Miras con tus poderes mágicos toda la sala, no parece que haya ningún resorte escondido en ningún lado. Y tampoco en el maniquí. Aunque sientes una extraña sensación mágica en él.
- El maniqui emana una extraña energia magica, pero estoy por asegurar que no hay trampas en esta sala. Por si acaso no os acerqueis al maniqui demasiado. .- Conforme dice eso lo anota todo en el diario.
Zaramama entró a la estancia y comenzó a rodearla en busca de algo que llamara su atención. Se aproximó a la estatua pero no la tocó, respetaba el consejo del mago. Terminó de circunvalar la sala, volviendo al punto de orígen.
-¿Y bien? No veo ninguna salida. ¿Volvemos o intentamos derribar la estatua para ver si esconde algún otro pasadizo debajo?***
***Master asumo que no hay salida porque en la descripción que diste del lugar no lo mencionas. Si no es así, avisame que corrijo el post :)
Observais como la mujer se acerca a la tarima para observar mejor la estatua.
En cuanto Zaramama pone un pie en la plataforma de blancos baldosines las antorchas que ilumiaban la habitación se apagan súbitamente. Entonces éstos (los baldosines) empiezan a brillar con un fulgor pálido que iluminan únicamente su perímetro, dejando a los demás en un segundo plano de oscuridad. El muñeco de madera, como movido cual marioneta, de repente se mueve y adopta una posición de guardia defensiva, y tres lucecitas empiezan a brillar en su cuerpo, dos en su tronco y otra en el centro de su cabeza de roble.
La "tarima" es como un tatami de 4x4 y en el centro está el muñeco (que no tiene piernas, no se puede mover por la sala)
Y no, no hay mas salida que por la que entrasteis
Pollux mira sorprendido estos efectos sobrenaturales. Una cosa eran los resortes y engranajes que podían activar trampas y cerrar puertas... algo muy distinto es que una piedras emitan luz y que el cacharro este adopte una posición defensiva.
- Cuidado!- Dice dando un par de pasos hacia la mujer, pero sin llegar a pisar el tarimado.
- ¿Pero qué mierda es esta ...?
Conrad desenvaina su cimitarra y se queda mirando el espectáculo con incredulidad.
Cuando se apagan las luces me temo lo peor, espero que ahora no le pase nada a Zaramama.
¡Quieta! No te muevas un paso más! Pollux! subete ahí y traela!
¿Por qué tendrá lucecitas el maniquí?
Con la espada en alto se prepara para cualquier peligro que pueda surgir.
Esa estatua me da mala espina. Sacad las armas por si nos ataca!
Al ver lo que estaba ocurriendo la muchacha reaccionó instintivamente agachándose. Por las dudas se quedó en esa posición, mientras desenvainaba uno de los cuchillos que había tomado de la mesa de la estancia anterior. Con movimientos suaves fue adoptando una posición que le permitiera defenderse en caso de que la misteriosa estatua la atacara, mientras esperaba que sus compañeros averiguaran qué significaba todo aquello.
- Habra que luchar contra él pero sólo si el agrede primero, tal vez sea solamente neutral y no ataque a menos que ataquemos nosotros primero. Posicionaros de manera que podais rodearlo sin problema, no es conveniente arriesgarse.
La luz que sale de la cabeza del aparato parece mirar a Zaramama fijamente, pero sin embargo, el muñeco no se mueve más, se queda congelado en la misma posición defensiva.
Los que pisen el 'tatami' decidlo expresamente. (tened en cuenta que el muñeco no se puede mover, está fijo, por lo que si quereis acercaros a él hay que subirse al tatami.
Mierda! Pero antes de poder reaccionar, escucha la observación del erudito.
- Bájate mujer, ahora que sabemos, más o menos, lo que hace el cacharro este sería conveniente estudiar como proceder. Bajate, parece que no ta va a atacar.
- Puede que las luces sean puntos debiles. Zaramama, bajate de ahi para que podamos probar mi teoria desde una posicion privilegiada.
-Bien, si insisten tanto...- con cuidado, viendo dónde ponía sus pies y aún semi agachada, Zaramama comenzó a retroceder sin perder de vista a la estatua. Aún no se había movido, pero tampoco sabían qué era lo que la podía activar.
Cuando Zaramama se retira de la brillante plataforma, sus baldosas se apagan súbitamente, las antorchas se vuelven a iluminar y el muñeco vuelve a adoptar la posición relajada de antes, dejando todo como estaba cuando entrasteis por primera vez.
(*desapareciendo sus lucecitas)
Con los ojos abiertos y las cejas hacia arriba. Con cara de estar asombrado como un niño con pequeño truco de magia.
Caray... ¡Hazlo de nuevo mujer!
Da unas palmadas sobreexcitado.
¿Qué le pasa a este tío? Sí que está loco... Zaramama miró al guardia con extrañeza. Parecía un niño. La mujer no entendía como era que lo habían mandado a semejante misión.
-¿Qué tal si vienes tú?- le dijo en tono de sorna.
Luego volvió a inspeccionar la estancia una vez más, en busca de algo pesado que pudiera ser usado para activar la plataforma con la extraña estatua.
Master, hay algo pesadito por aquí que pueda usar para colocar sobre la plataforma?
Rebuscas en la habitación mohosa, pero no encuentras ninguna piedra suelta en sus paredes ni en el suelo.
Ansobert contempla la escena y poco a poco comienza a pensar en voz alta.
- Esta claro, es algún tipo de guardian, de eso no queda duda. No parece que sea hostil por defecto, sino que solamente ataca cuando sea atacado. Eso explicaria el porque no ha atacado a Zaramama, sino que en lugar de ello se ha puesto en posición defensiva. Me atreveria a decir que las luces que se le han encendido son sus puntos vitales, pero esto ya es solo una teoria. No se si estais de acuerdo, pero yo por mi, cogeria una antorcha y quemaria el muñeco tal cual. Claro que al no ser hostil no tenemos necesidad ninguna de hacerle daño.