Partida Rol por web

Faltan unos pocos minutos para que se inicié el combate final, dos antiguos compañeros de batalla medirán entre si sus fuerzas. ¿Quién saldrá victorioso? ...

"La noche esta apunto de llegar a su fin, el banquete ha concluido todos los cuernos y vasijas están vacíos, en suelo hay charcos de vino, sangre , sudor, lagrimas , los dioses han sonreído a Gustav y los suyos y estos festejan en su nombre ... pero aun queda una última ofrenda, otro combate más en honor a los dioses, un combate singular para deleite de todos, posiblemente ambos tengan su hueco en el "gran salón", pero esta noche serán los mortales los que les vean luchar ..."

Gustav es el primero en prepararse para la contienda, y hace la presentación de su adversario ...

... pocos sois los que no conocéis a mi adversario, un temible y feroz combatiente en batalla, no os dejéis engañar por su aparente juventud pues es mas experto que la mayoría de los veteranos de esta isla. Para mi es un honor haber combatido a su lado, pero hoy me enfrentaré a él lo cuál hace aun más grandiosa esta noche ... Espero estar a la altura de mi contendiente y satisfacer así a los dioses ...

Todos aplauden a ambos lideres mientras Arild se prepara también para el combate ....

Gustav sigue equipado con su armadura de cuero y su capa y botas de pieles, tiene el pelo suelto y porta su escudo y hacha.

Por otro lado Arild se quita su manto de pieles y deja su torso desnudo después de quitarse una camisa de lana, mantiene sus pantalones y botas de piel y cuero. Tan solo porta un mandoble. Aquellos que le ven luchar por primera vez descubren que Arild también tiene unos tribales tatuados en la espalda y torso de similares características a los del rostro.

... el viento ondea los cabellos de los contrincantes cual estandartes, el vocerío de las celebraciones enmudece, incluso parece que las alimañas de la isla presten atención, el silencio acunado por el repicar de las olas y la tensión de los músculos de los adversarios es la banda sonora, el preludio de una gran contienda...

Los adversarios se miran unos segundos, casi eternos cuando sobre uno recorre la sensación de haberse detenido el tiempo, pero en el fondo son unos segundos efímeros, escasos para realmente poder tomar la mejor decisión o estrategia sobre el adversario, es más en este caso casi es más bien respeto sobre el protocolo que no porque sea necesario, ambos adversarios se conocen especialmente bien. Posiblemente cada uno sepa que va a hacer el otro ...

Los cuerpos se ponen en danza, las armas chocan entre sí o son esquivadas con agilidad y confianza. Esta claro que ninguno de los dos usa su mejor golpe ni pone al límite su cuerpo, ambos están recordando y poniendo a prueba las capacidades del adversario, pero poco a poco la velocidad de los ataques aumenta así como su dureza e intencionalidad ... "el guerrero" toma control del hombre, del líder de la calma, eso ya no existe solo un torbellino de acero buscando sangre ...

"... transcurren ya minutos desde que comenzó la contienda entre ambos lideres, los vítores y ánimos no cesan por parte de ambos "bandos", así como tampoco los insultos y chanzas entre los rivales ..."

Después de estos minutos ya no buscan evaluarse, ambos buscan la victoria

Gustav después de realizar varios ataques dignos de un titan y haber errado todos ellos, empieza a maldecir.

-Maldito seas Arild, deja de jugar conmigo malnacido ...

Arild que acababa de esquivar otro de los golpes de Gustav se gira sobre si mismo, e inca la espada en la tierra.

-No es un juego, solo que la falta de combates reales te ha dejado oxidado y los dioses se merecen algo mejor, no obstante hoy me han bendecido a mi para que paté tu viejo culo acomodado.

Gustav empieza a reir y se lanza una vez más con su hacha sobre Arild, pero esta vez bloqueando el acceso a Arild para que no pueda coger su mandoble.

Arild lee las intenciones de Gustav y salta con los puños descubiertos sobre Gustav, finalmente propiciándole un puñetazo en el labio inferior ... y por desgracia para Gustav empieza a manar la sangre.

- Bueno Gustav, ha sido un placer verte en acción de nuevo Tiende su mano hacia Gustav para dar por zanjado el combate.

Gustav limpia la comisura de su labio, y aparta la mano de Arild.

