Partida Rol por web

La Gran Cruzada fue el periodo de la historia temprana del Imperiode la Humanidad en el que se expandió por casi toda la Galaxia buscando unificar a todas las antiguas colonias humanas bajo el control de un solo gobernante, el Emperador. La Gran Cruzada supuso una breve época de reconstrucción, reencuentro y rápidos avances tecnológicos tras la completa regresión de la Humanidad a la barbarie en los cinco milenios anteriores de la Era de los Conflictos. Fue un tiempo en el que el Señor de la Humanidad dirigía a su pueblo en persona. La Gran Cruzada es considerada la Edad de Oro del Imperio.

El Emperador de la Humanidad buscaba unir a toda la especie humana bajo una misma égida tras la Larga Noche de la Era de los Conflictos, y acabar con todos los conflictos entre humanos. Una vez conseguido este objetivo, el Emperador pretendía empezar la siguiente fase de su gran plan para garantizar la dominación humana de la Galaxia, algo que él consideraba necesario para que la Humanidad sobreviviese a las incesantes amenazas a su existencia encarnadas en el Caos, las innumerables especies xenos y su propia fragilidad natural. Para llevar a cabo la Gran Cruzada, el Emperador creó a las Legiones Astartes, que posteriormente formarían la base del Adeptus Astartes, y al Ejército Imperial, a modo de fuerza de apoyo y guarnición para conservar las conquistas de los Marines Espaciales. El uso de métodos de aceleración del cultivo de semilla genética para cubrir la amplia necesidad de nuevos Marines Espaciales llevó a la aparición de imperfecciones genéticas en muchas de las Legiones.

Estas fuerzas, con el apoyo tecnológico y militar del Mechanicum obtenido gracias al Tratado de Marte, llevarían la luz de la Verdad Imperial y someterían a la Obediencia Imperial a cada mundo humano descubierto. En su momento cumbre había 4287 Flotas Expedicionarias primarias imponiendo la Obediencia Imperial y en la expansión de la égida del Imperio a través de la Galaxia, así como 60,000 o más grupos de despliegue secundarios ocupados en regular la Obediencia Imperial o en misiones de ocupación. Otras 372 Flotas Expedicionarias estaban reagrupándose o reaprovisionándose a la espera de órdenes en el Sistema Solar o en otros Sistemas Estelares imperiales de importancia. Unos 4'3 millones de Rememoradores (artistas y reporteros oficiales imperiales) fueron enviados con estas flotas en los últimos días de la Gran Cruzada para registrar para la posteridad en imágenes, palabras y música todo lo que los guerreros de la Cruzada estaban logrando en nombre de la Humanidad. Por último, toda Expedición Imperial incluía un cuerpo de Iteradores, filósofos, retóricos y propagandistas destinados a extender la atea Verdad Imperial a todos los mundos humanos y convencer a sus habitantes de los beneficios del gobierno imperial.

El salto o viaje disforme es una forma de viajar más rápido que la luz por la galaxia mediante la entrada a la Disformidad, una dimensión psíquica paralela, y la reaparición en un nuevo punto del espacio real a años luz del punto de partida.

Un salto disforme consiste en la entrada de una nave a la Disformidad desde el espacio real mediante la activación de su motor de Disformidad para abrir una grieta entre las dimensiones, el desplazamiento por las corrientes de la Disformidad mediante sus motores convencionales durante un tiempo apropiado, y finalmente el uso de su motor disforme para volver al espacio real en un nuevo lugar, habiendo evitado recorrer físicamente años luz de espacio galáctico. Este proceso se conoce como salto o brinco, y el acto de entrar o salir de la Disformidad como inmersión, paso o traslación.

Lo dificultoso del asunto es que el Inmaterium no sigue las leyes físicas normales, y siempre se está moviendo con corrientes y mareas inconstantes, así que el punto de salida exacto en los viajes a largas distancias suele ser impredecible. Los saltos pequeños, de hasta cuatro o cinco años luz, suelen ser precisos, mientras que los largos pueden ser peligrosos o desviarse mucho. Es más seguro y sencillo viajar de unos sistemas a otros, entre los cuales hay canales establecidos con corrientes disformes bien cartografiadas y usadas regularmente por las Flotas Mercantes.

Para añadir aún más imprevisibilidad, hay drásticas diferencias temporales entre la Disformidad y el espacio real. El tiempo pasa a velocidades muy diferentes y variables en ambas realidades. Solo una vez que una nave emerge del Inmaterium se puede saber cuánto tiempo ha durado su viaje en tiempo real. Generalmente, no obstante, un día en la Disformidad equivale a doce días reales. En ocasiones, las naves y flotas pueden quedar atrapadas en burbujas de tiempo durante cientos de años. Esto puede llevar a sucesos extraños, aunque extremadamente escasos, en los que ejércitos enviados de un extremo a otro de la galaxia para defender un planeta amenazado solo para llegar con muchos años de retraso y encontrarse el planeta en manos enemigas. Se llegan a contar extraños relatos de naves que viajaron hacia atrás en el tiempo y aparecieron antes de haber entrado en la Disformidad.

Entrar a la Disformidad puede, como muchas otras cosas, perturbar el tejido de la Disformidad. Se dice que es como la caída de una gota en un charco, que produce ondulaciones en todos los sentidos. A menudo un salto disforme puede delatar la posición de una nave, permitiendo que otras puedan rastrearla.

