Partida Rol por web

Noren no reprimió el suspiro al ver que caía el campeón. Pero el alivio duró muy poco, porque vio cómo los demás estaban recibiendo una paliza a manos, o garras, de la montura dentada del hombre lagarto.

-¡Eh! ¡Ven aquí! ¡Ya terminé con tu jinete, ahora te toca a tí!- le gritó el enano, corriendo hacia allí, no sin antes cortar la cabeza del campeón con un hachazo limpio en la zona blanda de la garganta.

Cuando estuvo a una distancia "prudencial" (distintos autores difieren en cuánto es prudencial para un enano en estado de frenesí victorioso por la gloria de Kramor) le lanzó la cabeza al lagarto.

-¡Ja! ¡Mira lo que te espera!- le gritó mientras sostenía con fuerza el escudo y le daba un golpetazo con su hacha para llamarle la atención y sacarlo de donde estaba.

Estaba listo para recibir la carga y terminar de liquidar al bicho, aunque todavía en su cabeza le rondaban las palabras de su instructor sobre correr riesgos innecesarios...

— Malditas piedras. A quien se le ocurre ponerlas allí? —  no por ilógicas, las palabras de Aren resultaban menos reales despues de la cantidad de piedras que habían decidido golpear su cabeza. Concentrándose en su manos en lugar de en su cabeza, que le dolía demasiado por los golpes, aferró el carcaj y se dejó caer por el costado del enorme lagarto, buscando poner algo de distancia entre ellos.

Rodando por el suelo y preparándose para usar su arma nuevamente no pudo menos que exclamar mientras verificaba que las flechas estaban en buen estado — Pero no pienso darte la oportunidad de volver a golpearme. Esta noche pienso comer lomo de lagarto asado! — finalizó sin estar siquiera seguro de que realmente estuviera interesado en probar esa receta culinaria.

Un bonito juego del pilla pilla, eso era lo que estaba haciendo Morkai. Un mortal pilla y muerde, más bien.

Habiendo llamado la atención del bixo, gritó: ──ehe, bixo, ehe──, tal y como había visto que lo hacían en la arena unos tipos muy raros que se dedicaban a esquivar toros. No tenía trapo, pero...

Así que se dedicó a darle rabia al lagarto y hacer que le persiguiera más y más, mientras los demás le machacaban... A ver si se podía hacer unos pantalones nuevos con su piel, jolines.

Firfin se levanto muy adolorido del polvoriento y rocoso suelo. Aquella bestia lo había arrojado lejos, y no había conseguido cumplir su propósito. Maldiciendo para si en sus adentros, el ladrón no hizo más que sacudirse el polvo, no iba a arriesgar más su vida si no era del todo necesario, y es que bien confiaba en que los demás podrían acabar la tarea solos, o bien aguantarían lo suficiente como para que su astucia y destreza concretasen algún plan.

Por ello se puso en marcha buscando entre las armas de los hormigompres y los hombres lagartos. Firfin buscaba duras picas y letales tridentes. Seguro algo podría encontrar en las proximidades a la batalla que ahora se desarrollaba contra aquella bestia.

—Pero ¿qué puñetas hacen?— bramó enfadado Kramor desde el Monte de los Dioses —¿Es que lo va a tener que matar todo mi clérigo?

—Una vez vi en otro plano mortal unos individuos que se dedicaban a bailar saltando por encima de los toros. Era fascinante como lo hacían, dando cabriolas por encima de sus cuernos.— dijo Random —Esto es muy parecido. Consiste en saltar de un lado a otro despistando al monstruo pero sin llegar a matarlo, por el placer de desafiar el peligro y...

—¿Me estás vacilando?

El dios de los aventureros sintió que era prudente callarse cuando Kramor clavaba una mirada como aquella. Estaba claro que la danza de 'sígueme a mí' que se montaban Noren y Morkai no estaba fascinando especialmente al dios de la guerra.

Y parecía que el lagarto tampoco lo encontraba demasiado fascinante. Sobre todo cuando la espada de Oten rasgó su barriga. Eso suele ser algo que te hace plantear, por muy lagarto gigante que seas, que pintas en un campo de batalla. Tu jinete muerto, un molesto enano clavándote cosas y otro preparándose para lanzarte aguijones. Eso sin contar al taimado humano que estaba ahora recogiendo objetos punzantes de entre los amos muertos. ¿Y los que bailaban gritándole? Una vez el lagarto había visto a uno de sus amos hacer una danza parecida para atraer rayos desde el cielo.

Así que el lagarto gigante decidió que ya tenía bastante y aprovechando uno de sus coletazos finales —uno que por cierto recibió Stela de regalo de despedida¹ —el monstruo se deslizó entre los dos 'recortadores'² para internarse entre la foresta en dirección al río. ¡Si en el fondo hasta tenían pinta de ser unas presas correosas y duras!