- Me temo que esto no acaba así Arild, mis hombres no me respetarán igual si ven que me dejo vencer por un simple puñetazo. Así que te propongo continuar el combate hasta el final.

Arild sonríe, como si realmente esperase esto desde el primer momento en el que empezó a combatir.

No se pueden cambiar las reglas de un combate al finalizar este amigo, y menos cuando estamos honrando a los dioses ... no obstante entiendo tu postura, y es por eso por lo que te presento una segunda oportunidad, otro combate distinto, este lo siento mucho lo he ganado y los dioses me favorecerán de nuevo.

Gustav colérico lanza un fuerte ataque con su hacha sobre Arild.

Entiendo que esto es un sí ... Dice Arild mientras esquiva el golpe y coge su mandoble Solo que aun no he dicho mi parte, y es que la contienda queda ampliada a ambos grupos. ¡¡¡ A LAS ARMAS !!!

El corazón de Ifern empezó a latir con fuerza, impactado por lo que acababa de suceder. No es que no se esperara algo así, pero la emoción del inminente enfrentamiento a ojos de los dioses le colmó de euforia. Preparado como estaba por si esta ocasión llegaba a presentarse, agarró con firmeza su escudo y blandió su gran hacha de guerra con la mano derecha. Comprobando por unos breves segundos que todas las piezas de su equipo estaban en el lugar adecuado, se colocó el yelmo y se lanzó a la carrera, salvando los pocos metros que había entre Arild y él en apenas segundos.

El hijo de Grimnir se colocó a la derecha de su comandante, le miró a los ojos y asintió con un gesto de su cabeza. Golpeó dos veces a Svalandir contra su escudo y acto seguido adoptó una posición defensiva, escudo en ristre, preparado para lanzarse contra el enemigo. Lanzó una silenciosa y breve plegaria a Thor y en ningún momento miró al cielo, pues sabía que de lo contrario las valkirias posarían su mirada en él para llevarlo al Valhalla aquella misma noche. Pasara lo que pasara en los minutos venideros, estaba preparado.

Di un salto en cuanto Arild llamó a las armas. Cogí el petate que yo había traído que estaba allí cerca, con nuestras cosas, y al tiempo que desataba mi hacha con una mano, buscaba con la otra la piel de oso. Pasé corriendo al lado de Wisna y se la lancé, junto con su propia hacha, al tiempo que gritaba "¡Heimir es mío!" y después susurraba "¡mátalos a todos!"; un segundo después, salí disparada en busca de ese hombre en cuestión, para cercenarle la garganta lo más rápido posible, regalando hachazos por el camino a todo el que se pusiera en medio. 

-¡Que Thor guíe vuestro brazo en la batalla y Odín contemple vuestras proezas! -grité a mis compañeros, mientras pasaba por su lado, avanzando en busca de aquel hombre con quien tenía una cuenta pendiente.

Tampoco alcé la mirada al cielo ni un instante. 

Mientras el combate estaba en su apogeo yo ya me había colocado sigilosamente en una buena posición y con mi arco a mano, por lo que en cuanto Arild llamó a las armas, ya había una flecha mía volando hacia Gustav. La prevención y la planificación eran las claves de la victoria, como bien había aprendido tras muchas historias y aventuras con mi maestro, y no iba a desaprovechar la oportunidad de eliminar o debilitar al líder rival. La cabeza del grupo era la clave, por lo que no me lo pensé dos veces.

La flecha de Snorri se clava en el hombro de Gustav , pero este se la arranca para enfrentarse contra Arild e Ilfern

Varios hombres de Gustav consiguen llegar junto a el para escudarle y luchar a su lado, otros van en busca de armas y la mayoría empiezan a ser conscientes de lo que se le viene encima. Si al principio había una relación de 5 o 6 oponentes en condiciones de luchar, ahora mismo será unos 2 o 3 oponentes, el resto aun esta reorganizándose o fuera de combate por los efectos del alcohol, etc.

