Partida Rol por web

La muchacha se concentró en el campesino que sostenía la hoz y que tan funestamente había errado su ataque. Para los ojos de Kendra, pareció como si el tiempo se detuviera, como si se relentizara hasta permitirle descubrir el más mínimo secreto... Tras esto se acercó rápidamente hasta Sicarius y tras tocarle le dijo:

- ¡¡Golpéale en la mano del arma!!- La muchacha sabía que sólo eran campesinos, granjeros y pastores, y no poseían la formación marcial que el corpulento guerrero. Por eso había fallado, porque prendía su arma sin determinación, y esa falta de confianza y miedo jugaba a favor de los Vengadores de Pharasma. Aún se podía cambiar el detino...

El destino está escrito en los huesos, pero los huesos pueden romperse...

El suave contacto de la mano de Kendra lo sintió atravesar su armadura como mantequilla, su voz resonó como una dulce melodía y su mente dejó por unos instantes de reclamar sangre. Sus ordenes eran tan importantes como las de Pharasma misma, pero... con semejante armatoste Sicarius no sabía hacer maniobras tan diestras como la de desarmar, pero si amagó la caída de su mandoble para aprovechar la fuerza de su peso para imprimir un golpe con el hombro y así derribar al patan que se había acercado y bloquear que el tumulto rodee al enano barrándoles el paso.

Sicarius intentó dar un gran empujón al campesino, cambiando la violenta actitud que casi lo conduce a asesinarlo, pero su maniobra, falló aunque cirto ápice de terror asomó en los ojos de su oponente. Ver acercarse a un armado y recio guerrero, podía intimidar a cualquiera.

Te atreves a golpear a un servidor de la Dama de las Tumbas? Fuerte ha de ser tu motivo para hacerlo, pero yo no te juzgaré.... Ya lo hará Pharasma...

Estaban atacando a sus hermanos!! A sus hermanos!

Porque esta gente ataca a personas armadas y preparadas?

Su pensamiento racional se impuso a la corriente de sentimientos...

Solo gente muy desesperada, o guiadas muy mal podrían hacer algo de estas caracteristicas a unos desconocidos que han venido a un entierro.

Así que dejo el féretro en el suelo para que nada perturbase el sueno del viejo maestro. Después,girándose rápidamente observo de un vistazo la nueva disposición de los pueblerinos, mirando armas y determinando intenciones.

Puede que un disparo a una arma consiga desmoralizarlos y que se lo piensen otra vez...

A cada instante que pasaba, Sicarius se encontraba más rodeado de campesinos. En esta ocasión, uno que sostenía una horca intentó hundírsela bajo su cota de mallas, pero su armadira continuaba siendo lo suficientemente resistente como para evitar dichos embates.

Lyria se concentró en sus energías interiores y las liberó modelándolas en una barrera mágica alrededor suyo.

Una vez realizado el conjuro, se percató que Kendra había pasado a la peligrosa primera línea, pero aún así pudo escuchar sus palabras centrándose en una de ellas: "desarmar". Acto seguido en su mente se formuló una idea que podría sobrecoger a los campesinos haciendo que se retiraran sin recibir daño. Rápidamente comentó a sus hermanos:

- Desarmar a uno de los campesinos!!

La turba continuaba sitiando al bravucón de Sicarius...

El niño se deslizó con velocidad hacia la turba que rodeaba al gran guerrero, amparado en su velocidad, su sigilo y la confusión de la reyerta. Con presteza, aprovechó el barullo para deslizar la mano que portaba la daga bajo el brazo de uno de los aldeanos furiosos y asestó una puñalada entre las costillas de este, atravesando ropa y carne, y el agudo acero penetró suavemente. El siniestro silbido gorgoteante indicó al chiquillo que un pulmon habia sido perforado, y la sangre burbujeante manó alegremente al retirar el puñal, dejando que su vida escapase poco a poco...

- Vais a morir todos... - susurró Erodel mientras sujetaba el cabello del aldeano que sangraba.

