Partida Rol por web

- Espero que el resto de la información del viejo nos sea de utilidad y podamos encontrar el mejor camino posible - dijo Noren pensando en el viaje que les esperaba. No le convencia el viaje a través de los pantanos... eran un zona peligrosa en caso de extraviarse.

Morkai seguía absorto mirando por la ventana reflexionando sobre a qué sabrían esas cosas voladoras. Los enanos llevaban un rato hablando sobre cosas intrascendentes, y su voz grave empezó a tener un efecto somnífero en el semiogro al que se le cerraban los ojos.

— Estamos de acuerdo. Solo nos falta contratar a los porteadores y a la mercenaria. Espero que lleguemos a un buen acuerdo — una pequeña sonrisa emergió en su rostro. Luego vio al semiogro en la ventana. La sonrisa desapareció. 

Firfin miró con cierta desconfianza a los enanos – Yo había entendido que se me adeudaba dinero, parece ustedes mismos hablaron de que mi paga restante llegaría una vez que demostrase que podría traerles a guerreros y porteadores – dijo el ladrón siendo sumamente sincero y tajante.

Incluso, faltaban detalles al respecto. – Más aún, nada se ha hablado de mi participación en su misión. Nunca me preguntaron al respecto, solo pidieron que consiguiera todo lo que necesitarían bajo cierta recompensa no establecida por ello. Ahora, si queréis que yo os apoye en su viaje, habrá que fijar el pago – sentenció Firfin.

 – De los porteadores y la mercenaria, veré que puedo hacer, una vez resolvamos negocios entre nosotros. Seguramente cuando les entrevisten ustedes mismos, podremos conseguir regatear con ellos bajo alguna buena promesa o bien simplemente alegando que están pidiendo mucho. Y una vez que terminemos con eso, si seguimos haciendo negocios, entonces podremos analizar el tema de los recursos para el viaje – dijo finalmente Firfin, esperando que los enanos entendiesen que no iba a ayudarles por mera voluntad.

— Pues... os prometimos 200 gramos de sal por llegar hasta aquí. Habéis cumplido y os hemos pagado — contraatacó el enano — hemos pagado por vuestra estadía y vuestra comida. Y pagaremos por vuestros servicios en cuanto terminemos de preparar la expedición — continuó sin aclarar demasiado.

— Respecto a vuestra participación en la misma... depende de vos. Como dije, si decidís acompañarnos creo que correspondería que también recibieras algún pago. Claro que debéis decidir si queréis ser un simple empleado o tener algo de participación en las decisiones — Tras una pausa se explicó — Un empleado quizás reciba algo más de sal por semana, pero solo deberá cumplir ordenes, como el resto de las personas que empleemos. Si queréis tener una participación mayor, tanto en las recompensas como en las opiniones, solo os abonaremos un monto simbólico, pero os consideraremos un par a la hora de decidir. Es vuestra decisión —

Enanos, siempre lo mismo – vos sois un enano inteligente, lo reconozco – mentía – pero te pido no me trates como un tonto. Soy un negociador hábil, he negociado a lo largo de mucho tiempo, y entiendo ya mucho de lo que aquí sucede. No me digas que es mi decisión participar en una misión que no se me explicado, con una tarea que no se me ha asignado, con objetivos que no se me han dicho y con un pago que no se ha fijado. Solo un niño tonto diría si a algo de lo que no tiene la menor idea – Firfin esperaba que quedase lo suficientemente claro para los enanos.

– Me pides que elija si quiero ser un simple empleado o si quiero ser o tener algo de participaciones en las decisiones. Déjame que te pregunte entonces enano, ¿Un simple empleado en que trabajo?, el trabajo lo determina todo. Y ¿Qué implica para ustedes, honorables enanos, el tener algo de participación en las decisiones?, ¿cuáles serían mis derechos? y ¿cuáles mis deberes? –.

— Pensé que te habías dado cuenta en función de lo que se habló en esta habitación — la respuesta de Aren dejaba claro que, desde su punto de vista las dudas de Kraken no tenían tanto asidero como quería hacerles creer.

