Partida Rol por web

En esta escena iremos estableciendo los pasos, primero, para crear el personaje y resolver las dudas que tengas. También se usará esta escena para toda la creación de la familia, y los detalles de su historia

1. Cultura: había pensado algo así como madre romana y padre celta. ¿Es posible? Lo digo por lo del límite de no-celtas...

2. Cultura del padre: celta.

3. Religión: cristiano

4. Nacido en el 442 (es decir, tiene 26 años)

5. Casado: Si. Tiro para esposas e hijos. 

6. Nacido en Salisbury? Si, por qué no. 

7. Padre comerciante

8. Rasgo muy bueno: Devoto

Buenos: Prudente, Enérgico, Justo

Mejor que la media: Clemente, Generoso, Honesto

He dado por supuesto que se trata de rasgos positivos, y que no podía elegir rasgos negativos. En caso de equivocarme, añadiría Orgulloso a los mejor de la media... 

El punto 9 se me escapa un poco. ¿Cómo lo compro? Simplemente distribuyendo puntos? Las características son Tam, Fue, Des, Con y Apa?

10. Sobresale en: Oratoria. Bueno en: Percepción y Administración

11. Tiro mi d20

Mi concepto de personaje es un poco el fundador mitológico y santurrón. Tenía la idea de hacerlo un personaje muy legendario, con un primogénito... Menos legendario pero mucho más práctico que sabe, sin embargo, que nunca estará a la altura de su padre. 

Sí, simplemente distribuye los puntos entre las habilidades. Y sí, es posible perfectamente que tu madre tuviera cultura romana. No hay problema en ello. ¿Decides eso entonces? Toma también un nombre para tu personaje, conforme al modelo de "nombre pj" hijo de....

En tal caso, madre romana y padre celta.

La distribución de los 60 puntos sería...

TAM 10

DES 10

FUE 15

CON 10

ASP 15

Y ea, creo que así va bien.

Respecto al nombre... Tiene que ser "hijo de" su padre o su madre? El nombre de los otros pjs no me lo deja claro XD

Hijo de "padre" sería lo habitual

Tu padre era un comerciante romano que hizo bueno y numerosos pactos con el anterior conde de Salisbury, el conde Robert. Ese hecho fue el motivo de la riqueza de la casa, y también de su perdición. Hace cinco años cuando en la noche de los cuchillos largos el conde fue asesinado, varios hombres de Vortigern entraron en el negocio de tu padre, en la ciudad de Sarum, arrasaron con todo, mataron a tu padre, y violaron a tu madre. Tu madre no sobrevivió y murió igualmente a los pocos días. Te salvaste porque estabas fuera de la casa, intentando hacer negocios en el nombre de tu padre en varias comunidades de campesinos cercanas. Estos hechos te hicieron ganar la pasión de Odio (hombres de Vortigern), y también causaron que abandonaras todo y te unieras como guerrero a las órdenes del nuevo conde de Salisbury.

Tu lealtad se vio recompensada hace dos años cuando el tio del conde, Defi el Temerario, que le ayuda a regir el condado mientras este es menor de edad, te dio la mano de la menor de las hijas del jefe del clan de Tilverton, una reputada línea de sangre de la zona. Tu esposa se llama Eurídice, hija de Ederrn. Es cristiana como tú, y no tenéis aún hijos.

- Se pueden elegir rasgos positivos o negativos, indistintamente. Con eso en mente, si quieres, cambia tu decisión sobre los rasgos de carácter. 

- El rasgo heredado de tu familia es una peculiar capacidad para componer música. Eso no incluye el cantarla o tocar algún instrumento, aunque si eres capaz de inventar melodías con una facilidad fuera de lo común. Tú y todos tus descendientes tendréis +15 a componer. 

- Tira 1 dado de seis caras para ver cuantos hermanos tienes. Eres el primogénito de la casa. 

- Describe a tu personaje, teniendo en cuenta que debido a tu aspecto muy elevado puedes elegir tres rasgos distintivos favorables e incluirlos en dicha descripción

- Tira un dado de veinte caras para ver tu equipo

- Tira un dado de veinte caras para ver las personas de tu familia a las que puedes, llegado el caso, llamar y que podrían llegar a combatir en tu nombre.

- Debes tirar para determinar tu puntuación en las pasiones iniciales de tu personaje:

. Lealtad a tu señor. 2 dados de seis caras más seis

. Amor a tu familia. 2 dados de seis caras más seis.

