Partida Rol por web

Dos semanas más tardes de aquella fatídica noche, los únicos que aún siguen ingresados en el hospital son Ann Marie y Franky. Ambos dos son uña y carne y pasean por el hospital contentos haciendo planes de futuro. Los niños tienen una capacidad de adaptación extraordinaria y la pequeña parece superar a gran velocidad el trauma sufrido.

Nunca hubo comunicado oficial ni nada respecto a lo ocurrido aquella noche. Eso sí, la tragedia se produjo, puesto que el hospital sur y toda la zona hospitalaria incluída la vieja Facultad de Medicina de Rotville sufrieron un terrible e inexplicable incendio que sesgó la vida de casi un centenar de inocentes entre pacientes, civiles y personal médico. Tradaron casi dos días en extinguir el fuego, y no quedo nada que no estuviera calcinado.

Dos semanas después de aquello estais todos de nuevo reunidos en la cafetería del hospital. Habeis acordado reuniros para visitar a Franky y Ann Marie. Incluso el joven Óliver ha acudido a la cita.

Aquellos sucesos son reales, aunque no hablais de ellos abiertamente; hasta ahora...

El loco es el únio que parece tener información sobre lo ocurrido. En distintos momentos aquella noche algunos estuvieron solos en diversos sitios, recapitulando pruebas y experiencias que necesitan ser compartidas. Vuestros corazones necesitan un por qué de lo sucedido. Y éste es el momento...

Corniack llega con la palma abierta saludando a todos rápidamente. Luego se sienta y los mira.

Vaya panda. Me seguís pareciendo un grupo tan friki como cuando os conocí por primera vez. Bueno, parece que aquí no se puede hablar de lo que pasó. No pude analizar ni un solo resto y mi familia parece estar bien. ¿Sabéis que os digo? Que a tomar por culo. Volveré a la uni a seguir rascándome los huevos y procuraré olvidar rápidamente todo este asunto.

Corniack permanece callado un segundo.

Lo que no entiendo es por qué no han dado ninguna explicación. Ha muerto gente que conocíamos personalmente y es como si no hubiera pasado nada. No sé.-Corniack se rasca la cabeza.-Aunque es mejor así. No puedo decir que me alegre encontraros, la última vez que nos reunimos todos pasó lo que pasó y no querría repetir.

Habían pasado ya dos semanas desde aquella trágica noche. En las noticias no se había hablado de lo ocurrido realmente, y todo se achacaba a un incendio, un accidente. Wilmor sabía que no era así, pero no lo comentó con nadie, ni siquiera con su familia. No quería que lo tomasen por loco. Además, así sería más fácil olvidarlo...

Cuando llegó al hospital, esta vez vestido de calle, sin su uniforme de guarda de seguridad, lo primero que hizo fue ponerle la mano cariñosamente a Ann Marie en la cabeza, revolviéndole el pelo. Todo lo que habían sufrido y peleado aquella noche había merecido la pena con tal de salvar la vida de aquella niña. Todavía recordaba como la encontraron sola en la facultad, esperando a un padre que no volvería a ver, con vida al menos.

¿Qué tal, pequeña? ¿Has cuidado de Franky?- Wilmor le guiña un ojo al informático en gesto cómplice. Cuando estaba junto a la niña, el carácter agriado del segurata se reblandecía. Pero su gesto vuelve a endurecerse cuando comienzan a hablar de lo ocurrido.

No se… todo fue demasiado extraño. Está claro que el ejército o alguna organización secreta del gobierno ha querido mantener todo esto en silencio, sobre todo viendo como quisieron deshacerse de nosotros. Me pregunto si no fue todo un experimento que se les fue de las manos…

Dos semanas más tarde, todavía recordaba con total nitidez lo que había pasado aquella noche. Había intentado explicar a su gente más cercana la razón real de la tragedia del hospital, pero sólo había conseguido parecer un loco.

- Hay que joderse. Casi se nos comen vivos y no podemos fardar de que sobrevivimos a algo parecido al apocalipsis. Y encima el cabrón de mi cuñado quiere hacerme pagar la moto... la madre que lo parió...

Observa a todos en silencio y los recuerdos acuden a su mente como pequeños pedazos de una película de terror. Nunca lo admitirá, pero sabe que sin aquel variopinto grupo de personas jamás hubiese sobrevivido. Ni física ni mentalmente. Finalmente dirige la mirada hacia Jack y con una sonrisilla irónica dibujada en su cara comienza a hablar.

