Partida Rol por web

Erikand observa con asombro y esperanza a nuestra heroína Loranda. Si no hubiese sido por ella estaríamos bajo una lluvia de flechas o algo parecido... Que era un Trebuthcet?

Tras la orden de Felkenna, Erikand piensa rápido, Mientras busca en uno de los bolsillos de su mochila. En ese donde guardaba las cosas raras. Saquitos de especies con los que comerciar, escarabajos disecados que comer... Esta era la ocasión perfecta, pero se los debería dar al frente: Vehexa Kenvent y Erikand, para poder aguantar mejor? O a los más indefensos Swen, Kilder y Vehexa? Erikand titubeó poco, aunque les diera los escarabajos a los dos hombres místicos, igualmente deberían defenderlos, así que coge el brazo de Vehexa:

- Kenvent!- dice mientras les muestra con la otra mano los 3 escarabajos- Masticad y tragad!- dice mientras les ofrece uno a cada uno.

Tras darle a ellos el escarabajo, Erikand se mete en la boca el escarabajo y comienza a masticarlo como ejemplo para los demás. Su cara no muestra una cara feliz por la delicia del manjar, pero esperaba que aquél trollkin no le hubiese mentido...

- Protegedlos.- dice tras tragar, mirando a Swen y Kilder mientras se mueve a uno de sus lados para defenderlos.

La rabia que siento hacia Felkenna es evidente, nos ha traicionado de nuevo dejandonos como una panda de estupidos confiados. Con la mente llena de ira y sed de venganza conjuro sin lograr concentrarme del todo. Mi destino lo elijo yo, y nadie podra quitarme el placer de intentarlo. Suavemente rozo el medallon que cuelga sobre mi pecho y de pronto mis ojos adquieren un brillo especial, mis musculos se tensan y entro en trance, mi cuerpo adopta la postura de una bailarina preparada para bailar la danza mortal que acabara con la perra que me humillo y me enjaulo hace mucho tiempo. Las dagas que sostengo en ambas manos escribiran el ultimo capitulo de su historia. 

Sonrío al ver aparecer a Loranda. No tengo ni idea de qué es un trebuchet, pero está claro que nuestra amiga le ha frustrado algún plan a Felkenna y ver a cara de decepción de esa bruja me da más animos para encarar el combate.

Luego me coloco el escudo y alzo la espada para que los vientos de Orlanth acudan y le imbuyan fuerza y precisión, pero no logro llamar su atención, así que me preparo para hacer frente a los lunares con la fuerza de mis brazos y mi habilidad.

Finalmente, cojo extrañado el escarabajo que me ofrece Erikand y me lo trago sin pensar, con cara de extrañeza. Qué crujiente.... -pienso con el ceño fruncido.

Ante las palabra de mi amor platónico, la desesperanza inunda mi corazón, y la tristeza invade mis ojos haciendo derramar una pequeña lágrima plateada que rueda por mi mejilla, mientras agacho la cabeza como derrotado.

Aunque se puede apreciar como una ondulación comienza a mover mi túnica desde abajo mientras se hincha levemente como un globo.

Mi mano palidece mientras aprieto mi bastón con mucha fuerza, pareciendo que quiera partirlo entre mis dedos, y comienzo a mover las manos de forma hipnótica, girando mi bastón, e iluminándose los ojos de la calavera.

Golpeo el hacha de Vehexa para que lo alce como la guerrera que es dándole mi visto bueno al ataque contra los nuestros.

De reojo veo como se comen unos insectos mientras pienso brevemente:

Hay cosas de salvajes que nuca entenderé.

Comienzo a recitar entre los labios algunas palabras entre susurros, cuando abro desmesuradamente los ojos, y digo apretando los dientes:

-Acabemos con esto... morts ultima ratio....

Giro el bastón de forma virulenta atacando al soldado mas cercano a nosotros...

Ante la batalla inminente, Vehexa apoya su frente en su hacha, pidiendo fuerza a sus dioses: desgraciadamente no están hoy de su lado

Los soldados lunares corren para rodearos y preparan sus armas mientras toman posición. Felkenna avanza hacia vosotros mientras sus dos guardaespaldas no abandonan su lado.

Mientras aprovechais para conjurar y preparar vuestras armas, Kilder es el primero en actuar; Los ojos del cráneo en su báculo se iluminan con un fulgor ígneo y dos explosiones alcanzan a uno de los soldados; La primera afecta a su pierna y le hace tropezar pero la segunda le alcanza justo en el estómago y le derriba.

