Partida Rol por web

Poco a poco la oscuridad se va disipando. Lo primero que notas es un fuerte dolor en todo el cuerpo, acentuado por un gran frío. Esa es la primera señal que tu cuerpo te da para hacerse notar, para decir que estás volviendo a la vida. Durante un buen rato te dedicas simplemente a tomar conciencia de ti mismo: sientes tus manos, tus pies, tu espalda, incluso notas la cabeza. Pese al dolor eso es un buen dato: sentir dolor implica estar vivo.

El tiempo pasa mientras tus adormilados sentidos empiezan a despertar. Tu mente parece ir poniéndose lentamente en funcionamieneto y unos flashes de imágenes pasan por ella. Quizás haya sido un sueño durante el letargo, quizás lo hayas vivido en un repentino momento de lucidez, pero recuerdas cosas: unas personas vestidas con túnicas blancas dándote un amargo líquido para beber, un líquido que te hacía volver a entrar en la inmovilidad absoluta... unos gritos a tu alrededor hablando sobre ti, sobre qué iban a hacer contigo... ¡Ha descubierto información clasificada! ¡No podemos permitirle vivir!... Un extraño sonido, como si mil leones rugieran a la vez, un vaivén, olor a sal...

Los recuerdos te invaden mientras abres los ojos. Instantáneamente un fuerte mareo te sobreviene, pero por suerte estás tumbado en lo que parecen tablas de madera. Oyes ruidos a tu alrededor, pero no sabes de dónde provienen hasta que tu vista se acostumbra y distingues más o menos dónde estás. Es, sin duda alguna, un barco. Una especie de almacén cargado de cajas. Hay unas escaleras que conducen hacia arriba, a proa. Percibes que no estás atado, pero casi preferirías estarlo, ya que no tienes ni idea de dónde estás ni a quién pertenece el maldito navío. ¿Serán piratas? ¿Mercenarios? ¿Comerciantes? ¿Cómo has llegado allí? 

De repente, con la misma fuerza con la que todo ha empezado, el tiempo parece detenerse y eres expulsada a toda velocidad de esa nada, ese vacío. Ni siquiera tienes tiempo para pensar o reaccionar. Un fogonazo de luz lila te ciega momentáneamente, y lo siguiente que notas son tus huesos contra un suelo duro de madera. Tu aterrizaje no ha sido para nada elegante, pero sin duda lo peor es tu estado físico: tienes ganas de vomitar, y todo comienza a volverse negro a tu alrededor. El mareo debilita tus sentidos y te obliga a cerrar los ojos con fuerza, aún tirada en el suelo. Hacía tiempo que no te sentías tan mal... Es lo único que te da tiempo a pensar antes de perder el conocimiento...

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Un paño húmedo alivia tu frente. Es lo primero que notas cuando tu conciencia empieza a volver en sí. Lentamente vas abriendo tus ojos, que se acostumbran con dificultad a la luz del día que entra a raudales donde quiera que estés. Una figura se encuentra a tu lado, junto al jergón en el que estás tumbada. Distingues una especie de duendecillo verdoso con picudas orejas y una nariz bulbosa que te sonríe con unos dientes amarillentos. Es una mujer, o al menos eso parece por su larga mata de pelo castaño sucio. La goblin, porque deduces que es una goblin, te cambia el trapo mojado por otro más fresco.

- ¡Hey, hey, chica! ¡¿Estás bien?! ¿Puedes oírme? - la voz de la goblin te taladra el cerebro. Es aguda y bastante molesta, pero sabes que la mayoría de su raza hablan así - ¡Qué susto me has dado, chica! ¡Aparecer así en mi posada, madre mía! ¡Y encima estar inconsciente dos días, sin pagar el dinero del alojamiento! Empezaba a preocuparme, vaya que sí...

La velocidad con la que parlotea ese pequeño ser no ayuda precisamente a que tu confuso cerebro recupere su ritmo normal. Eso sí, te encuentras mucho mejor físicamente que cuando saliste del portal. Con razón decían que era una experiencia única.

 Lentamente los ojos del enano comienzan a acostumbrarse a la estancia en la que te encuentras: es un almacén, eso estaba claro. Los ruidos y el bamboleo constante de la habitación solo puede significar que te encuentras en un barco.