Sin embargo, sabiendo que pronto debían dirigirse a la sala de la taberna para entrevistar a los posibles miembros de la caravana, intentó explicarse un poco más — Nuestra tarea es encontrar a un ser llamado Ewandor en el valle. El objetivo de la búsqueda es obtener cierta información para, con ella, buscar una reliquia de nuestro pueblo. No tenemos permitido hablar demasiado sobre ello — se excusó por no dar más información al respecto — Es probable que la misma también esté en el valle. O quizás no. Realmente no lo sabemos —

— De cualquier manera, la misión, en primer término es llegar a encontrar a Ewandor. Y luego seguir sus indicaciones hasta encontrar ese objeto. En cuanto a vuestras tareas... — el explorador dudó un poco antes de continuar — ... es difícil de definir. Yo creo, particularmente, que habéis demostrado tener recursos y eso siempre es útil. Vos decidís si preferís ser solo el capataz de la gente que contratemos, informándole de nuestras decisiones respecto a como continuar, o queréis que tomemos en cuenta vuestra opinión como miembro activo de la expedición para tomar esas mismas decisiones. En capataz es un empleado. Un miembro activo no lo es —

— Eso es lo que creo yo pero, como habéis visto en el caso de nuestro amigo Morkai, las decisiones importantes intentamos tomarlas por consenso, o por lo menos por mayoría. Por eso, mas allá de lo que os pueda proponer yo, y ahora lo haré, mis compañeros definirán si lo que yo creo tiene sentido. O si debemos mejorarlo de alguna manera —

Tras unos instantes para organizar sus propias ideas agregó — Mi idea, podemos discutirla, es que dos tercios de lo que podamos encontrar sea para los jefes de la expedición y un tercio se reparta entre todos los empleados de alguna manera. Y de los esos dos tercios que nos tocarían, nosotros — señaló a los dos enanos restantes y a si mismo — sabemos que hay un objeto que realmente nos interesa, el resto servirá, en nuestro caso, para seguir mejorando nuestras posibilidades de cumplir la tarea que nos encomendaron. En el vuestro... vos tomareis vuestras propias decisiones —

— Si preferís un sueldo seguro, podemos definirlo. Y os tocará repartir con el resto ese tercio de posibles tesoros. En caso contrario seguiremos haciéndonos cargo de vuestros gastos, escucharemos vuestras opiniones y tendréis una mejor parte del botín. Como dije, vos decidís — Y tras una pausa agregó — Al igual que mis hermanos —

— Me niego  — Oten se levantó de la silla. 

— ¿Pretendes que el voto del humano al que conoces de dos días valga lo mismo que el de tus hermanos a los que conoces de toda la vida? ¿Acaso te has vuelto loco, Aren? Es un humano por Kramor. ¡Un humano! ¿Qué le importa a él nuestra misión? ¿Crees en verdad que tomará decisiones para el bien de nuestro pueblo o lo hará en su propio interés o para salvar su pellejo? —

— Por todas las tumbas de Kalaz-Dhur, Noren. — Oten se giró hacia su otro hermano

— Dime que, al menos, en ésto, estás de acuerdo conmigo — 

Noren permaneció en silencio mirando gravemente a Aren y Oten mientras expresaban sus opiniones, una vez más contradictorias.

- Aunque pueda llegar a fiarme del humano, no creo que su opinión deba tener el mismo peso o valor que las nuestras.... al menos no en esta misión, no cuando el futuro de nuestro pueblo depende de nosotros - dijo Noren en lengua enana de forma que sólo ellos tres entendieran sus palabras.

Aren observó a uno y otro enano y finalmente se encogió de hombros antes de contestar en el mismo idioma — Si ambos están de acuerdo, así sea. Creo que su opinión puede ser útil. Será una mirada distinta —

— Y es solo uno. Nosotros somos tres. Debe convencer a dos de nosotros para hacernos cambiar alguna de nuestras decisiones. Y si lo consigue... bueno, quizás sea bueno que alguien tenga una forma de pensar que no sea enana — Probablemente, acostumbrado a vivir de la naturaleza con la sola compañía de su oso, el explorador era quien mejor entendía la necesidad de una mirada distinta, no-enanil, a los problemas, pero no por ello podía imponer su opinión a sus compañeros.

— Pero si no quieren tener la oportunidad de escuchar una opinión distinta a la nuestra, definan Uds. cuanto quieren pagarle. E incluso si quieren que nos acompañe —

"De cualquier manera está claro que siempre tendremos opiniones distintas" no pudo menos que pensar al darse cuenta que, desde que habían salido del reino enano, nunca habían conseguido tener exactamente las mismas opiniones ante ninguna circunstancia "Debe ser porque somos enanos" filosofó

- Yo no he dicho que no lo escuchemos hermano - respondió Noren mientras apoyaba su mano en el hombro de Aren - sólo he dicho que su opinión no puede tener el mismo peso que las nuestras. Y en eso parece que estamos de acuerdo.

Noren se giró hacia el humano y pasó al idioma común antes de añadir. - Y con lo que te ha contado Aren acerca de nuestra misión ¿ya has tomado tu decisión?

Aún asomado al ventanuco, el semiogro simplemente levantó la ceja mirando de soslayo la conversación cuando los amos cambiaron de idioma. Pequeños amos discuten mucho. No tener jefe es un problema. – Pensó mientras volvía a mirar la bulliciosa metrópoli.

