Partida Rol por web

Han pasado muchos días desde que abandonasteis a Arksea y al enano en las tierras inhóspitas, para tener mayor discreción habéis elegido viajar a pié y en medios de transporte comunes que a pesar de ser lentos, os hacen pasar desapercibidos.

Vuestro compañero, el goblin Kwilyx, se separó del grupo para informar a Alextrasza de los cambios en la misión, un gesto necesario para la continuidad de las operaciones.

Recordáis con angustia lo complicado que fue atravesar el cráter de Un'Goro, con aquella vegetación exagerada y aquellas criaturas tan salvajes, pero cuando dejasteis atrás la espesura de la jungla, fue el zumbido de los insectos lo que os incomodó.

Según vuestros conocimientos, sabéis que existe una base del Circulo Cenarión en la zona Este de la región, pensáis que sería un buen lugar donde encontrar información adicional y algo de cobijo para continuar con vuestra aventura, aunque sabéis que el tiempo apremia...

-¡Maldita sea! Dijo tras golpearse con la mano por décima vez en su cuello, matando a otro mosquito. -Pasamos de una zona super húmeda llena de bichos a una zona desértica también llena de bichos. Maldito calor.

Si llego a saberlo me traigo un repelente. Cogió un bote con crema y se lo extendió en la cara, en las orejas, en la parte expuesta de los brazos y culminó su obra con una gota en la punta de la nariz.

-Al menos no me abrasaré con este sol. ¿No podrías hacer que lloviera o invocar algún polo para amenizar el viaje final, Lady Alessia? Si quieres, puedo darte un poco de crema solar. O ayudarte a ponerla. Sonrió de forma ligeramente siniestra.

-Soy algo lo más parecido a un médico, no me aprovecharía, ni nada parecido.

Por fin!- Solte en voz alta visiblemente aliviada al ver aparecer en el horizonte los edificios de la base de los druidas. Si un mes antes alguien me hubiera dicho que estaria tan contenta de ir a un sitio lleno de estupidos elfos de la noche y sus amigos besa-plantas me hubiera reido en su cara, pero tras el paso por la estupida jungla infecta de Un'Goro cualquier cosa me parecia un paraiso.

No es que el resto del viaje hubiera sido mucho mejor, con muchas horas de camino a pie por polvorientas carreteras, o a bordo de sobrecargados y apestosos barcos; pero al menos entonces no habia bestias intentando devorarnos cada pocos pasos, insectos como mi mano de grande intentando profanar mi hermosa piel constantemente, barro y plantas pegajosas por todos lados que habian dejado mi modelito echo un asco. Muy alegremente hubiera echo arder ese repugnante agujero del infierno si hubiese tenido suficiente mana...

Ruego a cualquier dios que quiera oirme porque esos estupidos druidas tengan baños.- murmuro tras escupir arena por enesima vez, e intento ignorar al maldito goblin y sus descarados intentos de manosearme.- Pienso quedarme a remojo hasta que quitarme todo el sudor y la mugre, y dormir un par de dias. Minimo

El viaje había sido un suplicio. Incluso a ella, que había vivido desde hacía años en el Valle Sombraluna —cuyo tiempo de esplendor había pasado con la misma caída de Draenor mucho tiempo atrás—, había empezado a notar el cansancio y el horror de tener que recorrer a pie las interminables llanuras desérticas de las Tierras Inhóspitas y sus alrededores. Viajar en los jinetes del viento que usaba la horda para moverse grandes distancias por el cielo, tampoco había sido agradable, pero tener que soportar el viaje en barco hasta Kalimdor para llegar a Tanaris, y desde ahí atravesar Un'goro, eso si había sido toda una tortura, sobre todo teniendo en cuenta las continuas quejas de Lessi, que habían llegado a ser más molestas que las incesantes nubes de bichos que se habían visto atraídos por ellos... al menos cuando no estaban matando a alguno de aquellos saurios o huyendo de algún espécimen especialmente grande de los que campaban por la selva. 