Caminé hacha en mano, con paso decidido, en dirección a la cabaña donde había visto que se llevaban a Heimir para curarle la herida. Estaba decidida a reparar el agravio que había sido para mí el comentario y el gesto de aquel bruto malnacido y no se había topado con una muchachilla cualquiera, para su desgracia. Por el camino, si se me acercó algún guerrero de Gustav, no me di cuenta, pero cuando llegué a la entrada de la cabaña, el filo del hacha estaba cubierto de sangre. Lo miré unos instantes... ¿entraría a lo bruto como había pensado en un principio? ¿o sería mejor regodearse en la venganza? No era mi estilo, pero aquella vez podría hacer una excepción. 

Dejé el hacha manchada de sangre al lado de la puerta y me interné a través de la tela. Heimir se encontraba allí, bebiendo algo de un cuerno, con la pierna ya bien vendada, aunque sus vendas estaban demasiado rojas. 

-¿No te deja de sangrar la herida? -le pregunté, con voz sensual, acercándome a él mientras contoneaba las caderas.

"Bien, eso significa que las hierbas para licuar la sangre funcionan, perfecto".

-Bueno, se ha armado un gran revuelo ahí fuera y estoy un poco cansada, así que vengo a descansar... -esbocé una sonrisa sesgada, sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras pasaba mi lengua por el labio inferior y uno de los hombros del jubón se me bajaba sutilmente, dejando por casualidad al descubierto mi piel tostada por los largos días a la intemperie- ¿quieres descansar?

En ese momento el hombre sonrió bobaliconamente... ¡hombres! Me acerqué a él sin dejar de mover las caderas y ése fue el primer sitio donde posó sus manos, tratando de arrastrarme al catre en el que estaba medio recostado. Sabía, sin embargo, cuál sería el segundo, así que no le di tiempo a reaccionar. Cuando estuve a su alcance, le levanté el mentón con una mano, delicadamente, y acerqué mis labios a los suyos, pero no los toqué; aún así, él se dejó hacer, por lo que seguí mi camino hasta su cuello y hasta su oreja y, cuando estuve lo suficientemente cerca como para que absolutamente nadie que estuviese espiando pudiera escucharme, murmuré:

-Fordi jeg ønsker å nå Valhalla*... Soy la última mujer a la que agravias -pronuncié la última frase al mismo tiempo que mantenía su mentón elevado con una mano y con la otra le seccionaba la yugular de parte a parte con la daga que me quedaba (la que no le había prestado a Wisna), que de pronto estaba en mi mano.

Heimir intentó revolverse, intentó agarrarme los brazos, tirarme al suelo; de hecho, logró moverme ligeramente, pero cayó irremediablemente pues la sangre manaba a borbotones de su cuello seccionado y la fuerza se le escapaba por momentos. Con sus últimos esfuerzos, sin embargo, logró hacer que me agachara sobre él, puesto que su intención era tirarme, pero no lo logró. Aún así, acabé lo suficientemente cerca como para que el líquido carmesí me salpicase y cubriera casi por completo mi jubón, dotándolo de un color oscuro magnífico y a la vez aterrador. 

Intentaba decirme algo, pero sólo articulaba gorgoritos pues su tráquea también estaba cortada. Era increíble el tiempo que podría durar un hombre de su envergadura desangrándose sin morir. Y, sin embargo, era un guerrero al fin y al cabo y, aunque a mí me hubiese ofendido, el precio de aquel acto ya estaba pagado y puede que en otros aspectos de su vida aquel hombre hubiese sido valiente. Con expresión estoica y sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento, le dije:

-Espero que en algún momento de tu vida te hayas ganado el Valhalla. La ofensa hacia mi persona está saldada. Descansa junto al brazo de Thor. 

Aquellas palabras las pronuncié también en un quedo susurro. No las grité ni las dije en voz alta, no me importaba lo que los demás escucharan o dejaran de escuchar. Eran para él, un guerrero que había saldado su deuda conmigo y que se merecía también un juicio justo. Para él y nada más. Esperé unos momentos hasta que el último aliento fue exhalado por sus labios y luego me levanté. 

Me levanté y me di la vuelta. Salí de la cabaña, en ese momento Skad graznó y se posó suavemente en mi hombro; tenía el pico y las garras manchados de rojo escarlata. Cogí mi hacha de nuevo y volví a la refriega. Sin mirar atrás. 

Puse una mueca al ver que mi flecha apenas hacía daño a Gustav, pero sabía que no podía dudar durante mucho tiempo, tenía un carcaj, una buena posición y muchos compañeros a los que apoyar. No iba a defraudarles.

