Partida Rol por web

Y le llamaron Pendragon. Y alrededor de él surgieron linajes

Las crónicas del acero y la sangre. Porque todo tiene un comienzo

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30/11/2013, 22:54
Narrador principal

Año 468....

16 de abril del 468. El ejército de Aurelio Ambrosio lleva ya un largo mes de asedio al castillo del monte Snowdon, donde el traidor rey Vortigern y sus leales se ha refugiado. A pesar de las últimas victorias las tropas de Aurelio temen que fuerzas sajonas puedan prestar auxilio a las fuerzas sitiadas. Además, los restos del último ejército al que se enfrentaron puede reagruparse, y las salidas de castigo de los sitiados, aunque improbables, no son ni mucho menos imposibles, lo que hace que las patrullas sean constantes. Cada noble que ha jurado unirse al pendragón tiene su propia zona de tiendas y mantiene sus propias fuerzas y patrullas. Las fuerzas de Salisbury, gobernadas tanto por el conde Roderick como por su tio Delfi, no son ni mucho menos las más numerosas. 

Las tiendas suelen estar ocupadas por diez personas. En la vuestra os encontráis vosotros ocho, junto a dos jóvenes guerreros. Por supuesto, para una batalla así, vuestras mujeres os acompañan tanto para curaros, como para serviros. Algo así es lo normal. 

Por supuesto, llueve....

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30/11/2013, 23:03
Blaine, hijo de Gwyrd.

- "Esta vez Vortigern no tiene escapatoria. No tiene más lugares a los que huir, ni más aliados a los que recurrir." -
 

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01/12/2013, 18:24
Alanna hija de Ederrn

Había recién llegado, con sus mangas arremangadas, y el sudor y gotas de lluvia perlando su frente. La lluvia había mojado sus ropas, y su vestido había resultado embarrado, pero el color café de la tela disfrazaba lo sucio que estaba ya. Miró a los presentes de manera fugaz y fue a limpiarse a una esquina en donde un ánfora tenía un poco de agua, la que vertió en una palangana  y meter ahí sus manos llenas de sangre, que se volvieron rojas por lo helado del agua. Había tenido que tratar a un herido, y de ahí su mutismo extremo, mientras limpiaba la sangre de sus manos, concentrada en su labor o quizás en el paciente que había tratado.

Soltó un suspiro, y su mano helada y roja fue a su frente, la que secó, con esta, su cabello estaba trenzado  y recogido, pero algunos mechones oscuros escapaban de la corona de trenza que tenía, y cubría su frente y  su nuca.

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01/12/2013, 18:30
Blaine, hijo de Gwyrd.

Saludo con un cortés asentimiento de cabeza a Alanna cuando entra.

Debo ocupar mis manos en algo mientras espero el momento de la batalla, por lo que desenvaino mi espada y me preparo para afilarla concienzuda y meticulosamente.

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01/12/2013, 18:41
Alanna hija de Ederrn

Estaba tan concentrada en lo que realizaba que no vio el saludo de su cuñado, sus ojos se perdían en el agua rojiza de la palangana en donde una gota que cayó de  su cabeza perturbó su superficie. Alanna estaba más bien pensando en todos los hombres que había atendido, en todas las vidas que habían escapado entre sus dedos, y aunque otro tanto había recatado, era la primera vez en que se enfrentaba a los horrores de la muerte. Sus labios temblaron, era demasiado joven, demasiado débil, aunque esto no se mostrara al resto de las personas, porque Alanna era valiente, y esto mismo había había vuelto demasiado valiente a la hora de ser honesta, su esposo conocía de esto, pero también conocía su buen juicio.

Movió la cabeza de lado a lado, y despertó, levantando su vista y encontrándose con los ojos de su cuñado, que bajaban a su espada para afilar, sonrió de medio lado, no tenía mucha relación con aquel hombre, aunque con su hermana sí, era su compañera, su aliada, su más fiel confidente de lo que era capas de transformar en palabras, porque lentamente iba adquiriendo ese mutismo y templanza de su marido. A nadie le servía una mujer histérica que rompiera en llanto de tanto en tanto.

Alanna inclinó su cabeza ante su cuñado, aunque este parece más distraído en su espada, y busca a sus hermanos o a su marido, de un lado a otro, barriendo la tienda con su mirada verdosa.

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01/12/2013, 19:03
Éire, hija de Ederrn

Hacía varios minutos que mi hermana me había dejado atrás. Antes de regresar de nuestra "visita", me había parado para ver a uno de los últimos heridos, todo estaba en orden, pero aún así me había entretenido en darle un rato de conversación. Al ver que llegaba otra mujer, con un suave gesto de cabeza, junto a una dulce sonrisa me despedí hasta el día próximo pues sería cuando regresaría a verle. 

