Partida Rol por web

Vigilancia, victoria, sacrificio

4. El fin de toda esperanza

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20/03/2016, 16:50
Narrador

Al cabo de un rato, Paexter y Enansal volvieron por donde habían venido tras cumplir su labor afuera. Tomasteis un descanso durante el cual, mediante guardias, pudisteis curar vuestras heridas y recuperar energías.

El interior de una cueva oscura en la que sabíais moraba un demonio y en la que ya os habíais topado con arañas gigantes y muertos vivientes no era precisamente el lugar más tranquilizador para hacerlo pero no es que tuviéseis mucha elección al respecto. O  al menos no si queríais aseguraros de no encontraros con más sorpresas desagradables por intentar salir al exterior.

Una vez todo el mundo estuvo descansado, volvisteis a emprender la marcha por el único camino posible: el túnel tras el púlpito de la sala en la que os encontrábais.

El pasadizo era igual de oscuro y silencioso que todos los demás hasta ahora y la luz de vuestras antorchas brincaba por las paredes formando todo tipo de sombras fantasmagóricas. Aunque tras varios minutos, os empezó a dar la sensación de que una luminiscencia azul se sumaba a la iluminación de la zona, ¿de dónde provenía?

Hallasteis la respuesta en cuanto el túnel desembocó en una nueva y enorme caverna. El techo se perdía en la oscuridad de la que surgían enormes colmillos de piedra como si os encontraseis en elinterior de las fauces de alguna bestia monstruosa pero había inequívocos indicios de que en su día debió ser una estancia importante: Las paredes habían sido alisadas y a lo largo de ellas podíais ver estanterías destrozadas y repletas de telarañas, libros y pergaminos medio desintegrados por el tiempo a partes iguales. Tapices polvorientos colgaban entre algunas ellas, mucho mejor conservados que los que habíais visto en la sala anterior y con los mismos motivos de dragones. De hecho, los murales de la sala anterior también se repetían en los muros de esta.

Tras pasear la vista por la estancia descubristeis todavía más detalles: una pila tallada en la piedra de una de las paredes con restos oscuros de lo que en su momento debió ser sangre y la estatua al fondo de una mujer rodeada de velas de sebo rojas consumidas mucho tiempo atrás que sostenía en sus manos un cuenco diseñado para prender fuego en él. Desconcertantemente idéntica a las estatuas de Andraste de cualquier capilla sólo que esta tenía un añadido: alas de dragón.

Entonces lo visteis.

Una barrera mágica que cerraba el paso a otra cueva mucho más pequeña era lo que iluminaba el lugar con aquel tenue resplandor azul. Frente a ella había alguien, o algo: una visión repugnante ataviada con los jirones de una túnica cuya cabeza se encontraba envuelta en una especie de neblina verdosa y brillante. Tenía los puños cerrados en un gesto frustrado y miraba al interior de la cueva como si quisiera entrar.

Dentro de la misma, tras la barrera, localizasteis a cuatro personas ataviadas con ropas en las cuales lucía el emblema del grifo de los Guardas Grises. Y una serie de bultos a sus espaldas que no lográbais identificar desde la entrada qué podían ser.

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20/03/2016, 17:25
Nirasha

—¡Herejes! ¡La prole del dragón es sagrada!—exclamó la criatura con una voz reverberante y espectral que parecía venir del mismísimo Más Allá. —¡Habeis mancillado la estirpe de Andraste!

Caminaba de derecha a izquierda frente a la barrera, como lo haría un animal frustrado e inquieto dentro de una jaula. De hecho, cuando se llevó las manos crispadas a la cabeza y se detuvo encorvándose sobre si mismo en un gesto atormentado, os disteis cuenta de que su rostro era literalmente un cráneo.

¡No, no, no! ¡No podeis llevároslos! ¡MARCHAOS! ¡Marchaos de este lugar y no volvais nunca!

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20/03/2016, 18:39
Valya

—¡No son huevos de dragón! —dijo una elfa con la voz hastiada de quien ha repetido aquello muchas veces—, ¡son los últimos huevos de grifo, escondidos aquí por la Comandante Isseya! ¡Y pertenecen a los guardas!

La elfa se enjugó el sudor de la frente. Parecía agotada y herida. Su semblante alternó la sorpresa y la esperanza cuando os vio aparecer.

—¡Por el Hálito del Hacedor, estamos salvados! ¡Los Guardas han venido a rescatarnos!

