Partida Rol por web

Frunce el ceño pintado, entrecerrando los ojos.

-El aviso se podia dar por telefono, Alfredo, e igual el pedido... ¿Cuanto tiene que ver Diego con esto? +pregunta sin rodeos. Apoya las manos con firmeza en la mesa.+ Al igual que vos, le creo a este hombre, cuya reputacion le precede, o al menos creo que el habla la verdad que ha experimentado. Pero tambien conozco a Diego y sus estratagemas... Siempre te he dicho lo que es.  Ahora me quiere sacar al campo en una caza de brujas, acaso? Cosa que tenga un "accidente", como José?

Lo que sigue es un acalorado debate entre las dos posturas...

-Por lo que puedes entender, Hector realmente desconfia del principe Diego y cree que el estuvo tras los asesinatos de don Justo y don Jose. Te enteras que, por derecho de sucesion, realmente era a Jose o a Rocamora quienes correspondia el Principado, pero Alexandria de Buenos Aires uso su enorme influencia para imponer este principe, otrora miembro de su sequito y total lacayo de ella... a diferencia de los anteriormente mencionados antiguos. Luego el incendio que acabo con Jose fue sumamente conveniente. Poco importaba que fuese 20 años despues de la asuncion de Diego. Si algo pueden darse los vampiros es el lujo de esperar para una buena oportunidad, y no hay mejor momento para librarse de un competidor, que cuando el Sabbat esta rondando, como fue en esa epoca. Hector ya lo ha visto en su labor de arconte demasiadas veces... Por eso no quiere mezclarse donde este "esa lacra".

-Alfredo por su parte, ignora deliberadamente los ataques a Diego, centrandose en crear un frente comun con don Orlando. Esas cosas que menciona Hector son politiquerios y si, hay motivos, sospechas, intereses por todos lados... No obstante eso, lo importante ahora es aclarar si existe o no plaga del Sabbat rondando la zona nuevamente. Si como dice Hector, no hay mejor momento para librarse de competidores que cuando ellos vienen, es mejor tambien que desaparezcan de nuevo. Eso significa riesgos, reducir el personal que cuenta el primogenito, pero un soldado los corre. Y el es hombre valiente...

Apelando al orgullo marcial, se llega a un compromiso al cabo de unos 30 minutos. Hector permanecera en su fortaleza, pero prestara armas, ropa, una camioneta y tres ghouls, soldados entrenados por el mismo, para hacer la busqueda. Estos son hombres curtidos, argentinos todos ellos. Uno es joven, pero los otros 2 fueron veteranos que trabajaron durante la ultima dictadura y ademas estuvieron en Malvinas. No obstante todos parecen mozos en la veintena, merced de los beneficios de la sangre vampirica corriendo por sus venas... A cambio, don Orlando le enseñara la disciplina de Animalismo, y Alfredo queda en una deuda de honor que el o vos deberan pagarle con sus servicios.

Al terminar la negociacion, un sirviente les trae ropa. No hay mucho de donde escojer. Hector tiene uniformes militares camuflados (una importante coleccion realmente, de muchas naciones, de todo el siglo XX) y de ropa mas "civil" pantalones de jean azul oscuro y camisas. Lo malo es que los talles mas chicos que maneja son L  o 42, y en calzado no usa otra cosa que borcegos con punteras metalicas.

Don Orlando va servido con sus ropas gauchescas, botas de cuero de potro, bombachas... no necesita nada en indumentaria. ES hombre de campo despues de todo. Vos y Alfredo si o si deben cambiarse. Cuando terminen, los espera para ir a la armeria. Asi que te quedas a solas en el vestuario, con tu sire, quien se encoje de hombros y comienza a desvestirse con aplomo.

¿Iba a estar rodeada de militares? ¿con esa tropa de seres autómatas y sin más sentido que lo que creen honor? era el horror de los horrores,  pero lo importante fue la conversación que se llevó a cabo, que dio fundamento a sus propias suposiciones sobre las muertes de esos vampiros y ahora todo encajaba, no eran solo "instinto" habían fundamentos que hacía que las piezas no encajaran de la mejor manera. Rodó los ojos, milico más encima había trabajado en la dictadura, demasiado para ella, demasiado. Mantuvo silencio completo durante toda el debate hasta cuando les trajeron las ropas, militares. La miró con verdadero desprecio y luego a su maestro que comenzaba a desvestirse.