El acero de Erodel halló un punto vital en el desprevenido campesino que inició la refriega contra Sicarius. Su pulmón se colapsó en un instante, y entre gorgoteos de sangre, el pobre desgraciado cayó sobre el terreno sagrado con una tonalidad cianótica en su rostro y labios. Intentaba desesperadamente respirar, pero era como el futil boqueo de un pez fuera del agua...

Ante esto, la gran parte de la muchedumbre observadora, salió corriendo igual que si hubieran visto a un demonio,... o quizás, algo peor. Gritos de Malachai resonaban a lo largo del camposanto, mientras uno de los decididos campesinos se desangraba y asfixiaba en el suelo.

Por contra, el resto de osados que habían iniciado la reyerta, comenzaban a quedarse solos en una empresa que tal vez les quedara demasiado grande. De su líder... Ni rastro.

El último de los lugareños, un muchacho bastante joven, intentó golpear con la parte roma de su hacha de leñador a Ishaya, pero esta vez, no consiguieron alcanzar al sacerdote de Pharasma.

Vio caer al campesino a causa del ataque de Erodel. Por sus conocimientos adivinaba que estaría próximo a la muerte. Quizás su destino era ese, acabar sus días a causa de algo que no comprendía. Ishaya estaba decidido a no deshonrar la memoria de su mentor. Por ello alzó su brazo por detrás de Sicarius y apuntando al campesino moribundo recurrió a su fe y recurrió a uno de sus dones divinos para frenar la hemorragia.

Hoy no morirá nadie aquí. No lo permitiré

Este año no, aún no...

El lugareño que llevaba la larga pala de panadero, intentó volver a golpear al sacerdote enano, pero esta vez, marró su oportunidad, pues Ishaya esta vez si que pudo ver venir la acometida.

La muchacha se puso tras Sicarius y nuevamente volvió a tocarlo con la palma de su mano. Sus ojos dejaron entrever un brillo violeta, que se retorcía como una larva en el interior de sus pupilas, y de forma severa volvió a insitir:

- ¡¡He dicho que lo desarmes!!- con voz de mando. 

El guerrero estaba concentrado en la batalla, Ishaya y él estaban completamente rodeados. Pensó lo fácil que sería eliminarlos si solo pudiese atacar como sabe, pensó que el apoyo de Erodel le liberaba de carga, pero Ishaya estaba solo, y el enano no era precisamente un gran guerrero ¿Que hacer?¿Matar a los campesinos para salvar a Ishaya?¿seguir intentando derribarlos uno a uno y ya veremos como acaba?... 

De repente sus pensamientos se vieron interrumpidos por una inspiración divina, algo mágico, la mano de Kendra... Tras esto una imperativa seca y decisiva. Casi por instinto o por reflejo, Sicarius levantó con un giro ascendente su arma. Si hubiese querido las manos del campesino que se situaba entre él y el enano habría volado, pero giró la pesada hoja como pudo para golpear con la parte plana de la hoja.

La gran multitud de lugareños se agolpaban alrededor de Sicarius intentando hacer retroceder al guerrero, pero éste se defendía con gran maestría de sus ataques lábiles y predecibles.
 

Jarik veia que la refriega no tenía buena pinta. No querían matar a los pobres pueblerinos, pero estos insistían en querer dañar a sus hermanos. El golpe de Erodel casi mata a uno, pero el no quería que eso ocurriese, así que saco a neopi, apuntó al que estaba más cerca con el arma levantada para golpear a Ishaya y disparó...

El disparo de Jarik alcanzó la mano del campesino con la cual sostenía la hoz. Su disparo abrió un feo agujero en su mano, que hizo que soltara el arma de inmediato, al tiempo que la sangre fluía y bramaba de dolor. Si Jarik lo hubiera deseado, seguramente le habría arrancado la mano de un disparo, pero el pistolero mantuvo la calma.

El campesino herido, cayó de rodilla mientras lloraba de dolor...