Partida Rol por web

El bar era una estancia tranquila, de vez en cuando las botellas, vasos y copas chocaban sutilmente por el movimiento de alguna turbulencia pasajera. Un tocadiscos le añadía clase al lugar, donde cuatro mesas de madera permanecían expectantes de los comensales invitados, la barra estaba impecable y se podía observar diferentes tipos de licores de marcas extranjeras.

- Querida... Vi, ¿me permite llamarla Vi? ¿ha visto lo sucedido? Usted como camarera no habrá visto nada extraordinario alrededor de la cocina, ¿verdad? Sólo espero que sea un truco inoportuno del buen Uriel, que siempre ha sido un bromista quizá exento del sentido del humor.

Sin duda después de tanto escándalo con la muerte de su anfitrión, Abby terminó por ir al bar, en donde se tomó un momento para admirar el mismo tranquilamente, lugares asi ayudaban a pensar y en esos momentos, donde ella misma había señalado a alguien y acusado de ser sospechoso en un asesinato sin duda alguna le venia bien el poder pensar. Llevo su pipa a sus labios, tomando una pequeña calada antes de comenzar a ver los distintos licores que había alrededor del lugar. Claramente, no pensaba tomar aun nada pero siempre era un deleite poder observar las maravillosas marcas extranjeras que esa clase de lugares tenía a su disposición. Justo como su difunto marido, ella tenía una debilidad por este tema, el licor era bastante comun en su circulo social despues de todo.

Callahan entró en el bar, detrás de la señorita Porter, con paso decidido. Se dirigió directo a la barra para servirse un pequeño vaso de un fuerte whisky. Después de haber visto a su ya difunto jefe decapitado, necesitaba tomar un trago.

-¿Le gustaría tomar algo, señorita Porter? -inquirió, en un tono sorprendentemente educado y servil. Porter encajaba en el perfil del tipo de adineradas señoras que solían contratar sus servicios en el pasado, aunque era unos veinte o treinta años más joven que la clientela con la que solía tratar-. Teniendo cómo murió el pobre señor Bright, dudo que estos licores estén envenenados... aún.

Sin haber recibido aún respuesta de la millonaria joven, el jefe de seguridad tomó un segundo vaso, lo llenó de whisky y lo colocó discretamente al alcance de Abby Nell. Acto seguido, dió un pequeño sorbo de su vaso, en un claro indicativo de que, si la botella estaba envenenada, sería el primero en caer.

Al ver a Callahan llegar justo detrás de ella una mirada de curiosidad se iluminó en sus ojos, como usualmente pasaba cuando hablaba con alguien, no por nada malo mas bien porque solía prestarle suma atención a todo y aunque el hombre era tan solo uno de los miembros de la tripulación y poco mas, la clase social no le causaba una indiferencia tan grande como a muchos otros de su estatus. —Es muy amable el ofrecimiento señor Callahan, pero en estos momentos no me siento muy bien como para tomar o comer algo... Digamos que no estoy tan acostumbrada a ver una cabeza cercenada en frente de mi— El asco aun estaba presente en su garganta, aunque terminó por aceptar el vaso que le había extendido el hombre, por cortesía meramente y quien sabe, tal vez despues de tranquilizarse un poco podría tomar un poco, suponía que era normal considerando que su aguante para ese tipo de cosas no era tanto como los que otros pudieran tener.

—Por otro lado... Supongo que tiene en estos momentos muchas cosas en la cabeza ¿Cierto? No debe ser fácil lidiar con algo asi, considerando el nivel que tiene este vuelo en estos momentos— La propia logica que tanto le gustaba a Abby estaba hablando en esos momentos, era normal que, considerando la clase de invitados que estaban en esos momentos a bordo del Zeppelin, combinado con la aparente amenaza que estaban sufriendo, no ponía en una buena posición al jefe de seguridad, una vez dicho esto, terminó soltando el humo que había terminado aguantado por sus labios, haciendo pequeños círculos en el aire con el humo, si tenía que ser sincera su pipa era una maravilla, mucho mejor que cualquier licor en esos momentos.

-Siempre tengo muchas cosas en la cabeza, señorita Porter, pero ahora más que nunca -reconoció Callahan, mientras daba un nuevo sorbo de su vaso de whisky.

Lo cierto es que se encontraba bastante a gusto en el bar, casi solo, conversando con una única persona. Y no sólo porque considerase a la millonaria una de las personas más inteligentes y despiertas de a bordo. Observar los anillos de humo que formaba Abby Nell Porter mientras fumaba con su pipa le resultó casi hipnótico.

