Hazla, no pasa nada. Me espero :)
Death escuchó a Ian, parecía un hombre listo. Algo ingenuo o idealista, pero buen tipo. Las cosas que decía sobre compartir sin intercambiar, joder, sonaban bien. Todo lo que hasta entonces parecía seguro e inmutable habían desaparecido. No era ninguna tontería volver a empezar de cero.
Pero ya tendrían tiempo de discutir sobre esas cosas en el viaje, a donde quiera que fuese.
- Bueno amigo, entonces estamos de acuerdo. El viejo rockero sonrió debajo de su bigote. - Vayamos a buscar comida, armas o lo que cojones encontremos, mientras buscamos la salida de este vertedero. Miró hacia delante, y con las manos repicando contra sus muslos, improvisó un pequeño solo de batería. - Y por cierto... Giró la cabeza para mirar a Ian. - No me trate de usted, soy viejo, pero no tanto. Soltando una sonora carcajada. - Sabe que, yo ahora mismo, me bebería hasta una botella de aguarrás. Y volvió a reír mientras reclinaba el respaldo de su asiento.
A Erika le pilló dormitando cuando se acercaron a los campos de maíz, pero algo... algo en el aire, la hizo despertarse. Se desveló y parpadeó mirando alrededor, y luego por la ventana.
Este sitio lo conozco...
El lugar era hermoso, pero aunque nunca había estado, le era tremendamente familiar. Bajó la ventanilla para sentir el aire en la cara y el olor del campo, cada vez más ilusionada y más impaciente estaba.
Al llegar junto a la casa y ver a Abygail, cogió con fuerza la mano de su abuelo, y de esa guisa, sin darse cuenta, salió del coche. Tragó saliva, y como en un latigazo, todo lo malo de aquellos días pasó por su recuerdo... pero era como si se despidieran. Al menos por un tiempo, como si fueran a darle tregua el aquél lugar.
Se emocionó mucho y abrazó con fuerza a sus dos familiares, cayéndosele las lágrimas. Había perdido mucho, pero pese a todo sabía que debía considerarse muy, muy afortunada. Dos familiares vivos (Aunque por los pelos) era más de lo que podía esperarse.
Tragando saliva y quitándose alguna lagrimita, se separó de Kevin y el abuelo, y escuchó lo que dijeron los demás.
Aquél hombre se había arrepentido, no era creyente y había hecho cosas malas... Cuando Erika miró a Abygail, sintió que tal vez debía disculparse por lo ser creyente... pero era algo que no le salía. Nuncahabía confiado en ninguna religión, si no en una... filosofía. Una que simplemente le salía del corazón.
Se acercó, separándose de los suyos, y llegó junto a Abygail, un tanto temblorosa.
Lo... siento Dijo. Nunca he sido... creyente, y aún así... me llamaste. Tragó saliva. Gracias... d-de verdad... porque... Miró de reojo hacia atrás, a su abuelo y hermano. Porque tengo la impresión... de que si están aquí es solo gracias a... b-bueno... ¿A una enorme suerte...? N... no... es difícil dejar de creer con... con lo que tengo delante...
Trago saliva.
A Él. Y no he escuchado a la religión... nunca.
Incómoda, no sabía donde poner las manos, y encogió el cuello un poco. Para ella, o más bien para su abuela, la religión había sido mucha autoridad y poca comprensión, y era una concepción que costaba quitarse en un momento.
Aunque tenía la cara algo baja, levantó la mirada para cruzarla con la de Abygail.
Las provisiones nuevamente escaseaban lo mismo que el agua. Llevaba muchas horas manejando bajo un sol abrasador, muchas más de las legalmente permitidas. A esas alturas del viaje el paisaje distaba mucho de ser agradable. Autos abandonados, olor pestilente, cuervos y aves de rapiña dando cuenta de los cuerpos en descomposición, un espectáculo que Yomara procuraba por todos los medios a su alcance evitar fuese visto por Jimmy.
En una de las paradas que habían hecho, y mientras esperaba que Jimmy vaciara la vejiga, se había permitido cerrar los ojos y al hacerlo inevitablemente comenzó a pensar en cómo habrían sido las cosas de haber insistido en que ese año, en lugar de reunirse la familia en casa de sus padres, lo hubieran hecho en la suya, en Sacramento, California. Pero Lance, que quería a sus suegros como si se tratase de sus padres, y lo cierto es que entendiendo que aquél, por mucho que se hiciera en avión, era un viaje pesado para personas de la edad de sus progenitores, la convenció de viajar y Oluchi, que tenía planes también, había estado de acuerdo.
