Partida Rol por web

Vigilancia, victoria, sacrificio

1. En la paz, vigilancia

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28/09/2015, 20:44
Narrador

Aquel día había amanecido sin una sola nube en el cielo, pero lo hermoso del mismo no menguaba la sensación de tener pececillos nadando en el estómago que acompañaba a más de uno ya desde hace un buen rato: El Guarda Comandante os había hecho llamar.

Cada uno en vuestro fuero interno os preguntábais por qué querría veros el cargo más alto de Weisshaupt, no teníais la más remota idea, pero paso poco tiempo antes de que os diéseis cuenta de que no érais los únicos. Concretamente cuando empezásteis a coincidir en el patio central de la fortaleza ¿Os habían hecho llamar a varios?

En grupo ya, os encaminásteis hasta las pesadas puertas de madera del edificio principal en cuyo interior se encontraba la Sala de Guerra y, una vez dentro, empezásteis a escuchar dos voces amortiguadas provenientes del interior de la misma. Una de ellas masculina y bastante acalorada.

¡¿Y qué esperas que hagamos, Campeona?!—decía en aquel momento—. ¡¿Que nos escondamos como tortugas en nuestros caparazones? ¿Que dejemos de luchar contra la Ruina?!

Justo en ese momento, entrásteis.

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29/09/2015, 12:17
Hawke

—Lo que no podéis hacer es ignorar lo que ha sucedido en Diamantina y repetir el error de la Guarda Comandante Clarel —respondió una voz no por más suave menos firme—. Corifeus no es el único maese que entró físicamente en El Velo. Debéis estar preparados por si...

La dueña de esa voz era la Campeona de Kirkwall. Habíais visto a Hawke presidiendo los actos oficiales junto al Guarda Comandante, pero nunca tan de cerca como ahora. Os pareció sorprendentemente menuda para la impresionante presencia que destilaba.

Sus brillantes ojos aguamarina se posaron un momento en vosotros, interrumpiendo lo que le iba a decir al Guarda Comandante. Os dedicó una sonrisa de esfinge, dejando que fuera él quien hiciera las presentaciones pertinentes.

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29/09/2015, 15:57
Guarda Comandante Dernheim

El Guarda Comandante era un hombre que rozaba aquella edad en la que la mayoría de los humanos son considerados maduros pero poseía todavía un porte firme. Tenía los cabellos blancos, pulcramente peinados hacia atrás, salvo una franja rebelde de color negro que se negaba tozudamente a perder su identidad; el mismo tono del bigote y una recortada barba bien cuidada. Dos perspicaces ojos acerados os observaron enmarcados en un rostro rubicundo que llevaba la edad bastante bien.

De sus hombros pendía una capa oscura y vestía una armadura completa con el emblema de la orden grabado orgullosamente en ella, aunque el detalle más llamativo era la pluma que lucía en la pechera. La creencia popular aseguraba que se trataba de una pluma auténtica de un grifo.

Oh, aquí estais. Pasad, no os quedéis en la puerta—dijo en un tono de voz vigoroso pero que había dejado a un lado la irritación. Miró a  su interlocutora y luego a vosotros para hacer las rápidas presentaciones:—. Hawke, estos son los reclutas de los que hablaba. Supongo que no hace falta que os presente a la Campeona de Kirkwall.

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02/10/2015, 23:52
Hawke

—...Aunque ya no uso ese título —dijo con la risita en los labios del que ya ha repetido esa misma frase en más de una ocasión—. Encantada de conoceros.

La Campeona que ya no era Campeona encontró algo muy interesante que ojear entre los libros que atiborraban el despacho del Guarda Comandante.

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04/10/2015, 18:21
Selene

Decir que Selene estaba nerviosa aquel día, era como decir que un dragón era una molestia, o que la Inquisición la formaban un grupo de hombres armados. La muchacha estaba tan asustada que las piernas casi le temblaban mientras se dirigía hacia la Sala de Guerra. Miles de temores se hacían eco en su cabeza mientras cruzaba el patio -No habrán... no, es imposible...- Por tercera vez en un minuto, se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, a pesar de que no se había movido de su sitio. Pero al menos era una forma de tener las manos ocupadas. Desde que había llegado la Campeona con las noticias de la Fortaleza Diamantina, Weisshaupt era un auténtico caos. La chica se sorprendía de que, estando en el Sur, todavía no se hubiera desatado una paranoia general entre los Guardas hacia sus compañeros magos. Después de todo, no habría sido tan extraño.

Sin embargo, a medida que empezó a observar como otros reclutas se congregaban frente al edificio principal, la invadió una fuerte sensación de alivio. -Deben de haberlos llamado también. Entonces no es algo personal...- Pensó, casi soltando a un suspiro.