Como fuera, llegar a su destino no había sido mucho mejor, y ahora habían sustituido los insectos de tamaño normal, por otros que podían comerse a un lobo casi del tirón. Las perspectivas de salir de allí, sin duda, no mejoraban en absoluto, aunque por supuesto al menos a un zángano grande como un perro podían matarle con las armas, y no luchar a manotazos. Estaba tan cansada de todo aquello, que ni siquiera tuvo ganas de hacer alguna broma contra el goblin, o contra la hechicera, sino todo lo contrario.

— A mi me da igual, con que tenga un lugar lejos de esta plaga de chupasangres me conformaré... — dijo ya agotada, al borde de su paciencia y sus fuerzas. Casi hasta agradecerían que me mataran...

Tras conocer el destino el grupo emprende el viaje a Silithus. Nada que un experimentado trotamundos como era Garroom suponía gran dificultad, de no ser que en esta ocasión iba acompañado por una elfa pija que se quejaba por todo, otra elfa que quería matar a la primera de cambios a todo lo que se parara por delante y un goblin que metía cicaña siempre que podía. El caminar por las Tierras Hinóspitas, Un'Goro, Tanaris y, ahora Silithus no suponía gran problema dado que ya había tenido que hacer grandes viajes durante los años de formación como chamán y al servicio de Thrall. 

Al llegar a Un'Goro, el grupo se detuvo en la base del Círculo Cenarion, algo que Garroom aceptó con suma gratitud. A pesar de no tener la conexión con la naturaleza, como lo hacían los druidas, había hecho amigos entre los mismos y la agradaba su compaññia y podía conocer otros aspectos del mundo que le rodeaba:-Podéis descansar en la posada, yo iré a hablar con los druidas para obtener algo de información.-dijo el chamán al resto.

Mientras estabais en los alrededores de la fortaleza, justo antes de saber cual debería ser el siguiente paso una elfa nocturna se interpuso en vuestro camino.

- Deteneos grupo de aventureros, ¿quienes sois y qué habéis venido a hacer aquí? - comento de manera tajante, su rostro era serio y no dejaba de examinaros uno a uno de manera bastante incómoda, como si sospechara de que teníais malas intenciones. 

Con mirada cansada, clavó sus ojos en la elfa de la noche que se había puesto delante de ellos a hacerles preguntas incómodas. En el fondo quería morderse la lengua y no decir nada, pero no aguantaba mucho más.

-No quiero ofenderla, señorita. Empezó a hablar aunque era consciente de que a lo mejor tenía miles de años en edad, pero no le importaba en ese momento. -Venimos desde muy lejos, más allá de las Tierras inhóspitas, con una marcha no más rápida que la de un barco lento, atravesando territorios no muy neutrales y ese maldito cráter de ahí detrás. Estoy demasiado quemado, picoteado, acalorado y cansado para que alguien me detenga, pero no te apartarás sin explicación. La tierra ha hablado a nuestro buen amigo. Dio un par de palmadas al muslo del orco a su lado. -Diciendo que en Silithus se concentraba la corrupción y que necesitaba ayuda. Así que al no ser que seáis tan estúpidos o arrogantes de aceptar la ayuda de cuatro aventureros que se ofrecen como voluntarios (más o menos) para hacer una limpieza del mal de aquí, te pido que nos dejes pasar y nos des algo de comida y alojamiento. Cuando recuperemos fuerzas, ya hablaremos de negocios.

Después de soltar tal discurso a tal velocidad, se inclinó apoyándose en sus propias rodillas para coger aliento. Casi se ahogaba soltando toda su bilis ante la primera persona que se les cruzó después de tanto tiempo. Lo bueno de estar rodeado de psicópatas es que ya no tenía mucho más miedo a nadie excepto a aquellas con quien había compartido camino desde hace un tiempo.

La intervención de Kwilyx, podía tener dos resultados posibles, que nos aceptaran y dejaran pasar o negarnos la entrada. Garroom debía intervenir para que no se fueran las cosas de madre:-Como bien indica aquí mi pequeño amigo verde, soy chamán y la Tierra ha hablado. Existe una corrupción que infecta Azeroth y los elementos están combatiendola. El Anillo de la Tierra me encomendó encontrar un equipo y dirigir-nos hacia Silithus.-explico con brevedad y emitiendo aclaraciones a las palabras de Kwilyx:-Llevamos días viajando des del Este, evitando las Tierras de la Alianza para evitar enfrentamientos diplomáticos, las arenas de Tanaris y la frondosa selva de Un'Goro. Conozco a varios druidas del Circulo Cenarion que abogarán por mis palabras.- terminó por decir el chamán esperando que sus palabras convenciesen a la guardia Cenarion.