Quizá tenía razón mi padre al decir que en el Valhalla no me querrían, pero estaba seguro que si me tocaba la muerte en esa o una batalla siguiente (lo cual me gustaría bastante, sobre todo que fuese una muuuy en el futuro), Freyja estaría más que encantada de darme la bienvenida al Folkvang.

Racioné todas mis flechas eligiendo mis objetivos cuidadosamente y tomándome mi tiempo para apuntar. Ninguna de mis flechas erraría el tiro.

Uno de los guerreros de Gustav trató de escalar para atraparme, pero lo único que lo recibió arriba fue mi cuchillo en su ojo nada más asomar la cabeza.

-¡La fuerza no es lo único que define a un guerrero! ¡Odhinn no recibe a los idiotas! -Grité las palabras que me repetía constantemente mi maestro mientras el guerrero caía, aún vivo, pero sangrando abundantemente por la herida. No sobreviviría a la batalla.

Sörr estuvo algo ido durante el resto de la cena hasta que, sin enterarse de como habia pasado, ahora iban a enfrentarse todos contra todos. Chasqueó la lengua por no haber estado atento y se dispuso a coger sus armas de nuevo.

-Joder -dijo mientras caminaba con su escudo en alto hasta que se situo en la linea de combate, buscó a Wisna con la mirada y asintió, para que se metiera de cabeza en el combate.

Buscó al que tuviera más cerca y se dispuso a combatir con cabeza y tranquilidad, quería durar más de unos segundos.

Hace unos meses en esa misma isla :

"... las olas eran cada vez más grandes, el viento impedía el avance de las naves, ya eran varios días sin comer ni beber, las fuerzas de los guerreros empezaban a flaquear y los no tan fuertes muchos ya estaban enfermos o habían sido arrojados por la borda, ... Gustav taciturno fue interrumpido por uno de sus hombres, al parecer la nave exploradora había descubierto , tierra ... Un islote , lo suficientemente grande como para poder encontrar alimañas y posiblemente agua de lluvia, Gustav lo tenía claro merecía la pena intentarlo.

Una vez los hombres de Gustav pisaron tierra sacaron fuerzas desde los mismos dioses, pues necesitaban los recursos de los islotes, había un puñado de familias pescadoras, ... al principio estas mostraron algo de resistencia hasta que en tan solo cinco minutos los pescadores mas fuertes estaban o muertos o moribundos, el resto en seguida se rindieron.

Desde entonces los hombres de Gustav celebran cada cena copiosa que les da los dioses

" ... el campo de fiesta queda teñida por la sangre, los guerreros desatan su rabia sobre el adversario, los perros de presa desgarran la carne de los heridos.En el Valhalla hoy los dioses estarán contentos, pues al final la ceremonia les ha rendido más sangre de la que cabía esperar y de la que ambos bandos se podían permitir ..."

Todo sucede deprisa, casi sin mediar palabra los hombres y mujeres de Arild se convierten en depredadores que se abalanzan sobre su pobre presa, como grandes lobos negros sobre un puñado de liebres. Pero entre las liebres aun quedan unos pocos osos que quieren y desean poner en apuros a los "depredadores" ...

El desembarco de Horik

... las embarcaciones acaban de llegar a la playa, y los hombres de Gustav reciben a Horik y los suyos, pero tan solo un minuto después del encuentro empiezan a sonar cuernos de batalla, y campanas de alarma, la aldea estaba siendo atacada ... Horik y sus hombres atravesaron las gargantas de sus guardianes con dagas y espadas, Horik sabía que estaban solos en la playa y ningún otro navío había atracado salvo el de sus hombres hace unas horas ... En tan solo unos minutos llegaron al campo de batalla, y liberaron a unos esclavos prometiendo la libertad si se unían a ellos contra sus amos ... esto igualó las fuerzas de ambos grupos y supuso el final de Gustav, algunos hombres de dudosa lealtad soltaron las armas y se rindieron, varios pescadores y granjeros hicieron lo mismo, los niños y mujeres estaban encerrados en las casas junto con algún anciano o deshonroso cobarde ... los que no ofrecieron resistencia no sufrieron castigo, el resto murió o termino mal herido.