Partida Rol por web

Shoak hace un gesto con la mano, con la palma levantada hacia arriba para que le presten el catalejo.

-Dejad que mire, quizás pueda intuir de que clan se trata por su forma de actuar.

Los vuelos de reconocimiento estaban resultando de los más aburridos, cuando por fin, algo relevante asomó en el horizonte. Don Rodrigo estuvo inspeccionando aquellas luces durante un buen rato con el catalejo, pero sus conclusiones fueron más bien escasas. Cuando el explorador nativo reclamó el instrumento para examinar a los indígenas, Rodrigo se lo lanzó para que lo cogiera al vuelo – Cuidado. No lo rompas.

Shoak atrapó el objeto con ambas manos algo sorprendido por la reacción. Había aprendido que los humanos se contradecían ellos mismos, diciendo una cosa y haciendo luego otra.

-Lo intentaré pero no pongáis a prueba mis reflejos con las manos, la mayor parte del tiempo son patas delanteras. -Comenta divertido por la reacción del anciano.

Es una tribu de hombre planta (Wilden), no son agresivos de por si, si bien se consideran los hijos del mundo y los guardianes legítimos de la naturaleza.

Debido a la tendencia urbanística y militarista de los humanos, no se llevan muy bien.

Shoak mira con calma a trabes del catalejo, imitando a los humanos. El cambiaformas aprovecha a observar con calma a trabes de las lente, agradeciendo el aumento de imagen pues de normal no habría reconocido aquella raza. Shoak repliega la el catalejo y se lo devuelve a Rodrigo de mejor forma que le fue cedido, pero sin apartar la vista de aquella dirección, meditando que hacer o decir.

-No creo que fuerais bien recibidos. Esa isla está abitada por... "hombres-planta", creo que es así como los definiríais vosotros. -Dice, intentando que no se notara demasiado el doble sentido de su ultima palabra. -No son violentas pero vuestras costumbres y chismes de seguro les ofendería. Se consideran los hijos del mundo, sus predilectos y guardianes.

- ¿Hombres planta? ¡Qué interesante! Me encantaría poder estudiar un ser que sea la unión de varios reinos... De todas formas - dijo dirigiéndose a Shoak -, tu eres nuestro guía nativo y nadie conoce mejor a los lugareños que tu. Tal vez deberíamos intentar aproximarnos a otra isla.

El canoso explorador escuchó a Shoak con atención – ¡¿Hombres-planta?!... Hay que joderse...

Bien, por ahora estos "hombres-planta" son los únicos seres vivos que parecen haber por aquí y que no nos quiera atacar de buenas a primeras… Deberíamos establecer contacto con ellos por si nos pudieran ubicar en este mundo. Quizá se hayan tropezado con alguna otra expedición, como la de los italianos, o sepan donde hay más barcos como este.

El viejo se llevó de nuevo el catalejo al ojo e intentó vislumbrar si verdaderamente a aquellos bichos les colgaban hojas de las orejas.

Escucha, ¿puedes comunicarte con ellos? – preguntó finalmente al licántropo.

Shoak se rasca la crespa barba que le crecía con libertad, un gesto que indicaba que estaba pensando antes de responder y no desparasitándose como solían decir estas gentes para mofarse. El humanoide estaba casi seguro que les indicarían el mismo camino por el que habían venido, eso o quizás les "ubicarían" una lanza en el cuerpo. Tentado quizás ante la probabilidad de ver empalado a alguien que no fuera él, accedió.

-Bien, si eso es lo que queréis... -Dice encogiendose de hombros. -Iré a hablar con ellos personalmente, uno de vosotros puede acompañarme, pero ninguno mas. Podrían considerarlo un ataque.

¿ Hombrre-planta ? - Pregunto incredulo. Casi convencido de que he entendido mal.

Puedo acompañar yo

Creo que será mejor que yo le acompañaré - dijo después de la pronta respuesta de Boltar - De los tres, me parece que yo soy el más apropiado. Elisa no puede ser porque debe quedarse en el barco, puesto que es la piloto. Por otra parte, Assisi ya ha demostrado sobradamente que, solo o acompañado, tiene facilidad para meterse en problemas. Por último, entre tú y yo, decir que creo que estoy mejor preparado para salir de esta selva con vida si es que ocurriera “algún imprevisto no deseado”.

Dicho esto, Don Rodrigo guardó el catalejo y empezó a preparar el equipo necesario para la incursión.

Venga, Elisa. Acércanos un poco más con el barco y bajaremos.

Me levanto de hombros, sin mostrar intencion de rebatir al español. - Bien.

Elisa empieza maniobrar el barco (con la ayuda de los demás) para acercarlo hacia la isla. A medida que lo hacéis el catalejo os permite observar mejor el aspecto de los habitantes del pueblo.

Una amalgama humanoide de raices y plantas con algunos aspectos animalescos. Es como si fueran de razas distintas aunque Shoak sabe que simplemente son los distintos aspectos que cada uno de ellos puede mostrar.

No obstante no caminan agazapadas o de un modo primitivo, si no con gracia y solemnidad. No tardan mucho en observar vuestra presencia en el cielo y pronto parece que unos cuantos se reúnen en lo que se podría considerar la plaza de su pueblo.

Shoak aún está pensando en las posibilidades y diálogos que podría intentar para caer bien de entrada cuando percibís unas sombras saliendo de esa dirección.

Parecen ser una especie de águilas gigantes de pico crestado, con dos humanoides subidos en cada una. En sua manos las lanzas alzadas indican que no vienen con buenas intenciones.

Shoak, que había estado pensando en como dar buena impresión al entrar en contacto con los humanoides y pensaba en que tipo de presente podría gustar al jefe del clan, veía como sus planes se desbarataban. Si hacían algún movimiento sospechoso o no actuaban como cautela y respeto, no llegarían al poblado.

-¡Tranquilizaros! Intentaré hablar con ellos, lo primero es que vean que no intentamos ocultarnos para atacarles... Un pañuelo o una bufanda, rápido. Traedme también un palo a lo que atarlo. -Indica, esperando que le traigan los dos objetos con rapidez y afanarse en hacer una bandera improvisada.

Shoak agita la bandera, haciendo señas para que los seres, con los cuales tenia mas en común que con el resto de tripulación, accedieran a aterrizar en la cubierta y parlamentar. Tenia que intentarlo pues cabía la probabilidad de que hubieran ocultos mas jinetes voladores.

El guía grita unas palabras en su lengua materna, esperando que los hombres-planta captaran el tono amigable de las palabras que no conocieran de su dialecto.

Eso no pinta bien.

Sin correr, pero a paso ligero, me acerco donde he guardado mis cosas para agarrar el escudo. De reojo miro a los pajarracos, y evalúo la distancia a la que se encuentran. Mis manos, afianzan las correas del escudo y el brazal.

No muy bien - Se me escapa una sonrisa y me acerco a Rodrigo.

Elisa estaba a la vez fascinada por la presencia de unos seres tan maravillosamente extraños y nerviosa por cual pudiera ser su reacción. Ya durante la aproximación al islote estuvo pensando en las posibles vías de salida y en como evitar los daños en el caso de que tuviesen armas de proyectiles y, aún con todo, no podía dejar de mirar a los seres que tenía delante con curiosidad científica.

La situación parecía enturbiarse por momentos y la mano de Don Rodrigo se acercó lentamente al mango de su pistola, pero el español prefirió esperar un poco más y dar una oportunidad al guía para que pudiera demostrar que era capaz de hacer su trabajo.