Partida Rol por web

1827

♥ Capítulo II - Corona de espinas ♥

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30/12/2023, 15:18
Narrador

 

Domingo 10 de febrero

 

Londres despertaba poco antes de que los primeros rayos de sol asomaran por el horizonte para dar así paso a unas horas de luz natural, eliminando las sombras que se habían instaurado en los debutantes tras los sucesos de la pasada noche. Lo hacía también con un frío seco que calaba en los huesos y las primeras gotas de lluvia, terminando así la tregua de secano que habían logrado por milagro en el baile.

En los barrios de clase alta, los hogares se desperezaban gracias al buen trabajo de sus criados. Las cocineras habían sido las primeras en levantarse para ir preparando sofisticados desayunos junto a las criadas, apartando las cortinas para dejar que el sol fuera calentando las estancias. Los sirvientes caminaban despacio para no despertar a sus señores e iban limpiando los muebles que ya de por sí estaban relucientes, sin una sola mota de polvo, además de ir preparando la mesa.

En los barrios de clase media el movimiento de transeúntes se hacía poco a poco más constante, aunque caminaban en zonas cubiertas para huir un poco de la lluvia. Los negocios empezaban a abrirse, desde las pequeñas tiendas como la boutique de McCurthy hasta grandes negocios, queriendo tener todo perfectamente preparado antes de que los potenciales clientes decidieran salir de sus hogares para consumir.

El cartero también comenzaba su turno, silbando una melodía que había escuchado mientras iba buscando un buen lugar para resguardarse, cuidando de que los periódicos y panfletos que llevaba en una bolsa de tela no se mojaran. Lo encontró en el corazón de la plaza, allá donde el zapatero estaba ordenando el escaparate de su tienda.

¡Extra, extra! ¡Nuevo número de Lady Confidente! – Gritó mientras alzaba la mano para llamar la atención, aunque muchos de los presentes ya le habían reconocido antes de que hablara y se acercaron, queriendo ser los primeros en leer las maquiavélicas palabras que guardaba el panfleto.- ¡Por cinco peniques! ¡Extra! ¡Extra!

En los barrios bajos el panorama era muy distinto, desolador. La “parte que nunca duerme”, pudiendo encontrar a cualquier hora del día vagabundos tirados en cualquier esquina pidiendo unas pocas de monedas, borrachos que buscaban cualquier hora para sumar una ronda más, trabajadores honrados que iban a hacer su jornada de 16 horas en la mina o mujeres que vendían su cuerpo para sobrevivir. Allí no había lugar para resguardarse de la lluvia ni preservar su calor, solo la miseria y desprecio de una sociedad que les había apartado.

Una niña de apenas nueve años de edad tosía mientras caminaba por lo que debió ser la calle principal de un barrio marginado. En su brazo sostenía una cesta bastante deshilachada con cerillas, cubiertas por un paño sucio al igual que su cabeza, queriendo cubrirse de esa manera de la lluvia. Bordeó el cuerpo de una persona dormida o muerta, no lo sabía, pero el hedor que notó con solo acercarse había sido suficiente para tampoco querer comprobarlo.

Caminó entre continuada tos antes de detenerse en un edificio en mal estado, con goteras y la pintura completamente caída. Golpeó tres veces con sus débiles nudillos en la puerta y esperó a obtener respuesta. Su cuerpo se enfriaba, se abrazó a sí misma para guardar el poco calor que quedaba mientras se preguntaba cuándo fue la última vez que comió algo caliente. Demasiado tiempo como para recordar, pero sí para ofrecerlo como pago.

Cuando la puerta se abrió, la niña miró al joven asistente de la imprenta, el cual llevaba toda la noche trabajando para dar vida al número de esa semana. Tenía grandes ojeras asomando debajo de los párpados y las manos sucias de tinta para las correcciones.

Traigo información para Lady Confidente.- Soltó con débil voz antes de que le cerrara la puerta.- Si me da un poco de sopa caliente le diré todo lo que sé.- Apartó el paño de su cesta y sacó un reluciente anillo con dos dedos. Era consciente de que podría venderlo por mucho, mucho dinero, tener sopa infinita para el resto de su vida, pero una promesa le había hecho caminar a esas horas hasta la puerta de la imprenta.- Dígale a Lady Confidente que esto pertenece a…

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02/01/2024, 12:03
Narrador

… Elisabeth Colville había perdido en una noche mucho más de lo que cualquiera pudiera soportar.

Había perdido la libertad, aunque desde que nació esa opción se eliminó por completo. Durante todos estos años la habían preparado para ser una mujer, esposa y madre ejemplar de un marido que no sería ella quien escogería, sino alianzas y acuerdos beneficiosos para su familia. Le habían dicho cómo hablar, cómo vestir, sentarse y actuar, ni siquiera podía elegir algo tan sencillo como qué desayunaba por las mañanas, siendo su abuelo quien controlara por su propia voz o por medio de sus padres el completo de su existencia.

