Partida Rol por web

Dan obedeció el mandato y regresó a la orilla para recoger la ropa de Ser Henry y su espada y se dispuso a alcanzar a Ser Henry. El agua comenzaba a cubrirle más de lo que le gustaba y con la espada y la ropa alzadas sobre su cabeza para que no se mojaran tenía la sensación de que se hundiría y ahogaría en cualquier momento. Consiguió llegar de una pieza sin incidentes y con la ropa y la espada intactas, pero al cruzar la pequeña cascada todos sus cuidados no sirvieron de nada. Henry tendría que ponerse la ropa mojada, claro que eso no le importaría mucho ahora, pero deberían esperar a que secara un poco si no quería ir húmedo sobre el caballo cuando reemprendieran el camino. Mientras su amigo se vestía intentó secar la espada lo mejor posible y cuando terminó miró hacia el interior de aquella pequeña cueva. No se veía donde terminaba, pero si un ligero resplandor al fondo, donde la cueva hacía un recodo y giraba en otra dirección.

-Ser Henry. Dijo algo dubitativo. ¿No cree que deberíamoz irnoz? Quizáz aquí viva un oso o algo peor. O puede que esté llena de fantasmaz...

Dan intentó convencer lo mejor que pudo a Ser Henry para que no se adentraran en aquella cueva que podía albergar un peligro mortal.

Henry se colocó bien el pelo a los lados y luego se hizo una cola para que el pelo mojado no le molestase. Acto seguido buscó en el equipaje algo que pudiera usar de antorcha antes de adentrarse en la desconocida cueva.
-Es imposible que sea la guarida de un oso, los osos no se ocultan tras las cataratas ni en los pantanos, o almenos eso se- se le ocurrio gastar una broma a Dan -Bueno... Lo peor que podriamos encontrar es una tribu de canibales que te comieran vivo, ya que tu te sacrificarias para salvarme ¿verdad?

Dan respiró con alivio ante la explicación de Henry, si no era la cueva de un oso sería mejor para todos, aunque no le hizo mucha gracia la broma de su compañero de viaje.

-Sabe que sí Ser Henry, pero prefiero seguir entero y sobre todo que usted también lo siga, no creo que tuviéramos muchas posibilidades de salir vivos contra una tribu entera de hombres.

Dejó que Henry terminara de prepararse y empuñó su daga, decidió abrir la marcha por lo que pudiera pasar pues aquella luz que se adivinaba tras el recodo le inquietaba mucho. Caminó despacio, extremando la prudencia y atento a cualquier ruido o cosa que pudiera salirles al encuentro. Al doblar la esquina la luz se hizo más evidente, era una pequeña hoguera sin lugar a dudas, se acercaron unos pasos hasta llegar a una zona un poco más amplia, con una hoguera y una figura vestida de negro mirando fijamente a las llamas. Una capucha cubría parcialmente su cabeza aunque por los rasgos parecía una mujer anciana. Dan se quedó quieto con la daga en su mano y sin saber que hacer, simplemente giró la cabeza en busca de algún gesto o palabra de Ser Henry.

Henry se terminó de preparar y siguió a Dan mientras buscaba alguna cosa de interés en la cueva, pero... ZASCA, una figura sentada frente al fuego, nada podría ser más inquietante que eso. Henry hizo un gesto con la boca hacia el lado y miró fijamente a la anciana, algo malo podría pasar si no acertaba con sus palabras, podría ser una bruja o algo así... o quizás una simple anciana.
-Buenas tardes señora, me gustaría presentarme, soy Ser Henry Deepburied, de la casa Deepburied del Norte, vinimos a descansar un poco, no quisiéramos molestarla, pero... ¿Qué hace una anciana en una cueva tras una catarata? No es lo que uno ve todos los días.
Henry avanzó unos pasos para colocarse mas cerca de ella y poder mirar su rostro mientras hacia un gesto a Dan para que cortase la salida por si la anciana intentaba huir en algún momento.

La anciana mantenía la vista fija en el fuego y cuando Henry se acercó pudo observar que tenía los ojos en blanco, seguramente era ciega.

-Bienvenido seas, Henry Deepburied, también tu acompañante. La pregunta es, ¿qué hace Henry Deepburied en una cueva tras una catarata tan lejos de su casa? Una no se encuentra un Deepburied todos los días tampoco.

La vieja seguía mirando fijamente al fuego como si nada más en aquella cueva existiera para ella, pero estaba claro que sabía que había dos personas más allí.

-¿Seréis tan amable de ayudar a una vieja ciega, joven Deepburied? Alguna moneda o algo de comer, no pido más. Si lo deseáis puedo leer vuestro futuro en las llamas, aunque hay gente que prefiere no saber su destino.