Caminé bajo la lluvia, sintiendo cómo esta corría por mis largos cabellos y vestido. Algunas gotas humedecieron mi rostro marfil adornándolo, pero no me importó. Al llegar a la tienda entré con un movimiento elegante, antes de mirar a ningún sitio retiré algunos mechones de pelo que se habían agolpado y con la parte de arriba de la mano me limpié las gotas del rostro, intentando que la suciedad -Sangre.- no marcase mi rostro, pues pese a mi trabajo, odiaba aquello. 

Mi cuerpo frágil y delicado se movió con gracia, apunto estaba de ir a mi lugar, pero vi que su hermana estaba sola por lo que me acerqué unos instantes, había dudado, claro que había dudado. Miré a mi marido y sonriendo apenas un poco desvié la mirada hacia otro lado. Cuando él estaba haciendo ese tipo de cosas, yo intentaba no molestarlo... Tomando una palangana la dejé  sobre la mesa, para después verter aquel líquido cristalino dentro de ella.-Se os ve apagada... ¿Ocurre algo?.-Pregunté mienras dejaba que mis delicadas manos se hundieran en aquella helada agua que por un instante pareció acuchillarme.

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01/12/2013, 23:43
Mailcom

Volvia de uno de mis cotidianos paseos por los alrededores.

Sabía que era peligroso pues podía encontrarme con un grupo de enemigos pero de vez en cuando necesitaba esa soledad y tranquilidad para ponerme en paz conmigo mismo y con La Madre.

Fue en ese momento cuando me encontre con la situación y la pregunta y, como tantas otras veces, hable antes de tiempo

-No es obvio. Por muy fuerte que sea alguien toda esta situación y el continuo trato con la batalla después destrozan a cualquiera que sea mínimamente humano-

Acudi a sentarme en mi camastro

-Me alegro de ver vuestro comportamiento y vislumbrar lo que creo vuestros sentimientos. Me dicen que mis compañeros de batalla no se casarón solo con una cara bonita sino que buscarón, o por lo menos encotrarón, una compañera cabal que entiende la situación. Y eso además de valioso indica lo utiles que son ellos-

Mire a Blaine afilar su arma. No era la primera vez que lo veía y siempre, o al menos esa era mi impresión, indicaba lo mísmo

-La inacción os mata nuevamente, buen Blaine. Reconozco que yo mísmo no veo el momento de entrar en combate y acabar con la carroña que habita en el interior de esos muros. Entonces veo cosas como esa- señale el agua de la palangana ya enrojecida -y me recuerdo que vamos a matar a otros seres humanos.

En ocasiones me acerco hasta la zona de heridos y los gritos y el hedor me hacen sentir pena de las mujeres como vuestra mujer y su hermana sufriendolo. Sin embargo en otras pocas esos gritos que se acallan me hacen envidiarlas pues son capaces de acabar con el dolor.

La gente como yo solo ve un momento. Aquel en que vea a aquellos que acabarón con mis familiares para clavarles mi lanza y esparcir sus intestinos.

En algún momento acabara este conflicto y entonces se verá como hemos quedado. Cuando llegue ese momento ¿a quién preferireís pareceros?. Porque si no aspiraís a convertiros en un salvaje sediento de sangre preparad vuestras armas para aseguraros de cumplir con vuestro deber pero calmad vuestra impaciencia pasando todo el tiempo posible con vuestros seres amados y cuidad de ellas como ellas cuidan de nuestros hermanos.

Al final los días en que no haya que matar continuamente volverán y sería agradable oír los llantos de un joven que algún día sera un guerrero retumbando fuertemente por los muros del castillo.-

Me levante nuevamente

-Es obvio, hasta para este salvaje, que he hablado demasiado. Si no necesitaís nada de mí sería buena ídea que me acostase.

Necesitaremos todas nuestras fuerzas cuando asaltemos el castillo y hay que descansar cuando se pueda.

Pronto las armas volverán a ser empuñadas, la sangre correra y las jovenes damas tendrán un monton de esforzados pero impetuosos valientes de los que ocuparse.

