Partida Rol por web

No era un gran remolino. Era un remolino gigantesco.

Al principio todo había ido bien dentro lo bien que puede ir subirse a la barca de una entidad desconocida con dos cabezas que ha pedido cosas inversímiles como pago. El barquero, cuyas cabezas ahora guardaban un ominoso silencio, simplemente empujó con su enorme remo la barca para apartarla del muelle y comenzaron a surcar las lóbregas aguas de aquel lago extraño.

Por un momento, en aquel silencio y oscuridad, se sintieron incluso tranquilos. Como si la superficie de las aguas tuviera a bien templar sus almas. El oleaje que notaban los mecía suavamente pero ninguno se paró a pensar el motivo de que un lago subterráneo tuviera oleaje.

¿Fue Morkai el primero en percatarse del remolino? ¿Cómo se había formado tan rápido? Repentinamente la barca estaba siendo arrastrada hacia el centro de un maëlstrom descomunal que se formaba en el centro de aquel extraño lago. Los pasajeros se aferraron a las cuerdas que recorrían el pasamano de la barcaza mientras las mulas rebuznaban desesperadas. Todas menos la Pardilla, que se movía de un lado a otro manteniendo el equilibrio sobre la barca intentando compensar el desequilibrio horizontal con su propio peso. Mula lista. Las otras parecían a punto de ser engullidas por las oscuras aguas pese a que Ronald y Tempest se afanaban por atarlas al borde de la barca en medio de toda aquella locura.

Sólo el barquero permanecía impasible, hundiendo a un lado y a otro los remos, como si pudiera gobernar aquel esquife en medio de semejante tormenta. Los pasajeros sólo podían contemplar horrorizados como descendían a un abismo de agua mientras las olas ascendían sobre sus cabezas.

Miraron hacia abajo, temiendo ver la tumba acuática que los acogería sin remedio, y fue entonces cuando vieron el horror que los acechaba en las profundidades.

Una enorme masa de tentáculos gigantescos salían disparados hacia ellos desde el fondo del lado, tentáculos que bien podrían ser de un verdadero kraken por su tamaño. Uno de ellos elevó la barca tras enredarse a su alrededor mientras que otros tres buscaban a víctimas propicias tanteando ciégamente alrededor. ¿A quién se llevarían? ¿Mulas? ¿Humanos? ¿Enanos? ¿Semiogros?

Lo único positivo de aquello era que el tentáculo los había elevado por encima del remolino, evitando que se ahogaran de inmediato. Lo negativo era que, aparte de que aquellos tentáculos no parecían con ganas específicas de salvarlos, ahora se elevaban varios metros por encima del lago. Y algo más grande que los tentáculos estaba debajo esperándolos...

Oten sostenía la piedra brillante en su mano cuando sintió como la barca se levantaba en el aire. No lo podía creer. Su primera reacción fue agarrase al pasamanos de la borda con todas sus fuerzas. Luego se asomó. Un enorme tentáculo la sostenía sobre el vórtice de agua como si no fuera más que papel. Bajo el agua oscura se adivinaba la forma de una criatura que parecía un Kraken. ¿Y dónde estaba el barquero? ¿Cómo era posible que les hubiera llevado directamente a aquel peligro?

Lo buscó con la mirada. Allí estaba. Sumido en las sombras, totalmente quieto. Parecía Impasible ante lo que sucedía.

Oten se levantó y se acercó a él. La luz de la piedra iluminó a aquel ser. Las cabezas tenían los ojos cerrados, sus bocas se movían, pero no decían nada. Parecía sumido en algún tipo de trance. Entonces otros tentáculos salieron de la oscuridad y se cernieron sobre ellos y la barca. Tanteaban la superficie como si buscaran algo, pero… ¿El qué? ¿Era aquello parte del pacto? ¿Del trato? Recordó: "Un sueño, un miedo, una esperanza."

