Partida Rol por web

El último de los esqueletos de la horda llegó hasta la retaguardia del mocetón y lo hostigó súmamente en sus maniobras de combate. A pesar de eso, sus garras no consiguieron arañar la carne del malherido guerrero que aún permanecía comatiendo con ahinco en aquella desfavorable situación. La melodía seguía resonando, mientras los no muertos se retorcían y bramaban en sus celdas...

Lyria vió como la marabunta de huesos se abalanzaba contra ellos. Tenían que reaccionar rápido, o las consecuencias serían desastrosas. Se situó justo detrás de Desther e invocó el poder del anillo que los sacerdotes de Pharasma le entregaron en su día. Tenían que resistir como fuese.

Una vez más los acontecimientos se sucedieron a una vertiginosa velocidad... Desde que Erzsen abrió la puerta hasta que se vieron rodeados por varios esqueletos dirigidos por el infame Flautista de Ilmaskr... Que hizo su aparición triunfal tras la puerta que había manipulado el joven conde.

Los Vengadores reaccionaron como pudieron, y en algunos en su precipitación olvidaron la naturaleza del ser con el que se enfrentaban. Las armas no le dañarían....

Al verse acosado por un enemigo, Ishaya dio un paso atrás mientras de su mochila extraía el objeto que podría ffavorecerles en aquel combate... La flauta del flautista...

Loada sea Pharasma...

El sacerdote se encomendó a su deidad. No sabía qué efectos perniciosos le provocaría hacer sonar la flauta, y en otras circunstancias no la habría sacado del petate, pero su familia estaba al borde de la muerte, los enemigos les acosaban por doquier y cualquier ayuda era bienvenida.... Aunque supusiera un perjuicio para él.

Se llevó la flauta a los labios y trató de hilvanar alguna melodía....

El sacerdote enano comenzó a soplar a través de la preciosa flauta de plata. Intentaba reproducir la suave tonadilla que en su día, uno de los hermanos de la orden le enseñara, pero la presión de las circunstancias apremiaban a Ishaya a tocar con rapidez y sin tiento, provocando que más de una vez se equivocara de escala o nota...

A pesar de que la melodía resultaba tan disonante como la del Gaitero, la magia del objeto parecía surtir efecto, pues el frenesí de los esqueletos comenzó a refrenarse.... ¡¡Quizás hubiera una oportunidad más!!... ¡¡Tal vez Pharasma les echara una mano!!...

A lo lejos, la flauta que hacía sonar el Gaitero de Illmarsh se interrumpió, mientras que un hosco quejido zumbó por todo el ala. Aquel instrumento le hacía daño, como Lyria había afirmado cuando fueron encontrados en la bóveda secreta. Si era la única forma de vencerlo, no cesaría en su empeño...

Mientras tocaba descubrió algo... sus ojos comenzaban a llorar sangre...

El pistolero estaba sorprendido... el golpe de la espada fue casi perfecto, pero no dañó a la criatura no-muerta. Recordó como habían dañado en otra ocasión con agua bendita a la pared maldita..

Sacó rápido el último vial del sacro líquido y se dispuso a lanzárselo al gaitero...

Ishaya siguió explotando el potencial de la flauta. Sus dedos estaban anquilosados, pues hacía demasiados años que no tocaba nada buscando la gracia y gloria de su diosa, pero gracias a la Guardiana del Destino, aquel maléfico instrumento parecía surtir efecto.

Lyria, conjuró un hechizo protector sobre Desther, y éste, nuevamente sorportó el zarpazo de los ahora más comedidos -si se podía decir eso- esqueletos. No que no pudo evitar, es que uno de ellos llegara hasta la muchacha de ojos dispares, y que intentara agarrarla, pero Lyria fue lo suficientemente ágil como para zafarse de las garras del no muerto. Igualmente, la alabarda de los Redge debía comenzar a rendir cuenta de aquellas almas en pena, o aquel flanco no tardaría en sucumbir...

Sicarius pagaba ahora los errores de sus malas maniobras... ¿Dónde se hallaba su mente?... Aun así, el guerrero embrazaba su escudo con estoicismo, soportando los golpes y acometidas de un combate desequilibrado y desleal... Una garra encontró su carne hostigada... Otra vez, la más negra oscuridad.

- Noooo!!! - gritó Erzsen al ver como Sic se desplomaba a causa del acoso a que estaba sometido por los inmundos esqueletos. Mierda y mil veces mierda. Si el baluarte de resistencia que era Sic caía, los demás estaban vendidos. Viendo que su daga no servía contra el gaitero ultraterreno, el conde se giró como un aspid y hundió la curva hoja entre el costillar amarillento del no-muerto. Pero en esta ocasión, el daño no fue suficiente para superar la dureza que esos huesos requemados presentaban a las punzadas del niño conde.

La daga de Erzsen no llegó a provocar el daño suficiente en el esqueleto, como para que las energías consagradas de Pharasma finaran con la ruin existencia de la criatura. El pelirrojo pícaro, se hallaba en una posición demasiado angosta para un combate adecuado...

A su vez, los no muertos habian rodeado al bueno de Ishaya, y le propinaban una paliza, mientras el sacerdote continuaba tocando el bello instrumento de plata. Si no fuera por la melodía que el enano intentaba hilvanar, los esqueletos habrían arrasado a los Vengadores en un santiamén, pues el frenesí que les imprimía el malvado gaitero era fatal. Había que hacer algo, pues el clérigo no duraría mucho más en aquella desigualada reyerta. Un poderoso tajo alcanzó a uno de los condenados esqueletos reduciéndolo a polvo y astillas. La alabarda del herrero comenzaba a cosechar los frutos esperados, pero eran demasiados incluso para el joven inquisidor...