Le rezo a la diosa porque no estemos entre ellos y pocas caras conocidas encuentre en las camas ese día-

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02/12/2013, 00:48
Alanna hija de Ederrn

Su hermana apareció, preciosa como una aparición del oeste, como la fuerza de las montañas, el aire helado que desciende desde sus picos altos, para aliviar los corazones de los simples mortales, Ella, preciosa como pocas, debía ocupar sus manos en aliviar el dolor o, en anticipar la esquiva muerte que sobre algunos los ha dejado viviendo en medio de horribles dolores, como ella, pero así misma, Alanna no se veía como un ser tan magnífico que no debería estar ahí, en medio de esa miseria y guerra compartiendo con los que a la vida habían abrazado con sus costumbres cotidianas y ramplonas.

Alanna le dedicó una sonrisa a su hermana y tomó sus manos para limpiarnas, no respondería de inmediato sus preguntas, pocas veces compartía lo que en su pecho se albergaba, sólo... tan sólo guardó silencio limpiando las delicadas manos de su hermana, que no diferían mucho de las de ella, delgadas y blancas, sólo que Alanna tenía marcadas en la punta de sus dedos, las cuerdas de su laúd.

- dejadme limpiaros, está helada - susurró con cariño y admiración hacia su hermana mayor, bajando su mirada verdosa, y limpiando las manos de su hermana cuando entra en la tienda aquel hombre que con una verborrea admirable pero compleja capta la atención de todos de pronto con un discurso que a Alanna la obliga a levantar la cabeza y enfocar sus ojos en él, clavándolos como puñales de esmeraldas...

Sus manos soltaron las manos de su hermana y se tensaron en un puño cerrado, apretado, mientras no deja de escuchar cada una de sus palabras cual soliloquio, obligaba a todos a escuchar. Habló de la madre, y recordó a su padre, a su abuela, que la mencionaba, y como esta, en algún momento, le enseñó la nueva cara de la Diosa, de la madre, mostrándole la imagen de la virgen, Alanna tensó también sus labios, el rictus de estos demostró su quizás, o incomodidad, y si su marido cerca se encontraba sabría que no tardaría mucho en abrir su boca y enfrentar a aquel hombre, era enérgica... pero la prudencia era su mayor virtud que la obligaba a escoger el momento y las palabras a decir...

- aguardad señor - detuvo al hombre, saliendo del rincón y caminando a paso firme hacia él - en vuestras palabras hay verdad, pero al mismo tiempo la oscura realidad a la que nos enfrentamos,  vosotros, oh guerreros de esta tierra, levantáis vuestras armas  en pos de una victoria que traerá paz y resarcimiento a nuestros corazones deseos de sentirse ahítos de justicia, pero nosotras, y las demás mujeres que os siguen por amor o por deber, debemos ver la cara de muerte presente, debemos luchar contra ella, contra la sangre que mancha la tierra, contra la segadora de almas que nos arrebata de entre los dedos la vida de los guerreros jóvenes o viejos, la muerte, oh muerte, no distingue entre ricos o pobres, entre niños u hombres -  suspira y se gira por unos segundos hacia su hermana y luego vuelve a mirar los ojos de aquel hombre -  esta batalla no termina, pero os pido, señores, que no abandonéis la esperanza de una victoria, pero al mismo tiempo, cuidad de vuestras vidas, para que nosotras no tengamos que limpiar las heridas de su cuerpo, o cerrar sus ojos por los cuales se les ha escapado el alma, - se voltea hacia su esposo, en especial su esposo -  confió en los santos cielos que los que en esta tienda están, volverán no solo con la victoria sobre los traidores sino... también vivos para volver a los brazos de quienes os aman...

 

 

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02/12/2013, 01:49
Mailcom

-Palabras duras pero ciertas, mi señora.

Solo habrá una cosa peor que la derrota, por increible que parezca, y es la amargura de ver como la felicidad por la victoria se desvanece ante los brazos de la muerte llevandose las sonrisas y vitalidad de aquellos que hemos apreciado.-

Sonrei contento

-En el tiempo que he estado al servicio de nuestro señor me he acostumbrado al papel del salvaje y eso me permite hablar más de la cuenta aprovechando que poca gente le da importancia a mis palabras.

Sin embargo algo he aprendido en ese tiempo aunque la discrección y la sutileza no este entre ello.

Mi señora he de decir que siento deseos de maldecir el día de vuestra boda pues honraís a aquel con el que habeís decidido compartir vuestros días.

Al momento mi vida esta encaminada a buscar seguridad para mi gente, servir a mi señor y vengar a aquellos que nos dañarón.