Se acercó a la borda y arrojó la piedra. La roca descendió brillando como una extraña estrella fugaz. Entró al agua y siguió descendiendo y conforme descendía iluminaba las zonas circundantes. Oten vio entonces las formas de la criatura. Vio una boca enorme y asquerosa y un par de ojos negros y arrugados. ¡Aquel ser estaba ciego! ¡Sin duda!

En ese momento, Oten escuchó un golpe detrás de él. PAM Giró la cabeza y escuchó otro PAM igual que el de antes. Era el barquero que golpeaba con su remo la barca. Otro golpe más PAM. Tres golpes. El sacerdote entonces recordó que había golpeado otras tantas veces la orilla y también recordó sus palabras: “sus deseos no pesan más que la barca”

Esa debía ser la explicación. El barquero era capaz de comunicarse con aquel Kraken ciego. Puede que fueran parte de la misma esencia o puede que todo fuera parte de un hechizo. No estaba seguro.

"Un sueño, un miedo, una esperanza. Un sueño, un miedo, una esperanza."

—¿Un miedo?— pensó en voz alta sin darse cuenta de que lo hacía

Miró a la mula. Pardilla. Parecía haber perdido el miedo.

—¡Sí! ¡Todo es parte del pacto!—

—Aren, amigo, tienes que dejar de esperar que sigamos tus planes. No es necesario. Ya lo hacemos. Todos seguimos tus palabras y  sabios consejos.—

 —Y tú, Stela— por primera vez Oten la llamó por su nombre.

— Se que me ha costado admitirlo, pero eres parte de nuestra misión. No sé si sobreviviremos o no, pero debes tener confianza en nosotros y debes tenerla más allá de tu paga ¿Lo harás?—

— Pe... pero si... Morkai acaba de... — por primera vez desde que había comenzado la misión, el explorador se había quedado sin palabras. Tras respirar profundamente volvió a tomar la palabra — El plan era que cumplieran el plan — se intentó explicar — Pero si entrego mi sueño entonces dejar de esperar que cumplan el plan también es parte del plan y resulta que no debería entregar ese sueño porque es en si mismo un plan. Entonces como dejar de cumplir el plan como parte de ese mismo plan? Entienden? Si no soñar con planes es parte del plan, entonces soñar con un plan no es un plan, sino que es solo un sueño que... —

Volviendo a menear la cabeza Aren miró al clérigo desesperado, dejando en claro que la filosofía no era lo suyo — Y que tiene que ver ese montón de tentáculos con mi sueño? — preguntó más confuso que enfadado antes de cruzarse de brazos en la mitad de la barca y asegurar — Está bien. Hagan lo que quieran. Si de cualquier manera nunca quieren no quieren escuchar mis planes — aseguró sin siquiera tomar en cuenta que nunca había intentado ni siquiera empezar a explicarlos.

— No cuenten conmigo para planificar nada. A ver como consiguen que ese monstruo libere la barca sin un plan. Yo no pienso proponerles ninguno — aseguró manteniéndose a duras penas en equilibrio, solo por forzarse a si mismo en mantener los brazos cruzados sobre el pecho — Como si eso fuera a servir de algo — murmuró finalmente, más ocupado en mantener su equilibrio sin soltar sus brazos que en buscar un plan que los pudiera sacar de la situación en que estaban.

"Como si alguno fuera capaz de planificar algo" se planteó a si mismo furioso por haber intentado bromear con el barquero cuando, a todos luces, lo que realmente necesitaban para salir de la situación donde se hallaban era un plan. Un plan que no podía proponer ni, para ser sincero consigo mismo, tenía la menor idea de cual podría ser.

──Morkai gustar Plan Aren. Morkai creer Morkai poder seguir.

Todo aquel galimatías, al parecer, había tenido pleno sentido para el semiogro, que miraba al enano explorador complacido, en medio del caos. ──Morkai estar seguro de que todo estar previsto. Tener guía especial. Fir... Kraken. Él llamar igual que eso de abajo. Fir... Kraken hablar con mascota y decir que llevar a lugar seguro, ¿verdad?

Miró esperanzado a Firfin, completamente confiado en que el guía tenía todo previsto.

