Partida Rol por web

El enano comenzó a gemir entrecortadamente, moviendose debilmente por sus heridas. Las costras de sangre seca se agrietaron y le produjeron dolor, el suficiente para despertarle. No tenía ni idea de porque seguía con vida, y menos aun porque estaba en una casa de construcción humana. Facilmente reconocible por su altura y su escasa habilidad arquitectonica. Sus armas no estaban cerca, lo cual, daba clara respuesta a su situación actual.

Giró la cabeza con dificultad para ver el resto de la sala. Sentada contra la pared estaba una joven de cabello ensortijado y oscuro. Y la memoria se le fué refrescando. Recordó el combate y a su compañía de valientes. Nunca se solian aventurar tan lejos de sus cavernas, y de sus protegidas casas. Para los humanos de la isla, eran practicamente una leyenda. Pero las sombras acechaban en los tuneles, y había que crear patrullas, quizá ayudados por humanos... quizá parlamentar. Pero las sombras atacaron a traición, y sus camaradas enanos caian por todas partes, los cortes y la muerte se esparcieron como un manto a su alrededor. Hasta que solo quedó él, y cuatro enemigos. Las heridas ya lo estaban debilitando, y realmente sabía que ese era su final. Cuando la humana de espada plateada saltó de entre las sombras del camino, y con valentía y arrojó corto y peleo como una guerrera.

Sus ropas eran del continente, no de las islas moonshae. Pues no era alta y de piel clara y pelo rojo o rubio como los norteños. Ni de piel oscura y bajos como los sureños de las islas. Claramente debía haber viajado hasta el archipielago en busca de gloria y aventura. Probablemente habría llegado en uno de los pocos barcos mercantes que cruzaban el mar. Tras haber oido que el rey de esta isla estaba siendo atacado y sometido por un antiguo mal. Antes de que se le nublara la vista, escucho la lengua gutural de los norteños. Daban y el alto, y ordenaban deponer las armas. Nunca fueron muy amables estos norteños.

Facilmente pudo suponer, que estaba presos de los norteños, y todavía estaban decidiendo que hacer con un enano de las montañas, y esa extranjera...

Taifold hace un esfuerzo por incorporarse y termina por desistir ante los latigazos de dolor que recorren su vientre, sus brazos y sus piernas...

"Por Moradin... tuvo que ser una buena lucha" El rostro se ilumina con una sonrisa cansada... vuelve a mirar a la joven guerrrera y murmura

"Muchacha, ¿puedes moverte?... ayudame a incorporarme... Si estos norteños quieren decidir mi suerte, no lo haran a mis espaldas"

Con un esfuerzo que le obliga a entrecerrar sus ojos, el enano se incorpora, quedando sentado en su lecho y respirando profundamente para aliviar su dolor...

"Barbas de Moradin muchacha. No se si nos hemos presentado formalmente... soy Taifold Thunderhammer, hijo de Gheor Thunderhammer, del clan enano Axebuilder"  Una mueca de dolor traiciona la aparente entereza del guerrero enano, que recompone su rostro con rapidez... "¿Cuanto tiempo llevamos aqui?"

 La menuda chica, reclinada contra una pared te contempla en silencio, con sus grandes ojos, curiosos. Al verte hablar sonríe afablemente, entrecerrando un poco los ojos, mostrando una hermosa sonrisa.

 - Me alegra ver que posees la legendaria resistencia de los de tu raza, Taifold Thunderhammer, hijo de Gheor Thunderhammer, del clan enano Axebuilder. Yo soy, Evea.- Se levanta y se acerca con cuidado a tu lado.- Me permites que de un vistazo a esas heridas? Tengo ciertas dotes curativas.

 Mientras examina tus heridas te susurra.

 - Desconozco cuanto tiempo hace que estamos aquí, me resulta determinar el tiempo que pasa en esta apestosa celda.- Tras examinarte susurra unas palabras arcanas.- Leuvos Cure.

 De repente sientes como parte del dolor de tus heridas es substituido por un agradable calorcillo, que recorre tu espalda.

