Partida Rol por web

Escuchar a Fir... Kraken era muy interesante, porque todo eran historias e historias, pero a Morkai no le terminaba de gustar que no terminara ninguna, y que comenzara siempre otra más.

Lo de los chistes de Oten le hizo suspirar. Eran tan rarunos estos enanos...

Pero se estaba imaginando sales de intercambio... gigantes, y luego ratas, también gigantes.

──Morkai preferir las sales...

Parecía que "el plan" era algo que iba tomando forma un poco al buen tun tun, cosa que no dejaba de agradarle. Se preguntaba dónde acabaría Oten en todo el esquema.

— Morkai ¿Sirves a algún dios? — preguntó el sacerdote y aunque se imaginaba la respuesta, quería indagar un poco en las creencias del semiogro, sobre todo para descubrir los motivos por los que Kramor le había elegido con su bendición durante la batalla contra los hormigombres. Quizás el dios había visto en Morkai algo que a él le había pasado desapercibido. 

Noren estaba más de acuerdo con el Plan de Aren, que ahora más entendido, le parecía adecuado para la situación. Recordó un poco sus tiempos mozos en donde luchaba y entrenaba en cuevas. Qué días aquellos. Si no hubiese sido que estaban por adentrarse a unos túneles del Clan Maldito, hasta estaría sonriente. Así que se mantenía serio.

-Aren, tú tienes que estar atento a no alejarte, después de todo, no serviría nada que andemos gritando para que no te alejes- dijo manteniendo la seriedad -Morkai, sigue los consejos de Stela, es una buena guerrera- le dijo al semiogro, para luego mirar a Oten -¿Vamos? Hombro con hombro otra vez- y movió el hacha practicando el movimiento -A ver si te tengo que salvar de nuevo- y le guiñó un ojo.

Era curioso, este enano le decía, por un lado, que hiciera caso a Stela. Hasta ahí correcto. Pero la parte de "el plan" que había pegreñado contradecía la de Stela. Todo esto entrañaba más complicaciones de las que aparentaba.

──En Arena, a veces, dirigirme a Guruush.

Se dispusieron en el orden especificado por Aren. Después de todo los enanos eran, en principio, los líderes de la expedición. Pero justo cuando iban a descender Firfin pareció fijarse en algo. Unas runas que estaban ocultas por el polvo y la arena. Y no eran runas enanas. Parecían haber sido grabadas allí a posteriori¹.

Morkai tuvo que agacharse un poco mientras descendían pero Aren, que iba delante, constató que las escaleras no eran demasiado profundas. Debían estar aproximadamente a unos doce o quince metros bajo tierra. Eso no era nada para un enano. El suelo, sin embargo, iba en descenso por lo que suponía que poco a poco se adentrarían en el corazón de la montaña.

El problema era que ante ellos había una red de túneles compleja. Algunos eran naturales pero otros tenían el suelo empedrado con losas enanas. El explorador echó un vistazo e intentó orientarse. Antes de bajar Firfin le había indicado que el camino que debían seguir tenía que ir hacia el nordeste, probablemente paralelo a la garganta de los gigantes. Así que empezó el recorrido siguiendo uno de los ramales embaldosados que llevaban hacia allí.

El grupo se adentraba en la montaña.

Durante un buen rato siguieron varios ramales de aquel extraño laberinto subterráneo hasta que se detuvieron en una sala circular en la que desembocaban al menos media docena de túneles. A partir de este punto todo el lugar tenía las losas hexagonales que ya habían identificado como pertenecientes al Clan Enano Maldito.

Aquella sala circular estaba construida alrededor de una columna. Parecía simplemente eso: una gruesa columna de unos dos metros de radio que había sido cavada en la propia piedra, como si la sala fuera el resultado de ampliar su círculo alrededor. Aren se había detenido. Tres de los túneles que iban en la dirección que debían seguir ofrecían prometedoras pistas². Pero ¿cuál deberían escoger?

Para su sorpresa, Aren se sintió algo desprotegido mientras avanzaba por los túneles. Es cierto que era un enano y había nacido y se había criado en lugares parecidos a este, pero desde que había comenzado a moverse en el exterior sus visitas a las grandes cavernas del reino se habían vuelto cada vez más esporádicas. El tamaño, la ferocidad y el miedo que producía Rakard siempre resultaban un problema cuando se adentraba en los túneles de su propio pueblo, por lo que que, poco a poco, había espaciado sus visitas. La otra alternativa era dejar a su compañero en el exterior, solo y con el riesgo de que algún cazador lo considerase un presa, y esa no no era una verdadera alternativa para los sentimientos del enano.

Además la presencia, cada vez más visible de las losas identificativas del clan Kat-A-Dor-An no ayudaba a mejorar el estado de su nervios. 

