Partida Rol por web

Desde que llegaste a Belir han pasado algunos meses. Las chicas fueron en busca de la furgoneta accidentada y pudisteis pasar el invierno con todo lo que en ella había. Ahora formas parte del lugar, te has integrado, y todas te aprecian como a una más. Durante este tiempo has ayudado en diversas tareas, además de seguir con el trabajo de los huertos.

Limpiasteis la fosa, y otras muchas que las chicas confesaron tener por ahí, ya enterradas. En total una treintena de cuerpos, de hombres que se portaron mal, y cerca de medio centenar de zombis. Habéis cavado una red de acequias, con la idea de que el agua de lluvia limpie el suelo poco a poco, y habéis removido la tierra en torno al asentamiento, en las zonas que crees más propicias para cultivar.

La primavera está cerca, los días empiezan a ser más largos, y el sol empieza a calentar algo. Las primeras flores empiezan a brotar, y pronto llegará el momento de la siembra.

Aún queda mucho por hacer, aportar el calcio, que aún no tenéis, y buscar más semillas.

En este tiempo algunos viajeros han pasado por Belir, y durante sus estancias siempre te has mantenido oculto. Nadie sabe que estás aquí, tampoco nadie te busca.

Hoy despiertas en tu habitación.

Ahora que ya estoy dejando lista la tierra es hora de ir a hablar con el asentamiento cercano y pedirles echarle una mano a cambio de caliza y algunas semillas. 

Aunque estoy bien con ellas, no me siento relajado al 100% quiero cumplir mis objetivos y seguir mi camino. 

Cuando planteas a Luana que ya es hora de ir al asentamiento vecino a negociar por la caliza se ofrece para acompañarte, entusiasmada. Al día siguiente, al amanecer, os disponéis a emprender el corto viaje de medio día que separa un asentamiento de otro. Aunque la temperatura ha bajado considerablemente desde que llegaste aquí, llevas contigo el regalo que las chicas te hicieron hace unos meses: un gorro y unas manoplas de lana.

Tomáis la carretera Luana y tú, con el sol que empieza a levantarse a la espalda. Las plantas empiezan a florecer.

Salimos temprano de camino a A Torre, así hemos calculado que llegaríamos por la tarde antes de que oscurezca. -A mí no me gustaría entretenerme demasiado por el camino, hacer las paradas justas, quiero llegar cuanto antes y no sabemos qué podemos encontrar por el camino, y eso siempre es mejor por la mañana que hay luz- le comento a Luana. Temiendo encontrarme un zombi de esos raros como el que vi antes de llegar a Belir.

-¿Tú ya has venido antes a este asentamiento?- le pregunto a Luana.

- Sí. Aunque hace mucho tiempo ya. No es como Belir. Es... un poco más duro.

El trayecto transcurre sin sorpresas. El paisaje cambia bruscamente, y de un mar de árboles secos de los que empiezan a brotar hojas verdes y jóvenes pasáis a un yermo, cubierto de grava y polvo de colores grises y rojizos. Es desolador.

Ya cerca de mediodía os paráis a descansar y comer algo. A lo lejos una enorme edificación sobresale de entre colinas artificiales de grava y cascotes de piedra. - Aquello es A Torre. -te indica Luana.

Descubres unos huesos roídos no muy lejos de donde estáis comiendo. Al fijarte ves unas pisadas, pequeñas huellas, muchas, de perros. Por aquí debe haber alguna jauría de perros.

Tras comer seguís caminando hacia el asentamiento. La visión del enorme edificio engaña, y hace creer que está cerca, pero aún falta bastante.

El lugar es árido, el aire es mucho más seco que en Belir, y diversos olores vienen a tu mente, como el olor del hierro y del yeso, todos provenientes de los montones de grava y escorias que os rodean.

No me da muy buena vibración lo que rodea este asentamiento, perros hambrientos? o lobos? yo me quedo pensando en todo lo que veo a cada paso. Pero en cierta manera me tranquiliza que Luana ya haya venido antes y que no le llame la atención nada.

Le propongo a Luana- ¿Te parece si aceleramos el paso?- a ver si me dice que sí porque estoy deseando llegar a donde sea que nos lleve este camino.

- ¿Por qué? ¿Qué ocurre?

No quiero parecer demasiado asustadizo, pero no me gusta lo de los perros come huesos. Y no paro de darle vueltas a lo del zombi aquél, nadie me ha dado más información así que me encuentro intranquilo.

- no , nada que estoy cansado, quiero llegar y descansar- la miro y sonrío esperando que me vea antes como a un quejica que a un débil -es que parece no vamos a llegar nunca, a cada paso parece que se aleja más- y vuelvo a sonreírle quitándole hierro al asunto.

Un poco más adelante un fuerte olor a podredumbre os rodea. Luana se detiene y mira alrededor, agarrando su lanza con ambas manos y adoptando una actitud defensiva.

Tres perros salen de entre los montones de grava y se sitúan ante vosotros. Están bañados en sangre y sus carnes están hechas jirones. Son perros zombi.

Al verlos te quedas paralizado. Dos de ellos son muy rápidos, y os atacan a Luana y a ti, sin éxito. Conseguís esquivar sus dentelladas. Luana reacciona antes y con su lanza atraviesa a uno de ellos, acabando con su no-vida. El tercero aprovecha para abalanzarse sobre ella, y la muerde en el brazo, apretando con fuerza sin soltarla.

Cojo mi bastón, que recientemente he mejorado y aún no había usado, y le clavo el extremo que tiene los pinchos en la cabeza del perro que tiene Luana enganchado al brazo.

Éste cae al suelo y me dirijo a Luana-¿Estás bien?- rápidamente busco el otro perro que queda para intentar matarlo también.

El tercer perro se enfrenta a vosotros, pero por un momento parece dudar. Luego se lanza contra Luana, a la que cree más débil al verla sujetarse el brazo. Se engancha en su otro brazo, y le rasga las ropas. Luana se retuerce de dolor y se hinca de rodillas.

Acabas con el perro. Pero Luana no está bien. El brazo le sangra mucho, y en su cara puedes leer que es serio. Te mira, y con la otra mano te tiende su cuchillo, que es más grande del tuyo, y con un lado de la hoja dentado.

- Me ha mordido. -dice aparentando calma, pero con los ojos llenos de lágrimas.- Córtame el brazo. ¡Hazlo rápido! ¡CÓRTALO!