- Y tú qué, pirado... te han vuelto a ingresar?

Franky apareció enfundado en un pijama azul celeste con el símbolo del hospital en el bolsillo de la parte de arriba, sentado en una silla de ruedas que parecía avanzar como por arte de magia, si no fuera porque se veían unas manecitas cogiendo las asas. Era Anne Marie la que lo traía empujando la silla. La pobre avanzaba casi a ciegas sin ver por donde venía y, después de un camino plagado de eses y algún que otro choque con esquinas y personas que salian de la cafetería pudo "aparcar" al informático junto a la mesa donde se habían sentado los hombres que había conocido hacía tan solo dos semanas.

Franky se había afeitado la perilla y, a pesar del pelo algo despeinado tenía un buen aspecto. Por lo menos, parecía estar aún mejor que la forma en la que acabó aquella aciaga noche.

El resto del grupo lo miraron con un gesto algo serio. Finalmente, la movilidad del joven se había visto afectado. De repente- TACHAN!!!- les gritó el informático, poniendose en pie y abriendo los brazos para que todos vieran que podía incorporarse por sí mismo- No os lo esperabais verdad?

Había tardado cinco días en despertar en el sentido estricto de la palabra puesto que, aunque era capaz de escuchar y sentir, Franky había estado encamado todo ese tiempo sin responder a ningún estimulo. Los médicos le habían dicho que podía contarlo de milagro, pues un traumatismo craneo-encefálico y un esguince cervical de tal calibre no solía resolverse de la maravillosa forma en que lo había hecho el suyo. Sólo le retendrían en el hospital unos cuantos días más y luego podría volver a casa.

Saludó a los presentes con un fuerte brazo, que fue dando uno a uno. A medida que iba abrazando a sus compañeros su emoción iba creciendo y finalmente no había podido reprimir las lagrimas y se deshizo en alabanzas y agradecimientos para aquellas personas que, aquella noche, le salvaron la vida a él y a Anne Marie.

- Debió tratarse de eso Señor Westorm- Franky se había recuperado de la primera impresión al volver a ver a sus amigos y daba la razón a Wilmor. Bajó algo la voz antes de continuar- Fué un experimento del ejercito, una nueva y letal arma biológica- El tiempo pasaba muy lentamente en el hospital y, más allá de los juegos con Anne Marie y su ordenador portatil poco más podía hacer así que le había dado tiempo a forjarse una teoría de lo que aconteció aquella noche. Por fin era el momento de compartirla con alquien porque, hasta ahora, no se había atrevido a contarsela a nadie, ni siquiera a su madre- Creo que todo debió comenzar en el hospital psiquiátrico- miró a Jack con algo de pena- allí tenían los conejillos de indias perfectos para hacer sus pruebas. No podrían denunciar nunca lo sucedido y nadie preguntaría por ellos. Sin embargo, algo debió salir mal, el experimento se les fue de las manos y esas criaturas pudieron escapar del internamiento extendiendo la plaga. En poco tiempo toda la zona del psiquiatrico y del hospital se llenó de esos zombies y allí estabamos nosotros, en el lugar equivocado a la hora equivocada, inmersos en esa pesadilla. Seguramente el ejercito ya habría precintado el área, los que pudieran ver lo que estaba sucediendo jamás podrían contarlo puesto que también acabarían siendo covertidos en zombies... todos menos nosotros. Por eso intentaron matarnos y así creyeron hacerlo. Si os soy sincero, a veces temo que puedan volver a por nosotros pero pensandolo bien no tienen que tener nada que temer. Despues de todo, quien iba a hacernos caso?

Jack Torrance había aprovechado aquellas dos semanas para descansar y acostumbrarse de nuevo a una vida con libertad. Libre de aquella cárcel de llamada Hospital. Su pelo ahora ya no cubría parte de su cara, las gafas de pasta ralladas y resquebrajadas habían sido sustituidas por unas más modernas, la ropa del hospital había dejado paso a un traje formal que junto a una corbata y el maletín que llevaba, le daban un toque elegante y misterioso. Y Mani. Mani había desaparecido para el resto. Jack había guardado aquel muñeco infantil, pero eso no lo sabrían los otros.

Ese día, pero dos horas antes de la hora acordada, se había presentado en el Hospital. Se había quedado en la puerta principal, mirando la magnitud del edificio, recordando escenas de aquella fatídica noche. Jack quería llegar pronto para intentar hablar con quien hiciese falta en el Hospital para llegar a ser uno de los médicos. Él sabía que podía ser uno de los mejores, aunque en el curriculum vitae, por supuesto, no había sido indicado el hecho de haber trabajando en su último Proyecto. Muchos menos la estancia en la unidad se psiquiatría.