Los saltos más largos, de hasta 5000 años luz, pueden hacerse dirigiendo a una nave por las corrientes de la Disformidad. Solo los humanos mutantes conocidos como Navegantes pueden hacer esto, ya que tienen la capacidad de mirar a la Disformidad sin volverse locos. Dentro de la Disformidad pueden percibir el Astronomicón, una poderosa baliza psíquica centrada en Terra, y usarla como una especie de referencia náutica juzgando su distancia, fuerza y posición para ajustar el rumbo de la nave cuando esta es desviada por las corrientes. Sin embargo, los viajes pilotados siguen siendo impredecibles y peligrosos, pues el poder del Astronomicón, aunque es inmenso, está limitado a un diámetro de 50000 años luz de Terra, y las tormentas Disformes y los fenómenos psíquicos como la Sombra en la Disformidad pueden provocar disrupciones y bloqueos en su señal.

Las veinte Legiones de Marines Espaciales, también conocidas como Legiones Astartes, fueron creadas por el Emperador como las puntas de lanza de su Gran Cruzada. Todos los Marines Espaciales de una Legión (Hermanos de Batalla entre sí) eran modificados con la ayuda de muestras de ADN tomadas de un Primarca concreto. Cuando un Primarca era hallado, pasaba a convertirse en el comandante de su respectiva Legión, y el mundo donde había aterrizado pasaba a convertirse en el mundo natal de su Legión.

​En esta línea temporal, el Emperador creó veinte primarcas y veinte legiones a partir de ellos. Debido a un misterioso accidente, los primarcas se dispersaron por la Galaxia y el Emperador se vio forzado a empezar la Gran Cruzada sin ellos. Muchos fueron encontrados y puestos al mando de sus respectivas legiones pero varios de ellos nunca aparecieron o murieron durante las inacabables campañas. Sin primarcas para estabilizar su semilla genética, sus respectivas legiones fueron menguando progresivamente hasta desaparecer.

LEGIÓN	PRIMARCA	STATUS
I.
II. Borrado de los Archivos Imperiales
III. Caballeros del Emperador	Nimrod Arcturus	ACTIVO	PNJ
IV.
V.
VI.
VII.
VIII. Dragones Esmeralda	Hantei	ACTIVO	PNJ
IX. Subyugadores	Elan Mador	PERDITA	PNJ
X. Guardia Implacable	Textrom	PERDITA	PNJ
IX. Embajadores del Infierno	Artanius	PERDITA	PNJ
X.
XI.Borrado de los Archivos Imperiales
XII.
XIII.
XIV.
XV. Caminantes Silenciosos	Nekriam	ACTIVO	PNJ
XVI.
XVII. Doblegadores	DESCONOCIDO	ACTIVO	PNJ
XVIII.
XIX.
XX. Verdugos Tenebrosos	DESCONOCIDO	PERDITA	PNJ

 Actualmente, quedan catorce legiones en activo. Las seis restantes fueron destruidas, repartidas entre las demás o eliminadas debido a defectos genéticos. No existen registros fiables sobre el destino de la II y XI legiones ni sus primarcas.

Se tarda un tiempo considerable en transformar a un humano normal en un Marine Espacial. Recibe implantes, conocidos colectivamente como semilla genética, que transforman su cuerpo y le dan capacidades sobrehumanas, como escupir ácido venenoso, absorber la memoria de los muertos ingiriendo su carne, oscurecer su piel para protegerla de la radiación, y operar durante largos periodos de tiempo sin sueño apagando secuencialmente distintas partes del cerebro.

Los reclutas son sometidos a psicoadoctrinamiento y condicionamiento, reforzando su resolución y perfeccionándoles hasta convertirlos en guerreros dedicados y sin piedad. Por supuesto, no todos los reclutas sobreviven a este brutal entrenamiento, ni todos son aceptados.

Los reclutas son escogidos entre los mejores guerreros de la Humanidad. Naturalmente, esto convierte a los Mundos Letales y Salvajes en apreciados terrenos de reclutamiento, pues condiciones tan duras y primarias producen a los mejores guerreros. Sin embargo, los Mundos Colmena son considerados una fuente ideal de Neófitos, ya que el populacho de los niveles inferiores comprende a algunos de los hombres más asesinos y agresivos del Imperio. En ocasiones, pandillas de Colmena enteras son cazadas y capturadas para su reclutamiento. Entre los rasgos más apreciados se encuentran la agresividad y un instinto asesino psicótico. En escasas ocasiones se recluta también en algunos Mundos Civilizados.

Los reclutas, conocidos como Aspirantes, deben ser bastante jóvenes, pues los implantes a menudo no funcionan completamente si el receptor ha alcanzado un determinado nivel de madurez física. Deben ser varones, pues los cigotos están diseñados para responder a las hormonas y tejidos masculinos. Solo un pequeño porcentaje de la gente es compatible con los implantes y la hipnosugestión necesarias para convertirse en Astartes. Antes de que el proceso de implantación comience, por tanto, los reclutas en potencia realizan pruebas de compatibilidad de tejidos y pasan una criba psicológica. Si pasan las pruebas, comienzan el proceso de implantación, y se convierten en Neófitos.

Incluso una vez que los órganos están implantados en general permanecen inactivos o inútiles sin entrenamiento, hipnoterapia o quimioterapia. La mayoría de reclutas se unen a filas como Hermanos de Batalla hacia los 16-18 años estándar.