- esos zapatos son demasiado grandes para mí, no son mejor que los tacones que llevo - dice entre dientes, se notaba su mal humor, de tener que trabajar con un sujeto así, y cogió lo menos militar, con su ceño fruncido, de hecho ni volvía a mirar al primogénito, para ella, un ser así no era más que un asesino y un desalmado. Pegó la ropa contra sí - ¿donde me cambio? - masculló la pregunta para que su maestro la escuchara.

Alfredo ya se habia sacado el saco y estaba con la camisa, cuando tu pregunta le llega. Parece confundido un segundo, mientras sale de sus pensamientos para volver al presente. 

-Ah?... Perdon, perdon... a veces olvido las reglas del pudor. +sonrie. Piensalo. Despues de todo, ya no son humanos. Esos detalles intimos seguramente hace mucho no forman parte de sus preocupaciones. Mira bien el vestidor y se decide por la esquina de los lockers, donde hay un espacio entre estos y la pared.+ Me cambiare alli, de espaldas. Avisame cuando estes...+indica, tomando las ropas que habia escogido.

El chofer de la noche, te observa de reojo por el vidrio, pero no se molesta en intentar conversar. Saca un cigarrillo, lo prende, retira un libro de la guantera, y pasa la espera absorbido en las hojas, fumando lentamente. Las hebritas de humo se pierden en la noche paranaense...

Al cabo de una media hora, un joven sale de la mansion. Lleva uniforme camuflaje de soldado, pistola y fusil de asalto en bandolera. Tambien la cara pintada, de negro y verde, pero la expresion lo delata como alguien de corta edad. En sus manos lleva algunas ropas. Tras mirar un segundo el auto te ubica, aproximandose a la ventanilla. Saluda formalmente con la venia, hablando en tono firme.

-¿Usted es Sara Dalmassi? El señor Fernandez le envia estas prendas, si desea cambiarse.

Al parecer, se tratan de dos pares de pantalones, unos del mismo tipo camuflaje que el joven, otros de jean oscuro. Remera blanca sin adornos, y 2 camisas, una blanca, la otra militar. Ademas hay un par de borcegos, con punteras reforzadas. Son algo grandes, la ropa debe ser talle L o 42, y los borcegos un 38-40.

-Tambien pregunta si va a querer algun arma.

Apoyada sobre el capó del coche, estaba realmente aburrida, pensativa sobre si dejarles un mensajito encantador a esta gente, en forma del Profesor Barro esparcido por todo el parabrisas del coche.

Cuando aparece el militar, por costumbre me levanto, adoptando al postura de descanso.

- Soy yo, cierto - tomando la ropa que me ofrece - ¿Tendría algo más pequeño? Esto me va a quedar grande y me impedirá buen movimiento - nada era de mi talla. Seguro que la otra se cogió las vestimentas ajustadas para ir provocando al pobre de don Alfonso. Bien que le gusta ponerse en sus rodillas - Me gustaría una Glock de nueve milímetros o  cualquier automática con un par de cargadores. También una navaja, si hay. ¿Qué más puede ofrecerme?

-Es lo mas chico que tenemos. No hay tallas de mujeres. +responde despectivo, como si fuera una obviedad+ La pistola no es problema ni la navaja. Algo mas pesado, tenemos escopetas o rifles de distintos calibres, o hasta ak-47, si lo permite el señor Fernandez... pero no se lo recomendaria. +añade, tras una ligera mirada a tu complexion que denota a las claras lo que esta pensando.

Barros ha interrumpido su lectura y mira sobre los lentes, alzando una ceja. Mueve la cabeza negativamente, guardando el libro para acomodarse en el asiento, prestando toda su atencion a la charlita.

- Me quedo con la Glock y si tienes una Smith and Wesson o una colt también de 9 milímetros, me vendría genial. Con cargadores. Una pistola sin cargadores no sirve de nada - miro la ropa con cara de asquito, que a saber quién se la había puesto antes - Y necesitaría un cinturón. No creo que a nadie le gustase ver como se me cae el pantalón y termino yendo desnuda. O quizás sería a su jefe a quien no le gustase que interrumpiera la operación de las narices

Tomo los vaqueros oscuros y la camisa que ni siquiera es entallada. Me apuesto la paga de medio año que a esta le han dado algo más adecuado a una mujer. No me creo que no tengan otra cosa. Pero cualquier saco será mejor que ese vestido del año de maricastaña.

- ¿Van a tardar mucho? Comienzo a aburrirme. Y si me aburro me entra hambre. Y eso no es buena señal. Que se espabilen de una vez.

