Partida Rol por web

 Mirando a la linda conejita, de arriba abajo, sin especial disimulo mientras los demás piden los platos. Se ha sentado en e lextremo más alejadode la gatita, y lo más cerca posible de la cantante y el chivo de los tambores. MIentras mira a los distintos integrantes de la posada, con curiosidad se contonea de forma inconsciente ante el ritmo de los tambores. Cuando escucha que no hay licores pone un rostro ligéramente alarmado pero ante las sugerencias de el hurón decide no abrir la boca.

 Cuando la ducle conejita le de tanda responde.

- Pues una muestra de estas ensaladas variadas me parece bien...- Da un nuevo repaso a la conejita.- Pero sin duda cualquier cosa que me pudieras traer tu me sentiría de maravilla ^^.- Sonrie Faust.

- Pues señorita camarera... -, le digo mientras hago crugir mis nudillos delante mío. - Puedes ir trayendo un buen plato de carne asada de lo que tengáis por ahí y eso si, mucho refresco... mucho. -

La camarera me mira con cara rara, pero parece no importarle, ya que apunta en un papelito mi pedido. Espero que pague Zack, por que debido a este cambio temporal de mundos paralelos, yo ando sin un duro encima...

¡Perfecto! ¡Procuraremos serviros tan rápido cómo se pueda! - termina de apuntar, con una sonrisa en sus labios e ignorando totalmente a Fausto, y se aleja casi corriendo a dejar la lista a la barra y a pedir en otra mesa.

- Maja la camarera, - digo mientras comienzo a juguetear con la servilleta. - La verdad que parece un buen sitio para vivir... aunque sigo preocupado por esos oscuros, nocturnos o como se llamen. -

Grrrrrrrrrrrr.

Bueno, según dicen no debemos preocuparnos... aunque la gente parece temerles, y no supongo que tendrán sus motivos para hacerlo. Respondió Daylen a Sirius con seriedad.

Mientras esperaban la comida, el chico Halcón seguía observando pequeños detalles de todo lo que le rodeaba y sus ojos no tardaron en detenerse sobre Layla, la pequeña libélula que les había recibido en aquel lugar.

Layla, te veo un tanto cayada... ¿Te ocurre algo? Pregunto Daylen inocentemente.

- Lo sé, lo sé. Sólo que no quiero encontrarmelos con el estómago vacío. -, le respondo al chico halcón.

 Faust presta especial atención a los músicos. Siguiendo el ritmo de su música, y fijándose en sus rudimentarios instrumentos, empezando a improvisar una melodía de percusión (con palmas) siguiendo el ritmo de la canción del otro sátiro.

Levanta la mirada y mira a Daylen, sonríe... y mira a Zack de reojo.

No, no pasa nada... es solo que no te sientas al lado de un Anciano todos los días... son nuestros protectores, y les debemos mucho respeto - sonríe al chico halcón y mira hacia los músicos, ahora han incluido más instrumentos y ya no canta nadie.

Escucho la nueva tonada de la música, que va acompañada de mis ruidos estomacales. ¿Faltará mucho para que nos traigan la comida? Y la pregunta del millón... ¿Quién pagará todo lo que me coma? No querrán que pague yo con mis bigotes... ¿Es que tengo bigotes?

La camarera vuelve con las dos bandejas cargadas de platos, parece que se sostengan por magia. La chica se mueve rápido y con agilidad, y deja todos los platos enfrente de aquel que lo haya pedido, junto a las tres jarras de pochicubos que las deja al centro de la mesa.

¡Qué aproveche! - hace una reverencia y se vuelve a alejar corriendo.

 Faust se va alegrando y se levanta para acercarse a los músicos y estudiar sus instrumentos sencillos de percusión, tambien se fija con los sátiros músicos, como se sientan, que posturas adoptan... Tras unos largos momentos tarareando los estribillos de la canción se anima a participar de ellas, percusionando con las palmasde las manos en sus muslos y el tablero de la mesa.

No espero que el plato se apoye en la mesa para comenzar a deborar mi comida. ¡Que buena que está! Me encanta la carne asada, pero su sabor es ahora más rico... como si mi paladar notara sabores nuevos... Creo que repetiré plato.

Mis compañeros pides platos variados, pero no me detengo a mirarlos, tengo ojos sólo para el mío y para las jarras con agua que hay en la mesa. Otros de mis compañeros prefieren los pochicubos... yo... paso por el momento.