El enano se muerde el labio mientras la muchacha suplica por su recuperacion... la calidez inicial es superada por un agudo escozor que recorre su columna vertebral y que desaparece tan rapido como llego... La muchacha sigue sonriendo, quiza ajena al milagro que acaba de realizar, quiza contenta por su buena accion.

"Gracias Evea y a tus dioses" "Gracias a ti Moradin, pues tus caminos son ocultos, como las vetas de la minas"

 La joven sonríe pícara.

 - Gracias a mí, Taifold Thunderhammer, hijo de Gheor Thunderhammer, pues no le debo pleitesiá ni devoción a ningún diós.- Hace una pausa.- Me alegra de que te encuentres mejor.

En el exterior de la casa, los dos guardias charlaban quedamente junto a la puerta atrancada de la estancia.

"Estoy en deuda con vos, joven señora, mas ahora....mumf"  Taifold se incorpora mientras habla, mas despejado gracias a Evea y con ganas de "presentarse"... "...humf, tenemos que presentarnos debidamente a nuestros anfitriones"

Todavia tambaleante, el enano cruza la habitacion en el paso mas firme que puede conseguir...

"Maldiata sea mi barba... me zurraron a base de bien...."

Y se acerca a la puerta; una vez ante esta, cruza sus brazos sobre su musculos pecho y con voz firme...

"Mi nombre es Taifold Thunderhammer, hijo de Gheor Thunderhammer, del Clan Axebuilder. Llevadnos a esta joven y a mi a presencia de alguien con autoridad, a fin de discutir los terminos de mi rescate"

 La muchacha mira a Taifold. Como se levanta, parece que aún está aturdido.

 - En verdad parece que te atizaron bien. Espea a ver si te puedo ayudar más.- Se acerca a ti, y acercando las manos hacia las heridas, sin tocarlas pronuncia unas palabras.- Medienus cure.

 Otra vez es agradable sensación te recorre el cuerpo.

 Ves como la muchacha se hace aun rincón poco iluminado de la celda, pasando más o meno desapercibida.

El enano se sintió completamente reconfortado. Sus heridas estaban cicatrizando, y practicamente se sentía sano. La recia constitución de los enanos le hacia sentir joven de nuevo...

A través de la puerta se escuchó un murmullo y pisadas que se alejaban. Ignorando cualquier contestación que hubiera podido ser cortes.

Al poco tiempo se escuchó, en un común de acento Ilhuskano, una advertencía con voz sería y regia.

-Peguense a la pared del fondo. Y ponganse donde se les pueda ver. Hrotgar hijo de Hendel va a entrar en la casa.-

"¿Y Hrotgar, Hijo de Hendel, cree que por que yo este en la pared del fondo va ha escapar de mis manos si decidiera ponerselas encima? ¡Que pintoresco!"

Taifold se acerca ala joven Evea y le tiende el brazo para acompañarla al fondo de la habitación. Una vez alli, se vuelva hacia la puerta y vuelve a adaptar la misma postura desafiante de antes, con los brazos al pecho y la barbilla levantada...

"Pasad cuando gusteis, Hrotgar, hijo de Hendel y permitidme que os agradezca vuestra hospitalidad"

Una gran sonrisa adorna el rostro barbudo del enano, mientras pronuncia esas palabras.

 La joven y menuda muchacha se deja conducir hasta la zona mencionada, parece un tanto descorazonada, pareciendo más menuda incluso que Taifold, tan seguro de si mismo. La muchacha se rcuesta en la pared, con las manos en cruzadas tras sutrasero, mirando con atención la puerta.

Las puertas se abrieron despacio y la luz entró con fuerza por el hueco de la misma. Las siluetas de dos agerridos guerreros norteños se marcó contra los dos presos. Estos, tras comprovar que ambos habían acatado las ordenes, se apartaron a un lado para dejar paso a otro guerrero algo mas bajo.