Stela alzó una ceja a la vez que su espada. Con la que estaba cayendo y aquel maldito sacerdote decidía que aquel era un buen momento para mostrar algo parecido a amabilidad. 

Buscó desesperada un lugar donde clavar su espada. Aquella masa de tentáculos tenía el tamaño de una puta montaña. No era el tipo de adversario que acostumbraba a gestionar. 

El barquero, por otro lado, parecía de lo más tranquilo. 

-¿Confiar... en vosotros?-repitió confusa-Sí, sí, lo que tú digas. 

Se asomó por el borde de la barca. Sintió ganas de vomitar. 

Noren no entendía nada. Oten debía haber entrado en algún tipo de shock por la adrenalina, pero él tampoco podía hacer demasiado.

Desde que se había subido a la barca, en silencio y más siguiendo a Aren y Oten que parecían confiar en el barquero... y su barca, se había mantenido concentrado en no ver hacia el agua, ni hacia nada más que el piso de madera. Iba con una mano agarrada fuertemente al hacha, como si le diera algún tipo de seguridad, y con la otra se agarraba al borde, del que no quería ni asomarse.

Pero ver un tentáculo envolvía la barca, y otros buscaban a ciegas algún cuerpo del que agarrarse, fue demasiado para el enano de la Legión de Acero.

-¡Oten! ¡¿Qué es esto?!- gritó levantándose, para luego volver a sentarse... y volver a pararse, sin decidirse si era lo mejor asestar un hachazo a un tentáculo o qué hacer. Si caían, se ahogarían, si dejaban hacer al kraken, morirían devorados...

Miró al barquero.

-¡¿Qué está sucediendo?!- preguntó levantando el brazo para que su hacha estuviera lista para caer sobre el tentáculo que quisiera llevarse a alguno de ellos, incluidas las mulas.

Y en ese momento se percató de lo que Oten parecía estar haciendo. Fue como una explosión de luz en su estructurado cerebro, una luz que irradiaba más de lo que podía procesar su enanil cerebro. Una luz que lo encandiló, e hizo que el enano volviera a sentarse.

-Si estás equivocado, viejo enano, estamos muertos- dijo con una voz átona, y la mirada puesta de nuevo en los tablones, aunque sus reflejos de guerrero seguían alerta -Todos-

La voz siseante de Zwagonard sonaba como cuando alguien se lleva un golpe con los dientes contra una roca afilada:

—¿De donde has sacado a ese clérigo? Los matará a todos.

Sin embargo Kramor sonreía.

—¿Tú crees? Mira de nuevo.

Y los dioses miraron.

Confiaron en Oten.

Aren compuso el plan perfecto: que cada cual hiciese lo que desease.

Stela comprendió que podría llegar al final y ser parte del grupo, conseguir un objetivo.

La mula... bueno, la mula siguió impasible bailando sobre la cubierta.

Y el barquero golpeó tres veces nuevamente contra la superficie de la barca.

Y entonces los tentáculos se detuvieron en su frenesí y todo se equilibró. Como si se tratase de una escena congelada en una pintura. Los enanos aferrados al borde de la barca. Stela lanzando su desayuno por la borda. Las mulas frenéticas... todas menos una. Firfin todavía sin comprender que pasaba. Ronald agarrando a Tempest por un brazo mientras el muchacho pendía al borde del abismo.

Los tentáculos abandonaron su ataque y se situaron bajo la barca como si fueran una especie de soporte. Gentilmente, con una delicadeza que parecía imposible para aquel monstruo, descendieron hasta el nivel del agua y depositaron gracilmente la barca sobre la misma. Luego desaparecieron en el fondo de aquel lago.

Todos recuperaron el aliento como pudieron mientras el barquero, siempre impasible, introdujo de nuevo el remo en el agua y empujó la barca. En un par de paladas habían alcanzado el otro lado del lago, donde un muelle no muy distinto al anterior les esperaba.

La barca tocó la madera del otro lado y todos se preguntaron, por un momento, si aquello había sido un sueño.