Inspecciona antes de probar bocado el plato que le habían traído...
No parece nada raro...

Corta un trocito con el cuchillo y se lo hecha a la boca.
No parecía estar malo, solo que le pareció demasiado hecho..., quizás si lo hubieran dejado un poco más crudo hubiera estado bien..., o simplemente crudo del todo...
Tras pensar esto último sacude la cabeza.
¿Eres idiota o qué?..., ¿cómo te podría gustar esto crudo?
Pfff..., un lapsus..., si, seguro, un lapsus.
Después sigue comiendo como si nada.

 Entre canción y canción Faust devora la ensalada, cargada de aliño, sin prestar mucha atención a su gusto, el caso es llenar el estómago... En cada ida y venida se lleva una jarra de  pochicubo...

Guiñó un ojo a Layla tras comprender su timidez y miró con ella al lugar donde estaban tocando la música comprobando que la cantante ya no se encontraba allí. Vaya...

Al poco llegó la camarera y sirvió a cada uno sus platos. Todavía desconfiado, Daylen probó el ratón a la naranja sin poder evitar un gesto de sorpresa al descubrir que le gustaba, al igual que le ocurrió al probar los pochicubos.

Sorprendentemente delicioso. Dijo Daylen compartiendo su opinión con el grupo en general sin parar de comer.

Me quede viendo la carne casi cruda… estupefacto por unos segundos.
En que pensaba la pedir esto?, esta incomible…

Cogiendo la carne por un extremo, la levante hasta quedar frente a mi rostro y me le quedo viendo boquiabierto y asqueado.
Las gotas de sangre aún se escurrían sobre el plato…
Paso de comer esto…

Desesperanzado dejo la carne sobre el plato y voy tras una jarra de la extraña bebida…
Creo que solo beberé un poco de agua de pochicubos…
Cojo un vaso y una jarra y me quedo bebiendo unos cuantos vasos, bastante complacido por el sabor…

Aparto un poco el plato cuando termino de comer mi pedazo de carne, mientras muevo la silla un poco hacia atrás. Mis manos se apoyan sobre mi tripa, dándole golpecitos, indicando que he comido muy bien. Sin embargo, creo que podría beber un vaso de esa bebida extraña que sirven por aquí.

Cojo el vaso donde bebí agua y lo lleno con eso que llaman pochicubos. Muy despacio, comienzo a beber la bebida, la cual me resulta realmente extraña. Es refrescante, sí. Pero a su vez es acida y dulce y amarga y quema la garganta un poco... aunque... ¡Sabe rico!

Zack se levanta un momento, excusandose y se acerca a la propietaria del local. La chica le hace pasar a la despensa dónde pasan un rato hablando. Rato en el que Kairi no despega la mirada felina de la puerta y mantiene las orejas erguidas y totalmente enfocadas hacia allí, con la cola totalmente derecha. Ni siquiera escucha vuestras conversaciones, sigue con la mirada fija hasta que Zack sale...

Cuando vuelve, se sienta al lado de Kairi, que no deja de mirarlo con rabia en sus ojos aunque lo disimula con una sonrisa totalmente cínica. Que va cambiando a medida que Zack habla...

La he visto preocupada y he ido a preguntarle. Os explica a todos. Resulta que otra de sus camareras, Hinata, ha ido esta mañana al bosque a por leña y no ha vuelto todavía... Mira la ventana para haceros entender que ya ha oscurecido. Quizá hoy sea demasiado precipitado, pero nos ha pedido que vayamos mañana allí a ver si la encontramos. Como favor excepcional...

Se encoge de hombros, mirando a Kairi para pedirle opinión. La gata está mucho más calmada, sus orejas vuelven a estar relajadas al igual que su cola, y su mirada parece más tranquila.

- Oye, Zack... -, le pregunto al hurón mientras escarbo con mis uñas un trozo de carne que se me quedo entre los colmillos. - ¿Crees que es prudente dejarla sola durante toda la noche? Si los bichos esos de la oscuridad son tan malos como los pintas, seguramente mañana encontraremos sólo sus huececillos... -

Espero la respuesta del Anciano, dándole sorbitos pequeños a mi pochicubo.

Vaya... Suspiró Daylen. Se le veía algo preocupado, pero no hizo más que asentir a las palabras de Sirius.

Si los ancianos son capaces de mantener alejados a los Nocturnos... no sé por qué demorarse en un rescate.

Tras terminar de comer, apartó ligeramente su plato y rellenó su vaso con pochicubos.