Los 19 órganos implantados son muy complejos, y dado que varios de ellos solo funcionan correctamente o directamente requieren la presencia de otros implantes, la retirada, mutación o fallo en un órgano puede afectar al preciso funcionamiento de los demás.

Debido a esto, y al hecho de que la semilla genética es diferente en cada legión, las diferentes legiones muestran diferentes características y usan conjuntos diferentes de implantes y de métodos de implantación.

A lo largo de todo el proceso de implantación, el Astartes debe pasar por varias formas de acondicionamiento para que los implantes se desarrollen y formen parte de su fisiología.

A continuación se enumeran todos los implantes utilizados:

• Las fases 1-3 (Corazón Secundario, Osmódula y Biscopea) pueden ser introducidas al mismo tiempo, idealmente entre los 10 y los 14 años estándar.
• Las fases 4 y 5 (Hemastamen y Órgano de Larraman) pueden introducirse también al mismo tiempo, pero preferiblemente entre los 12 y los 14 años.
• La hipnoterapia comienza con la fase 6 (Nodo Catalepsiano), a ser posible entre los 14 y los 17.
• Las fases 7-9 (Preomnor, Omofágea y Pulmón Múltiple) suelen ser ejecutadas simultáneamente entre los 14 y los 16. En ese mismo marco de edad se realizan también los implantes 10 y 11 (Ocuglobo y Oído Lyman).
• Entre los 15 y los 16, se introducen las fases 12-15 (Membrana An-sus, Melanocroma, riñón oolítico y Neuroglotis), pudiendo realizarse las dos últimas al mismo tiempo.
• Las demás fases (Mucranoide, Glándula de Betcher, glándulas progenoides y Caparazón Negro) se realizan entre los 16 y los 18.

Acondicionamiento

• Quimioterapia - Hasta su iniciación, un Neófito debe someterse a constantes pruebas y exámenes. Los órganos recién implantados deben ser monitorizados con mucho cuidado, los desequilibrios, corregidos, y cualquier signo de mal desarrollo, tratado. Este tratamiento químico es reducido tras finalizarse el proceso de iniciación, pero nunca termina. Durante toda su vida, los Marines Espaciales reciben tratamientos periódicos para que su metabolismo permanezca estable. Las servoarmaduras Astartes contienen equipo de monitorización y dispensadores de sustancias para ayudar en esta tarea.
• Hipnoterapia - A medida que el cuerpo mejorado crece, el receptor debe aprender a usar sus nuevas habilidades. Algunos de los implantes, específicamente el Nodo Catalepsiano y el Ocuglobo, solo pueden funcionar una vez se ha administrado una correcta hipnoterapia. La hipnoterapia no siempre es tan efectiva como la quimioterapia, pero puede tener efectos sustanciales. Si se puede enseñar a un Marine a controlar su propio metabolismo, su dependencia de los productos artificiales se reduce. El proceso se realiza dentro de una máquina conocida como Hypnomat, en la que los iniciados son hipnotizados y sometidos a estímulos visuales y auditivos para que sus mentes activen sus nuevos procesos metabólicos inconscientes.
• Entrenamiento - El entrenamiento físico estimula los implantes y permite comprobar su efectividad.
• Adoctrinamiento - Al igual que sus cuerpos reciben 19 implantes distintos, sus mentes son alteradas para liberar los poderes latentes de su interior. Estos poderes mentales son, incluso, más extraordinarios que los físicos. Por ejemplo, un Marine puede controlar sus sentidos y su sistema nervioso conscientemente, y en consecuencia resistir un dolor que mataría a hombres normales. Un Marine también puede pensar y reaccionar a la velocidad del relámpago. El entrenamiento memorístico es también importante, y algunos Astartes llegan a desarrollar memorias fotográficas. Obviamente, los Marines Espaciales varían en inteligencia tanto como los demás hombres, y sus habilidades mentales particulares varían en distinto grado.

Después de todos estos implantes y alteraciones en el cuerpo humano, se debate seriamente sobre si los Astartes son humanos o no. Aunque sin lugar a dudas sirven a la Humanidad, miden un mínimo de 2 metros de altura, pueden respirar y consumir veneno, y atravesar el metal con su saliva o sus golpes.

LAS LEGIONES PERDIDAS

A pesar de sus inmensos conocimientos, no todos los experimentos del Emperador salieron bien. Cuatro de sus legiones han sido destruidas hasta el último astartes. Dos de ellas, la II y la XI, no existen en los registros imperiales ni siquiera mencionadas e incluso los demás primarcas tienen prohibido hablar sobre ellas.

Los Subyugadores

De todos los guerreros del Emperador, los Subyugadores eran los maestros indiscutibles en el uso de armamento de destrucción masiva. Muchos enemigos del Emperador durante las Guerras de Unificacion fueron engullidos por la vorágine de fuego atomico de los Subyugadores. En su arsenal se contaban muchas armas prohibidas de la Era Oscura de la Tecnologia y su primarca, Elan Mador, estaba obsesionado con el descubrimiento de nuevas armas. Nunca fueron una legión muy grande. Su semilla genética era poco estable debido a  los elevados niveles de radiación de sus campos de batalla. Esto, unido a un alto nivel de rechazo de implantes en los reclutas mermó su número inexorablemente.