Jimmy regresó y ella reemprendió el viaje. Se sentía cansada pero le daba mucho miedo detenerse a mitad de camino pues temía que algún animal o, lo que es peor, algún loco les saliera al paso. No se habían topado con nadie a lo largo de todos los kilómetros recorridos y posiblemente no se toparan con nadie en muchos kilómetros más, pero no por ello dejaba de sentir miedo y preocupación, aunque bien lo disimulaba.
Siempre que se acercaban a alguna ciudad su temor se acrecentaba, conducir por las carreteras parecíale más seguro que en una urbe, siempre tuvo esa sensación y dadas como estaban las cosas aquello, para ella, resultaba una verdad absoluta. Respiró profundo y sujetó el volante con fuerza para evitar perder el control del vehículo, lamentablemente, pese a sus esfuerzos, no consiguió controlar el zangoloteo del todoterreno y Jimmy acabó despertándose.
-Lo siento -le dijo mirándolo un breve instante por el retrovisor y centrando rápidamente su vista al frente- pero me temo que ni con un camión minero consigo pasar sin sacudidas -bromeó intentado liberar un poco de la tensión acumulada- No te vayas a quitar el cinturón de seguridad, sujétate bien, ya falta poco, estamos entrando a Boston... Vamos a buscar víveres, agua, llenar el estanque de bencina y a ver si nos hacemos con algo más de ropa. ¿Quieres?
Stanley oye todo, pero se queda en su lugar unos instantes, en silencio. Nunca había sido muy creyente, aunque iba a la iglesia con su familia los domingos, cuando su vida era “normal”, no había prestado demasiada atención al tema, consideraba todo aquello como a un protocolo de su forma de vida, aunque de manera inconsciente, pues no le daba muchas vueltas al asunto. Nunca se habría definido como a una persona espiritual, por lo que todo aquello le desorienta un poco, incluso le pone de mal humor a medida que le da vueltas al asunto. Oír los “delirios místicos” de los demás, como si todo eso se tratara de un milagro, le dan ganas de gritar al aire, lleno de cólera, pero se contiene. Ya no hay mas alegría, ni hay un lugar mejor. No hay nada bueno en aquella situación, ni puede sentirse aliviado. La imagen de su esposa, de sus hijas, a quien siquiera les pudo dar una despedida respetable, no pueden irse de su cabeza, y no le permite pensar en todo aquello con el mismo optimismo que sus compañeros. Incluso la idea de que todos hayan soñado con aquel lugar, aquel sitio que ahora se muestra como real, y que fundamenta la reacción de quienes le acompañan, esa idea no le es suficiente para borrar aquella imagen que tiene en su cabeza desde que abandonara a su familia por segunda vez.
Lentamente levanta la mirada. Observa al resto, y trata de ocultar aquello que le incomoda, lo que piensa. No cree oportuno hacer ningún escándalo, ni tampoco cree que a los demás les importe lo que piense. Y aun siendo así, no tiene ganas de decirlo. Ve la “alegría” que hay en sus compañeros de viaje, y la mirada de Abygail, que le transmite tranquilidad, aunque se resista a ella, y no le resulte suficiente.
Da un paso adelante, y tras saludar a la muchacha que habían encontrado de camino, Erika, Stanley le extiende la mano a Abygail, como si se tratara de un niño asustado. Trata de decir algo, pero de su boca tan solo sale un balbuceo imperceptible y que apenas se puede oír. Tan solo extiende la mano hacia la mujer y la mira a los ojos, sin verse capaz de decir mas.
La gasolinera de las afueras estaba tras un cordón militar, y por eso, quizá, todavía le quedaba gasolina. Ian estaba reponiendo el depósito, y miraba con una mezcla de sentimientos extraños a los bloques de pisos que se alzaban a unos centenares de metros más allá, tras los carriles de la autopista.
Johnson había cargado bastantes chucherías de las que pudo encontrar dentro de la estación de servicio, reventando el cristal con la M-16 que había encontrado dentro de una caja llena de ellas, en el interior del maletero de un humvee. De momento, preferían no coger nada que hubiera estado en contacto directo con los muertos, por si acaso.
Alimentarse a base de sandwiches envasados, bollitos, patatas fritas y chocolatinas no era muy sano, pero al fin y al cabo, era comida, y como tal la iban a necesitar. Johnson estaba cerrando el maletero, cuando sonó algo parecido a un golpe, que levantó un poco de polvo junto al surtidor, y luego el sonido, como el zurreo de una mosca al aproximarse.
Instintivamente, Ian agachó la cabeza, reconociendo el fúnebre sonido: francotirador. El depósito estaba casi lleno, sin embargo, aunque sabía que la prioridad era salir de allí. Ponerse a cubierto en una gasolinera con los surtidores abiertos, hubiera sido la mayor estupidez de su vida.
Y él no era un estúpido.