. Odio (hombres de Vortigern) 3 dados de seis caras

. Hospitalidad. 3 dados de seis caras

. Honor. 3 dados de seis caras.

- Por último tienes once años de experiencia previa. Por cada uno de esos años puedes elegir entre:

a) Tirar 1 dado de seis caras y aumentar lo que salga entre las habilidades del personaje teniendo en cuenta que no se puede aumentar ninguna habilidad que esté en 15 o más

b) Suma un punto a cualquier rasgo de carácter o pasión teniendo en cuenta que no puede superarse 18 en los rasgos de carácter y 20 en las pasiones

c) Suma un punto a una característica (hay límites a esto, pero dado tu edad, y características iniciales no puedes superar esos límites en esta fase)

1. Veamos, voy a hacer un par de cambios en los rasgos sabiendo que se puede poner negativos:

Rasgo muy bueno: Justo

Buenos: Prudente, Enérgico, Devoto

Mejor que la media: Clemente, Orgulloso, Honesto

Hubiere preferido "severo" en lugar de orgulloso, pero no lo veo :(

2. Para la descripción, elijo: digno, imponente, sereno. A ver qué te parece la susodicha:

El color tostado de la piel de Marcio traiciona su ascendencia romana tan fácilmente como su nombre. Tiene un rostro agradable, aún relativamente joven, con facciones angulosas, labios gruesos y una nariz aguileña. Su pelo es rizado, no demasiado largo y de un tono castaño oscuro que, desde no hace mucho, comienza a revelar canas prematuras. Estas trabajan, en cierto sentido, a su favor, contribuyendo a darle un aspecto dignificado. Por lo general se mantiene afeitado aún en medio de una guerra. Sus ojos son grandes, y tan negros que no se distingue la pupila.

Marcio da una impresión general de dignidad, de serenidad. El efecto no es causa de su altura, un aspecto en el que no destaca, sino más bien debido a sus movimientos, su voz, su porte. Habla de forma pausada y con un tono algo grave, expresando cada palabra con una claridad que demanda atención. Se mantiene siempre erguido, cabeza alta, y mira a su interlocutor directamente a los ojos. Sus gestos son comedidos, los necesarios para expresar lo que desea. Cuando escucha, puede recordar a una estatua. Cuando habla, a un juez. En las contadas ocasiones en que alza la voz, sus palabras se imponen en medio del tumulto.

Viste con ropas cómodas, sin decoración alguna salvo una pequeña cruz de madera que cuelga de su pecho. Se mantiene considerablemente limpio para la época. 

3. Dados tirados. ¡He salido tope hospitalario! XD Y muy poco honorable :P

4. El gasto lo haré en un post a parte, y en un ratillo :)
 

Veamos, voy poniendo el gasto año a año para no liarme.

1, 2, 3: subir Honor a 11

3: subir APA a 18

4: subir DES a 12

5: subir FUE a 16

6, 7, 8, 9: tirar 3d6 a habilidades

10 y 11: también a habilidades, dado que la tirada ha salido baja de narices XD

En total, tiene 24 puntos para habilidades. Coloca:

Batalla a nivel 14 (9)

Equitación a 8 (3)

Religión: cristiana a 4 (2)

Espada a 15 (1)

Percepción a 12 (1)

Intrigar a 8 (3)

Reconocer a 9 (5)

Y eso debiera de ser todo. La verdad es que lo hago un tanto a ciegas, porque no sé muy bien para qué debiera de servir cada cosa :D

Teniendo en cuenta las líneas generales que ya hemos establecido, describe a tu personaje, y su historia hasta el momento de inicio de la crónica

Hace dos años el que en la actualidad aconseja al conde, su tio Defi el Temerario, accedió al deseo de contraer matrimonio de uno de sus guerreros de confianza, el romano llamado Marcio, conocido por su hospitalidad y justicia, casándolo con una de las hijas del clan de Tilverton, Alanna, hija de Ederrn, bella y conocida por su generosidad y hospitalidad. El clan de Tilverton era una de los pocos clanes que quedaban en Logres, y aunque ya en ese momento había prácticamente desaparecido (el que sería cabeza de clan, el hermano mayor de Alanna, había aceptado tierras del conde un par de años antes) seguía siendo una línea de sangre prestigiosa e importante.