La IX encontró su final en el Conflicto Dagauri contra el Mundo-Guerra. Los Dagauri eran una incomprensible raza alienígena que habían transformado su planeta natal en una estación de combate con capacidad de salto disforme y capacidad para destruir mundos enteros. Aunque fueron declarados Enemigos A Extinguir por el Imperio, Elan Mador intentó asaltar el Mundo-Guerra para capturarlo y estudiarlo. La legión con su primarca y el sistema fueron engullidos en un cataclismo de proporciones nunca vistas cuando los Dagauri hicieron explosionar su propio planeta antes que entregarlo al enemigo. 

La Guardia Implacable

La Guardia Implacable fue en su momento la legión más cercana al Emperador. Con base en Terra, sirvieron junto a los Custodios como guardia pretoriana. Sus honores de batalla eran muchos y destacaron especialmente durante la pacificación del Sistema Solar. Su semilla genética era de las más puras y su equipo el más avanzado de todas las legiones astartes.

Sin embargo, su primarca, Textrom, albergaba ambiciones demasiado grandes para un mortal, incluso un hijo del Emperador. La Guardia Implacable se rebeló contra el Señor de la Humanidad en un sangriento golpe de estado que, de no haber sido por los Adeptus Custodes, habría cambiado la historia para siempre. La  legión fue declarada proscrita y sus miembros eliminados sistemáticamente por toda la Galaxia. Tan rápido como estalló, la Rebelión de Textrom fue sofocada y su orgulloso historial militar encontró un sangriento final. 

Los Embajadores del Infierno

Los astartes de la XI Legión se distinguían por su enorme tamaño: algunos veteranos superaban los tres metros de altura. Por desgracia, éste poderío físico se debía a una mutación de su semilla genética que también acortaba considerablemente la vida de sus  portadores. Aunque el Emperador dedicó grandes esfuerzos a  estabilizar a los Embajadores del Infierno, parecía que el futuro de la legión estaba condenado. 

Siguiendo rumores sobre un misterioso Señor de la Guerra gigante en el sector Skargul, las flotas expedicionarias imperiales encontraron al primarca de la XI, Artanius, pero la sorpresa fue descubrir que el coloso no sólo no tenía la menor intención de unirse al Emperador sino que gobernaba sobre una colosal horda de orkos. Los Embajadores del Infierno se convirtieron en la única legión que rechazó a su primarca. El Imperio dedicó varios años y una enorme cantidad de tropas a  combatir a la horda piel verde de Artanius. Finalmente, las fuerzas combinadas de tres legiones incluyendo las últimas escuadras supervivientes de Embajadores del Infierno lograron acabar con la amenaza del primarca salvaje. 

Los Verdugos Tenebrosos

Existe poca información fiable sobre la XX legión ya que su especialidad eran las operaciones encubiertas y el espionaje. No se conoce su mundo natal, su primarca, su organización ni sus efectivos. Sus intervenciones en teatros de guerra se reducían a pequeños grupos de astartes que luchaban por su cuenta persiguiendo objetivos secretos que rara vez tenían que ver con la campaña en curso. Numerosos mundos durante la Gran Cruzada fueron descubiertos en un estado de anarquía y guerra civil debido a  la caída del gobierno local en manos de misteriosos guerreros que no reclamaban afiliación a  ninguna legión. 

La caída de los Verdugos Tenebrosos fue poco después de la Rebelión de la Guardia Implacable. Se descubrió que algunos de los astartes rebeldes eran en realidad miembros de la XX legión infiltrados. Es imposible probar si los Verdugos Tenebrosos tuvieron algún papel en la insurrección o simplemente cumplían alguna otra misión pero los Custodios no podían permitir la existencia de una legión sin control. Se decretó una caza de brujas y todas las legiones purgaron sus filas en busca de espías. Aunque oficialmente destruidos, nadie sabe el número exacto de los Verdugos Tenebrosos por lo que es imposible saber si fueron completamente eliminados o todavía acechan la Galaxia con objetivos ignotos. 

ESCENA FLASHBACK: EON Y ARK´SUL

La Horizonte era la nave insignia de la Decimosexta Legión. Se trataba de una bestia de acero armada hasta los dientes, pero diáfana y hermosa como un templo. Toda la belleza del cosmos se filtraba a través de sus grandes ventanales. ¿Sería posible acaparar el infinito? ¿Poseer algo tan ajeno como la luz de las estrellas? Era fácil que incluso un primarca se sintiese pequeño al encontrarse bajo la mirada de la Galaxia y se hiciera preguntas sobre lo efímero.

Ark´Sul, el Huérfano del Arca, había sido "invitado" por su hermano a acompañarle en el puente de mando. Se trataba de una estructura con forma de auditorio, con todo el frente ocupado por una visión del vacío... y de todas sus promesas. Pues ahora el caballero de Subuel se había convertido en un príncipe del Imperio.

Eon estaba de espaldas cuando Ark´Sul llegó, aunque se dio la vuelta de inmediato, haciendo agitarse sus ricas pieles. La similitud era evidente, las diferencias, obvias. Sin embargo, el Príncipe Corsario sonrió, y sus ojos brillaron.

—Un hermano de carne... y hierro —dijo, apuntando con la mirada a los implantes mecánicos del otro primarca—. ¿Qué criatura del Sha´eil podría hacerle eso a uno de nosotros?