Reconocía a algunos de ellos, como al enano que tanto escándalo armaba cuando estaba borracho, o a Jarlath, hacia el que se dirigió nada más verle, mientras sus ojos se centraban casi sin poderlo evitar en su barba para comprobar si acaso había vuelto a cambiar de aspecto. Intentó sonreír al bardo, pero pronto lo dejó por imposible; no tenía ánimo para ello. -¿A ti también te ha convocado el Guarda Comandante?- le preguntó con un hilo de voz, tras saludarle cortésmente en tevinterano -¿Sabes qué es lo que puede estar pasando?

Se aseguró a mantenerse mezclada con el grupo mientras se internaban en el edificio, con la intención de pasar desapercibida. Intención que, por otro lado, se convirtió en una auténtica necesidad en cuanto comenzó a oír la discusión que se mantenía al otro lado de la puerta. Si había algo peor que ser convocada por el líder absoluto de Weisshaupt, era ser convocada por el líder absoluto de Weisshaupt cuando este estaba gritándole a... ¿la Campeona?

Selene casi no se lo podía creer cuando entró en la habitación. Vista de cerca, la maga no era menos impresionante que en la distancia, a pesar de su aspecto menudo. Que alguien así hubiera sido capaz de derrotar nada menos que a los quinari, sin contar con el ejército templario al que se enfrentó en Kirkwall por proteger a sus semejantes, era poco menos que increíble. La joven tevinterana estaba tan impresionada que tardó unos segundos en procesar todo lo que su superior había dicho.

-Es todo un honorsusurró, más que dijo, la pelirroja, mientras su cerebro comenzaba a ponerse en funcionamiento... y cuando lo hizo, el resultado no fue agradable. -¿Los maeses que entraron físicamente en el Velo? Si las leyendas son ciertas eso quiere decir que hay... ¿más de uno?- La invadió un terrible presentimiento, pero sin embargo, se mantuvo callada. No se atrevía a preguntar, especialmente con la Campeona delante y, suponía, si los habían llamado era por alguna razón, con lo que ya llegaría el momento de las explicaciones. Además, tampoco parecía el momento para hacer enfadar al Guarda veterano con preguntas innecesarias.

Notas de juego

Pues nada, a estrenar partida XD

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04/10/2015, 19:33
Paexter RockHead

Cuando Krugger apareció diciendo que el Lord Comandante requeria la presencia de los recién estrenados Guardas Grises, Paexter no pudo menos que soltar un bufido que difícilmente podía reconocerse si de enfado o de broma, pero enseguida quedo clara la intención. Desde que los habían investido Guardas, la relación con Krugger se había hecho mucho más llevadera, aunque Paexter ya lo tenía en alta estima (algo que nunca reconocería):
- Estás de coña, "mostrenco"??, le espetó, usando una de esas híbridas palabras entre su lengua, ya casi muerta, y la del Rey. El Yelmo que voló en su dirección, desde el sitio del humano, dejó claro que no lo estaba, pero el enano apenas sintió el golpe: - A nosotros?? Somos los últimos de la fiesta!!, pensó el enano, ajustándose los cierres de la coraza...
... y ahora, allí estaba, en el umbral de la Sala de Guerra, admirando a los pesos pesados de la Orden. Cuando les conminaron a entrar, el enano no lo dudó. Se encontraba un poco desnudo sin su yelmo y, sobre todo, sin su hacha, pero Krugger había insistido en que no le hacía falta para ir a ver al jefe.

Cuando el cano humano presentó a la campeona de Kirkwall, el enano, poco acostumbrado, y por que no decirlo, aburrido de convencionalismos soltó un pequeño soplido, que hizo vibrar su espesa barba, y dijo:

- Señora, si me lo permitís, os diré que tenéis más huevos que muchos de esos mequetrefes con delirios de grandeza que no han conseguido ni la décima parte de lo que tu has conseguido!!, incluso hablando a la Dama, uno de sus mandos, de "tu". Para el enano, los hechos conseguidos por una persona, eran para siempre, así que no concebía que la Campeona pudiera dejar de serlo: - Así que, saludos, Campeona!!, dijo, levantando un brazo a modo de saludo.
Después se dio cuenta de que debería haberse cuadrado o algo, ante el Comandante, así que le dijo:

- Saludos también a t... vos, Comandante!! El Guarda Paexter a su servicio!!, tras lo que se apoyó en la pared, esperando a que sus compañeros, algunos de los cuales no recordaba el nombre, se presentaran.

Notas de juego

Bueno, pues inauguro post de PJ. Esperemos que os guste Paexter!! ;-)

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04/10/2015, 21:46
Elietta

Elietta se sentía enfermiza desde la noche de la iniciación. No podía acostumbrarse a la sensación de que la observaban constantemente ni al rugido intermitente que emitían sus entrañas, aún quejumbrosas por el líquido que había bebido. Aún no sabía lo que era. No había dejado que Evan se lo contara. Ya era bastante asqueroso IMAGINAR lo que era como para echar más leña al fuego y saberlo a ciencia cierta.

Se levantó por la mañana. No se sentía con especiales fuerzas para ir a la sesión de entrenamiento. Agraciadamente, no hizo falta. Uno de los guardas fue a llamar a Evan y Elietta a sus nuevas dependencias. No mucho mejores que las anteriores, cuando sólo eran reclutas.