-Les dire. A lo mejor a ellos les importe... +responde simplemente, llevandose las ropas sobrantes. No te dice ni ofrece ningun lado donde te puedas cambiar, asi que te quedas con las cosas en la mano. Ciertamente la calle no es muy concurrida, al estar en un sector elegante, pero aun asi tiene trafico. Tambien podrias cambiarte dentro del auto sin mucho problema. 

Me he cambiado en sitios peores, entro y me pongo primero el pantalón bajo la falda, lo abrocho y luego me quito el vestido para ponerme la camisa. Sencillo y fácil.

Se lo que es trabajo de campo y seguro que no soy tan milindri como la mayoría de tías de cualquier lugar, ni tan falsamente pudorosa, que van de puritanas y estrechas y luego... lueg hay que verlas. Si me tienen que ver... que me vean.

Bien, un arma. Por fin.

Sin cambiar su estado de ánimo, aún luchando por conseguir la resignación a su situación, porque en el trabajo a veces podía ser que te tocara trabajar con personas desagradable, pero ¿alguien como el primogénito? era demasiado para ella. Tomó la ropa y se dio la vuelta, su maestro había buscado un rincón en donde cambiarse de ropa, y ella comenzó, bajando el cierre de su vestido, el cual cayó  con gracia, deslizándose por sus piernas. de ahí, se colocó la polera, para que no quedara su torso completamente desnudo. Los pantalones se le caían, y los afirmó con una mano.

- ¿no hay un cinturón? - preguntó, sin girarse  -si no, se me caeran los pantalones,  - mantenía su tono de voz neutral y opaco - Alfredo... imagino que debes saber lo desagradable que es para mí la situación, pero de todas formas te lo manifiesto - a fin lo dice,  y se gira, recogiendo su vestido, y dejándolo doblado en uno de sus brazos, cogió los zapatos, más encima sin calcetines. Bufó molesta, pero recordó el berrinche de la chica, y se quedó callada pero mascando la molestia.

Hay un cinturon negro con el pantalon. Aunque debes pasarlo hasta el ultimo ojal, sirve. Lo mismo calcetines blancos pasa usar con los borcegos... Cuando te giras, ves que Alfredo ha elegido pantalones militares, ademas de la camisa. Se pone los borcegos con tranquilidad, apoyado en las taquillas, mientras te contesta.

-Si... los recuerdos de las dictaduras que evocan los uniformes pueden ser un problema. He transitado las 6 de ellas que ha habido en Argentina durante el siglo veinte, ademas de otras dos de paises sudamericanos en donde radique por algun motivo... asi que tengo experiencias sobradas en ese desafortunado rubro. Pero, por otro lado, un medidador debe adaptarse siempre a las circunstancias. Siendo nuestro anfitrion un soldado, hay que corresponderle como tal...

Se para, taconeando. Luce bien ciertamente. Las canas le dan el perfil de un veterano comandante de tropas, y el porte robusto, de hombros firmes, es afin a la milicia. Lo unico que desentona es la paz de su mirada.

Ella en cambio aparecía un niño con ropas de adulto,  se arregló los pantalones, y los zapatos, por lo menos, con los pantalones más anchos, se cubrían las cañas de los pantalones. Sacó uno de los  cordones de los zapatos, y se ató el cabello. Todo esto lo hacia mientras escuchaba a su maestro,su familia misma había perecido a causa de la dictadura, e imaginaba que significaba para él todo aquello. Ella también perdió amigos a manos de militares, familia, vio sangre obrera ser derramada en las calles de su Chile ultrajado por un traidor y su séquito de perros rabiosos... la libertad se había hipotecado y las calles fueron cerrada para el hombre libre.

Siguió a su padre levantando su mentón, si iba a ser una mediadora, debía ser un ser neutral como la justicia misma, en donde las pasiones no podían entorpecer el criterio para encausar dos intereses completamente contrarios. Se acercó a él lo suficiente como para susurrarle - lo comprendo, haré lo mismo padre - informó a Alfredo, no iba a levantar una guerra con aquello, cuando habían fines superiores.

Se aproxima a ti, toma tu barbilla entre sus dedos y te besa en la frente con suavidad. Sus labios estan frios, pero el gesto es muy elocuente en si mismo...