Henry arqueó una ceja mirando a aquel fuego y pensando en aquello que había dicho la anciana sobre su futuro, ¿De verdad sería bueno saber el futuro?, le quitaría la poca emoción que tiene a la vida y sin duda podría amargarle el resto de la misma.
Miró a Dan haciendo un gesto para que se acercara. -Dan ¿Tenemos algo para darle a esta anciana?- Preguntó al joven y asustadizo ayudante mientras su cabeza aun intentaba asimilar como una anciana ciega había llegado hasta allí.
-Perdone, si no es mucha molestia me gustaría conocer algo más de usted, si no es mucha intromisión claro. En primer lugar me gustaría saber cómo llegó a esta cueva siendo una anciana ciega-.

Dan buscó en una pequeña bolsa de cuero que llevaba atada en la cintura y sacó una pequeña moneda, no era de mucho valor pero lo suficiente para que alguien con pocos recursos pudiera comprar algo de comer. Se la tendió a su amigo Henry de inmediato aunque sin perder de vista a la anciana, no parecía gustarle mucho e incluso alguien avispado podría darse cuenta de que el muchacho temblaba ligeramente, quizás por el chapuzón de agua fría que acababa de darse o quizás por la mera presencia de aquella anciana.

-Tooomee Ser Henry. ¿Quiere maz?

La anciana extendió su mano con una escudilla en dirección de Henry indicándole que podía depositar allí el dinero.

-Para llegar a esta cueva solo necesité las piernas, no los ojos jovencito. Ahora ¿Vas a pagar por saber tu destino o dejarás descansar a esta anciana? Sea lo que sea decídelo rápido, no tengo todo el día.

No parecía dispuesta a contestar muchas preguntas ni tampoco a compartir su cueva con nadie.

Henry tomó la moneda de la mano temblorosa de Dan y miro a édte a la cara intentando ver si conseguia saber que es lo que pasaba por su mente. Algo le decía que ese temblor podría estar infundido por la situación que les tocaba pasar.
Se giró para ir a colocar la moneda y tras dejarla volvió a girarse a la anciana.
-Bien... ¿Ahora que?- Preguntó no muy convencido de lo que había hecho.

La anciana asintió cuando Henry hubo colocado la moneda en la escudilla y la dejó en el suelo a su lado, ante la pregunta del jóven hizo un gesto para que callara y acto seguido otro con su mano indicando que se alejara del fuego.
Cerró los ojos y comenzó a hacer extraños gestos con las manos, en un momento dado sus palmas señalaron el fuego y de la pequeña hoguera salió un fogonazo que iluminó toda la cueva y que obligó a los jóvenes a cerrar un poco los ojos. La anciana murmuraba palabras incomprensibles y parecía completamente en trance. De repente la voz de la anciana resonó potente, distinta y en palabras que debían ser escuchadas con atención.

Hijo pródigo busca volar y en tierra ensangrentada caerá,
y donde el fuego antaño ardió con la semilla se encontrará.
¿Por ellos vivirá?¿Por ellos morirá? Por ellos nada hará.
El Sol está tan rojo como la sangre en sus manos.
Tan rojas como las flores que cubrirán su tumba.
Tan rojas como el fuego del dragón.

Las palabras cesaron pero no los gestos, de repente volvió a poner las palmas apuntando a la hoguera y se produjo otro fogonazo, mucho más fuerte que el anterior, tanto que les obligó a cerrar los ojos. Cuando los abrieron la cueva estaba vacía, no había vieja ni nadie, solo los resquicios de una hoguera que parecía haberse apagado hacía mucho tiempo.
Dan se quedó boquiabierto sin decir nada, tan solo mirando a Henry esperando que su amigo le dijera que no había estado soñando. Aunque no hacía falta que se lo confirmara, algo se escocía en la cara y se llevó la mano a una de sus cejas, en la que había sentido cierto calor durante el último fogonazo.

-Me quemé una ceja...

Henry miró atónito a Dan, sorprendido ante su reacción a la desaparición de la anciana y también, obviamente, por la desaparición de la misma. Como un vagabundo pidiéndole dinero a otro puso la mano en el hombro de Dan y le miro a sus ojos casi como si no le mirase realmente, era una sensación rara, él no quería realmente saber su futuro.
-Dan ¿Qué cojones acaba de pasar?- Henry parpadeó un par de veces antes de girarse y sentarse con la espalda en la pared de la cueva y cabizbajo. Sus pelos impedían verle el rostro pero se sabía que tenía los ojos muy abiertos intentando encontrar alguna explicación a las palabras de la anciana.
-Tenemos que salir de aquí, esto no me da buenas sensaciones Dan- Tomó algo de agua de su parte y tras descansar un poco pidió ayuda a Dan para levantarse.