-El guarda comandante quiere veros. Ahora-Les dijo a ambos con un tono serio. Y eso le dio que pensar a la joven elfa. ¿Habrían hecho algo mal? ¿Por qué querría verlos a ellos dos, los últimos reclutas en pasar la iniciación? No habían hecho ningún mérito para que se les reconociera... así que sólo podía tratarse de un tema desagradable.

Empezamos bien...

La chica caminó por los pasillos hasta llegar al portón donde se congregaban otros guardas. Reconoció a Jarlath, que parecía estar como de costumbre. Expectante. Impaciente. Al mismo tiempo, sereno. Elietta no entendía cómo era capaz de enviar con su actitud postural mensajes tan claramente contradictorios. También reconoció a Lynariel, otra elfa con la que había compartido más de una palabra amable.

La joven se acercó al grupo. Supuso que todos habían sido llamados, lo que la tranquilizó mucho. Aunque a simple vista, nadie hubiera dicho por la expresión que tenía que había estado nerviosa en absoluto. 

Saludó a los que conocía inclinando un poco la cabeza y se adelantó, aventurándose a seguir al guarda que quería llevarlos a la sala de guerra.

¿Dónde está Evan?... ¿Lo he perdido por el camino?

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca todos escucharon (más porque era imposible NO escucharlo que por otra cosa) los gritos que se cruzaban entre aquella voz que tanto llevaba escuchando estos últimos días y la del Lord Comandante de los Guardas Grises en Weisshaupt. No podía significar nada bueno. 

Una vez dentro, ambos saludan a todos los que siguen al Guarda. Son varios los reclutas que responden. Elietta, por su parte sólo inclina la cabeza en señal de respeto y se mantiene en silencio.

Nunca hubiera dicho que los enanos idolatraran a la campeona de Kirkwall... Sorpresa, sorpresa...

 

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05/10/2015, 00:03
Hawke

A la Campeona le hizo gracia el comentario de Paexter, y se giró.

—Ah. Supongo que estás hablando de mi habilidad para hacer malabarismos con roedores mientras canto baladas de amor orlesianas, ¿a que sí?

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05/10/2015, 00:36
Enansal

El joven humano escupió las instrucciones a toda velocidad, visiblemente incómodo, y se marchó tal y como había venido, sin mirarla directamente ni una sola vez.

Enansal asintió sin palabras, sin dejar de desayunar. El guarda comandante podía ser la autoridad principal entre los guardas grises de la fortaleza, pero las necesidades vitales de cada uno de esos guardas grises se situaba en una jerarquía superior. No se figuraba cómo podía una hacerse útil para otros si descuidaba sus propias necesidades.

Cuando terminó, se puso en pie y se acercó al árbol de cuyas ramas habían colgado sus ropas toda la noche. No disponía de una muda, y carecía de la habilidad para confeccionar prendas de vestir, así que no le quedaba más remedio que cuidarlas con esmero. No era fácil encontrar sastres dalishianos en aquellas tierras. Las ropas humanas le resultaban extrañas, excesivas. Los vestidos la hacían sentir más torpe que la armadura, y los sentía, aunque sabía que era imposible, incluso cuando fluían con ella.

Se puso en marcha al fin, atravesó los muros de la fortaleza y alcanzó las puertas de la sala de guerra a tiempo para encontrarse con otros que, aparentemente, habían sido llamados como ella. Todos reclutas recientes, si no andaba errada. Conocía a un par de ellos, la otra muchacha dalishiana y el músico de la voz extraña.

No se había cuestionada qué podía querer el guardia comandante de ella. Suponía que nuevas pruebas de sus capacidades, ya estaba acostumbrada, aunque pensaba que la iniciación acabaría con ellas. La presencia de otros reclutas descartaba esa opción.

Entró en la sala de guerra tras todos ellos, recibida por las voces de dos personas. Una, la del guarda comandante, encendida. La otra, perteneciente a una mujer, más calmada. El asunto del del que hablaban era el mismo que cubría la fortaleza como un sudario desde hacía días.

La Campeona de Kirkwall, dijo, como si eso tuviera que significar algo. Claro que había visto antes a aquella mujer humana, pero la había supuesto una consejera del guarda comandante. Enansal ni siquiera sabía qué era Kirkwall. Puede que hubiera escuchado la palabra en alguna ocasión, resonaba con un timbre reconocible en sus oídos, pero no conseguía recordar nada más. Bien podía ser la única; el enano parecía tener bien claro de quién se trataba.

—Supones mal —replicó la elfa al guarda comandante.

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05/10/2015, 00:37
Jarlath

El hombre encogió los ojos al abandonar la semioscuridad del umbral, sumergiéndose en la resplandeciente y dura luz de la ya avanzada mañana. Las altas murallas de piedra de Weisshaupt parecían blancas al incidir sobre ellas el brillo del sol, que gobernaba un cielo desprovisto de nubes, deslumbrándolo. El trovador levantó una de sus manos, la que no descansaba sobre la correa de cuero del laúd que colgaba de su hombro, tratando de proteger sus ojos del brillo que hacía que el cielo adquiriese una tonalidad polvorienta.