—Ese cuenta ¿No?— Dijo a Stela mientras observaba como el lagarto huía escabulléndose entre los arbustos y jaramagos. Oten sabía que no, que no contaba pero había encontrado cierto gustillo en eso de increpar a la humana.

El sacerdote limpió la sangre de la espada frotándola con tierra y cuando estuvo limpia, se la entregó de vuelta a Aren

—¿Cómo estás?— Le preguntó a su querido amigo

Luego se giró y mirando ahora al resto

—¡Ha sido una gloriosa batalla! Tened por seguro que Kramor estará satisfecho y que os bendecirá a todos.— Miró a Morkai. Sí. Ese “todos” le incluía a él.

—Por cierto.... — se rascó la barba

—¿Dónde diablos está mi martillo?— 

Al  notar que el lagarto huía, Aren no pudo menos que despedirlo con un disparo que se clavó certero en las ancas del enorme animal, que ya había recibido un zarpazo de Rakard al pasar a su lado

— Ja! Con mi arco las cosas son distintas — no puedo menos que afirmar al notar el éxito de su acción — No hay lagarto, ni grande ni chico, que se me resista — añadió orgulloso de su puntería.

Al notar el interés del clérigo en su estado se encogió de hombros antes de reconocer que no estaba tan bien como hubiera querido — Un poco lastimado, pero vivo. Que es más de lo que pueden decir los lagartos y las hormigas — sonrió orgulloso antes de llamar a Rakard a su lado — Solo que la próxima vez deberíamos atenernos al plan — no puedo menos que reclamar sin aclarar, como de costumbre, cual era el famoso plan — Así hubiera sido más sencillo y hubiéramos recibido menos heridas —

Tras un momento preguntó — por cierto, alguien vio por donde se fue el gnomo? No se si tengo fuerzas como para ir a buscarlo en este momento, tanto Rakard como yo estamos bastante cansados pero no me gustaría que volviera con refuerzos, deberíamos estar atentos a que no venga nadie desde esa dirección — Tras una pausa agregó — Ni desde los restos del hormiguero que Morkai destruyo con tanta habilidad —

Noren avanzaba alegre hasta los demás, cuando escuchó a Aren mencionar el gnomo.

-¡Mierda! ¡El gnomo!- se agarró la cabeza, sacándose el casco para secarse la transpiración con un trapo sucio que tenía para esas lides, y miró hacia atrás, donde estaba el cuerpo del campeón hombre lagarto.

-Estaba allí cuando me emboscaron el lagarto y su jinete, pero no pude prestarle mucha atención- dijo el guerrero -¿Están todos bien? Tal vez deberíamos aprovechar para cruzar el río y que no nos puedan seguir- miró hacia lo lejos, donde estaba el Slörvit con las mulas y el resto de la comitiva -Y deberíamos tirar al río esa profanación que ha hecho el gnomo-

El enano estiró los brazos y crujieron algunos huesos. Había recibido una linda tunda, pero no era suficiente como para que se preocupara, ni él ni los demás.

-Kramor ha tenido un lindo espectáculo, ¿no es cierto, Oten?- dijo orgulloso dándole una palmada en el hombro -Aunque si no encuentras tu arma...- y rió.

──Se va...

Con tristeza, Morkai comprobaba la fuga de sus pantalones nuevos. Y con esperanza veía volar la flecha de Aren. Todavía podía hacerse los pantalones de piel de lagarto. No iba a fardar ni nada. Miraba también el montón informe en que se había convertido el hormiguero y con las mismas decidía no intentar recuperar su espada. A la vista tenía dos o tres buenas trancas que le servirían muy bien, y eran un clásico. ¿Quién puede decir que no a los clásicos?

Señaló la que le gustaba. Era bonita, seguro que cómoda de empuñar, y tenía un nudo en lo que iba a ser el extremo de machacar que le parecía muy erótico. Formaba parte de un arbolillo cercano.

──¿Alguien cortar a Morkai rama? Morkai necesita tranca.

Se incorporo de nuevo escupiendo polvo. Estaba dolorida y magullada pero era un poco mas sabia: por cosas como esta se recomendaba a la infanteria emplear armas de asta contra la caballeria. Estiro las extremidades arrancandose un par de crujidos y se acerco a recoger su espada y el escudo.

-Estoy bien-dijo sacudiendose el polvo de los hombros. La unica parte de su armadura limpia era la amplia franja barrida por el coletazo del monstruo.

Su equipo estaba igual que ella, sucio y lleno de magulladuras. Aquella noche antes que nada tenia que darle un repaso a las correas de su armadura, coser unas cuantas escamas, limpiar y afilar la espada y apretar las juntas del escudo. "Cuida a tu equipo y el cuidara de ti" solian decir en su escuadra.