Mas espero en algún momento iniciar una familia y suplicare a la Diosa, Blodeuwedd, Belenos y Esus porque cuando llegue a ese momento pueda encontrar a una compañera que sea la mitad de prudente, habil y hermosa que vos-

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02/12/2013, 02:14
Alanna hija de Ederrn

Alanna se sonrojó por sus palabras, no estaba acostumbrada a recibir elogios de parte de otros hombres, y de ahí su imposibilidad de responder rápidamente, aunque cuando mencionó "decisión", soltó una pequeña sonrisita que seguramente sería compartida por su hermana, ¿decisión? esas bodas estuvieron lejos de ser decisión de ambas, más de ella, que sólo con 14 años debió unirse a su esposo, pero no maldecía ese día, mas guardaba en su pecho sus emociones que aun no era capas de traducir a su marido o a otra persona.

- señor, respetad a mi marido que está aquí presente, no es propio de un hombre hablar así a una dama casada, no es correcto - lo reprende en el mismo acto, cuando logra reaccionar, antes de que su marido hiciera algo, si es que algo fuera a decir, no imaginaba a su marido reaccionando de una manera aireada frente a cualquier situación, incluso cuando se trata de su honor, que tan galantemente había sido puesto entredicho, porque no negaría, aquellas palabras había hecho una caricia en su amor propio, pero que no podía corresponder de ninguna manera, odió, por eso, el carmín de sus mejillas.

 - pero comprendo vuestro punto, y espero que mi marido también, ahora, creo que debéis descansad, todos, prepararé algo de té dulce, por si alguien necesita algo tibio para calentar su vientre antes de dormir - inclina su cabeza,  caminando de vuelta hacia la salida, pasando por el lado del caballero Mailcom, al que no miró, sólo para no agregar algún tipo de tensión extra a sus palabras destempladas.

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02/12/2013, 12:13
Blaine, hijo de Gwyrd.

- "El hombre es, y siempre será, un lobo para el hombre. Y, como lobos, desgarraremos las gargantas de nuestros enemigos. No echo de menos la humanidad perdida, no en esta hora en que ya casi saboreo la tan ansiada y merecida victoria." -

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02/12/2013, 12:24
Marcio hijo de Caedmon

Marcio sólo llegó a tiempo para escuchar las últimas frases de su esposa. Venía envuelto en una capa, empapado por la lluvia que arreciaba fuera. Había estado pasando revista a los soldados, comprobando el estado de los suministros y haciendo una ronda para comprobar que los vigías continuaban en sus posiciones. Su expresión era tranquila, a pesar de que el pelo le chorreaba pegado a la frente. Entró por la espalda de su mujer y le puso, conforme llegaba, una mano en el hombro. Era toda la seña de afección que iba a dedicarle, algo de presión suave.

-Mi señora -dijo a Alanna- estaría más que agradecido de unirme a vuestra oferta. Algo tibio se me antoja más que necesario. La noche se presenta oscura y fría...

No había asistido al resto de la conversación, por supuesto. Quizás sus compañeros le dedicaron algunas miradas avergonzadas, habiendo visto el intercambio de palabras entre el guerrero y su esposa. Marcio no dedicó más que una rápida mirada a Mailcom. Sabía que, siendo un vasallo del Conde, el picto merecía tanto respeto como cualquiera de los otros guerreros, pero no podía evitar sentirse hostil ante su irreductible paganismo. Y estaba el hecho de encontrarlo hablando con su señora esposa. 

Aún así, Marcio no desconfió de las palabras sobre comprender su punto de vista. No era dado a los arrebatos de celos, y si Alanna decía aquello era probablemente porque la conversación había derivado hacia temas sensibles. Esas frases estaban tejidas con la misma delicadeza que sus costuras, con la intención de evitar mayores problemas. No tenía razones para dudar de la modestia y sensatez de su señora, aún si Mailcolm las podía poner a prueba. 

Mientras su mujer preparaba el bebedizo, Marcio se secó y calentó frente al brasero. Las sombras y llamaradas jugueteaban sobre un rostro de expresión serena. 

"El hombre es un lobo para el hombre", oyó decir a Blaine. Sus palabras sonaban a que disfrutase la idea del combate más que la del deber.

-Las batallas -dijo, desde su puesto frente a las llamas- han de lucharse por el deber, por defender el derecho de nuestro señor. Si nuestros enemigos han de caer, así sea. Yo, por mi parte, confío en que se rindan tras las primeras pérdidas. -hizo una pausa, suspiró- Espero, mejor dicho -al fin y al cabo, no había modo de saber si se rendirían.

Cierto es que habíais visto a Marcio en la batalla. No era, ni mucho menos, un guerrero extraordinario. Su punto fuerte era dirigir a otros soldados, conseguir que cada uno de ellos trabajase como si no tuvieran miedo a morir. 