Blanco, gris, azul y siena. Hierba, estiércol de caballo, sudor y polvo. Las voces de los hombres, como un tumulto distractor, y unas campanadas a lo lejos. Colores, olores, sonidos. Jarlath se sintió momentáneamente aturdido frente a la gran cantidad de estímulos sensoriales a los que se vio expuesto repentinamente. A cada paso que daba, sus botas se hundían ligeramente en el suave limo que cubría la plaza de armas, que estaba sumida en una bulliciosa actividad. Y sin embargo, Jarlath no prestaba atención a aquello: su mente buscaba posibles motivos por los cuales el guarda comandante lo había hecho llamar.

Jarlath ya estaba despierto cuando fueron a avisarlo aquella mañana. Lo primero que había hecho después de asearse había sido calzarse su camisote de mallas, de un metal plateado tan liviano como resistente, que quedaba oculto bajo sus amplias vestiduras oscuras. Después, empacó todas sus escasas pertenencias, ciñó su espada y sus dos dagas al cinto y tomó su laúd, el único recuerdo que le quedaba de su bienamado Varnel. Era como si, en su fuero interno, supiera que algo lo aguardaba, un viaje del que era difícil saber si regresaría alguna vez.

Cruzando recargados arcos y subiendo escalinatas de piedra, Jarlath se dirigió hacia el lugar de encuentro con su superior. Había muchas cosas que deseaba saber, muchas cosas que necesitaba preguntarle después de la Iniciación. Se sentía diferente, ajeno a su propio cuerpo, y aquellas fugaces visiones que tuvo poco antes de regresar de las brumas de la inconsciencia no hicieron mucho por aplacar su inquietud. Sin embargo, todos estos pensamientos se vieron interrumpidos cuando, a medida que iba llegando a su destino, reparó en que otros cinco reclutas iban en la misma dirección que él. Los reconoció al instante, y se acercó a ellos con una sonrisa. Selene, la tevinterana de cabello de fuego que tanto le recordaba a la imagen que él tenía de cómo debió de haber sido su difunta madre, fue la primera en saludarlo.

Bonjour, mademoiselle —le respondió con una leve inclinación en su idioma natal, siguiéndole el juego después de que ella le diera los buenos días en tevenés y le preguntase si sabía por qué habían sido llamados—. Lo desconozco, pero pronto lo sabremos. Llevo toda la mañana dándole vueltas...

Entre los guardas grises que caminaban junto a Selene reconoció a Paexter, el bersérker enano tan aficionado a la bebida al que hacía unas noches había logrado arrancar algunas historias acerca de Orzammar. Jarlath lo saludó con un golpe amistoso de su puño en el amplio pecho del enano. Cerca de él estaba Elietta, la joven elfa con la que había practicado su puntería y compartido una de sus canciones. Un poco más allá caminaban Lynariel y Enansal, dos elfas pertenecientes a las tribus dalishanas. Lynariel y él se habían conocido unos cuantos días atrás en la arboleda cercana a Weisshaupt. Habían cantado juntos una melodía tradicional dalishana, y desde entonces ambos tenían cierta afinidad. Enansal, en cambio, se le antojaba enigmática y misteriosa, y al mismo tiempo, fascinante. Era una hechicera que poseía la rara capacidad de cambiar de piel, convirtiéndose en animal. Tal conexión con la naturaleza era algo admirable y sobrecogedor.

Cuando el grupo de guardas llegó al edificio principal, estos pudieron oír una fuerte discusión que provenía del interior de la sala de guerra. No tardaron en descubrir que el guarda comandante estaba reunido con la casi legendaria Valeria Hawke, la Campeona de Kirkwall. Los dos parecían no ponerse de acuerdo en algún asunto que a Jarlath le sonó ciertamente preocupante, aunque no llegaba a comprender el alcance de lo que en aquella sala se estaba hablando. Tampoco tuvo tiempo de preguntárselo, pues en cuanto el comandante Dernheim se percató de que el grupo de nuevos reclutas se arracimaba en la puerta, los hizo pasar. Algunos de sus compañeros saludaron a las dos importantes figuras, y Jarlath mismo hizo una sutil reverencia.

Y entonces, Paexter habló.

No fue el primero, pero desde luego su comentario excesivamente familiar y espontáneo le hizo acaparar todas las atenciones. Jarlath contuvo la respiración unos instantes, si bien la respuesta de Hawke supuso un alivio, e incluso hizo sonreír al juglar orlesiano. Cuando decidió que no podía aguantar más tiempo la impaciencia, habló:

¿Hemos venido en mal momento, eminencias? Los asuntos que tenéis entre manos parecen acuciantes.