Afuera esperan don Orlando y don Hector, que parecen estar en buenos terminos charlando sobre el antiguo primogenito. Los miran al salir, asintiendo aprobadores, obviamente mas a Alfredo que a ti. Enseguida, los 4 emprenden camino al comedor nuevamente. Puedes observar que la mayoria de las habitaciones de la mansion estan cerradas. Salvo por el camino que aquel hombre ha decidido conozcan, no revela mucho de la disposicion que tiene su fortaleza, a los invitados.

La mesa elegante ha sido cubierta con armas y municiones. Tambien estan alli, firmes, los 3 soldados que prometiera aportar, ya uniformados y armados. Saludan con firmeza marcial, cuadrandose.

-Casco, Mora, Rimoldi. Ellos seran su apoyo de fuego. +les presenta simplemente. Luego señala la mesa. Hay revolveres, pistolas, escopetas, rifles e incluso fusiles de asalto y granadas, junto con un buen numero de municiones. Tambien hay armas de cuerpo a cuerpo, cuchillos de diversa forma, martillos, hachas de mano, e incluso anacronicas espadas... No estan bien ordenados, seguramente fueron traidos con prisa recien.+ Escojan lo que gusten. Tambien tendran chalecos antibalas, estan en aquel bolso. +señala uno negro del lateral, junto a los soldados.+ Que no se diga no van bien provistos...

-Mamita... +murmura, algo perplejo por tamaño arsenal+...jijuna... ni pa una guerra eh? Bueh... maomeno si e. 

Pasa la mano por las armas. Con pinta de conocedor, en especial las largas, probando varias contra su hombro. Finalmente escoge un largo rifle con mira, y una pistola automatica como complemento

-Je, con esto via 'ndar...+asiente sonriendo, poniendose unos cargadores en el bolsillo. En eso recuerda algo, y elige dos pistolas mas tras unos momentos, gruñendo algo de "pa la otra"...

Alfredo es mucho mas tranquilo para elegir, decantandose rapidamente por las armas chicas y portatiles. Rapidamente selecciona una pistola automatica mediana, con un cargador de muchas balas. Luego, pasa a las armas de mano, decantandose por un machete afilado, que cuelga en su cinto. Al verlo asi, tiene cierta semejanza a los revolucionarios cubanos... El mismo parece notar la impresion que causa.

-Ahora solo necesitaria una gorra y dejarme la barba...+bromea, para aliviar la tension.

Se encogió de hombros y sus dedos helados tocaron la muñeca de la mano que había sostenido su barbilla, y lo quedó mirando a los ojos, un segundo que se tornó más pleno y largo que un simple segundo. De ahí se fueron a la sala principal, con tantas puertas cerradas y las armas desplegadas, eran tantas que Javiera sólo recordaba haber visto tantas juntas solo en las películas.

Vio las armas, había ignorado al primogénito, porque iba a restringir al máximo el trato con él hasta poder soportar su mera presencia, por eso apenas les echó una mirada a los gorilas que les pasarían para la misión. Sus ojos verdes analizaron las armas, y tomó una pistola que se parecía a la que había estado entrenando durante esas dos semanas, y un cuchillo militar, que guardó en su bota, el arma la colocó también atrás, el pantalón tenía bastante espacio, cogió algunos cartuchos. 

Vio a su padre vestido, y se rió,-si, y la estrella roja también - se río con el hombre y luego buscó la expresión del militar.

Y volvió a mirar las armas y tomó otra pistola, una m87 o nova, era similar a la que estaba usando, pero con mas balas, y cogió cartuchos para esa arma.

Una vez armados, uno de los soldados se pone el bolso al hombro, y salen afuera. Hector los acompaña hasta la puerta.

-Espero que la situacion se resuelva rapidamente. Hasta otro momento, uno mas pacifico y cordial que nos reuna. 

Saluda llevandose la mano a la sien, con seriedad a Orlando (que devuelve golpeandose el pecho) y mas relajados a Alfredo y vos, antes de cerrar el mismo la entrada de la mansion.

-Ta' pronto don, y chas gracia, de vera. Que Dio lo guarde. +devuelve el venerable Gangrel antes que el portal se cierre.

Una vez despedido el primogenito, mira al patio, donde los soldados estan sacando una 4 x 4 negra. Lleva el gran fusil cruzado por una correa a la espalda, y la pistola al cinto, junto con los cargadores apretados contra el vientre. La estampa es de un cazador montero bien pertrechado...

-No tiene plata este don...+murmura+... Che, Alfredo, creo que via dir con lo soldao. Ansi loj guiamo po el camino y endema van maj comodo... aunque vo mal acomodao no andabas, con la moza encima jajaja