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02/12/2013, 12:42
Edar hijo de Ederrn

Otro día mas en aquel asedio, pero no me podía relajar, la vida de mis hermanas podía estar en peligro, una salida fructuosa, o un ataque inesperado por retaguardia podía dar con el fracaso del asedio y lo que era peor, con la violación y muerte de alguna de mis hermanas. Por mis hermanos no tenia temor, pues sabían defenderse y el mayor había sido ennoblecido, por lo que tenia tropas a su cargo. Pero mis hermanas daban cada día sus vidas por salvar las de los demás, hombres desconocidos y conocidos sin importarlas que se ensuciaran de arriba a abajo, siendo solicitas y poniendo su mejor cara ante cosas que harían vomitar al mas valiente, debía corresponderlas por su esfuerzo, debía protegerlas como debían hacerlo sus maridos y como yo haría con mi mujer. Estoy orgulloso de mis hermanas, valen su peso en oro, espero encontrar yo algún día una mujer como ellas. Deje el entrenamiento de todos los días y me dispuse a volver a la tienda donde me podría secar el sudor y la lluvia que había empapado todo mi cuerpo después de cuatro horas de entrenamiento bajo el. mientras me acercaba a la tienda escuche algunas frases de una conversación que parecía llevar algún tiempo, por lo que al entrar lo hice abriendo la tela de golpe y entrando rápidamente, me sacudo el agua y el pelo y dirigiéndome a mi camastro digo en tono jocoso y con una sonrisa para desentrenar el ambiente: -Cuñado, que yo sepa no soy un lobo y no me visto como tal, pero si los cazo. Al llegar a mi camastro me quite la armadura dejando mis armas a un costado y mientras cogía una muda y una sabana digo:- Hermanas, no os preocupéis, que cuidare de vuestros maridos de esos lobos que hay por hay, y si cambio podéis sujetarme esta sabana para que me pueda cambiar y no perturbar la vista de Lhiannon, os lo agradecería, creo, tanto ella como yo. Hizo una pausa esperando que se acercaran y no le dejaran allí tirado como alguna vez cuando eran pequeños y las dos le chinchaban y respondió: - Marcio, estoy contigo, espero que se rindan, cuantas menos muertes haya mejor, pero cada uno de ellos que caiga bajo mi mano aliviara un poco la pena que siento por la perdida de mi padre.

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02/12/2013, 13:07
Éire, hija de Ederrn

No sabía que decir, ni tampoco que hacer en ese instante. Sentí cómo las manos de mi hermana arropaban las mías y entonces una pequeña sonrisa adornó mis finos labios, pero poco tardó en desaparecer, cómo ocurría desde hacía meses. Con suavidad y sin mostrarme busca en ningún momento, aparté mis manos, para limpiar los últimos restos de sangre que se habían quedado pegados en mis delicados dedos.-No debéis preocuparos, mi querida hermana.-Se aventuró a decir con un tono suave. La miró de nuevo, pero tras eso desvió la misma a las faldas de aquel descuidado vestido, que por los trabajos del día, había acabado embarrado. Suavemente se secó las manos, las cuales sentía doloridas por el frío y es que la noche no perdonaba a nadie.

Mi mirada vagó de un lugar a otro, pasando por cada uno de los presentes, atendiendo a cada una de las palabras que allí se daban, pero no me atrevía a decir nada, no quería que mis palabras avivasen las iras de mi esposo, razón por la que solo bajé la mirada unos instantes. “Tantas súplicas… ¿Y si un día no regresa? Y si la muerte aguarda en su puerta…” Una mirada de miedo se posó en Blaine, a la par que no podía evitar morder mi labio con nerviosismo. Lentamente me levanté de donde estaba sentada, para acercarme a la lumbre, con suavidad avivé algo más el fuego, para después echar otro tronco el cual provocó que algunas chispas saltasen juguetonas.