Me levanto de mi posición mientras un quejido de dolor me invade. Tengo el cuerpo entumecido y algo dolorido, más había soportado cosas peores y me había encontrado en peores circunstancias.  La cuestión era, ¿como habías llegado allí? su mente comienza a recordar: había llegado a Ventormenta y tras descansar allí fue a la catedral. Allí vio algo extraño: un ladrón que intentaba entrar por una de las puertas y que resulto ser

Oh, dios, la niña- exclama Braun. Los recuerdos aparecieron nitidamente en su mente: la historia del padre de la chica (su secuestro por culpa de una información que había encontrado), un ejército forjándose (Mano de Plata) y el compromiso de la iglesia en dar provisiones al mismo cuando las mismas viajasen al hogar de la Legión.  Y finalmente la aparición de una sombra y un potente golpe en su cabeza que le tumbó en el acto. Por otro lado, también se acordaba vagamente de unos hombres con túnicas blancas (¿clérigos?) dándole un líquido amargo que le dejo paralizado. Poco más.

Tengo que salir de aquí. La ciudad puede estar en peligro- la cuestión era, ¿como? tendría que intentar explicar a los tripulantes como había llegado hasta aquí y lograr que le creyesen. Por otro lado, si este barco fuese pirata la cosa podía complicarse. Claro que, estar aquí sin hacer nada tampoco servía de mucho. Había que arriesgarse, sin importar las consecuencias. 

Como hayan echo algo a la niña me las van a pagar todas juntas. Lo juro- con esto en mente, el enano comienza a caminar torpemente (no era mucho de barcos, la verdad) buscando alguna puerta para salir del almacén.

Cuando por fin aclaras tus pensamientos (relativamente, puesto que todavía sigues sin tener ni idea de qué haces en un barco), comienzas a buscar la salida del almacén. Hay una puerta entreabierta oculta entre dos pilas de cajas de madera, y ves unas escalerillas que conducen hacia arriba. Es la única salida aparente de la sala donde te encuentras, por lo que si la tomas, al llegar arriba de la escalinata lo primero que ves es la luz del sol que te taladra los ojos. Cuando tu vista se acostumbra a la luz del día, muy despacio, te das cuenta de que estás en la cubierta del navío. Un montón de marineros corretean de un lado a otro, ninguno parece reparar en ti. Los ruidos típicos que se escuchan en los puertos llegan a tus oídos: voces ásperas que gritan, el rugido de las olas al chocar en el casco...

El barco es de madera anaranjada, con unas grandes velas blancas entre las cuales revolotean aves pesqueras. Es muy imponente. Tiene pintados adornos azules y blancos a lo largo de las barandillas de protección que recorrern la cubierta. De repente, mientras estás ahí parado, te das cuenta de una cosa... Los marineros... ¡Los marineros son goblins! Aunque vestidos con las ropas de la gente del mar, son un grupo de criaturas pequeñas y verdosas, con grandes orejas puntiagudas y amarillentos dientes. Sus ojos pequeños parecen escrutar el mar mientras corretean de un lado al otro y se gritan órdenes en su extraño idioma, por eso no podías entender las voces. Tu estupefacción aumenta. ¿Un barco de goblins? ¡Qué demonios...!

 Vale,... esto es perfecto, simplemente perfecto- de todas las criaturas que podía esperar en un barco, va y se encuentra en un barco de goblins. La cosa se complicaba por momentos: desconocía donde se encontraba y a quien servían estas criaturas. No obstante, al ser goblins, dudaba mucho que le ayudasen (es más, igual hasta decidían hacer dieta con él). Sin embargo, esconderse en el almacén tampoco podía ser la mejor opción. Tarde o temprano le encontrarían.

Braun estaba en un severo aprieto, y decidió apechugar con su situación de la mejor manera posible. Con un fuerte carraspeo, para hacerse notar ante el mayor número posible de golbins, dijo- saludos, pieles verdes. Creo que tenemos todos un problema.

Los tres marineros que están más cerca de ti se giran con sobresalto al escuchar tu voz. Te fijas en que llevan unos ridículos sombreros pirata. Ya habías escuchado por ahí que los goblins son un poco estrafalarios, ahora tenías la ocasión de comprobarlo por ti mismo. Al verte, su expresión cambia y comienzan a reírse con unas carcajadas agudas y molestas que parecen taladrarte el cerebro. Lo cierto es que la primera impresión que te llevas de estos seres no es demasiado buena, pero seguramente se deba a tu desconcertante situación.

