Partida Rol por web

Kael suspira mientras ve con ojos entristecidos a los guardias imperiales

- Sí, lo necesitan -concede-. Sin embargo, tenemos una misión, y en esa mina vive muchísima gente, según nos informaron. Conozco tan bien los métodos imperiales que sé que lo más probable es que les hayan sellado dentro, junto con lo que sea que le hayan visto -esto lo dice casi con una nota de auténtico desprecio en su voz-. La gente de ahí abajo nos necesita muy urgentemente, y el deber de mi Orden es defender a los fieles del Emperador allí donde se me necesite... Vayamos con el comisario -mira al arbitrador y quita su tono serio, para sonreir- Por cierto, puedes tutearme con toda confianza, si me hablas de "usted" me siento viejo. Tengo veinte apenas.

Cuando os acercais a los guardias imperiales veis como uno de ellos, un muchacho que apenas habra llegado a la mayoria de edad pelirrojo y de piel palida llena de pecas se acerca corriendo a vuestra posicion.

Apenas llega se detiene bruscamente y se inclina hacia adelante con las manos en las rodillas, en un esfuerzo denodado para recuperar el aliento.

¡Caballeros… eh... señoras… bienvenidos a la mina Gorgónida! Han venido para ayudarnos, ¿verdad?… Lo supe en cuanto les vi… Dicho esto, hace otra pausa para respirar.

Les dije a todos que vendría alguien. Bueno, ¿cuál de ustedes es el inquisidor? ¿Quieren hablar con el comisario?

Apenas termina de hablar cuando... ¡Jurtz! ¿Otra vez ha vuelto a abandonar su puesto?. 

El que habla es un hombre feo y rechoncho de mandíbula cuadrada, con la cabeza afeitada y un tatuaje color azul oscuro en el cráneo.
Viste el mismo uniforme gris que los demás guardias imperiales, pero los galones de su manga indican que es un oficial de rango. Encajada en el muñón donde debería estar su brazo derecho hay ahora una larga barra metálica provista de
una inquietante diversidad de accesorios. Jurtz balbucea, se pone colorado hasta las orejas y se mira los pies mientras dice:

No, sargento Raynard. Ahora mismo me vuelvo, señor

El sargento Raynard taladra al joven guardia imperial con la mirada y luego se gira hacia los acólitos. Uno de sus ojos es azul como el hielo, frío y de intensa mirada fija. El otro es un burdo postizo hecho de madera y desviado permanentemente hacia la izquierda.

Pues vaya tirand A paso ligero. En cuanto a ustedes… menudo hatajo de inútiles. ¿Quién se supone que son? Está claro que ninguno es el inquisidor que había solicitado. ¿Y bien? ¡Hablen de una vez, no pienso permitir que armen ningún revuelo en mi campamento!

Kael'thos frunce el ceño ante las palabras del sargento y da un paso adelante. Al erguirse, adopta totalmente el porte de un noble, aunque esté vestido con harapos. Este sujeto se levantó con el pie izquierdo de la cama hoy piensa Kael'thos.

Su voz adquiere un timbre totalmente distinto del amigable que había usado para hablar con sus compañeros en la nave.

- Somos los enviados por el Inquisidor. ¿Quién demonios se cree para hablarnos así? ¿Acaso duda del juicio de nuestro Maestro; un brazo de la Santísima Inquisición y el puño del Emperador? -hace una pausa mientras le fulmina con la mirada, directo a los ojos- Recibimos una llamada urgente y hemos acudido, eso es todo. Si no nos quiere, podemos regresar por donde hemos venido, y usted puede quedarse aquí, lamiéndose las heridas con su ejército en este deplorable estado -echa una mirada alrededor, al campamento-. Aunque pensándolo bien no, no podemos abandonar a esas miles de almas a la condenación eterna sólo porque un oficial con malas pulgas interfiera en nuestro trabajo, así que mejor informaremos de que usted interfiere con nuestra sagrada labor y ya luego usted se las arreglará con el Inquisidor. Pero eso no le conviene para nada ¿Verdad? -hace la pausa justa para que al sargento, supersticioso como suelen ser los habitantes del Imperio ante el sólo nombramiento de la Inquisición, cale la magnitud de las palabras de Kael- Si llamó a la Inquisición es que la situación se le escapó de las manos, así que podemos empezar de cero y trabajar juntos, salvar varios millones de almas, usted recibe unas condecoraciones por su heroísmo y su cooperación, y nosotros nos largamos de aquí suponiendo, claro, que usted sea el Comisario ¿lo es?

Tras comérselo vivo, se queda viéndole directamente. Se nota a todas luces que es un noble y uno descendiente de un linaje insigne.

