Partida Rol por web

Como siempre Ser Henry había encontrado la solución perfecta, por eso Dan lo admiraba tanto.

-¡Ez una gran idea Ser Henry! Contestó emocionado. Aunque se le quitó toda alegría cuando le dijo que irían a buscar un pájaro. Odiaba a esos bichos alados. ¿A...Ahora? Yo tengo muchaz cosaz que hacer Ser Henry, tengo que prepararlo todo para el viaje... Intentó colar como escusa.

Dan se acercó a la puerta, de una u otra forma no se iba a quedar allí, así que sería mejor ir saliendo mientras cruzaba los dedos para que Ser Henry le permitiera ponerse con los preparativos.

-Está bien pero más te vale no olvidarte de una buena jaula- Henry se despidió de Dan y se puso en marcha a la pajarera, allí tendría que escoger al pequeño que lo salvaría o al menos ayudaría a su padre a encontrar su cadaver. Al llegar Henry saludó a quien allí estuviera y se dispuso a coger a algún cuervo que ya conociese.

Ser Henry vio el alivio en la cara de su amigo cuando le permitió marcharse a otros menesteres lejos de los pájaros que tanto miedo le daban, aunque antes le prometió que encontraría un buena jaula, una de la que estuviera seguro que no podría escaparse ningún pájaro, aunque eso no se lo dijo.

Cuando llegó a la pajarera se encontró con un guardia apostado allí. Siempre había uno atento a los mensajes que entraban o salían, al menos mientras en maestre no estuviera por allí pues era el que solía redactar los mensajes, al menos cuando podían permitirse tener un maestre, un lujo que no siempre se daba. El guardia era jóven, de los últimos que había entrado al servicio de su padre pues allí ponían a hombres con poca experiencia para que fueran acostumbrándose a las vigilancias.

-Buenos días Ser Henry. Dijo algo sorprendido al verlo, pues no era frecuente verlo por allí. ¿Necesitaba algo?

-Buenos días, necesitaría un buen cuervo para un buen viaje, aunque si te digo la verdad aún espero aquel halcón que me prometió mi padre- Henry estrechó la maño a aquel joven, él no era como aquellos nobles pedantes que se sentían superiores, era una persona más, que había tenido la suerte de nacer en una buena cuna.
-¿Y bien? ¿Alguna sugerencia para mi?- Mientras tanto Henry echaba rápidos vistazos a los cuervos en sus jaulas ¿Por que nunca se irán cuando se les deja sueltos?, era una pregunta que siempre se hacía cada vez que los veía en sus jaulas tan tranquilos.

-No se nada sobre ese halcón Ser Henry. Respondió el soldado encogiendose de hombros. Y sobre los cuervos no llevo mucho, les doy de comer y aviso si llega alguno con mensajes. Pero si me pregunta... El guardia miró al interior de la jaula y señaló un cuervo con una mota blanca grande en el pecho. Ese es mi favorito. Incluso le enseñé a hablar. Lo dijo orgulloso, aunque no era muy exacto pues tan solo había aprendido alguna frase que durante las interminables guardias le había repetido una y otra vez. Aunque supongo que tendrá que hablar con su padre sobre eso, me prohibió que nadie tocara a los cuervos Ser.

En ese caso... miró al cuervo con la mancha y luego miró al guardia ...iré a hablar con él, tened un buen día. Henry salió de allí de nuevo en busca de su padre, muy lejos no podría estar así que fue preguntando a los guardias que se encontraba para saber donde estaría su padre, aunque ya se hacía una ligera idea.

No tardó mucho en dar con su padre, no era un lugar muy grande y su progenitor no era precisamente un hombre que destacara por su discreción. Unas risas y unos gritos llamaron su atención hacia la zona de los establos. Su padre acompañado de varios de sus hombres de confianza miraban un magnífico semental. Parecía medio salvaje y sin domesticar aún, o al menos de eso daba fe uno de los muchachos de las caballerizas que había sido despedido por el equino cayendo al suelo con estrépito mientras era acompañado de un coro de risas de los que estaban alrededor.

-¡Venga botarates! ¡¿Es que nadie va a ser capaz de montar ese caballo?! Lo necesito manso para que preñe a las yeguas que compré el año pasado. Ser Harren intercambió una mirada con algunos hombres. ¡Porque está claro que vuestras pequeñas poyas no les impresionan!

Hubo otro coro de risotadas. Al parecer Ser Harren también se había enterado del incidente con las yeguas, claro que como siempre no le había dado la menor importancia. Los hombres tenían derecho a divertirse de vez en cuando y supuso que aquello había sido alguna especie de broma o apuesta. Vio a su hijo acercarse y le hizo gestos con la mano para que fuera hasta su lado. Los hombres hicieron espacio para que padre e hijo pudieran estar juntos.