Miró su telar, sus dedos delgados pasaron por la lana que estaba siendo trenzada, los colores se iban conjugaban para darle vida a lo que ella deseaba crear, la cabeza de un oso en medio de un intrincado tramado celta, como el enseñado en su casa paterna. La joven que apenas alcanzaba los 16 años, suspiró, y se puso de pie, dejando su trabajo, el telar estaba a medio terminar, pero el diseño escogido por la joven era demasiado difícil y ella no era tan adiestrada en aquellas materias, su edad le impedía aún saber todo sobre la vida y sus faenas.

Alanna se quedó apoyada en una de las paredes, sentía el frío roce de la roca contra la  piel de sus suaves manos, y en una postura pensante recordó su boda, que dentro de sus recuerdos no fue más que un mero trámite, así como el resto de su matrimonio, y aunque su marido era mucho mejor que otros sujetos, no habían encontrado aún esa conexión que algunos llaman amor, mientras que para otros es amistad.

La joven cerró sus ojos, y volvió al telar, para seguir su faena, la lana que ella misma había hilado y teñido junto a las demás mujeres, serviría  para cubrir las frías murallas  de su muy humilde morada, o quizás, para cubrir la cabecera de la cuna de su hijo, si es que hubiera uno. Alanna ha pensado que Dios no la ha favorecido con un hijo por no amar a su esposo, pronto la repudiaría, siendo ella a única culpable de no poder darle la progenie que tanto deseaba, suspiró pesadamente, una lágrima cayó por su mejilla mientras seguía con su trabajo silencioso.

Marcio observó a su esposa a sus espaldas. No era capaz de verla llorar, aunque escuchó su melancólico suspiro. ¿Sintió pena? Su expresión, desde luego, no traicionaba emoción alguna. Era una muchacha hermosa, y su deber consistía en protegerla. Pero la falta de un hijo, de un retoño al que llamar suyo... Aquello le lastraba. Se permitió unos instantes más para observar cómo sus dedos se deslizaban en el telar, finos, ágiles, hermosos. Después, avanzó hacia ella.

-Mi señora, dijo. Su voz era serena, y aún continuaba a sus espaldas, esperando a que ella se girase.

Cuando lo hiciera, le encontraría imperturbable, atractivo, digno. Aquel hombre tenía la sangre de los césares que habían domado a tantos pueblos. En sus manos, sostenía un pedazo de pergamino. Por supuesto, después de tanto tiempo juntos, Alanna sabía de qué se trataba. Era una composición. 

A pesar de toda su severidad, Marcio tenía los dones de un poeta. Bajo aquella expresión tan serena, era capaz de componer canciones vibrantes, repletas de emoción. En su boda, Marcio había contratado a un músico para que interpretase una pieza compuesta en su honor y quizás Alanna, al escucharlo, se había hecho ilusiones. Que un hombre capaz de hacer aquellas melodías pudiese ser, a la par, tan severo, tan... controlado aún en los momentos de pasión, podía parecer una contradicción. Quizás era un equilibrio.

En cualquier caso, Marcio componía a menudo para que su esposa lo interpretara. No eran regalos para ella, melodías seductoras de poeta, sino una parte más de su vasallaje. Las pensaba para que su esposa las interpretara en público, ante el Conde y el resto de caballeros, homenajeando batallas o leyendas. En otras ocasiones eran himnos religiosos. Sólo muy contadas veces, cuando el invierno era profundo y Marcio se sentía con tiempo, componía algo por placer. Era hermoso, o eso podía intuir Alanna si, entrelazando los hilos, atinaba a escuchar sus tarareos. Pocas veces compartía aquella música, sin embargo, considerándola inadecuada para la compañía de los guerreros. ¿Estaría dispuesto a cantarlo para ella, si estuvieran los dos, sólo ellos? Quizás. Pero tampoco podía estar segura.

-He terminado una nueva pieza, dijo, referida a la pasada batalla. Me gustaría contar con vuestra opinión.

Marcio, sin duda alguna, la respetaba. Más aún desde que hacía casi un año, en medio de unas negociaciones, desoyó su consejo y acabó fracasando. Aquello le había demostrado que su esposa, además de hermosa y dócil, también podía ser perceptiva. Cuando se trataba de música, en especial, admiraba su criterio. Su esposa tenía el don que a él le faltaba, la capacidad de convertir una música planificada en una canción capaz de conmover a los guerreros más curtidos. 