Había perdido el favor de su familia. Los continuos rechazos en el baile hacia el duque y saltarse las normas en más de una ocasión había provocado un desplante de su majestad a su familia y el posterior rechazo de su abuelo y madre, quienes veían peligrar todo lo que había construido por la desobediencia.

Había perdido la confianza de su hermano pequeño, quien pareció querer complacer los dictámenes de su abuelo aunque eso supusiera pasar por encima de ella. Archibald se había mostrado seguro y, según le había comentado Amadeus, estaba conforme con su unión con el duque. ¿Qué había pasado para ese cambio de idea? ¿De verdad iba a entregar su mano?

Había perdido su casa. El lugar donde se crió, donde dio sus primeros pasos, su refugio donde podía escribir para poder ser otra persona completamente distinta, una persona libre bajo el pseudónimo de “Benjamin Blossom”. Sus libros de escritos también se habrían convertido en cenizas como su…

Había perdido a su madre. Habían esperado hasta el último momento pero Vivianna no salió de esa casa al igual que otros sirvientes. El fuego había devorado todo, no había nada que salvar, y en su memoria quedará la última vez que habló con ella: Le pedía ayuda preocupada, le decía de estar juntas para protegerla, y dejó que se marchara tras un desolador rechazo.

Ya no podía volver atrás. La había abandonado y ahora estaba muerta.

Buenos días, Lady Colville.- Una sirvienta entró en su dormitorio a primera hora para deslizar las cortinas y dejar que la claridad entrase en la habitación.

A pesar de la terrible pérdida, George Colville había ordenado seguir con sus vidas no sólo por el ojo público, sino para mantener esa imagen altiva donde nada ni nadie pudieran herirles, ni siquiera un golpe de ese calibre. Por ello se habían trasladado a la casa de campo, Whitehall, una bonita mansión en un amplio jardín y donde el color blanco predominaba, siendo un pequeño paraíso perdido en mitad de la tierra. En las horas posteriores no habían vuelto a hablar de lo ocurrido, tampoco del traslado al hospital de Theodore Maw por sus quemaduras.

El desayuno está servido milady, la están esperando abajo.- La sirvienta seguía moviéndose por la habitación. Preparó un vestido que dejó sobre la silla perfectamente colocado para que no se formara ninguna arruga y se encargó de vaciar el urinario para dejar uno limpio bajo la cama de Elisabeth. Todo seguía como si nada.- ¿Desea que le haga un recogido?

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02/01/2024, 13:35
Narrador

... Amadeus Colville apenas había tenido tiempo de descansar.

Después del terrible descubrimiento del vestido de Mary, y ante la ausencia de la gran mayoría de los hermanos, se encontró como pilar inesperado de una madre destrozada y una joven que no podía ocultar más sus lágrimas, habiéndose sumido en el mismo pozo depresivo. Eso por no contar la posibilidad de que esa pérdida tuviera un culpable con nombre y apellido, una represalia por no obedecer los dictámenes de su familia.

La falta de cooperación, o más bien la incapacidad de no dejar de llorar, complicó en exceso la consulta médica. Por suerte, gracias a las sirvientas pudo ojear los apuntes del doctor Evans en todos los años que había estado atendiendo a Eula Robertson, una situación muy distinta a la que había visto cara al público: Conducta depresiva autodestructiva, disociación de la realidad y paranoia persecutoria, un cóctel que ponía en peligro no sólo su vida sino también la de su familia. La solución para paliar esta situación habían sido dosis controladas de láudano, una concentración de opio y otras sustancias relajantes que adormecían el organismo no sólo para paliar los dolores sino también para relajar al paciente y dejarlo en un estado aletargado. Era un remedio efectivo pero agresivo, sobre todo por la dependencia que luego puede crear en el paciente.

Pero en este caso fue necesario. Eula había arrancado las cortinas del salón en uno de sus ataques y había empujado a un criado que quería ayudarla a incorporarse. Su corazón sangraba mientras abrazaba el vestido de su hija y no fue hasta que la sujetaron para hacerle tomar las gotas que logró tranquilizarse, quedándose en un estado semi-vegetativo durante un par de horas.

Buenos días, lord Colville.- Una de las criadas entró en el dormitorio de invitados donde habían dejado descansar al joven. Caminó en la penumbra para dirigirse hacia las ventanas, deslizando las cortinas y dejando que la claridad alumbrara un poco la estancia.- El desayuno estará listo en cinco minutos.- La voz de la empleada estaba apagada, como el resto de la vivienda. La lluvia había acompañado a la tristeza, convirtiéndose en el escenario perfecto.