-¡Ven aquí! ¿Que te parece el semental? Los chicos lo capturanton en la llanura, iba con un pequeño grupo de caballos salvajes. ¿Quieres apostar a ver quien consigue domarlo?

Una de sus aficiones favoritas, como la de muchos hombres de allí, eran las apuestas. Les gustaba apostar por casi todo, era una forma de pasar el rato cuando no había mucho más que hacer.

-Apuesto por mi, déjame saber un poco más de él antes de intentarlo- Henry al parecer no le importaba mucho acabar mal, de todas formas tarde o temprano estaría en la taberna riéndose de sí mismo con sus compañeros.
-Alguien más debería intentarlo si estos no pueden, aunque ese alguien se está viendo fiera del establo con una coz en la entrepierna- Harren quizá no le dejase pero ya era mayorcete pare poder tener coces por sí mismo.
Se quitó la capa y se la dió a uno de los hombre que estaban allí y empezó a mirar al equino, no parecía querer ayudarle.

Henry se acercó al caballo con las manos abiertas y en alto en señal de "paz", y cuando pudo acercarse a él le tocó la parte inferior de la cabeza para luego con la otra mano acariciarle la crin. Puso su mano cerca de la nariz, dejando así que se identificase con su olor.
Cuando el equino parecía más calmado se subió velozmente a él y se sujetó fuertemente a las riendas preparándose para lo peor.

Mientras Henry se preparaba para acometer el acercamiento hacia el equino los hombres comenzaron a hablar entre si. Las apuestas empezaron a aparecer, algunos confiaban en el hijo de su señor otros no tanto, incluso algunos pensaban que ni siquiera podría acercarse al caballo sin llevarse una coz. La expectación fue creciendo entre el cada vez más numeroso corro de espectadores.
El caballo se preparó para recibir a su siguiente rival, estaba nervioso y agitado por los intentos anteriores por montarlo, pero dejó que Henry se acercara y ante sus gestos calmados y serenos olió al muchacho con recelo.
Cuando Henry se subió encima el semental comenzó a brincar y trotar en señal de protesta, pero con menos entusiasmo que las veces anteriores, como si le molestara menos llevar a Henry encima que a los otros. Enseguida y al ver que el jinete dominaba la situación pareció calmarse y obedecer las órdenes que le daban. Todos comenzaron a vitorear, incluso los que acababan de perder la apuesta.
Harren se acercó y le dio una fuerte palmada en la espalda, estaba eufórico y sonriente.

-¡Este es mi hijo! ¡Os dije que lo conseguiría! Harren podía discutir mil y una veces con su hijo o no gustarle muchas cosas de él pero en público siempre le apoyaba y no quería que nadie pudiera imaginar que no eran uña y carne. Henry, vete pensando un nombre. Te acabas de ganar este caballo.

Henry estaba perplejo de su propia hazaña, ese era su día de suerte, menos por su resfriado, que le impedía respirar bien cuando tenía la boca cerrada, dormía o comía.
Echó su mano sobre el semental para acariciarlo y sentir su pelaje una vez más antes de elejir un nombre.
Se imagino a su caballo llevando el escudo de su familia en cada lazo por un tabardo de tela (no se como se llama). Miró a su padre y miró al caballo de nuevo.
-Lo llamaré Ejecutor, Ejecutor el negro.- El nombre se debía a su gran fuerza y su pelaje oscuro como el carbón, su hocico blanco le hacía tener un aspecto original que sólo podía identificar con la cara de un ejecutor y su cuerpo negro sería su túnica.

-¡Llámalo como quieras! ¡Te has ganado el derecho a hacerlo! Pero también el deber de cuidarlo, es hora que te hagas responsable de algo. Y esto es un animal de verdad y útil y no ese pajarraco que querías. Henry le había pedido varias veces desde la niñez un halcón pero Harren no le veía ninguna utilidad a eso. En el norte eran más prácticos y un caballo le serviría mucho mejor.

Cuando todos hubieron felicitado a Henry y contemplado el magnífico animal que había conseguido domar la emoción se fue disipando poco a poco y volvieron paulatinamente a sus tareas. Henry se quedó casi a solas con su nuevo caballo, tan solo Dan  seguía a unos metros observando contento, de buen seguro se había ganado algo de dinero en las apuestas pues nunca apostaría en contra de Henry.

