Partida Rol por web

Era el debut de tu grupo de animadoras. Tú eras la chica más popular del insti, todos hablaban de tí: Ellas te odiaban porque eres perfecta y todos ellos querían follar contigo. Hasta aquí todo era perfecto. Sin embargo, el día más importante de vuestra carrera, en el que bailábais en la convención internacional de animadoras todo se torció. Yamie, tu mejor amiga comenzó a morder a tus compañeras en pleno baile. Algunos del público la imitaron, y como animales empezaron los despedazamientos y la sangre y órganos por el suelo. Ahora, la gente corría despavorida ante un pequeño ejército de... ¿"zombies"? Dios, pero si los zombies solo eran cosa de videojuegos... pero ahí estaban, delante tuya. Todo pasaba como si fuera a cámara lenta, mientras tú, vestida de animadora y con los pompones aún agarrados enfurecías cada vez más y más.

La sala era cuadrada, al otro lado había un paragüero lleno de paragüas, pues estaba lloviendo fuera. Tu estabas desarmada aún, montada en el escenario del lugar. El salón de actos era grande, y tenía una salida hacia la derecha del escenario y otra al fondo, junto a los paragüas. También habían muchas sillas, volcadas y rotas, por lo que algunas habían perdido la pata con todo el revuelo... pero antes de eso tenías que hacer frente a esas dos compañeras que, convertidas en zombies, se avalanzaban sobre tí para comer tu cerebro.

Ahí estaba Astrid, bailando como tan maravillosamente lo hacía siempre, en medio del escenario de la Convención Internacional de Animadoras. Agitaba los pompones y sus delicadas curvas al ritmo de la música. Dejando a la mitad del público boquiabierto, pero, en menos de un par de minutos el caos reinó en la sala. "¡¿Que cojones haces, Sindy?! ¡Vale que esta mañana Stacy halla roto tu pintalabios favorito, pero no hace falta morderle un brazo, y menos en un momento como este, dejad las peleas de hermanas para otro momento!" pensó muy cabreada. Pocos segundos después de dio cuenta de que no solo Sindy se estaba comportando como una caníbal, sino que gran parte de la sala parecían recién salidos de The Walking Dead. "¿Qué clase de broma es esta?" se preguntó mentalmente hasta que vio como Sindy le arrancaba medio brazo a Stacy de un mordisco y la sangre de esta le manchaba la corta minifalda. "Que le jodan, nunca me cayó bien esa zorra..." No sabía porque estaba más cabreada, porque le hubieran manchado su falda favorita, porque hubieran estropeado su debut o porque el Apocalipsis Zombie acababa de empezar. De todos modos controló su mala leche, pues no quería llamar la atención con cinco o seis insultos a voz de grito que hubiera soltado si las circunstancias fueran otras.

Salió de su ensimismamiento cuando vio que dos de las chicas que hasta hace poco estaban bailando con ella se acercaron con pinta de tener hambre. Miró de reojo la salida que había en un lado del escenario y les lanzó los pompones a la cara a las zombi-animadoras que querían probar su delicioso cuerpo, corriendo después a toda velocidad hacia la salida mientras sus exuberantes pechos botaban sin parar mientras corría. Se fijo en la pata rota y divertidamente afilada que caía pocos metros delante de ella. La cogería antes de salir del lugar, pues le pillaba de paso. 

Astrid corrió para saltar del escenario, pero justamente en ese momento tropezó y cayó del mismo. Otros dos zombies se avalanzaron sobre ella cuando aún estaba en el suelo, y no llegaba por unos centímetros a la estaca, así que tendría que quitárselos de encima antes.

Astrid lanzó una patada a uno de los zombies desde el suelo, pero pasó a escasos centímetros de uno de ellos. Nuevamente volvió a intentarlo, alzandó bien la pierna derecha, cosa que hizo que su corta y ajustada falda se remangara levemente, dejándo a la vista un fino tanga de seda roja. Logró golpear al que más cerca estaba de ella, clavándole el afilado tacón de su botín en la cara y lanzándolo por los aires a pocos metros. Aunque aún le quedaba uno.
 

Uno de los zombies cae fulminado por la patada que le propina la cheerleader. El otro intenta morderla sin éxito, pues ella es más rápida y lo sabe esquivar.

¡Aléjate de mi, idiota!

Astrid cogió el trozo del asiento de una silla y se lo lanzó al zombie a la cabeza, aunque claro, más que daño le hizo cosquillas. ¿De que le iba a servir lanzarle un trozo mullido de silla? Sin saber que hacer intentó arrastrarse por el suelo hasta el trozo de silla afilado.

De nuevo el zombie intenta morderla pero no lo consigue, ya que la chica no se está quieta.

Por mucho que se esforzaba el trozo de silla seguía demasiado lejos, asi que optó por escabuirse de esos malditos zombies para poder salir del edificio. Se levantó rápidamente y corrió hacía la salida del escenario, cogiendo por el camino el dichoso trozo. Soltó un leve gruñido al notar como sus pechos seguían botando cada vez que corría. "Maldita sea, si estuvieramos en el instituto tendría a todo el equipo de fútbol babeando a mis pies. Creo que esos zombies estan babeando también, pero dudo que sea por como se me mueven los pechos..." se dijo mentalmente.

Sales del lugar al pasillo principal que da hacia el patio por un lado y hacia varias aulas por otro. Te encuentras en el pasillo unos cinco zombies que se percatan de tu presencia. Uno de ellos cae al suelo y una pistola que llevaba en el bolsillo resbala hasta tu pie.

Nada más salir hasta el pasillo Astrid cerró la puerta, atrancándola con el trozo de silla que llevaba todavía en la mano. Cuando quiso mirar al frente se dió cuenta del caluroso comité de bienvenida que la esperaba. Cuando uno de ellos fue a saltar sobre ella se tropezó, cayéndose. Sonrió al ver el arma que salía del cuerpo del zombie hasta llegar a sus pies. Cogió la pistola, quitó el seguro y deslizó el dedo por el gatillo, apretándolo para volarle la cabeza al zombie que había caido delante de ella.

Gracias por todas esas tardes de tiro, papi...

Se dijo a si misma mientras se relamía los labios. Ser hija de un respetable policía no estaba tan mal a veces.

El zombie que te ha "dado" el arma cae fulminado al suelo del balazo recibido en la cabeza. Sus compatriotas se dan la vuelta y comienzan a andar lentamente hacia tí. Están a una distancia prudencial y parecen moverse lentamente. Era hora de divertirse.