Cosas útiles que habéis encontrado en el control:
Si alguno ha querido coger algo de los muertos, tenían lo siguiente:
Les ha costado un rato largo llegar hasta aquí, sorteando centenares, miles de vehículos abandonados en las calles, por voluntad propia o simplemente porque sus propietarios murieron al volante, pero - ¡por fin! – han coseguido dejar la ciudad atrás. Más o menos, porque todavía está muy cerca, y es una sensación rara, no, irreal, ver tan tranquila a la Gran Manzana. Como un extraño sueño. Como una extraña pesadilla.
Las palabras de James, aún sorprendentes, no hicieron que me cuestionara su cordura. El era sensato y muy inteligente.
Si bien la idea no me parecía lógica, esa palabra había perdido todo su significado en los últimos días (¿o a caso era lógico que el gobierno de este país, para el cual trabajaba, famoso por su política de defensa de los derechos de sus ciudadanos, haya sido de alguna forma responsable de este infierno?). En cualquier caso no sería yo quien echara por tierra alguna fuente de esperanza, por mínima que ésta fuera.
-Comprobaremos esa revelación tuya, James. Pues es lo único que tenemos…
-Continuaremos nuestro plan de camino a nuestro nuevo destino: Nebraska.
Ordené al físico buscar en el mapa la mejor ruta hasta allí, mientras yo conducía, recorriendo la carretera según sus indicaciones.
Si Abigail realmente existiera, entonces su advertencia sobre el hombre oscuro también, ¿pero de quién se trataba? La primera imagen que me viene a la mente es la de nuestro señor presidente…
Esa imagen hace que se me escape una breve e incontrolable carcajada.
Death estaba cargando lo que habían encontrado en el puesto militar. Pero no se atrevió a registrar a los muertos. Prefería alejarse de granadas y armamento pesado. Si ya le costaba manejar un M-16, no quería ni imaginarse lo que harían él, con un lanza granadas acoplado al arma. - Mejor lo dejamos donde está.
La comida que había conseguido en la estación de servicio, no era, lo que se podría llamar, dieta equilibrada, pero que coño, era comida. Él tenía la esperanza de conseguir alguna botella de ron o bourbon, pero por lo visto ni tubo esa suerte.
Estaba a punto de cerrar el maletero, cuando Ian le pidió que cogiera algo para comer y beber. La verdad era que tenían que aprovecharque habían encontrado algo que llevarse a la boca, para comer un poco. - Claro amigo. Cogeré un par de botellas de agua, y estas deliciosas... Miró extrañado el nombre en letras grandes y chillonas, que había en el envoltorio de lo que parecían ser dos bollitos de chocolate. -... Bueno, estas deliciosas... cosas de chocolate. Y lo dijo sin demasiado convencimiento. - Joder... Que nombres más raros.
Al cerrar la puerta del maletero, aun mirando los bollos en su mano, Death oyó una especie de golpe en el suelo. Una pequeña nube de polvo que se levantaba cerca de surtidor donde estaba Ian. Parecía un disparo. Ian se agacho, intentado ponerse a cubierto. El rockero se deslizó, tan rápido como pudo hacia la puerta del copiloto, mientras Ian le avisaba del francotirador. - Joder, la virgen!! Vamos tio, corre!! O nos harán un agujero nuevo!!
Death se agazapó en su sillín, intentado cubrirse lo máximo posible. Se estiró cuanto pudo para alcanzar la palanca de obertura de la puerta del conductor. - Vamos Ian!! Corre!! Con la puerta abierta, hacia señas a su compañero de viaje para que se diera prisa en subir.
Prefiero preguntar antes de meter la pata :) Así, por regla general, ¿Podemos rolear nosotros a nuestro aire, hasta que tu nos digas "quietos parados" y/o postees? ¿O te esperamos tras cada turno? Por no arruinar tus planes, por ejemplo ahora, si nos quieres pegar dos tiros, y posteo que nos largamos o algo parecido :D
Realmente no tenía pensado mataros en la primera escena xD. Hubiera sido muy heavy. Así que como tu quieras. Lo roleo yo, lo roleáis vosotros... Como te seduzca más :)
Ian entra en el automóvil todavía gritando a Death - para que mueva el culo y rápido - que estaba diciendo algo de agua y no-se-qué más. Por supuesto no ha entrado para sentarse y quedarse esperando, sino para deslizarse hasta el asiento del conductor y no erguido sino, todo lo que puede inclinado y más, darle al contacto y salir de allí zumbando. Como las putas balas.