Pese a todo su avance fue seguro y poco a poco encaminó a quienes los seguían hacia las profundidades del asentamiento maldito. Sin embargo, al llegar a la extraña sala de la columna se detuvo y dejó que el resto se acercara antes de adentrarse, con cuidado, en la misma. Sus movimientos, cautelosos, le permitieron rodear la caverna casi circular y otear los túneles que podrían llegar a ser la continuación del camino antes de volver a donde se encontraba el resto.

— Tenemos tres opciones — les explicó mientras ponía en orden sus ideas — y cualquiera de las tres es tan buena, o mala, como las otras. Después de todo todas se dirigen, más o menos en la dirección que queremos ir —

Señalando al primero de los túneles se explicó — Este se mantiene a nivel, ni baja, como los que estuvimos utilizando ni sube. Y es el más ancho, seguramente nos moveremos más cómodamente, pero las paredes están muy lisas, como si algo las hubiera rozado cada vez que se movía por el túnel. Algo grande, muy grande. Quizás "eso" ya se fue, pero si está por allí, seguramente ocupe todo el ancho del túnel que, como dije, es el más ancho —

Señalando el segundo túnel se explicó — Ese, al contrario, es angosto, muy angosto, por lo menos en los primeros metros, luego pareciera ensancharse, pero no me quise adentrar, todavía, en el mismo. Es posible que todos pasemos, incluso nuestro amigo que es el que ocupa más espacio — con una sonrisa señaló a Morkai, intentado que sus palabras no resultaran ofensivas — pero conseguirá unos cuantos raspones. Y ninguno de nosotros podrá moverse velozmente mientras atravesemos ese espacio. Además parece subir, lo cual no se si es bueno o malo — 

— Y este ultimo, finalmente, parece que sigue descendiendo. Pareciera similar a los que estuvimos usando, pero... — Aren dudo un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas — Del mismo surge un olor bastante fuerte. Es difícil de definir, húmedo, pero a la vez penetrante. Me hace recordar a hongos que estuvieron demasiado tiempo en el agua. Además se escucha un murmullo constante, bastante regular. Quizás sea viento, o más probablemente olas golpeando en una orilla. Si, supongo que debe haber algún lago. Y quizás el camino sigue más allá de él. O no —  finalizó mientras se encogía de hombros — Con todo esa me parece la mejor opción, pero no lo puedo asegurar. Que opinan Uds.? — 

Stela examino la columna con una ceja alzada. Habia numerosos grabados de figuras humanoides rodeados de pequeñas runas grabadas. Muy notablemente, la mayoria de humanoides tenian cuernos retorcidos como de carnero. Las figuras se agrupaban en escenas que contaban una historia.

-Parece la Leyenda de Lurdas el Invencible... mi madre solia contarmela para asustarme de niña-dijo señalando la escena mas alta-El poblado es atacado por el Arbol de la Muerte y solo Lurdas puede vencerle pero pierde una mano. El hechicero de su tribu le cura y le implanta una rama del Arbol en el brazo y eso le hace mas fuerte. Lurdas vence a todos sus enemigos y lleva a cabo gestas cada vez mas increibles pero la rama va echando raices en su alma y acaba volviendose cada vez mas malvado...

A medida que hablaba iba deslizando el dedo enguantado por diversos grabados de monstruos muertos.

-... al final, Lurdas se convierte en el Nuevo Arbol de la Muerte.

Noto que la piedra se movia ligeramente, como si no fuera solida del todo.

-Las piedras no estan pegadas-dijo-No es demasiado solida.

Los ojos de Morkai brillaban como faros en cuanto la luz de la antorcha incidía siquiera un poco sobre ellos. Bajaba con el semblante adusto, sosteniendo su antorcha y su lanza de manera que podía caminar casi a cuatro patas, en cuclillas con los cuatros traseros y sobre sus nudillos con los brazos. Eso significaba que tenía que tener un poco de cuidado para no quemar el trasero a Noren y a Oten. Pensaba en Grumuush.

──Grumuush bueno. Grumuush suele dejar en paz. No quiere que fieles sobornen con oraciones. No gustar servidores plastas. Gustar más si dedicar victoria él. ¿Tú adorar algo, si?

—¿Grumuush? Mmm— se rascó la barba

—Nunca he oído hablar de él.— Era verdad, el panteón de dioses de los semiogros se escapaba a sus conocimientos. 

—Yo sirvo a Kramor. Mi Dios también cree en el combate y en la conquista, sobre todo si hay sangre de por medio... Kramor, te eligió en la batalla contra los hormigombres y me preguntaba cual era el motivo de tal elección. Los dioses son caprichosos y su voluntad está, muchas veces, lejos de nuestro mundano conocimiento... miró a Morkai como buscando en el gladiador un gesto de aprobación pero el semiogro ya no le escuchaba. Estaba ensimismado con las luces de las antorchas.  

Oten suspiró...