Ark'sul intentaba mostrarse digno y serio, pero estar en una nave capaz de surcar las estrellas cuando toda su vida había pensado que eso era imposible para ellos era algo que le superaba en gran medida. Caminaba escoltado por esos soldados mejorados hasta el lugar donde le esperaba, astartes, marines espaciales le habían dicho. Intentaba no detenerse, pero sus ojos iban hacia cada uno de los paneles, estructuras y demás cosas que no fueran el simple pasillo. Hasta las puertas que se abrían ante su presencia le parecían fascinantes.

El pelo negro y largo caía sobre su espalda, así como una barba descuidada. Parecía más un bárbaro de las antiguas historias de Terra que un ser creado por el mayor líder humano de toda la historia. Caminaba con soltura y desgarbado, como alguien que estaba dispuesto a actuar en cualquier instante, pero a la vez a punto de salir corriendo a investigar todo ese lugar. Vestía ropa hecha con tejidos gruesos y aislantes sobre los que llevaba una túnica de color rojo y negro, lo que le representaba como un Caballero Andante en su planeta.

Al entrar en el lugar y ver al que era su hermano, no pudo evitar fruncir el ceño. Era como estar ante alguien que sabías que era conocido pero no podía ser más distinto de todos los humanos que él había conocido. Parecía más etéreo y elegante que cualquier otra cosa, alguien que parecía ser capaz de conseguir las cosas por su presencia y no solo por la fuerza; pero Ark'sul solo había conocido el poder de la fuerza y la tecnología. 

-¿Qué es Sha'eil? -preguntó automáticamente mientras se miraba sus propios implantes en los brazos- ¿esto? Solo una forma de mantener entero mi propio brazo. Un Chatarrero casi me lo amputa por completo, y no es que tengamos tantos conocimientos como vosotros -señaló con la vista hacia algunos de los cogitadores de la sala antes de avanzar como si tuviera permiso para moverse a placer por ese lugar y mirar por el enorme ventanal- ¿de verdad han muerto todos los Chatarreros de mi planeta?

—Sha´eil es... algo que merece otra conversación —dijo, intentando no ser condescendiente. Eon recordaba sus propias reservas a unirse al Imperio. Buena parte de ellas habían nacido de su desprecio por aquella actitud sabelotodo que parecía común entre sus ciudadanos—. Es un mar entre las estrellas que nos permite viajar a través de la Galaxia, aunque tiene sus peligros. No es algo que te pueda explicar, pero confío en poder mostrártelo.

Descendió las escaleras para situarse más cerca de su hermano pródigo.

—Nuestra ciencia es poderosa, sí, pero aún queda mucho por descubrir. Esto no es nada comparado con lo que éramos antes, ¿puedes imaginarlo? —luego meditó un poco su siguiente respuesta —. Chatarreros. Es un nombre tan bueno como cualquier otro, aunque nosotros los llamamos orkos; y de donde yo vengo se les conocía sólo como pielesverdes. Han sido aplastados, sí. Tu legión se lo ha tomado muy en serio.

Eon había ordenado a sus Corsarios mantenerse en retaguardia, pilotar los transportes y dirigir los despliegues y repliegues, pero había considerado Subuel un ajuste de cuentas personal, así que había dejado a la XIX marchar por sí misma. Volvió a sonreír, abriendo los brazos.

—Quedan muchos, claro. Puede que sean más que nosotros. En cierto modo, tu guerra no ha acabado, sólo ha cambiado de escala. Aunque —el primarca, desafiando tácitamente a su padre, hizo la pregunta que nadie le había hecho a él—, ¿tú quieres seguir con esta guerra?

¿Se atrevería a provocar la ira del Emperador si su hermano pedía una paz que ya se había ganado?

-Un mar entre las estrellas. Entiendo ese concepto por las antiguas historias, pero nunca he visto uno -señaló a su planeta- ahí solo hay metales, nieve y hielo.

-Mi legión -murmuró, pero pareció desechar ese pensamiento rápidamente ante otro tema que le interesaba más- sí, algo he oído. El Emperador me obligó a destruir todas las máquinas que creé para combatir a los orcos porque decía que estaba prohibido. Dice que tengo que conocer la historia de la tecnología para saber las consecuencias que pueden tener mis actos -negó con la cabeza- hice lo que tenía que hacer, igual que prometí unirme a él a cambio de que liberara mi planeta.

Frotaba los dedos de la mano derecha como si fuera una especie de tic, un gesto que hacía mientras pensaba en como dar una respuesta a la pregunta que le había hecho ese igual a él. Se giró para mirarle a los ojos por primera vez.

-Prometí unirme a él a cambio de que liberara mi planeta de esos "orkos", lo hizo y tengo que cumplir mi parte. Además, parece ser que podré purgar más de esos malditos seres que hicieron tanto mal a mi pueblo desde hace generaciones y creo que purgar esa lacra de todos los planetas posibles sería una buena labor -y el problema era que aún no se percataba de la extensión de esa tarea.

-El Emperador dice que tengo que ir a Marte, donde una especie de Acólitos me enseñarán los auténticos conocimientos. Dime, ¿cuanto tiempo llevas navegando por ese mar entre las estrellas?

La Noche de Mastiah

La Campaña de Mastiah había sido un completo éxito, pero Ark'sul no estaba contento, nada en absoluto. En cuanto se había conseguido la acatación del planeta, el primarca de los Caballeros el Arca había cogido su lanzadera y había vuelto a su nave para intentar calmarse, pero no había conseguido hacerlo.

