Partida Rol por web

Miércoles 16 de enero de 2008.

La noche hace algunas horas que ha llegado a Rotville. Una noche aparentemente igual al resto de noches. La luna está en cuarto creciente y el viento sopla con más fuerza de la normal, ululando en los recovecos del viejo edificio de hormigón que constituye la Facultad de Medicina. Cerca de ella, el servicio de urgencias del hospital universitario está extrañamente tranquilo. Las ambulancias permanecen estacionadas y sus conductores descansan en el interior de las mismas.

Dentro de la facultad la noche avanza como todas las noches, aunque hoy la cosa está tranquila. Extrañamente tranquila. El viento hace que la puerta de cristal de la entrada golpee sobre sí misma. Una y otra vez. Rítmicamente. Wilmor Westorm sale de su puesto de guardia, donde escucha la radio. Es el segurita nocturno de la facultad. Esta noche, las emisoras locales se captan con mayor dificultad, y las interferencias de onda le hacen ponerse nervioso. No es común cerrar la puerta exterior, pero el viento sopla fuerte y amenaza con romper la cristalera...

En la puerta se encuentra con Oliver Ricks, que accede a la facultad tras un intercambio de palabras con el agente de seguridad.

Las noches en la facultad son así. Alumnos que acuden a horas intempestivas a estudiar, a aprender, a indagar en las entrañas del cuerpo humano y de sus enfermedades... para intentar reparar los caducos organismos.

Franky Moore intenta reparar otro tipo de maquina, más rápida y de mayor capacidad, pero menos inteligente. Está en la biblioteca de la planta baja, solucionando un estúpido problema de software del ordenador y disfrutando del ciberespacio. Ni siquiera se ha dado cuenta de que el viento sopla amenazador en el exterior.

De esto tampoco se ha dado cuenta Conrad J. Sanders, encargado de mantenimiento, que pasa las horas frente a un pequeño televisor con antenas de cuerno en la sala de mantenimientos 1. Hoy le ha tocado el turno de noche. Hay que reparar algunas cosillas, pero ahora es mi hora de descanso, es mi derecho, y no voy a negarme a ello. Golpea la televisión por arriba y ajusta la antena. Hoy hay interferencias.

Jim Corniack navega en internet desde su ordenador portatil en la zona de estudio exterior de la planta baja. La pecera me agobia, aquí estoy mejor. Está sumergido en el ciberespacio, aunque no por ello está ajeno al entorno. Una docena de estudiantes se encuentran sumergidos en la pecera, y otros tres más hacen lo mismo que él en la zona donde está Jim, o sea vagabundear...

La noche avanza. Es casi medianoche. Es una noche como otra cualquiera, pero a todos les da la sensación de que va a ser larga...

Entro, dejando atrás con pasos largos al segurita, doblo la esquina hacia la zona de estudio y me paro al encontrarme con dos viejas máquinas expendedoras.
Miro a ambos lados, comprobando que nadie me esté mirando, y tras eso empiezo a dar empujones a la máquina de dulces y comida, procurando sacar alguno de los productos, que esté peor colocado que el resto.
Estoy atento sobre todo a la probable llegada del segurita, tratando de sacar algo antes de que acuda.

Terminas de cerrar de nuevo la puerta de cristal de entrada al edificio. Te sientes más seguro, al resguardo del tiempo... El viento nunca ye ha gustado.

El chico que acabas dejar pasar, el tal Oliver, ha girado a su izquierda... Al menos sabe donde está la sala de estudios...

Te encuntras sentado en una silla plástica realmente incómoda. El silencio es solo roto por los pasos ahuecados ocasionales de alguno que se levanta. Te extraña el hecho de que por una décima de segundo, hay una oscilación de luz en el edificio... Os quedais por una fracción de segundo a oscuras. El sonido de los fluorescentes reactivándose rompe el silencio. Los que estais ahí, os mirais los unos a los otros por un instante...

Te encuentras disfrutando de tu tarifa gratis en www.SEX.com Estas en la biblioteca. Ya has solucionado el pequeño problema de la computadora. De repente la tensión del edificio oscila. A pesar de que estas a oscuras ahí dentro, el ordenador ante la bajada de tensión se reinicia, dejándote tirado y muy molesto... Qué coño ha pasado?

Te encuentras tan a gustito zampandote un bocata de chorizo y grasa de maquinaria mientras intentas coger algún canal en la televisión de cuernos. A ver cuando me ponen televisión por cable, joder! De repente notas una bajada de tensión que provoca el apagado de la TV y el re-encendido de los fluorescentes del cuarto de mantenimiento en el que estás. ¿Qué coño ha pasado? A ver si se va a complicar la jodida noche...

mmm viendo que estoy haciendo demasiado ruido y sin conseguir resultado, saco mi cartera.

Joder con el viento…!

Wilmor se apresura a cerrar la puerta de entrada, mientras de reojo observa al joven estudiante girar a la izquierda.

Menudas pintas tienen los jóvenes de hoy en día…

Wilmor se agarra del cinturón y pega un tirón para recolocarse el pantalón. A su habitual mal humor hay que sumar el terrible viento, que además dificulta la emisión de la radio. Con cara malhumorada, Wilmor vuelve a su puesto de guardia. Intenta de nuevo sintonizar la radio, mientras el puro a medio fumar gira de un lado de la boca al otro.

Que demonios, voy a aprovechar para estirar un poco las piernas. Echaré un vistazo a la planta, aunque será mejor no alejarme demasiado de la puerta principal, no sea que llegue alguien y se encuentre la puerta cerrada… Bueno, pues que se esperé!

Dejando la radio encendida, Wilmor cierra la puerta de la caseta, y se da un paseo, caminando en dirección a la biblioteca, para luego ir a la parte norte de la planta.