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20/03/2016, 19:10
Nirasha

—¡Marcháos! ¡Marcháos!—repetía la criatura hincada de hinojos, agarrándose la cabeza como si algo invisible la torturase—. ¡FUERA DE AQUÍ!

Soltó un grito desgarrado, atormentado, que rebotó entre las paredes de la estancia. Y por un instante la luz verdosa que le envolvía centelleó, resplandeciendo y alzándose como las llamas de una hoguera. Tras lo cual la actitud de la criatura cambió por completo.

Se puso en pie repentinamente, apostillando la acción con un golpe seco de la desgastada bota en el suelo. Erguido regiamente mientras el fulgor volvía a decrecer hasta el punto tornarse en tan solo una neblina luminiscente que envolvía la cadavérica cabeza.

—Oh... —respondió en un tono perturbadoramente desapasionado a la elfa que se escondía tras la barrera—. Pero esas no son sus órdenes. Sus órdenes son arrestaros o mataros si os resistís.

Se volvió con una lentitud pavorosa hacia vosotros, observándoos por primera vez.

—Claro que si además hacéis algo por mi, podría ayudaros a recuperar algo que habéis perdido.

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20/03/2016, 19:28
Hroldar Torvaksen

—¿A qué te refieres? —preguntó el augur con cautela.

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20/03/2016, 19:29
Nirasha

Sólo me importan los huevos—respondió la criatura señalando con una mano huesuda a las formas abultadas que se hallaban en la caverna tras la elfa y sus compañeros—. Destruídlos y os devolveré los recuerdos que habéis perdido. Un acto generoso que nadie más puede concederos.

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20/03/2016, 19:39
Valya

—¡No! ¡Es el legado de los Guardas y el de toda Thedas! —dijo la elfa, apoyándose temblorosa en el bastón de maga—. ¡Debemos recuperarlo! ¡No vamos a destruir la última camada del grifo de Garahel sólo porque esta criatura lo exija!

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21/03/2016, 21:00
Jarlath

Finalmente, al cabo de un rato, Enansal y Paexter regresaron junto al resto. Los guardas grises intercambiaron pocas palabras antes de entregarse al merecido y necesario descanso. Un descanso que, al menos para Jarlath, no fue todo lo reparador que le hubiese gustado. A cada momento le parecía escuchar algún sonido procedente de los alrededores, solo para, instantes después, convencerse de que no había sido nada y volver a cerrar los ojos. Imágenes desapacibles poblaron sus sueños, en los que vio a Elietta, con el rostro manchado de sangre, tratando de pronunciar mudas palabras de advertencia con su mandíbula destrozada.

Al cabo de unas horas de sueño y de turnos de guardia, el grupo levantó el campamento, con las fuerzas renovadas, y prosiguieron con la exploración de aquellas cavernas. Continuando por la única galería por la que podían seguir, un pasadizo largo, irregular, tenebroso y amenazador, los viajeros llegaron a un ensanchamiento de inmensas proporciones, que a juzgar por el sinnúmero de estanterías carcomidas rebosantes de libros, vitelas y demás documentos decrépitos, debió de tratarse en tiempos de una espléndida biblioteca. No obstante, antes de que Jarlath pudiese empezar a preguntarse qué clase de conocimientos perdidos podrían encontrarse entre aquellos muros, el grupo se topó de bruces con una escena tan extraña como inquietante.

Un pavoroso ser de aspecto cadavérico, que refulgía con una pálida y enfermiza fosforescencia verdosa, se enfrentaba a un grupo de personas resguardadas tras un reluciente muro de energía mágica que impedía el paso de la criatura. Al ver el símbolo del grifo de los Guardas Grises bordado en las prendas de los enemigos del monstruo, Jarlath cayó en la cuenta.

Se trataba de los reclutas a los que habían ido a buscar.

Un sinfín de pensamientos cruzó la mente del trovador mientras la criatura discutía airadamente con los reclutas. Al parecer, el ser espectral acusaba a los aspirantes a guardas de profanar los huevos de dragón que los reclutas querían llevarse, mientras que estos afirmaban que se trataba de huevos de grifo, de vital importancia para la orden. Varios nombres fueron pronunciados por la maga elfa que mantenía a raya a la criatura, ninguno de los cuales significaba gran cosa para Jarlath.