Firfin se encongió de hombros, – si no confían en Kraken, el Kraken no confía en ustedes; así de simple. Poned entre aquellos en los que no confían, yo confiaré en ellos – respondió con sinceridad mientras jugaba con una moneda – no me ha pagado mi estadía ni los alimentos, eso lo he costeado yo, con el esfuerzo a lo largo de años, con la sangre derramada y la confianza ganada. Mi fama me precede y la amistad de muchos me sustenta – exclamó haciéndose el indignado y dolido por el comportamiento de los enanos. Su mano en el corazón buscaba reflejar su dolor, aunque con cierta farsa en su boca, pero sin llegar de momento a la burla.

A – Las cosas no son tan fáciles señores enanos. Sus ojos, no alcanzan a ver más allá de sus pies. Y no os quiero ofender, pero deberían tener claro ya que se moverme bien en esta ciudad y que conozco a mucha gente. Si yo no buscase el bien de su misión, si no me hubiera comprometido en su causa, fácilmente habría robado sus cosas o incluso habría ofrecido una buena historia a algunos clanes locales para que les cortaran el cuello y luego simplemente dividiéramos las partes. Tal cosa ni siquiera llego a pasar por mi corazón – Firfin mentía y en sus adentros sabía que bien que lo había pensado, sobre todo lo de robarles las pertenencias, y es que habría sido más fácil que luchar contra la necedad de aquellos enanos.

– Y sé que mis palabras les escandalizan, pero es que han sido tan torpes, que yo mismo he tenido que cubrir sus pisadas varias veces. Aren ha retado a Makeda, el mayor contrabandista de esclavos de la ciudad, cuyo coliseo presenta quizá los mejores combates que podrían llegar a ver en su vida. Eso fue tonto, y despertó en Makeda no solo la curiosidad si no también la enemistad, ese hombre está acostumbrado a que le laman el culo, no a que se lo pateen –.

– Luego se ponen a hablar de sus planes sin más en frente de todos en una taberna de la peor ciudad del mundo conocido, exclamando botines y pertenencias. A estas alturas, ya han despertado la curiosidad de gente importante. Y les he aconsejado al respecto más de una vez. Y sin embargo, a mi me cierran las puertas y me hablan en lenguas propias para que no me entere de nada. Tontos enanos, ven enemigos donde no los hay, y no ven a aquellos les acechan entre las sombras. Su ceguera les costará muy cara en su misión –.

Firfin en aquellos momentos era sincero, aunque eso los enanos no lo sabían – No hablaré más, no desean que tenga voz, tal como antes exclamaron exigiendo que callase, entonces eso haré, callaré – “pero buscaré mi sobrevivencia y la de aquellos que la deseen tanto como yo” pensó para si mientras observaba a los antipáticos enanos.

– Pagad mis servicios de forma justa, y mi palabra y mi acción será justa con ustedes. Pagadme lo justo por haberles aportado la información sobre aquel sabio con el que han hablado. Pagadme lo justo por haber permitido que Morkai esté aquí. Pagadme una vez que tengan a sus porteadores y a la mercenaria. Todo ello merece un pago justo. Luego de ello habré de cumplir con los recursos para el viaje, los cuales aún no me han indicado, dadme la lista de todo lo que requieran comprar y yo lo conseguiré a buen precio, y cumplido ello, pagadme justamente.

Finalmente, mi último consejo, no demoren su marcha, partid pronto y partid de día; la noche no es su aliada. Y en cuando a mi paga por mis tareas durante el viaje, pagadme lo justo bajo su honor de enanos, se que no lo quebrantareis, pues se jactan mucho de ello – sentenció finalmente Firfin esperando terminar con ello aquellas molestas negociaciones.

— Creo que te confundes Kraken —

— Valoramos tus habilidades. Por eso te contratamos y por eso te pagaremos. Pero nuestra confianza es cosa distinta. Se necesita tiempo para ganarse la confianza de un enano— en sus exilios, Oten, había leído tratados filosóficos que hablaban sobre la facilidad de la raza humana para la amistad y los acuerdos. De como firmaban tratados y pactos que luego rompían con facilidad. Su historia, la de los hombres, estaba llena de guerras y asesinatos por no cumplir la palabra dada. 

— Veamos a esos hombres. Los porteadores y la mercenaria y luego hagamos los preparativos para partir. Antes iremos a ver al sabio.— 

Oten estaba confundido con Kraken. Todo lo que habia dicho era cierto. Habían sido torpes y, seguramente, si no fuera por él quizás ya le hubieran intentado asaltar. Era algo que debían agradecerle. Sin embargo, esas palabras suyas. Eso de que bien hubiera podido robarles él mismo o venderles, hacían pensar a Oten que, al menos, una parte de Kraken se lo había planteado. Sólo el tiempo diría si esa parte de Kraken vencería a la otra. 

