Partida Rol por web

El padre Borden sacó el cargador del arma y lo reemplazó por uno nuevo. Poco a poco iba aprendiendo algunas nociones básicas del combate. Cuando lo hizo repitió la operación con la pistola automática. Notaba cómo la vida se le iba evaporando.

¿Tenemos un vox-caster para comunicar el éxito? ¿Hemos tenido éxito, verdad?

Un demonio, aterrador bautismo de fuego para un recién adscrito a la Inquisición.

Glask llegó con rapidez al vehículo que ocupaban sus camaradas y se sentó en el trono que antes ocupó ¨Silencioso¨ Cadyk, activó los mandos del vehículo, agarró con fuerza el volante y pisó el acelerador con fuerza mientras giraba el volante provocando un ligero patinazo de las ruedas del vehículo lo que proyectó una pequeña lluvia de grava a su alrededor, pero eso le daba igual, su fusil de asalto descansaba a su lado, la pistola en su funda, el hacha en el regazo y sus manos aferradas a un instrumento de muerte con ruedas de varias toneladas de peso motorizadas.-Vais a morir cabrones, eso va a ser digno de una holocinta.-Anunció a nadie en particular.

Golpeó con tranquilidad el lateral del microcomunicador que poseía que lo mantenía unido por la voz a sus compañeros.-Eh Cadyk, si corres a darle alcance a esos cabrones os esperaré con el motor preparado sobre sus cabezas...-La voz de Glask resonó fuerte y hosca por el comunicador, tal y como era la voz de aquel hombre en este tipo de situaciones.-Ya sabeis, bajad rápido que yo mientras jugaré al corre que te atropello con los sectarios.-Dijo con total informalidad y pasividad, ciertamente era que sus compañeros no observaban como sus manos golpeteaban al son de alguna clase de música rítmica,machacona y con un alto índice de violencia gratuita que se reproducía en la mente de Glask.

Los sectarios están huyendo del campo de batalla y eso es algo que no puedo permitir. Nuestro líder, el Padre Atreus comienza a coordinar el desarrollo de nuestra misión, pero para mí lo más importante ahora es acabar con los herejes. Con el rifle en mis manos, corro a lo largo de la meseta para poder llegar a la caída por la que bajaron y poder abrir fuego en su contra.

"No escaparán malditos enemigos de la Humanidad. El fuego de los puros les consumirá como siempre debe suceder con los demonios y sus asquerosos seguidores."

Mantengo el paso lo más firme que puedo para no dilatar más el momento del fin de los sectarios y sus oscuras actividades.

     - ¡Que alguien revise la caja! Grita mientras pasa sin detenerse junto al arcón en el que se detuvieron los cultistas antes de emprender la huida. Tras una desaforada carrera, Cadyk llega al límite de la pequeña meseta y al fin puede echar un vistazo a lo que hay al otro lado. Esos cultistas no tienen escapatoria y ya deberían saberlo. Solo están aplazando lo inevitable.

El grupo se dispersó por la colina mientras algunos iban en busca de los dos fugitivos. Cadyk los vio a los dos, agarrándose entre ellos para poder caminar. Saltaban y bordeaban los cráteres del terreno, y pese a que estaba oscuro y no había luz alguna, el intocable dio la voz de alerta y señalando a ese punto en el que el estaban, dejó bien claro por dónde iban. Al otro lado de la colina un motor rugió al ser puesto al máximo de revoluciones. Unos faros iluminaban el faldón de la montaña mientras el pesado vehículo conducido por Glask se acercaba al lugar con letales intenciones. Los imperiales tenían a tiro a sus víctimas, y solo un milagro de los dioses oscuros conseguiría salvarlos.

Los dos sectarios de los Dioses Oscuros de la Disformidad huyen con la cola entre las piernas pues saben que fueron devastados por unos pocos seguidores de la luz. Corro hasta el límite de la meseta sobre la que estábamos luchando y apenas los tengo a rango, pongo una rodilla en el suelo y apunto con precisión sobre el Cultista con menos heridas, el que ayuda al otro a caminar.

"A ese debo derribar. Sin ese bastón, el otro será presa fácil."

Apunto con cuidado y aprieto el gatillo para disparar una bala que aunque no mate, entregará el claro mensaje de que no les dejaré huir.

El motor rugía y el vehículo saltaba o volaba por encima de las diversas irregularidades del terreno, derrapaba junto a árboles caidos o restos de vehículos calcinados o cuerpos, el motor clamaba un descanso por el esfuerzo de mantener tremenda marcha mientras el soldado no hacía otra cosa mas que pisar el acelerador con violencia.-JAJAJAJA Siente el arrollador poder del trono!.-Gritaba con una divertida voz alimentada por los esteróides y lo divertido de la situación de aquellos pobres enemigos del imperio.

