Partida Rol por web

¿¡Un lobo parlante!? esto si que es una novedad

Sicarius aun no había podido contemplar el tamaño de su enemigo, seguía a resguardo de la pared. Aun así, podía suponer la fiereza de la enorme bestia viendo el tamaño de su huellas y escuchando el atronador timbre de su voz. Pero lo que más desconcertaba al temerario guerrero, sin duda era que la criatura hablase. Eso suponía un nuevo handicap, se enfrentaban a una criatura peligrosa tanto por lo fuerte que debía ser, como por lo supuestamente astuta.

Apretó con fuerza la empuñadura de Descanso Eterno, observó a sus compañeros, miró a Ishaya y asintió con la cabeza. Levantó su espada un poco más alto y se dispuso para la carga.

El peligro que les acechaba desde que entraron en el monasterio había tomado forma en una aberración de un lobo gigante. Un engendro cuya existencia insultaba toda forma de vida. Ishaya odiaba la no-muerte pero también había desarrollado una animadversión hacia todo lo que pervertía la vida.

El carácter jovial del enano se esfumó, apareció su parte más implacable. No pronunció palabra pues dirigirse a aquella deforme criatura le otorgaría una condición que Ishaya no estaba dispuesto a reconocerle.

El hermano de Pharasma se adentró en si mismo, conectando con el vínculo que le unía su diosa buscó la plegaria que insuflaría valor a sus hermanos y les protegería del miedo que la abominación emanase

Lyria no daba crédito a lo que veían sus ojos. Antes que esa infame criatura se abalanzase sobre ellos estaba dispuesta a impedirlo a cualquier precio. Se concentró en su interior para extraer las energías que aún le quedaban y focalizarlas en aquella perversa criatura.

La energía fluyó a través de Lyria com el agua fluye en un torrente. Con expresión dura y mirando fijamente a su objetivo concentró esa energía en el dedo índice de su mano derecha. Un punto azulado crepitante apareció en éste y, apareciendo una sonrisa en el rostro de Lyria disparó el infalible proyectil hacia su objetivo, impactando en él com rabiosa precisión.

Siguiendo la estela del luminoso proyectil de Lyria y utilizando el sonido de la brutal voz del monstruo para intentar adivinar la situación exacta de éste, Sicarius se lanzó empuñando su arma como quien utiliza una lanza para asestar una potente estocada.

La lanzada fue perfecta, era uno de esos movimientos que el cuerpo de todo guerrero memoriza desde sus primeros días.

La espada cortó el aire y el tiempo. Sicarius esperó el impacto suave y certero. Descanso Eterno atravesaría a la bestia como mantequilla.

El guerrero se creía invencible, todopoderoso enarbolando el mandoble de una era pasada, pero cuando creía que su hoja cortaría por la mitad al fiero lupino, su golpe erró a causa de la poca visibilidad que sus ojos le otorgaban. Aún preso de la sorpresa, una daga se hincó en su espalda, provocándole un dolor aterrador...

El niño se deslizó entre el quicio de la entrada, supuestamente oculto en las tinieblas, y se adentró en la oscura sala. No veia casi nada, pero adivinaba las formas del guerrero y de la bestia parlante. Con esa siluetas en su mente, su mano salió disparada hacia ellas y la daga voló hacia allí.

El lobo de pelaje ceniciento siguió con sus ojos rojizos a Erodel. A pesar de eso, lanzó uno de sus cuchillos, pero parecía como si la oscuridad salvaguardara a la bestia...

La criatura miró fijamente al robusto guerrero. Sus narinas dejaron escapar tanto vapor de sus pulmones como una olla presión. Dio unos pasos sobre la columna y en ese momento sobrenatural, la oscuridad pareció desvanecerse para que todos pudierais contemplar un pelaje grisáceo como un cielo talonado de nubes.

- ¿Te crees mejor que Ceniza, humano?.... waaarff... ¡¡Pagarás la muerte de mis cachorros!!- y tras esto se abalanzó sobre Sicarius propinándole un fuerte mordisco en la yugular. La sangre comenzó a brotar a borbotones, y el joven luchador cayó sin tono al suelo... ¿Cuál sería la siguiente víctima?

Tras la prodigiosa lanzada de Sicarius, éste notó un dolor intenso en su espalda, era como si su magnífico golpe hubiese ido a parar a su propio cuerpo. El guerrero se tambaleó y delante de él todo se volvió luz. Su padre, su madre, sus hermanos estaban delante de él, como en un cuadro familiar. Faltaba solo Sic. 