La criada dejó una muda de ropa limpia perfectamente colocada sobre una de las sillas y un pequeño balde de agua junto a una toalla limpia para que pudiera asearse. Después tomó el urinario bajo la cama y, si no precisaba nada, se marchó dejando la puerta cerrada para darle intimidad.

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02/01/2024, 21:21
Narrador

… Alexander Whalenburg no había dormido apenas durante la noche.

Sabiendo que las horas hasta el amanecer serían cruciales para Olive, la familia Whalenburg al completo se habían mantenido despiertos en su dormitorio a esperas de cualquier tipo de resolución, observando su débil respiración y los cuidados que el doctor le brindaba.

Chase Whalenburg se quedó en una silla junto a la ventana, elucubrando en voz baja mientras ojeaba de vez en cuando al exterior, asomándose al apartar un poco la cortina. La visita de Vivianna Colville le había molestado, sobre todo al creer que dejó desprotegida a su mujer después del ataque a Olive, y si no hubiera sido Alexander quien decidiera hablar primero con ella ahora los documentos serían cenizas que acompañaría las brasas de la chimenea.

Amerie Whalenburg lloró en silencio durante las primeras horas. No se separó en ningún momento de su hija ni quería que ninguna doncella la tocara, tomando ella el papel de “cuidadora”. Se encargó personalmente de lavarla y cambiar el paño que cubría su cabeza y sus heridas cada media hora, tarareando en el proceso una nana que solía cantar cuando ambos eran pequeños y estaban enfermos.

El doctor, por su parte, había sido el único que logró dormir a intervalos de minutos. A pesar de haberle preparado un dormitorio cerca del de Olive, realizaba comprobaciones cada poco tiempo para controlar sus constantes, además de ayudar a Amerie para enseñarle cómo debía mover a la joven para limpiar las heridas.

En cualquier caso los cuidados habían servido para mantenerla con vida un poco más.

Cuando los primeros rayos de luz despertaron el breve desvelo de Chase, Olive tenía mejor color. Su piel había recuperado la ligera tonalidad que tenía y la respiración era controlada y calmada, como si en vez de estar al borde de la muerte sólo se hubiera quedado dormida. Sin embargo los peores temores se confirmaron una hora atrás, cuando la temperatura corporal ascendió demasiado y gotas de sudor bañaban su cuerpo, pegándole los rizados cabellos oscuros a la cama.

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02/01/2024, 21:34
Amerie Whalenburg

Prudence, la criada de la familia, había entrado en el dormitorio como cada mañana a esa hora. Ella tampoco había dormido ateniendo las necesidades de sus señores y preocupada por el futuro de la joven que, a pesar de no tener una amistad, consideraba demasiado joven para un destino tan funesto.

Se acercó a las ventanas y una a una fue abriendo las cortinas para dejar que la claridad entrase en el dormitorio aunque no abrió los cristales, viendo la lluvia amontonarse. Después, en silencio, dejó un balde de agua cerca de Amerie junto a un paño limpio que agradeció con una agotada sonrisa.

Gracias.- Metió el paño en el agua y esperó unos segundos antes de sacarlo, escurriendo el excedente. Cuando terminó se sentó con cuidado en la cama de su hija y pasando el paño por las muñecas de Olive y el cuello, refrescando su cuerpo antes de dejarlo descansar sobre su frente.

La dama miró a su esposo y a su hijo con tristeza reflejada en sus ojos. Después de llorar sólo había quedado un río seco de pena donde caminaba descalza.

Id a desayunar, me quedaré con ella.- La criada no había mencionado el desayuno pero por rutina, sabía que a esa hora cuando le despertaban les avisaban también del alimento. Intuía que debía de quedar poco para estar listo, confirmándolo con un asentimiento.

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02/01/2024, 21:41
Chase Whalenburg

Las sillas eran cómodas pero no lo suficiente como para no notar los huesos crujir tras estar horas sentado o luchando por no quedar dormido.

Al escuchar a su esposa Chase se levantó notando la tensión de sus músculos. Las piernas estaban rígidas, estiró la espalda, crujió el cuello… Soltó aire por la nariz antes de frotarse los ojos, notando el pesado cansancio físico de estar toda la noche despierto.

Te traeré una taza de café.- Amerie no solía tomar cafeína, era un sabor fuerte y amargo que ni la leche podía tapar, pero para poder mantenerse despierta había aceptado una taza bien cargada con azúcar. Había sido lo único que tomara durante la noche.