- ¡Eh! ¡Eh! ¡El enano se ha despertado ya de la borrachera! - uno de ellos se ríe de una forma estúpida mientras le da una palmada en la espalda al que está a su lado. Hablan el común a una velocidad increíble, incluso a veces parece que mezclan las palabras.

- ¡Sí sí! ¡Ya pensaba que estaba muerto! ¡Jeje!

El que no ha hablado todavía se acerca a ti y alzando su pequeña mano te la pasa por delante de la cara, como para comprobar tu estado.

- ¿Ya estamos un poco mejor, amigo?

Todo esto te resulta aún más extraño. Los goblins sabían que estabas en ese almacén. Y uno ha hablado de borrachera.

Aparta la mano del goblin- ¿Borrachera? ¿Que borrachera ni que ocho cuartos? Yo no debería estar aquí- les dice Braun a los sonrientes goblns- bueno, al menos no parece que sean enemigos- piensa- ¿sería mucho pedir si alguien me explica como he llegado hasta aquí y a donde va este barco? tengo que volver urgentemente a Ventormenta. A un problema que requiere urgentemente mi atención. Decidme, ¿donde se encuentra el capitán del navío? tengo que hablar con el sin demora.

Los goblins te señalan al capitán, que está al otro lado del barco contemplando el mar con una pose ridícula. Tiene las manos a la espalda y el pecho echado hacia delante, como un padre que mira orgullosamente a su hijo. Cuando te acercas a él, parece escucharte y se gira hacia ti con esa sonrisa que los goblins parecen tener pegada a la cara.

- ¡Buenos días marinero! ¡Soy Fizzle el pirata, y a bordo de este barco soy como dios! ¡Ya es casi la hora de comer! ¡Y estamos acercándonos a nuestro destino! - el capitán te indica con la cabeza la tierra que hay un poco más allá, en el horizonte. En una hora o así el barco atracará, calculas con tus escasos conocimientos de navegación - ¡Hace un buen día y el sol brilla! ¡Las corrientes son favorables, soldado!

De todas las criaturas con las que te has topado en tu vida, esta es sin duda la más desesperante. Tiene un tono de voz monocorde y chillón que sacaría de quicio incluso a un templado paladín. Además parece saltar de un tema a otro sin ningún tipo de consecución lógica, lo cual resulta desconcertante.

 A ver- respira hondo el enano. Su paciencia (poca) esta llegando a su límite- vayamos por partes. En primer lugar, ¿cual es nuestro destino y como diablos he llegado hasta aquí?

El viaje por el portal termina inesperadamente, y de forma un tanto accidentada. No puedo evitar recordar mi llegada a Azeroth, que fue una experiencia bastante similar. "Esto empieza a ser constumbre!" pienso antes de que la mente se me nuble y me vaya a dormir....

CUando vuelvo a abrir los ojos, me encuentro en una cama, con una mujer goblin cuidandome. No esta mal, al menos parece que llegue al destino, aunque de vaya manera.

-Eh, hoo..hola, estoy bien...Podria hablar mas bajo? Me duele mmucho la cabeza- Todavia debo estar tocada por el viajecito, por que me cuesta hasta hablar correctamente. Y la terriblemente molesta voz tipica de los goblins no ayuda en absoluto.Me tomo unos segundos para despejarme la cabeza, y poder concentrame los suficiente para preguntar.- Estamos en Trinquete? que dia es?

La goblin parece aliviada al ver que no estabas muerta o algo parecido.

- ¡Yo qué sé qué día es! ¡Llevas dos días durmiendo aquí, haciendo gggghhhs ffffiiuuuu... gggghhhhss ffffiiiuuuu! - la criatura intenta imitar un ronquido, pero le sale pésimo - Claro que estás en Trinquete. Apareciste en mitad de mi posada, ¡y qué susto, qué susto me diste!

La supuesta posadera mira alrededor y una de sus orejas se mueve ligeramente, como si estuviera escuchando algo.