Era demasiado pronto para dirigirse a la cafetería, así que optó por ir al bar de enfrente. Se sentó en la mesa más apartada y pidió al camarero un whisky con hielo. Entre trago y trago su mirada fija, penetrante, analizadora, viva como la de un bebé, se tornó ausente. Algo que distinguía a el Loco de Jack. Algo que, el futuro o como mínimo intento, Dr. Torrance no podría cambiar en el resto de su vida. Después de una hora, atando de nuevo cabos, recopilando la información y ordenando sus ideas, se levantó, pagó su copa y se encaminó de nuevo hacia el Hospital, en concreto a la cafetería. Allí se encontraba, una hora antes, en una mesa, esperando al resto de compañeros.

Según habían ido llegando los otros, les había saludado con confusión y había permanecido en segundo plano cuando empezaron a hablar de temas banales hasta que llegasen todos. Aún cuando ya estaban todos, seguía callado, aparentemente ausente. La pregunta de Jeremías le devolvió a la realidad, a la cafetería, al típico olor inconfundible a desinfectante barato, enfermedad y congestión de cualquier Hospital.

—¿Ingresar?¿Por qué? —respondió Jack con preguntas, haciéndose por una parte el sorprendido y por otra denotando ironía para evadir una respuesta concreta—¿Tú qué crees? —ante esa última cuestión pasó su mano derecha por la solapa de la americana.

Luego, ante la mirada y la explicación del informático, Torrance se estremeció.
—No digáis nada. No expliquéis nada de esto. Seréis perseguidos. En teoría no hubo supervivientes. ¿De acuerdo? —se apresuró a puntualizar, no sin antes mirar a un lado y al otro para cercionarse de que no hubiese algún oyente no deseado.

Jack hizo un intento por relajarse pero fue en vano. Estaba allí y debía explicarles lo que sabía, pero las palabras no le salían. Gotas de sudor empezaron a descender desde su frente hasta su barbilla, recorriendo en ocasiones el puente de la nariz, haciendo que las gafas, aunque modernas, resbalasen. De nuevo con un gesto mecánico se las acomodó.

—Me alegro que estés bien Franky. De verdad. Respecto a lo de aquella noche... —empezó a decir, pero cuando iba a proceder a explicar todo, a Jack se le hizo un nudo en la garganta. De nuevo empezó a observar las caras de todos aquellos que le escuchaban con atención.

Vamos amigo, no es tan difícil...

Los siete compañeros más la niña disfrutan de su compañía. En cierta forma han quedado olvidados gestos y acciones malas, así como traiciones que en el momento parecían imperdonables y que ahora pueden incluso entenderse.

Aquella noche sacó lo mejor y lo peor de cada uno de vosotros; y os ayudó a conoceros un poco mejor.

Ann Marie se muestra jovial, y permanece junto a vosotros comiendo unas golosinas ajena a la conversación.

Wilmor y Franky coinciden en la misma teoría. Jim, fiel a su carácter opta por no complicarse la vida y seguir viviéndola según su filosofía. Lo mismo que Jeremías.

El esquivo y extraño Jack Torrance es el más cambiado del grupo. Sigue siendo el enigma. Es evidente que tiene algo que decir. En un momento dado, antes de la huída le oisteis decir aquellos de "El Proyecto Creación". Era un delirio? Una fantasía? Sea lo que fuera el que llaman "el loco" parece tener algo que decir. Inicia una explicación pero se queda a medias... todos le miran espectante.

Unos más y otros menos, pero todos sienten la necesidad de saber por qué estuvieron a punto de morir. Jack parece tener algunas claves.

El jóven Oliver al llegar se ha colocado cerca de Franky y la niña, a la que mira con frecuencia con la mirada perdida. Tan solo unos arañazos en el brazo y una tirita en la frente quedan de la noche en la que los siete estuvieron juntos por última vez... aparte del recuerdo un tanto borroso.

De forma muy distante, aunque sin hostilidad, saluda a los demás permaneciendo ajeno a la conversación. Su mirada refleja un cambio, su actitud es más reflexiva. En algunos casos el sobrevivir a una situación así transforma a la persona, sacando lo mejor de ella, otros al vivir una experiencia así de dura se vuelven más ariscos, peores personas...
sin embargo hay algo seguro: un adolescente que pasa por eso se ve obligado a madurar. De golpe, Para bien o para mal.
En estas dos semanas parece haberse gestado ese cambio.