Seguidas de las palabras de algunos de ellos, entre estos las de mi hermana, aparecieron su marido y mi hermano. Al primero le dediqué una sonrisa, a la par que bajaba mi cabeza a modo de saludo. Tras eso, volví la vista hacia Edar, levantándome con calma.- Rezaré a nuestro dios para que cuide vuestros pasos… Para que lleguéis otro día más.-Mis dedos se deslizaron sobre aquella tela blanca, la cual sujeté con firmeza. Lentamente la levanté y oculté el cuerpo o parte de.- Dejad a nuestra hermana… Acaso no veis que está ocupada.-Mis palabras salían vacías y mi mirada se escondió evitando la de su hermano. Esa noche estaba siendo dura, más que otras muchas. Al ver a mi hermana y su marido, sentí cierta tristeza ¿Por qué ella no podía tener aquello? ¿Por qué era tan injusta su vida? Blaine nunca había sido mal hombre, al contrario cuidaba de mí, pero a veces echaba de menos el que mostrase un gesto de cariño o una palabra. Suspirando levanté la mirada, mostrando mi mejor sonrisa. Yo le quería y cómo tal, sería tan buena mujer cómo pudiese.

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02/12/2013, 13:34
Alanna hija de Ederrn

Y su cuñado habla, y de su boca no sale más que una desafortunada oración que no respondió sino a la barbarie de aquel hombre, que ni siquiera el picto había sido capaz de semejante idea. El hombro el lobo del hombre... los labios de la joven se fruncieron, y de nuevo ese gesto en su rostro lechoso que presagiaba la meditación de la mejor frase para responder, sin embargo sentir la mano de alguien tocar su hombro, la hizo distraerse de la respuesta que preparaba, y se giró hacia aquella persona que acariciaba su hombro, pero tuvo poco tiempo para disfrutarla, el recato era propio de su marido, ella llevo su mano a su hombro y rozó apenas con sus dedos delgados la mano áspera de su marido.

- pero antes, mi señor, dejadme secaros, estáis empapado - volvió sobre sus pasos, caminando detrás de Marcio, y le sacó su capa, tomando uno de las mantas que había cerca del brasero, que las habían puesto para mantenerlas calientes, - no pongáis las manos al fuego, que os picaran - le susurra a su marido, mientras toma sus manos y las seca con gran cariño, buscando su mirada, y sonriendo avergonzada bajando de nuevo la mirada - dejadme secarlas y calentarlas un poco - hablaba muy bajo,  cuando su hermano pidió que lo ayudaran, ella lanzó una mirada de suplica a su amado hermano, que la esperase un poco antes de ir con él, pero Eire fue en su rescate, y sola ayudó a su hermano con su cambio de ropa. "Le traeré algo dulce..." pensó, mientras volvía su atención a su marido.

- lamento pensar, señor mio, que no se rendirán con las primeras pérdidas, el corazón del traidor cree que podrá ganar, que nuestros ejércitos se agotaran y abandonarán la esperanza... que la distancia y el cansancio mermará la fuerza de nuestra mano, y hará menos severo el peso de nuestra espada, - acariciaba las manos de su esposo, suavemente,  y tomó la capa mojada de Marcio para dejarla cerca del brasero, y volvió donde su marido, para atenderlo con esmero  - pero le demostraremos que no es así, y aunque como mi hermano, no estoy de acuerdo que seamos lobos, simples bestias que buscan comida y desgarrar gargantas, pero si tenemos de nuestra parte la justicia y el bien, no hay razón más correcta y benigna que hacer pagar a aquel que ha cometido pecados que no tienen otra sanción que una muerte deshonrosa, y no está de nuestra parte esperar que la justicia divina llegue a él, porque esto puede ser en su lecho, en muchos años más, está en nuestro deber, luchar por estos valores, por nuestro señor y nuestra causa pero sólo os pido algo, señor mio, volved conmigo al terminar la lucha, traedme la victoria y vuestra vida - sonrió de nuevo, repitiendo lo que antes había dicho, pero esta vez para que su marido escuchara.

- ahora iré en busca de algo de te, - se puso de pie, su mano se colocó sobre el hombro de su marido y volvió hacia la puerta, buscando su capa para poner sobre sus hombros y girándose hacia su hermano que se cambiaba aún de ropa con ayuda de Eire - hermano, no os pude ayudar con la sábana, espero que algo dulce compense vuestra promesa de proteger a mi marido, y claro a vos también, porque os quiero ver traer la victoria,- inclinó su cabeza y sobre el brasero sacó el agua que estaba calentándose, y sirvió el brebaje caliente a su marido. 

Notas de juego

*Alanna no sale de la tienda, corregí, para darle sentido el mensaje de Marcio, que puso que le servía algo caliente, ^^

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02/12/2013, 13:51
Mailcom

El romano y yo nunca habiamos congeniado. Quizás fuera por nuestros caracteres tan distintos o por las diferencias en cuanto a vida y religión.

Sin embargo se habia ganado mi respeto en el combate pues aunque no fuera el mejor con las armas en la mano lo sabía y actuaba en consecuencia sin por ello fallar en su deber en el combate.