-Si le soy sincero, sospecho de la gran mayoría de los presentes -aseguró, en tono serio-. Aunque usted es de las pocas que me genera confianza. Espero que no sea una rosa con espinas, señorita Porter. -Al ver entrar a otro de los millonarios, Callahan le saludó con un gesto de mano-. ¡Señor Eggstein!, quizá ha venido en el mejor momento. Siéntese y tome un trago.

- Gracias Samuel. Todo este desvarío es un despropósito y espero que un bourbon con hielo me despeje un poco la cabeza. Necesitamos pensar con claridad y rapidez- espeté al muchacho

El bar era un lugar agradable, al menos tenía lo necesario para olvidarse un momento de los problemas e hidratarse convenientemente. La señorita Porter, para colmo de bienes, añadía a la escena el plus de calidad que otorga la lozanía y la exuberancia de la juventud.

- Señora Porter, es agradable ver a alguien del gremio aquí- le digo mientras voy acercándome a donde se encuentra la empresaria-. Los pensamientos de Callahan ya han sido expuestos, y además los comparto en su mayoría, ¿qué opina usted? Por mi parte, reconozco que solo tengo conjeturas en mente y sólo hay un par de personas a bordo que me dan mala espina, una es el pajarraco metálico y otra el tan Vennacio, aunque sospecho que conforme vayan pasando los días, se sumará más gente a mi lista

-Por mi parte, el Doctor Pajarraco... Le diría que me fío de él. El hecho de arriesgarse a ser el primero en votar... Para mí eso dice mucho en su favor -opinó Callahan. Dirigió una mirada triste a su alrededor al ver que Roth no andaba por la zona, así que comenzó a ejercer él como camarero para proceder a servir un trago a Eggstein. No le desagrada oficiar como camarero. Al fin y al cabo, había tenido oficios mucho peores-. Del que no me fío ni un pelo y coincido con usted es del tal Venancio. Creo que su comportamiento ha sido sin duda el más sospechoso.

El jefe de seguridad se llevó la mano al cinto y desenfundó su revólver, depositándolo sobre la mesa y mostrándolo a los dos millonarios.

-Creo que no tiene sentido ocultarlo mucho más, pero además de mi doble voto como jefe de seguridad, mi habilidad es que puedo matar a alguien con mi revólver -expuso Callahan, haciéndole saber de su habilidad a sus dos compañeros-. Como al ser el jefe de seguridad, tarde o temprano los entes me atacarán, había pensado usarlo a la menor oportunidad que pudiéramos tener, pero sólo contra alguien que pudiera ser uno de los entes. Pensaba utilizarlo en von Hindburg o en Venancio. Si tuvieran una sola opción, ¿a por cuál irían?

-¡Señor Callahan! ¡Tranquilícese!- gritó Eggstein mirando hacia atrás y ambos lados rápidamente-. ¿Está usted loco? No sea tan impulsivo, joven, no tiene certeza de quien es quien pueda estar mirando y se pone usted el punto de mira tan alegremente. Alabo su gallardía y agradezco su confianza, pero creo que debe ser más prudente, de hecho, aún no he escuchado nada de esta bella señorita... ¿cómo sabe usted que es de fiar? ¿Y si se acaba usted de poner una diana en el pecho? Le recomiendo que no vuelva a enseñar la pistola tan alegremente o nos arriesgaremos a perder una oportunidad de oro. Y en cuanto a su pregunta, no sería capaz de responder, no me da buena espina el maquinista, pero tampoco tengo nada a favor de von Hindburg ¿Y si elimina usted a un inocente? Quizás aunque usted fuera encarcelado podríamos interceder por usted, o incluso tomar su revólver, no lo sé.

Sonrió ante las palabras del buen Callahan por unos segundos, entendía completamente la posición en la que se encontraba el hombre en esos momentos, despues de todo ella misma se había encontrado en su momento viuda y con muchas responsabilidades sobre su espalda. A veces esto podía despertar lo mejor en una persona, o lo peor de igual manera pero confiaba en que fuera el primer caso con el jefe de seguridad. Antes de poder responder, miró como se unía a ellos el señor Eggstein a quien sonrió de inmediato, le gustaba estar con grupos pequeños, el caos al menos era menos de esta manera.

