Partida Rol por web

Dirigíme al aldeano que allí había et le propuse el negocio. NOrmalmente la mia sonrisa et mi labia eran suficiente-Buenas señor, buscámos a alguien que pueda llevarnos a la cabaña del señor Vermudo. Pagaremos bien.-Pero en aquesta ocasión non salió como esperaba, non me quedó más remedio que encogerme de hombros et todavía con la sonrisa en la boca dirigime a mis nuevos compañeros de viaje.-Paresceme que iremos solos.

Don Tancredo habla con su escudero e interviene.
- Si hubiere que vadear el río, bien pudieramos servirnos de nuestras monturas para atravesarlo*. El joven Tiago va a quedarse aquí pero pudiera yo llevar ambos caballos, et cruzar de uno en uno. Si fuéramos por el bosque credo que debiera dejar las monturas aquí et estirar las piernas andando ca temo también a los lobos que ya mordieron a mi jamelgo anoche.

—A mí se me da muy mal nadar. No me gusta la opción del río, siempre he preferido pisar en firme. Sea como sea, aunque somos un buen número, preferiría hacer noche de nuevo en Ucero y salir con las primeras luces de la mañana. Mejor tener todo el día por delante que arriesgarnos a que nos coja la noche.

El hombre está visiblemente incómodo ante la petición, sus ojos asustados ke delatan, pero agradecido como está por el bocado que le han dado, todavía sonríe cuando vuelve a coger sus cubos de agua y recula.
-Non querría mi familia que acabara yo como el Martín Nabero..- se excusa.
Froilán el Bueno, mientras tanto frunce el ceño y murmura algo sobre agarrar por el pescuezo a Godesteo.
No hay campanas que den la hora en Ucero, más debe de ser la hora nona, por la altura del sol.

Non es demasiado tarde, bie podríamos aprovechar las horas que quedan de día y seguir camino.-digo después de saludar al hombre que nos da la espalda pero entendiendo el suyo temor.-¿Qué dicen las vuesas mercedes?¿seguimos camino o esperamos una noche más? Et preguntome si non será demasiado tarde si esperamos otra noche. Et en caso de llegar a la casa del hombre aqueste bien podríamos fazer noche allí.

Que diga Amelia que paresce conocer la zona. Yo veo peligroso lo de crizar el rio. Podemos acabar ahogados incluso aunque usaremos los caballos del señor, que estos se pueden encabritar y al agua que vamos. Si Amelia considera que nos da tiempo a ir y a volver por el camino que no vadea el rio, no veo por que deberiamos ir

- Si fuera en barca, non tendría problema yo con el rio - respondí - pero non llevome bien con las bestias, asin que prefiero ir por el camino del bosque -

- Si el camino lleva medio día, como dice Zacarias voto por salir mañana temprano, non quiero que como ayer nos encuentre la noche al descubierto -

Miro a mi alrededor y veo que Froilán ya no está. Esperaba que encontrara a Pere y Godosteo y no tener que salir más tarde a buscarlos a los tres.

- Tal vez debiéramos acercarnos a la taberna y conseguir más información sobre los lobos et Martin Nabero, que ya no es la primera vez que lo mencionan -

-Cuando era pequeña tardaba medio día en ir... Supongo que agora tardaría menos sin embargo no sé si daría tiempo a volver... -La joven cada vez que hablaba de sus recuerdos debía intercalar pausas para bucear en las brumas de su memoria. -Puede que Vermudo "el Curandero" nos dejase dormir en su cabaña. -Dijo finalmente sin estar muy segura.

-Amigos, la verdad es que me encuentro un poco débil y creo que algunos de los aquí presentes también. ¿Por qué no hacemos como dice el buen Nuño y vamos a la taberna y salimos mañana con las primeras luces del alba? Podríamos aprovechar para preguntar un poco por los lobos y por ese curandero, a ver qué averiguamos.

Pues cambio voto al día siguiente por la supervivencia del grupo.

Las sombras se empiezan a alargar y empieza a refrescar. Se vuelven a oír aullidos de lobo, y notáis cómo los ánimos para salir del pueblo decáen. Os habéis movido, casi sin daros cuenta habéis comenzado a bajar desde la iglesia en construcción por la otra calle que cruza la mayor, que ya conocíais. Una esplanada con un pozo en el centro se abre detrás de las casas, y aquí podéis ver ya más puertas abiertas. Un hombre vigila el pozo desde un zaguán abierto de la que cuelga un trozo de madera con el grabado de un laurel, parece la taberna. Un murmullo se oye desde donde estáis, hay gente dentro.
Más abajo por la calle oís un martilleo golpeando un yunque que viene de una pequeña choza con una chinenea humeante desproporcionada para su tamaño. Un caballo está atado delante.

Estáis observando la situación cuando oís voces detrás. Es Tiago, que había ido a dejar los caballos al establo de la Tegidria.

¿Non eran dos cabalhos que tiraban del carro que conducíais?- pregunta en alto mirando a Zacarías, mientras fruce el ceño- Sólo uno hay en el establo..