Tenía planificado una serie de bombardeos en puntos de interés y fortalezas para ablandar a su enemigo antes de lanzarse de cabeza contra él; pero no había podido hacerlo. Había discutido con Duncan el hecho de bombardear a humanos, como pasaba siempre que se enfrentaban a estos y Ark'sul no se había dejado convencer; pero diez minutos antes de comenzar los bombardeos, esos malditos Señores del Trueno se lanzaron hacia el planeta en un ataque relámpago y suicida. No podía realizar esos bombardeos sin dañar a sus aliados y una parte de su interior estuvo tentada de dejarles solos en esa campaña suicida; pero era un hombre de palabra y al final mandó a sus hijos a tomar los puntos más fortificados.

Esta campaña se convirtió en una auténtica carnicería y los números de muertos en ambas legiones alcanzaron unos valores que, si hubieran bombardeado la zona, habrían sido mucho menores. Ark'sul había perdido muchos hijos por la negligencia de su hermano de intentar salvar "vidas" enemigas.

Y estaba cabreado.

No avisó hasta el último momento de su llegada al lugar donde estaba su hermano, no se detuvo ante nadie y solo podía pensar en una cosa. 

O Duncan le daba una buena explicación o le daría un buen puñetazo en la cara.

La Noche de Mastiah

Habían sido unos asaltos gloriosos. Duncan aún podía escuchar los gritos de batalla, el entrechocar de aceros, el tronar del bólter y de los relámpagos surcando el aire y achicharrando a aquellos demasiado estúpidos o valientes como para soltar las armas y rendirse a la evidente superioridad de los astartes. Y los cánticos, ah, los cánticos de batalla. Argyle, bendito sea su recuerdo, siempre decía que si había que matar, debía hacerse sin odio. Que la inquina envenenaba el corazón y, finalmente, te mataba. 

Y si algo hacían los Señores del Relámpago, era matar con alegría en el corazón y pureza de propósito. El honor en combate, la piedad al enemigo caído, al vencido. Eso era lo que hacia grande a la Quinta, en opinión del Primarca. Eso, su talante conciliador y negociador... ¡Y las fiestas, por supuesto! La única forma apropiada de despedir a los caídos era festejando y brindando en su honor, recordando con alegría y pasión sus vidas, para que siempre las tuviéramos presentes. Y por las Brumas, hoy había muchos a los que rendir homenaje. Puede que demasiados. Esos canallas habían demostrado ser más duros de lo que pensaba.

Pero detrás de los guerreros, estaban las mujeres, los ancianos y los niños. Y al ver sus caras asustadas, el Primarca supo que había hecho lo correcto. Las bombas tienen un gran poder, pero es un poder salvaje y sin dueño, impreciso, que no distingue entre amigo o enemigo, entre soldado o civil. Incluso los propios disparos podían perderse (esa ventaja tenía el buen y sencillo acero), cierto, pero nada comparado con un bombardeo orbital. Todos aquellos inocentes habrían muerto, en vez de conocer la generosidad y la piedad de la Verdad Imperial. En vez de comprender lo equivocado de sus acciones. 

Había hecho bien en adelantarse a su hermano. Aunque, a juzgar por las advertencias que le llegaban por el intercomunicador, su hermano no opinaba lo mismo, y si no había oído mal, estaba llegando allí en ese mismo instante. Las puertas de la sala de festejos de la nave se abrieron, revelando una escena en la que los astartes, enfundados en sencillas ropas con sus kilts, bebían y festejaban alrededor de los ataúdes sellados de los difuntos, cantando sus historias a gritos que se elevaban incluso por encima de las gaitas de Argyle Primus y otros instrumentos. 

Toda aquella efusividad, aquella muralla casi tangible de ruido, golpeó a Ark'sul cuando las puertas le permitieron ver aquello, acompañadas de un efusivo bramido del Rey de la Tormenta.ç

-¡¡Ark'sul, hermano mío!! ¡¡Me alegro de verte!!-dijo, con una amplia sonrisa, extendiendo en toda su plenitud los brazos, y derramando con ello parte del contenido de la enorme copa que sostenía en una de sus manos. 

-----

Orbita de Cadia 
                        Año xxx del 30vo milenio 
Barcaza de Batalla de la 18va Legión "Marea Negra¨

Un zumbido constante hacía eco en los pasillos de la nave de los Leviatanes. Varios miembros de la legión iban y venían de un lado para otro más que seguir, uniformemente, el estricto régimen de entrenamiento de los marines espaciales. Más extraño aún, era que quien recibiera al primarca y a su escolta fuese un legionario de tez morena, cabellos gruesos, abundantes y desprolijos. 

- Bienvenido a bordo, señor!-

La Noche de Mastiah

Ark'sul iba acompañado de sus Caballeros Andantes, que eran los oficiales al mando de cada uno de los capítulos de su legión, su consejo y escolta en los momentos diplomáticos. Todos vestían las armaduras de su legión y una túnica del mechanicum encima con la capucha hechada. Al igual que Ark'sul, el yelmo era como el símbolo del mechanicum, la mitad izquierda tallada como una calavera y de color hueso, mientras que la mitad derecha mostraba aumentos ópticos; pero todos llevaban el yelmo pegado al cinto. Un servobrazo asomaba sobre el hombro derecho de su escolta, el bolter al otro lado del cinto del yelmo y en el brazo izquierdo portaban un escudo.