Entonces, la criatura de ultratumba se dio la vuelta y les habló a ellos. Cuando les dijo que podía devolverles sus recuerdos a cambio de que destruyeran aquellos huevos, su corazón se agitó inquieto, lleno de emoción y de anhelo. ¿Sería cierto? ¿Podría aquel ser entregarles lo que les había sido robado? Sin embargo, su esperanza se vino abajo rápidamente. Por el motivo mismo de aquella petición, supo que la solicitud era una trampa, y la criatura que quería negociar con su memoria bien podía ser el demonio culpable de su situación.

Tras evaluar la escena, Jarlath se mordió el labio antes de empezar a hablar:

Saludos —dijo inclinando levemente la cabeza, sin que quedase del todo claro a quién iban dirigidos su saludo y su reverencia—. Vuestra oferta es muy tentadora, y creo que lo que pedís a cambio parece razonable. No obstante, antes de acceder o no a ella, ¿podríais decirme, si tenéis a bien, por qué queréis ver destruidos los huevos de la progenie de Andraste cuando, hace tan solo un instante, eran tan importantes para vos? —Jarlath midió sus palabras, tratando de parecer tan reverente como ignorante, al tiempo que rezaba en silencio por que a sus compañeros se les ocurriera alguna idea para resolver aquella situación—. Sin duda, el simple toque de la carne mortal no puede bastar para corromper su grandeza. Disculpadme si peco de ignorancia, pero, ¿no sería una pérdida terrible y un despropósito imperdonable?

Jarlath deseó que sus preguntas les dieran tiempo, mientras se preguntaba por dónde podía seguir tirando del hilo para que su urdimbre de palabras les permitiera salir de allí sin que la violencia fuera necesaria.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro Persuasión. Saco un 28.

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22/03/2016, 01:42
Lynariel

No hubo tiempo para más. Lynariel había estado meditando las palabras para contestar a Selene acerca de su raza y tribu. La mujer de cabellos rojizos mostraba mucha curiosidad por conocer más sobre los suyos y Lynariel se mostraba encantada de responderle.

No obstante, la aparición de Enansal y Paexter hizo que la conversación tuviese que posponerse. Antes de decidir el siguiente paso, la dalishana le prometió a la maga que una vez terminaran la misión, le contaría más cosas sobre su tribu.

El grupo retomó el camino marchando por la senda que atravesaba el mural de la pared. Una sensación de inquietud rodeó a la elfa, sabedora del peligro que se escondía entre la fría roca y los caminos engullidos por la oscuridad. Tal y como le habían enseñado, sus músculos permanecieron tensos en todo momento, preparados para desenvainar su espada e interponerse entre el peligro y sus compañeros. Poco tardó su ojo élfico en percibir una cierta tonalidad azulada en el ambiente, algo que parecía indicar la presencia de algún fenómeno natural o provocado. Era en este momento cuando más alerta debía mostrarse.

Lyna se había preguntado si aquel túnel conduciría a algún lugar en concreto o a un nuevo laberinto de sendas, bañadas en aquella nueva luminiscencia. No tuvo que esperar mucho para responder a su pregunta. Ante sus ojos se abría una nueva y gigantesca gruta, ataviada de elementos no naturales que otrora habrían servido para un propósito ya olvidado. Un conocimiento perdido que aguardava a ser utilizado de nuevo.

¿Qué fue lo más sorprendente de toda aquella estancia? ¿La estatua de una mujer con alas de dragón o conocer el origen del halo azulado? Al percatarse de la insólita escena que se estaba produciendo, Lynariel apenas contempló la figura alada. Un espectro amenazaba a cuatro personas que se encontraban tras una barrera mágica. Éstas portaban el emblema de los Guardas Grises. Ellos debían ser los desertores pensó la dalishana. Sin embargo, a juzgar por la reacción de la elfa, la aparición del grupo había resultado más un alivio que un temor a ser atrapado.

La criatura espectral vociferaba con rabia, incriminando a los guardas que resistían el sacrilegio cometido. Incluso al dirigirse por primera vez a los recién llegados se atrevió a hacer una petición: la destrucción de los huevos a cambio de los recuerdos perdidos. Lynariel apretó el puño cuando hizo referencia a los fragmentos perdidos de la memoria ¿Había sido el espectro el causante de aquel mal?

- Hroldar, ¿quiénes son esas dos personas que ha mencionado la maga?- preguntó al augur confiando en que lo supiese.- ¿Qué relación tienen con los huevos?

