Partida Rol por web

Sonreí de manera pícara a Wisna ante sus palabras y me giré decidido hacia mi contrincante, más me valía ganar esa pelea.

Al igual que Heimir tiré mi escudo al suelo y jugué con el hacha en mis manos para intimidarle antes de que comenzara el combate. - Pues vamos a ello.- Pensé. Ese combate me serviría para demostrar mi valía así que sin pensármelo más me lancé hacha en mano contra mi enemigo dispuesto a terminar rápido con esto.

Rurik acepta el reto de satisfacer a los dioses ... el vocerío de unos y otros hombres cesan para ver el combate, pues quieren ver lo que estos guerreros están dispuestos a arriesgar por conseguir el favor de los habitantes de Asgard ...

Heimir sonríe y hace un gesto de aprobación ante la actitud de Rurik, pero en seguida ve como su oponente se lanza a por él, el hacha pasa rozando a Heimir pero este en un acto reflejo consigue esquivarlo. Acto seguido Rurik le lanza dos nuevos ataques dejando a Heimir a la defensiva, el primero de ellos no supone un problema esquivarlo a Heimir y el segundo lo bloquea con la lanza (varios hombres de ambos bandos aplauden como gesto de aprobación).

Después de varios ataques más por parte de Rurik, Heimir da unos pasos atrás buscado algo de resuello para poder ofrecer un duro contraataque pero este es esquivado por una acrobacia de Rurik, lo cual le hace estar dispuesto para darle respuesta a Heimir encarándose nuevamente ante el para propinarle un hachazo el cual Heimir consigue bloquear con su lanza, impidiendo a Rurik atacarle. Heimir consigue dar un rodillazo en el estomago de Rurik, el cual a pesar de haber dejado sin respiración a muchos de los presentes Rurik parece haberlo encajado sin problemas mayores ... Rurik acto seguido le propina a Heimir un empujón con el hombro rompiendo el bloqueo.

Ambos guerreros se dan un breve respiro para confirmar que ninguno de los dos sangra.

- No lo haces nada mal, si sigues así los dioses quizá te tengan en consideración aunque pierdas, jajaja le espeta Heimir a Rurik

Tenía las manos cerradas tan fuertes que los nudillos habían perdido el escaso color que tenían, siguiendo con ojo crítico el encuentro de Rurik y el futuro cadáver a manos de Ifrit.

-ouf- cerró un ojo al hacer la mueca. El mismo golpe que Heimir le había soltado a Rurik para dejarle sin aliento se lo había soltado ella en más de un entrenamiento, ¡siempre dejaba la guardia abierta!... aunque reconoció que el chico había endurecido su resistencia y con ello encajó el golpe de forma admirable.

Veremos si los dioses te tienen en consideración cuando esto termine. Respondió mentalmente aunque aplaudía y alzaba la voz junto a las del resto para animar a ambos contendientes sin retirar la mirada de Rurik.

Le di un codazo a Wisna sin que nadie más lo notara.

-Las manos... -murmuré- ...se supone que lo estás pasando bien. 

Aplaudí cuando los demás aplaudían y reí cuando los demás reían, mientras acariciaba el mango del hacha que colgaba de mi cintura con suavidad, inconscientemente. También llevaba el arco a la espalda, pero en una situación como aquella el hacha era más acorde. Ojalá Arild me hubiera dejado pelear a mí también. Aquel hombre había firmado su sentencia con las Valkirias antes incluso de comenzar... Si Rurik no lograba hacerlo sangrar lo suficiente (cosa que dudaba) lo haría yo. Incluso creía haberle visto alzar la cabeza hacia el cielo antes de empezar el combate... mal fario, mala idea.

Sörr miraba el combate con ojo crítico, y pocas veces se unía a los aplausos y risas de los demás. Parecía querer memorizar cada movimiento de los dos contendientes, y sobre todo, las reacciones de los demás, para averiguar si algunos movimientos eran normales entre ellos o no.

Apenas pestañeaba, y sin darse cuenta apretaba la mandíbula ligeramente mientras con una mano acariciaba el escudo. Tenía ganas de salir a combatir y demostrar lo que valía, sobre todo porque no quería tener que aguantar a Ifrit y, sobre todo, a Wisna, que seguro que le daría la murga con que no había peleado bien, que si era un débil y cosas así.

Mientras todos los demás aplaudían a los contendientes, Snorri paseaba entre el público repartiendo cerveza e hidromiel mientras observaba con ojo crítico no a los luchadores, si no a los demás. A los que se convertirían en enemigos menos agotados si se producía un altercado más tarde.