El problema era que el tiempo transcurre de diferente forma para un enano que para un humano y quizás, Kraken, no tuviera la paciencia necesaria.

— Yo no he retado a... — repentinamente el explorador dejó de hablar "Quizás si lo hice. Después de todo quien sabe que significa retar a un humano?" dudó de sus propias acciones antes de corregirse — O por lo menos creo que no he retado a nadie — modificó sus propias palabras — por lo menos se que ningún enano enano se hubiese sentido retado. Aunque con los humanos quien sabe. Son complicados —

Mirando a sus compañeros insistió en su idea original, esta vez en la lengua que todos entendían — Probablemente sea cierto que nos ha ayudado más de lo que creemos. Quizás por eso es que necesitamos a alguien que pueda opinar distinto a nosotros. Sigo pensando que tener una cuarta opinión nos puede ayudar en nuestra misión. Pero no voy a intentar imponer mi idea. Debe ser una opinión consensuada —

Tras pensarlo un momento agregó, mirando al clérigo, dudando si hablarle en enano o, como finalmente hizo, manteniendo la lengua común "Después de todo que confianza le vamos a transmitir si usamos nuestra lengua para excluirlo" — Y hablo una cuarta opinión. Si, con el mismo valor que la de cada uno de nosotros. Y creo que debemos definirlo ahora — insistió mirando a Oten — Antes de ver a los porteadores. Precisamente, al tratar con humanos es cuando más nos puede ayudar su experiencia —

— Hermano, sabes que confío en ti. Que tu palabra y opinión son importantes para mí. — y así era. En el pasado, Aren le había guiado en momentos de verdadera dificultad y desde entonces se había forjado una sólida amistad entre ambos. En la Capilla de Haradrum*, Oten, había jurado lealtad a Aren. Un juramento con sangre grabado por un Artífice de Kramor** en la Piedra Sagrada de Marak***. Nada de este mundo podría romper eso. Nada. Es Ley entre los enanos.

— Cambio mi voto — y no era porque su opinión había cambiado. No. Seguía pensando lo mismo del humano. De hecho desde su encuentro en el páramo, su confianza en él no había hecho sino decrecer. Kraken era volátil, cambiante y posiblemente su pasado estaba lleno de fechorías y mentiras pero Oten pensó en que, en aquel momento, era lo mejor para la misión. 

Oten se echó en su silla y desde allí miró hacia la ventana. Vio a Morkai y, al fondo, la ciudad humana. Tan enorme como perversa. Por primera vez sintió que aquella misión iba a ser una verdadera prueba para todos ellos. 

Mientras los enanos y el bribón discutían en la intimidad de la habitación de su posada un individuo delgado y ágil se movía por los callejones más oscuro  de Gäenor. La capucha de su capa gris impedía ver su rostro pero durante un breve instante se atisbó una perilla de pelo rojo llameante. Al alcanzar la puerta trasera de una casa destartalada golpeó tres veces con sus nudillos en la madera. Antes de que se contasen treinta latidos se abrió una pequeña abertura en la madera por la que se asomaron unos ojos de mujer.

—¿Quién va?— preguntó desconfiada la mujer.

—He visto a los enanos.— dijo el encapuchado —¡Han comprado al Gran Morkai para que les acompañe! ¡Hemos de avisar al extranjero!

—¿Estás seguro de que eran ellos?

—¿Has visto muchas excursiones de enanos que se dirijan hacia el Valle de los Sueños últimamente?

La mujer permaneció un momento en silencio y finalmente cerró la pequeña ventanilla. A continuación se escuchó el ruido del picaporte de la puerta mientras se abría.

El orgullo de Firfin estuvo cerca de salir a flote, negándose a tomar partido en la posición y reglas que los enanos quisiesen, y en vez de eso se quedaría atrás expectante y seguro de su andar; más aún, bien sabía el que en todo aquello, nada detendría su lengua, para bien o para mal.

Pero cierto era que seguir a su orgullo no era un acto inteligente, por ello el ladrón habría de seguir su lógica. Los enanos hablaban, el les escuchaba, y de sus palabras el encontraría las herramientas para sacar alguna recompensa, aun cuando los enanos se negarán a dársela.

– Se hará como ustedes digan – respondió Firfin siendo educadamente condescendiente, – el  Kraken atenderá a su llamado – concluyó esperando la decisión final de los enanos.

[Que prepotencia... hablar de sí mismo en tercera persona] - gruñó en voz baja Noren ante las últimas palabras de Kraken. Permaneció unos segundos en silencio mirando alternativamente a Aren y Oten y sacudiendo la cabeza se animó a hablar.

- Está bien... si los dos estáis de acuerdo le daremos voz al humano. No porque me fié de él... aún no se lo ha ganado, pero sí me fió de vosotros - concluyó