A todo eso se unian las palabras que habia dirigido con lo que conteste a Edar

-Siento lo mísmo que vos pero en este caso creo que el sentido y la razón esta de parte del romano.

Ambos ansiamos cerrar el dolor de nuestras perdidas con la sangre de nuestros enemigos. Es posible que incluso lo disfrute.

Pero es peligroso.

Como le comentaba antes a vuestro cuñado, y como bien dice vuestro otro cuñado, hay otros seres humanos al otro lado. Asquerosos y mierdas que merecen la peor de las muertes pero seres humanos.

Y una vez entremos en el castillo con animo asesino ¿qué nos detendrá?.

Los hombres tienden a morir rápido y los niños dejan de llorar deprisa pero los gritos de las mujeres siguen sonando mucho tiempo después de que las armas dejen de golpear junto al sonido de telas rasgadas.

En mis pocos años de vida y las excasas batallas que he librado esa ha sido siempre la tonica. Hasta el momento he conseguido controlarme y no caer en esos excesos pero se que han sucedido.

Intento no pensar en cuantas veces he hecho oidos sordos a esos gritos o a esa falta de llanto pero se que ha sucedido.

Ni espero ni deseo que se rindan pronto. Mi lanza ansia probar la sangre de aquellos que vertierón la mía. Pero yo soy Mailcom, el salvaje del conde Roderick, y vos no quereís serlo.-

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02/12/2013, 16:31
Blaine, hijo de Gwyrd.

- "El honor y la venganza, no son si no eslabones de una misma cadena. La hora del honor se acerca, no habrá compasión.

Edar, cuñado mío, en este mundo terrible sólo se puede ser lobo o cordero. Pido a Lugh, señor solar, para que nunca te conviertas en un manso cordero. Para que seas uno más con la manada, y juntos podamos dar muerte a esos perros descarriados.

Las almas de nuestros padres claman venganza desde el Tir Nan Ogh." -

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02/12/2013, 17:32
Edar hijo de Ederrn

Eire se acerco y sostuvo la sabana mientras me cambiaba a la par que rezaría al Señor nuestro Dios por todos nosotros, mientras disimuladamente me hacia notar que Alanna estaba ocupada en ese momento. A lo que no tuve palabra que responder pues no me había dado cuenta y baje la cabeza apesadumbrado por un posible bochorno a mi hermana, debes estar mas atento. Solo pensaba en como distendir la conversación. Pero esta estaba lejos de acabar. Por lo que termine de vestirme y así dejar libre a Eire, momento en el que pasaba Alanna por delante ofreciendo traer algo la respondo con una sonrisa franca y algo de guasa: - lo que traigas sera bien recibido, pues tengo hambre y aunque no trajeras nada no creas que desistiría en proteger a vuestros maridos, pues cuidar de una futura mujer es una cosa, pero a tres es muy distinto. Terminando con una risa. Que desapareció al salir por el dintel de la tienda. Ellas dos eran lo que mas quería en este mundo y era con las que había pasado los momentos mas felices de mi infancia, ya que mis hermanos se burlaban de mi por mi esmirriado cuerpo y mi falta de habilidad, la cosa había cambiado y ahora ya podía ser yo quien las defendiera. Entonces Mailcom y Blaine hablaron y comentaron su parecer a todo lo hablado y los que respondí con total franqueza: Veo que habéis combatido mucho mas que yo, yo acaso algunos asaltantes, o campesinos descontentos, pero nunca en una guerra, esta sera mi primera guerra y en la que perderé amigos y conocidos, no me mueve la venganza, ya que si siempre fuera así en esta tierra no quedarían ni los conejos, seria una tierra yerma y deshabitada, la venganza lleva a la rabia y de hay a la locura, me mueve el afán de llevar a los culpables ante la justicia, donde serán sentenciados por sus crímenes, mas no así los pobres plebeyos que les siguen por obligación. Luego mirando a Blaine prosigo: Habláis que honor y venganza son eslabones de una misma cadena, mas debo discrepar, porque que honor habría en matar a un hombre que se ha rendido?, seria honorable matar a un hombre desarmado?, yo creo que no, mas no puedo discutir tu punto de vista pues tienes creencias diferentes a las de mi familia, y espero por el santo padre que algún día veas la luz de la salvación cristiana. Que losa le ha caído a mi hermana. si, era un buen partido a los ojos de padre, y lo es de verdad, pero su religión abriría grietas en los muros de su matrimonio,si no lo había hecho ya. deseo que al final todo vaya bien y los dos sepan llevarlo, lo que no se es como le sentara a Blaine que sus hijos fueran educados en la religión cristiana.