Si lo que afirmaba la maga era cierto y aquellos huevos eran importantes para la orden, ¿por qué razón los habían escondido? Al mismo tiempo, Jarlath intercambiaba con mucho cuidado palabras con la criatura espectral y la dalishana no perdía ojo ante una posible y repentina reacción por parte suya.

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23/03/2016, 01:53
Enansal

Tiro saber por si Enansal puede reconocer algo sobre los grifos. Si es saber (naturaleza), obtengo un 17; si es otro saber, nada.

- Tiradas (1)
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23/03/2016, 08:23
Enansal

Tomando la forma de un mastín de pelaje gris, Enansal durmió sobre la piedra de la caverna, plegando su lomo sobre uno de sus costados. En sus sueños, corría por un baldío infinito envuelto en niebla naranja, dejando tras de sí un rastro de huellas caninas y saliva espesa. Desfallecía al tiempo que abría los ojos. Su cuerpo dio una sacudida, como si reaccionara a una caída, y se alzó sobre sus cuatro patas.

Apoyó los cuartos traseros en el suelo e hizo que su carne y huesos fluyeran hasta adoptar la apariencia de la joven elfa que era. Un haz de luz suave bajaba desde la grieta que comunicaba con la superficie, pintando de azul la oscuridad. Cruzó las piernas, apoyó las palmas de las manos en las rodillas, cerró los ojos al mundo material y los abrió al Velo.

No mucho después de que emprendieran la marcha hallaron a quienes buscaban.

No miente, les confirmó, acercándose a la barrera mágica para observar a los supuestos desertores. No en eso, no del todo. ¿Por qué entrasteis en los archivos y abandonasteis la fortaleza? Señaló con un gesto de la cabeza los bultos que debían ser los huevos. Explicaos para que podamos entenderos.

Se encontraban en una gran caverna de estructura manipulada por manos y herramientas, amueblada y decorada, similar a la que había presenciado el combate contra los cadáveres poseídos.

Los cuatro reclutas se encontraban tras un muro de energía mágica, en un túnel cerrado. Al otro lado, con Enansal y sus compañeros, el demonio que los había asaltado la jornada anterior para horadar sus memorias. Tal se proclamaba, al menos. Ignoró a la criatura. Sus palabras estaban envenenadas. Sus promesas estaban vacías. El trovador se había encarado con él; ella no encontraba nada de valor en intercambiar palabras.

Los reclutas decían proteger huevos de grifo. Desde donde se encontraba, era incapaz de distinguir la naturaleza de los bultos apilados al fondo del túnel.

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23/03/2016, 09:24
Narrador

Eras incapaz de reconocer absolutamente nada sobre los grifos. Después de todo, eran criaturas ya extintas en tu era.

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23/03/2016, 09:25
Nirasha

Según Enansal se acercaba a la barrera, notó una desazón y un frío en la piel que le puso los vellos de punta. La criatura, plantada al lado de la barrera, estaba rodeada por un halo tétrico y congelado. Una presencia oscura como una sombra se aferraba retorciéndose en un continuo y angustioso tormento a un cuerpo que antaño fue humano, ataviado aún con los jirones de una túnica con los mismos motivos de dragones que habíais visto en los tapices.

La criatura no le prestó más atención a la dalishana que a un gusano moviéndose en el fango. Jarlath había llamado su atención. Si aquello era bueno o malo, estaba por verse.

—Ah, el trovador —dijo con un tono burlón—. Siempre inspirando a los demás, intentando sacar lo mejor de ellos. Tratas de encontrar en su gratitud algo que mitigue tu soledad, algo que le dé sentido a tu vida, pero en el fondo sabes que estás solo en un mundo de desconocidos. ¿Qué has podido hacer por las personas que realmente te importaban? Nada. Ahora ni siquiera recuerdas a la persona más importante de tu vida. La que te convirtió en lo que eres. Yo puedo recuperarte ese recuerdo. Sólo tienes que destruir los huevos. Ni siquiera interfiere con tus órdenes.

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23/03/2016, 09:26
Valya

—Yo trabajaba en los archivos, a las órdenes del Chambelán de los Grises Caronel —le respondió a Enansal, a la defensiva—, ayudándole en su investigación sobre el origen de los engendros tenebrosos parlantes que se avistaron en Ferelden durante la última Ruina. Fue entonces cuando me topé por casualidad con el diario de Isseya.

Blandió un pequeño libro encuadernado en cuero que había estado colgado de su cinto hasta ese momento.

