Daylen dormía en una de las camas de la habitación. No pudo aguantar mucho rato despierto despues de tan ajetreado y emocionante día. Se había quitado la camisa con algo de esfuerzo para desenganchar la parte rota por las alas, y ahora éstas quedaban tendidas horizontalmente, a la espalda del chico que estaba en una postura lateral.
Un único pensamiento rondaba por la cabeza de Daylen antes de caer rendido. Dormir y despertar en esta realidad o seguir soñando para despertar como cualquier otro día.
Tras dormir toda la noche del tirón... esperáis abrir los ojos para encontraros cada uno en su habitación... pero no es así. El techo sigue siendo de madera, y los colchones de plumas... algunos tardáis más que otros en recordar a dónde estáis y para qué; cada vez parece más evidente que no es un sueño.
Los rayos de sol del alba entran con potencia en la estancia; es curioso, no teníais por costumbre levantaros tan pronto, calculabáis que serían las 6 de la madrugada, pero estabáis descansados y sin sueño. Parece que será un día de calor en aquel nuevo día.
Podéis empezar a escuchar el ruido de la gente, por la ventana y al piso de abajo... parece que toda la ciudad empieza a ponerse en movimiento. Aunque no escucháis motores de coche ni bocinas de gente con prisa... al contrario, escucháis la música de los pájaros, la gente hablando y riendo, y algún que otro casco de caballo caminando.
Lentamente Daylen abrió los ojos y comprobó que que seguía en la taverna. Su primer movimiento fue tocar su espalda con la mano. Como era de esperar... si seguía en la taverna las alas seguirían allí. Notó su tacto suave con un simple roce para asegurarse y se levantó con cuidado.
Procurando no hacer demasiado ruido, se volvió a poner encima su camisa rota con más dificultad incluso que al quitársela y salió de la habitación cerrando de nuevo la puerta una vez fuera.
Poco a poco Faust se incorpora, con una gran sensación de boca pastosa. Se recuesta ve sus nuevas piernas, y deposita con cuidado los cascos en el suelo. Para ir en silencio hacia a la ventana para otear.
Se despierta de golpe y salta de la cama, sobresaltada, llevandose las manos a la cabeza y acariciendose sus nuevas orejas...
Vaya, siguen ahí...
Resopla e intenta desperezarse un poco, para después salir de la habitación.
Al escuchar los ruidos de la calle, comienzo a abrir los ojos. Mis extremidades se estiran hasta más no poder mientras recupero la consciencia de lo que sucede a mi alrededor. Todavía no puedo creer donde estamos ni el cambio que ha sufrido mi cuerpo, pero poco a poco, me voy amoldando a la nueva realidad.
Master y compis: Me voy hasta el domingo por la noche, por lo que no podré postear. Podéis PNJtizarme lo que queráis y por favor, que V no viole a mi tigre.
Saludos.
Apoyado sobre la pared afuera del establecimiento, los primeros rayos de luz me despiertan por la mañana.
Uff…
Suelto un gran bostezo y me pongo a contemplar la maravillosa salida del sol. No era como en la ciudad y no había ese espeso cielo gris.
No eh podido descansar como se debe… aún estoy muy preocupado por la jovencita. No creo que pase nada por saltarme la regla. Creo que iré a buscarla por mi parte…
Me levanto y sacudiendo mi atuendo me dirijo hacia la salida de la ciudad.
Faust sale de la habitación bajando por las escaleras para llegar al salón de la posada.
Faust llega al salón olisqueando el aroma que desprende la cocina.
- Buenos días -dice a los parroquianos que se encuentran en el comedor.- Que hay para desayunar.
Buenos días Haruka, hola Faust. Daylen saludó a sus compañeros conforme salieron de la habitación. ¿Qué tal la noche?
Luego buscó con la mirada al anciano y a la gata. ¿Hmmm... habrán preparado algo para la búsqueda?
- Buenos días gente. Yo no me quejo, todo y que no fuera mi cama... con lo petado que acudí a la cama me quede frito en nada. Y vosotros? Sabeís algo d elso ancianos?
Jeje, yo tenía costumbre de dormir completamente hacia arriba, pero creo que tendré que empezar a acostumbrarme a otra postura... Respondió Halcón a Faust, quedando unos instantes pensativo con la segunda pregunta del chico cabra. En cuanto a los ancianos hmmm, no los he visto todavía pero ¿No se suponía que buscaríamos en el bosque hoy temprano?
La tortuga se levanta, ha dormido bien. El suelo no está mal, es por ello, que continua tras los pasos de Faust, aún dormido, mientras se quita las legañas, se echa saliva en sus manos para lavarse la cara. Como buen animal que es, claro, se intenta incluso lamer un poco como si fuera un gato. De hecho, parece que se ha confundido, cuando se ve lamiéndose. Pero no importa, bah.
- Señores, no estará mal tomar un buen desayuno... si, hay que reponer fuerzas, tras tanto comer anoche... ¡JO, JO, JO, JO!
Al ver aparecer a la Tortuga, Daylen volvió a saludar sonriente. Buenos días Jinmu, ¿Te veo más hambriento que anoche?.
¿Hmmm crees que tal vez deberíamos ir a buscarles, Faust? Dijo volviéndose hacia el Chivo.
Faust está apoyado en la barra, de espaldas a ella mientras epera que le atienda el tabernero.
- Deja que decidan ellos, al fin y al cavo saben dónde estamos, si nos necesitan aquí nos encontrarán.
Jinmu ríe ante las palabras del pajarraco.
- ¡YO SIEMPRE TENGO HAMBRE, JEJEJEJE!- suelta con escándalo, a la par que se golpea el caparazón. Le estaba gustando llevar caparazón, era muy cómodo.
- ¿Dejarles que decidan ellos? Menudo gesto tan ''valiente''...- suelta con sarcasmo tras escuchar al capricornio, y se vuelve a golpear el caparazón.
Mirando a la trtuga mutante.
- Mucho me parece que no estoy aquí por mi valentía, pues si por eso fuera alguien se coló. No tengo por que jugarme la piel por alguien que no conozco, además, si algo nos pasara, la profecia se va a tomar por culo.- Sonrie el cabrón.
Jinmu mira con tranquilidad a la cabra.
- Tranquilo, capricornio, yo, mientras tenga un buen plato de comida, me doy por satisfecho. Además, ¿y esa profecía, nos destina a quedarnos quietecitos, o qué? Por favor, hemos llegado aquí, y solo hacemos recibir órdenes del hurón ese, teniendo que obedecerle y mantenernos callados, mientras él duerme tranquilito, en su cama de matrimonio con su gatita...
El cabrón sonríe pícaramente.
- Si, la verdad es que el que se lo monta mejor es el hurón. No sé cuand oquieran que sepamos algo ya lo contarán... y si no que se vayan al cuerno, así de claro. Pero de momento no tengo queja alguna, estamos de pensión completa sin mover un dedo.
Jinmu sonríe ahora ante las palabras del cornudo.
- Di que sí, todos los que nos zampamos anoche y bebimos... no lo hemos pagado... y eso me recuerda... a que es la hora... de desayunar... ¡camarera! ¡camarera! ¡camareraaa!^^