El Sr Vanhuter sonrió y alargó su mano para ayudar a Sicarius a incorporarse a la escena familiar y Sicarius alargó la suya para estar por fin en casa, con su verdadera familia, con los que perdió hace ya diez años...

Fue entonces cuando todo se volvió tinieblas, unas enormes fauces se lo tragaron todo, a su padre, a su madre, a sus hermanos, la luz y a él.

El guerrero permanecía en el suelo sobre un charco de su propia sangre que manaba a borbotones mientras algo escapaba por su débil voz:

NOOO, no os vayais, llevarme con vosotros

Un olor muy familiar inundó las fosas nasales del niño, cubriendolo todo, la sangre. Un sonido sordo, como un fardo de leña que fuese lanzado indicó que algo grande había caido, y por los gruñidos, no era el lobo. En aquellas oscuridades, el niño percibió una sensación no del todo desconocida, un cosquilleo cercano que ya había sentido en muchas ocasiones, era el sonido de la muerte, que llamaba a las puertas de su maltrecha mente. El destino fatal se disfrazaba en esta ocasion de lobo, y el niño aguardó lo inevitable con la misma apatía que aguardaba todas las cosas, ajeno a los temores, sentimientos y sensaciones que le rodeaban. No trataría de vender cara su piel, ni de huir, ni de ofrecer una muerte digna de las canciones, pues Erodel Iomestri no era de esa clase... Erodel no era de NINGUNA clase... ya que el niño de pelo rojo como el atardecer había muerto hace muchisimos años y aun así continuaba vagando por el mundo...

Ceniza volvió a aullar con estruendo, una vez Sicarius cayó al suelo. Su cabeza giró en dirección a Erodel, y nuevamente sus ojos volvieron a encenderse con ese brillo rojizo de funesto mal. El extraño lobo ya había elegido nueva presa...

Como una exhalación envuelta en sombras, Ceniza se lanzó contra el joven crío de las dagas... Todo hacía pensar que sería fácil.

Sic había caído. Aunque dentro de la sala solo vislumbraba bultos, sabía lo que había pasado.

Esta era una misión fácil y por eso se lo habían encargado a ellos, no? O eso pensaban antes. Ahora, alguien que apreciaba había caído. Otra vez.

Recuerdos arrinconados en su memoria volvían a estar muy presentes. La muerte de Nathaniel venía una y otra vez a su recuedo. En una décima de segundo, paso su vida varias veces por delante. Acciones que debía haber hecho y otras que no. Entonces Jarik retorno al momento presente, los pasos de la bestia lo devolvieron a la realidad.

Rápido como una exhalación, se movió dentro de la sala, donde apenas se veía nada. Debía confiar en la práctica, así que sin pensar, solo siendo apenas consciente de lo que hacía ,levanto a pimentera apuntó y disparó. En un movimiento era fluido y relajado, mientras, notaba que los ojos húmedos....

El enano vió caer a Sicarius, de nuevo malherido, quizás moribundo.... y se le cayó el alma a los pies. Que estaban haciendo mal? Por qué los embates del destino los zarandeaban como muñecos inertes? Acaso su destino era hacer el último viaje en aquel maldito monasterio abandonado?

El destino está escrito en los huesos, pero los huesos pueden romperse

La frase del texto sagrado de Pharasma inundó su mente. La interpretación que hacia Ishaya de la letanía rayaba la blasfemia, pues creía en la voluntad del ser pensante de poder elegir, de poder luchar contra lo que ya estaba escrito, de no ser un simple títere en manos de los devaneos del destino....
Pharasma lo sabía todo, esa era unas de sus prerrogativas, también sabía lo que pensaba y sentía el enano.... era aquello un castigo por sus pensamientos casi blasfemos? Estaría la Dama de la Profecía ofendida con sus actos? La respuesta llegó de forma automática. No, Pharasma ya lo sabía, sabía lo que albergaba el corazón de Ishaya desde siempre, y aún así lo había acogido en su fe y le otorgaba sus dones en forma de plegarias. Pharasma estaba con él.
Con la determinación nacida de la convicción del apoyo de su deidad, Ishaya se adentró con paso firme en la guarida del maligno ser, con la antorcha en una mano y la skane en la otra, sobre el pecho, trazando la espiral de Pharasma.

Este año no, aún no.

Y la energía divina pasó a través de él y se esparció en el espacio, buscó el cuerpo del humano caído, intentando salvaguardarlo de la muerte, no era su momento, y Pharasma estaba con él....