—¡Los Guardas Grises fueron los responsables de la desaparición de los grifos! jadeó, indignada por su descubrimiento—. ¡Los sometieron La Iniciación, a la muerte y a locura! Morían mucho más rápido de que lo que podían reproducirse, pero Isseya consiguió pasar la corrupción de una camada de grifos a ella misma, gracias a un ritual de magia de sangre.

»Y cuando pregunté a Caronel sobre la desaparición de los grifos me respondió con evasivas. Fue cuando tuve la certeza de que los mandos escondían algo. Por eso nos marchamos de la fortaleza sin decirle nada a nadie.

Señaló hacia los huevos.

—¡Esto es lo que escondían! ¡El mundo debe saber! ¡Los grifos deben volver a los surcar los cielos de Thedas!

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23/03/2016, 09:27
Nirasha

En el instante en que Valya mencionó la última frase, la criatura se llevó las manos a la cabeza soltando un quejido y encorvándose sobre si misma. Como si aquellas palabras lo hubieran fustigado al igual que un látigo de espinas invisible.

—No... ¡no podeis llevároslos!—resolló en un murmullo—. No podeis... no debeis...

Emitió un gemido y sacudió la cabeza con violencia. Tras lo cual se cruzó de brazos, quedando de nuevo sumido en el mutismo.

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23/03/2016, 09:29
Hroldar Torvaksen

Hroldar miró a Lynariel desde las profundidades de su máscara.

¿No conoces la historia de Garahel? Fue el héroe de la Cuarta Ruina. Un elfo, como tú, fue quien dio muerte al archidemonio Andoral en la Batalla de Ayesleigh. Isseya era su hermana gemela, conocida por sus habilidades como maga de sangre.

El rostro del augur se endureció al dirigirse a Valya, señalándola con uno de sus dedazos.

Crees saber qué es lo mejor para los Guardas Grises y ni siquiera eres una Guarda. Pero ¿quién eres, de todas maneras, muchacha? ¿Eres sólo la bobalicona ignorante que pareces? ¿Crees saber más que tus superiores, hurgando en unos secretos que ni siquiera comprendes del todo?—dijo, e hizo una pausa—. ¿O eres una Agente de Fen'harel como se temía el Guarda Comandante? ¿Qué pensabas hacer con el diario de Isseya y con los huevos, entregárselos a tus contactos?

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23/03/2016, 18:10
Valya

—Si no soy Guarda es porque alguien no ha querido que lo fuera. He trabajado duramente, durante dos meses en los archivos de los Guardas y nadie se ha dignado a Iniciarme. Me pregunto si realmente son honestos los Guardas en su oferta de asilo a los apóstatas como yo o si están conchabados con la Capilla. 

Valya retrocedió cuando el avvarita insinuó que era un agente de Fen'Harel.

—¡Pensaba devolverlos a Weisshaupt, por supuesto! No sé de qué me hablas —repuso—. Además ¿Fen'Harel no es un dios dalishano? ¡Apenas sé nada de él, me crié en una elfería antes de que me llevaran al Círculo!

La elfa señaló a Enansal con una mano temblorosa y ensayó un contraataque:

—¿Por qué no se lo preguntas a tu amiga la del vallaslin?

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23/03/2016, 22:12
Jarlath

Y entonces, con tan solo unas palabras crueles y llenas de una suprema arrogancia, la criatura socavó todo intento de entendimiento. Jarlath sintió como si la bilis le ascendiera desde sus entrañas, y se sintió ofendido en extremo. La bestia había insultado todo lo que era, y se jactaba de haberle robado lo más preciado que tenía. Sintió que no podía ceder, que ni siquiera era capaz de seguir fingiendo que consideraría su oferta. Abrió la boca para responder, pero la incredulidad y el dolor hicieron que se quedara unos instantes boqueando en silencio.

¡No…! —espetó finalmente, perdiendo momentáneamente el control de sus sentimientos, antes de volver a serenarse, no sin esfuerzo—. No. Lo siento. Ya he oído bastante. No puedo continuar escuchando el veneno de tus palabras ni seguir malgastando las mías. Has confesado tu crimen, y por lo que a mí respecta puedes quedarte con mis recuerdos, pero no me robarás el libre albedrío. Ahora, por favor, hazte a un lado y deja que hagamos lo que hemos venido a hacer —sentenció, sin que su «por favor» sonase cordial en absoluto.