No le sorprendió la actitud del oficial, estaba acostumbrada a que le gritaran cosas peores durante el entrenamiento o las prácticas de la orden. Era parte de la jerga utilizada por los mandos. A la novicia le sorprendió la respuesta de su compañero Kael, no se podía hablar a los militares de la misma forma que se hablaba desde un pulpito, había que ser director, dar la mayor información con el menor número de palabras. Soy Ekateriana, miembro del sequito del inquisidor. El inquisidor considero que nuestra fuerza era suficiente para terminar con el problema. Entre antes nos comunique el “porque” llamo a la inquisición, antes podremos acabar y marchar. 

Tyr observa el campamento y a sus pobladores con una mirada de pena y lástima, pero también algo de suspicacia - Paja seca esperando una brasa lo suficientemente caliente para encenderse. Debemos pisar con cuidado, estos hombres están al borde de la insubordinación. - murmura Tyr para sí mismo y para sus compañeros, en cierta forma.

Una vez hubieron llegado al edificio que parecía hacer de cuartel general y tener un encuentro "agradable" con el que parecía ser el oficial al mando, de lo profundo de la garganta de Tyr brota un gruñido. Parece que va a romperle el cráneo ahí mismo, pero es entonces cuando el clérigo empieza a hablar, y su incesante diálogo es suficiente como para que el salvaje vuelva a gruñir. Lo que necesitaba, más habladores. piensa mientras éste habla. Al terminar, el mensaje de Tyr es un poco más conciso, y sale espetado en una gutural voz - Hemos sido enviados por nuestro maestro, acepte la ayuda que tanto necesita o recházela y sufra las consecuencias. - concluye mirándolo.

El Sargento al mando parecía un completo imbécil, bueno, más bien lo demostraba, quejándose de la gente que les había sido asignada para apoyarles en esa misión.

Algunos de los mios se mostraron duros ante sus palabras, pero firmes, con lo cual saco mi pistola laser y se la planto justo en su cara.

Ir en contra de un Inquisidor está penado con la muerte Sargento. No nos haga perder tiempo e informenos de la situación, además quiero saber si poseen psíquicos en este regimiento y si alguien ha notado signos de disformidad.

Atacar o amenazar a un Superior tambien chico... si sacas un arma que sea para hacer algo con ella. Lo que pase despues dependera de ti y solo de ti.

Dicho esto el Sargento aprieta su frente contra tu pistola.

A tu alrededor se acercan numerosos soldados e incluso uno de los Sentinels se gira apuntando su cañon automatico hacia vuestra posicion.

Kael se queda de piedra al ver que el psíquico le ha apuntado con una pistola al sargento, abriendo los ojos como platos. Después de todo, sólo pretendía asustarlo, no ponerse en esta situación tan tensa. En un momento había echado por tierra lo que habría podido conseguir con su labia. Mira de reojo a los soldados que se acercan por todas partes y no puede evitar sentir un escalosfrío.

Le pone una mano a Octus en el hombro de la pistola, mientras espera que su voz se mantenga firme y que no delate lo cagado que está por lo innecesariamente tensa que se pusieron las cosas

- Baja el arma, Octus. Creo que ya le quedó claro que venimos con un propósito y que no somos un atajo de pretendientes -tras unos segundos esboza su mejor sonrisa para los dos hombres y dice- Todos aquí somos siervos del Emperador. Las cosas se han salido un poco de control, empecemos de nuevo, ¿vale? -hace un poco de presión sin que se note para los demás en el hombro de Octus, para indicarle que baje el arma o que probablemente van a llover pedazos de los cuerpos de todos durante lo que quede del día, teniendo en cuenta la cantidad de soldados que hay alrededor.

Me cago en su puta madre, maldito psíquico. Todos están malditamente locos, hijo de puta tocado por la Disformidad.

¿Pero que estaba haciendo? La acción del psíquico la dejo helada. El oficial no había dicho ninguna amenaza directa contra ellos ni contra la inquisición, simplemente había lanzado un par de insultos; el psíquico por el contrario había amenazado directamente a un oficial con un arma, esa acción estaba penada con la muerte. ¡Baja el arma, Octus! No quiero tener que matarte.

Tu no eres superior a la Inquisicion. Ademas, si pides ayuda ya que no eres capaz con tal cantidad de tropas tomar una maldita mina deja claro que no deberias serlo ni de ellos.

Al oir a mis compañeros bajo el arma y la enfundo.

Ahora va a colaborar, o va a morir contra lo que haya allí abajo? Ya sabemos todos que no es capaz, así que al menos dejenos hacer nuestro trabajo.

El Sargento se relaja al dejar de apuntarle 

Ya veo. Entonces el inquisidor no piensa venir. Esto no es una pregunta. Supongo que debería informar al comisario de su presencia… caballeros
Una vez dicho esto se dispone a marcharse, pero justo al darse la vuelta su tosco brazo cibernético empieza a sacudirse mientras los accesorios giran, chasquean y cortan el aire, produciendo un terrible estrépito.

Raynard profiere una maldición, recorre la barra de metal con la mano, musita una plegaria y pulsa un botón. El artefacto se detiene de inmediato. A continuación, emprende el camino hacia el bloque de viviendas. Jurtz se queda cerca quieto, sin quitaros ojo de encima.

