a un pasado que poco a poco empezaba a olvidar.

Bryce tomó a su hermana entre sus brazos con delicadeza y luego la aupó por la cintura y dio una vuelta con ella en el aire.

-¡Hermanita! ¡Que ganas tenía de verte! Veo que estás igual de guapa que siempre, o más, si, sin duda más. ¿Comes bien? Te noto menos pálida, me alegra que te cuiden bien en Desembarco.

Quizás era por la emoción o porque en los dos últimos días le había dado un poco el aire y el sol y estaba algo más sonrojada de lo habitual, aunque para cualquier otro que no fuera su hermano Lady Odessa hubiera seguido pareciendo una chica frágil y enfermiza.

-Cuando me llegó la invitación para la cena de esta noche no podía esperar para venir a verte, aunque eso ya lo sabrás por el cuervo que te envié. Pero dime. ¿Como te va? No te preocupes, hablame mientras terminas de arreglarte, quiero aparecer en la cena del brazo de la dama más bella de poniente. Se giró ligeramente hacia Kailyn. Sin desmerecerla a usted señorita...

-Ka...Kailyn Monron mi Señor.

Respondió la dama de compañía ligeramente sonrojada mientras bajaba la mirada. Bryce tendió su mano para besar la de Kailyn y luego se dirigió nuevamente a su hermana.

-Quizás prefieras terminar de prepararte sin que tu hermano mayor te interrumpa, si es así te esperaré fuera, no quería interrumpirte, pero tenía muchas ganas de verte. No me fue difícil encontrarte, veo que cantas tan bien o mejor que antes.

Odessa sonrió al sentirse volar en brazos de su hermano, tal cual como cuando era tan solo una niña que no alcanzaba la mitad de su estatura. La sensación era idéntica, aunque la vida de ambos y el vínculo entre los dos hubiesen cambiado tanto. Su sonrisa se amplió aún más ante el cumplido de Bryce, aunque definitivamente no se debiera a que aquí la cuidaban particularmente bien. Tener a la reina como tu enemiga personal no te ganaba un buen trato dentro de la fortaleza. 

Entonces, la sonrisa desapareció, reemplazándose por una mirada de desconfianza que ni siquiera los siguientes halagos de Bryce hicieron desaparecer. ¿La invitación a la cena de esta noche? ¿Por qué lo querían ahí? Y más aún, ¿Por qué le habrían censurado ese conocimiento e interferido con la misiva que le había enviado? Por supuesto, solo podía ser obra de una sola persona. De la misma que mandaba a quienes normalmente le entregaban las cartas. 

No, quédate. No interrumpes. - dice en tono serio, volviendo al tocador para que Kailyn pudiese seguir ayudándola a arreglarse para la ocasión. Ya ni sabía por qué lo hacía, porque la situación se veía sospechosa, pero en caso de que solo fuera un exceso de paranoia suya, su hermano jamás le perdonaría que no estuviese presentable durante su visita - ¿Qué me decías en la carta? No he recibido nada. 

A Bryce no le resultó ajeno el gesto que puso su hermana Odessa, la conocía muy bien y sabía que algo no le gustaba.

-Tan solo te avisaba de mi invitación y de que pronto nos veríamos, supongo que sería cuando estuviste tan mala. Miró fijamente a su hermana. No me mientas, el mismo Rey Robert me dijo que habías estado varias semanas muy enferma y que ni siquiera habías salido de la habitación. Me alegra que ahora estés mejor, pero me preocupa tu salud Odessa, prométeme que te cuidarás. ¿Haces caso a los maestres o te niegas a tomar tus medicinas?

Odessa era lo único que le quedaba ya y sabía que desde las fiebres que se habían llevado al resto de su familia su salud era muy inestable por no decir mala. Había pensado que en Desembarco dispondría de los mejores maestres y cuidados y por eso había aceptado sin dudar la petición de Robert de llevarla a la corte.

-El Rey quería verme en cuanto llegara. Su hermano ahora tenía la misma cara seria que Odessa había puesto antes, un gesto familiar sin duda. ¿Podemos hablar?

No desvió la mirada de Odessa pero su hermana lo conocía tan perfectamente que sabía que la pregunta solo significaba si Kailyn Monron era de la confianza suficiente para hablar delante de ella.

Odessa sonrió ante las preocupaciones de su hermano. Por supuesto. Enferma, había dicho la reina, sobre el frágil pajarito confinado. ¿Qué otra excusa sería tan asombrosamente perfecta para cubrir la ausencia de la dama sin más que algunas preguntas inocentes de seguimiento? Libres de sospecha, al ser de salud tan débil.

No te preocupes, hermano, mi salud está perfecta - contestó, con la discreta sonrisa instaurada permanentemente en su rostro y una mirada fugaz a Kailyn. Sin embargo, no quiso aclarar más el malentendido intencional por varias razones. Primero, su hermano se preocuparía por su enemistad con la Reina y podría tanto obligarla a disculparse como causar un escándalo. Segundo, se la llevaría de ahí enseguida, y no quería bajo ninguna circunstancia que el poco progreso que había hecho acercándose a su venganza se viera anulado por una mujer caprichosa y estúpida como era Cersei. 

Se preguntó a que se debía el rostro de su hermano al referirse al Rey. ¿Que asuntos podrían hacer su visita tan urgente?

Por supuesto - respondió, sin titubear. No, eso no significaba que confiara en ella. Solo significaba que estaba dispuesta a ceder un poquito de información a cambio de una medición de su poder sobre la criada. - Mientras soportes una demostración de vanidad por mi parte mientras hablas, entonces no hay problema. - dijo para luego mirarlo a través del espejo, con una sonrisa casi juguetona.