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05/10/2015, 02:00
Lynariel

Cada amanecer era único, diferente y bello. Los colores se entremezclan en armonía, el cielo se transforma y la oscuridad se ilumina. El paisaje se torna colorido, las sombras huyen bajo la luz del gran astro. Éste baña todo lo que alcanza, marcando un comienzo, un nuevo principio.

Para Lynariel era casi ritual levantarse temprano todas las mañanas, cuando la noche, casi marchita, aún permanecía. Era agradable escuchar el silencio, sentir la brisa sobre su piel, ver cómo se aclaraba el firmamento y observar los primeros atisbos de vida junto a la llegada de la luz solar. Al igual que sucedía en su clan, la quietud se alteraba para dar paso a una ajetreada rutina. Idas y venidas. Tareas y funciones a realizar. Labores que nunca cesaban, que siempre requerían atención.

Pero aquella mañana el amanecer no consiguió apaciguar su espíritu. La elfa dalishana se había despertado mucho antes de lo que acostumbraba, tensa y con la respiración acelerada. Su corazón bombeaba con fuerza, mientras sus manos temblaban. Sentía frío, pese a que la temperatura era agradable. El sueño trajo consigo sombras susurrantes que la envolvían en un abrazo gélido. Ella quería huir, zafarse. En vano. Despertar logró su liberación.

- Oh, Thane…- susurró dejando caer el peso de su cuerpo sobre la cama. Respiró profundamente. Ni siquiera ver los albores de un nuevo día la habían calmado. Imágenes del pasado acudieron cuando cerró los ojos. El clan, sus padres, sus hermanos, la marcha, la iniciación bajo la atenta mirada de Crawford…

Antes de que pudiera dormirse de nuevo, un guarda apareció para comunicarle una noticia, a lo que la elfa asintió. ¿Para qué querría verle el guarda comandante? Un ligero escalofrío sacudió su espalda. ¿Se habría ido de la lengua Crawford? ¿Habría ella violentado sin querer alguna regla que desconocía?

Volvió a respirar profundamente y se armó de valor. De nada le servía carcomerse la cabeza, salvo para poner aún más nervioso a su espíritu. Sin más dilación, Lynariel se puso en pie y recogió todo lo necesario para ponerse en marcha. De camino al patio, la elfa, al ver los distintos muros de piedra que formaban los pasillos y el grueso de la fortaleza, no pudo evitar sentir añoranza por los bosques. Allí se sentía libre, pero ahora, enjaulada. No terminaba de acostumbrarse a su nuevo entorno.

La inquietud desapareció tan pronto como coincidió con otros reclutas que al parecer, también habían sido llamados. Entre ellos se encontraba Jarlath, el hombre con el que había compartido una canción dalishana días atrás, para sorpresa de Lynariel; también estaba Enansal, una elfa dalishana, por quien Lynariel sentía mucha curiosidad. Siempre era agradable poder coincidir con otras personas de la misma raza; por último, reconoció a Elietta, con quien había hablado alguna que otra vez. Los saludó a los tres con una sonrisa en su rostro.

Su camino les condujo hacia la Sala de Guerra. El recibimiento vino precedido de dos voces que discutían. Una vez dentro, todos observaron que junto al Guarda Comandante estaba la campeona de Kirkwall. Lynariel desconocía quién era esa tal Hawke. Si en alguna ocasión había escuchado menciones sobre ella, esas mismas palabras, el viento se las había llevado. Sin embargo, una de las cosas que había aprendido en su clan era mostrar respeto hacia aquellos que ostentaban cargos importante.

- Es un placer, Campeona.- respondió Lynariel junto a una reverencia. Su rostro se mostraba firme y seguro.- Pero, si os soy sincera, es la primera vez que oigo hablar de vos.

La joven elfa habló con sinceridad. Si había actuado de forma respetuosa, había sido por el Guarda Comandante principalmente. En otras circunstancias, seguramente ni se habría percatado de que esa mujer era alguien importante.

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05/10/2015, 09:58
Paexter RockHead

La respuesta de la legendaria humana le pareció ingeniosa al enano, tanto por lo rápido en darla, como por lo casual, aunque, por supuesto, la bruma del aguardiente de la noche anterior aún no se había disipado del todo de su mente de roca, y no detectó el sarcasmo que llevaba. Simplemente soltó una resonante risotada.

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05/10/2015, 14:33
Guarda Comandante Dernheim

¿Y dónde habéis estado los últimos tres días? ¿Bajo una piedra?—respondió el Guarda Comandante a las dos únicas personas que no parecían saber quién era Hawke—. No ha podido pasear por la fortaleza sin llevar un enjambre de curiosos pegado a ella. Es el monotema de conversación ineludible en todo Wheisshaupt a menos que os haya crecido musgo en las orejas.

Se encogió de hombros y giró sobre sus talones para rodear la mesa, apoyando ambas manos sobre esta.