La mente de la joven se iba perdiendo entre los hilos de su telar, su vista verdosa se entretejía en cada nudo, en cada movimiento, y depositaba en ese gran oso su deseos de tener un bebe pronto, que su vientre se llenara con el don de la vida y complacer a su marido y honrar su condición de mujer. Su madre tardó dos años en engendrar a su hermano mayor, eso le había dicho su hermana mayor, que no se preocupara, que rogara a dios, y que nuestra sangre celta era digna de largas progenie, le dijo que no desesperara y que pronto sería bendecida, además, las demás mujeres agradecían que aún no hubiera sido madre, no eran pocas las mujeres que  a sus catorce o quince años, morían con los bebes atravesados en sus caderas por no poder parirlos, ella lo había visto, había atendido un parto ayudando a la partera y que la madre era una jovencita de quince años, y murió  entre gran dolor y sufrimiento.

Alanna había quedado muy perturbada por esos gritos y el dolor de esa joven de largos cabellos dorados que murió en medio de un charco sangre, y se culpaba por eso, por tener miedo a ser madre, por no amar a su esposo, la pena estaba mermando sus júbilos,  aunque siempre había sido muy recatada y de personalidad suave y dulce, pero con una valentía que se traducía en la seguridad de sus conceptos y de sus ideas.

La voz de su marido la despertó y se giró, ahí estaba de pie en el pilar, con su expresión inexpugnable,  a veces Alanna desearía que fuese más expresivo, y no tener siempre la incertidumbre de que piensa de que desea, un poco de fuego en su vista, la que ni siquiera existía en el lecho en donde ella había demostrado no reparar en demasiados pudores, su crianza, a pesar de se cristiana, nunca abrazó del todo los dogmas de una iglesia que cada vez satanizaba más el cuerpo y el amor de dos amantes.

Sonrió y se puso de pie, su largo vestido verde cayó por su cuerpo delgado, estaba algo viejo y gastado, pero le sentaba precioso, y caminó hacia donde su marido, para ver la composición que ha traído, era en lo único en que ambos trabajan en conjunto del todo,  pero ella sentía que su marido escuchaba cada vez más sus consejos que lejos de ser inocentes, estaba llenos de buen juicio y sentido común. El romano  le extendió la composición  y dijo una palabra que ella disfrutó  en silencio. "me gustaría contar con vuestra opinión". Alanna pasó distraída por su mejilla su mano, para limpiar cualquier lágrima indiscreta,  y tomó el pergamino, leyendo el poema que había escrito, sonriendo suavemente.

Alanna leyó lentamente, y en silencio fue hacia uno de los cofres en donde estaban sus pocas cosas, de ahí sacó el laúd para sentarse en el mismo cobre y poner e láud en su regazo,  miró con ternura a su marido, y comenzó a tocar algunas notas, muy pocas,   y cuando una melodía comenzó a nacer, comenzó a cantar el poema que el había escrito, cerraba sus ojos y deleitaba a su marido con su arte, pero solo tocaría el primer verso, hecho esto, dejó a un lado el instrumento y caminaría de vuelta hacia su marido.

-  vuestras historias son intensas y llenarán de orgullo y valor a los guerreros, le pondré música señor mío -  inclina su cabeza ante él, y toma su mano, su marido era mejor que muchos, era tranquilo y respetuoso,  no podía pedir más, de ahí su angustia, lo miró y sus ojos verdes se humedecieron, pero no soltó lágrima alguna - estaréis orgullo de vuestra mujer - sus labios dibujaron una sonrisa, Alanna tomó su mano entre las de ella, acariciandola, era la mano de un guerrero, como la de su padre, y la de sus hermanos.

Marcio aceptó la caricia de su esposa con un aire ligeramente distraido. 

- Más no hay interpretación que podáis hacer que pueda llenarme de más orgullo del que ya siento. No podríais decepcionarme, y sé que no lo haréis -apretó ligeramente sus manos y después las soltó.- No me cabe duda, mi señora, de que vuestra voz conmoverá a las damas y enardecerá a los soldados.

Después, con un suspiro, Marcio depositó una mano en el hombro de su señora y se levanto para volver a su trabajo...