Al contrario de lo que era habitual en ella, no desenvainó las gujas gemelas y se lanzó contra la molesta elfa nocturna que les había cortado el paso. Tampoco gruño, amenazó ni hizo ningún gesto que denotara que, si en unos minutos seguían allí parados, acabaría por dejar fluir su ira sobre aquella mujer. No. Simplemente suspiró, miró al cielo, y pensó en lo mucho que quería descansar después del largo viaje que tan bien habían explicado sus dos verdosos compañeros...

Resoplo con evidente fastidio cuando una elfa de la noche nos intercepta en el camino. Su sola presencia ya me resulta molesta, pero estoy tan agotada que no tengo apenas ganas de discutir, mucho menos pelear. Asi que me limito a asentir a las palabras de Garrom y Kwilyx y añadir.- Si, lo que dicen el orco y el verde enano desagradable...

La mujer frunció el ceño durante unos segundos y después contestó

- Os debería antender mejor el Comandante Mar'alith pero no se encuentra en el fuerte y no lo estará en una buena temporada, mientras él está fuera yo soy la segunda al mando - dicho eso se apartó un poco para dejaros pasar

- Es obvio vuestro cansancio, os llevaré hasta la posada para que descanséis y toméis algo de alimento en primer lugar, después hablaremos con más detalle de lo que comentáis - con un gesto de amabilidad, o mejor dicho, de menos frialdad, la elfa os guió hasta el interior de la base, la posada no estaba demasiado lejos, allí se podía observar a sus ocupantes, muchos elfos nocturnos con los colores del Círculo Cenarion, junto algunos tauren, enanos, y en menos proporción, trols. Todos ellos parecían agotados, muchos estaban heridos o con rostros abatidos, sin lugar a dudas aquella situación les estaba desgastando...

Descansasteis y tomasteis alimento hasta recuperar vuestras fuerzas. En poco tiempo pudisteis averiguar que la guerra contra los Silítidos y los cultistas dementes estaba arrasando el lugar, y por desgracia el fuerte apenas tenía efectivos.

Unas horas más tarde os pudisteis reunir con la que ahora estaba al mando. Le hablasteis de Arksea, de la Tierra, de la corrupción e incluso de Alextrasza en cuando notasteis que eran potenciales aliados en este territorio.

La elfa os recibió con una sonrisa algo forzada.

- Es evidente que la situación es crítica - comentó.

- Muchos creímos que la situación en estas dunas estaba controlada gracias a la ayuda en cooperación de muchos aventureros; cuando se abrieron las puertas de Anh'Quiraj llegamos a creer que todos estábamos muertos, pero no fue así. Las inmensas luchas nos trajeron paz y un gran alivio para todos aquellos guerreros que habían dado mucho por conseguir restaurar el orden, sin embargo desde hace unos meses parece que todo está volviendo a surgir, como si fuera un ciclo - la voz se tornaba seria.

- La actividad de los silítidos ha aumentado drasticamente, las colmenas se han reactivado y como habréis podido observar hemos tenido muchas bajas, si os han mandado aquí tan solo se me ocurre que sea por un motivo, el aguijón del infierno -

Mis temores de que los elfos nocturnos pusieran problemas a nuestra llegada por suerte resultaron infundados, y por primera vez en varias semanas, pude descansar y comer en un sitio minimamente civilizado. Lleno de kaldorei y sus amigos besaplantas, pero considerablemente mejor que los antros goblin u orcos que habian visitado. Tolerable para mi gusto.

Cuando nos reunimos por fin con la persona al mando, estaba tan contenta que solo le lanze una breve mirada de arrogante superioridad al saludar.- Entiendo, parece que algo esta despertando a las fuerzas oscuras, es demasiada casualidad que se produzcan tantos incidentes a la vez. Donde esta exactamente ese Aguijon?