Todavía rascándose la ceja quemada Dan negó con la cabeza.

-No... no lo se. Dijo con la voz apagada.

No hizo falta que Ser Henry le repitiera la orden pues se puso en marcha de inmediato, ni siquiera se paró a secarse o cambiarse de ropa y montó de inmediato en el caballo con la intención de alejarse de allí. Tampoco quiso volver a hablar de aquello en días posteriores, como si el hecho de no recordarlo fuera a hacerlo desaparecer como si no hubiera existido.
Por fin llegaron al Cuello, la región que separaba el Norte del Sur y que era una peligrosa zona pantanosa. Una construcción semi derruida se alzó frente a ellos, los restos de una impresionante fortaleza de la que ahora apenas se conservaban en pie tres torres y algunas secciones de muralla.

-Foso Cailin Ser Herny, estoy seguro.

Al llegar a la altura de la primera de las torres que estaba en pie unos soldados les recibieron con los arcos preparados para disparar. En las torres siguientes aparecieron otros arqueros dejando patente que sería imposible pasar por allí sin tener el permiso necesario.

-¡Alto! ¡¿Quien va?! Decidnos vuestros nombres y no hagáis ninguna tontería u os llenamos de agujeros.

Henry paró el caballo en seco y se quitó el pelo de la cara, mirando a las torres intentando ver si la cantidad de guardias era mayor de lo habitual.
-Ser Henry, de la casa Deepburied. Voy camino a Desembarco del Rey y pido el paso.- Henry dijo aquello alzando la voz lo justo como para que aquellos soldados pudieran escucharle y luego agachó la cabeza y habló bajo a Dan.
-Algo me dice que hay demasiada seguridad, quizas por ser el paso, no lo se, ya sabes que no me gusta mucho el sur.- Intentaba hacer a Dan hablar, desde el día en aquella cueva no estaba muy bien y le preocupaba.

Los arqueros guardaron silencio, aunque la tensión era evidente y no solo en las cuerdas de los arcos que apuntaban a los dos muchachos. El que había hablado giró la cabeza para atrás e hizo un gesto, como si estuviera hablando con alguien.

-¡No sus mováis! ¡Si sois quien decís ser, podréis continuar vuestro camino!

Parecía que alguien iba a bajar a comprobarlo, así que no estaba de más dejar a la vista algo que les identificara.

-Ser Henry, será mejor que les enseñe su blasón, seguro que lo reconocen. Y tiene razón, Foso Cailin siempre tiene un pequeño retén de vigilancia, es el único paso seco entre el norte y el sur, el resto son los pantanos del Cuello, que deberíamos evitar. Se dice que unos pocos hombres son capaces de defender el paso ante un ejército más numeroso gracias a la disposición de las torres. ¿Ve?

Dan señaló las tres torres que todavía continuaban en pie con el brazo extendido, lo que hizo ponerse nerviosos a los arqueros.

-¡Muchacho! ¡Estate quieto o te ensartamos!

Dan tragó saliva y bajó el brazo de inmediato.

-Desde cada una de las torres se puede defender las otras y si alguien quiere tomarlas recibirá flechas de todas direcciones.

La portezuela de la primera torre se abrió y salieron por ella tres hombres. Dos apuntaron inmediatamente con los arcos a Ser Henry y a Dan mientras el tercero se acercó con una lanza en la mano y se paró a unos metros de distancia.

-¿Un Deepburied? Preguntó con cierto tono de asco mientras observaba las ropas de los muchachos en busca de algo que les pudiera identificar. ¿Hacia Desembarco dices?

Henry enseño la insignia de su casa al hombre con la lanza y luego a los otros dos arqueros. Miró a las torres con los arqueros y paró a pensar en el tono con el que el tipo de la lanza había preguntado por su apellido. Ese tono no lo podía soportar pero sería mejor no empeorar la situación.
-Creo que con esto es suficiente para saber a que casa pertenezco.-Volvio a mirar al hombre armado con la lanza- Voy de viaje con mi amigo camino a desembarco del rey, he escuchado que hay buenos burdeles en la ciudad, por no hablar de las bebidas y el excelente clima- Eso del excelente clima casi se le atragantaba en la mente, odiaba ese clima caluroso, las putas morenas en vez de blancas, y la insipida bebida del sur no podía competir con las excelentes bebidas del norte.

Aquello fue suficiente. El soldado hizo un gesto a los hombres que tenía detrás y a los de las torres y los arcos comenzaron a destensarse, después se apartó del camino y dejó el paso libre a los dos jinetes.

-Siendo así pasarus de largo, non vus retendremos más.