El Huérfano del Arca tenía pensado todo un discurso y una serie de preguntas y acusaciones para su hermano, que ni siquiera toda la furia que le acompañaba había conseguido apagar su pequeña parte lógica y que tendía a prepararse ante todas las posibilidades y a hacer cálculos.

Pero por segunda vez, no había contado con su hermano.

El verle de celebración por una victoria que había costado un total de doscientos cincuenta y tres Caballeros del Arca más de lo que estaba previsto, fue la gota que colmó el vaso, y todo ello por culpa de la sobreprotección de su hermano.

Cuando le vio ahí con los brazos extendidos, antes de darse cuenta de lo que hacía, había dirigido un gancho de derechas a la mandíbula de su hermano, impactando en él con tanta fuerza que si hubiera golpeado a un astartes cualquiera le habría hecho volar por los aires varios metros y provocar un estropicio.

Toda su preparación se iba al traste por segunda ver. Al menos había golpeado a su hermano con la mano derecha, no con su brazo izquierdo que mezclaba los aumentos del mechanicum con la bioingeniería mejorada de un primarca.

Orbita de Cadia

Ark'sul había acudido a su cita con su hermano más diferente tanto en cultura como en forma de hacer las cosas. Vestía la simple túnica del mechanicum de color rojo, pero aun así asomaban por su espalda las cuatro mecadendritas, dos servobrazos y dos que parecían armas, y no llevaba a ningún miembro del círculo cercano, porque las cosas que se podían hablar ahí podrían poner en duda la Verdad Imperial.

Mientras que Leucas había sido criado en un mundo con escasa tecnología y mucho misticismo, así como muchos de sus hijos tenían el don psíquico; Ark'sul había nacido envuelto en la tecnología rudimentaria de su planeta y el pensamiento metafísico que defendía la Verdad Imperial era casi lo que había mamado desde su más tierna infancia, así como sus hijos no desarrollaban poderes psíquicos, al menos que él supiera.

Saludaba con un cabeceo a todos con los que se cruzaba, fueran astartes, siervos, humanos de la armada o lo que fuera; pero no pudo evitar sorprenderse al ver al astartes que le esperaba.

-Saludos y gracias por la bienvenida -comentó con una ligera sonrisa mientras se echaba la capucha hacia atrás, dejando a la vista una melena de color negro con algunos cables surgiendo de su cráneo como si fueran mechones mecánicos de su pelo- ¿está mi hermano listo para recibirme o me he anticipado? -nunca preguntaría por llegar tarde porque no lo hacía jamás.

- Creo que se ha anticipado, señor!- Dijo, tomando una postura más relajada, con ambas manos a la espalda. El astarte, a diferencia de su padre protobiológico, no presentaba la palidez cadavérica ni los ojos desprovistos de vida. Todo lo contrario. Su tez era oscura y sus ojos marrones tenían un candor que, incluso tras todo el proceso de adoctrinaje, entrenamiento riguroso y batallas experimentadas, resaltaba por sobre la norma de los marines espaciales. Otra cosa más, era que su acento era claramente gótico terrestre. 

- Pero me he ganado el honor de escoltarlo hasta el Te Arikinui!- Expresó, con un entusiasmo peculiar. Deslizó uno de sus pies, perfilándose y extendió un brazo armado hacia el largo pasillo metálico, invitando al primarca a dar el primer paso. 

-Vaya, entonces siento las posibles molestias causadas -contestó al astartes que era tan raro en esa legión como si fuera de otra, tal vez fuera terrano. Asintió y comenzó a caminar en la dirección indicada por el legionario.

-Perdona pero, ¿qué es el Te Arikinui?. No conozco la lengua natal de vuestra legión y esos términos me desorientan por completo, como el de Maná por añadir otro -esbozó una ligera sonrisa porque no le gustaba que los legionarios de sus hermanos se sintieran intimidados si esa no era su intención.

La Noche de Mastiah

El gesto de saludo fraternal de Duncan fue cortado de raíz cuando el puño de Ark'sul impactó de lleno en su mandíbula, logrando que la copa se le cayera rebotando por el suelo, derramando su contenido, y que el Primarca casi perdiera el pie. Y, durante unos segundos, se hizo el silencio en aquella sala. Ahí llegaba el momento. Ese terrible momento en el que unos y otros se apuntaban de pronto con sus armas, inseguros, temerosos de las intenciones de sus hermanos, exigiendo que los otros tiraran las armas. 

Sin embargo, cuando los Señores del Relámpago rompieron esa quietud, no fue para echar mano de sus claymores, bólters y demás impedimenta bélica. Si no para alzar las manos y las copas y jarras, soltando bramidos alegres y entusiastas ante aquella pelea, mientras las gaitas y los otros instrumentos empezaban a tocar de nuevo, aunque esta vez tonadas más propias de tabernas... Incluso más que lo que estaban tocando antes de eso. 

Duncan se incorporó de nuevo, riendo con ganas. Un fino hilo de sangre le bajaba por el mentón, sobre la perilla, desde su labio partido. Una sangre espesa, más espesa que la de cualquier astartes, sangre de Primarca. Aquella herida no parecía haber hecho mella en su atractivo, y con unos ojos alegres centelleando bajo unas cejas fruncidas, que no acompañaban a los mismos ni a la sonrisa feroz en su rostro, dijo:

-Esas tenemos, ¿eh? ¡¡Pues vamos a ello!!-gritó, consiguiendo otro grito de alborozo de sus hombres y lanzándose a por Ark'sul, con un puñetazo dirigido igualmente al mentón de su hermano. Al menos había tenido la decencia de no golpearle con el servobrazo, así que lo menos que podía hacer era corresponderle con un golpe similar. 