Hubiera sido una partida muy corta XD Pero tu me entiendes lo que quería decir :P
Se alejaron a toda velocidad de aquel lugar. Ian maldecía, y con razón, a la madre del francotirador. Death se había quedado pálido durante unos segundos, había sentido la muerte muy cerca.Cuando el peligro pareció alejarse, el color volvió a la cara del músico. - JAJAJAJA. Estalló en una risotada espontánea. - Joder!! JAJAJAJA, casi nos vuelan la cabeza... JAJAJAJA No había pasado tanto miedo desde el 82, en un concierto en Texas, aquel día casi no salimos vivos de la sala... JAJAJAJA A faltado poco. Con una sonrisa en los labios, se relajó en el asiento, y suspiró profundamente aliviado.
- Ten. Le pasó a Ian uno de aquellos bollos que había cogido de la estación de servicio. Lo miró, y vio que estaba todo aplastado. - Joder, perdona tio, con los nervios de la huida a quedado algo pocho... jajajaja. Y lo dejó en el salpicadero para que lo pudiera coger su compañero.
Death abrió el bollo que tenía para él, y empezó a comerlo. - Pues no están nada mal... Masculló mientras saboreaba el bocado. - Vamos donde quieras, nunca me plantee donde ir, solo que tenía que salir de New York... Y volvió a propinarle otro mordico al bollo. - Por cierto amigo, ¿No tendrás un pitillo para mi?
Se aproximaba un coche, aunque más bien se trataba de una pickup de color negro. Iban subidos varios hombres en la parte trasera, y viste que asomaban las bocachas de algunos fusiles. Risas, pitillos cambiando de mano y un tipo vigilando, de pie, mirando los coches con atención.
Lo mejor sería agachar la cabeza y no hacer ningún ruido. Parecía que el camino iba a ser movidito, y que se estaba cociendo algo con tanto tipo armado pululando por los antiguos Estados Unidos.
Miniturno, pero intenso xD.
-Como una puta cabra…
Preferí pasar desapercibida, o al menos intentarlo. Así que me agacho en el interior del vehículo, encogiendo mis piernas, casi poniéndome en posición fetal. Esperando, mejor dicho deseando que la carrocería me oculte a la vista de aquellos hombres armados, por la poca experiencia que me había dado la vida en aquellos tiempos oscuros, un grupo de hombres armados y en posesión de un vehículo a motor, no eran precisamente un grupo de príncipes azules...
Bueno, mejor un mini-turno que ningún turno. ;)
Death cogió el paquete de cigarros que Ian había dejado en el salpicadero. Sacó uno, y se lo llevó a la boca. Lo encendió con parsimonia, saboreando la primera calada y expulsando el humo lentamente, mientras abría un poco la ventanilla. - La verdad es que hace 5 años que lo estoy dejando. Pero aun no lo he conseguido. Miro a su compañero con una media sonrisa divertida. - Y cuando estés cansado, ya conduciré yo. Es buena idea turnarnos para descansar. Miró el paisaje durante unos segundos. - Por el momento, es una graaan idea.
- Cuanto más nos alejemos de aquí, mejor, esta ciudad está llena de locos... Hizo una pausa mientras volvía a dar una fuerte calada al cigarrillo. - ...Solo tienes que mirarnos JAJAJAJAJA
- ¿Y si buscamos algún motelito apartado?... no se, escondemos el coche y pasamos una noche cómodamente en una cama. Death lo dijo por decir algo, no estaba muy seguro de que fuera buena idea. - Lo que si tenemos que hacer, es plantearnos algún objetivo. No podemos pasarnos el tiempo que nos queda, dando tumbos por la carretera sin saber a donde ir. ¿No crees?
Death se une a la carcajada de Ian, ante el comentario del motel y la cama. - Joder, si que ha sonado algo marica, si. JAJAJA. Apagó el cigarrillo mientras intenta contener la risa.
- Gran canción, y gran tipo ese Boss. Lo conocí en el 92, durante un macro concierto en Jersey. Que ciegos que íbamos los dos... Un gran tipo. Parecía recordar el momento, y se dibujó una sonrisa en su rostro,mientras contemplaba el paisaje.
Alargó la mano, y cogió el mapa de la guantera, echando un breve vistazo. - Me parece bien la idea. Hagamos turnos de vigilancia, para poder dormir más tranquilos, y mañana ya trazaremos algún plan.
El músico volvió a sumirse en sus pensamientos, mientras contemplaba el paisaje. Tras unos instantes, él mismo rompió el silencio.- ¿A que te dedicabas antes...? Ya sabes, antes de toda esta mierda.
El susto de la gasolinera parece olvidado, por ahora, al igual que los kilómetros y salidas que el automóvil va dejando atrás, y poblaciones que se ven desde la autopista. El paisaje cambia, empieza a ser más rural, menos urbano, más verde, mientras de fondo se escucha la característica voz de El Jefe.