- ¡Vaya! ¡Tengo trabajo! ¡Tú puedes ir a donde quieras, pero antes págame! ¡Dos piezas de plata, más una por los cuidados intensivos! - tiene pinta de que el único cuidado que has recibido ha sido el del trapo mojado en la frente, pero de todos es sabido que los goblins siempre tratan de hacer negocio incluso donde no hay - ¡Déjale el dinero abajo a Gazz, mi marido! ¡Yo tengo trabajo! ¡Adiós, adiós!

Y la pequeña mujer sale corriendo a toda velocidad de la habitación, dejándote un poco aturdida. Al menos has llegado bien a tu destino, aunque ha dicho que llevas dos días inconsciente... ¿Cuánto habrá pasado desde que entraste en el portal hasta que apareciste aquí? La idea de no saber el tiempo que ha transcurrido es, cuanto menos, inquietante.

- ¡Nuestro destino es Trinquete, grumetillo! ¡El mayor puerto comercial de todo Kalimdor y más! ¡Noble tierra de goblins! ¡Punto de encuentro de Horda y Alianza, Trinquete: donde todo el mundo se lleva bien! - parece estar haciendo publicidad de su ciudad - En breves arribaremos a nuestra querida costa... ¡sí!

Tu pregunta sobre cómo llegaste allí hace que ponga una fingida expresión de estar muy concentrado pensando, pero en sus ojos brilla la codicia.

- ¡¿Cómo llegó el grumete aquí?! Mmmm... - finalmente da una palmada. Todo en él resulta cómico y teatral - ¡Ya recuerdo! ¡Fizzle iba a partir con su barco rumbo a Trinquete, el puerto comercial más grande de Kalimdor y más! El puerto de Ventormenta estaba lleno de gente... ¡Y entonces aparecen esos tipos llevando un enano rellenito! ¡Y ellos dicen: "Este borracho está causando problemas en la ciudad"! Entonces ellos pagan a toda la tripulación para que nos llevemos al enano como mercancía de carga. ¡Yo les dije que todo el espacio estaba lleno, así que se duplicaría el precio! ¡Pero ellos aceptan, así que Fizzle el Pirata y su tripulación han hecho un buen negocio, jeje!

Después señala con su pequeño brazo a Trinquete.

- ¡Y ya estamos a punto de llegar! Algunos del barco han hecho apuestas sobre qué habrías bebido, sí... ¡Porque has estado todas estas semanas sin despertar! ¡Mezzram decía que tenía que ser algo de los renegados, que siempre están metidos en cosas extrañas! ¡Pociones y eso! ¡Pero nosotros te dábamos de comer el exquisito menú del barco - Fizzle mira tu barriga - Aunque un poco más delgado sí que estás...

 ¡Por todos los dioses!- grita Braun. Sus ganas de darle un sonoro puñetazo al capitán eran evidentes, más no era cuestión de armarla en estos momentos- ¿y te crees todo lo que te dicen?- le espeta. Mas, ¿que podía esperar de un goblin?- bien, tengo que volver a Ventormenta urgentemente. Como dudo mucho de que vayas a dar la vuelta, contéstame a esto: ¿habrá algún barco que vaya a esa dirección?- Braun no podía hacer más. Habían sabido como librarse de él sin mayores problemas. Incluso si lograba volver, ya sería demasiado tarde. Aún así debía volver- puede que la niña este en apuros...- por otro lado, ¿como eran esos tipos?- dudaba que pudiese darle información útil con esa pregunta, pero no perdía nada por hacerla.

Fizzle se encoge de hombros con aspecto despreocupado.

- ¡Pues humanos normales, marinero! ¡A mí todos los altos me parecéis iguales! - se ríe de su propia broma con una risa aguda - ¡Eran tres! ¡Es lo único que recuerdo! Pero pagaron bien, sí, ya lo creo... ¡EH! ¡TÚ, GRUMETE! ¡TEN CUIDADO CON ESA MADERA! ¡TIENE INCRUSTACIONES DE DIENTE DE KODO! - le grita de repente a un marinero, haciendo que te sobresaltes.

El capitán observa con el ceño fruncido las velas y luego el mar de nuevo. Parece estar calculando algo.