Los cuatro entraron en el fuerte Cenarion, guiados por la elfa de de la noche hasta la posada donde recuperaron las fuerzas. Durante ese tiempo, Garroom conversó con algunos de los miembros del Círculo Cenarion que hablaban con él, dado que él mismo se ofrecía a sanar heridas y aliviar el dolor de los heridos. 

Cuando los cuatro fueron convocados por la segunda al mando allí les explicaron lo sucedido desde que partieron del Santuario de Reposo de Dragón. Los Silítidos habían despertado y atacaban con mucha fuerza y los Cenarion resistían con agallas pero sufrían más bajas de las que lograban sanar. La elfa contaba lo que ocurría y cuando llegó al punto clave los cuatro quedaron estupefactos, o al menos eso le pareció a Garroom, al mencionar el nombre de un artefacto: el Aguijón del Infierno:-Qué és ese Aguijón?-fue lo único qué preguntó el chamán.

Había cosas que hacer, y momento para ello. Aquél era un momento de agradecer la hospitalidad a la que tan poco acostumbrada estaba –los suyos no eran bien recibidos en prácticamente ningún sitio, ya fuera asentamiento de la horda, de la alianza o incluso de los extravagantes goblins del cartel pantoque–, y al fin, después de semanas, pudo disfrutar de un lugar cómodo, una comida caliente y, sobre todo, la ausencia de bichos. Los druidas eran, para ella, tan insignificantes como los magos –aunque tal vez menos culpables de los problemas del mundo–, pero allí habían hecho un buen trabajo alejando a los insectos de su asentamiento, y era sin duda más de lo que podían haber esperado.

Acabó, por supuesto, unas horas más tarde. La buena voluntad tenía un precio, y ellos no estaban allí por diversión. Aquél era un punto en el camino, uno que con cierto pesar abandonarían pronto, embarcados en un destino mucho más oscuro. Pero era, al fin y al cabo, exactamente como a ella le gustaba. No se había unido a aquello para contemplar las mieles de los poblados de las necias razas que no veían el mal que siempre había estado asediando en las sombras hasta que era demasiado tarde. No, se había apuntado para solucionar sus problemas cuando al fin éstos les habían alcanzado. 

La conversación con la elfa que allí mandaba durante la ausencia del líder de la avanzada no fue esclarecedora, pero si de de esperar. Por supuesto, las cosas se habían puesto feas allí, coincidiendo con su llegada, y fuera cierto o no que tuviera que ver con lo que buscaban, iban a acabar en el centro de aquella nada nueva pero si reciente amenaza. La historia de sus vidas, y la de todos los aventureros, por supuesto. 

Sin necesidad de preguntar ella también sobre el Aguijón del Infierno –cuyo nombre si que era bastante revelador sobre lo que se iban a encontrar, y no era precisamente un grupo de cachorritos mimosos–, se quedó en silencio mientras la kaldorei respondía a sus compañeros. 

Después de haber comido de todo, hasta llenarse la panza de forma cómica, y descansar un poco, fue llamado a hablar con el círculo de druidas para charlar sobre sus problemas. Al principio no veía demasiada razón para desvelar que estaban allí en nombre de Alextrasza, pero cuando sonó el nombre, se mostraron más amigables, al igual que el goblin se mostró hinchado por el orgullo... y el rancho de antes.

Aún estaba algo somnoliento, pero prestó más o menos detalle al discurso de la elfa al cargo. Parecía tan elegante como Alessia pero igual de musculosa que Lyareth, y eso sin contar que aún no había intentado atacarle, así que ganaba puntos, pero aún no era el momento de flirtear.

Su dulce voz se tornó seria cuando mencionó el famoso aguijón, mostrando interés por él.

-¿Qué es y dónde está exactamente? ¿Cómo está afectando a esos silítidos? ¿Acaso la corrupción vil los está alterando tanto?

La elfa esbozó una mueca de descontento y negó.