Me percaté de que Snorri repartía bebidas entre el público y, cuando pasó por nuestro lado, le hice un gesto a Wisna y lo detuve un segundo. Entonces le di algo del brebaje que nosotras habíamos preparado, el que le había dado a Heimir.

-Esto es un regalito especial de nuestros jefes para los hombres de Gustav -murmuré en voz muy baja-; si puedes repartirlo entre los que no están combatiendo... nosotras nos encargaremos de los que sí... ¡pero ten mucho cuidado, no te equivoques! Que ninguno de los nuestros beba de éstos, ¿vale?

- Claro, deja que me encargue de ellos, al fin y al cabo sólo tengo que ponerlo en las bebidas más fuertes. Susurré a Ifrit mientras le guiñaba un ojo.

Comencé a repartir las "bebidas" para todos, algunos incluso repitieron, debido a la sed que daba tanto griterío. Yo me encargaba de animar y repasar cuidadosamente a quién le daba cada bebida, para que no hubiese equivocaciones.

Ilfern contempló los combates acontecidos hasta el momento con la misma actitud reservada y taciturna que había mantenido desde el peculiar desembarco llevado a cabo hacía unas horas. Lo cierto es que nada de aquella situación le gustaba, no se sentía cómodo, aunque no sería capaz de explicar por qué. Tampoco le habían pasado desapercibidos los malos modos con los que sus anfitriones habían tratado a sus compañeras, algo que no pensaba dejar pasar con tanta facilidad.

Por todo ello, su instinto guerrero le había hecho no perder detalle de los movimientos de los combatientes. Los había estado estudiando detenidamente por lo que pudiera suceder en las horas venideras. Aguardaba con aparente calma en una de las hogueras más cercanas al círculo de combates, observando todo lo que acontecía a su alrededor. Si la tensa situación terminaba desembocando en algún enfrentamiento, Ilfern, hijo de Grimnir, sería el primero en alzar su hacha en favor de sus compañeros.

El combate había empezado, el rival bloqueaba mis ataques, aunque los suyos tampoco lograban impactarme. Ahora era el momento en que había que terminar e combate, el primero que cometiera un error perdería. - Tú tampoco lo haces mal del todo, una pena que eso no te sirva para derrotarme.- Comenté de forma socarrona y reí.

Me permití durante un momento mirar a Wisna de reojo, sabía que si no ganaba este combate las cosas se iban a poner feas cuando no estuvieran los hombres de Gustav presentes, aquella idea me hizo sonreír y me impulsó hacia mi segunda tanda de ataques, estos no los resistiría.

Lo mismo de antes, dos ataques para acabar con esto rápido

... después de algunos intentos más por parte de ambos oponentes con similares resultados, ambos deciden emplearse algo más a fondo, pues al parecer con golpes y contragolpes básicos no conseguirán que caiga la guardia del oponente ...

Rurik toma la iniciativa una vez más y se lanza contra Heimir, este consigue bloquear una vez más el arma de Rurik y le vuelve a propinar otro duro golpe con la rodilla, Rurik vuelve a encajarlo al igual que la primera vez. Este segundo golpe que recibe Rurik tampoco le causa grandes daños pero le hace perder la iniciativa, Heimir es ahora quien lanza rápidos ataques contra Rurik y este los logra esquivar con algo de dificultad ...

"... En los momentos más difíciles con la sangre en ebullición por el fragor de la batalla, recuerda que es donde debe destacar un líder sobre un guerrero común ... estudia la situación y actúa hijo mio, los recursos más inesperados pueden ser los que te hagan ganar una batalla ..."

Justo cuando las cosas empezaban a ponerse realmente difíciles para Rurik, Heimir consigue clavar su lanza sobre la carne de Rurik, hiriendo su hombro izquierdo ; pero no sin pagar un alto precio pues Rurik en vez de esquivar una vez más el golpe de Heimir decide encajarlo para así poder el golpearle de espaldas, causando un buen tajo en el plantar delgado de la pierna derecha ... Heimir inca la rodilla en el suelo para poco después caer de bruces, Rurik tira el hacha al suelo y también sangrando acude al auxilio de Heimir.

De repente el griterio y aplausos cesan, el silencio y la congoja en un bando y la cautela en el otro inunda el "campo" de fiesta.

Arild acude presto a ayudar a Rurik

- Un buen espectáculo, los dioses estarán contentos con el sacrificio ... Marchemos a que os vean esas heridas

Busca a Gustav con la mirada mientras apoya parte del peso Heimir sobre él.