Firfin no se dio cuenta ¿como?, ni ¿por que?, quizá incluso ¿donde?; aunque quizá ¿donde no? si era algo que sabía, o creía saber. Lo cierto era que todo había pasado muy rápido, demasiado para que lograse entenderlo, quizá era el efecto de aquellos hongos. El habría querido no subir, pero su curiosidad fue mas grande, y para cuando empezó a maquinar cuestionamientos e incongruencias en todo aquello, ya era muy tarde, sus pies le habían llevado a pararse muy cerca del barquero.

Y de pronto, todo se disparo, el remolino, tentáculos, un verdadero Kraken, no mejor que Firfin, pero si uno de verdad. Y luego palabras sin sentido, los ojos de Firfin centellearon con sinceridad e incredulidad, seguía alucinando, todos parecían, cambiar, al menos en cierto sentido. Bueno, Firfin no sucumbiría a aquella magia, el sabía quien era Firfin.

Y si no fuera por las palabras de Morkai, allí se habría quedado estupefacto, de no ser por las palabras de Morkai, que si bien eran ridículas, le hacían pensar en algo fundamental, tenía que hacer algo. Tomó entonces sus dagas y empezó a balbucear para sus adentros, diciéndose a si mismo que tenía que saltar y matar a esa cosa o moriría, aunque sus piernas le temblaban un tanto, estaba muy alto. Firfin sabía luchar en cuevas, en la oscuridad, incluso en cámaras inundadas, pero no era bueno para las alturas.

Y entonces, todo se calmó, todo terminó. No sabía como, no tendía el porque, pero simplemente todo había terminado. O al menos así era de momento. Malditos Dioses que jugaban con sus vidas, claramente aquello era obra de ellos, pero Firfin no era un peón, el era un alfil.

– Tranquilo Morkai – le dijo al gigantesco semiogro palmeandole el hombro, lo más alto que pudo. – Ya le he ordenado que se fuera y así lo ha hecho. Ese Kraken solo necesitaba un poco de mano dura – exclamó sonriendo al semiogro, tal como si nada hubiese pasado.

– Aren – exclamó en voz baja el ladrón al acercarse al explorador – ante de subir a la barca noté algo. Magia, poderosa magia, mas allá de lo conocido, más allá quizá de este mundo. Puede que no estemos en donde creemos estar, al menos durante el viaje en barca, no estábamos bajo la montaña, quizá ni siquiera la montaña exista o existía en el mundo donde estábamos – exclamó meditando en sus palabras – esto no tiene sentido – se dijo más para si mismo que a Aren que le escuchaba.

Y de repente todo había terminado. El kraken, el miedo, el viaje en la barca, su forzada inmovilidad para no pensar siquiera en un plan. Aren meneó la cabeza y volvió a moverse al ver que llegaban a un nuevo muelle "Nunca mas viajaré en esta barca" se prometió a si mismo, tratando de olvidar lo que había pasado, pero sabiendo que no le sería posible hacerlo. 

Con paso firme, más firme del que el mismo hubiera creído posible, el explorador descendió de la barca y observó la nueva caverna, mientras las palabras de Kraken rondaban por su cabeza — Es posible — reconoció — Seguramente tiene que ver con los enanos oscuros. Ellos usaban la magia negra y no me espero nada bueno de ellos o de su legado. Solo espero que ahora si estemos en nuestro mundo — expresó, esperando que sus palabras fueran ciertas — Nuestra misión se debe cumplir en el valle de lo sueños, no en ningún otro mundo — se explicó.

Sus ojos recorrieron al grupo y se detuvieron por un momento en el semiogro — Bien hecho — lo felicitó aunque no tenía claro exactamente que es lo que había hecho Morkai — Seguir los planes siempre es una buena idea — insistió, aunque, su plan, en este caso había sido no reaccionar, el enorme guerrero había hecho exactamente lo que se esperaba de el. Incluso aunque, como de costumbre, Aren no lo hubiera verbalizado.

El enano ayudó a Rakard a descender de la barca y finalmente miró a su alrededor, intentando descubrir un salida.