Ser Henry y Dan siguieron su camino y pasaron entre las ruinas y bajo las tres torres. Si el hombre de la lanza se había quedado con ganas de decir algo, los de las torres no parecían cortarse mucho en los comentarios, no sabían si creían que los muchachos no los escuchaban o simplemente amparados por su posición y el anonimato que les concedía la altura, pero algunas frases llegaron a ellos:

"En el sur es donde tenían que estar", "El único Deepburied bueno, es el Deepburied muerto", "Ojalá se los trague el pantano"...

-Cabrones... Soltó Dan cuando estuvieron suficientemente lejos para que nadie lo escuchara, de todas formas lo dijo tan bajo que casi ni Henry lo hubiera escuchado si no hubiera estado atento.

Y poco a poco las ruinas de Foso Cailin desaparecieron y el pantano emergió alrededor con todo su explendor: barro, agua, ramas, vegetación y algunos sonidos inquietantes de fauna. El único sitio apaciblemente transitable era ese camino el resto... Dan no dijo nada, simplemente siguió por el camino, no tenía intención de abandonarlo y mucho menos recordar a Henry aquella tontería de acortar distancia de viaje atravesando aquella peligrosa región. Simplemente se limitó a cabalgar al paso esperando que a su amigo se le hubieran quitado las ganas. Ya solo ir solos por ese camino le estaba poniendo los pelos de punta.

Henry escuchó las palabras de aquellos vigías en las torres, sin duda las ganas de actuar estaban en él pero tuvo que contener su orgullo; no merecía la pena gastarlo con unos "sin nombre" como ellos.

El camino por el pantano empezaba a crear una extraña sensación en Henry y por lo que veía en la cara de Dan su situación no era distinta. Aun resonaban aquellas palabras de la anciana de la cueva por su cabeza... "Nunca debí haber escuchado a aquella bruja" pensaba Henry cada vez que algo se le pasaba por la cabeza.

Sin embargo en lo único en lo que podía centrarse era en llegar sano y salvo a Desembarco del Rey, los Deepburied no eran muy bien vistos en el sur tal y como antes había quedado demostrado con los arqueros y aquel lancero que tenía un habla tan extraña.

-Dan, te pediría que recordases muy bien cada cara de aquellos hombres y en especial la forma de hablar de aquel tipo de la lanza, algo me dice que en un futuro será importante tratar con ellos

-Intentaré recordarlos Ser Henry. Eran rostros comunes y sucios y apenas había visto a tres de ellos, pero estaría alerta como su amigo le había dicho e intentaría no olvidarse de ellos. Sobre la manera de hablar no había mucho que comentar, era la forma en la que hablaban muchos soldados y campesinos, la mayoría analfabetos y que apenas sabían juntar varias palabras para hacer una frase. Siguieron por el camino real, sin apartarse y parando lo estrictamente necesario, acampando en lugares más despejados y continuando la marcha en cuanto podían. Cruzaron el cuello sin inconvenientes y a Dan se le notaba más relajado y hablador a medida que los pantanos fueron desapareciendo. Un gran río comenzó a divisarse cerca del camino, uno que tenían que cruzar. Llegaron a un enorme puente de piedra con dos construcciones iguales a cada extremo que lo guardaban e impedían el paso.

-Los Gemelos, Ser Henry. La casa de los Frey. Tampoco son una familia muy querida en el norte después de que llegaron tarde a la batalla decisiva durante la rebelión. Muchos piensan que lo hicieron para apoyar al bando ganador, fuera quien fuera. El caso es que no son muy bien vistos por casi ninguna de las grandes familias, pero los respetan pues son los que controlan el paso del río y gracias a los aranceles que cobran son una familia muy rica. Walder Frey hace lo que le da la gana allí dentro, dicen que tiene tantos hijos e hijas que podría formar un pequeño ejército solo con ellos. Creo que la forma más rápida de cruzar es pasar por allí, quizás podríamos pasar la noche si se nos lo permite. ¿Que le parece Ser Henry?

Henry siguió adelante, pues era el único camino, conocido por el al menos, para cruzar el río. No lo hacía ni una pizca de gracia cruzar por allí, una casa que no era leal a ninguna otra, que solo mira por sus intereses y no por los de todos, eso es lo que había escuchado de los Frey.
-Dan me da muy mala espina quedarme en ese puente a pasar la noche, sin embargo a penas nos quedarían otras opciones ¿no?- Henry preguntó a Dan con molestia pues el no pretendía parar allí apenas unos minutos y ahora tendría que pasar varias horas.
Henry preparó de nuevo la insignia de su casa para pasar tranquilamente (o no) por el maldito puente de los Frey.