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02/12/2013, 18:30
Lhiannon

Se había mantenido en silencio junto el brasero que calentaba la tienda con aquellas anaranjadas brasas mientras zurcía con mediocridad la parte trasera de una camisa agujereada. Poco había hablado con los miembros de aquella familia durante los últimos días, y palabras como las del joven Edar hacían que se sintiera más cómoda entre los gemidos de los heridos y el hedor de la infección que entre cristianos. Pero sabía que peores roces había ya en aquella tienda como para levantar opinión a las típicas palabras condenatorias de la nueva religión.

Soltó un quejido al sentir la aguja clavarse en la piel y se llevó el dedo a los labios para aliviar el dolor. Coser no era lo que más le gustara en el mundo, pero trataba de mantenerse ocupada durante aquellos días de lluvia, pues de otro modo, con gusto se encaminaría a las proximidades del campamento para recoger plantas y raíces con las que tratar a los heridos o enfermos; y si además el momento lo permitía, encontrar un momento de intimidad con Badb.

Observó el dedo que pronto dejó de sangrar y exhaló un suspiro tedioso observándoles. Tenía el rostro sucio y sus ropas no le acompañan, todavía algo húmedas de cuando le pilló la lluvia. Su cabello largo anaranjado terminaba ya de secarse al calor, y el brillo que manaba de él, parecía una extensión de las propias llamas, que junto a aquella mirada de pasión, parecía que la chica hubiera sido engendrada por el mismo Sol . Como la otra cara de la moneda de Alanna, Lhiannon lucía pobreza y ropa sencilla que ninguna otra mujer del campamento envidiaría. Una pobreza hermosa, que no lograba esconder la belleza natural de la joven chica.

Cansada, dejó la prenda a un lado lado y tomó una de las pieles para abrigarse mientras escuchaba en silencio las converaciones entre los hermanos, maridos, y el picto mientras esperaba la buena llegada de Bab.

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02/12/2013, 20:46
Marcio hijo de Caedmon

 

Marcio aceptó el servicio de su esposa con naturalidad. No hizo un gesto de asentimiento mientras Alanna le ayudaba a secarse y le ofrecía un bebedizo para entrar en calor. Si había algo a lo que Marcio no era dado era a las muestras de sentimentalidad innecesarias. 

-Os lo agradezco -terminó, aceptando la copa. El calor se extendió por sus entrañas en una sensación casi sedante. 

Mientras sorbía, se limitó a escuchar el intercambio entre su cuñado y Blaine. No hizo ningún gesto al respecto pero, desde su punto de vista, Edar había hablado bien. Aunque no estaba seguro de cómo iban a cambiar aquellos paganos. Irreverentes, sobre todo porque no veían las malas consecuencias de seguir a sus diversas idolatrías. Aún así, no era él quien tuviese el poder para cambiar las cosas. Y en tanto se comportasen con justicia, tampoco sería él quien intentara cambiarlos. El Señor sigue sus propios tiempos, y a Marcio no le correspondía tomar decisiones al respecto, derribar sus templos o actuar de predicador. 

De estos pensamientos le sacó el comentario de su esposa, reclamando que volviera de la batalla. Marcio la miró con lentitud, alzó ligeramente las cejas con el comienzo de una sonrisilla que nunca llegó a extenderse. 

-Mi señora, no debeis de preocuparos. Os aseguro que, en lo que a mi me corresponde, no tengo otra intención que regresar vivo -dio otro sorbo a la bebida. Las mujeres y sus naturales preocupaciones... Que por otro lado eran bastante lógicas. No estaba claro que fuese a volver con vida.- Más si el Señor decide venir a buscarme, Alanna, recordad que es siempre según Su voluntad que vive y muere el hombre; y no desfallezcais -hablaba con suavidad, como si la estuviera preparando para una eventualidad no del todo imposible- No me cabe duda de que si ese fuera el caso, nuestro señor de Salinsbury os tomaría a su cuidado, como haría mi buen cuñado.

No es que Marcio no le tuviera miedo a la muerte. Después de tantos años y tantas batallas, seguía costándole dormir con la idea de luchar al día siguiente. Marcio no quería morir, por mucho que, en teoría, supiese que sería recogido en los brazos del Señor. Pero delante de sus hombres, y sobre todo delante de su esposa, lo único que podía hacer era comportarse con valentía... A nadie ayudaba airear los miedos, mucho menos a sí mismo.