Doctor, ¿puede acompañarnos a desayunar antes de marcharse? – El doctor había ocultado un fuerte bostezo tras su mano y se incorporaba también con esfuerzo. Su trabajo, tal y como explicó, terminaría una vez pasara el día al tener que regresar a palacio, aunque nada le impedía mantenerse unos minutos más para llenar su estómago. Aceptó con un leve “Será un placer”.- ¿Alexander?

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03/01/2024, 17:07
Narrador

… Nathaniel Robertson no había dormido en toda la noche.

La preocupación por la desaparición de su hermana le había hecho vagar de un lugar a otro buscando aunque fuera una pequeña dosis de información, una pista, pero a medida que las horas avanzaban sólo encontraba un callejón sin salida.

Lo comprobó al ir al hogar de los Colville tras la acusación directa de Chase Whalenburg, dándose de bruces con un hogar calcinado y otra familia más destrozada al ver que el fuego se iba a cobrar algunas vidas. Aun así intentó preguntar por los alrededores, a los vecinos que habían sido desalojados de sus hogares y a los propios criados que recuperaban el aliento tras sustituir el oxígeno de sus pulmones por humo, pero ninguno sabía si quiera de quién estaba hablando.

Después intentó obtener ayuda de Theodore Maw, el caballero que se había reunido con él pensando que se trataba de su gemelo y tenían un enemigo en común. Por desgracia él había sido uno de los más afectados por el fuego recibiendo severas quemaduras en el brazo, trasladándolo de inmediato a un hospital para atenderle. Podría haber esperado un poco para poder hablar con él pero el tiempo corría en su contra.

Viendo sus opciones mermadas, pensó en regresar a palacio pero la búsqueda a su hermana no había logrado todavía sus frutos. Al igual que antes de terminar el baile se le ofreció quedarse a ayudar a la guardia, pero tenía un último cartucho que gastar.

Cuando Nathaniel llegó al hogar de los Whalenburg, el cielo empezaba a esclarecer y a caer las primeras gotas de lluvia.

El carruaje se detuvo en la casa más apartada de la calle, una cuyo terreno era tan extenso que podría construirse una nueva vivienda adosada. Se trataba de un chalet de dos pisos pintado por completo de blanco y azul con una pequeña entrada de setos cuidados, una belleza modesta cargada de lujos.

Hemos llegado, Lord Robertson.- El cochero ahogó un bostezo, cansado. Había estado acompañando durante toda la noche a los continuados viajes de Nathaniel, manteniéndose también despierto.- Lamento decirle que no podré acompañarle más. Debo regresar a palacio.- Su tarea había sido clara, llevar a los invitados a sus hogares, por lo que temía haberse extralimitado en sus obligaciones. Esperaba llegar a palacio antes de que despertaran y se percataran de que faltaba todavía un carruaje.

Miró hacia las ventanas de la vivienda. Algunos criados deslizaban las cortinas de ambas plantas para dejar entrar la claridad en las habitaciones, por lo que al menos significaría que había alguien dentro. Lo que no podía saber, es si estaba la familia al completo.

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03/01/2024, 18:42
Narrador

... Leroy Robertson no había dormido en toda la noche.

Tras separarse de su gemelo buscando la compañía de la duquesa, con el posterior misterio de la vivienda desalojada y los misteriosos ruidos, quiso regresar al “punto cero” para encontrarse con la sorpresa de que ahora eran dos los hermanos desaparecidos.

Su primera parada fue hacia en dirección al incendio, allá donde ya sólo quedaban los bomberos queriendo apagar las últimas llamas tanto de la vivienda Colville como la de las casas vecinas, encontrando que el fuego se había expandido. Al preguntar por las cercanías descubrió que su hermano había estado allí y se marchó, pero ninguno sabía su destino ni se preocupó en preguntarle, más preocupados con sus propios problemas.

Siguiendo su intuición o tal vez un sentido en común con el gemelo, su siguiente destino fue a palacio. No pudieron recibirle por las tardías horas pero la guardia prácticamente le dio las mismas indicaciones: Su hermano había estado por allí preguntando por Mary, pero se marchó sin decir a dónde.

Siguiendo tal vez otra “llamada de hermano”, dio al cochero la dirección de su casa, esperando poner fin a esta inesperada travesía.

Hemos llegado, Lord Robertson.- El cochero ahogó un bostezo, cansado y apartando un par de mechones de cabello húmedo por la lluvia. Había estado acompañando durante toda la noche a los continuados viajes de Leroy, manteniéndose también despierto.- Lamento decirle que no puedo acompañarle más. Debo regresar a palacio.- Su tarea había sido clara, llevar a los invitados a sus hogares, por lo que temía haberse extralimitado en sus obligaciones. Esperaba llegar a palacio antes de que despertaran y se percataran de que faltaba todavía un carruaje.