-Me niego a empujar ese cacharro-gruño refiriendose a la maquina de guerra-Ya he doblado bastante la espalda levantando piedras hoy. Si alguien quiere seguirnos y tomarse la molestia de traerselo, malo sera si no les oimos venir.

El lagarto se había largado entre los matorrales con la flecha de Aren clavada en un anca. Renqueante, sangrando y probablemente enfurecido. Pero había logrado huir.

Los héroes revisaban sus heridas pero fue cuando el mismo Aren preguntó por el gnomo cuando una vocecita se escuchó detrás de un árbol.

—En realidad no me he ido a ningún lado.

El gnomo se asomó por detrás del mismo árbol. Era un individuo que levantaba poco más de medio metro del suelo, vestido con una camisa que en otro tiempo había sido blanca y chaleco. Su pelo iba repeinado hacia atrás y se había levantado los anteojos de cristal como si quisiera ver bien al grupo de héroes.

—Darniel Cincopuntas paraservirles, caballeros.— hablaba muy rápido, juntando algunas palabras y se movía con el mismo nerviosismos —Cruzar el ríoquizasnosea una buena idea. Los hombreslagarto se mueven bien porél y puedenrespirar bajoelagua sin dificultad. No descartaría que quedasealguno por ahí para emboscarles....

No llevaba más arma que una llave inglesa casi tan grande como él mismo colgada de su cinturón. Tampoco parecía especialmente asustado por los aventureros.

-¿Quién es éste?¿Otro enano?¿Le conocéis?

— Oh! Oh! — el rostro del explorador, mientras retenía a su fiel Rakard para que no se lanzase sobre el desconocido , demostraba que no se esperaba en lo más mínimo que el objeto de sus preguntas estuviese tan cerca — De cualquier manera, no pensábamos cruzar el... — repentinamente se detuvo mientras lo miraba con desconfianza — Ya decidiremos nosotros hacia donde vamos! — finalizó antes de mirar a la mercenaria

— No, no lo conocemos. Y OBVIAMENTE no es un enano — se explicó sin poder creer que para nadie, ni siquiera para un humano, hubiera dudas sobre el tema — Parece ser un gnomo — aclaró — Aunque no tengo idea que es lo que puede hacer un gnomo en este lugar. Y porque ha ayudado a los hombres lagarto con el slorvït — agregó — Seguramente, antes de darnos consejos sobre donde podemos o debemos ir debería explicarse al respecto.

Fue a agacharse para recoger su martillo cuando escuchó una estridente voz saliendo de detrás de un arbusto. Oten dio un respingo a causa del sobresalto, se giró y lo vio ¡El puñetero gnomo! Sí, allí estaba, tan tranquilo y hablando tan rápido que parecía hablar un idioma distinto.

—Tú.— Lo señaló con el dedo

—Cállate y estate quieto, eres nuestro prisionero.— El sacerdote agarró una cuerda, hizo un nudo corredizo y fue hacia el gnomo.

—Pon las manos detrás de la espalda y girate— le ordenó

—Voy a atarte, después responderás a nuestras preguntas.—

—Yo que tú no intentaría ningún movimiento en falso— dijo mientras se acercaba

—Nuestro oso lleva dos días sin comer y seguro que no le importaría comer carne de gnomo.—

Stela resoplo con desden mientras se arreglaba el pelo anudandoselo de nuevo.

El recien llegado era bajito y barbudo pero parecia amable. Sin duda, no era un enano. Deberia haberlo notado antes pero se justifico para sus adentros pensando que no se veian muchos tipos asi por Gäenor.

──Mmmmmmh──. Oten parecía que deseaba hacer prisionero al menda ese bajito. ──No mover, señor Paraservirles, Amo Oten atar muy bien, no estar incómodo──, dijo mientras se ponía de manera que cortara la fuga del individuo ese.

El gnomo se dejó atar por Oten y Morkai, sin intentar escapar ni hacer ningún movimiento sospechoso.

—¡Empiezaaser una costumbrequetodo el mundo me ateohagaprisionero!— se quejó lastimeramente —Los hombreslagarto me obligaron a construirelslorvit. Debo confesarquemesorprendió que tuvieranplanos tan complejos en suguarida. ¡Fue todoundesafío! ¿Sabéis loquecuesta encontrar herramientasadecuadas en medio delanada? ¿O explicarles a esosbrutos como debenencajar las piezasdemadera?

Miró alrededor y suspiró al notar sus muñecas atadas a la espalda.

—No seréquiendedeciros a dondeir, pero seríabueno iralgúnlado.... porque tardeotemprano los hormigombres van a reparar el derrumbeysalir en cantidad...

Mientras el gnomo decía estas palabras Roland y Tempest descendían de la loma trayendo con ellos a las mulas.

—¡Menudaexpedición tenéis montada!— dijo el pequeño parlanchín con desparpajo.