En un par de ocasiones el chico ha mirado a Franky como intentando leer algo y ha parecido que estaba a punto de decir algo, sin embargo no ha abierto la boca desde los saludos iniciales.

Cada uno de los siete presentes ha tenido sus razones para venir a la cita: el deseo de volver a ver a los demás, la necesidad de hablar de lo vivido o encontrar respuestas a las muchas preguntas. El silencio del jóven estudiante y su expresión de desinteres ante las posibles explicaciones que plantean Jim y Will hacen ver que los motivos del jóven no son tan fáciles de entender. Ni siquiera por él mismo, tal vez.

Sin embargo la expresión de Oliver cambia algo al oir al loco hablar, durante un momento la sala entera comparte su silencio.

Con una taza de café humeante frente a el, Wilmor permanece mirando a Jack. El cambio que este ha dado es espectacular. De un primer vistazo se podía decir que poco quedaba del llamado “el loco”. Incluso aquella fatídica noche parecía que había momentos que su personalidad cambiaba de “el loco” a Jack, como si una lucha interior se gestase en aquel hombre. Desde luego era el más extraño y enigmático de todos.

Vamos hijo, continúa. Ibas a contarnos algo, ¿verdad?- Wilmor le invita a hablar, con un gesto de la mano, intentando tranquilizarlo.

Conrad permanece callado, como estos últimos días. Después de lo vivido es incapaz de volver a la universidad, a trabajar en los mismos pasillos donde tuvo que luchar a muerte por su vida acosado por no muertos. Mucha tela para un turno de noche.

Cuando presentó su dimisión, para su sorpresa nadie hizo preguntas y la indemnización fue sobradamente generosa. Ahora está apoyado contra la pared, extrañamente limpio sin esos trocitos de zombie que le habían obligado a ducharse 4 veces seguidas, jugando con un palillo en la boca y con la mirada extrañamente triste.

No iba a contar una mierda. Es mejor así. Largaos lo más lejos que podáis y empezar de nuevo, olvidar todo esto y a todos los que estuvimos allí...

Me alegro de verte Frank.

El gesto de Wilmor le apremia, le hace que pueda continuar, como si fuese la señal que necesitaba. Jack pasa su mano derecha por sus mejillas, donde hacía unas horas la barba le cubría el rostro. Entonces sus labios y garganta se le empezaron a secar. Llevó su mano derecha al bolsillo trasero del pantalón, de allí cogió su pañuelo recién lavado y se lo llevó, doblado, a sus labios. Una leve prisión fue suficiente para calmar el nerviosismo. De nuevo el pañuelo se ocultó en el bolsillo, aunque ahora con un leve movimiento.
—Sí, sí, sí —afirmó rápidamente, recordando la velocidad con la que lo dijo a la del chiflado de hacía dos semanas. Jack Torrance sabía que debía calmarse. Aquellos desgraciados le habían hecho algo que le duraría toda la vida, aunque parecía que era fácil de llevar. No salía a flor de piel a menos que lo recordase. A menos que aquellas escenas fuesen resucitadas y de nuevo puestas en marcha, como si se tratase de una película en la que al terminar volviese a empezar.

Tragó saliva sonoramente, ahora su boca estaba seca. Mejor. Seguro que así no escupía, estaba seguro de que así se concentraría y tendría una actitud correcta, la adecuada para el aspecto actual. Torrance acercó su cabeza hacia el centro de la mesa, tenía su cuello tan estirado como podía.
—Era un experimento. Era el Proyecto Creación —dijo en voz muy baja, casi mediante un susurro—. Era... —reflexionó cerrando unos segundos los ojos fuertemente—. Era y posiblemente es. No creo que hayan cejado en el intento de encontrar el resultado esperado.

Jack Torrance no le dio más vueltas al asunto, no explicó con detalles el asunto, al menos de momento, como tenía pensado. Había resumido al máximo lo que quería explicarles. Como si estuvieses leyendo las palabras en negrita de un libro de texto. Un libro de texto enigmático y para mayores de dieciocho.

Los motivos por los cuales cada uno ha venido hasta aquí son variopintos. Desde luego, el conocer la explicación a lo ocurrido aquella noche no es el principal. En el fondo todos están aquí por el entrañable Franky y por Ann Marie. Por eso, las explicaciones de Jack a unos les interesa más que a otros.