Miró hacia las ventanas de la vivienda. A primera hora los criados iniciaban su turno abriendo las cortinas y, en efecto, había reconocido a la doncella de sus hermanas aireando algunas de las ventanas del piso superior para que pudiera entrar un poco de claridad en los dormitorios. La cocina debía estar ya preparada con los desayunos y el café recién molido, al igual que las primeras quejas de una familia numerosa… Pero no se escuchaba nada. No había ningún tipo de sonido, ni siquiera el del llanto de su madre que la noche anterior había estado protagonizando por el lamento de Mary.

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03/01/2024, 19:53
Narrador

... Mildred Robertson estaba en serios problemas.

Tras prometer a sus hermanos que volvería a casa junto al resto de familia, no pudo evitar seguir la señal del jardinero y perseguir a un misterioso carruaje hasta los confines de las sombras de Londres, una zona evitada por los más valientes y que causaba terror en las damas más jóvenes de la corte.

Tuvo que desechar la idea de entrar y enfrentarse a los integrantes del vehículo por consejo del cochero, quien le advirtió de los peligros: Una dama de su estatus en un lugar como ese podría ser fatídico, un precio demasiado alto aunque fuera siguiendo una pista de su hermana. Por ello se mantuvo a la espera vigilando la entrada y el prostíbulo animado que no parecía descansar, continuamente con ruido de risas y cánticos mal entonados, de vasos chocando, de alguna pelea aislada por obtener el favor de una de las prostitutas… Pero no fue el caso de ella.

En algún punto Mildred no pudo seguir combatiendo con el sueño. Ya fuera por la comodidad del carruaje – aunque no podría compararse con una cama mullida – o el cansancio que llevaba acumulando durante el día, cerró los ojos en lo que creía que sería una milésima de segundo para descubrir que estaba completamente equivocada.

¿Milady? – La voz del cochero era débil y cercana, no queriendo alzar demasiado la voz.- Milady despierte.- Zarandeó con delicadeza el brazo de Mildred para despertarla, encontrándose de lado con los primeros rayos de sol y el golpeteo suave de la lluvia en el techo.

Siento haberla despertado de esta forma, pero debo regresar a palacio.- El cochero ahogó un bostezo cansado. Había acompañado durante toda la noche a Mildred para velar por ella, y aunque quisiera con el temor que tenía al barrio no pudo pegar ojo creyendo que iban a atracarles al mínimo descuido.- Le ruego que me acompañe, puedo dejarla en su casa antes de marchar a palacio.- Su tarea había sido clara, llevar a los invitados a sus hogares, por lo que temía haberse extralimitado en sus obligaciones. Esperaba llegar a palacio antes de que el servicio y sus señores despertaran y se percataran de que faltaba todavía un carruaje.- Es peligroso para una dama estar aquí. No quiero que le pase nada.- Preocupado por el destino incierto de Mildred, miró hacia el prostíbulo.

La lluvia había espantado a los borrachos que se quedaron dormidos y las puertas se mantenían cerradas. Aun así había movimiento que se visualizaba a través de las ventanas, delatando que algunas de las personas de dentro estaban despiertas. ¿Tal vez clientes que tendrían también que regresar a casa antes de que sus mujeres preguntaran por ellos?

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03/01/2024, 20:04
Narrador

... Mary Robertson despertó con los primeros sonidos del prostíbulo, aunque la falta de luz natural al no haber ventanas le impedía saber la hora exacta.

La “habitación”, o más bien el almacén con una cama que se hacía llamar así, estaba completamente a oscuras aunque no con tanta intensidad como recordaba, pudiendo ver algunas siluetas de los escasos muebles gracias a la poca luz que se colaba por debajo de la puerta. Todo estaba tal y como lo había dejado, siendo imposible que nadie entrase gracias a haber echado el pestillo tal y como le recomendó Cuervo.

Y hablando de Cuervo, ¿dónde estaría el pícaro?

Fuera escuchaba ruidos, teniendo que concentrarse para poder distinguir de qué era cada cosa. Reconoció el sonido de pasos en las habitaciones más próximas que se alejaban, posiblemente por el pasillo que ella misma recorrió. También de alguna despedida, un hombre dedicándole a su dama un “nos vemos esta noche” antes de regresar a casa con su mujer, fingiendo que no había pasado la noche con una prostituta. Pero el ruido más abundante provenía del piso inferior, donde las voces se congregaban al igual que el del movimiento, como si no tuvieran ni un momento para descansar.

En cierta medida era como estar en casa. Los criados despertaban horas antes que ellos para preparar la casa, limpiar, hacer el desayuno y dejar todo listo antes de despertarles.

Sombras se colaban en la franja de luz seguido de unos pequeños pasos que arrastraba un poco los pies. Se detuvo primero en una habitación cercana antes de hablar, reconociendo la voz de la joven Anne.