──Hombre santo decir una vez: "dioses tener nombre diferente si estar de humor asi o asá" Morkai no sabe, pero ¿por qué no Grumuush ser como Kramor, pero de mal humor? Morkai ser niño, pero Morkai recordar bien.

No añadió que el "hombre santo" fue poco después parcialmente devorado, y sus orejas puestas en el poste de las orejas de Grumuush como ofrenda, antes del festin. El tipo había intentado contemporizar, por ver si la tribu no se lo zampaba.

—Es curioso que no hayamos encontrado ningún rastro de la expedición.— dijo Darniel al llegar a la cámara circular —¿Habrán ido por otro lugar?

—Puede ser dijo por decir porque eso no tenía sentido. Todo el mundo sabe que es parte de la naturaleza de los dioses un humor tan volátil como el tiempo durante las primeras semanas de la primavera y eso nada tiene que ver con su identidad como tal. Aún así a Oten, y desde su perspectiva, le pareció muy curioso que dos razas tan distintas siguieran paradigmas tan similares.

Tras aquella conversación, Oten se giró hacia Aren.

—No se — le dijo 

—Tú eres el experto, pero si hay un lago ahí, no creo que nos resulte sencillo cruzarlo con las mulas y todo el equipo— en realidad a Oten le parecía imposible que se pudiera vadear un lago a poco que tuviera un poco de profundidad pero tampoco quería llevar la contraria a Aren y  menos aun poner trabas a sus planes. 

—¡Ah! ¡Se os olvida vuestro amigo!— dijo con cierta sorna pues él ya habia advertido que traerse al gnomo era un soberano error

—¿Que hareis con él?—

— Es cierto. No es seguro. Pero creo que es la menos mala de las alternativas. Y que haya un lago no quiere decir que no se pueda pasar por sus orillas. Si es que realmente es un lago. Y si es que tiene orillas — contesta el explorador antes de encogerse de hombros — Pero si preferís otro camino... —

Aren descarta la pregunta del gnomo, más preocupado por el camino que tienen delante que por la falta de restos de su fallida expedición "Despues de todo nosotros no estamos buscando cristalma" se plantea mientras espera que el resto del grupo apoye su propuesta o, como ha pasado a lo largo del viaje, se la discuta.

Noren se ocupó del "problema" del gnomo, aunque para él era una posible solución futura. Parecía que todos estaban queriendo mirar hacia otro lado, pero él había tenido la idea, y la sostendría como buen enano.

-¿Das tu palabra de ingeniero que no huirás o nos traicionarás?- preguntó con solemnidad en aquel momento -Si es así, puedes andar libre, no estorbar, ayudar con tus conocimientos, y no alejarte del grupo-

Había escuchado que los ingenieros eran de cumplir con su palabra, y eran tan estructurados que no podían no respetarla. Hasta alguna vez escuchó que caía una maldición sobre ellos, pero nunca le dio crédito.

Luego reparó realmente en la pregunta.

-¿Cuántos eran en la expedición? ¿Sabes cómo es el cristalalma? Para saber cómo es cuando lo encontremos... y... ¿para qué servía?- preguntó finalmente, teniendo la sensación de que ya lo habían preguntado, pero como no estaba seguro, lo volvió a preguntar.¹

Pero las preguntas tendrían que esperar un momento, porque le hizo un gesto al gnomo para que lo esperara. El guerrero caminó rodeando la columna, sin mirarla, sino enfocada en las diferentes divergencias que se les presentaban. Su ceño estaba fruncido, e iba con el hacha bien agarrada. No quería sorpresas.

-Aren, confío en tu criterio. Si crees que es lo mejor, te sigo. Si hiciese falta, volvemos y punto- dijo una vez que regresó con los demás, y se acercó nuevamente al gnomo -Ahora sí, cuéntame-

Estaban todos muy parlanchines, y él no se quedaba atrás. Seguramente tenía que ver con los nervios de estar caminando por las cuevas del Clan Maldito, habiendo una criatura grande como el túnel, con una expedición por delante que no da señales de vida (o de muerte), y sin saber realmente qué se podían encontrar más adelante.

Un escalofrío le recorrió la espalda.

-¿Sintieron eso?- preguntó mirando a Oten, que era para él el experto en cosas extrañas.²

—Sí. Lo he escuchado.— Entonó con preocupación mirando hacia todos lados como si intentara descubrir si alguien les observaba desde las sombras. Quizás solo haya sido el rumor del viento o un pequeño desprendimiento…

—Os recuerdo lo que nos dijo el sabio humano en la ciudad.— Dijo más pausadamente intentando calmar la situación

—El Clan Maldito abandonó este lugar hace mucho, mucho tiempo. Lo único que queda aquí de ellos son vestigios y señales remotas de su terrible hacer. Ahora son los trasgos los que deben preocuparnos.—

—Vayamos, no perdamos más tiempo. Sigamos las indicaciones de Aren y vayamos por ese corredor—