Mientras tanto, Sicarius en el suelo sólo podía recibir los golpes que las criaturas le asestaban con maléfica y terrible crueldad. Nada podía hacer el mocetón para evitar lo que parecía una muerte irremediable...

Lyria comenzó a ver que la situación empezaba a ser más que preocupante. Se alejó momentaneamente para poder tener un momento de concentración para invocar sus exiguas energías y canalizarlas en ayudar a su hermano.

El fin estaba próximo. Las barreras que suponían Sic y Desther habían sido rebasadas, y en el caso del mocetón le habían derribado... Los Vengadores de Pharasma se encontraban en situación crítica y no había perspectivas de que fuera a cambiar.

Ishaya se percató de que si dejaba de tocar el combate de complicaría aún más, pero si seguía tocando se ponía a merced de los enemigos que le habían rodeado... Su familia antes que él....Seguiría tocando.... Si podía....

Ishaya prosiguió soplando con las pocas fuerzas que les restaban en los pulmones a través de la argéntea flauta. Antes, pudo dar un paso hacia atrás, pero uno de los esqueletos más próximos a él, pudo lanzar su temible garra contra el sacerdote pharasmita. Por suerte, la Dama del Destino continuaba junto a él, aunque ya faltaba poco para que pasara por su juicio de inestimable sabiduría y equilibrada justicia...

A pesar de que la melodía había mejorado y que seguía dañando al malvado embrujo, era demasiado sufrido articular las notas en dicho instrumento, y los dedos del enano también comenzaron a agrietarse y a sangrar...

Ishaya estaba destinado a fenecer como un mártir...

Nada puede hacer más contra el vil gaitero... al girarse para ver como se desarrolla el combate.Y el miedo sube por su garganta al comprobar que Sicarius está ya en el suelo, moribundo.

 Si él está así, como estarán el resto? se pregunta el joven Jarik. Con un movimiento rápido, el pistolero se gira, observando al esqueleto que está sobre el cuerpo de Sicarius. No tiene ni tiempo ni espacio para sacar a pimentera. Así que el descarga un golpazo sobre el esqueleto con la espada, a sabiendas que no es la mejor de las opciones que tiene..

La espada mágica de Jarik no halló la bendita recompensa que tanto deseaba. Mientras tanto, los esqueletos seguían atacando con saña a Sicarius. El guerrero, tendido sobre el suelo, desvalido, sin posible oposición aguantaba el escarnio con las mínimas fuerzas que todavía ahondaban en él, pues a pesar de encontrarse en el suelo, seguía desviando ataques que serían definitivos en otros integrantes de los Vengadores.

Por contra, Desther aguantaba los embates de los no muertos gracias al conjuro del anillo de Lyria. Ahora debía alzarse como el muro infranqueable de las menguadas defensas del grupo.

Sicarius en el suelo muriendo tercamente como solo el sabia hacer. Ishaya sufria. El combate se tornaba en una serie de agonicas situaciones que solo podín acabar en desastre. Los esqueletos cerraban el espacio y el Gaitero seguía con su macabra melodía. Erzsen trató de centrarse en su adversario oseo para tratar de aliviar la situacion en su zona. La daga curva centelleó y penetró como un cuchillo al rojo en la manteca. El crepitar de la sacra energia sonó como musica de angeles, y el olor del tuetano al fundirse fue como el perfume de un millon de flores para el picaro noble. Erzsen esperó con paciente prisa a que el no-muerto se desvaneciese para correr en pos de sus maltrechos hermanos. El tiempo apremiaba.

La daga consagrada de Erzsen brindó un leve respiro a las sobrepasadas defensas de los Vengadores. Casi sin tiempo para pestañear, una de las criaturas no muertas, se abalanzó sobre el joven conde de Anactoria, pero éste, dispuesto a vender cara la piel, pudo esquivar el golpe del esqueleto con soltura felina.

Por su lado, Ishaya proseguía tocando la flauta, mientras una de las criaturas continuaba azuzándolo sin perdón. Por suerte, en esta ocasión, la garra no superó la pesada malla que lo protegía, aunque ante sus cansados ojos, la visión de chotacabras revoloteando a su alrededor sólo le hacían partícipe de una idea... Su Dama estaba más cerca... Si debía acudir hasta ella, no se opondría a sus designios...

- ¡¡AGUANTA SACERDOTE!!- Espetó Desther lanzando un erróneo tajo que intentaba llamar la atención del esuqleto que se cernía sobre él, pero Ishaya parecía encontrarse mucho más cerca del juicio de Pharasma que en aquella maldita prisión.

De repente, un fogonazo de fuego estalló al sur del pasillo que intentaba cerrar el hijo del herrero. Las brasas le salpicaron quemándole la piel de la cara, pero el adversario no muerto que se hallaba allí, se prendió como una tea cuando algo lo golpeó...

¡¡No podía ser!!... ¡¡Kendra!!... ¡¡Kendra!!... Tal vez fuera de ayuda en aquella situación mortífera y descontrolada...

Nuevamente la música macabra resonó por todo el ala. El frenesí de los esqueletos se contrarrestaba gracias a la melodía que a duras penas el sacerdote enano conseguía hilvanar...