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03/01/2024, 20:04
Anne di Angelis

¿Isolda? – El sonido de una puerta abriéndose lentamente.- El desayuno está listo.- Escuchó un “gracias” como respuesta antes de irse a otra de las habitaciones.- ¿Estás despierta? Sí, te esperamos abajo.

Por último la sombra devoró toda la luz y la puerta de Mary vibró al intentar abrirse, haciendo rechinar el pestillo.

¿Uhm? – No sabiendo la seguridad en la puerta volvió a intentarlo, pero al comprobar que no podía se detuvo unos segundos a pensar.- ¿Paloma? – Dio dos débiles golpecitos en la puerta.- ¿Estás ahí? Soy yo, Anne. Cuervo me dijo que estarías aquí.

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03/01/2024, 20:25
Narrador

... Eleonor Salisbury despertó en su cama, o mejor dicho la que había sido su cama.

El descubrimiento de la venta de la casa por parte de Arnold Salisbury había sido el broche perfecto de una nefasta noche, dejándoles en vilo el futuro de la familia y sobre todo la pregunta más importante: ¿Qué sería ahora de ellos?

Esperaban que con un nuevo día la situación mejorara pero sin duda el panorama era desolador: Como si Londres hubiera estado en consonancia con ellos, las temperaturas habían bajado y la lluvia golpeaba los cristales con suavidad, escuchándola a través de las ventanas todavía ocultas por las cortinas. Era el servicio quien, a primera hora, se encargaba de abrirlas para permitir que la claridad fuera adueñándose lentamente del dormitorio, además de preparar también la ropa con la que pudieran vestirse y baldes de agua para asearse, pero tras el ataque de ira de Arnold ya no quedaba nadie que pudiera atenderles de esa forma. Los únicos que permanecían gracias a la amistad que les unía – y una gran dosis de lástima -  con la familia era la cocinera y su hijo, Robert Brown.

Aun así a primera hora el sonido de pasos apresurados y pesados se escucharon por los pasillos antes de abrir casi de un manotazo la puerta.

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03/01/2024, 20:26
Poppy Salisbury

Eleonor, ya es de día.- Era su madre quien se estaba encargando de despertar a todo el mundo, adquiriendo un papel que nunca reconocería en público.

Poppy estaba furiosa. Ya no sólo era el bochorno ante la posibilidad de estar en la calle, de echar por tierra lo que había construido en base a una reputación, tampoco que estuviera una vez más borracho, sino que había roto por completo la confianza que había depositado en él.

Esa noche había dormido sola, aunque “dormir” no fue precisamente lo que logró. En algún momento se la escuchó llorar de la impotencia, también dar vueltas o limpiando el desastre que había quedado en el salón para pensar, sacando unas fuerzas que ni siquiera ella sabía que tenía.

¡Aveline, despierta! – Después escuchó su madre entrar en la habitación de su hermana y correr las cortinas, pero tampoco se detuvo ahí sino que continuó hacia el dormitorio de Declan, un poco más alejado que el resto. Aun así su incansable voz se escuchaba por todos lados.

¡Declan, es hora de levantarse! – Abrió la puerta de Declan pero tampoco entró, caminando por el pasillo para regresar sobre sus pasos antes de detenerse y alzar la voz.

Os espero en cinco minutos abajo. Vamos a desayunar como una familia.

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03/01/2024, 20:27
Narrador

... Aveline Salisbury despertó en su cama, o mejor dicho la que había sido su cama.

El descubrimiento de la venta de la casa por parte de Arnold Salisbury había sido el broche perfecto de una nefasta noche, dejándoles en vilo el futuro de la familia y sobre todo la pregunta más importante: ¿Qué sería ahora de ellos?

Esperaban que con un nuevo día la situación mejorara pero sin duda el panorama era desolador: Como si Londres hubiera estado en consonancia con ellos, las temperaturas habían bajado y la lluvia golpeaba los cristales con suavidad, escuchándola a través de las ventanas todavía ocultas por las cortinas. Era el servicio quien, a primera hora, se encargaba de abrirlas para permitir que la claridad fuera adueñándose lentamente del dormitorio, además de preparar también la ropa con la que pudieran vestirse y baldes de agua para asearse, pero tras el ataque de ira de Arnold ya no quedaba nadie que pudiera atenderles de esa forma. Los únicos que permanecían gracias a la amistad que les unía – y una gran dosis de lástima -  con la familia era la cocinera y su hijo, Robert Brown.

Aun así a primera hora el sonido de pasos apresurados y pesados se escucharon por los pasillos antes de abrir casi de un manotazo la puerta más cercana.