Cuando sus pies estuvieron al fin en tierra firme se sintió tan aliviado que suspiró. Aun no podía creer lo que acababa de pasar. Aun no podía creer que hubieran salido vivos de aquello, Con el aliento recuperado coordinó a los porteadores para que bajaran a las mulas. Lo hizo desde tierra firme eso sí. No se volvería a subir a nada que flotara, prometió. Nunca más. En el trajín de la descarga Stela pasó cerca de él. Oten la miró y fue a decirle algo, pero no lo hizo. Solo emitió un gruñido y volvió a sus cosas. El peligro le había llevado a abrirse a ella y se arrepentía. Se arrepentía profundamente. La raza humana era vil y traidora por naturaleza, contarle un secreto a un humano, o simplemente mostrarle tus sentimientos es algo que, tarde o temprano, usará en tu contra. No lo había leído ni aprendido en los libros. Era algo que sabía por experiencia propia.

──Ah.

Morkai sobre todo estaba maravillado de que Fir... Kraken se hubiera coordinado tan bien con el barquero. Tanto que casi parecían telépatas, pues no había habido signo alguno de que hubiera una inteligencia común a ambos. Eso no hizo sino aumentar la admiración que sentía el semiogro por el pequeño humano.

Y ajeno a todos los pensamientos subterráneos, como si navegara por un proceloso río lleno de curiosas criaturas en sus profundidades, Morkai se unió a Pardilla en su inocente bogar por el mundo, bajando al embarcadero y dando una palmada amistosa en sus ancas. Palmada que la mula contestó con una coz salvaje que le dejó por completo sin respiración.

──Ufffff.

Estaba claro que Pardilla había perdido el miedo.

A pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, las rodillas de Stela temblaban violentamente cuando se bajó de la barca. Tenía aún el agrio sabor del vómito en la garganta. No sabía qué pensar. Intercambió una mirada de ceño fruncido con el sacerdote enano. 

Luego miró más allá del embarcadero. Se parecía al lugar del que venían y no pudo dejar de preguntarse si no estarían de vuelta en el mismo lugar. Aunque aquí había dos túneles. 

-¿Y bien, Aren?¿Por dónde vamos?

En mitad de aquella caverna, de la oscuridad y la magia, el recuerdo se sirvió de la debilidad de Oten para volver. Como un fantasma del pasado que regresa una noche de lluvia con cuentas pendientes…

Pico de Lomrstorhm, hace mucho tiempo

 

—Si no haces lo que digo, lo contaré. Diré a todo el mundo que nos ayudaste, ¿Qué pensarán cuando sepan que tú nos indicaste como llegar hasta aquí? Piénsalo Oten. Piénsalo. Tus manos están tan llenas de sangre como las mías.—

 

Continuará...

 

Oten mantenía un terco silencio. Ni siquiera sus hermanos de armas sabían realmente lo que había pasado en el Pico de Lomrsthorm. Era algo que incomodaba a todos los enanos de su clan, una herida que pese al tiempo pasado no había logrado cicatrizar del todo. El clérigo había sido uno de los supervivientes pero ¿a qué precio? ¿Sabía alguien el verdadero sacrificio que tuvo que hacer para asegurar la supervivencia del clan? No. Aquel era un estigma que Oten guardaba en su interior. Por eso cuando le encargaron la misión de encontrar a Ewandor una sombra de duda se cernió sobre él. Las profecías siempre se cumplen, aunque él tenía la esperanza que se cumpliera en otra generación.

Pero lo primero era lo primero, y eso sería salir de aquel sitio estuviese donde estuviese. La teoría de Firfin parecía una locura pero ¿qué cosa no lo parecía desde que habían entrado allí? Ahora tenían un túnel ante ellos enorme. Y estaba recubierto de una substancia negra que no parecía del todo natural. Era como lodo pegado a la pared, siempre y cuando al lodo se le diera por burbujear y moverse como si se tratase de una especie de babosa gigante. Había cientos de pegotes de esa substancia por toda la pared del túnel que se comportaban de forma anormal cuando la luz impactaba en ellos de forma directa, como si eso les molestase. No se movían demasiado pero estaba claro que se movían.

