Partida Rol por web

-Parece que vos habéis vivido historias muy interesantes por lo que me contáis. Deduzco que esos buenos hombres que os salvaron y os acompañaron en vuestra marcha se encuentran en aqueste castillo dijo al tiempo que le señalaba. No en vano eran caballeros por lo que decís... -Su última frase se perdió como si estuviese recordando algo.

-Gracias por vuesas palabras mi buen hombre. -Agradeció con una sonrisa tras despertar de su ensoñación-. Espero que tengáis suerte trocando vuesa mercancía. Por mi parte seguiré vueso consejo buscando a la tal Tegridia "la vieja" 

Se despidió con un gesto y volvió a azuzar a su jumento hasta el borde del pueblo, una vez allí juzgó que sería conveniente ir andado, así que desmontó a la criatura y tomándola por las riendas la empezó a guiar por las calles del pueblo. Miraba en todas las direcciones, casi como si fuese una niña que acabara de descubrir un mundo nuevo, esperando de un momento a otro reconocer una faz familiar.

Tegidria "la vieja", no tenía ese apodo cuando eras niña. Era la viuda de un pardo, amigo del conde de Ucero, que hospedaba a visitantes en su casa, una de las más grandes del pueblo. Y era amiga de tu madre y era amable contigo.

Al final de la calle está la casa de Tegidria. 
No reconoces faz alguna, porque ninguna ves hasta que llegas a la iglesia, que está en la calle por la que andas, donde un relincho de caballo te sobresalta. 
La iglesia sigue tal y como la recordabas: con el campanario en construcción. Las yerbas han crecido sobre el montón de piedras que se labraban ya cuando eras pequeña, y sobre el montón que se acumula al lado de la portada, cerrada a cal y canto, se sientan cuatro hombres de los cuales uno saca la cabeza a los demás , y que parecen pastores, porque visten vellocinos, excepto uno que se abriga con una piel de lobo. El relincho viene de los cuatro caballos que están atados al lado de ellos. 
Los hombres interrumpen la conversación que tenían, mientras compartían una bota de vino, y te estudian con la mirada. 
 

Salís de casa de Tegidria, que os despide, con Godosteo, y hacéis el camino contrario al de ayer. La calle acaba en un antiguo puente de piedra que cruza el río, al otro lado del cual el camino se bifurca para dirigirse hacia el castillo de Ucero o a Burgo de Osma. Justo antes del puente os separásteis ayer. Los caballeros y loberos fueron hacía el castillo y vosotros, hacia el pueblo. 
Al pasar al lado de la iglesia, os percatáis de que el campanario en construcción. Las hierbas han crecido sobre el montón de piedras que parecían utilizarse para labrar, y sobre el montón que se acumula al lado de la portada, que está cerrada a cal y canto, se sientan cuatro hombres de los cuales uno saca la cabeza a los demás : Son los loberos de anoche, con sus caballos amarrados al lado, que en silencio miran en dirección contraria a vosotros. Por la calle viene una muchacha tirando de un burro.

Pero algo más llama tu atención. Por la calle caminando en sentido opuesto, vienen otro grupo. 

Al final no conseguí convencer a los monjes, pero Godosteo nos acompaña en su representación mientras el resto se queda vigilando a Fray Tomás. Quería hablar con Benvido antes de irnos, pero ahora que estaba convencido el resto del grupo, era mejor ir primero al castillo y ya lo vería a la vuelta.

Avanzamos por el mismo camino que entramos ayer, aunque esta vez le preste más atención, que anoche desde el carro sólo quería llegar a donde pudiéramos descansar. Al lado de la iglesia estaban los loberos que ayer nos ayudaron.

- Buen día compadres - les salude mientras continuábamos camino frente a una muchacha que avanzaba sola con un burro. Después de lo que ayer nos costó llegar viniendo en grupo, me sorprende verla viajando en solitario.

Mi mirada se clava unos segundos en tan extraño pendón para, a continuación, volver a fijarme en mi interlocutor...

Los problemas de Ucero preocupan a más gentes de las que creéis, así que aquí me hallo, lejos de mi casa en Fuenfría para desfacer este entuerto, ansioso de acabarlo más pronto que tarde, para volver a mis tierras y seguir criando a mi... "cachorro"... Haré como vos decís, me haré cargo de esos cazadores y buscaremos al lobo que domina al resto y con la ayuda de Dios, le daremos caza y acabaremos con él. Estoy seguro que, en cuanto eso ocurra, el problema de los lobos desaparecerá por si solo...

Señalo el pendón como sin darle importancia, mientras arranco un trozo de pan de una hogaza. Curioso emblema, ¿qué significa?

A pesar de que se hayan cerca hay tanto ruido del resto de gentes que pueblan este castillo que me es imposible atender con la debida atención a la conversación entre esos dos caballeros...

Tegridia, aquel nombre la golpeó en sus recuerdos trayéndola a colación algunos encuentros al azar con esta. Fue entonces cuando los recuerdos empezaron a sentirse como si de un arrullo que la invitaba a dormir en la calidez de su hogar. Sin darse cuenta empezó a sonreír tontamente, sin poder controlar los espasmos de su faz al saberse próxima a su destino.