La Noche de Mastiah

Los Caballeros Andantes que acompañaban a Ark'sul se vieron sorprendidos por la reacción de los Señores del Trueno, con sus gritos, canciones, música y algarabía. Incluso alguno fue zarandeado por su primo en un gesto de ánimo y diversión que el hijo de Subuel no supo corresponder, quedándose muy quieto como si el hacer algo pudiera hacer estallar ese barril de pólvora.

El golpe en la mandíbula que recibió Ark'sul le hizo tambalearse varios pasos en dirección hacia unos Señores del Trueno, que sujetaron al primarca para que no cayera antes de animarle a que volviera a la refriega, lo que dejó al Huérfano completamente descolocado; pero seguía muy cabreado.

Al volver a la pelea, lanzó varios golpes que Duncan, ya prevenido y en su salsa no tuvo mucho problema en evitar; pero no estaba acostumbrado a enfrentarse a un "Hermano" con más extremidades, que no usaría contra él; pero si de formas que le daban ventaja. Una de esas formas fue al agacharse y esquivar un golpe a la cara, que el primarca clavó los dos enromes servobrazos en el suelo y se impulsó con ellos y con las piernas hacia arriba, añadiendo la totalidad del peso del Primarca a un gancho que volvió a sonar como un martillazo y que hizo tambalear al primarca sonriente.

La Noche de Mastiah

Duncan reía con ganas, con una alegría tan sincera como beligerante, mientras la pelea se desarrollaba. Reía tanto y tanto, mientras no paraba de pelear, que casi resultaba inconcebible que cualquiera pudiera mantener aquel ritmo de combate mientras expulsaba aquellas carcajadas. Cualquiera que no fuera un primarca, claro. Poco a poco se iba imponiendo, aunque aquella nueva artimaña de Ark le pilló por sorpresa, de forma bastante agradable. Siempre era bueno ser consciente de nuevos trucos, lo que en cierto modo ayudó a mitigar el dolor de aquel gancho soltado casi con la potencia de un puño de combate.

Sin embargo, allí también vio su oportunidad. Su hermano confiaba en aquellos servos, y no contaba con que pudieran fallar. Con un par de ganchos y fintas realizadas a gran velocidad logró colocarse a su espalda, donde descargó su puño. Sin embargo, esta vez no iba simplemente con fuerza. Junto a la mano cerrada, grande como un jamón, viajaba un nodo de electricidad relampagueante, con una potencia insuficiente para matar a un astartes, pero adecuada para darle un buen susto... Y sobrecargar temporalmente los sistemas de potenciación mecánicos. 

Con un zumbido de apagado, Ark cayó al suelo, temporalmente inmovilizado por el peso de un montón de metal que se negaba a moverse. Duncan aprovechó la ocasión para volver a la zona frontal de su hermano y agacharse delante del mismo, dentro del alcance de su misión, y tenderle una mano para ayudarle a levantarse, a la vez que el zumbido de la vuelta de la energía daba vida de nuevo a los sistemas temporalmente apagados.

-¿Estás bien, hermano?-preguntó con una sonrisa cordial y alegre-¡Ha sido una buena pelea, sí señor! Ahora, ¡festeja con nosotros, en honor a los muertos!

- Mi más sinceras disculpas, Señor.- Pidió, caminando casi a la par del primarca. La reintegración de Leucas y la inserción de sus hermanos de Krakatoa habían significado un gran cambio para algunos de los marines terrestres; en algunos casos, cambios muy radicales. - Te ariki, es el título que le damos a los primarcas...- Expuso, dándose un segundo para encontrar las palabras que mejor cuadrarían con la traducción, sin entrar en detalles tediosos o pecar de orgullo. -Quienes pueden trazar su linaje hasta los dioses... o, en éste caso, al Emperador mismo.-  

- Es aquí- Señaló, deteniéndose a pasos de una enorme puerta cuyo marco metálico parecía labrado con los mismos trazos en espiral que el rostro del primarca y otros que había cruzado. - Un consejo, si me lo permite: no se sienta agredido por nada de lo que ocurra en la habitación.- El astarte dio un paso al frente e introdujo el código, en la consola, para abrir las puertas. 

Tras las puertas, una enorme habitación. Olor a sudor y sangre. Una centena de hombres, vestidos solo con taparrabos, se movían casi al unísono, golpeando el suelo con sus puños, haciendo gestos y amenazas a la nada, sacando sus lenguas y gritando en un idioma totalmente desconocido para aquellos fuera de la legión, los nativos y un puñado de diplomáticos y corsarios. El "Gran Tiburón Blanco" estaba allí, despojado de su servo armadura, con sangre corriéndole por los labios, frente al centenar de sus legionarios, gritándoles en su lengua nativa, golpeándose el pecho con una mano, y alzando una lanza de madera con la otra. 

Al notar la presencia del primarca, todos los presentes, exceptuando el astarte que le había acompañado, el primarca de la legión y un puñado de hombres dispersos entre las filas, todos y cada uno de los restantes se llevaron la mano izquierda a la muñeca derecha y se clavaron una rodilla al suelo antes de propinar un puñetazo a la superficie. 

Leucas, se acercó en silencio a su hermano, bajando la lanza y parándose frente a éste.