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03/01/2024, 20:31
Poppy Salisbury

¡Eleonor, ya es de día! - Era su madre quien se estaba encargando de despertar a todo el mundo empezando por entrar en el dormitorio de la pequeña, adquiriendo un papel que nunca reconocería en público.

Poppy estaba furiosa. Ya no sólo era el bochorno ante la posibilidad de estar en la calle, de echar por tierra lo que había construido en base a una reputación, tampoco que estuviera una vez más borracho, sino que había roto por completo la confianza que había depositado en él.

Esa noche había dormido sola, aunque “dormir” no fue precisamente lo que logró. En algún momento se la escuchó llorar de la impotencia, también dar vueltas o limpiando el desastre que había quedado en el salón para pensar, sacando unas fuerzas que ni siquiera ella sabía que tenía.

¡Aveline, despierta! – Gritó nuevamente antes de entrar en su dormitorio, entrando en esta ocasión y deslizando por completo las cortinas. Pero tampoco se detuvo ahí sino que continuó hacia el dormitorio de Declan, un poco más alejado que el resto. Aun así su incansable voz se escuchaba por todos lados.

¡Declan, es hora de levantarse! Abrió la puerta de Declan sin entrar, decidiendo caminar por el pasillo para regresar sobre sus pasos antes de detenerse y alzar la voz.

Os espero en cinco minutos abajo. Vamos a desayunar como una familia.

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03/01/2024, 20:31
Narrador

... Declan Salisbury despertó en su cama, o mejor dicho la que había sido su cama.

El descubrimiento de la venta de la casa por parte de Arnold Salisbury había sido el broche perfecto de una nefasta noche, dejándoles en vilo el futuro de la familia y sobre todo la pregunta más importante: ¿Qué sería ahora de ellos?

Esperaban que con un nuevo día la situación mejorara pero sin duda el panorama era desolador: Como si Londres hubiera estado en consonancia con ellos, las temperaturas habían bajado y la lluvia golpeaba los cristales con suavidad, escuchándola a través de las ventanas todavía ocultas por las cortinas. Era el servicio quien, a primera hora, se encargaba de abrirlas para permitir que la claridad fuera adueñándose lentamente del dormitorio, además de preparar también la ropa con la que pudieran vestirse y baldes de agua para asearse, pero tras el ataque de ira de Arnold ya no quedaba nadie que pudiera atenderles de esa forma. Los únicos que permanecían gracias a la amistad que les unía – y una gran dosis de lástima -  con la familia era la cocinera y su hijo, Robert Brown.

Aun así a primera hora el sonido de pasos apresurados y pesados se escucharon por los pasillos antes de abrir casi de un manotazo la puerta más lejana.

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03/01/2024, 20:34
Poppy Salisbury

¡Eleonor, ya es de día! - Era su madre quien se estaba encargando de despertar a todo el mundo empezando por entrar en el dormitorio de la pequeña, adquiriendo un papel que nunca reconocería en público.

Poppy estaba furiosa. Ya no sólo era el bochorno ante la posibilidad de estar en la calle, de echar por tierra lo que había construido en base a una reputación, tampoco que estuviera una vez más borracho, sino que había roto por completo la confianza que había depositado en él.

Esa noche había dormido sola, aunque “dormir” no fue precisamente lo que logró. En algún momento se la escuchó llorar de la impotencia, también dar vueltas o limpiando el desastre que había quedado en el salón para pensar, sacando unas fuerzas que ni siquiera ella sabía que tenía.

¡Aveline, despierta! – Gritó nuevamente antes de entrar en el dormitorio de su melliza, escuchando que en esta ocasión deslizaba las cortinas. Pero tampoco se detuvo ahí sino que continuó hasta escuchar los pasos aproximarse, sabiendo que ahora le tocaba a él.

¡Declan, es hora de levantarse! – Abrió la puerta sin entrar, decidiendo caminar por el pasillo para regresar sobre sus pasos antes de detenerse y alzar la voz.

Os espero en cinco minutos abajo. Vamos a desayunar como una familia.

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10/01/2024, 09:34
Mary Robertson
Sólo para el director

El murmullo, que le recordaba al ruido de la lluvia sobre las ventanas de su cuarto, hicieron que la Robertson se despertara. Había tenido muchas pesadillas; había soñado con los días posteriores a la muerte de su padre cuando su madre entró en aquella terrible depresión y su mundo se vino abajo, y había soñado con que la secuestraban y la metían en un prostíbulo reodeada de lo peor de todo Londres.

¿Por qué Beatrice no abría las ventanas? Ahí estaba muy oscuro y olía fatal... Espera, ese no era su carto. Mary tardó unos segundos en orientarse y recordar que no había sido un sueño. Se encontraba cautiva y, aunque todavía no le habían dicho lo qué querían hacer con ella, sabía que algo tenía que ver con la muerte de su padre. Su asesinato.