Después de esto se limito a escuchar las palabras que ambos hombres empezaban a decir entre ellos, una buena mujer en la alta sociedad debía aprender a escuchar a los hombres hablar en las reuniones según sus padres, algo que había logrado aprender y perfeccionar a su manera. Para cuando Callahan sacó el arma de esa manera y mencionó sus planes que tendría con ella en caso de necesitarlo, de inmediato se sorprendió pero no por esto actuó de manera impulsiva ni nada por el estilo, mas bien dio otra calada a su pipa ¿Ahora había armas? Tampoco es que le sorprendiera, el hombre era parte de la seguridad.

—Señor Callahan...— Comentó tranquilamente, poniendo delicadamente una mano sobre el revolver y alcanzando a abarcar la propia mano del hombre, de un modo pasivo completamente —¿Sabe lo mejor de ser una rosa?— Hizo una pequeña pausa con el fin de soltar el humo de sus labios, de manera tranquila y un tanto hipnótica, al menos para ella —Que no te puedes dar cuenta de sus espinas hasta que es demasiado tarde... Si quiere lograr eliminar a los entes antes de que ellos nos eliminen a nosotros, debe comenzar a seguir esa filosofía, debemos guardar nuestras espinas ¿No le parece?— Terminó de decir, dándole mas un consejo al hombre que una imposición que debiera seguir, instándolo con un movimiento suave de su mano a que guardara de vuelta el arma, de esta manera si alguien se les unía al bar no llegarían en mal momentos realmente el era el ultimo en decidir que hacer o no, pero por el momento el señor Eggstein llevaba razón, era mejor guardar las armas para despues, esos entes no se venían con juegos si es que habían tomado su tiempo para preparar la cabeza del propio Uriel de esa manera tan poco convencional.

—Independientemente de quien les cause mas desconfianza señores, usar un arma debe ser hasta que se tenga plena certeza de que no cometeremos un error— Comentó posteriormente, a ambos hombres pues realmente aun estaban a ciegas, usar un arma era solamente cuando tuvieran un buen indició de que habían encontrado a uno de esos entes de los que se había hablado ya anteriormente —Si esta decidido señor Callahan a tanto para salvar el Zeppelin, propongo que aquellos a los que mencionaron sospechosos les prestemos mas atención, a veces el observar puede ser mejor arma que el actuar ¿Saben? Si tiramos de todas nuestras armas para lograr encontrar la verdad sobre el asesinato de Uriel, seguramente saldremos victoriosos— Terminó de decir, esperando la respuesta de los hombres que había en la habitación en esos momentos con ella, la desconfianza estaba entre todos realmente y ella misma suponía que era normal, eran las primeras horas despues de un asesinato pero estaba segura que en esos momentos, aunque no se pudiera tener la plena confianza, unir fuerzas era lo mas sensato.

Callahan había devuelto el objeto a su funda, quizá por el consejo de Abby Nell Porter o la llegada de más integrantes de la tripulación. Tal vez los millonarios tuvieran razón. Convenía se prudentes ante todo. Por ahora, ambos serían los únicos que estarían al tanto de su secreto.

-Enviaré a von Hindburg a la celda con Bösengeist, es todo lo que haré por ahora -confirmó, observando también que la señorita Roth y el conserje habían irrumpido en el bar-. ¡Señorita Roth, Scrafy! Siéntense, por favor. Estamos tomando un trago. Hablábamos sobre los posibles sospechosos. Quizá, poniendo algunos de nuestros pensamientos en común, lleguemos a una conclusión certera.

-Un refresco de Lima, Vi. Tengo la garganta seca de sorprenderme. -Dijo nada mas llegar al bar.

-¿Sentarme? Bueno si usted lo precisa. -Obedeció al nuevo jefe, sentándose en su misma mesa, mientras esperaba su refrigerio.

Vi llega y mira algo extrañada a Callahan. Se muerde el labio, pero atiende a sus labores.

Le sirve con su habitual sonrisa a Scrafy su refresco y aunque no se sienta, se queda de pie al lado de la mesa, al fin y al cabo estaba trabajando y ellos podrían querer algo.

¿Y de que sospechosos estabáis hablando? Pregunta curiosa. 

-Hablábamos de von Hindburg y Venancio, el maquinista -indicó el jefe de seguridad, mientras le servía una copa de whisky a la camarera para que se uniese al grupo-. De entrada son los que más sospechas nos han generado. Si todos están de acuerdo, no sacaré a von Hindburg de la celda. Considero que es uno de los más sospechosos del grupo y no me fío de él.

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