Entonces se acercó a los pastores quienes parecían estar dando cuenta de algún tipo de almuerzo:

-Disculpen vuesas mercedes, ¿podrían por favor indicarme dónde puedo dar con Tegridia aquella a la que llaman la vieja? La viuda del pardo- Se dispuso a aclararse, cuando de pronto advirtió la llegada de aquel variopinto y heterogéneo cuarteto de personas. Desde luego parecían foráneos.

-Disculpen vuesas mercedes, ¿podrían por favor indicarme dónde puedo dar con Tegridia aquella a la que llaman la vieja? La viuda del pardo-Dice Amelia.
Tres de los hombres miran a Amelia con descaro, el gigantón lo hace con timidez. Puedes ver como el que lleva la pelliza de lobo es el más pequeño de los tres y tiene la mirada clara. No así los otros dos, que estudian a Amelia con ojos vidriosos, probablemente debido al vino mañanero y se levantan.

-Venga buena moza tras aquesta casa ca puedo fazerle gran servicio.- 
El otro simplemente coge el bocado del pollino mientras sonríe.

- Uttie bakean...- Dice el gigante en una lengua que os es extraña. 

- O-o-oier- Tartamudea el de la pelliza de lobo. Y el que abrió la boca primero les mira disgustado perdiendo la sonrisa. 

- Buen día compadres - dice Nuño.
Detrás, se pueden oir crujir algunas contraventanas y algún murmullo, y podéis presentir que medio pueblo os está mirando desde las sombras.

-¿Cachorro? ¿Tiene vuesa merced un fijo?- Gregorio de Ucero parece interesado, pero contesta a tu última pregunta. 
-Yo mismo ordené cambiar el antiguo escudo de Ucero por los dos lobos, más non fuesse capricho, ca acaescio que siendo yo joven, et antes de partir a batallar por mi rey, fuesse yo a rezar en la iglesia de las montañas, et fuesseme revelado, en una gruta tras aquesta, una estela de piedra con dos siluetas, que por seguro eran lobos, por seguro las antiguas gentes que dieron aqueste nombre al río et sus riberas... parecióme, en mi juventud, que aquesta heráldica infundiera temor en mis enemigos.-
Queda en silencio unos instantes, mientras masticas (ruidosamente se supone).
- ¡Regrese pues a sus tierras buen caballero sin demora!, ¡olvídese destas historias de lobos et fágale enseñanza de la prudencia que como caballeros non hemos sabido haber!- Dice a voces de improviso. Tiene los ojos rojos. 
-De mi desgraciado matrimonio non hube fijos, ca la difunta condesa non supo dármelos. Más tuve una fija en pecado, et queriendolo yo expiar con guerras, al servicio de nuestro rey estuve lejos de mi señorío durante años. Et que al tornar et quererla trovar, encontrame con que la condesa mandola a tierras extrañas sin decírmelo, et al morir antes de yo tornar, hube de darla por perdida...-
 

Aquellas miradas la hicieron sentirse incómoda, tampoco aquellos hombres que no parecían ser de aqueste lugar serían ayuda para lo que buscaba por aquellos lares.

Sin mirarles a la cara para no descubrir hacia dónde miraban y con la cabeza gacha hizo una leve reverencia -Con su venia seguiré buscando-. Se disculpó a modo de despedida.

Escuche a la muchacha preguntar por la viuda y las soeces contestaciones de los loberos, algunos de ellos parecían borrachos a esta temprana hora de la mañana.

- Señora, si deseades encontrar la casa de la viuda, cruzad el puente y seguid aqueste camino, la encontrareis al final del mismo - le digo señalando el camino por el que veníamos.

Se intuye que gente del pueblo están observándonos escondidos. Supongo que serán los mismos aldeanos que formaban la montonera de la mañana, todavía asustados por los lobos pero deseando ver a los frailes. No quite ojo de los loberos, temiendo que estuvieran molestos por el rapapolvo que les echaron ayer cuando fueron a ayudarnos.

-¡Muchas gracias! ¡Es usted muy amable! -Contestó con una sonrisa a las respuestas precisas que le dio su interlocutor. Le hacía por forastero y como tal no fue el blanco inicial de sus preguntas sin embargo acabó resultando la ayuda más valiosa.  -Ruego a vuesas mercedes me disculpen. Muchas jornadas de viaje llevo encima y no deseo otra cosa si no ver a una vieja amiga. 

Considerando aquestas palabras suficiente disculpa se despidió y tomó rumbo según las indicaciones que había recibido. 

Asiento ante las palabras del de Ucero. Buen mozo que va a ser, eso seguro, más non puedo marcharme sin antes terminar con aquestos lobos que amenazan vuestras tierras.

Veo como la emoción embarga al conde cuando habla de su hija perdida y le doy una palmadita en el hombro haciéndole ver que comparto su dolor pero lo que me llama la atención es lo de la capilla con las figuras de lobos, supuestamente... Pienso que igual no tiene nada que ver con la iglesia la caverna esa que dice le fue revelada...

Mas decidme, mi buen señor, decís de una gruta que os fue revelada mientras rezábais, ¿cómo, exactamente, os fue revelada aquella?