Con pasos tranquilos, pero seguros, el rey Hrotgar, señor de toda la isla, entró en la estancia. Su cara estaba arrugada como el pergamino viejo, surcada por cicatrices de mil combates y las huellas que solo pueden dejar los terrores de la guerra. Sus ojos estaban hundidos, como si el peso de mil males los hubieran esombrecido. Su barba era larga, frondosa y peliroja, beteada de plata por las comisuras de la boca y el vigote.

Rapidamente cuatro soldados entraron tras el y formaron una ferrea escolta, armados con espadas anchas y cotas de malla.

La mirada oscura del rey se clavó en ambos.

-Sin duda que sois bravo, señor de la gente pequeña. Pero sin duda que no podeis infravalorar el poder del acero frente a las manos desnudas. Si estais aqui, fué por vuestras propias acciones, no por las mias.- Este caminó cansado hasta sentarse con dificultad, ahogando un gemido, en una de las camas. -Mi abuelo me contó una vez, que en las montañas de esta isla vió una vez a la gente pequeña. Yo sin embargo, no fué hasta que cruce el mar y abordé Luskan, cuando vi por primera vez a un enano. Se dice que provenis de la roca, que vuestros puños son duros como la piedra, y que sois codiciosos por aquello que se esconde en la roca.- Entonces, levantó la vista una vez mas y clavó sus ojos en el enano. -Me pregunto, que ha ocurrido, para que un enano entre en las tierras de los hombres.-

Parecía ignorar deliberadamente a la joven humana. Que claramente por su tez, provenía de mas alla de los mares. Del continente.

 Evea mira al abatido Rey. Parece exhausto, como si no pudiera dormir por las noches, ni por todo el oro del mundo me verán jamá sentada en un trono, y pensar que hay necios que matan y mueren para aposentar su trasero en uno de ellos.

 Se mantiene en silencio, escuchando y mirando a su vez a la escolta. Fijándose en su posición y en el aspecto de los guerreros. Mmmm no están nada mal, aún se les podría sacar algún provecho, lástima que estén de servicio.

"Mi señor Hrotgar, decis bien" Los hombros de Taifold se relajan visiblemente, mientras su voz recia llena la estancia "Mi pueblo habita estas colinas desde hace generaciones."

"Decrepito y viejo, mas en sus ojos la fuerza y la vitalidad de una voluntad indomable"

"Como bien sabeis, fui herido en combate, donde perdi buenos compañeros de armas, a los que no he tenido tiempo de llorar como se merecen" El rostro del enano se ensombrece a medida que pronuncia esas palabras y sus nudillos crujen, cuando su mano se cierra en un puño.

"Y esas malditas bestias pagaran cara su osadia"

"Estoy en deuda con vos, mi señor, por atenderme durante el tiempo que estuve postrado. Tan pronto como honre a mis camaradas caidos, me pondre a vuestro servicio si asi lo requeris... Mas deseo pediros que se me permita recuperar mis armas y mi armadura, pues tienen gran valor para mi."

Thaifold sabía muy bien, que los enanos de las islas moonshaes habian decidido quedarse en sus montañas y no hacer tratos con los hombres. De hecho, habian mantenido tanto tiempo su anonimato, que se les consideraba practicamente una leyenda en las islas. Solo aquellos que habian viajado, o estudiado, sabian que la raza de los enanos estaba muy extendida por faerun.

Por eso, los humanos entendian que las tierras que dominaban y defendian eran suyas por derecho. Asi que muy probablemente, consideraban al enano, un intruso.

-Lo de las armas puede esperar. Sin duda comprendereis que primero tengo que hablar con vosotros antes.- Hizo una pausa, observando al enano. -Entrasteis con un grupo de combate de su gente en mis tierras. Justamente ahora, cuando estamos sometidos al yugo de la deshonra, cada luna. Cuando mi gente es debilitada enfrentandose a un monstruo terrible.- Se acarició el mentón pensativo. -Me preguntaba, si no habriais intentado alguna argucia, ahora, que tenemos menos gente vigilando...-

 Los ojos de la joven se abren por la curiosidad, un monstruo terrible?