-¿Qué opinas Dan? seguro que este caballo nos servirá bien allá en el sur, y seguro que si tu lo cuidas estará mejor- Henry bajó del caballo y le pasó un peine a Dan dándole unas palmaditas en los hombros acompañadas de una satírica sonrisa.
-¡Ale! a limpiarlo, tienes que ir cogiendo confianza mientras yo busco a mi padre, otra vez se ha ido sin esperar a que le preguntase sobre algo. A ver quien me da ese cuervo.-
Henry buscó por todos lados a su padre hasta encontrarlo, esta vez iría directo a la pregunta.

-¡Es un caballo magnifico Ser Henry! Todo el mundo le envidiará en el Sur, y seguro que todas las doncellas querrán conocerle, sobre todo cuando se enteren de como lo consiguió. Nunca había visto nada igual, ha estado magnífico. Dan cogió al caballo por las riendas cuando Henrry se las tendió junto con un peine. ¡¿De verdad?! ¡Será todo un honor peinar su caballo Ser Henrry!

Dan se quedó más contento que unas castañuelas peinando el nuevo caballo de su amigo mientras este se iba en busca de su padre. No tardó mucho en encontrarlo pues estaba con un pequeño grupo de hombres de su confianza aún comentando lo que había pasado. Sería la comidilla durante los próximos días y una de esas anécdotas que se repetirían cada cierto tiempo por allí.

Henry puso la mano sobre el hombro de su padre y le hizo una seña con la mirada para que fuesen a un lugar más alejado. -Ven padre, tengo que preguntarle una cosa-
Henry se llevó a su padre a un lugar más apartado. No sabía en quien confiar para que escuchasen los detalles así que optó por sólo hablar con él.
-He decidido llevarme un cuervo para poder enviar mensajes directos aquí sin tener que ir a la pajarera de Desembarco del Rey, allí podrían leer lo que envíe.

Harren acompañó a su hijo preguntándose que mosca le había picado ahora. ¿Ya se había cansado de su nuevo caballo? Ese muchacho era incorregible. Pero cuando Henry le planteó la cuestión que lo había llevado allí lo miró incrédulo.

-¿De que estás hablando? ¿Que es todo ese asunto de Desembarco del Rey? Nadie va a ir a Desembarco del Rey, al menos no ahora. ¿No me escuchaste antes? Solo sabemos lo que te dije ¿Que te hizo pensar que tenías que ir a Desembarco del Rey? ¿O acaso se te perdió a ti algo por allí?

Le vino a la memoria aquella putilla que había tenido y que se había marchado a Desembarco del Rey con unos familiares, o eso creía Henry. Esperaba que no tuviera que ver con ella todo ese asunto porque a donde lo iba mandar era al Muro donde no le daría ya más problemas.

-Si aquella chica con la que supuestamente me voy a casar es aliada de los Targaryen tendré que ir a desembarco del rey- La pregunta de su padre le había producido un malestar y enfado sin motivo aparente, quizás estaba irascible hoy pero no era momento para dar explicaciones, si él quería ir preparando las cosas las prepararía.

Harren negó con la cabeza. Que poco le duraban las alegrías con su hijo. Definitivamente tenía que haber salido a su difunta madre.

-¡Pero vamos a ver Henry! ¿Sabes leer verdad? ¿Y me escuchas cuando hablo no? ¡Porque no lo parece! Harren parecía muy contrariado, aunque cabía la posibilidad de que Henry le estuviera tomando el pelo, eso le hizo tranquilizarse un poco. La nota solo ponía que había una posibilidad de enlace con una de las casas leales al rey, lo cual nos quitaría la fama de desleales que tenemos y así nos podríamos mover con mayor libertad, además de poder hacer contactos con gente cercana al rey y saber así de sus planes y sus fuerzas, lo que será de mucha importancia en el futuro. ¿Entiendes? Pero de momento nada de ir a Desembarco del Rey hasta que no tengamos más noticias. De todas formas puedes ir haciéndote una idea de lo que podrías necesitar llegado el caso, no está nunca de más ser previsor. De momento ya cuentas con un buen caballo.

-Pues dime si me necesitas cuando quieras que haga algo en vez de quedarme sentado- Henry se dió media vuelta y volvió con Dan, al que había dejado cepillando a su nuevo caballo, para ayudarle un poco con su tarea y ver que podían hacer mientras esperaban a que llegasen las noticias.
-Dan ¿Qué podría hacer o qué podríamos hacer mientras no tengamos que ir a Desembarco del Rey?- Henry se quedó algo pensativo pues sabía que aunque Dan era muy bueno para divertirse a su manera no era diversión lo que buscaba, sino más bien hacer algo de provecho.