Mientras le ven marcharse, los acólitr risas neos alcanzan a oírviosas procedentes de una tienda de lona cercana.

Vyper se quedo callada a un lado, mirando toda la escenita. No tenía intencion de meterse en medio por lo que simplemente observaba.

Entendía las formas de aquel oficial, seguramente la presion a la que las tropas estaban sometidas le estaba llevando al límite. Las tropas estaban derrumbadas, seguramente lo que sea que hubiese causado algo así era lo suficientemente horrible como para pensarselo dos veces antes de dar un paso en falso.

Una vez el sargento se marchó Vyper miro a sus compañeros, no recordaba nada desde su despertar y desde entonces relaccionarse con todos los que la rodeaban había sido un autentico suplicio, casi imposible, por lo que si ellos pretendían ir a preguntar a algun soldado ella se dedicaria a investigar por su cuenta.

Voy a... dar una vuelta y ver si... veo algo... Deberiais ir a ver... a ese comisario.

Una vez dicho esto la joven se recolocó el rifle por la correa sobre el hombro y echó a andar por el campamento, estaba claro que los soldados estaban aterrorizados por algo, quiza podía tratar de escucharlos hablar de algo, o ver algo que llamase su atención.

Kael relaja los hombros y deja escapar un imperceptible suspiro cuando el psíquico baja el arma.

- Gracias -musita con un hilo de voz. Luego se gira hacia los demás y dice-. Pues tendremos que esperar al comisario, ¿no? Este me parece un lugar encantador, pero creo que deberíamos ir a ese bloque de viviendas de ahí a donde se fue el... Sargento.

Mientras espera a que sus camaradas deliberen, decide acercarse al pobre Jurtz

- Hola, ¿qué tal? -saluda al joven soldado- Estabas en lo cierto, hemos venido a ayudar. ¿Nos puedes decir qué ha pasado?

La hermana de batalla se pone al mismo paso que Raynald. No estaba acostumbrada a tener charlas formales, y mucho menos con hombres. Hasta que había entrado en el sequito del inquisidor, había conocido menos de diez hombres y todos ellos formaban parte de la rama clerical. Señor, podría explicarme que ha pasado. Ekaterina utilizaba un tono neutro carente de emoción parecía un robot más que una chica. 

Avanzo tras el sargento observando a las tropas con una mirada seria, sin ningún tipo de sentimientos.

El pequeño numerito de Octus había tensado tanto a Tyr que sus hombros parecían dos barras de acero, y tuvo que musitar una plegaria para tranquilizarse y no volarle los sesos ahí mismo de un escopetazo. El salvaje observa al psíquico con bastante odio durante varios segundos. Como todos los malditos psíquicos, tiene un deseo suicida, el puto problema es que quiere arrastrarnos a todos con él. Habrá que tener cuidado. Maldito loco.

Una vez el sargento empieza a caminar hacia el bloque de viviendas en búsqueda del comisario, Tyr deja salir un pesado suspiro de alivio, y murmura unas cuantas cosas en su idioma. Vuelve a echar una mirada al campamento y empieza a caminar por el lugar, intentando utilizar su profesión como medio para calmar a los demás guardias imperiales, y ya de paso enterarse de lo que sea que haya pasado allá abajo.

Jurtz no parecia muy contento tras enterarse de que ninguno de vosotros era el Inquisidor pero cuando le hablas Kael´thos le mira con los ojos muy abiertos y sonrie.

¡Esto es lo que esperaba! Sere un gran siervo del Dios Emperador... No le tengan en cuenta al Sargento su actitud, es un tipo duro, pero tiene buena intención. Lo único que quiere es sacar a sus hombres de esta roca. Y el comisario es un gran hombre tambien; frio como el hielo, poco amigable y reservado pero vela por nosotros

Hubo una revuelta en las minas, así que nos llamaron para que sometiéramos a los rebeldes. El comisario nos ordenó que peinásemos la mina en busca de más rebeldes. Y entonces fue cuando esas cosas pescaron a mi colega Hastus. Le cogieron y se lo llevaron a rastras mientras aún gritaba. Y luego el sargento tocó a retirada, y desde entonces hemos estado aquí atrapados. Si va a bajar a la mina, ¿podría echar un ojo por si ven a Hastus? Tiene novia en Scintilla, y seguro que está deseando que vuelva con ella.

No tengo ni idea de que eran esas cosas. Lo único que vi fueron siluetas, formas extrañas, cosas raras, tentáculos, ojos y cosas aún peores. Probablemente fueran alienígenas. Algunos de los muchachos creen que hay algo más allí abajo. No lo sé.

Tras contarte todo esto mira su cronometro con los ojos entornados y exclama ¡Tengo que irme! ¡se me ha hecho tardisimo! Si piensan bajar alli abajo les deseo mucha suerte y que el Emperador no quite sus ojos de sus siervos