El túnel, por cierto, parecía ir en horizontal hacia la dirección correcta. Eso, al menos, era un logro.

Quizás hubieran querido hacerle una pregunta al misterioso barquero pero cuando se giraron tanto él como su barcaza habían desaparecido. Y en este muelle no había campana.

Noren había sonreído sinceramente al sentir que todo había terminado. Sentía una extraña euforia, como si de pronto volviera a nacer. Es que se creía muerto. Muerto, muerto. Nada de casi muerto, o muy herido. Muerto. Pero el confiar en el clérigo le había renovado fuerzas.

-¡Oten! ¡Ya veo por qué Kramor te guía!- le dijo una vez pisó tierra firme, que recién allí podía calmar su ansiedad de necesitar la tierra.

Lo único que empañaba esa victoria, porque era una, y buena, eran los intentos de Kraken de seguir congraciándose con Morkai. ¿Qué buscaba el humano? Porque era claro que no había hecho nada. Lo había visto dubitativo y con los ojos como platos. Lo observaría...

Pero ahora había cosas más importantes. Se adelantó y mirando hacia atrás se percató de que no había ni muelle ni campana.

-Retroceder no es una opción- dijo más para sí que para los demás.

Se agachó un poco para ver esas manchas, manteniendo distancia, y se percató del movimiento que tenían y cómo esquivaban la luz.

-Tendremos que usar más antorchas, para evitar que toquen a las mulas- dijo el enano -Iremos más juntos esta vez- y se levantó.

Descolgó nuevamente el escudo, tomó su hacha, y esperó a los demás.

-Stela, conmigo, Oten al medio y puede ir iluminando, mientras que Morkai, Rakard y Aren pueden ir por detrás, las mulas con Kraken y cierran la marcha los demás con más antorchas- sugirió el guerrero, pensando en la amplitud de la caverna, e intentando ver el techo, por si había más de esa cosa negra. 

Aren asintió a las palabras de su compañero mientras miraba con curiosidad la extraña baba negra. Estaba claro que la luz les molestaba, pero había algo más. Era la luz o era el calor de las antorchas lo que las hacía moverse de esa manera?

— No se les ocurra tocar esos grumos negros —  señaló lo obvio, mientras intentaba recordar que era lo que había escuchado al respecto, estaba seguro que uno de sus maestros le había hablado de algo parecido, pero no conseguía recordar de que se podía tratar.

— Quizás deberíamos asegurarnos de ir por el medio del pasillo y estar atentos al techo — añadió mientras elevaba la antorcha todo lo que podía con el fin de que la luz alcanzara a iluminar esa zona — Morkai. Porque no lo intentas tu? — propuso finalmente siendo consciente que el semiogro era mucho más alto que el.

──¿Morkai atender techo?

Morkai atendió al techo, mirando y remirando. ──Morkai avisar si moco negro acercar demasiado. Darme antorcha, Morkai levantar en alto, si. ¡Morkai quemar moco negro si acercar mucho!

-Descuida, no pienso tocar esa porquería.

Con muy poca ceremonia, Stela acercó una antorcha a uno de los pegotes. No pretendía iluminarlo bien: quería ver si ardía. No le gustaban las cosas que "parecían moverse": quería saber si el fuego podría mantener aquello a raya. 

—De acuerdo— respondió a Noren —Yo, al centro.— Cogió una antorcha y la encendió y con la luz cálida de la llama aquellos recuerdos del pasado se diluyeron de nuevo en su cabeza como cuando se remueve el fondo del cauce de un río y al rato el lodo vuelve al sedimento. Avanzó siguiendo a Morkai pero antes de entrar al túnel, lanzó una mirada hacia atrás, hacia el tenebroso lago y se estremeció al pensar en el mal que permanece insondable y agazapado en rincones indómitos del mundo como aquel.  ¿A que otros demonios deberían enfrentarse en aquel viaje?