La flecha de Aldar, disparada con increíble precisión se dirige justo al cuello de Felkenna, pero en el último instante se desvía de su trayectoria mortal y tan solo le roza, haciendo que la mujer suelte un gemido y un hilillo de sangre resbale por su cuello. -¡Matad a ese arquero! -Chilla. No hay duda de que está protegida por la magia.

Los enemigos se os echan encima.

Un profundo pozo negro se desdibuja flotando en el aire junto al guardaespaldas de la armadura pesada. Un rostro pálido asoma al exterior desde él y unas manos esqueléticas tratan de aferrar el corazón de la víctima.

Los amigos de Swen, Randan y Gunhar aparecen junto al otro guardaespaldas al final del asalto.

Si quieres Swen aparece también al final del primer asalto (usando Visibilidad) ya que pensaba hacerlo más temprano que tarde para poder atacar también con él (así como comunicarme con los compañeros sin tener que usar Comunicación Mental y dejar de jugar "oculto")

Erikand agarra su maza con fuerza y el escudo con seguridad.

-Solo tres a por mi? Felkenna, -dice mofándose- te harían falta unos pocos soldaditos de plomo más.- termina, intentando acaparar su furia y que desviase algún soldado más. Después de todo, él era el que tenía la mejor protección, y por ende, el que mejor podría aguantar los números.

Erikand lanza su maza contra el primer soldado que viene, y detendrá al que se le antoje más peligroso.

Haciendo los movimiento muy bien compenetrados ya acostumbrado a las chicas, me centro entre todos los libertadores, por si hay que curar a alguien, mientras digo:

-Veo que Aldar sigue espantando moscas de una forma mas que fabulosa. Sería un detalle que se las espantes a los que pelean contra Loranda...

Vuelvo a lanzar mi conjuro de la calavera, un golpe para el campeón que va a por Erikand, y el otro otro guerrero de élite que va a por Vehexa:

Otra vez se me enrojecen los ojos a la vez que a mi báculo mientras lo giro por encima de mi cabeza.

-Pro Sulphur... Adiutus filios meos

Noto que la piel se endurece bajo la armadura, de una forma un tanto desagradable. Sin embargo, la furia que me lleva a lanzarme a por Felkenna solo me hace pensar en destrozar a la bruja lunar cuanto antes. Lanzo un potente grito de guerra y me abalanzo contra la mujer. El flechazo de Aldar que le cruza la cara debería haberle atravesado el cráneo de lado a lado como a un melón maduro, pero solo le ha causado un rasguño. Tendré que emplearme muy a fondo àra superar su magia defensiva.

-¡Orlaaaaaaanth!

Veo el hilillo de sangre que corre por el cuello de la lunar y maldigo en voz baja. Imaginaba que estaría protegida por magia pero... ¿tanto? De todas maneras, si el veneno ha entrado en contacto con la sangre, con un poco de suerte la debilitará, tal vez lo suficiente como para darle una oportunidad a Kenvent.

Pero no tengo tiempo de preocuparme por ella. Se ha dado cuenta de que el peligro de verdad viene de mis flechas y no del numerito de luces de Kilder y ha enviado a tres de los suyos a por mí ¡no puedo defenderme de todos!

Mi única oportunidad es invocar mi débil magia protectora y esperar que, combinada con la armadura de escamas de dragón, me proteja lo suficiente como para despachar a alguno a base de flechazos o con la ayuda de los guerreros competentes.

Noto como mi piel se endurece bajo mi armadura, pero no creo que sea suficiente ante lo que se me viene encima. Preparo una flecha mojándola rápidamente en el veneno de araña y rezándole a Odayla para que me permita librar a mis compañeros de al menos un par de soldados.

Con toda la sangre fría que puedo reunir, apunto al más cercano y veo por un instante un hueco en la hebilla de su cinturón. Mi flecha va hacia allí. Alcanzo a ver por el rabillo del ojo a los otros atacantes, así que me lanzo hacia un lado, más por reflejo que por otra cosa y yo mismo me sorprendo de la agilidad con lo que lo consigo ¿será suficiente?

Loranda se mueve en estado de trance, esquivando ataques y haciendo bailar sus dagas con precisión hacia las piernas de uno de sus rivales.

Vehexa salta a por el lancero, lanzando un fuerte golpe de hacha que solo consigue rozar la armadura del hombre. Al ver que ha fracasado en su ataque, gruñe y se prepara para detener los golpes de los guardias.