No, no interrumpis. De hecho, tengo una misión para vosotros—añadió dirigiéndole un concentrado ceño al mapa de la región que se encontraba desplegado sobre la tabla—. Cuatro de nuestros reclutas han desertado, han desaparecido de la fortaleza de la noche a la mañana.

Dio un par de golpecitos con el dedo sobre el punto que representaba Weisshaupt y luego trazó una larga linea desde éste hasta unas montañas cercanas.

Fueron vistos por última vez dirigiéndose hacia la Tumba de la Novia Roja; un entramado de cuevas y grutas naturales que se haya no muy lejos de aquí. Creemos que pretenden unirse a una banda de salteadores de la zona y lo peor es que tememos que además vayan a difundir o vender secretos vitales de la Orden.

»Teneis que rastresarlos y traerlos de vuelta. Pero si se resisten, como me temo que pasará, no dudeis en usar la fuerza. Hay demasiado en juego—añadió con un suspiro de resignación—. Enviaremos un Guarda Senior con vosotros. De hecho, dos se han presentado ya voluntarios: El primero, Oghren, es un heroe de la Quinta Ruina que luchó junto al heroe de Ferelden y estoy bastante seguro de que sería capaz de tumbar un bronto a cabezazos. Es enano así que se orienta bien bajo tierra. El segundo, Hroldar, es un augur avvarita que conoce la zona, y nuestro embajador con los clanes dalishanos de la misma. Parecen respetarle.

Levantó finalmente la vista del pergamino, observándoos a todos con un gesto serio, acorde a la gravedad del asunto.

—Si teneis predilección por alguno, podemos enviarle un cuervo y se encontrará con vosotros en la Tumba de la Novia Roja. ¿Alguna duda?

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05/10/2015, 16:39
Elietta

Genial... rastrear a Guardas desertores. Brillante como primera misión...

La elfa escuchó atentamente a todo el que habló en la sala, sobre todo al Guarda Comandante. La misión no parecía ser muy complicada, aunque por si las moscas nos mandaban a un Guarda más experimentado... más para vigilarles que para ayudarles probablemente.

Elietta se cruzó de brazos a mitad de la explicación.

Ya... porque TANTO secreto es de vital importancia...

No pudo evitar sentir un poco de rabia, que mantenía en su interior desde que descubriera la verdad sobre la iniciación... aunque fuera a medias. Ella había entrado a formar parte de un grupo de personas que eran considerados héroes por su capacidad de luchar contra las ruinas, pero nadie sabía el precio que había que pagar para ello. Muy en el fondo de su ser estaba furiosa porque le hubieran ocultado aquello. Le molestaba profundamente que siempre le dijeran que hacían lo que hacían porque... "Había mucho en Juego". A ella no le parecían más que palabras sin sentido, cargadas de hipocresía.

Nadie merece ser engañado de esa forma...

-Creo que sería mejor contar con Hroldar. Si hay Dalishanos por la zona... querrán ver una cara conocida-Miró de reojo a Lynariel, como si esperara a que ella tuviera algo que decir al respecto.

Después de aquella sentencia directa, franca y seca, Elietta volvió a su silencio habitual. No tenía más que decir. 

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05/10/2015, 17:28
Selene

La respuesta de la Campeona de Kirkwall al comentario del enano provocó que los labios de Selene se curvaran levemente, casi a su pesar. -Vaya, realmente las historias no le hacen justicia- pensó, admirada realmente por la naturalidad con la que había respondido, a pesar de lo absurda que resultaba la conversación en sí. Estaba segura de que su padre también la habría, como mínimo, respetado. Nada gustaba tanto a un tevinterano como la historia de la derrota de un quinari, especialmente, si esta había sido a manos de una maga... aunque Selene dudaba realmente que a Valeria Hawke le agradara saberlo.

Peor fue la parte en que se descubrió la razón por la que habían sido convocados. Las órdenes del Guarda Comandante tenían un regusto amargamente familiar para la tevinterana, que se sintió por un momento como si fuera objeto de una broma del Hacedor. -Siempre hay demasiado en juego cuando se trata de desertores...- pensó abatida, recordando demasiado bien algunos de los "castigos ejemplares" que había presenciado a lo largo de su vida. Aun así, quería creer que, al menos, en esta ocasión los Guardas tenían razón. Porque de no hacerlo, significaría que se encontraba de nuevo en el punto de partida.

La cortante respuesta del veterano a las reclutas elfas habían acabado con las ya de por sí escasas intenciones de la pelirroja por oponerse a cualquiera de las órdenes, sin embargo, no pudo evitar preguntar suavemente, a pesar del desasosiego que sentía -¿"Usar la fuerza" quiere decir que en última instancia tendríamos que...?- se detuvo un momento, buscando una palabra algo más eufemística que "asesinarlos" -¿"ejecutarlos"?- terminó finalmente.

