Galería Umbriana

Subida por Mooneyes

Anécdota by Potty :D

Año 86/87: Potty escuchaba esta canción en las tardes aburridas de lluvia o a la hora de la siesta, cuando no podía salir a jugar a la calle y se preguntaba cuál sería ese juego de los Parchís, ya que le hubiera venido muy bien tener algo con qué entretenerse entre las 4 paredes de su cuarto.

Año 90 (o algo así): Potty averiguaba que el parchís era un juego, e intrigada se preguntaba si de eso trataría la canción que escuchaba cuando era más chica (por ese año los Parchís hacía rato que habían quedado atrás y lo que ahora escuchaba la niña era "Xuxa y sus paquitas"). No tenía ni p**a idea de qué trataba el juego y aún estaba lejos de poder contar con su amigo Baltazar Google para que le explicara.

Pasaron los años. De vez en cuando, Potty volvía a recordar la canción y por ende, la existencia del parchís sin saber de qué se trataba, imaginado que tal vez era un juego de cartas o quizás, uno de fichas al estilo burako. Evidentemente aquello no le quitaba el sueño.

Abril de 2014: Potty paseaba con su familia por el Barrio Gótico de Barcelona cuando se topó con una tienda de juegoscon una vidriera maravillosa. Mientras comentaba con Willen y Lila acerca de los ajedreces temáticos y otros juegos de tablero que les interesaban, descubrió entre todo aquello, un tablero de parchís.

"Ah, eso era? es como el ludo!"

Anécdota by Mooneyes :D

Fácil. Muy fácil. Tremendamente fácil… para el Cuervo. Porque yo no tenía ni una sola miniatura >.<

Soy una manca. Mejor dicho, tengo dos manos, con sus respectivos brazos, pero pinto como si tuviera uno. Mejor dicho, como si pintara con la boca. Mejor dicho, como si fuera Ralph:

Sí, pinto como Ralph U.U

La cuestión que aquí importa es que Diluvi lleva toda su vida pintando, y, entre otras cosas que tenemos por casa, están las cientos de figuras y minis que pintó con mimo y esmero durante mucho tiempo.

Las contemplamos, y nos preguntamos cuáles estarían enfadadas con cuáles para enfrentarlas en una batalla mortal de parchís. Porque debían sufrir, debían de saber que sólo se debía sacar un cinco para salir de la casa, que te pueden comer, que te pueden volver a meter en la casa, que sólo puedes llegar al final con el número exacto en la tirada, que te pueden bloquear el paso dos fichas del contrario, que… En definitiva, el juego de mesa más mortífero del mundo >.<

Las minis tenían que sufrir. Por lo que decidimos coger unas cuantas que estaban enemistadas y se odiaban mucho, muchísimo.

Las dispusimos sobre su campo de batalla (el tablero), y distribuimos las tropas (verde, azul, rojo, amarillo). Lanzamos la artillería (el maldito dado), resonando por el cielo azul (dentro del cubilete) sin descanso. Las tropas avanzaban (¡conseguí el maldito cinco! :___D) e impidieron que las enemigas atravesaran la línea de fuego (dos fichas bloquean el avance en una misma casilla). El final estaba cerca (entramos en las casillas de colores), mientras las balas seguían resonando y el tiempo se agotaba. Los pasos se contaban de manera silenciosa, hasta que, finalmente, se llegó a la victoria (las cuatro fichas entraron en la Casa :D)

XDXDXXDXXDXD

¡Gané! :D

Sin embargo, el día que vino Isthar a casa, mi suerte cambió. El Cuervo dijo que no quería jugar más, que hacíamos trampas (qué gran mentira ¬¬ De toda la vida se sabe que cuando se saca un cinco tienes derecho a sacar todas las piezas de una vez, tsk). Así que, jugamos Isthar y yo.

Pensando que le iba a dar una paliza, me dormí en los laureles, y decidí darle ventaja, disfrutar de la partida tranquilamente, y demás, aunque Diluvi no paraba de decirme que debía ponerme con el juego. Yo me encogí de hombros detrás de mi New York Times.

Y ahí estaba. La clara vencedora. Isthar ¬¬

Ahora, no la junto.