- Ojalá fuese un objeto, el aguijón del infierno es un lugar, creemos que es la colmena más importante de todas las que hay por este territorio y la que ha azotado con más actividad en las últimas lunas. Muchos de los que han ido allá no han vuelto, y los que lo han hecho han regresado con la moral tocada de por vida. Algo ha debido despertarse en ese lugar, si os han enviado hasta aquí pongo la mano en el fuego de que es porque también han notado algo extraño en ese lugar subterráneo. Ésta realmente no es vuestra lucha, tenéis libertad para marcharos ahora si queréis, yo os he dado toda la información que he podido, pero si por un casual creéis que en ese lugar encontraréis respuestas, no tenéis más que mi aprobación y nuestros víveres para sobrevivir en un entorno tan hostil - hizo una pausa pensativa.

- Me hubiese gustado ofreceros algo, como soldados, pero los miembros de nuestro pequeño ejército están cansados y desmoralizados, necesitan al menos un par de noches más para recuperarse y hacer otra incursión. Yo en cambio no puedo abandonar mi puesto -

La elfa no dudó en desenrollar un mapa que tenía en un pequeño armario junto a la pared. Lo desplegó delante vuestra y os indicó el lugar.

- Fijaos, en esa zona marcada en rojo se encuentra la entrada al Aguijón del Infierno, como veis está muy cerca de una colmena de Silítidos, pero vuestra preocupación se encuentra bajo tierra, no deberíais ser objetivos de esos insectos voladores - os entregó el mapa por si os hacía falta.

- Insisto en que os daría gustosa a algunos de mis mejores miembros para que os acompañasen, pero en el estado en el que se encuentran no serían más que un estorbo, además necesitamos refuerzos por si se produce algún ataque ¿estaríais dispuestos a ir? -

Las palabras de la segunda al mando Cenarion tienen un tono de miedo y tristeza mientras explica que es el Aquijón del Infierno: una de las colmenas más grandes de los Silítidos y puede que la contenga las criaturas más mortíferas vistas hasta el día de hoy. Dada que no es nuestra lucha, nos invita a marchar-nos, dado que probablemente no muramos, según ella:-Eres muy amable por tu preocupación, pero nuestras órdenes son encontrar el mal y erradicarlo, tanto si está en las mismas puertas del infierno como si está en lo mas profundo del Sueño Esmeralda.-comenta el chamán. 

La petición de refuerzos por parte de la elfa, provoca una respuesta en Garroom:-Eso dependerá de si el resto quier ir en esta misión suicida, pero yo puedo prestaros mi ayuda con los heridos y erigiendo fortificaciones más sólidas para vuestra defensa.-termina por explicar el chamán.

Ugh, por supuesto que es una colmena. Ignorantes...- Murmuro a mis compañeros negando incredula. Que suerte tenian de tener con ellos a alguien con un minimo de cerebro y cultura general.

Cuando la kaldorei dio su advertencia, me cruzo los brazos mientras sonrio confiada y digo.- Esos silitidos son seres bastante peligrosos, pero no dejan de ser bichos. Y yo se como tratar a esas plagas.- Con un chasqueo de dedos, hago que una pequeña llama aparezca flotando sobre mi mano.- Creo que nos podremos manejar. Por algo Alexstrasza me eligio para tan importante mision

Chascó la lengua, ante las explicaciones de la kaldorei, y luego río por lo bajo ante la intervención de la sin'dorei.

– Alexstrasza te escogió porque necesitábamos una niñera para Kwilyx, Lessi –respondió a la elfa de sangre con una sonrisa divertida en los labios, eso si, después de que apagara la pequeña llama que tenía entre los dedos, y que seguramente podría haber hecho crecer en un momento para calcinar el lugar–. De todas formas tienes razón, nos podremos manejar solos con los bichos –dijo más seria–. Pero tendremos que salir ya. No hay tiempo para estar curando a nadie, ni levantando defensas, orco. En cualquier momento los Silítidos podrían atacar y dejarnos aquí atrapados, debemos darnos prisa. Descansaremos un rato más, y saldremos al anochecer. Tal vez los insectos estén menos activos, pero al menos tendremos más oportunidades de evitar a los cultistas que pueblan estas tierras.

Miró a la elfa nocturna, evaluándola, sintiendo lástima por el destino que seguramente la aguardaría si ellos fracasaran, y también orgullo por su valor, el cual sabía reconocer. Al final asintió hacia ella, sin decir nada, y se dio la vuelta. 

– Vamos, aprovechemos las horas que nos quedan antes de volver ahí fuera.