Lo último que vieron aquellos sectarios fueron las luces del vehículo, quemándoles con su luz. Luego, el pesado transporte les pasó por encima como si fueran muñecos de trapo. Un leve grito sonó en la oscuridad acompañado por el sonido de las revoluciones del motor al pisar al máximo. El parachoques les destrozaron los cuerpos y luego las ruedas los aplastaron y dejaron tan solo una masa irreconocible. Murieron juntos, a la vez, ante la letal precisión de la maniobra de Glask, que bien podría haber servido en una compañía acorazada viendo como dominaba los mandos.

YIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIAAAAAAAAAAAAAAAAH HIJOSDEPUTA.-Gritaba mientras el sonido de los huesos al ser aplastados le martilleaban en los oídos.-Esto es lo que pasa cuando se jode a la inquisición.-Pisó el freno de mano un poco mas allá y maniobró para dejar el vehículo ladeado.

Veo como el vehículo destroza a los herejes mientras Glask hace sus ruidos de felicidad. Río tranquilamente ante la visión y recargo mi rifle con otro cargador antes de devolverme a la zona de la batalla.

Me acerco a la zona de esa caja que revisaron antes de irse y busco a ver si encuentro algo interesante. Luego me dirijo a buscar en todos lados el supuesto artefacto que debemos encontrar y que es el objetivo final de la misión que nos encargó la Sagrada Inquisición.

     Al final resultó que el soldado bocazas no era tan inútil como parecía en un principio y había despachado a los últimos herejes de forma mas que satisfactoria. Era tan sutil como un cañón para matar mosquitos, pero útil igualmente. Solo quedaba buscar el artefacto que sus maestros requerían y salir de allí lo antes posible. Jericus ya se había puesto manos a la obra y el se dedicó a la misma tarea. Había que ser muy metódicos, pues no sabían exactamente que era lo que estaban buscando.

     Aquello era demencial. ¿Qué hacían seis acólitos peinando el desierto para encontrar algo sin especificar? Podía ser cualquier cosa y solo quedaba pensar que sería algo que les llamase la atención a simple vista. De otra forma no podían completar la misión después de las penurias que habían pasado. Desinformación, siempre desinformación...

     Él no estaba entrenado para éste tipo de menesteres así que se aplicaría lo mejor posible, pero no se podía sacar de donde no había. Era un agente de campo, un sicario y no tenía métodos específicos para revisar escenas del crimen, sino que las provocaba por así decirlo.

    Comenzó revisando los cuerpos de los sectarios, un trabajo realmente ingrato, porque en condiciones normales se habría limitado a apilar y quemar los cuerpos. No le gustaba tener que tocar a aquellos individuos corrompidos por el archienemigo, pero no le quedó mas remedio que revisar cada bolsillo, mochila y contenedor que tuviesen encima en busca  del dicho objeto o al menos evidencias o pruebas de sus actividades allí. Después hizo lo mismo con la caja donde se detuvieron los cultistas en su huida.

     Cuando se acercó a los restos del demonio decidió que aquello le superaba. Aquel ser era anatema de todo lo vivo y no pensaba tocarlo por miedo a quedar manchado por la corrupción. No era algo por lo que estuviese dispuesto a pasar.

     Por último revisó los alrededores del lugar donde se había realizado el ritual, así como la pendiente por la que había descendido los sectarios en su huida. Por desgracia la zona a cubrir era demasiado ampliar y llena de recodos y matorrales como para sacar nada en claro. Podría buscar durante días sin saber siquiera si lo que necesitaban encontrar estaba siquiera allí.

Glask se acercó con la firme intención de rebuscar entre aquella casquería el pase a su salvación de aquel veneno que llevaba inyectado en el cuerpo.

Comienzo a rebuscar en la caja en la cual los sectarios impíos parecían mantener cosas de valor. La verdad es que no sé bien qué buscamos ni donde estará exactamente, pero confío en que sabré notar su importancia al momento de verlo. Mis manos recorren todo el contenido de aquel metal cúbico buscando algo que me llame la atención y a la vez, intentando identificar todo lo que allí se guarda para darle un mejor uso del que lo harán los cadáveres que ahora nos rodean.

Luego pienso que podría estar en el Demonio, que él sectario que se transformó podría haberlo tenido y usarlo para canalizar ... ¿Que mierda sé yo de eso? No me interesa ese asqueroso conocimiento herético, pero si el condenado hijo de puta puede tenerlo, hay que buscarlo. Me acerco con repugnancia pero haciendo de tripas corazón al cadáver y comienzo a buscar en él mientras pienso que no es tan distinto a un desagüe de baja-colmena, intentando autoconvencerme para continuar.

Finalmente me pongo de pie y comienzo a mirar alrededor de las estructuras del ritual para ver si hay algo botado por allí.

La información, siempre la maldita información. ¿Qué buscaban? ¿Qué forma? ¿Tenía aspecto blasfemo? ¿Era un objeto insignificante? No sabían nada. Habían triunfado, sí. Pero si no cumplían con su deber el objeto podría caer en las manos del enemigo.