El perturbado mental vuelve a ser el que era cuando habla del asunto. Hasta ahora era un tipo normal en apariencia, pero ahora vuelve a hablar de manera inconexa, atolondrada, nerviosa y con esa mirada... ... ida.

Da unas superficiales pinceladas a una idea y vuelve a pararse, sin saber cómo continuar.

La cafetería es un bullicio alrededor. Decenas de familiares de enfermos y trabajadores del hospital conforman una amalgama de sentimientos encontrados. Pero ese sentimiento de incertidumbre y agobio sólo se da en esta mesa. Donde os encontrais.

En el fondo unos quieren saber. Otros no.

La pequeña parecía ausente jugando con una muñeca y comiendo unas chuches compradas por Conrad. Está como en segundo plano y ausente a la conversacón. Hasta que de repente, ante el lento y caótico avance de Jack en su explicación añade:

Vamos Jack. Necesito saber qué le pasó a mis padres. Por que murieron...

En un arranque de madurez y calma pasmosa, la pequeña anima a Torrance a finalizar su relato.

No, Conrad. Mañana lo olvidaré todo y rearé mi vida como si nunca hubiese ocurrido. Pero ahora necesito saber. Quiero saber porque tuvo que morir Rose, porque murieron los padres de Ann Marie, porque estuvieron a punto de morir Franky y la niña… ¡Joder tío, yo quiero una explicación, o me volveré loco! ¡Quiero una explicación racional a porque los muertos no se quedaban muertos!- comenta Wilmor en voz baja, a pesar del énfasis puesto en sus palabras. Baja la mirada hasta la taza de café, la cual agarra con ambas manos, y mantiene la mirada perdida en el líquido humeante-. Vamos, Jack, sigue. Nos hablabas del Proyecto Creación… Ya lo mencionaste aquella noche. ¿Qué es?

Me alegro de verte Frank

- ¿qué?- preguntó desviando la mirada hacía Conrad- Ah, sí, muchas gracias Señor Sanders, yo también me alegro de que se encuentre bien...- A pesar de la educación con la que el joven había contestado al encargado de mantenimiento éste pudo darse cuenta que no le había hecho mucho caso. Tan pronto le habló Franky, el informático volvió de nuevo la cabeza hacía Jack Torrance, mirandolo con una extraña expresión. No era sólo por la apariencia tan distinta con la que había acudido a la cita aunque en un primer momento ni siquiera le reconociera...por lo que estaba insinuando ese enigmático hombre él sabía la explicación de todo lo que pasó aquella noche y lo miraba expectante con unos ojos que le alentaban a continuar. Incluso la pequeña Anne Marie había captado la importancia de lo que Jack intentaba contarles...

Franky se levantó dirigiéndose hacía la niña y cogiendola en brazos. Pensaba llevarla al mostrador de enfermeria y pedirle a Susanne, la simpática enfermera que llevaba su caso, que cuidara un momento de ella, lo que allí se dijera podía ser demasiado fuerte para ella...demasiado fuerte?...recapacitó. Que podia ser más fuerte que lo que había vivido ella misma en primera persona? De un plumazo la vida le había arrebatado a su padre y a su madre y de no ser porque ellos la encontraron ni siquiera podría estar hoy allí, había visto como multitud de monstruos intentaban alcanzarla para hacerle daño y, lo que era peor, uno de ellos fue su propio padre. Puede que, si escuchaba la historia, pudiera tener un por qué le tuvo que pasar eso a ella...a saber que horribles pensamientos estarían divagando por esa cabecita. Por eso, Franky, lejos de alejarla de allí, volvió de nuevo a su silla y, colocándola sobre sus rodillas, la invitó a escuchar el relato de Jack que, tragando saliva, intentaba recoger fuerzas para continuar.

El proyecto creación? un experimento?...parecía que su teoría no estaba muy mal encaminada. Había estado a punto de saltar, presa de la agitación que empezaba a crecer en su interior, preguntando como demonios podía hacer alguien semejante locura pero, apretando los dientes, se contuvo y, permaneciendo en silencio, siguió escuchando

Jack volvió a mirar a su alrededor. Nadie ajeno al grupo parecía prestarle atención. Menos mal. Sino le internarían de nuevo en la unidad de psiquiatría. Abrió la boca para continuar pero no salió ninguna palabra, en su lugar su cabeza se desplazó verticalmente, tres leves movimientos afirmativos. Luego silencio.