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05/10/2015, 19:32
Jarlath

Un estremecimiento recorrió la espina dorsal de Jarlath. Aquello no le parecía bien. Para empezar, se le ocurrían varias razones por las que un guarda gris podría desear desertar. Desde luego, no podía culparlos: no todo el mundo tenía la convicción necesaria para consagrar el resto de su vida a luchar contra la Ruina, y ese era el principal fundamento por el cual la naturaleza de la ceremonia de Iniciación se ocultaba tan celosamente. Incluso dudaba de que él tuviese esa fuerza de voluntad, si no fuera porque tenía motivos personales. Paradójicamente, era precisamente su falta de voluntad de vivir lo que lo había empujado a unirse a la encomiable orden. No obstante, no había necesitado mucho tiempo para darse cuenta de que toda causa, por nobles que fueran sus intenciones, albergaba sombras profundas en su núcleo. Casi no se dio cuenta de que había adoptado su posición de brazos cruzados, sacudiendo suavemente la cabeza, cuando preguntó:

¿Se sabe fehacientemente que su intención es unirse a los bandidos que merodean por la zona?

Acerca de la supuesta difusión de los secretos de la orden, nada dijo. Sin embargo, no estaba de acuerdo con que se escondiese algo tan importante como la Iniciación. A fin de cuentas, uno debía conocer todos los datos antes de tomar una decisión; no era de extrañar que luego sucediesen casos como aquel, en el que un puñado de reclutas renegados decidiera vivir por su cuenta. En su opinión, engañar a los candidatos solo traslucía una falta de confianza en el altruismo de las gentes de Thedas, y ulteriormente, en la causa misma de los Guardas Grises. Jarlath no pudo evitar sentir lástima y comprensión por los desertores.

Y... Señor, si los desertores entregan sus armas y nos acompañan de buen grado, ¿se les dará la oportunidad de enmendar su error? —inquirió. Jarlath creía conocer la respuesta a su pregunta, pero nada perdía formulándola igualmente. Oh, ¿por qué todo era tan complicado, con tantas normas inquebrantables, tantos códigos dispuestos para servir al hombre que finalmente lo único que hacían era encadenarlo?

Y luego, había otra cuestión. La Tumba de la Novia Roja. No le cabía la menor duda de que, tratándose de un complejo de criptas y cavernas naturales emplazadas en suelo anderino, estarían infestadas de engendros tenebrosos o cosas peores. Jarlath indagó en su mente, tratando de recordar cualquier dato, leyenda o anécdota que pudiera haber oído acerca de aquel lugar...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dires, he hecho una tirada oculta de 1d20, para agilizar en materia de post, incluso aunque finalmente decidáis omitir o desestimar la tirada. Como no sé si tendría que tirar por mi Saber (historia) (+11), Saber (local) (+11) o conocimiento de trovador (+8), ni la dificultad, he tirado sin modificador ni dificultad. Si al final aceptáis la tirada, asignad vosotros la habilidad y la dificultad que creáis correspondiente.

Cargando editor
05/10/2015, 19:44
Paexter RockHead

- Desertores... Desertores... - La palabra resonó varias veces en su mente, tal y como el sonido lo hacía en las paredes de una gruta, antes de llegar a esa parte de su mente en la que la relacionó con la otra: - Traidores!!! - Los vapores del fuerte líquido que lo dejó KO la noche anterior se deshicieron con la misma facilidad con la que el calor de la forja funde el acero, y un ronco murmullo de rabia hizo que se le arrebolaran las mejillas, y un extraño brillo cruzó su mirada durante un segundo.

No sabía cuanto de lo dicho por sus compañeros se había perdido, pues en el intervalo hasta que comprendió la misión que les habian encomendado, un sordo pitido era todo lo que había escuchado: - Desertores... Traidores... -, masculló el enano, entre dientes, mientras escuchaba el final de la exposición de Jarlath, el compañero de promoción al que había contado quizá demasiadas cosas sobre su pasado, en los momentos en que habían compartido mesa... y borrachera.

Crujiendo los nudillos, soltó sus pensamientos, a borbotones, y sin pensar, como casi siempre hacía: - Enmendar su error??!! Dificilmente la traición puede enmendarse!!, sulfurandose ligeramente, aunque estaba acostumbrándose a controlar la ira, tal y como Elain le había enseñado. - Los traeremos aquí, y que rindan cuentas con la Orden. Si no aceptan rendir sus armas, traeremos sus cabezas, y que el tal "Hacedor" disponga de sus almas!!, sentenció, con evidente poco tacto.

- A ninguno nos obligaron a querer unirnos a la Orden, verdad?? Y todos teniamos claro que, desde que cruzamos las puertas de la Fortaleza como Reclutas, era para siempre, o no??!! Entonces, a que viene traicionar la confianza de los compañeros, vendiendo secretos de la Orden??!! Somos un equipo, y si hay fisuras, los putos Archidemonios las encontrarán. NO HAY ESPACIO PARA ESAS FISURAS!!, acabó gritando, agitando las barbas, mientras se limpiaba, con el dorso de la mano, los restos de... nada, no tenia nada en la boca, salvo quizá un poco de baba al escupir las palabras, pero era algo que no podía evitar hacer al ponerse nervioso.