- ¿Barcos a Ventormenta? - niega con la cabeza - Empieza la temporada de lluvias. ¡Hace tanto calor que el mar se llena de tormentas calurosas! ¡Este era el último barco que conecta Ventormenta con Kalimdor! El próximo sale... - extiende sus manos y comienza a contar - en un mes. Treinta soles desde hoy. ¡¿Pero para qué volver a esa ciudad?! ¡Trinquete es la ciudad donde todo el mundo se lleva bien!

 ¿En un mes?- pregunta, incrédulo- ¿en un mes?- repite- ¿EN UN MES?- grita- eso no puede ser. Tengo que ir cuanto antes a la ciudad- el capitán goblin no me va a servir de ayuda en estos momentos, por lo que con un despectivo bah, le dejo allí. Sin embargo, sus palabras le habían calado hondo. Si era cierta su información (y aunque lo odiase, tenía pinta de ser cierta) no podría hacer otra cosa que esperar un mes hasta volver a Ventormenta. Ahora si que ya no había posibilidades de ayudar a la ciudad (ni a la niña). 

Bueno, no puedo desesperarme aún- piensa- no todo esta perdido- lo primero que tendría que hacer sería confirmar las palabras del goblin. A partir de ahí, ya vería como actuar. Se sienta en una de las cajas que hay por cubierta y pregunta a un goblin cualquiera- eh, tu, ¿cuanto vamos a tardar en en llegar a puerto?- no podía hacer mas en estos momentos. Tan solo esperar.

El goblin, que estaba sujetando uno de los palos con cuerdas, se detiene un segundo de su trabajo y levanta un dedo para calcular la velocidad del viento. Esto siempre te ha parecido una chorrada sin ninguna base lógica. Pero son goblins, ya se sabe.

- ¡Pues... en unos cuarenta minutos, si el viento sigue así, amigo! - el marinero asiente, dándole énfasis a sus palabras - ¡Estamos ceeeeerca cerca de Trinquete!

 Braun asiente en silencio mientras sus ojos se posan en la isla a la que se aproximan. Su mente se encuentra cavilando lo que le ha ocurrido hasta ahora y pensando como puede volver hasta allí. Si en barco no se puede, tendría que esperar un mes. ¿Con magia, quizás? Tal vez, aunque tendría que haber un mago capaz de teletransportarle... si es que lo había y se podía. El enano no era muy ducho en la magia. 

Mientras piensa en ello, el barco sigue acercándose a su rumbo...

Medio sonrio ante la comica imitacion de la goblin de mis supuestos ronquidos, pero por otro lado no me parece muy bueno que ni siquiera sepa en que dia estoy. Lo mismo a podido pasar un par de dias realmente, o por otro lado puedo llevar fuera de juego meses! La magia es bastante impresible.

-Gracias por todo y.- no logro terminar la frase, antes de que la estridente posadera se marche con mucha prisa.Goblins...

Recojo mis bartulos (o lo que queden) y en cuanto me siento con fuerzas, me levanto y bajo para pagar por mi estancia. Y de paso vere si me puedo alojar mas tiempo, ya que estoy. Por si acaso, para no sufrir prematuramente la codicia goblin, pagare con mis propios fondos, y a las joyas que Velar me dio, les dare salida poco a poco.

Cuando sales de la habitación tras recuperar tus cosas (que parecen no haber sido tocadas, al menos las joyas), ves que la casa donde estás es una extraña construcción hecha de chapas metálicas pintadas de colores chillones. Sales a un pasillo con las paredes pintadas de violeta y verde, y unas escaleras conducen hacia abajo, desde donde escuchas las voces agudas de varios goblins.

Una vez en la parte de la posada, por llamarlo de algún modo, donde la gente come y hace vida social, ves a un goblin arrugado que está tras una barra de acero en la que limpia unas jarras. Apenas se le ven los ojos de lo arrugado que está, pero en su cara brillan unos dientes amarillos. Al verte deja lo que está haciendo y el silencio se apodera de la sala. Te fijas en que hay dos o tres goblins sentados en unas mesas muy bajitas, bebiendo mientras te analizan escrutadoramente.

- ¡Heeey! ¡La chica se ha despertado! - dice el posadero, el marido de la goblin que te ha estado cuidando - ¿Cómo estás, eeeh? ¿Mareada? ¡¿Qué has venido a hacer a nuestra ciudad, draenei?!

No te habla en un mal plan, simplemente parece curioso por saber por qué una maga ha aparecido en mitad de su local.