Ante las palabras de Ann Marie el corazón empezó a bombear con más fuerza.
¿Realmente debería saberlo? Ummm. En mi lugar me gustaría saberlo. Es algo que le marcará la vida...

Mientras unos pensamientos se dirigían en evaluar el peligro en explicar todo, sobretodo a la pequeña. Ahora teniendo más pensamiento de médico que de compañero que ha pasado las mismas calamidades. Otros le hacían recordar la escena a gran velocidad, aunque ahora su cara no mostraba preocupación. Sentía alivio porque lo iba a soltar. Pronto. Ya.

—Veamos. Yo... Yo...—Torrance respira para bajar sus pulsaciones— Yo participaba en la primera fase del Proyecto Creación. Seguiría trabajando en el Proyecto Creación si no fuese porque... ¡Porque pasaron a los humanos! ¿Qué iba a saber yo? Si lo hubiese sabido no habría ayudado a crear tal monstruosidad. Con animales era fácil, no había ningún cargo de consciencia. Ética y moralmente, para mí era correcto. Era un avance hacia la vida eterna. En una vida real después de la muerte. Cuando me di cuenta de lo que realmente querían... De lo que se había conseguido... Yo me opuse, una sola vez. Suficiente para que yo no continuase. Me hicieron algo. Me han manipulado la puta cabeza. ¿Entendéis? Lo que me hicieron junto a decir que estaban creando zombis... ¿Quién creería a un loco de la unidad de psiquiatría? Yo al menos no —de nuevo calló, respiró y empezó a sonréir, seguido de una carcajada sonora, gracias a la cual pudo liberarse de la tensión y el miedo—. Rectifico. Yo. Ahora. Después de lo vivido... Si que creería a un loco que dijese que están creando zombis. Un ejército inmortal. Muchos peces gordos de casi todas las ramas de nuestra sociedad miraban el avance del proyecto y, supongo, también lo financiaban. Fin de la historia de terror.

Jack Torrance se echó hacia atrás, de nuevo su espalda estaba en contacto con el respaldo y su cabeza en línea con la columna. Pestañeó dos veces seguidas y esperó preguntas. Seguro que querían saber más.
¿Sabré contestar todas?

Jack Torance expone con gran esfuerzo y a grandes rasgos lo que puede ser una explicación a lo sucedido aquella noche.

- Con animales era fácil...- había dicho "el loco". Quizás eso explicase algunas cosas acontecidas en los laboratorios de la Facultad. Las ratas. El científico zombie de la sexta planta... Jim y Wilmor recordaban los sucesos relativos a eso en particular.

- Un ejército inmortal.- había añadido después. De ahí los helicópteros del ejército, el intento por acabar con cualquier superviviente, y las patrañas contadas para eludir la verdad. Crear un ejército que no pueda morir. O que muera y regrese a la vida... La ciencia ficción llevada a la realidad de la manera más grotesca e increíble. Realmente buscaban, o mejor, buscan, la creación de un arma invencible...

El resumen de Jack cala de diversa manera en el resto del grupo. Las preguntas se agolpan en mayor o menor cantidad en la mente de cada uno.

El loco, el tal Jack Torrance, el más desequilibrado y raro, resulta ser un científico metido en uno de los proyectos secretos más ambiciosos del gobierno. Como oveja negra en manada inmaculada intentaron deshacerse de él de la manera más inteligente; desacreditándolo, enloqueciéndolo e internándolo en un psiquiátrico...

- Fin de la historia de terror -

Hijos de puta...

Añade Sanders hurgando con el palillo entre las premolares.

La verdad es que es difícil de creer, pero aquí lo hemos visto todos y eso nos une de alguna manera.

Por mi parte me pienso largar, con el finiquito y una buen préstamo voy a comprar una estación de servicio con taller, es una ganga de la que me he enterado, está en interestatal 66 y siempre me podéis venir a ver si me necesitáis o si tenéis problemas. Salvo tu, si tienes problemas no me busques cabronazo.

Dice señalando a Oliver.

Hummmm…- cuando Jack termina el relato, Wilmor asiente con la cabeza, y da un largo trago de café.

Más o menos lo que me imaginaba. Unos putos experimentos. Pero no me imaginaba que fuese para crear un arma secreta, un ejército de zombies… Jack, eres un buen hombre, lo demostraste al salirte del proyecto.

Wilmor no tenía ninguna pregunta que hacer, todo encajaba ahora.

Bueno, pues ahora ha llegado el momento de rehacer nuestras vidas. Intentaré olvidar todo esto… lo intentaré.