Tras eso, respiró hondo, dándose cuenta de que igual la resaca le estaba jugando una mala pasada, lo cual contribuyó, aun mas, a aumentar su malestar. Sintiéndose de nuevo patoso en lides fuera de la forja, la piedra, o el campo de  batalla, agregó, refunfuñando: - Sobre la niñera que quiera ponernos, Señor, tanto da uno que otro, aunque Oghren se ha ganado con creces sus galones, y el otro no tengo ni puñetera idea de quien es..., por toda explicación.

El mal regusto continúo, mientras resoplaba varias veces, pesadamente, hasta que se calmó. Si aquello duraba mucho mas, el dolor de cabeza le acompañaría durante buena parte del dia.

Notas de juego

EditoTeniendo en cuenta la aclaracion de que no son Guardas de Pleno Derecho, si no Reclutas.

Edito2: Para solucionar mi dislexia, vejez, o lo que sea (que habia puesto Archimago, en lugar de Archidemonio!! X_X)

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05/10/2015, 22:19
Narrador

Tu saber de trovador te permite conocer que, en efecto, la Tumba de la Novia Roja es un entramado de túneles además de guarida de bandidos.

Se cuenta que uno de los señores bandidos que habitaron esas cuevas las utilizaba para guardar las riquezas de sus saqueos y que estas todavía siguen allí. Muchos incautos han probado fortuna adentrándose en ellas para bsucar dichos tesoros pero, tras cruzar determinados tramos, jamás volvieron. Es por esto que los rumores más supersticiosos afirman que dichas partes están encantadas.

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06/10/2015, 12:15
Jarlath

Jarlath enarcó una ceja, moderadamente abochornado al oír la brusca intervención de su compañero enano. Puso los ojos en blanco cuando escuchó sus tan poco sutiles exageraciones. El humano se giró hacia él, mirándolo a los ojos, y susurró en voz baja a fin de que solo quienes estaban más cerca pudiesen oírlo:

Paexter, ¿me harías un favor? Cuando tengamos que convencerlos de que no opongan resistencia, recuérdame que no te deje hablar, ¿de acuerdo?

Jarlath volvió a dirigir su atención hacia el guarda comandante Dernheim y la heroína Valeria Hawke. Pensó acerca de lo que sabía de la Tumba de la Novia Roja: un laberinto subterráneo repleto de los tesoros robados por los bandidos... y sobre el que pesaba una misteriosa y mortal maldición, si había que creer las leyendas. Se dijo a sí mismo que luego les contaría aquello a sus compañeros, cuando abandonasen la sala de guerra. Sea como fuere, le parecía que aquellas tierras ya eran muy peligrosas de por sí como para además añadir un clan de elfos dalishanos desconfiados, y con buenas razones para ello. Se percataba de que contar con dos elfas dalishanas en su grupo no suponía ninguna garantía, pues estas pertenecían a regiones lejanas... por no decir que una de ellas ni siquiera había recibido su vallaslin. Disponer de otro guerrero enano les serviría bien en el caso de que los fugitivos presentaran batalla, y también supondría ración doble de comentarios inoportunos; Jarlath tenía la intención de evitar ambas cosas. Por otra parte, un montañés conocedor de la zona y con tratos amistosos con los elfos de la periferia era un recurso nada desdeñable, por no decir que sus facetas ocultas de adivinación o comunión espiritual le parecían de sumo interés.

Opino como Elietta, mi señor. Creo que este es un cometido que merece ser abordado con la máxima discreción y delicadeza. Las Anderfels son sumamente traicioneras, y nos iría bien contar con la ayuda de alguien familiarizado con el terreno y sus habitantes. —Miró de soslayo a Paexter antes de continuar—. No es de extrañar que las gentes de este lugar sean suspicaces en extremo. Por ello, no me gustaría que fuésemos asaetados en una emboscada sin previo aviso. Hay que contar con que esas cosas pueden suceder.

No necesitó pronunciar el nombre de Hroldar para que quedase claro que su voto era para él. ¿Qué cosas podría enseñarles un augur avvarita?

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06/10/2015, 14:21
Elietta

¿Por qué habla de esa forma tan... grandilocuente...?- Pensó la joven mirando de reojo al trovador. Ya lo conocía y no era algo que pudiera atribuir a la casualidad. Elietta tuvo grandes problemas para entender la frase al completo, pero cuando escuchó que estaba de acuerdo con ella desconectó del resto. Ya tenía toda la información que necesitaba. 

-No sé mucho sobre los elfos Dalishanos. Pero lo suficiente para saber que disparan antes de preguntar si alguien se acerca demasiado a un campamento...-Responde ella, añadiendo información a las palabras del juglar.

Genial... pensaba que mis días en cuevas tenebrosas se habían acabado...-Elietta cerró los ojos para hacer un esfuerzo en recordar algo-Espera... yo NUNCA he estado en una cueva... aunque no puede ser tan distinto a una maldita casa de una elfería, eso seguro.