Miró entonces a la elfa que mantenía el muro mágico. Lo que decía le parecía razonable, e indicaba que la naturaleza de los Guardas Grises era mucho más taimada y maquinadora de lo que él había supuesto. Hroldar no pareció estar de acuerdo con las impresiones de la mujer, sin embargo. Pero Jarlath no creía que aquella situación fuese la ideal para tratar un asunto de aquel calibre.

Acompañadnos, pues —concedió a la elfa—. Aún no habéis hecho nada malo. Podemos hablar en vuestro favor y discutir este asunto con el mando en Weisshaupt. —Sus ojos volvieron a mirar con severidad al ente espectral que flotaba entre la barrera y él—. Pero antes tenemos que ocuparnos de otro asunto. ¿Nos ayudaréis?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro Persuasión de nuevo, esta vez dirigida a los reclutas. Saco un 20 natural, para un total de 32. :D

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25/03/2016, 17:02
Lynariel

Lynariel le devolvió la mirada a Hroldar.

- No, la desconocía totalmente. He vivido mucho tiempo alejada del mundo y desconozco muchas cosas de él, por lo que os lo agradezco.- le explicó al avvarita.

Cuando el augur señaló a la maga elfa e hizo una referencia a Fen'harel, alusión que no entendió la maga, la dalishana evitó mostrar una sonrisa para así mantener la seriedad, acorde con la situación. Sabía que Hroldar había mantenido contacto con los dalishanos, empapándose de sus costumbres y a Lynariel le parecía gracioso que alguien ajeno a su raza hiciera menciones a sus dioses. Sin embargo, que la elfa maga no la señalara también a ella como dalishana, hizo que la guerrera recordase que ella no poseía las marcas del vallaslin. Un amargo malestar la inundó.

Dejándose llevar por su instinto de guerrera, apartó sus pensamientos y dirigió toda la atención a la criatura espectral. Ésta se había burlado de Jarlath y ofrecía recuperar los recuerdos perdidos a cambio de destruir los huevos de grifo, que, según la elfa, muy convencida de sus palabras, eran de mucha importancia para los Guardas Grises. Aunque cada vez que se hacía referencia a marcharse con los huevos de grifo, el espectro pedía que no los cogieran. Pero, ¿qué peligro podrían causar las crías de grifo? Como el bardo había desistido en seguir hablando con el el espectro y dirigido su atención en el grupo que se encontraba tras la barrera mágica, la elfa miró a la criatura espectral y con un gesto serio dirigió sus palabras .

- No habéis respondido a su pregunta y os habéis burlado de él.- le reprochó al espectro.- ¿Es así como soléis pedir ayuda? ¿Qué interés tenéis en asesinar a estos animales inocentes, si ni siquiera han nacido?

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26/03/2016, 01:38
Enansal

El Lobo Terrible no usaría a una agente consciente de su papel para hacer las suyas, replicó. Actuar mostrando su rostro no estaba en su naturaleza.

Si decía la verdad, la elfa se había comportado como una chiquilla. Un secreto vergonzoso había caído en sus manos y se había precipitado en actuar sin considerar por qué la situación se había prolongado durante tanto tiempo. Su superior había avivado las llamas de la duda en lugar de atajarlas. Una forma de comportarse habitual entre quienes ostentaban autoridad hasta que se volvían ignorantes de la autonomía de quienes tenían debajo.

Han pasado siglos desde entonces. Fueron otros guardias grises los que lo hicieron. Deben tener motivos para haberlo mantenido oculto, sentenció. Motivos tan graves como los huevos estaban seguros y no disponían de los medios para criarlos. O motivos tan sencillos como que siempre había problemas más urgentes. Quizás para que nadie hiciera lo que habéis hecho vosotros.

Jarlath les había asegurado que no habían hecho nada malo. Enansal no estaba segura de ello. La buena voluntad tendía a conducir a errores.

Había una tercera vía, alternativa a las propuestas por los dos bandos de ese conflicto. Una que implicaba regresar al estado original de la disputa. Temía, empero, que no fuera posible, que lo que habían hecho los reclutas no pudiera deshacerse. Para bien o para mal.

¿Cómo han sobrevivido los huevos hasta ahora? preguntó. ¿Se los puede devolverse a ese estado?

Calló, por el momento, una segunda pregunta. Cuál era la relación entre el espíritu y los huevos. Para qué querría una criatura del Velo destruirlos.