Subida por Mooneyes
Aprovechando la visita de la amiga rubia de Isthar, decidimos también despachar la prueba de los bigotes.
Ishtar tenía el suyo, reluciente, moreno, con carácter, exponencial, brillante, divino, con su personalidad propia. Daba recitales de poesía, sabía de música y de canto, podía sacar a los niños de paseo, y sabía los secretos de cocinar los mejores platos del mundo.
La amiga rubia de Isthar y yo nos miramos, algo apesadumbradas. ¿Cómo íbamos a competir con tal soberbio ejemplar? ¿Cómo íbamos a hacer para poder eclipsar a tal espécimen arrogante?
Nos encogimos de hombros y le propuse hacer como cuando éramos niñas: ponernos nuestro maravilloso pelo bajo la nariz, y luciéndolo como si fuera el más delicado y sofisticado de los bigotes habidos y por haber. Porque no pensábamos, en ningún momento, lucir nuestros bigotes de verdad, nuestra pequeña pelusilla que, discretamente, nosotras las mujeres nos negamos a reconocer que tenemos, y vamos a un rincón del baño a matarnos con las pinzas y eliminarlo de nuestro rostro como si no hubiera existido jamás.
Las mujeres no tenemos bigote. He dicho ¬¬
XDXDXDXDXDXDXD