Se sentó en aquel camastro incómodo y mal oliente y palpó el lugar donde sabía se encontraba el cincel que había apagado al irse a dormir, para encenderlo de nuevo. Cuando la ténue luz luminó la diminuta estancia el ánimo se le cayó a los pies.

Pero, aunque el panoraba era desesperanzador, no era el cuartucho el mayor de sus problemas, tenía otros más inmediatos; se moría de hambre, y lo peor, tenía que orinar.

Una voz conocida la llamó por el nombre ficticio que había dado y recordó que Cuervo le había dicho de no abrir la puerta a ningún hombre, pero no dijo nada de chicas ¿Verdad?

Había dormido con el vestido raído que le habían dejado ponerse, y con ese mismo fue a abrir la puerta. -Hola Anne, sí estoy aqui sola. Cuervo me dejó su cuarto y se machó.- Quiso aclarar para que no hubiera mal entendidos, dejando que viera la habitación y lo comprobara por ella misma.

- Tengo que orinar ¿dónde está el baño? ¿Y Cuervo?-

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10/01/2024, 13:45
Leroy Robertson

La noche había resultado agotadora y decepcionante en demasiados sentidos. Y, encima de todo eso, su hermana Mary se había perdido. Claro que todavía quedaba la posibilidad de que todo hubiera sido una estupidez y Mary llevara desde el comienzo de la noche en casa, dormida bajo las sábanas. Bajo cierto punto de vista, a Leroy no le habría extrañado aquello; Mary era caprichosa. Claro que, después de las extrañas historias que había contado el señor Whalenburg, era difícil imaginar algo positivo.

En realidad, Leroy se sentía bastante perdido. No estaba en su salsa, ni de lejos. Incluso su intento por encontrarse con la duquesa Jaqueline Mousehole había resultado un auténtico desastre… y un misterio que no podía decir que no le intrigaba, pero que no había sido capaz de resolver. Toda aquella situación, desde que el baile se había arruinado, era algo demasiado extraño y nuevo para él. Si no hubiera sido por el hecho de que Mary se había perdido, Leroy simplemente habría pasado la noche con Eloise. ¡Y quizás hubiera sido mejor que andar jugando al ratón y el gato con Nathaniel!

Allí estaba, toda una noche entera después, delante de casa solo y sin haber logrado absolutamente nada positivo. Ni negativo, quizás. Simplemente no había conseguido nada.

Al escuchar la voz del cochero, se dio cuenta de que ya había llegado y miró con decepción hacia la puerta de casa. Suspiró y se metió la mano en el bolsillo del chaleco, buscando alguna moneda que darle al hombre por sus servicios. Sacó una y se la entregó con un asentimiento silencioso de agradecimiento. Estaba demasiado cansado como para resultar encantador ya a esas alturas.

Subió las escaleras que lo separaban de la puerta y entró.

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10/01/2024, 04:08
Amadeus Barnabás Colville

El blanco impoluto del día gris que se filtraba por las cortinas abiertas, un relámpago de plata permanente, le hirió los ojos que se fregó delicadamente con las manos.

Musitó un suave pero audible y seguro -Buenos días - digno de un hombre de contradicciones como él lo era. La noche anterior en toda su indecible locura volvió a él como los retazos de una pesadilla que al abrir los ojos pugna de cobrar sentido como un puzzle mal ensamblado; pero lo ocurrido la noche anterior distaba de ser una pesadilla aunque así se sintiera, por el contrario: era muy real, terriblemente real.

Lograr que Eula cobrara la calma había sido una batalla de la que había quedado agotado, y a pesar de esperar el retorno de Mildred en el salón familiar -o de los gemelos, para variar, mientras trataba de consolar con palabras cálidas a la hermana solitaria que había quedado bajo su cuidado- no recordaba cómo había llegado a aquella habitación.

Tenía que enviar un recado a su casa con urgencia, no que lo echaran de menos pero seguramente estaban preocupados por el qué dirán o por sus intereses frustrados. Pero seguro Beth sí estaba preocupada.

-Muchas gracias -apostilló sentándose en el borde del lecho -¿Ha llegado alguno de los señores de la casa? -miró a la criada con la duda en su rostro -¿Lady Mildred Robertson? -luego una breve pausa -¿Continúa la señora de la casa durmiendo?

Rogaba al cielo que sí. Cuando la criada se fue se levantó y fue hacia el tocador, echó agua en una jofaina y se lavó la cara. Rápidamente miró por la ventana apenas corriendo las cortinas y comenzó a vestirse parsimoniosamente mientras buscaba con la mirada papel y pluma para escribir, si es que había sobre el escritorio.