-aguardad - alzó la voz y fue con él, tomándolo de las manos y arrastrándolo hacia la intimidad de su alcoba. Alanna sujetó sus manos con fuerza, sin saber que decir, siente que lo está decepcionando, y moja sus labios, el nerviosimo la hace temblar y volver su mirada hacia los ojos del caballero, es así que sin que él lo pidiera o buscara, ella se empinó y besó tiernamente sus labios, pegando su frente a la frente de él.

- mi señor, sé que os he decepcionado, durante este tiempo... estos dos años de casados, y ruego a Dios que pronto pueda llenaros de orgullo - levantó su vista el romano podía ver la niña de sus ojos, en donde su rostro se reflejaba -  deseo... llenaros de amor...- murmuró de nuevo, cerrando sus ojos, sintiéndose torpe hablando así con su marido, él no reparaba en esos detalles ni cursilerías, pero ella sí.

Eventualmente, Marcio no puede evitar sonreir un poco. A pesar de su juicio, que ya quisieran para sí numerosos hombres, Alanna no deja de ser una mujer, y casi una niña. Responde al beso en sus labios con suavidad. Coloca del mismo modo las manos en sus hombros, mira a sus ojos. Marcio tiene una mirada castaña, profunda; unos ojos que pueden inspirar confianza.

-Mi señora, lamento si os he hecho sentir inadecuada en cualquier momento -comienza, en un tono suave.- Es a vos a quien me he entregado para defender y amar como esposo. Estoy orgulloso de vos -señala como si fuera una obviedad.-De vuestra dignidad, de vuestro juicio, de vuestra voz y vuestra belleza. Sé que fuimos casados, pero puedo aseguraros que también yo os elegí. No podría pedir una mujer más adecuada -sentencia. 

Separa las manos haciendo una ligera pausa. Tuerce un tanto el gesto. No, no va a mentirle. Es su esposa, y merece saber aquello que pase por su mente. Si es algo que le preocupa, no le va a preocupar menos por ocultarlo.

-No os negaré que la falta de descendencia me afecta. Pero aún soy joven, y más aún vos. No me cabe duda de que el Señor tendrá a bien bendecirnos pronto -con ternura, vuelve a besarla, esta vez en la mejilla. -Vuestro amor no carecerá de respuesta. 

Sus manos la abrazan. Cierto, no la estrechan embargados de la pasión, pero quizás es que Marcio simplemente no es esa persona. La sostiene hasta que ella está lista para dejarle ir. Se separan entonces. No sin cierta torpeza, Marcio besa a Alanna en los labios.

-Os buscare esta noche, mi señora -concluye.

Cada uno de sus atenciones eran miel para la joven soñadora, que intentaba por todos los medios encantar a su marido, enamorarlo, porque, porque en esos dos años, no existía hombre para ella que no fuese Marcio, mas desearía poder despertar en él fuego en su mirada, en sus gestos para con ella, pero era lo suficientemente consciente que su marido no era ese tipo de hombres, sin embargo no desistía de su empresa, y ahora, cuando él respondía sus besos y sujetaba de su cuerpo que ya había sido suyo, la hacía sonreír verdaderamente con alegría.

Marcio, fiel a su forma de ser, sin embargo comprendiendo lo que su mujer necesitaba recalcó sus virtudes y sus bondades, incluso dice que la ha escogido, ella sonríe aún más alegre, con una candidez que pocas almas tienen, sus ojos se iluminan y llenan de luces mientras lo contemplaba, a pesar de saber que por su cabeza pasaba el mismo pensamiento que ella. Un hijo...

- lo sé mi bien, lo sé - no deja que la suelte, su abrazo más fraternal oculta sus deseos - sé que no os he dado el primogénito que tanto ansía vuestro corazón, y no hay día en que no ore a nuestro padre celestial para que me conceda la dicha de llenaros de hijos -  sus manos acarician su mentón, su mandíbula masculina - pero también pienso en lo que comentáis, somos jóvenes, y sabéis cuantas mujeres de 15 años mueren en labores de parto, oh Dios me libre de aquello, porque quiero daros muchos hijos, y ser vuestra compañera en esta vida -  se acurruca por unos instantes en su pecho, sobre ella pesa la imagen de su madre enferma por haberle dado a luz, y esa idea le estremece.

- está bien mi bien, os esperaré en el molino, esta noche, como las demás noches -  sonríe y nuevamente busca sus labios para darle un tibio beso, muy tibio como él que él había dado en sus labios.