De vuelta a la caseta tras cerrar la puerta, mascullando entre dientes, Wilmor escucha un ruido extraño procedente de la zona de vending... Mientras te diriges al puesto de guardia para cerrarla antes de ir a hacer tu ronda, observas al joven que acaba de entrar manipulando una máquina de refrescos. Le ves echar dinero para sacar un refrigerio. Malditos crios, piensas.

Corniack lleva en la boca el matasuegras de la fiesta de ayer. Hubiese traido el sombrero de esa marca de whisky que le regalaron tras muchas, muchas copas, pero lo perdió y no sabe en dónde está.
Sopla su matasuegras y deja que se extienda en el aire hacia delante cuando se apagan las luces. Cuando se vuelven a encender, aun tiene el matasuegras estirado por su soplido. El matasuegras se enrosca y vuelve a mirar su ordenador.

Veamos. Rincón del vago. R-I-N

Mira a su alrededor.

Ba, ya lo haré mañana.

Apaga el portátil y lo cierra. Es hora de tomarse un descansito en la cafetería, un cuarto de hora poniéndote a buscar temas de otros en la red agota.

Miro al segurita como diciendo... ¿Qué?
Tras eso me acomodo la mochila y me dispongo a ir hacia las mesas de estudio exteriores.

La cafetería a esas horas está casi desierta y cerrando. Las únicas altenativas a estas horas son la cafetería del hospital... que pereza... y la zona de vending cercana a la entrada. El veterano estudiante observa a un chico nuevo en la zona, pillándose un refresco. También observa al viejo Wilmor cerrar el puesto de guardia, posiblemente para hacer la ronda. El segurita mira de reojo al joven. Jim observa la acción desde la distancia... Oliver acaba de sacar el refresco y se dirige en dirección opuesta a la de Jim. Se cruzan casi sin mirarse...

Corniack entra en la cafetería a su estilo, triunfante. Saludando a todo el mundo con una sonrisa desganada de oreja a oreja, sin saber que todos cuchichean lo vago que es. Nunca llega a dar pena, pero la roza muy a menudo.

Se acerca a la camarera de la cafetería.

Pinchín de pollo con mayonesa y cervecita. Se fue la luz hace poco, por suerte tu seguías deslumbrando los pasillos.-El triste intento de ligarse a la camarera de la cafetería se repite casi cada vez que entra en la misma. Ya van 15 años flirteando con cada camarera. Corniack piensa que eso es ligar, no sabe que se parece más a un caballero medieval puesto en medio de una facultad de medicina del siglo XXI.

En la cafetería apenas hay un par de estudiantes, conocidos de vista de Jim, que parecen ir acabando para marcharse a casa. Está el clima fatal... se avecina tormenta. Yo me las piro al chozo, dice uno de ellos.

La camarera por su parte te mira con cierto desdén pero con cierta simpatía. Tu has visto la hora que es? El turno se acaba hasta mañana... Tendrás que alimentarte de las maquinas expendedoras de la entrada... Esto está ya cerrado. O eso, o irte a la cafetería del hospital... Pero aquí nada de nada guapo. Además se avecina tormenta y amenaza con irse la luz.

Mierda! hoy no hay nadie Pienso, decepcionado al ver que no hay ningun grupo interesante de estudiantes ni chicas guapas. Cabreado, me propongo ir a un ordenador a descargar un programa de chat y tal vez instalar un juego con el que pasar el rato.
Si espero un rato seguro que esto queda vacio, asi podré buscar algo interesante con más calma.
Mientras camino paseo la mirada por las mesas de jardin por si viera algo "olvidado".

Wilmor observa con el ceño fruncido al joven descarado, y mientras cierra el puesto de guardia puede ver como se aleja hacia la zona de mesas de estudio. Una vez cerrado el puesto, el hombre comienza su ronda, andando con su característica cojera. Se cruza con el veterano de la facultad. No sabe su nombre, pero está cansado de verlo año tras año.
Así va el pais… Con vagos como ese no es de extrañar. Si yo fuese el padre de ese “chico” hace tiempo que lo habría enderezado.- entonces Wilmor recuerda que su propio hijo no va por mejor camino. Lanzando un sonoro gruñido, Wilmor continua su recorrido.

Corniack escucha el gruñido del guardia de seguridad y gira la cabeza para mirar. Le hace gracia y si tuviese por aquí a alguno de los coleguillas de esta promoción, podría comentar su parecido con un cerdo. Mira al resto de la cafetería y ve a Oliver, al que no conoce y a otros alumnos.

Buffff, ¿no podrías darme una cervecita y así no tengo que ir hasta allí? Mira que me haces un favor.

Corniack sabe que no va a ser así. Sólo busca esta un poco más con una mujer. Cuando la mujer termine de rechazarle, se acerca a Oliver y sin poderlo evitar, trata de que el guardia de seguridad Wilmor escuche sus comentarios en voz alta.

Oink, oink. ¿A qué no adivinas de quién estoy hablando?

Han pasada diez minutos desde la medianoche. En ese tiempo la cafetería a terminado de cerrar, dejando echada una verja corrediza cerrada con una cadena. La mayor parte de estudiantes que había en el edificio se ha ido... la noche amenaza tormenta y apetece más estar en casa. El edificio queda en penumbras, aderezado por el sonido de la tensión eléctrica de los aparatos electrónicos que pueblan el lugar. La puerta de salida a la calle desde la cafetería ha quedado abierta hasta que el segurita la cierre. Cosa que hace una vez la cafetería ha cerrado y él ha acabado su primera ronda nocturna. El viento ulula sin tregua en el exterior. Los minutos pasan lentamente, muy lentamente. Los que han quedado en el edificio buscan algo provechoso con que pasar las horas...