- Si no tienes ningún curandero sobrio , Ifrit puede hacerle un vendaje inconscientemente se le dibuja una sonrisa que es interpretada erróneamente por Gustav.

- Si parece que la pelirroja será capaz de atenderle en todas sus necesidades , jajaja Ríe Gustav quitando hierro al asunto , aunque su rostro muestra signos importante de preocupación, realmente contaba con una victoria fácil por parte de su hombre.

Sörr no pudo evitar seguir apretando la mandíbula durante el combate mientras apretaba las manos y las abría, mostrando un ligero nerviosismo en ese momento. Cuando ambos salieron heridos, no pudo evitar un gruñido y hacer ademán de levantarse, pues no hizo falta para ayudarle ya que Arild había hecho eso, y para colmo ahora querían que Ifrit atendiera a otro- Lo mata -pensó para sí, pero no era su problema.

Su problema era que ahora le tocaba combatir a él, y no sabía si quiera quién sería su enemigo.

Me acerqué a Rurik, haciendo caso omiso a los comentarios de nuestros dos líderes. Observé su herida del hombro, no era profunda y era limpia, así que cicatrizaría bien. Saqué una hierba de una de mis bolsas, la mastiqué y, cuando la había hecho una pasta espesa, se la puse en la herida sin demasiados remilgos. Luego se lo vendé con un par de retales, ajustándolo lo suficiente como para que no se le moviera, pero sin cortarle la circulación. 

-Notarás algo de frío en la herida, te escocerá, pero cerrará rápidamente -le dije a Rurik sonriendo- lo has hecho bien, amigo. 

Entonces me volví sin ganas a mirar a Heimir, cuya herida de la pierna no dejaba de manar sangre. Me acerqué, la observé. Luego miré a los lados, agarré el cuerno de alcohol del primero que vi cerca y lo vertí sobre la herida sin miramiento alguno. 

-Aguanta el dolor, guerrero, si no quieres que Odín se avergüence de ti -reí, guiñando un ojo a Wisna.

No le puse ninguna hierba y lo vendé rápidamente, sin ajustar los retales demasiado, no me interesaba que dejara de sangrar. Sin embargo me di la vuelta y miré a Gustav, por deferencia a él, que nos había dado la bienvenida. 

-Si queréis que vuestro hombre no muera desangrado, más os vale encontrar un curandero en condiciones rápidamente; además tendréis que tumbarlo y levantarle la pierna, es una herida muy profunda y ha seccionado una arteria, lo que significa que, si no se corta la hemorragia, se muere. Y yo no tengo medios para hacerlo -aclaré secamente-, llevadlo a un curandero cuanto antes. 

Entonces me di la vuelta y caminé de nuevo junto a Rurik. Mientras pasaba al lado de Wisna, en voz lo suficientemente alta como para que todos me oyeran, le comenté, esbozando media sonrisa:

-Parece que al final voy a tener que ocuparme de mí yo misma, ¿no crees?

Finalmente acudió un hombre de Gustav para hacerse cargo de su herido, quizá no se le podría llamar curandero, pero se defendía bastante bien, examino la herida y hemorragia y pidió que le acompañaran otros dos muchachos, entre todos se llevaron al herido para darle un mejor tratamiento. Rurik a priori con los cuidados de Ifrit no perderá más sangre y podrá recuperarse en unos días.

Pero las celebraciones no pararon y los dioses estaban sedientos de nueva sangre, el siguiente combate estaba apunto de comenzar ...

Momentos antes del combate, Arild se dirige hacia Sörr

-Combatirás contra un viejo conocido, fue uno de los hombres de Odd en el pasado, no es tan rápido quizá como Heimir pero si es bastante diestro. ¡No te confíes!.

Sonríe , recordando viejos tiempos en el campo de batalla y se despide de Sörr.

- Haz que los dioses estén orgullosos de ti esta noche.

Gustav presenta a su hombre, Oskrud. Un hombre musculado de mediana edad, que porta una lanza y un escudo. Su porte es el de un guerrero experto en batallas y se le ve confiado avanzando contra su destino. Los hombres de Gustav le aplauden y vitorean.

Oskrud espera a Sörr con el escudo y la lanza preparados.

Cuando veis a Oskrud os dais cuenta de que Heimir antes del combate tenia una espada y no una lanza, sin embargo Oskrud si que sale a combatir con su "arma" principal o "diestra". Al parecer irá a por todas